AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Nada para agregar ni para dividir. [Glenn Thomsson +18]
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Nada para agregar ni para dividir. [Glenn Thomsson +18]
Mujeres comprometidas, llenas de abrazos, llenas de mentiras.
El mejor modo siempre de conseguir una venganza no es planear por mucho tiempo el golpe que se dará, tampoco advertir a tu contendor y lograr con eso que esté preparado, el mejor método para conseguir lo que quieres es imitar los pasos de tu enemigo, estudiar sus movimientos y adaptarlos para que puedas hacerlos funcionar a tu ritmo, con las herramientas que ya tienes, sólo así podrás ser siempre superior, aún cuando todo trate sobre sexo, no por eso subestima la traición a la que cree enfrentarse. Skaði en contadas ocasiones agradece estar en Paris, la mayor parte del tiempo esa ciudad le molesta y todo cuanto desea es que se cumpla lo antes posible el plazo autoimpuesto y poder salir rumbo a la próxima ubicación, pero esta noche parece hasta de buen humor, pudo conseguir a tiempo las sedas que requería y también que confeccionaran la mínima ropa interior con que ahora se cubre, eso más bien parece una burla a cualquier otra prenda, pero ella lo pidió de ese modo y también se asegura que su esclavo la vea usándolas justo antes de ponerse el abrigo que la tapa por completo. — Si me entero de que saliste, te encadenaré tres noches seguidas, — no es una amenaza, es sólo un recordatorio.
Encontrar el burdel le es fácil, siempre se asegura de conocer la ubicación de esos lugares en cada urbe que visita, le gustan por sobre cualquier otro y también disfruta encontrando ahí la entretención que lleva sus eternas noches. Sky tiene consciencia de que de caer en el aburrimiento todo lo que conoce hasta ahora se transformaría, su maldad pocas veces controlada saldría a flote más seguido y lo que muchas veces le da placer terminaría siendo sólo un bocadillo para aumentar aún más su hambre. Se escabulle para mirar toda la multitud que se agolpa para observar a la muchacha que baila sobre el escenario al ritmo de un piano levemente desafinado y desde ahí lo elige, desde las sombras decide quien será su acompañante esta noche. Ese muchacho con la imagen de ‘soy ingenuo pero algo escondo’ es perfecto, simplemente porque luce a sus ojos similar a como le parece su esclavo, aunque claro, primero tendrían que torturarla bajo el sol antes de que pudiera reconocer que siempre suele buscarlos bajo los mismo parámetros. ¿Por qué disfruta de navegar ese mar lleno de mentiras? Como un drakkar surcando las aguas nórdicas por las que viajó durante tanto tiempo, sólo que ahora tiene los pies en la tierra y el destino en un muchacho que luce tan joven como ella aunque es bastante probable él si tenga la edad que aparenta.
Camina junto a él hasta que entran en una habitación que de seguro está decorada como todo el resto de ese lugar, con el mobiliario necesario y de protagonista la cama justo al centro, que luce a la vez cómoda y llamativa, como queriendo invitar a quien ingrese a que se dirija sólo ahí. Skaði recorre la habitación a pasos lentos, estudiando bien cada cosa pensando siempre todo lo que puede realizar con los objetos que va descubriendo, una de las cosas que más le agradan es jugar y dar placer de ese modo, espera que en esta ocasión tenga un compañero dispuesto a llegar a todos sus límites. — Dime tu nombre… — tiene ideas, fantasías, pero necesitas ponerle un rostro antes de poder continuar, una cara distinta a la de ese hombre de quien quiere vengarse por volver a casa con el olor de las cortesanas impregnado en la piel. Le da la espalda, lo mira por sobre su hombro y se quita el abrigo, le gusta mirar el cambio en las facciones de sus futuros amantes cuando la ven con ese tipo de vestimenta que probablemente ni las mismas putas se atreverían a usar, pero ser inmortal significa también tener mucho tiempo y ella lo utiliza bien, crea cada pieza en el papel aunque eso le tome horas. Ella es finalmente la diseñadora y modelo de cada una de sus creaciones eróticas.
