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AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Lo que Pactaron en el pasado... [Privado]
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Lo que Pactaron en el pasado... [Privado]
por Viola de Lesseps Vie Nov 09, 2012 11:49 am
¡Viola De Lesseps! – Los gritos venían de las escaleras, recién había conciliado el sueño y los pasos resonaron en toda la mansión – ¡Viola! – Volví a escuchar la voz inconfundible de la que se decía ser mi protectora, Arlett, pude despertarme por completo y tomando la bata me acerque a la puerta de mi habitación para abrir y saber de qué se trataba aquel escándalo. Y ahí ya estaba ella, con su cabellera tan roja como la mía, con sus perfectos ojos celestes mirándome con un extraño aire de misterio, un escalofríos recorrió mi cuerpo haciendo que mis hombros se movieran muy delicadamente - ¿Qué tienes Arlett? – Sabia que enferma no estaba, ella ya se había encargado de adentrarme en la vida de los vampiros, comentándome todo lo necesario lo que debía y no saber según ella. No me respondió nada en ese momento, solo me abrazo y sentí el frio de su cuerpo chocar con el mío, por acto reflejo le devolví el abrazo y al tiempo que me soltó ya había cerrado la puerta y yacía sentada en la silla el tocador, sin dejar de mirarme. – Viola, ya tienes la edad y ya es tiempo de que sepas lo que tu padre y yo planeamos para ti – aquella simple frase logro sacarme de la pequeña ensoñación que estaba me gire por completo y camine hasta ella, acercando un pequeño taburete y sentándome sobre el - ¿Planes para mí? – moví la cabeza en negativa, en realidad poco entendía y dudaba que mi padre me hubiera escondido algo tan importante. – Esto tienes que saberlo, hay cosas que ya entiendes… pero hay más… toda familia tiene secretos querida y esta guarda muchos… muchos… - las pausas que hacia lograban sacarme escalofríos reiterados.
Arlett no me decía mucho con sus palabras y seguía sin comprender lo que me deseaba decir, la vi levantarse y tomar el diario de mi padre como si y lo hubiera hecho antes, quise detenerla ya que ese libro era sagrado para mí, pero lo que hizo a continuación me dejo como estatua en mi lugar y de mis labios solo salió un – ¡NO! – Ella abrió el diario y entre la tapa y el cuero que la cubría saco unas cartas que iban dirigidas hacia mi… - Esto lo dejo tu padre… y yo soy la que tiene que leértela – la seguridad que emanaba ella me desconcertaba, me hacía sentir tan pequeña como una hormiga sin que seguir… y ahí fue cuando comenzó…
No tuvo que decirme más mi protectora y me levante del lugar donde me encontraba sentada, camine en silencio por mi habitación con un nudo en la garganta con ganas de gritar en ese momento, tenía tantas preguntas… pero una se incrusto en mi cabeza y caminando hacia Arlett con gran enfado – Dame su nombre – Dije mirándola con rabia, con angustia… - ¿Y el amor? ¡Que pasa con eso! – le grite quitándole la carta para leerla las lagrimas corrieron por mis mejillas y arrugué con fuerzas aquellas hojas malditas – Yo sabía que te enamorarías de un vampiro, una bruja me dijo tu futuro Viola y has hecho cada cosa que aquella me dijo… te enamoraste de un rey, entregaste tu alma a él… te dejo… conociste a un violinista que te engatuso en sueños que tú misma inventaste… intentaste quitarte la vida y te salvaron las dos personas más cercanas a ti, tu mejor amigo y el violinista que a pesar de que el te ama… nunca podrán estar juntos por que solo lo de ustedes es un sueño… - hizo una pausa tan larga que me dejo pensando en todo lo que ella sabía.. ¿Cómo? Yo no escribía mi vida… no le contaba a nadie ni mucho menos a ella – No… no… yo lo que he hecho con mi vida es porque lo he escogido así – ella pareció sonreír con lo que yo le decía – ¡Niña tonta! Tienes que cumplir con la Dinastía de Lesseps y aunque tus hijos no lleven tu apellido se hará… tienes que procrear… tener hijos ¡¡y con vampiros NUNCA los tendrás!! Y Matt es tu única opción – me acerque con gran enfado a ella y le pegue una bofetada con toda mis fuerzas, la vampira hizo caso omiso a lo que había hecho y me tomo la mano – Lo haces o lo haces… no hay opción.
