Émilie Deneuve-York

"LO SIMPLE; LO BELLO"

"ÉMILIE DENEUVE-YORK"

Datos Físicos:
Bendecida con ojos de tonalidad ambarina, el jovial titilo en éstos hace de su mirada, poblada y exquisitamente adornada por largas y castañas pestañas, algo que pocas veces puede pasar desapercibido. Su rostro liso se complementa con el suave recaer de una larga y luminosa cabellera color chocolate, la que tiende a manifestar unos gráciles bucles al final de la misma, aumentando así esa proyección cándida y dulce que caracteriza el semblante de la francesa.

Posee una altura precisa para una dama de su rango, permitiéndose lucir delicadamente estilizada con el uso de taconados zapatos, siempre a juego con sus sobrios ropajes, a veces desviadores del verdadero estatus social de la muchacha.

Su tersa piel levemente rosácea remarca sin vergüenza alguna su orgullosa procedencia y resalta sin esfuerzo alguno sus llamativos y expresivos ojos, así como sus bermejas mejillas, mismas que no ocultan en absoluto los momentos de pena que llevan a Émilie a enrojecerse cuan reacción de infante.

De sonrisa envolvente, su persona pareciese iluminarse cada vez que ésta imparte aquel gesto natural que nace de su persona sin obligación alguna. Para Émilie manifestar alegría no es un tema que le avergüence en absoluto, todo lo contrario, adora proyectar su estado anímico y de esa forma contagiar a otros con su espíritu positivo.


Émilie es el perfecto ejemplo de transición en una persona. Podría decirse que su alma se encuentra en la transición entre la joven de clase media que ella se siente y la dama responsable de clase alta en la que debe convertirse.
Apreciadora de las cosas sencillas y simples de la vida, jamás caerá cegada por el brillo de los diamantes ni el resplandecer de los salones de fiesta. Su deleite se encuentra en el espacio menos manipulado por el hombre, tal vez en el medio de la campiña donde pueda sentir el frescor de la pradera y observar el atardecer en silencio. Lamentablemente su familia le ha impuesto una vida de ciudad, de movimiento y responsabilidades que no puede abandonar muy a menudo.

De carácter simpático, siempre tiene una sonrisa para ofrecer ya que su psiquis cree que irradiando positivismo al exterior, todo lo que esté a su alrededor se tornará un ambiente mejor. Gusta de ayudar a sus empleados y aconsejarles en las tareas y no por eso deja de ser menos estricta o atenta, simplemente gusta de expresarse de forma más humana, pues no ve gracia alguna en tomar ese papel de “jefa malvada”.

No tolera las mentiras porque ella no las imparte. Todo en la vida puede ser comprendido siempre que haya interés, así que el engaño es como un juego de cobardes en el que ella no participara, optando por ir de frente con sus ideologías, mismas que se encuentran en constante evolución a medida que Émilie absorbe nuevas experiencias de su entorno. Una joven atenta que no deja pasar nada por alto, pues puede aprender lo inimaginable de la persona menos esperada.

Respeta el trabajo y a quienes no temen en sudar su frente para alcanzar lo que desean, lo que le lleva a ser muy justa con sus empleados, incluso cuando eso pueda llegar a no darle las ganancias esperadas, no obstante Émilie no tiene mucho apego hacia lo material como su padre desearía, para ella “una vida cómoda” es algo que no esta atado directamente a darse lujos costosos.

Simpática y muy sociable, curiosamente tiene poco trato con las personas que rodean a su familia, ya que les ve como egocéntricos superficialitas. No es novedad de verle en diálogos mas entretenidos con sus empleados, acto que no muchos de sus conocidos de alta alcurnia ven bien. Pero el que dirán es lo menos para ella.


Desde muy pequeña, Émilie cree que su vida es simple por el mero hecho de que todo factor maravilloso fue absorbido y encerrado por los cuentos de hadas. Y tal vez por esa pequeña y bonita razón es que la joven siempre ha adorado la sencillez de las cosas.

