Sin ti mi vida no tiene sentido (Dean)

Todo parecía un día normal y corriente, Dean se había levantado a las 5 de la mañana como cada día para irse a trabajar. Sabía lo mucho que le costaba aguantarse… sobre todo por el tema de la sangre… pero él era fuerte y siempre se aguantaba, aunque le costaba por nuestra raza. Pero confiaba en él y él sabía que tenía todo mi apoyo en ese aspecto, porque confiaba en él. Aunque tenía miedo de que alguien le hiciera daño, sabía que las balas humanas y demás no harían daño a Dean pero de lo que tenía miedo es que alguien le atacara con algo de plata porque eso nos afectaba y nos acababa matando. Pero confiaba en Dean, él siempre me decía que se cuidaba y que siempre volvería a mi lado. Sentí como por la mañana él se levantaba para irse a la ducha, pero abrí los ojos. Sabía que él quería que durmiera porque lo necesitaba, pero quería verle antes de que se fuera a trabajar. Por eso, aguante hasta que le vi salir del baño, Dean me vio despierta y me pregunto por qué no dormía. Solo le dije que quería verle antes de que se fuera, sonrió y se vistió. Le miraba en todo momento, con amor eterno en mis ojos. Sabía que siempre volvería a mi vida, que siempre volveria a mi lado después de cada turno. Porque Dean jamás me abandonaría, cuando ya estaba preparado se giro y nos miramos a los ojos. Se acerco a mí y le abrace por el cuello, besándole con pasión antes de que se fuera solo le dije que tuviera cuidado. Cuando se fue, me levante de la cama y me asome a la ventana, viéndole coger el carruaje e irse. Suspire, confiaba en él y todo iba a salir bien. Pero cuando ya lo perdí de vista, suspire volviendo a la cama. Me abrace a la almohada, poco a poco me quede dormida, soñando que la almohada era Dean. Me desperté unas cuantas horas después, las niñas aun dormían y fui a despertarlas acompañada de Delilah. Después de desayunar todos juntos, bese a mis hijas y me fui a trabajar. Delilah y Arhen me dijeron que se ocuparían de las niñas y que quizás se las llevarían a algún sitio.
Salí tranquilamente a trabajar, con mis suegros las niñas estarían bien. Pensaba en que haría para cenar, o lo que haría por la noche con Dean… no sabía si iba a llegar muy cansado de trabajar podríamos dar un paseo... o quedarnos en casa solo disfrutando de nosotros mismos. Pero llegue al museo, pero cuando sali de mi despacho para dar un paseo por mi area, vi a alguien vestido de policia, al principio crei que era Dean. Pero no fue hasta que uno de los compañeros, también licano como nosotros, de Dean, se acerco a mi que vi que no era mi prometido. No entendía nada, pero la cara con la que me miraba me parecía que no traía buenas noticias. Pero me dijo la peor noticia de mi vida, Dean había sido atacado durante una ronda rutinaria… pero no había sido por un arma normal. Lo habían atacado con una bala de plata, pero habían acertado en su órgano vital… su corazón… Dean había muerto… Después de escucharle salí corriendo, llorando, en dirección a casa, tenia que avisar a Delilah. Ni siquiera vi la sonrisa de satisfacción que cruzo por un momento su rostro.
Mi vida se había acabado… el amor de mi vida me había dejado… me habían arrebatado al amor de mi vida de la manera más injusta… pensaba en las niñas… intentaba pensar en ellas pero no podía… mi vida no tenía sentido… cambie bruscamente mi destino… me fui corriendo hacia las vías del ferrocarril… cuando llegue mis ojos aun soltaban lagrimas… sabía que no dejaría de llorar. Me puse en medio de las vías, mire hacia delante… quería acabar con mi vida, quería irme con Dean… solo esperaba que Delilah, Arhen, Deva y Dylan cuidaran bien de mis hijas por mi y Dean. Poco después sentí las vibraciones del tren bajo mis pies… estaba cerca… no me vería… ni siquiera tendría tiempo de parar. Escuche el silbato… sentía por las vibraciones que aceleraba un poco… bien, la muerte seria más rápida. Dean… espérame… pronto estaré contigo… cerré los ojos esperando el embiste que provocaría mi muerte.

