Dark Intentions... (Jason)

por **Ehlena Blancquart** Jue Nov 01, 2012 7:23 pm

El hombre es dueño de su silencio, y esclavo de sus palabras..

Estaba totalmente aburrida de estar en parís por asuntos oficiales del imperio, todo eran reuniones y mas reuniones, al lado de toda aquella gente falsa aburrida y sosa de siempre. Aunque bueno, habían otros asuntos muy importantes que también le habían traído, solo que aquel era algo ultra confidencial. El encuentro con su maestra, la familia Blancquart albergaba muchos secretos, y el linaje de brujos era uno que de los que hasta ahora y después cientos de años había sido guardado, el gen se saltaba una generación y solo los primogénitos poseían habilidades y con esas habilidades la responsabilidad de llevarse el secreto a la tumba, pues debido a la condición aristocrática de la familia un escándalo así les haría perder la posición que tenían y de paso los mandaban la hoguera siendo o no siendo brujos . Ehlena amaba aquello de poseer dones, era aquella mujer a la que poseer el poder le resultaba más atractivo que cualquier fortuna o titulo (aunque esto no quiere decir que no disfrute de sacar provecho de estos), De hecho la griega era apática a las obligaciones reales, pero tenía que cumplir con la responsabilidad que trajo su nacimiento. El día había sido arduo, había tenido una reunión algo peculiar con el recién ascendido príncipe que por esa fecha visitaba Francia debido a los preparativos de su boda, y había acompañado a su prima Charlotte a otras, quien diría que la rebelde de la familia terminaría siendo senadora de la república y tomara aquello con tanta responsabilidad. Aunque claro, seguía conservando ese carácter. En parte le dolía que ella como su amiga y confidente no se enterara de los oscuros secretos que rodeaban a la familia pero quizás era mejor así, pues solo Adrians y ella fueron los benditos o malditos al recibir aquellos dones. Estaba aburrida, en la casa no había nadie, ni siquiera la cortesana con la que reñía, así que decidió salir a pesar del cansancio. Se divertiría por su cuenta, como en los viejos tiempos, se colocó un vestido de su color favorito el negro. Que contrarrestaba perfecto con su blanca piel y sus rojos cabellos, se pinto los labios de rojo, tomo una capa negra y su cartera. y subió a su carruaje personal.

Se dirigió al centro de la ciudad a la zona de restaurants, una copa de vino no le haría mal, entro en un elegante restaurante y pido una mesa para uno, los caballeros no dudaron en voltear para verle, ella mujer hermosa, y con un aura de misterio y oscuridad que atraían. El peligro atrae de eso no hay duda y más en forma de mujer, pero quien pensaría que detrás de aquel rostro esto estaría presente. Ella se sentó en su mesa y pido una copa de vino tinto, segura de que más de uno quería acercarse al ver a una mujer sola, mas quien sería el valiente que osaría hacerlo. Ya que si no el resultaba interesante esta no dudaría en jugar un poco con el manipulando su acciones o emociones para no aburriese tanto y asi sacar provecho de la noche.Hasta que lo vio a el...alli sentado en una mesa digaonal ala suya,su salvador...el que le habia salvado de ser violada nuevamente...pues auqnue tuviera elpoder de dominacion,este con lso sobrenaturales no funcian muy bien y menos en esa situacion que le parecia tan traumatica...el se habia dado cuenta se prescencia. Ehelena Blancquart nunca pasaba desapercibida,le miraba con duda. ma esta le miraba como si le llamara...

por **Jason Schwaitzen** Dom Nov 11, 2012 6:21 pm

Las palabras son más fuertes que los golpes. Esa siempre ha sido su filosofía de vida, aplicada de manera muy marcada a su profesión, como si su forma de pensar y su profesión hubieran estado destinadas desde antes de su nacimiento, el que estaba pactado únicamente para mantener una empresa que se sustentaba a base de malos tratos y abusos. Él no estaba dispuesto a seguir la misma ruta de su padre; y por eso es que siempre, ante cualquier problema, gustaba aplicar y desgastar todos los métodos pacíficos posibles para solucionarlo. Conociéndose –más que bien--, la violencia no podía ser una alternativa. En ningún caso. Sin embargo, y tal y como sucede frecuentemente en el mundo de las leyes, hay excepciones a la regla general.