Encontrar el burdel le es fácil, siempre se asegura de conocer la ubicación de esos lugares en cada urbe que visita, le gustan por sobre cualquier otro y también disfruta encontrando ahí la entretención que lleva sus eternas noches. Sky tiene consciencia de que de caer en el aburrimiento todo lo que conoce hasta ahora se transformaría, su maldad pocas veces controlada saldría a flote más seguido y lo que muchas veces le da placer terminaría siendo sólo un bocadillo para aumentar aún más su hambre. Se escabulle para mirar toda la multitud que se agolpa para observar a la muchacha que baila sobre el escenario al ritmo de un piano levemente desafinado y desde ahí lo elige, desde las sombras decide quien será su acompañante esta noche. Ese muchacho con la imagen de ‘soy ingenuo pero algo escondo’ es perfecto, simplemente porque luce a sus ojos similar a como le parece su esclavo, aunque claro, primero tendrían que torturarla bajo el sol antes de que pudiera reconocer que siempre suele buscarlos bajo los mismo parámetros. ¿Por qué disfruta de navegar ese mar lleno de mentiras? Como un drakkar surcando las aguas nórdicas por las que viajó durante tanto tiempo, sólo que ahora tiene los pies en la tierra y el destino en un muchacho que luce tan joven como ella aunque es bastante probable él si tenga la edad que aparenta.
Camina junto a él hasta que entran en una habitación que de seguro está decorada como todo el resto de ese lugar, con el mobiliario necesario y de protagonista la cama justo al centro, que luce a la vez cómoda y llamativa, como queriendo invitar a quien ingrese a que se dirija sólo ahí. Skaði recorre la habitación a pasos lentos, estudiando bien cada cosa pensando siempre todo lo que puede realizar con los objetos que va descubriendo, una de las cosas que más le agradan es jugar y dar placer de ese modo, espera que en esta ocasión tenga un compañero dispuesto a llegar a todos sus límites. — Dime tu nombre… — tiene ideas, fantasías, pero necesitas ponerle un rostro antes de poder continuar, una cara distinta a la de ese hombre de quien quiere vengarse por volver a casa con el olor de las cortesanas impregnado en la piel. Le da la espalda, lo mira por sobre su hombro y se quita el abrigo, le gusta mirar el cambio en las facciones de sus futuros amantes cuando la ven con ese tipo de vestimenta que probablemente ni las mismas putas se atreverían a usar, pero ser inmortal significa también tener mucho tiempo y ella lo utiliza bien, crea cada pieza en el papel aunque eso le tome horas. Ella es finalmente la diseñadora y modelo de cada una de sus creaciones eróticas.
Skaði Sjöfn- Vampiro Clase Alta
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Re: Nada para agregar ni para dividir. [Glenn Thomsson +18]
Era una noche de aquellas en las que sientes que algo malo va a suceder, pero como unos hijos de puta ignorantes que somos, esperamos como ratones aturdidos a que el cazador llegara para que fueran cazados. La noche era más oscura de lo normal, no había luna, solamente algunas estrellas llegaba a ver en el cielo, gracias a una de las pocas ventanas que tenia aquel lugar. El zapateo de los tacones comenzaba a molestarme, parecía que iban al son de la música que aquel piano horrendo estaba siendo compuesta por solamente esa noche, aplaudiría cuando se acabara, pero sería porque aquella pesadilla se había acabado…
Alguien me había estado observando desde hace un rato, pero al ver tantas personas, tanto mujeres y hombres que buscaban una acaricia carnal, tan vulgar que no tenia sentimiento alguno de las personas que lo enviaban ni tampoco a había algún sentimiento de aquellos que la recibían, así que era un acto simple si sistemático, fuera de errores y siempre con el mismo resultado. ¿Era así tan simple y aburrido? Ah no querido lector, era más bien diferente. Estar con un cliente cada noche, era estar abriéndose a diferentes experiencias, una historia distinta por noche, momentos tal vez extraños, pero al mismo tiempo especiales, porque sabias que aunque siempre se seguía el mismo patrón, las personas serian distintas, los matices, siempre de diferentes tonos.