Mientras cepillaba mi cabellera roja mi reflejo parecía brillar en el espejo, había llegado el gran día, el día donde conocería a ese tal Matt… sentía todo flotar a mi alrededor los aromas que había impregnado cada rincón de mi habitación lograban mantenerme en calma, con el corazón latiendo y con las loca idea de acabar con mi vida atrás, los sueños continuaban, las pesadillas también mi corazón latía con fuerzas ahora todo parecía un recuerdo. Arlett me había preguntado antes de irme a dormir ¿Qué es el Amor? Y me dolió aquella pregunta después de todas las discusiones, después de todo lo que había pasado, no entendía el porqué… le respondí con un poema que ya parecía lejano a mis oídos que venían de unos labios masculinos que algún día me dijo… aquel rey de corazones que había robado mi alma y me había dejado solamente con mis alas para volar y libre para vivir mi vida… El amor era eso, LIBERTAD, una palabra que me costó entenderla y ahora parecía ser la más racional en toda mi cabeza.
Mis ánimos habían aumentado desde hacía ya un mes casi, pero seguía con la idea que haría todo lo posible para no llevar acabo aquel matrimonio arreglado, lo más probable que el joven también se haya enamorado, tenga una vida diferente y pedía a Dios cada noche que este día no llegara, pero nadie podía detener el tiempo. Arlett me había dejado un vestido rojo con un encaje negro y unos zapatos de taco con incrustaciones en rojo, y me dijo “Cuando conocí a mi esposo vestía con un traje similar… es el mismo de aquel tiempo pero ahora modificado para ti” le agradecí el gesto en realidad no se que pretendía con todo eso, sí que me cayera en gracia todas las molestias que se tomaba, Me vestí en silencio con la ayuda de mi nana, no tenia ánimos de hablar ni siquiera de ir a la perfumería en ese momento lo que me importaba era hacer un plan, nadie tenía el derecho de manejar mi vida ni siquiera mi padre, aquel seria mi pensamiento por el resto de mis días…
La hora había llegado, la reunión seria en uno de los salones del famoso Palacio Royal, que estupidez pensé cuando Arlett me había comentado que estaba todo preparado que ella estaría fuera del salón que habían reservado para este encuentro oculta para que nada saliera de su curso natural, nada había de natural en ese encuentro pactado hacia más de catorce años. Me subí al carruaje y vestida con aquel atuendo que se ajustaba a mi figura me dirigí al palacio que traía a mi recuerdo una de las mejores veladas de mi vida, en realidad la única tan poderosa como para que pueda recordarla desde el momento del primer encuentro.
La puerta se abrió y mi brazo se deslizo para tomar el del chofer que me ayudaba a bajar, los guardias perfectamente vestidos parecían ser cómplices de todo y sentí vergüenza y rabia en ese momento, me adentre al palacio escoltada por un jovencito perfectamente vestido de etiqueta, subimos por las escaleras y mientras avanzaba mi corazón hacia presión en mi pecho y el aire comenzaba a faltarme llegamos a una enorme puerta la que se abrió y pase, agradecí que no fuera el mismo lugar de aquella noche y me adentre cerrando los ojos, respirando profundo al abrirlos no había nadie y el alma regreso a mi cuerpo…
Arlett no me decía mucho con sus palabras y seguía sin comprender lo que me deseaba decir, la vi levantarse y tomar el diario de mi padre como si y lo hubiera hecho antes, quise detenerla ya que ese libro era sagrado para mí, pero lo que hizo a continuación me dejo como estatua en mi lugar y de mis labios solo salió un – ¡NO! – Ella abrió el diario y entre la tapa y el cuero que la cubría saco unas cartas que iban dirigidas hacia mi… - Esto lo dejo tu padre… y yo soy la que tiene que leértela – la seguridad que emanaba ella me desconcertaba, me hacía sentir tan pequeña como una hormiga sin que seguir… y ahí fue cuando comenzó…
Querida Viola.
