AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Canciones al anochecer (Libre)
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Canciones al anochecer (Libre)
Era de noche, justo el momento perfecto para que el resto de la ciudad comenzara una nueva actividad. El día y la noche se dividían por una línea que terminaba por desaparecer bajo el horizonte. Y entonces comenzaba la vida para algunos, mientras que para otros se acababa, en un sueño que terminaba al amanecer. En cierto modo ambas cosas se parecían. Un intercambio la mar de repetitivo.
Claro que lo que sucedía por aquel tiempo no era nada repetitivo. Para mí, no.
¿Quién iba a decir que trabajaría en el cementerio? No tengo nada que me falte, cuando me marché de casa me llevé la cantidad de dinero suficiente para subsistir sin tener que recurrir al trabajo, y si no siempre podría robarlo...pero es que este lugar me fascina. ¡Hay tantas cosas allí! Tanta gente con la que hablar..tanto vivos como muertos. Y además, es un lugar en el que se puede experimentar muchas cosas. ¡Y a mí me encanta experimentar!
Por supuesto, nadie allí sabe quién soy. Para trabajar en el cementerio me bebo una poción que tiñe mis cabellos de lila, y me enfundo en una capa negra, bajo la cual hay un vestido de color blanco, o negro, todo depende del humor del día. Aquel día iba vestida de negro y de lila. Combinaba a la perfección con el color lila de mi cabello aquel día. Y daba un nombre falso. Decía que me llamaba Hanabeth. No podría dar mi nombre verdadero.
Y caminaba por el cementerio con un aire aburrido. No había casi nadie en el cementerio, ni veladores ni fantasmas con los que hablar. Aquel día habían decidido retirarse en el limbo o en la luz. ¡Buen día habían escogido para ello!
Vamos, pensaba. Hagamos algo. Me subí a uno de los árboles cercanos, desde dónde se podía observar el resto del cementerio. Mis ojos azules brillaron con curiosidad cuando vieron a un pájaro bastante interesante acercarse. Luego volví la mirada hacia las tumbas, y hacia una persona de luto que se estaba yendo ya del cementerio. No sé cómo pueden lamentarse tanto por los muertos. ¿Acaso no están en un lugar mejor? Y los que no lo están son todos fantasmas. Suspiré y comencé a cantar algo para los fantasmas. Una canción poética pero con cierta alegría. Quería alegrar a los pocos fantasmas que rondaran por allí. O a alguna que otra persona viva.
Claro que lo que sucedía por aquel tiempo no era nada repetitivo. Para mí, no.
¿Quién iba a decir que trabajaría en el cementerio? No tengo nada que me falte, cuando me marché de casa me llevé la cantidad de dinero suficiente para subsistir sin tener que recurrir al trabajo, y si no siempre podría robarlo...pero es que este lugar me fascina. ¡Hay tantas cosas allí! Tanta gente con la que hablar..tanto vivos como muertos. Y además, es un lugar en el que se puede experimentar muchas cosas. ¡Y a mí me encanta experimentar!
Por supuesto, nadie allí sabe quién soy. Para trabajar en el cementerio me bebo una poción que tiñe mis cabellos de lila, y me enfundo en una capa negra, bajo la cual hay un vestido de color blanco, o negro, todo depende del humor del día. Aquel día iba vestida de negro y de lila. Combinaba a la perfección con el color lila de mi cabello aquel día. Y daba un nombre falso. Decía que me llamaba Hanabeth. No podría dar mi nombre verdadero.
Y caminaba por el cementerio con un aire aburrido. No había casi nadie en el cementerio, ni veladores ni fantasmas con los que hablar. Aquel día habían decidido retirarse en el limbo o en la luz. ¡Buen día habían escogido para ello!
Vamos, pensaba. Hagamos algo. Me subí a uno de los árboles cercanos, desde dónde se podía observar el resto del cementerio. Mis ojos azules brillaron con curiosidad cuando vieron a un pájaro bastante interesante acercarse. Luego volví la mirada hacia las tumbas, y hacia una persona de luto que se estaba yendo ya del cementerio. No sé cómo pueden lamentarse tanto por los muertos. ¿Acaso no están en un lugar mejor? Y los que no lo están son todos fantasmas. Suspiré y comencé a cantar algo para los fantasmas. Una canción poética pero con cierta alegría. Quería alegrar a los pocos fantasmas que rondaran por allí. O a alguna que otra persona viva.