Nacida en la capital francesa en una cálida tarde otoñal, Émilie fue la primogénita del matrimonio conformado por Frederique Deneuve y Maximiliane York, ambos abocados al terreno culinario, más precisamente al de la panadería y pastelería, por el cual eran conocidos en la ciudad, sobre todo por los exquisitos y exuberantes servicios ofrecidos en fiestas de alta alcurnia.
Así fue que la niña de ojos claros y cabellos casi oscuros como su padre creció entre las enseñanzas de sus mayores y la constante compañía de numerosos empleados a los que Émilie veía constantemente al estar presente diariamente desde su infancia en las tiendas de su familia.

La tutoría rigurosa fue inculcada por su padre, quien deseaba que su hija fuese en un futuro una respetada dama que pudiese llevar adelante el negocio familiar. Aunque el hombre hubiese deseado a que un varón fuese el encargado de dicha tarea, para Frederique no hubo mucha más opción que asumir que Émilie sería la heredera de su labor de años, pues su esposa ya no estaba habilitada para embarazarse nuevamente por ciertas complicaciones en el parto de su primogénita. De todas formas la noticia fue tomada de la mejor forma posible, enfocándose ahora todo en aquella pequeña que crecía rápido, absorbiendo todo aprendizaje que la rodeaba.
Con la llegada de la adolescencia, la muchachita ya se desenvolvía llamativamente en los asuntos referidos a las tiendas de sus padres, hasta incorporando nuevas recetas para generar nuevos mercados a los que sus progenitores no se habían atrevido a embarcarse antes. El negocio prosperaba cada vez más y los apellidos familiares se hacían más famosos con el paso del tiempo.  El matrimonio Deneuve-York se enorgullecía de su hija, una damisela atenta, simpática y muy querida por todos los trabajadores de la pastelería.

Un viaje de un año llevó a Émilie a recorrer distintas ciudades de Europa para adquirir nuevos conocimientos en el arte culinario y en negocios, ámbitos que seguramente alegrarían a sus padres. Pero toda historia, por más sencillez que resguarde también posee sus tragedias. Cuando Émilie retornó a París se encontró con la angustiosa noticia de que sus padres habían fallecido en un accidente, más precisamente en un saqueo nocturno en las calles. La tristeza abordo por completo a la joven, quien ahora se vislumbraba sola y completamente perdida en aquel mar de confusión que le ahogaba sin previo aviso. Solamente el tiempo y el apoyo humano de sus conocidos, sobre todo de los empleados de sus fallecidos padres que empujaron a la muchacha a continuar con el negocio  de la familia y con su vida, la que ahora se embarcaba en una transición veloz; Émilie debía adentrarse de forma completa en un mundo que le solicitaba madurez, severidad y atención. Todo en una mayor escala que antes. Y ella había aceptado el desafío.

Actualmente se encuentra dirigiendo la pastelería de su familia como única dueña. Tal como lo había planeado el negocio se expandió prósperamente, sirviendo muy a menudo en fiestas y banquetes para personas de clase alta. No obstante, Émilie continua siendo una damisela muy sencilla, optando por no estar muy presente en dichas reuniones, disfrutando de cierto anonimato para evitar las superficialidades que sabe se manejan en los círculos de la aristocracia. Su felicidad se centra en disfrutar con los suyos, sus conocidos y empleados de cosas más cotidianas, esas mismas que la impulsan cada día a ser mejor persona, a honrar con orgullo el apellido de su familia.

Datos Extras:

✖ Tiene conocimientos en cocina y pastelería, así también en idiomas y arte; una joven muy culta.

✖ Adora el campo. En su tiempo libre no duda en darse un escape a la campiña francesa, donde disfruta  sobre todo del silencio y la paz de las praderas.

✖ Aún investiga el asesinato de sus padres y anhela llegar a esclarecer tal desgracia.

✖ Suele utilizar ropajes sobrios para no destacar mucho, prefiere pasar algo desapercibida o destacar por su lado interior más que el superficial.

Émilie Deneuve-York ✖ Humana ✖ Clase Alta ✖ Victorian Vampires

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