¡Ah! Aquella mujer, apareció como leona que había elegido ya la cebra inocente que pastaba sola en las llanuras africanas, se movía de forma elegante con aquel abrigo que le cubría todo su cuerpo, pero al mismo tiempo haciendo que su rostro y su belleza comenzara a ser como una luz que iluminaba cada rincón de aquel lugar. No hubo mucha habla, me sentía halagado, porque aquella mujer me había elegido en vez de otro cortesano, simplemente sonreí acercándome para poder guiarla hasta la habitación en donde tal vez comenzaría una buena noche momentos distintos a las noches anteriores. Pronto llegamos al lugar elegido, era para mí, un cuarto simple, como todo lo que había en ese lugar. Siempre había sido desapegado con las cosas, prefería a las personas antes que los objetos, pero eso no quería decir que no cobraría por mis servicios, el dinero era importante para sobrevivir en este mundo.
-Glenn- dije en un noto neutro. Mire detenidamente sus movimientos mientras esta comenzaba a despojarse de sus ropas, deje salir una sonrisa, quien diría que aquella mujer tendría una carga guardada en todo aquel abrigo, su cuerpo era totalmente hermoso, parecía una de aquellas diosas inmortales que los viejos celtas adoraban. Pero era mucho mejor que eso, no era de aquellas damas que buscarían un tacto esperando que el comenzara la situación, ella ya tenía cosas planeadas que buscaría poner en práctica lo más pronto posible y como persona curiosa que era le dejaría llegar a controlar, todo por saber hasta cual punto deseaba llegar, yo también tenía mis juegos. Vestirme de mujer hacía que las cosas fueran más interesantes, pero en esta ocasión había preferido mantenerme con cómodos trajes masculinos que atraían la atención de las mujeres –Oh madame… me parece estupendo… dígame que es lo que desea hacer y yo como un dulce sirviente- dije sonriendo animado y curioso
Alguien me había estado observando desde hace un rato, pero al ver tantas personas, tanto mujeres y hombres que buscaban una acaricia carnal, tan vulgar que no tenia sentimiento alguno de las personas que lo enviaban ni tampoco a había algún sentimiento de aquellos que la recibían, así que era un acto simple si sistemático, fuera de errores y siempre con el mismo resultado. ¿Era así tan simple y aburrido? Ah no querido lector, era más bien diferente. Estar con un cliente cada noche, era estar abriéndose a diferentes experiencias, una historia distinta por noche, momentos tal vez extraños, pero al mismo tiempo especiales, porque sabias que aunque siempre se seguía el mismo patrón, las personas serian distintas, los matices, siempre de diferentes tonos.
¡Ah! Aquella mujer, apareció como leona que había elegido ya la cebra inocente que pastaba sola en las llanuras africanas, se movía de forma elegante con aquel abrigo que le cubría todo su cuerpo, pero al mismo tiempo haciendo que su rostro y su belleza comenzara a ser como una luz que iluminaba cada rincón de aquel lugar. No hubo mucha habla, me sentía halagado, porque aquella mujer me había elegido en vez de otro cortesano, simplemente sonreí acercándome para poder guiarla hasta la habitación en donde tal vez comenzaría una buena noche momentos distintos a las noches anteriores. Pronto llegamos al lugar elegido, era para mí, un cuarto simple, como todo lo que había en ese lugar. Siempre había sido desapegado con las cosas, prefería a las personas antes que los objetos, pero eso no quería decir que no cobraría por mis servicios, el dinero era importante para sobrevivir en este mundo.
-Glenn- dije en un noto neutro. Mire detenidamente sus movimientos mientras esta comenzaba a despojarse de sus ropas, deje salir una sonrisa, quien diría que aquella mujer tendría una carga guardada en todo aquel abrigo, su cuerpo era totalmente hermoso, parecía una de aquellas diosas inmortales que los viejos celtas adoraban. Pero era mucho mejor que eso, no era de aquellas damas que buscarían un tacto esperando que el comenzara la situación, ella ya tenía cosas planeadas que buscaría poner en práctica lo más pronto posible y como persona curiosa que era le dejaría llegar a controlar, todo por saber hasta cual punto deseaba llegar, yo también tenía mis juegos. Vestirme de mujer hacía que las cosas fueran más interesantes, pero en esta ocasión había preferido mantenerme con cómodos trajes masculinos que atraían la atención de las mujeres –Oh madame… me parece estupendo… dígame que es lo que desea hacer y yo como un dulce sirviente- dije sonriendo animado y curioso
Glenn Thomsson- Prostituto Clase Baja
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Fecha de inscripción : 31/12/2011
Localización : Debajo de alguna falda
Re: Nada para agregar ni para dividir. [Glenn Thomsson +18]
Durante los momentos de silencio, ella puede mirarlo a los ojos y oír lo que no dice. En aquellos momentos en que no habla es su cuerpo quien lo hace y es por ese motivo que Sky sonríe al notar que están ambos moviéndose en la misma frecuencia, caminando al mismo ritmo, dirigiéndose en la misma dirección. Sentirse en sincronía con quien será su pareja esa noche le parece algo simplemente perfecto. La imagen que le entrega es la de alguien dispuesto a todo y sólo por aquel hecho es que se detiene antes de actuar y decide que no será tan dura como suele serlo, al menos no al comienzo. Glenn, ahora tiene un nombre y puede quizás comenzar a adivinar su personalidad, se muestra servil y con eso logra que Skaði se sienta más excitada. Lo mira de pies a cabeza antes de acercarse un poco y comenzar a desvestirlo, le gusta como se ve desnudo pero le gusta más el saber que ella no lo está aún. — Espero que no te moleste lo que haremos hoy… creo que no será así… vamos a disfrutar los dos… — luce como una depredadora y cuando camina hasta su abrigo mantiene la sonrisa y también el ceño fruncido, está concentrada en lo que hace.