Anneliese Wasenbell- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 07/10/2012
Re: Canciones al anochecer (Libre)
El cementerio...un lugar de silencio y reposo, de recuerdos olvidados, de vidas pasadas, de lágrimas y flores marchitas... Un lugar para pensar, recordar, llorar, lamentarse y reflexionar. Solía ir a veces allí, tenía algunos amigos que habían muerto hacia ya algún tiempo pero principalmente lo visitaba por la paz y el silencio que allí reinaban, los muertos ya no molestaban a nadie pues su sueño era ya eterno y los únicos que podían hacer algún ruido eran los fantasmas de éstos que pululaban por allí o las personas que venían a visitar a sus seres queridos o no tan queridos que allí descansaban.
Pisé sobre la tierra húmeda y miré con respeto las lápidas de piedra y los nombres allí escritos, respiré una bocanada de aire fresco que inundo mis pulmones y mire al cielo, estaba amaneciendo, un nuevo día comenzaba. Seguí caminando por el cementerio cuando de pronto una melodía llegó a mis oídos, era lejana pero clara. Giré la cabeza en dirección al sonido y lo seguí con curiosidad, nunca había oído a nadie cantar en aquel lugar...Pasé entre las lápidas y llegué ante un árbol del lugar, de allí venía la canción. Alcé mi mirada y me encontré con una muchacha de unos...16 o 16 años encamarada al árbol y cantando suavemente mientras miraba al horizonte y la verdad es que cantaba muy bien.
-Bonita canción.-dije esbozando una sonrisa sin apartar la mirada del árbol.
Pisé sobre la tierra húmeda y miré con respeto las lápidas de piedra y los nombres allí escritos, respiré una bocanada de aire fresco que inundo mis pulmones y mire al cielo, estaba amaneciendo, un nuevo día comenzaba. Seguí caminando por el cementerio cuando de pronto una melodía llegó a mis oídos, era lejana pero clara. Giré la cabeza en dirección al sonido y lo seguí con curiosidad, nunca había oído a nadie cantar en aquel lugar...Pasé entre las lápidas y llegué ante un árbol del lugar, de allí venía la canción. Alcé mi mirada y me encontré con una muchacha de unos...16 o 16 años encamarada al árbol y cantando suavemente mientras miraba al horizonte y la verdad es que cantaba muy bien.
-Bonita canción.-dije esbozando una sonrisa sin apartar la mirada del árbol.
Rubí*- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 01/10/2012
Localización : Francia, París.
Re: Canciones al anochecer (Libre)
Una voz femenina interrumpió mi canto, al menos en parte. Bajé la mirada sorprendida, interrumpiéndome por un momento, pero luego seguí cantando un poco más, mientras contemplaba a aquella mujer con cierta curiosidad, ¿para qué negarlo? Era más alta que yo, y con aspecto de ser varios años mayor que yo, también. ¿Por qué no la había visto antes? O bueno, quizás sí que la hubiera visto antes, quizás hubiera sido la mujer que vi poco antes de ponerme a cantar.
Finalmente detuve la canción y me senté en la rama del árbol a la que me había encaramado, ladeando de nuevo la cabeza.
-¡Gracias! A veces es necesaria un poco de alegría...o bueno, consuelo, por llamarlo de alguna forma-no sé por qué, pero de repente se me antojó algo maleducado decir alegría. Mejor prevenir que curar, además, el consuelo sí que era bien recibido en un lugar cómo éste, tanto para los vivos como para los muertos-Siempre hay alguien a quién le viene bien escuchar una vieja canción del año de la pera-solté una pequeña risita y canté unas notas más. Sí, vale, es cierto, soy rara pero es que la canción me gustaba a mí también. Era vieja, e inventada por mí pero le había añadido, al menos en parte, el ritmo que había oído alguna vez en alguna parte.
Claro que en aquellos momentos no recordaba dónde. Probablemente en Escocia o en casa de mis padres, o en su caso de mi hermano, que era lo bastante mayor para tener su propia casa. (Que no esposa, por supuesto, era muy...pecador él)
-¿Viene aquí para lamentarse del alma de algún ser querido?-Le pregunté con un tono más solemne. Luego me presenté, tal como siempre hacía cada poco de conocer a alguien.-Me llamo Hannabeth Anne.¿Y vos sois...?-Vale, no era mi nombre verdadero, pero quizás se lo diese al cabo de un rato. No podía arriesgarme a que conociera a las grandes familias. A lo mejor le decía mi nombre dentro de un rato o quizás no. Además, tampoco le había mentido. Muchas veces los que me conocían me apodaban Anne.