Puede que fuera un abogado de excelencia, pero no por eso no estaba preparado para defenderse de posibles agresiones; aunque en el caso que sucedió el día anterior, no se defendió para salvarse a sí mismo, sino que a una hermosa mujer de cabellos rojizos que había sido rodeada por un par de desalmados en un callejón para proceder a cometer un delito de índole sexual. La protección fue perfecta e infalible, debido a los arrebatos de ambos delincuentes que dejaban a la vista movimientos totalmente predecibles. Una vez reducidos los maleantes, y entregados a la policía, Jason se encargó de escoltar a la mujer hasta su residencia, asegurándose de que permaneciese sana y salva durante el trayecto, creciendo una interesante e incipiente amistad entre los dos.

Ahora, y con esa grata experiencia en sus recuerdos de corto plazo, disfrutaba de una copa del mejor vino de aquel restaurante, parte de su metódico funcionamiento diario. Cataba el contenido con la habilidad que daba la experiencia –limitada en todo caso--, cuando un aroma le llamó particularmente la atención. Se le hizo cada vez más familiar, y se regañó internamente por no haberse dado cuenta antes. ¿Era ella, acaso? Sí, lo era. Por ello volteó y la encontró mirándole, por esas casualidades y coincidencias de la vida. ¿Hace cuánto que habría notado su presencia?

Eso ya no importaba tanto ahora que se habían cruzado sus miradas, ni ahora que el hombre de los ojos verdes se ponía de pie para acercarse hasta la mesa que la mujer, afortunadamente para él, permanecía sin acompañante de ningún tipo. – No esperaba encontrarla aquí, señorita Ehlena. ¿Me permite gratificar mi estadía con su deslumbrante belleza? – Consultó con esa verborrea tan elegante, sabiendo por alguna razón que la respuesta sería positiva, y con ello se sentaría frente a ella.

por **Ehlena Blancquart** Jue Ene 17, 2013 8:19 pm

¨El orgullo es igual en todos los hombres, sólo varían los medios y la manera de manifestarlo.¨
François De La Rochefoucauld

-Monsieur Jasón buenas noches…- respondió con un toque sensual en su voz algo característico en ella; mirándolo descaradamente de arriba abajo- siéntese por favor – le invito- Es un placer para mi encontrar a mi héroe nuevamente, y aun mas compartir la mesa con el- sonrió llevándose la copa de vino a los labios permitiéndose mirarlo solo un poco mas mientras se sentaba. Nueva mente sonrió ojos sobre ella , pero esta vez eran de alguno de los comensales, al parecer no estaba bien visto que una señorita hiciese eso, y menos siendo de la realeza, pero le tenia sin cuidado, ella era así Única. Y lo que pensaran los de más de su comportamiento o su persona le daba igual. Ya que si ella quería la otra persona podía hacer algo peor con solo ella desearlo, debido al poder que poseía. Miro nuevamente al hombre observando sus ojos.

-Cuénteme míster, ¿Cómo le ha tratado parís hasta ahora?, claro esta dejando a un lado el incidente de ayer – sonrió a medias ladeando el rostro mientras este le contaba- Espero sus experiencias de verdad sean muy…placenteras…- dijo en un tono bajo y profundo arrastrando las palabras con una oculta doble intención.

Ehlena lo observo con detenimiento esta vez, ya que no se conocieron en las mejores circunstancias, estaba demasiado conmocionada asustada y paralizada… por primera vez después de aquel fatídico día,--Negó con la cabeza—y reparo sigilosamente al hombre, en realidad era un espécimen muy interesante, muy guapo. De sonrisa arrebatadora, facciones varoniles al igual que su actitud. Y unos ojos…hipnotizantes, eso sumando a que parecía bastante inteligente y culto. Se expresaba con mucha elocuencia y seguridad. Si, demasiado interesante al parecer… no como los que acostumbraba. Volvió a mirar a su alrededor, y se fijo en la mesa de aquellas mujeres que aun le escudriñaban y despotricaban. Sin duda era sobre ella, se había cansado.

-Derrámalo sobre tu busto- Musito mirándola fijamente; y al instante la mujer dejo caer a taza de café caliente sobre su busto quemándose y salto dando aullidos de dolor, la muy perra. Ella sonrió satisfecha y volvió la vista hacia Jasón.

-Disculpe, lo último no lo escuche. -sonrió amablemente-Podría repetirlo de nuevo? por favor, me temo que me distraje con aquella escena. – la mujer seguía llorando, mientras los demás le observaban alarmados, secándole o pidiendo agua fresca. Una de ellas se levanto corriendo y ella le miro de soslayo.

-Pisa el vestido, vaca- susurro imperceptiblemente, y a reacción de esto, la mujer callo al piso rompiéndose la boca, la sangre brotaba de esta escandalosamente, y se pudieron dar cuenta que había perdido un diente. La miro con algo d sorpresa, no esperaba eso. Solo que cayera.