De uno de los bolsillos saca tres pañuelos que han sido hechos con la misma tela de esa ropa que ahora usa, uno de ellos es bastante más largo que los otros dos. Cuando camina hasta la cama y se sube a ella acomodándose con la espalda pegada a la cabecera es que tiene claro que el juego comienza, apenas termine de dar las instrucciones empezará también a realizar su papel. — Quiero que con los dos pañuelos más cortos me ates los tobillos a los postes, déjame con las piernas muy abiertas… — no es primera vez que pide algo así, sabe lo que tiene que hacer y que paso será el siguiente. Dentro de ese ámbito le gusta sentirse segura, aún cuando ella es superior físicamente prefiere dejar las razas de lado y mostrarse en igualdad de condiciones. — Con el pañuelo más largo átame las manos juntas, primero las unes y luego las amarras a la cama… — la anticipación es siempre más provocador que ir directo al grano. No le molesta sentirse indefensa, bien sabe que con apenas un tirón podría liberarse si lo quisiera. Tener parejas humanas posee un sabor distinto, por un lado Sky siente que puede disfrutar de un sexo espectacular y también de la tentación de querer tomar de esa sangre que acelera su paso con cada cosa que hacen.
Mientras él se mueve ella va evaluando cada uno de sus movimientos. Si antes creyó haber hecho una buena elección ahora lo ha comprobado. Atrás han quedado las comparaciones con otros hombres o las justificaciones que no vienen al caso, si Skaði está ahí y con él es porque es ahí donde quiere estar y porque es a él a quien escogió de entre todos los otros y otras que trabajan ahí. Aún cuando su preferencia suelan ser los hombres, algunas noches se siente de humor para divertirse con una mujer. —Tú tienes que llevar el control ahora, puedes hacer cualquier cosa que desees menos liberarme… si quieres desnudarme puedes hacerlo pero tendrás que romper la ropa… —su voz es más baja que antes, es como un ronroneo suave que le nace de la garganta y toma posesión de sus palabras. El resto de las ideas que aparecen se mantienen en segundo plano, ya le ha entregado el poder y ahora no puede deshacer las decisiones que ha tomado. Sólo le queda esperar y quizás por primera vez desde hace mucho tiempo, dejarse sorprender.
De uno de los bolsillos saca tres pañuelos que han sido hechos con la misma tela de esa ropa que ahora usa, uno de ellos es bastante más largo que los otros dos. Cuando camina hasta la cama y se sube a ella acomodándose con la espalda pegada a la cabecera es que tiene claro que el juego comienza, apenas termine de dar las instrucciones empezará también a realizar su papel. — Quiero que con los dos pañuelos más cortos me ates los tobillos a los postes, déjame con las piernas muy abiertas… — no es primera vez que pide algo así, sabe lo que tiene que hacer y que paso será el siguiente. Dentro de ese ámbito le gusta sentirse segura, aún cuando ella es superior físicamente prefiere dejar las razas de lado y mostrarse en igualdad de condiciones. — Con el pañuelo más largo átame las manos juntas, primero las unes y luego las amarras a la cama… — la anticipación es siempre más provocador que ir directo al grano. No le molesta sentirse indefensa, bien sabe que con apenas un tirón podría liberarse si lo quisiera. Tener parejas humanas posee un sabor distinto, por un lado Sky siente que puede disfrutar de un sexo espectacular y también de la tentación de querer tomar de esa sangre que acelera su paso con cada cosa que hacen.