Finalmente detuve la canción y me senté en la rama del árbol a la que me había encaramado, ladeando de nuevo la cabeza.
-¡Gracias! A veces es necesaria un poco de alegría...o bueno, consuelo, por llamarlo de alguna forma-no sé por qué, pero de repente se me antojó algo maleducado decir alegría. Mejor prevenir que curar, además, el consuelo sí que era bien recibido en un lugar cómo éste, tanto para los vivos como para los muertos-Siempre hay alguien a quién le viene bien escuchar una vieja canción del año de la pera-solté una pequeña risita y canté unas notas más. Sí, vale, es cierto, soy rara pero es que la canción me gustaba a mí también. Era vieja, e inventada por mí pero le había añadido, al menos en parte, el ritmo que había oído alguna vez en alguna parte.
Claro que en aquellos momentos no recordaba dónde. Probablemente en Escocia o en casa de mis padres, o en su caso de mi hermano, que era lo bastante mayor para tener su propia casa. (Que no esposa, por supuesto, era muy...pecador él)
-¿Viene aquí para lamentarse del alma de algún ser querido?-Le pregunté con un tono más solemne. Luego me presenté, tal como siempre hacía cada poco de conocer a alguien.-Me llamo Hannabeth Anne.¿Y vos sois...?-Vale, no era mi nombre verdadero, pero quizás se lo diese al cabo de un rato. No podía arriesgarme a que conociera a las grandes familias. A lo mejor le decía mi nombre dentro de un rato o quizás no. Además, tampoco le había mentido. Muchas veces los que me conocían me apodaban Anne.
Última edición por Anneliese Wasenbell el Dom Oct 14, 2012 12:48 pm, editado 1 vez
Anneliese Wasenbell- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 07/10/2012
Re: Canciones al anochecer (Libre)
Aquella chica me hizo gracia, a pesar de estar en un cementerio parecía estar de buen humor y alegre, no parecía estar allí penando por nadie, lo cual era bastante extraño, aunque claro, yo tampoco estaba allí para lamentarme por nadie en concreto...
-Rubí, Rubí Bluesky para ser más exactos. Y no, no estoy visitando a ningún ser querido, hoy no. Tan solo daba un paseo y disfrutaba del silencio y la paz de este lugar.-respondí a las dos preguntas que me había formulado la chica que se había sentado en una de las ramas del árbol y me miraba atentamente. Ahora que me fijaba tenía el pelo lila, así que probablemente fuese maga... No tenía problema con eso, los magos me caían bien, sus pociones y hechizos me fascinaban, podían hacer cosas realmente sorprendentes.-¿Vienes por aquí a menudo?-pregunté con curiosidad, a pesar de que yo venía al cementerio una vez a la semana o a veces dos, nunca la había visto por allí.
-Rubí, Rubí Bluesky para ser más exactos. Y no, no estoy visitando a ningún ser querido, hoy no. Tan solo daba un paseo y disfrutaba del silencio y la paz de este lugar.-respondí a las dos preguntas que me había formulado la chica que se había sentado en una de las ramas del árbol y me miraba atentamente. Ahora que me fijaba tenía el pelo lila, así que probablemente fuese maga... No tenía problema con eso, los magos me caían bien, sus pociones y hechizos me fascinaban, podían hacer cosas realmente sorprendentes.-¿Vienes por aquí a menudo?-pregunté con curiosidad, a pesar de que yo venía al cementerio una vez a la semana o a veces dos, nunca la había visto por allí.
Rubí*- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 01/10/2012
Localización : Francia, París.
Re: Canciones al anochecer (Libre)
-Rubí...¡qué nombre más bonito tienes! Es el nombre de una de mis piedras preciosas favoritas-comenté. Bueno, en realidad mi piedra preciosa favorita era la esmeralda, si nos poníamos a poner en una lista las piedras y gemas que más me gustaban. Las esmeraldas representaban la vida eterna, y además...¡tenían un color tan bonito! Brillaban de una forma mágica, casi más que las otras piedras. Tenía incluso un collar de esmeraldas que adoraba y que guardaba como uno de mis mayores tesoros. Y sólo me lo ponía cuando era seguro. Osea, cuando caminaba por la ciudad de París, no en un lugar cómo aquel. Tanto los muertos como los vivos tenían las manos muy largas.