Solo pensaba en eso… en que Dean se había ido para siempre y que nada tendría sentido sin él. Me dolía dejar a las niñas, a mis princesas, a los pequeños luceros de mi vida… pero mi amor, el faro de mi vida se había apagado y sin él no podía seguir. Eso… eso era lo que me hacia estar allí plantada, esperando la muerte que venía hacia mí a toda velocidad y en forma de tren. Mis ojos estaban cerrados, solo sentía las vibraciones cada vez más fuertes de las vías bajo mi pequeño cuerpo y el sonido del tren acercándose a toda velocidad. Todos mis otros sentidos estaban como desconectados solo eso tenía cabida en mi mente. Pero de pronto, sentí que algo me embestía pero no de la dirección que me esperaba y además me sacaba de en medio de las vías. Me quede sorprendida, lo que me hizo abrir los ojos. ¿Qué había pasado aquí? Esto no era lo que yo tenía planeado. ¿Quién me había negado mi derecho de irme con la persona que amaba? Mi mirada antes de siquiera poder ver a esa persona se volvió ambarina… la razón era que aquella persona estaba sangrando y no había podido controlar que mis ojos cambiasen de color, por el instinto de sangre. Pero antes de que la voz sonara mi mirada capto a Dean… ¡Espera! ¿Dean? ¿Cómo, que, como? ¡¿Qué más daba eso?! ¡¡Dean estaba vivo!! Pero… me habían dicho que estaba muerto… ¡¡¿¿Quieres dejar de pensar en eso??!! ¿Está vivo, no? Pues deja ya el rollo. Pero Dean me cogió de los hombros y me grito. La verdad es que poco me importaba ahora eso… ¡¡Dean estaba vivo!! ¡¡Estaba vivo y estaba a mi lado!! Me había salvado de una muerte, porque él no estaba muerto. Cuando acabo de hablarme, o de regañarme, o de ambas cosas. Me tire encima de él abrazándole, sintiendo el olor de la sangre y sintiendo mis ojos dorados como los tenía Dean, pero él era más importante.

-Dean… Dean… Dean… lo siento… sé que esto no estaba bien… pero… pero Michael me había dicho que habíais muerto. Que durante una patrulla os habían atacado y os habían acertado en el corazón con una bala de plata. Creí que os había perdido para siempre… Creía que jamás volvería a veros… pero estais vivo… se que Michael me ha mentido, pero me alegro de que esteís vivo… Cuando he creído que habiaís muerto, no he podido seguir viviendo… he pensado en las niñas pero no podía. Por eso, he venido aquí.

Le abrace con fuerza, pero sin hacerle daño… le había explicado él porque me había encontrado en las vías del tren a punto de acabar con mi vida. Pero el olor de la sangre cada vez me embriagaba mas, me separe de él y le mire el brazo. Tenía un rasguño pero salía sangre, que le recorría brazo abajo. Pero tenía que ser fuerte, cerré los ojos con fuerza sin separarme mucho de Dean. Mi mano se aferro a la suya.

-Tengo que… curaros… el brazo…

Dije con dificultad, quería olvidarme de la sangre pero era imposible.

Me preguntaba, porque Michael me habría dicho aquello sobre Dean… aunque nunca les había visto demasiado juntos. Pero nada, lo importante es que Derek estaba a mi lado y estaba vivo. Nada más importaba. Además yo siempre había confiado en él, sabía que la próxima vez no me creería nada antes de verlo con mis propios ojos. La sangre que bajaba por su brazo me llamaba cada vez más, debía ser fuerte y no dejarme dominar por mi instinto de sangre, debía ser fuerte como siempre lo había sido. Pero no pude pensar en la sangre cuando sentí las manos de Dean cogerme el rostro y besarme, me deje llevar por aquel beso. Cerré mis ojos y correspondí con dulzura, la verdad es que un beso de Dean podía calmarme como nada me podía calmar. Jugueteando con la lengua de la persona a la que amaba, cuando le escuche hablar una fuerte corriente eléctrica me recorrió la espalda. Solo de pensar que por culpa de una persona podríamos haber estado separados por la muerte hacia que todo mi cuerpo se quedara helado y que mi corazón se encogiese tanto que me hacía daño.

-Nunca, nunca más me volveré a creer a nadie que me diga eso. Solo vos sois la persona a la que quiero a mi lado el resto de mi vida, se que nunca me dejareis. Confío en vos, siempre lo he hecho y no quiero volver a ser tan idiota. El miedo de no teneros a mi lado me ha cegado… pero jamás dejare que eso vuelve a pasar.