Mientras él se mueve ella va evaluando cada uno de sus movimientos. Si antes creyó haber hecho una buena elección ahora lo ha comprobado. Atrás han quedado las comparaciones con otros hombres o las justificaciones que no vienen al caso, si Skaði está ahí y con él es porque es ahí donde quiere estar y porque es a él a quien escogió de entre todos los otros y otras que trabajan ahí. Aún cuando su preferencia suelan ser los hombres, algunas noches se siente de humor para divertirse con una mujer. —Tú tienes que llevar el control ahora, puedes hacer cualquier cosa que desees menos liberarme… si quieres desnudarme puedes hacerlo pero tendrás que romper la ropa… —su voz es más baja que antes, es como un ronroneo suave que le nace de la garganta y toma posesión de sus palabras. El resto de las ideas que aparecen se mantienen en segundo plano, ya le ha entregado el poder y ahora no puede deshacer las decisiones que ha tomado. Sólo le queda esperar y quizás por primera vez desde hace mucho tiempo, dejarse sorprender.
Skaði Sjöfn- Vampiro Clase Alta
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Re: Nada para agregar ni para dividir. [Glenn Thomsson +18]
Escuchaba de forma tanta y curioso lo que decía aquella mujer, miraba los detallas de su rostro hermosamente pálido, guiaba mis ojos a su cuerpo esbelto y perfecto. Estaba seguro que nuestros cuerpos congeniarían más que bien en la cama. No me molestaba para nada lo que proponía, es más, creo que una sonrisa de satisfacción apareció en mi rostro al darme cuenta que no sería una noche convencional de sexo. La vida comenzaba a darme una experiencia nueva y gratificante, una nueva lección que debía aprender y manejar de forma perfecta para que mi cliente de esa noche quedara más que satisfecho. Muy pocas mujeres pedían aquellas situaciones de dominación, pero eso no quería decir que no pudiera levantarme y tomar las riendas y presionarla. Pensar en aquello era algo interesante y solo la esencia de lo que podría pasar en aquel lugar comenzaba a inundar mi pensamiento, excitando la mente antes que el cuerpo.
-He comprendido todo a la perfección- conteste con una sonrisa en mis labios –Todo menos desatarte…- sujete primero los dos pañuelos pequeños, sintiendo la textura de estos en mis yemas. Con suavidad tome sus caderas y la acomode en la cama, tirándola para dejarla en la mitad como ella parecía desear, mientras yo con los dos pañuelos en mano baje por su cuerpo situándome en el pie de la cama, rápidamente flexione la pierna derecha dejándola en un buen lugar antes de presionarla con un buen nudo. Deje que mi dedo sutilmente acariciara la piel de aquella extremidad dibujando figurillas abstractas hasta que conseguí la pierna izquierda y fácilmente la estire para dejar las dos piernas bien separadas de una de la otra. El olor del sexo de la mujer comenzó a llegar a mis fosas nasales, era como una indicación de que era una mujer dispuesta a tener sexo y a jugar un rato con migo, eso comenzaba a gustarme cada vez mas. Había terminado de sujetar las piernas y revise que estuvieran lo suficientemente apretadas para complacer su petición.
Me levante de la cama quitándome la camisa que tenia encima, aquello en ese momento no serviría, me desabroche los pantalones pero me los deje puesto, aun aquel juego no llegaba a ese punto de la situación. Dio un paso para quedar al borde de la cama, ya tenía el pañuelo más largo en mis manos y juntaba las dos manos como ella había indicado, las amarre a la cama haciendo el mismo método que las piernas, manteniéndome seguro que eran unos buenos nudos. –Espero que estén bien- dije. Esperando que no le hiciera ningún daño aquellas ataduras.