Eso no quitaba tampoco que los rubíes estuvieran en los primeros puestos de esa lista que acababa de mencionar...o de pensar, más bien. Su rojo tenía algo que me gustaba, en cierto modo representaban siempre la noche, todo lo relacionado con ella, aunque no recordaba exactamente cuál era su significado. Y muchas veces me teñía el pelo de ese color.
-¿Paz? Pues a veces la paz es lo que buscan algunos...otros rondan por aquí porque buscan una paz que no encuentran.-con esto me refería de forma indirecta a los fantasmas que no encontraban la paz. O a algunos humanos. O no tan humanos-Pero a veces sí que hay cierta paz aquí, sí.-afirmé con sinceridad, ya que me pasaba aquí mucho tiempo entre las siete de la tarde y la medianoche. Luego le relevaba el turno a mi compañera, por supuesto.
Luego Rubí me preguntó si venía por aquí a menudo. Sonreí de lado, con cierta diversión, antes de contestar:
-¡Claro! Trabajo aquí, soy la veladora del cementerio. Bueno, yo y otra chica, pero a ésta última no la veo mucho-comenté. Sabía desde el principio que alguien más aparte de mí velaba el cementerio. Pero no veía mucho a mi "compañera" de trabajo, ya que me solía ir poco antes de que ella llegara para irme a la ciudad, o si eso al hotel dónde me alojaba.
Eso no quitaba tampoco que los rubíes estuvieran en los primeros puestos de esa lista que acababa de mencionar...o de pensar, más bien. Su rojo tenía algo que me gustaba, en cierto modo representaban siempre la noche, todo lo relacionado con ella, aunque no recordaba exactamente cuál era su significado. Y muchas veces me teñía el pelo de ese color.
-¿Paz? Pues a veces la paz es lo que buscan algunos...otros rondan por aquí porque buscan una paz que no encuentran.-con esto me refería de forma indirecta a los fantasmas que no encontraban la paz. O a algunos humanos. O no tan humanos-Pero a veces sí que hay cierta paz aquí, sí.-afirmé con sinceridad, ya que me pasaba aquí mucho tiempo entre las siete de la tarde y la medianoche. Luego le relevaba el turno a mi compañera, por supuesto.
Luego Rubí me preguntó si venía por aquí a menudo. Sonreí de lado, con cierta diversión, antes de contestar:
-¡Claro! Trabajo aquí, soy la veladora del cementerio. Bueno, yo y otra chica, pero a ésta última no la veo mucho-comenté. Sabía desde el principio que alguien más aparte de mí velaba el cementerio. Pero no veía mucho a mi "compañera" de trabajo, ya que me solía ir poco antes de que ella llegara para irme a la ciudad, o si eso al hotel dónde me alojaba.
Anneliese Wasenbell- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 07/10/2012
Re: Canciones al anochecer (Libre)
Reí ante la alegría y la vitalidad de aquella chica, le gustaba hablar eso estaba claro y lo cierto es que hacia tiempo que no me encontraba con alguien tan alegre, era como un soplo de aire fresco en una calurosa tarde de Agosto.
-Si, me lo pusieron por el collar que llevaba al nacer.-saqué el colgante de entre la capa y lo alcé para que lo viese aunque mi rostro se ensombreció un momento al recordar el pasado. Sin embargo sacudí la cabeza decidida a no recordar aquellos tiempos y me volví a centrar en la conversación.¿La veladora? Vaya, no lo sabía. No te había visto nunca por aquí. ¿Vives también aquí o te alojas cerca?-suponía que no vivía en el cementerio, era un lugar demasiado oscuro y silencioso, sobretodo por la noche pero ¿Quién sabe? Uno nunca deja de sorprenderse por la gente y las cosas que ésta hace, era algo que había aprendido a lo largo de mis viajes por Europa, había conocido a multitud de personas con multitud de costumbres a cada cual más extraña. Eso era algo que me encantaba, conocer gente, sus costumbres, sus historias... Y gracias a mi curiosidad y rebeldía me había metido en multitud de problemas y aún seguía haciéndolo pero no podía evitarlo, aunque siempre conseguía salir airosa, de una forma u otra.
-Aún así, trabajar aquí debe de ser un poco solitario ¿no?-la soledad nunca me había molestado, es más, mi vida era bastante solitaria pero no podría trabajar en un cementerio, necesitaba moverme, tener algo con lo que entretener o pensar, y las lápidas y el silencio venían bien para reflexionar pero no para pasar ahí la mayor parte del día, al menos en mi caso, me acabaría aburriendo. Sin embargo la chica parecía la mar de contenta allí y en el fondo, eso, era lo importante, ser feliz haciendo algo que te gusta.