Es difícil empezar a escribir una carta que tal vez nunca recibas, siempre he dicho que tengo fe en ti que eres una mujer capaz de hacer muchas cosas, mi hija… tan llevada de sus ideas y demasiado inteligente, pero eso ya lo sabes eres el perfume que nunca nadie podrá recrear, eres la Venus de un sueño que muchos podrán tener pero nadie podrá alcanzarte…
Mis palabras pueden sonar diferentes, difíciles de entender lo sé, pero sigo siendo yo tu padre solo que no puedo en este momento ser yo mismo sabiendo lo que he hecho por ti y para ti.
Cuando cumpliste diez años, fue la época en que mi mundo se vino abajo ese año fue que Arlett llego a nuestras vidas tu no la veías por que ella solo venia por las noches, entendible será ahora para ti el porqué, ella me presento la historia de la familia la mayor parte ya la sabia, somos De Lesseps después de todo y aunque siempre pensé que eran leyendas aburridas ahora sé que no lo son. En realidad existió, Andrews, los mellizos de Lesseps y por su puesto su fiel amante Arlett.
Dicen que el futuro uno lo escribe, pero siempre hay que tener abiertas las posibilidades la historia familiar nos pesa de alguna forma y es por eso que un pacto en silencio hemos hecho con Arlett.
Ese mismo año me vi entre la vida y la muerte de no ser por la vampira y su amigo u amante o lo que sea que es aquel, Frederick. Ellos me salvaron de no morir en manos de un ladrón que entro a la perfumería que me acuchillo y dejo desangrándome, la suerte estuvo de mi lado cuando el hombre entro junto de la compañía de ella, no recuerdo mucho de lo que ocurrió esa noche pero a ellos les debo mi vida, y la tuya también. ¿Por qué la tuya? Porque esa noche tú dormías en el sofá del lugar y el maleante intento secuestrarte… ellos lo detuvieron… Los favores se pagan con favores… siempre he pensado aquello y por eso ofrecí tu mano al hijastro de Frederick…
Viola… se que si estas escuchando esto es porque tu camino no ha sido el correcto, quizás te has enamorado… quizás has conocido y estés con alguien pero tienes que hacer esto por mí, ellos Arlett y Frederick te seguirán los pasos hasta que el pacto se cumpla, y tiene que ser ahora…
Lo siento hija mía…
Antoine de Lesseps…
P.D: esperando que en la eternidad me perdones… tu padre…
No tuvo que decirme más mi protectora y me levante del lugar donde me encontraba sentada, camine en silencio por mi habitación con un nudo en la garganta con ganas de gritar en ese momento, tenía tantas preguntas… pero una se incrusto en mi cabeza y caminando hacia Arlett con gran enfado – Dame su nombre – Dije mirándola con rabia, con angustia… - ¿Y el amor? ¡Que pasa con eso! – le grite quitándole la carta para leerla las lagrimas corrieron por mis mejillas y arrugué con fuerzas aquellas hojas malditas – Yo sabía que te enamorarías de un vampiro, una bruja me dijo tu futuro Viola y has hecho cada cosa que aquella me dijo… te enamoraste de un rey, entregaste tu alma a él… te dejo… conociste a un violinista que te engatuso en sueños que tú misma inventaste… intentaste quitarte la vida y te salvaron las dos personas más cercanas a ti, tu mejor amigo y el violinista que a pesar de que el te ama… nunca podrán estar juntos por que solo lo de ustedes es un sueño… - hizo una pausa tan larga que me dejo pensando en todo lo que ella sabía.. ¿Cómo? Yo no escribía mi vida… no le contaba a nadie ni mucho menos a ella – No… no… yo lo que he hecho con mi vida es porque lo he escogido así – ella pareció sonreír con lo que yo le decía – ¡Niña tonta! Tienes que cumplir con la Dinastía de Lesseps y aunque tus hijos no lleven tu apellido se hará… tienes que procrear… tener hijos ¡¡y con vampiros NUNCA los tendrás!! Y Matt es tu única opción – me acerque con gran enfado a ella y le pegue una bofetada con toda mis fuerzas, la vampira hizo caso omiso a lo que había hecho y me tomo la mano – Lo haces o lo haces… no hay opción.