Mire a la mujer estando que aquella posición tan vulnerable, en general los que las mujeres buscaban era consuelo y calor humano, pero esta parecía buscar era más que eso, no le interesaba el amor y los protocolos fijados sin tener que ser fijados, lo único que le importaba era que su objetivo fuera cumplido y yo era solamente una herramienta para llegar a ella. Susurre el de-tin-marin para saber por dónde iba a comenzar. ¿Por la cabeza o los pies? Mi dedo extendido indico que por los pues, me acerque a ellos sonriendo de forma leve mirando y detallando las extensiones de su piel lozana y hermosa. –Bueno hermosa veamos qué podemos hacer por ti- inquirí relamiendo me los labios antes de mordisquear el dedo gordo de su pie izquierdo para luego pasar lentamente mi escurridiza lengua por sus espacios. Todo su cuerpo tenía un suave y erótico que podría dejar a cualquier hombre cautivado, era como aquellas sirenas que podrían llamar a los marineros con sus cantos para luego ahogarlos en el fondo de mar.
Eso parecía ella una hermosa sirena que escondía un corazón marchitado y que lo único que deseaba era mantener a los marineros bajo su hechizo. Mis caricias se elevaron un poco llegando a sus dos piernas, mis manos masajeaban sus muslos y la piel que podía apretar entre mis dedos mientras mis labios mordían hasta el punto que yo decidía que era justo partes de sus piernas mientras seguía subiendo poco a poco hasta llegar al monte de Venus.
-He comprendido todo a la perfección- conteste con una sonrisa en mis labios –Todo menos desatarte…- sujete primero los dos pañuelos pequeños, sintiendo la textura de estos en mis yemas. Con suavidad tome sus caderas y la acomode en la cama, tirándola para dejarla en la mitad como ella parecía desear, mientras yo con los dos pañuelos en mano baje por su cuerpo situándome en el pie de la cama, rápidamente flexione la pierna derecha dejándola en un buen lugar antes de presionarla con un buen nudo. Deje que mi dedo sutilmente acariciara la piel de aquella extremidad dibujando figurillas abstractas hasta que conseguí la pierna izquierda y fácilmente la estire para dejar las dos piernas bien separadas de una de la otra. El olor del sexo de la mujer comenzó a llegar a mis fosas nasales, era como una indicación de que era una mujer dispuesta a tener sexo y a jugar un rato con migo, eso comenzaba a gustarme cada vez mas. Había terminado de sujetar las piernas y revise que estuvieran lo suficientemente apretadas para complacer su petición.
Me levante de la cama quitándome la camisa que tenia encima, aquello en ese momento no serviría, me desabroche los pantalones pero me los deje puesto, aun aquel juego no llegaba a ese punto de la situación. Dio un paso para quedar al borde de la cama, ya tenía el pañuelo más largo en mis manos y juntaba las dos manos como ella había indicado, las amarre a la cama haciendo el mismo método que las piernas, manteniéndome seguro que eran unos buenos nudos. –Espero que estén bien- dije. Esperando que no le hiciera ningún daño aquellas ataduras.
Mire a la mujer estando que aquella posición tan vulnerable, en general los que las mujeres buscaban era consuelo y calor humano, pero esta parecía buscar era más que eso, no le interesaba el amor y los protocolos fijados sin tener que ser fijados, lo único que le importaba era que su objetivo fuera cumplido y yo era solamente una herramienta para llegar a ella. Susurre el de-tin-marin para saber por dónde iba a comenzar. ¿Por la cabeza o los pies? Mi dedo extendido indico que por los pues, me acerque a ellos sonriendo de forma leve mirando y detallando las extensiones de su piel lozana y hermosa. –Bueno hermosa veamos qué podemos hacer por ti- inquirí relamiendo me los labios antes de mordisquear el dedo gordo de su pie izquierdo para luego pasar lentamente mi escurridiza lengua por sus espacios. Todo su cuerpo tenía un suave y erótico que podría dejar a cualquier hombre cautivado, era como aquellas sirenas que podrían llamar a los marineros con sus cantos para luego ahogarlos en el fondo de mar.
Eso parecía ella una hermosa sirena que escondía un corazón marchitado y que lo único que deseaba era mantener a los marineros bajo su hechizo. Mis caricias se elevaron un poco llegando a sus dos piernas, mis manos masajeaban sus muslos y la piel que podía apretar entre mis dedos mientras mis labios mordían hasta el punto que yo decidía que era justo partes de sus piernas mientras seguía subiendo poco a poco hasta llegar al monte de Venus.
Glenn Thomsson- Prostituto Clase Baja
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