-Si, me lo pusieron por el collar que llevaba al nacer.-saqué el colgante de entre la capa y lo alcé para que lo viese aunque mi rostro se ensombreció un momento al recordar el pasado. Sin embargo sacudí la cabeza decidida a no recordar aquellos tiempos y me volví a centrar en la conversación.¿La veladora? Vaya, no lo sabía. No te había visto nunca por aquí. ¿Vives también aquí o te alojas cerca?-suponía que no vivía en el cementerio, era un lugar demasiado oscuro y silencioso, sobretodo por la noche pero ¿Quién sabe? Uno nunca deja de sorprenderse por la gente y las cosas que ésta hace, era algo que había aprendido a lo largo de mis viajes por Europa, había conocido a multitud de personas con multitud de costumbres a cada cual más extraña. Eso era algo que me encantaba, conocer gente, sus costumbres, sus historias... Y gracias a mi curiosidad y rebeldía me había metido en multitud de problemas y aún seguía haciéndolo pero no podía evitarlo, aunque siempre conseguía salir airosa, de una forma u otra.
-Aún así, trabajar aquí debe de ser un poco solitario ¿no?-la soledad nunca me había molestado, es más, mi vida era bastante solitaria pero no podría trabajar en un cementerio, necesitaba moverme, tener algo con lo que entretener o pensar, y las lápidas y el silencio venían bien para reflexionar pero no para pasar ahí la mayor parte del día, al menos en mi caso, me acabaría aburriendo. Sin embargo la chica parecía la mar de contenta allí y en el fondo, eso, era lo importante, ser feliz haciendo algo que te gusta.
Rubí*- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 01/10/2012
Localización : Francia, París.
Re: Canciones al anochecer (Libre)
Contemplé con cierta curiosidad el collar que me mostró. Era muy bonito. Tenía cierto parecido con el que tenía yo...al menos un poco. Ladeé la cabeza de nuevo, como un pájaro que está a punto de echar a volar. El rubí brillaba de una forma extraña, tal como suelo ver yo que brillan cuando es de noche. Bueno, vale, puede que sean imaginaciones mías. Pero yo lo veo así, ¿de acuerdo?
-¡Vaya, qué bonito es! Yo tengo uno de esmeraldas, pero no lo tengo aquí. Suelo llevarlo por la ciudad, cuando quiero ir...a alguna fiesta-Tampoco podía mencionar que podía ir a fiestas elegantes si quería, ni tampoco lo que solía hacer en las pocas ocasiones en las que me invitaban a ir a esas fiestas. Pero había otros eventos a los que podía ir la gente de a pie.-No me gusta llevarlo por el cementerio. Siempre puedes encontrarte con algún atracador-Los muertos tenían a veces las manos muy largas. Eso lo sabía yo por experiencia.
Luego solté una carcajada cuando me preguntó si vivía en el cementerio o si me alojaba cerca de allí. Aquello me pareció completamente divertido. ¿Vivir en el cementerio? ¡Sólo los muertos vivían aquí!
No por algo se morían por entrar.
.-¡No! Vivo en un hotel del centro de París. Quiero comprarme una casa, pero aún no he ahorrado suficiente dinero-comenté alegremente. No me importaba decir eso tampoco. Total, cambiaba de alojamiento cada dos por tres, como si fuera una gitana. -Sólo los muertos viven aquí, ¿sabes?
Dicho ésto me bajé del árbol e hice un chasquido de dados. Una invitación a que una de las fuerzas que manejaba se posara detrás mía. Un espíritu. Por aquí los manejaba mucho. Probablemente Rubí no los podría ver. Si fuera bruja sí, pero no podía saber si era bruja o no. No sabía reconocer a los que era como yo así, de repente, a simple vista. Mis hermanos sabían. Yo, en cambio, no.
-No es tan solitario como parece-dije bajando la voz, hablando en un tono bastante misterioso, como si estuviera a punto de soltarle a Rubí un chisme bastante excitante. El pelo lila me cayó por las mejillas del movimiento de cabeza que hice-A ciertas horas se notan cosas extrañas, ¿sabes? Muy pero que muy extrañas.
Luedo decidí preguntarle:
-Y vos...¿vive también por París o sois extranjera?