Un mes después.
Mientras cepillaba mi cabellera roja mi reflejo parecía brillar en el espejo, había llegado el gran día, el día donde conocería a ese tal Matt… sentía todo flotar a mi alrededor los aromas que había impregnado cada rincón de mi habitación lograban mantenerme en calma, con el corazón latiendo y con las loca idea de acabar con mi vida atrás, los sueños continuaban, las pesadillas también mi corazón latía con fuerzas ahora todo parecía un recuerdo. Arlett me había preguntado antes de irme a dormir ¿Qué es el Amor? Y me dolió aquella pregunta después de todas las discusiones, después de todo lo que había pasado, no entendía el porqué… le respondí con un poema que ya parecía lejano a mis oídos que venían de unos labios masculinos que algún día me dijo… aquel rey de corazones que había robado mi alma y me había dejado solamente con mis alas para volar y libre para vivir mi vida… El amor era eso, LIBERTAD, una palabra que me costó entenderla y ahora parecía ser la más racional en toda mi cabeza.
Mis ánimos habían aumentado desde hacía ya un mes casi, pero seguía con la idea que haría todo lo posible para no llevar acabo aquel matrimonio arreglado, lo más probable que el joven también se haya enamorado, tenga una vida diferente y pedía a Dios cada noche que este día no llegara, pero nadie podía detener el tiempo. Arlett me había dejado un vestido rojo con un encaje negro y unos zapatos de taco con incrustaciones en rojo, y me dijo “Cuando conocí a mi esposo vestía con un traje similar… es el mismo de aquel tiempo pero ahora modificado para ti” le agradecí el gesto en realidad no se que pretendía con todo eso, sí que me cayera en gracia todas las molestias que se tomaba, Me vestí en silencio con la ayuda de mi nana, no tenia ánimos de hablar ni siquiera de ir a la perfumería en ese momento lo que me importaba era hacer un plan, nadie tenía el derecho de manejar mi vida ni siquiera mi padre, aquel seria mi pensamiento por el resto de mis días…
La hora había llegado, la reunión seria en uno de los salones del famoso Palacio Royal, que estupidez pensé cuando Arlett me había comentado que estaba todo preparado que ella estaría fuera del salón que habían reservado para este encuentro oculta para que nada saliera de su curso natural, nada había de natural en ese encuentro pactado hacia más de catorce años. Me subí al carruaje y vestida con aquel atuendo que se ajustaba a mi figura me dirigí al palacio que traía a mi recuerdo una de las mejores veladas de mi vida, en realidad la única tan poderosa como para que pueda recordarla desde el momento del primer encuentro.
La puerta se abrió y mi brazo se deslizo para tomar el del chofer que me ayudaba a bajar, los guardias perfectamente vestidos parecían ser cómplices de todo y sentí vergüenza y rabia en ese momento, me adentre al palacio escoltada por un jovencito perfectamente vestido de etiqueta, subimos por las escaleras y mientras avanzaba mi corazón hacia presión en mi pecho y el aire comenzaba a faltarme llegamos a una enorme puerta la que se abrió y pase, agradecí que no fuera el mismo lugar de aquella noche y me adentre cerrando los ojos, respirando profundo al abrirlos no había nadie y el alma regreso a mi cuerpo…
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
- Mensajes : 2531
Fecha de inscripción : 17/06/2010
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Localización : Paris
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Lo que Pactaron en el pasado... [Privado]
por Invitado Sáb Nov 10, 2012 12:50 pm
Nunca le había gustado salir de Inglaterra, mucho menos de su ‘cárcel’, el único lugar donde sentía que podía estar para el mismo sin tener que ser obligado a ser el caballero de sociedad. Fue educado para interpretar un papel en la sociedad, no tenía vida propia, le pertenecía a ese vampiro que de alguna forma se encargó de él durante toda su vida. Una relación fría era más bien la que tenían ambos ya que solo los últimos años le acercaron un poco más a conocer al vampiro y la naturaleza del mismo. Algunas noches hablaban de política, economía y como la vida se hacía cosa fácil para aquellos que ya habían estado demasiado tiempo en este mundo. Sociedades secretas, clanes, manadas, grupos…se organizaba de todo en el presente pero Matt no conocía de esas cosas más que por los mitos o los libros que tanto leía. A fuerza se tuvo que ver atado a un vampiro y afortunadamente fue educado por una bruja. No conocía nada más allá de las fronteras de su país y solo conocía del mundo lo que Frederick le contaba.