-Valla, al parecer los accidentes están a la orden del día, no le parece míster?-dijo tomando tranquilamente de su copa, como no pasara nada a su alrededor, le paso la carta sonriendo- Desea pedir algo ahora? Yo le invito, para compensar en algo lo de ayer.

por **Jason Schwaitzen** Jue Feb 07, 2013 7:42 pm

Se sentó con su calma característica tras ser aceptado por tan bella y conocida dama y le sonrió de vuelta por aquellos halagos que para él no eran tales no por ser un arrogante, sino que porque consideraba que lo que había hecho era su deber como defensor de la justicia letrada que era. No todos hubieran hecho lo mismo, y ambos lo sabían; por ello entonces aquel agradecimiento tan reiterado y la posterior humildad del “salvador”. – No me considero algo así como un héroe, si le soy sincero – le comentó mientras ella bebía parte de su copa de vino, al tiempo que la de él descansaba en la mesa – Simplemente hice lo que la mayoría debería hacer en una situación así – La mayoría ya que no todos añoraban justicia o una convivencia pacífica, siempre estaba aquel porcentaje excepcional que únicamente buscaba problemas para los demás. ¿Cuál era su propósito? Motivos a montones, como también soluciones.

Aquella pregunta también se aplicaba para lo que percibía su agudísimo sentido del oído, cuchicheos no muy agradables, atribuibles a la posible envidia que pudieran tener de la dama que estaba en frente suyo por tener una compañía como él. ¿Por qué no podía ser todo pacífico? ¿Era mucho pedir una convivencia normal y duradera? Se acarició la barbilla sutilmente con una sonrisa en el rostro a pesar de sus reflexiones internas, escuchándole con atención e incluso alzando las cejas sugerente con su culminante deseo. No bastaba con su físico, esa mujer era especial en su voz, y pronto supo que era especial también en otro sentido. Uno muy especial.

- Los sucesos como el de ayer son más normales de lo que usted cree, Madame. Que nosotros no los veamos en un momento dado no significa que no sucedan efectivamente…es como la pregunta retórica de que si el árbol cae y nadie lo escucha, hace ruido igualmente…- Al contrario de aquel dicho popular que decía que los hombres no podían hacer más de dos cosas a la vez, Jason al hablar observaba atentamente cada reacción, cada movimiento; percibía cada aroma y escuchaba cada ruido presente, lo que llegaba a ser muy incómodo en ciertas circunstancias. Eso le permitió no sorprenderse ante el grito de la otra mujer, manteniéndose calmo en todo momento incluso cuando Ehlena se hizo la desentendida y le pidió que repitiera lo que había dicho. – Como le decía…- Lo hizo únicamente para seguir siendo parte –desgraciadamente- del espectáculo, ya que la anormalidad continuó, al igual que la falsa impunidad de la mujer.

Observó la carta ofrecida, contemplándola con tranquilidad mientras cataba el poco de vino que le quedaba en la copa. Sin embargo, lejos de responderle lo que ella deseaba, el abogado sacó su lado felino. – El mejor remedio para la envidia es la indiferencia, Madame. - Comenzó diciendo con aire reflexivo y voz baja – No era necesario…crear un circo para aliviar su ego herido. –La mirada felina se clavó en ella unos instantes, para luego volver a ver la carta con despreocupación – No es parte de mi diario vivir enfrentarme a una situación así, y aunque sería una falta de educación enorme de mi parte rechazar su invitación, créame que tampoco podría permitir que una dama como usted cargue con los gastos de tan agradable reunión entre los dos. Le suplico perdone mi atrevimiento, y me permita pagar a mí esta comida. – Dijo culminando con tranquilidad, aunque no dejó escapar cierto detalle – Y dejaré pasar lo de sus poderes de bruja, Madame…

por **Ehlena Blancquart** Vie Abr 12, 2013 12:15 am

Escuchaba con atención cada frase que el hombre decía, sin perder el detalle del movimiento de su boca moviéndose, Ehlena tendía ser muy detallista cuando sentía fascinación por alguien o algo ya que siempre trataba de buscar algún defecto para no ligarse, enredarse o aferrarse. Pero resultaba hasta ahora encontrar algo que no le gustara, sus ojos eran magnéticos su sonrisa, era lago que podía desdibujarse de su mente. Además, este hombre le había salvado de un acto que hacía muchos años le había cambado la vida. Nunca nadie se había interesado por eso, o por ella-negó con la cabeza- por Dios pero que pensaba? Ya estaba desvariando…tomo una profunda inhalación mientras el terminaba de explicar.