-¡Vaya, qué bonito es! Yo tengo uno de esmeraldas, pero no lo tengo aquí. Suelo llevarlo por la ciudad, cuando quiero ir...a alguna fiesta-Tampoco podía mencionar que podía ir a fiestas elegantes si quería, ni tampoco lo que solía hacer en las pocas ocasiones en las que me invitaban a ir a esas fiestas. Pero había otros eventos a los que podía ir la gente de a pie.-No me gusta llevarlo por el cementerio. Siempre puedes encontrarte con algún atracador-Los muertos tenían a veces las manos muy largas. Eso lo sabía yo por experiencia.
Luego solté una carcajada cuando me preguntó si vivía en el cementerio o si me alojaba cerca de allí. Aquello me pareció completamente divertido. ¿Vivir en el cementerio? ¡Sólo los muertos vivían aquí!
No por algo se morían por entrar.
.-¡No! Vivo en un hotel del centro de París. Quiero comprarme una casa, pero aún no he ahorrado suficiente dinero-comenté alegremente. No me importaba decir eso tampoco. Total, cambiaba de alojamiento cada dos por tres, como si fuera una gitana. -Sólo los muertos viven aquí, ¿sabes?
Dicho ésto me bajé del árbol e hice un chasquido de dados. Una invitación a que una de las fuerzas que manejaba se posara detrás mía. Un espíritu. Por aquí los manejaba mucho. Probablemente Rubí no los podría ver. Si fuera bruja sí, pero no podía saber si era bruja o no. No sabía reconocer a los que era como yo así, de repente, a simple vista. Mis hermanos sabían. Yo, en cambio, no.
-No es tan solitario como parece-dije bajando la voz, hablando en un tono bastante misterioso, como si estuviera a punto de soltarle a Rubí un chisme bastante excitante. El pelo lila me cayó por las mejillas del movimiento de cabeza que hice-A ciertas horas se notan cosas extrañas, ¿sabes? Muy pero que muy extrañas.
Luedo decidí preguntarle:
-Y vos...¿vive también por París o sois extranjera?
Anneliese Wasenbell- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 07/10/2012
Re: Canciones al anochecer (Libre)
Aquella chica ocultaba algo, se lo notaba aunque sabía disimular muy bien pero decidí no inmiscuirme en eso, todos teníamos nuestros secretos y lo respetaba, además, no parecía que fuese nada peligroso. Cuando la chica chascó los dedos noté un escalofrío y un leve aire frío que se disipo en seguida, como cuando alguien pasa al lado tuyo y agita el aire a su paso. Alcé las cejas divertida ante las palabras que pronunció la chica a continuación y decidí responder a su pregunta dejando el resto aparte.
-Ambas cosas. Soy extranjera, de Inglaterra, y vivo en París, desde hace cinco años, a decir verdad. Al parecer he echado raíces.-reí suavemente y lo cierto es que era verdad, había echado raíces en París, se había convertido en mi hogar y aunque resultase algo triste, no echaba de menos Londres. Allí solo tenía malos recuerdos y tristes experiencias, nada que me hiciese querer volver.-¿Y vos? Ya sé que vivís en París pero ¿Sois extranjera?-pregunté con una sonrisa.
-Ambas cosas. Soy extranjera, de Inglaterra, y vivo en París, desde hace cinco años, a decir verdad. Al parecer he echado raíces.-reí suavemente y lo cierto es que era verdad, había echado raíces en París, se había convertido en mi hogar y aunque resultase algo triste, no echaba de menos Londres. Allí solo tenía malos recuerdos y tristes experiencias, nada que me hiciese querer volver.-¿Y vos? Ya sé que vivís en París pero ¿Sois extranjera?-pregunté con una sonrisa.
Rubí*- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 01/10/2012
Localización : Francia, París.
Re: Canciones al anochecer (Libre)
¡Vaya! Pues sí que vivíamos cerca. Bueno, tenía que admitir que tampoco había ido mucho a Inglaterra, pero no por algo está tan cerca de Escocia. Claro que por eso había tenido sus más y sus menos a lo largo de los años, y más en la época en la que los celtas andaban a sus anchas por el mundo, pero seguíamos siendo de lugares vecinos. A menudo decían que mi hermana parecía escocesa, de lo pelirroja que era.