Durante los días, Matt aprovechaba que el vampiro durmiera, así escapaba a los campos de paseo o a la ciudad para ir a comprar algunos libros. Era un acumulador de conocimiento, asocial cuando se encontraba a solas, frio y distante de un mundo que veía desde arriba como un experimento de algún ser divino al que llamaban Dios. Tampoco era religioso, no creía más que en el poder, y en como este podría cambiar su destino. Por esta razón estudiaba y practicaba lo más que podía en secreto. No tenía idea que sus enseñanzas eran parte de la magia negra, él lo veía de forma inocente, por esto tuvo una afición particular: los títeres. Compraba el material para construirlos por él mismo y sus mejores trabajos eran sus más amados juguetes. Empezó a querer perfeccionar su arte pero Frederick le dijo que eso no era propio para él, un caballero que debía mejor preocuparse de su futura boda, de traer herederos al mundo como bien se esperaba de él. Matt no lo entendía y un buen día tuvo que encarar a Frederick y pedir explicaciones, esto fue lo que le dijo:
“Eres joven para entender que las fuerzas que rigen en la naturaleza son inexplicables ante los ojos de los humanos. El mundo tiene que tener un equilibro, no todos los mortales pueden dirigir imperios, no todos los mortales pueden encontrar valor para luchar en una guerra. Nosotros, los inmortales, somos quienes dan a tu mundo el equilibrio para que puedas vivir cómodamente, no me lo agradezcas aun. ¿Te preguntas cómo? Vemos todo lo que los demás no ven, estamos en todas las generaciones, como vigilantes. Quizá hasta una especie de ángeles guardianes. Hay algunos de nosotros que se encargan de salvar lo mejor de los mortales para que nunca perezca y lastimosamente para otros el privilegio de la inmortalidad es solo un juego para asesinar o creerse muy fuerte. Tú eres parte de un plan que se ha llevado a cabo por siglos. Aunque soy inmortal no tengo la vida asegurada, te he hablado de las criaturas que son nuestros enemigos por naturaleza y de los cazadores, ¿quién continuara mi labor?, es allí donde tu entras. Tu padre hubiera sido el encargado, era un hombre inteligente y valiente que elegí como el siguiente en recibir mi legado pero él se enamoró de tu madre y destruyo mis planes, tuve que cobrarle la cuenta que el firmo, el pacto, y el pago eres tú.”
De esta forma fue que Matt entendió como se selló su destino. Él no era el ‘elegido’, era simplemente en reemplazo del elegido, su padre. Frederick ni siquiera estaba seguro de que Matt fuera tan valeroso como su padre pero corrió el riesgo de criarlo y educarlo como mejor le pareció. Sin embargo, el tiro le podría salir por la culata, el gran secreto de Matt descansaba en su interior, esperando el momento para atacar y ya sabía cuándo lo haría, solo tenía que esperar un poco más. Fingió que le interesaba escuchar sobre su futura prometida, Frederick le dio una descripción de ella, parecía ser una mujer de esas que los hombres desean pero para Matt el físico era solo una minúscula parte del atractivo. Sus títeres también eran muy finos y de la mejor madera pero por dentro estaban huecos. No pudo evitarlo y en su momento rió ante la comparación de sus muñecos con su futura prometida, ¿sería ella también una especie de autómata?, una criatura con hilos, como él, guiada por la mano de alguien más a ese compromiso que no tenía ni pies ni cabeza aunque Frederick dijera que era algo pactado para que los hijos de ellos fueran los continuadores de la dinastía.