Le abrace con fuerza, seguiríamos toda la vida uno al lado de otro y jamás fallaríamos en eso. Sabía que Deean siempre estaría a mi lado y yo siempre estaría al lado de Dean… eso era así y nadie lo cambiaria. Sentí como mis ojos iban cambiando de nuevo a su color verde claro, igual que los que Dean volvían a ser azules. Aquel azul que amaba y amaría toda mi vida. Pero cuando sentí que la sangre ya no me llamaba tanto, saque un pañuelo y limpie la sangre que caía por él. Para después levantarme a la vez que él.

-Me… me sabe mal que hayais salido del trabajo por mi idiotez pero… ¿Por qué Michael me ha mentido?

La verdad es que ahora cualquier cosa que me dijeran que podría perjudicarme como de Dean o mi familia, la intentaría ver primero con mis propios ojos para no hacer ninguna tontería como la que había estado a punto de hacer, había estado a punto de perder a Dean para siempre y eso si que no lo habría podido aguantar… aunque yo habría muerto… Pero no tenia que pensar en eso, ahora solo confiaría en lo que me dijera Dean como siempre había hecho. Porque no soportaría perder a Dean, eso habría sido para mí la muerte. Y casi lo consigue ser, pero no Dean estaba vivo y yo también lo estaba, y eso era lo que importaba. Por eso no quería pensar de nuevo en ello, porque llevábamos muchos años siendo muy felices y eso no lo cambiaria nadie, estaríamos juntos hasta que la muerte dentro de muchísimos años nos separase. Sonreí con suavidad cuando dijo que le gustaba que confiara en él, además siempre me trataba con mucha dulzura cuando me decía algo. Me decía que no me preocupara por lo del trabajo pero me sentía muy culpable, aunque lo olvide porque él siempre me decía las cosas para que le hiciera caso. Después escuche su radio ¿día de descanso? Aquello era raro ¿Por qué le daban el día de descanso? ¿Se había enterado de lo que había pasado? ¿Algún compañero de Dean le había seguido y lo había visto? Cuando le escuche, me acerque a él y me apoye en su cuerpo.

-Os lo prometo, jamás volveré a hacer algo así.

Sonreí un poco, abrazándole por el cuello, mirándole a los ojos. Una de mis manos fue hacia su mejilla, acariciándole con amor y cariño. La verdad es que me odiaba por haber estado a punto de hacer aquello, pero debía dejar de pensar en ello. Dean me había salvado y no había que lamentar ninguna perdida. Todo estaba bien, pero aun así me sentía mal. Pero le miraba a los ojos, mi mano acariciaba su mejilla para ir después a sus labios. Acariciándolos con cariño.

-Os amo, Dean…

Sentí como me acariciaba el pelo y le mira a los ojos, aquellos preciosos ojos azules que pertenecían a mi prometido, al único hombre que había en mi corazón y siempre estaría solo él. Una pequeña sonrisa salió de mis labios, una sonrisa de amor, el amor que sentía por mi prometido. No le deje de mirar en ningún momento, mucho menos cuando me cogió del mentón, me abrace mas a él, abrazándole con fuerza, juntando mas nuestros cuerpos, haciendo que nuestro momento a solas fuese más intimo. Adoraba a mi prometido y jamás me separaría de él, le escuchaba con una sonrisa, aquel hombre era único. Cuando me beso, no pude más que cerrar los ojos, corresponder al beso y dejarme llevar. La verdad es que besar a m prometido era como acabar en el cielo, para mí eso era lo más bonito del mundo. Su mano en mi cintura me pego mas a él, sonreí con ternura, abrazándole más por el cuello. En un momento, mi lengua se había adentrado en su boca en busca de su compañera. Pronto ambas se encontraron y empezaron una danza hipnótica que no tardo demasiado en ser una danza que ambos conocíamos bien. Metí mis manos ya fresquitas dentro de la chaqueta del uniforme de Dean, nos separamos para respirar, nosotros no éramos como aquellos chupasangres, nosotros necesitábamos respirar. Le mire a los ojos.

-Os amo, os necesito en mi vida y jamás os dejare. Sois el aire que necesito para respirar, vos sois lo que más amo en esta vida.

Me abrace a él con fuerza, no quería dejarle jamás. Porque sin él no tenía vida, le mire a los ojos, con las manos dentro de su chaqueta no tenia tanto frio como podía tener con estas fuera, pero en ese momento fui yo quien me acerque a besarle y capture sus labios.