-¡Inglaterra! Pues vivimos cerquita, ¿sabes?.-dije con una sonrisa-Yo soy de Escocia. Del sur de Escocia.-esto no era cierto del todo. En realidad vivía más al norte. Pero no podía decir toda la verdad, no fuera a ser que me estuvieran...buscando. Cosa que dudaba muy mucho, al menos por ahora. Era muy difícil que alguien me estuviera buscando por cielo y tierra ahora. A lo mejor mi familia estaba preocupada, pero sabían que yo sabía cuidarme solita. Vale, eso es raro en una familia de clase alta, pero todos nosotros somos raros por lo general, a nuestra manera. Al menos sabrían que estaba bien. Solté una risita divertida al recordarlo.
-Qué bonito es echar raíces en un lugar. Encontrar un hogar, es como volver a estar en casa...¡cinco años! Yo llevo solamente varios meses aquí-comenté alegremente, sintiendo entonces el frío a mi espalda. Hice un gesto por detrás para que aquel espíritu se alejara un poquito. Como quién dice mishi mishi y espanta aun gato-Pero me encanta. París es tan...mágica. ¿Cómo puede enamorar tanto una ciudad?-suspiré como quién expresa un sueño.
-¡Inglaterra! Pues vivimos cerquita, ¿sabes?.-dije con una sonrisa-Yo soy de Escocia. Del sur de Escocia.-esto no era cierto del todo. En realidad vivía más al norte. Pero no podía decir toda la verdad, no fuera a ser que me estuvieran...buscando. Cosa que dudaba muy mucho, al menos por ahora. Era muy difícil que alguien me estuviera buscando por cielo y tierra ahora. A lo mejor mi familia estaba preocupada, pero sabían que yo sabía cuidarme solita. Vale, eso es raro en una familia de clase alta, pero todos nosotros somos raros por lo general, a nuestra manera. Al menos sabrían que estaba bien. Solté una risita divertida al recordarlo.
-Qué bonito es echar raíces en un lugar. Encontrar un hogar, es como volver a estar en casa...¡cinco años! Yo llevo solamente varios meses aquí-comenté alegremente, sintiendo entonces el frío a mi espalda. Hice un gesto por detrás para que aquel espíritu se alejara un poquito. Como quién dice mishi mishi y espanta aun gato-Pero me encanta. París es tan...mágica. ¿Cómo puede enamorar tanto una ciudad?-suspiré como quién expresa un sueño.
Anneliese Wasenbell- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 07/10/2012
Re: Canciones al anochecer (Libre)
-Quizás por su gente, su ambiente, sus lugares, sus secretos...-respondí con media sonrisa mientras algunos recuerdos venían a mi mente y me hacían sonreír, lo cierto es que había pasado muchos buenos momentos en aquella ciudad y otros no tan buenos pero donde hay luz, hay oscuridad y eso no se puede evitar.-¡Escocia! Estuve allí algún tiempo, me gusto bastante...-cuando me escapé de mi último hogar de acogida y de Londres, días más tarde, fui a Escocia y a varias partes de Inglaterra antes de dirigirme a Europa. Aquellos fueron tiempos difíciles pero a la vez unos de los mejores de mi vida, nunca había disfrutado tanto de la libertad y aprendido tantas cosas...y metido en tantos líos pero eso era otra historia.
-¿Puedo preguntarte que haces tan lejos de tu tierra natal?-no era muy frecuente que alguien tan joven estuviese tan lejos de su país, aunque suponía que en parte, la razón de que estuviese en Francia y no en Escocia era parte de su secreto... pero decidí no inmiscuirme y dejar a la chica responder, y creerme su respuesta.
-¿Puedo preguntarte que haces tan lejos de tu tierra natal?-no era muy frecuente que alguien tan joven estuviese tan lejos de su país, aunque suponía que en parte, la razón de que estuviese en Francia y no en Escocia era parte de su secreto... pero decidí no inmiscuirme y dejar a la chica responder, y creerme su respuesta.
Rubí*- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 01/10/2012
Localización : Francia, París.
Re: Canciones al anochecer (Libre)
[i]La mujer habló de la ciudad. De los motivos que podían llevar a una persona a enamorarse de una ciudad. No sé por qué pero me sonó extrañamente poético. Enamorarse de una ciudad por sus secretos, por su gente...era algo que contaban como algo bello para describir los encantos de alguna ciudad. Y más de una ciudad como París.