-Lastimosa mente es algo que sigue sucediendo muy a menudo pero nadie hace nada al respecto-suspiro y tomo de su copa, no le gustaba hablar de ello, no le gustaba revocar el pasado, por que traerlo de vuelta ahora? Justo cuando la estaba pasando tan bien y en tan excelente compañía. No, no se dañaría la noche con aquello y mejor disfrutaba del espectáculo, la compañía y el caos que había formado. Ella no puedo evitar reír, todo le parecía muy cómico, y aquello hizo que su atención se desviara un poco de su acompañante hacia aquello. Sabía que era cruel, pero ella no tenía límites con aquello, no le importaba en si nadie, solo su bienestar y provecho, por que pensar en los demás si la misma sociedad aunque hagas actos buenos o malos te señala. Daba igual, a sus ojos eran borregos…

-Lo considero igual, la indiferencia es la mejor solucion…-Era una descarada al estar de acuerdo con algo que en aquellos momentos no estaba aplicando. Sostuvo la mirada de aquel hombre sintiendo como la parte inferior de su abdomen se contrajo por aquella sensación momentánea que experimento solo con una mirada .eso era increíble…-Sin embargo de vez en cuando, las personas nos cansamos de ser blanco de ataques y habladurías, por lo cual un escarmentó no está demás…-susurro mordiéndose el labio inferior en un acto involuntario por aquellas cosas que se vinieron a la mente en ese instante, sus ojos sus labios castigos…-Ehlena eres una maldita enferma, deja eso por un momento-pensó mientras sus labios se curvaron en una sonrisa por aquellos pensamiento que se quedaron en el aire.

-Como usted considere, no pienso discutir sobre el tema, solo me gustaría disfrutar de esta velada-continuo sonriendo mientras él con aquella tranquilidad volvía a su carta. Pero aquella se borro de sus labios, y esos pensamientos se esfumaron cuando aquel hizo ese cometario. Como..? Como rayos podía saberlo’ ella sabia utilizar sus poderes, ningún humano podría percibir su voz, fue una táctica que aprendió con su maestra.

-Disculpe? Que dijo?-tubo que corroborar aquello ya que quizás su imaginación le estaría jugando una mala pasada. De la boca de ningún Blancquart podía escaparse ese secreto, nadie podía saberlo por boca de ellos.
-Como?...dice eso?...-trato parcer calmada, como si nada hubiera pasado. Asi que solo sonrio y tomo su copa tratando de disimula-

por **Jason Schwaitzen** Jue Mayo 16, 2013 7:34 pm

Podía considerarse como algo raro, o a lo menos pintoresco, pero sentía una enorme satisfacción cuando veía a otros ser atrapados por su actitud analítica y deductiva. Vivía aquello a diario en el Tribunal cuando los acusados caían una y otra vez en contradicciones y los juicios terminaban a su favor; la sonrisa oculta detrás de aquel rostro de póker significaba un placer asociable al hecho de que algo planeado dio resultado, y que por ende tenía la ventaja en la situación. Este caso no estaba entre las paredes de un recinto judicial, pero sentía que el interrogatorio –aunque ni siquiera se hayan hecho preguntas- había dado resultado. El “sospechoso” estaba desenmascarado.

Mientras miraba la carta, ya considerando sus opciones de alimentación para tal velada, dedicaba un mínimo porcentaje de sus globos oculares a contemplar a su sorprendida acompañante y sus intentos de mantener la compostura. Ahora era un libro abierto del cual podía leer que estaba tan segura de que nadie le descubriría, que utilizaba sus poderes a diestra y siniestra. Pobre de ella, con aquel hermoso rostro tan desfigurado por la negativa impresión de que su no tan pequeño juego podía verse terminado drásticamente con su presencia. Más bien, ya se había terminado.

- Lo que escuchó, Madame. ¿O desea que le cuente a aquellas damas que utilizó poderes sobrenaturales para provocarles desgracias? Supongo que no. – Replicó antes de que la mujer pudiera esbozar respuesta alguna, y antes que pudiera hacer algo al respecto, continuó – El movimiento de sus pupilas y de sus labios fue correspondiente a lo que sucedió después. Una persona normal no se daría cuenta de ello a tan poca distancia…así que quizás haya sido una mala idea toparse conmigo – Sonrió intentando aligerar el ambiente con aquel tono bromista de su última frase – Pero no se preocupe, no diré nada. A menos que la situación lo amerite. – Terminó agregando para luego volver a observar la carta, ya con la seguridad del pedido a solicitar – Dígame, ¿Qué desea comer? Yo invito. – Dijo a la vez que llamaba al camarero más cercano con un gesto de su mano derecha. Lo tenía controlado, igual que a la mujer de enfrente. Una palabra, un gesto, o una acción desfavorable significaría el quite total de la máscara.

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