Cada vez que Dean sonreía para mí era como si el día se hiciese mejor, me encantaba ver su sonrisa y mucho más si era dirigida a mí, además cuando sonreía con las niñas era aun más tierno. Pero cuando me dijo aquello mientras que me acariciaba los labios me mataba, la sonrisa salía irremediable de mis labios. Me deje llevar por él cuando me cogió de la mano, me deje subir al tronco y sonreí, entrelazando sus dedos con los míos. Sonriendo ante su guiño de ojo, me apoye en su hombro, oliendo aquel aroma que tanto amaba y que tan loca me volvía. Miraba nuestras manos entrelazadas, en la cual brillaba mi anillo de compromiso. Aquel mismo que me había regalado Dean cuando me había pedido matrimonio. Sonreí ante eso, levante las manos unidas y bese la suya.

-Tengo ganas de casarme con vos, Dean.

Sonreí tras decir eso, la verdad es que quería pasar de ser Tara Y. Gigliore a ser Tara Y. Eckhardt. Quería ser la mujer de Dean y vivir toda la vida, junto a él. Una vida inmortal todo sea dicho de paso, una vida que podía vivir a su lado.

Sonreía por el solo hecho de estar allí con él, siempre lo había dicho y siempre lo diría. Dean era y seria siempre mi vida, era feliz de vivir con él, sentí como me acariciaba la mejilla y le mire con aquellos ojos verdes que yo poseía. Mirando aquellos ojos que tan enamorada me tenían desde hacía años. Sonreí al oírle, sabía que él me amaba y jamás me dejaría. Bueno, ninguno de los dos lo haría, nos amábamos locamente y dejar al otro supondría la muerte. Por eso, sonreía siempre ante sus palabras como él lo hacía ante las mías. Cuando me beso, cerré los ojos, besándole con cariño y dulzura, sintiendo como la brisa acariciaba nuestros cuerpos, como haciendo que el ambiente fuese más intimo aun. Le notaba algo tenso, sabía que era porque estaba alerta por si tenía que protegerme o pasaba algo… él siempre lo hacía. Tenía un trabajo peligroso y siempre temía por su vida, pero por eso siempre estaba alerta de que estuviese bien. Le mire a los ojos cuando junto nuestras frentes, abrazándole por el cuello, mirando solo sus ojos, sin importarme nada más. Sentí como hablaba y le mire mas a los ojos, me gustaba que me hablara cuando estábamos tan cerca, podía sentir su aliento contra mis labios y eso siempre me hacia sonreír.

-Bueno, ha sido normal. Después de despertarme he desayunado con nuestras hijas, vuestra madre y vuestro padre. Pero ellos se han llevado a las niñas, se que con ellos estarán a salvo y no les pasara nada. ¿Pero como os ha ido el día… lobito mío?

Sonreí cuando le llame lobito, los dos éramos licántropos desde hacía años y yo siempre le llamaba lobito, me encantaba llamarle así. Era una forma más de llamarle, pero era solo mi manera de llamarle. La manera cariñosa en la que le llamaba su futura esposa, la mujer que en breve uniría su vida a la suya ante dios, aunque llevábamos compartiendo nuestras vidas muchísimos años, desde que nos habíamos conocido de pequeños.

Los momentos que estaba con Dean los aprovechaba al máximo, porque por su trabajo Dean se pasaba mucho tiempo trabajando. Pero sabía que a Dean le encantaba pasar tiempo conmigo, las niñas y los demás miembros de la familia. Me gustaba estar con él y verle, además cuando le veía después de las horas de trabajo me sentía mucho más tranquila. Su trabajo no era para nada sencillo y seguro, Dean corría peligro en todo momento y mucho más al ser licántropo. Me quedaba pegada a él en todo momento, con él me sentía muy protegida, como no me había sentido jamás, bueno siempre me había sentido del mismo modo cuando estaba con él. Alce las cejas cuando le escuche, ¿demasiado tranquilo? A veces, no comprendía a este hombre, pero le amaba como era y no lo iba a cambiar jamás. Sonreí cuando me acaricio la mejilla, pero mire al cervatillo que apareció y cuando se volvió a mirarme le acaricie los labios. -¿Demasiado tranquilo para vuestro gusto? A mí me gusta que vuestro día sea tranquilo, no quiero que os pase nada y vuestro trabajo no es muy seguro…- Dije mirándole a los ojos, demostrando mi preocupación.

Le seguí acariciando los labios con mis dedos, con suavidad y con ternura. Ahora que los dos estábamos juntos, que las niñas estaban con sus abuelos y que le habían dado el día libre podíamos hacer algo juntos.