-¡Sus secretos! Algunas ciudades tienen más secretos que otras. Rumores, viejas leyendas, gente interesante o que guarda algo que muchos ansías...-hablé en un tono más misterioso que antes, si cabe, como si fuera a contarle uno de mis viejos secretos. Viejos...¿acaso tenía yo viejos secretos? Lo dudaba mucho, si ni siquiera tenía veinte años. Si eso el secreto de mis poderes, y...
Vale, acababa de recordar aquel maldito incidente. En mi rostro apareció cierto nerviosismo por primera vez desde que llegaba al cementerio, incluso me mordí el labio inferior y todo. No me gustaba recordar lo que hizo que huyera de Escocia. Aquella noche. ¡La noche de los muertos vivientes! Y nunca mejor dicho, la verdad. Y nunca mejor dicho.
Y ahora me preguntó que qué era lo que me había llevado a París. Y nunca mejor dicho. Y nunca mejor dicho. Di un pequeño respingo, recordando aquella noche. Tampoco quería mentir, pero no podía decir la verdad. Los muertos tenían las orejas muy largas.
Claro qué también podía...
-Fantasmas. Los fantasmas tienen la culpa de que yo esté aquí. Me atacaron el día de los muertos vivientes. En Halloween. Fue horrible, y creo que aún me buscan. Por eso huí lejos de casa. No quería que me alcanzaran. Allí todo es insorportable, es azul y está frío. Y es oscuro, horrible. No sé por qué nos atacaron, pero tienen oscuras intenciones.-En realidad había algo más que fantasmas.
Y entonces me di cuenta de que debía de hacer algo muy importante. Acababa de recordarlo, era algo muy importante...algo relacionado con un nuevo hechizo que me moría por aprender. No me quedaba más remedio que cederle el turno del cementerio a mi otra compañera celadora, así que hice una cordial reverencia ante Rubí y dije con una sonrisa en la cara:
-¡He de irme, mademoiselle! Es el turno de mi otra compañera celadora. No recordaba que era a esta hora cuando le tocaba a ella...-que también era cierto, por supuesto-¡Nos veremos en otra ocasión, un placer conocerla, Rubí! dijo ésto me marché hacia la ciudad, mientras entonaba otra canción, una canción al anochecer, alegre y cristalina.
-¡Sus secretos! Algunas ciudades tienen más secretos que otras. Rumores, viejas leyendas, gente interesante o que guarda algo que muchos ansías...-hablé en un tono más misterioso que antes, si cabe, como si fuera a contarle uno de mis viejos secretos. Viejos...¿acaso tenía yo viejos secretos? Lo dudaba mucho, si ni siquiera tenía veinte años. Si eso el secreto de mis poderes, y...
Vale, acababa de recordar aquel maldito incidente. En mi rostro apareció cierto nerviosismo por primera vez desde que llegaba al cementerio, incluso me mordí el labio inferior y todo. No me gustaba recordar lo que hizo que huyera de Escocia. Aquella noche. ¡La noche de los muertos vivientes! Y nunca mejor dicho, la verdad. Y nunca mejor dicho.
Y ahora me preguntó que qué era lo que me había llevado a París. Y nunca mejor dicho. Y nunca mejor dicho. Di un pequeño respingo, recordando aquella noche. Tampoco quería mentir, pero no podía decir la verdad. Los muertos tenían las orejas muy largas.
Claro qué también podía...
-Fantasmas. Los fantasmas tienen la culpa de que yo esté aquí. Me atacaron el día de los muertos vivientes. En Halloween. Fue horrible, y creo que aún me buscan. Por eso huí lejos de casa. No quería que me alcanzaran. Allí todo es insorportable, es azul y está frío. Y es oscuro, horrible. No sé por qué nos atacaron, pero tienen oscuras intenciones.-En realidad había algo más que fantasmas.
Y entonces me di cuenta de que debía de hacer algo muy importante. Acababa de recordarlo, era algo muy importante...algo relacionado con un nuevo hechizo que me moría por aprender. No me quedaba más remedio que cederle el turno del cementerio a mi otra compañera celadora, así que hice una cordial reverencia ante Rubí y dije con una sonrisa en la cara:
-¡He de irme, mademoiselle! Es el turno de mi otra compañera celadora. No recordaba que era a esta hora cuando le tocaba a ella...-que también era cierto, por supuesto-¡Nos veremos en otra ocasión, un placer conocerla, Rubí! dijo ésto me marché hacia la ciudad, mientras entonaba otra canción, una canción al anochecer, alegre y cristalina.
Anneliese Wasenbell- Hechicero/Realeza
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