Llegó el día en el que partieron a Paris, dejando la amada tierra de Matt en el pasado, se suponía que iría a encontrar su futuro. Él se preguntaba qué tan bueno sería entrar a una ciudad con tanto conflicto, la monarquía había caído, Robespierre y su guillotina no eran mucho más alentadores, y los nuevos políticos…con la idea de la revolución para añadir más sátira al mundo en el que ya vivían. Frederick estaba de acuerdo con esas posturas, le fascinaba cuando algo nuevo sucedía, decía que era el primer paso para muchos cambios y que debían estar listos para borrar los modelos antiguos de la mente y enfocarse a un futuro construido por el poder del dinero. Matt no decía mucho al respecto, el viaje le fue tedioso, aburrido y largo. En el camino se distraía con sus marionetas y con ese único entretenimiento llego a París.
DOS SEMANAS DESPUES
No había querido ni salir del hotel por no presenciar la decadencia de la raza humana. Frederick estaba insoportable pero más bien no le obligo a salir hasta que llegó el día en que conocería a su prometida, Viola De Lesseps. Uno de los sirvientes le ayudo llevándole la ropa limpia y lustrando sus zapatos. Al final del día parecía que estaba listo para afrontar lo que se le iba a presentar pero solo en la apariencia es que se veía como un respetable señor. Aún creía que era demasiado joven para unirse a una persona de por vida y luego recordó sus planes, nada de eso se llevaría a cabo, nada que él no quisiera. Por el momento solo tenía que actuar y ser implacable. Ni siquiera quería recordar el momento en que de verdad pensó en casarse con una chica, el amor o lo que fuera parecido a ello se le prohibió por tener ese compromiso, una cuenta más que cumplir con aquel que decía ser su protector cuando en realidad era su verdugo.
Un carruaje los esperaba en la puerta del hotel, dos sirvientes les acompañaron, más bien guardaespaldas porque Matt se dio cuenta que ambos eran también vampiros como Frederick. Otro par de sirvientes en cambio estaban destinados a acompañarlos de día, siendo humanos, lo único que tenían que hacer era vigilar a Matt. Como fuera, él no saco la cabeza por la ventana ni tuvo interés en ver la ciudad, poco le importaba lo llamativa que fuera Paris, por lo menos esa noche en que nada le parecía mejorar. Soportar la situación seria parte de su plan porque solo así Frederick no sospecharía nada y creería que él ya estaba resignado a hacer lo que se le decía. Así fue que cuando le dijeron que bajara del carruaje lo hizo, entro a un lugar que parecía ser destinado a las mejores clases de Paris, no se detuvo a ver la decoración ni a los presentes. La expresión en su rostro era fría, su mirada indiferente, su sonrisa intermitente.
Llegaron a un punto en que Frederick se detuvo y le indico que él debía seguir solo y que esperaba que se comportara según lo esperado. Eso lo tomo por sorpresa, Matt creía que estarían reunidos todos y no solo él con su futura esposa, ¿Qué se supone que debía decirle? Aún dubitativo avanzo solo hasta una puerta que un sirviente del lugar abrió en cuanto lo vio llegar. Matt entro a la habitación, un poco oscura, y en el interior vio a una mujer de cabellos rojos, piel pálida, y ojos azules. No lo iba a negar, era hermosa por demás pero no era para él ni él para ella. Respiro profundamente y dio dos pasos más, la puerta se cerró enseguida y quedaron solos mirándose como lo que eran, un par de desconocidos. Matt hizo un gesto con la cabeza desde donde estaba a manera de saludo, una especie de venia.
-Buenas noches madame De Lesseps, espero no haberle hecho esperar demasiado- dijo conservando una postura rígida y una expresión indiferente.
Durante los días, Matt aprovechaba que el vampiro durmiera, así escapaba a los campos de paseo o a la ciudad para ir a comprar algunos libros. Era un acumulador de conocimiento, asocial cuando se encontraba a solas, frio y distante de un mundo que veía desde arriba como un experimento de algún ser divino al que llamaban Dios. Tampoco era religioso, no creía más que en el poder, y en como este podría cambiar su destino. Por esta razón estudiaba y practicaba lo más que podía en secreto. No tenía idea que sus enseñanzas eran parte de la magia negra, él lo veía de forma inocente, por esto tuvo una afición particular: los títeres. Compraba el material para construirlos por él mismo y sus mejores trabajos eran sus más amados juguetes. Empezó a querer perfeccionar su arte pero Frederick le dijo que eso no era propio para él, un caballero que debía mejor preocuparse de su futura boda, de traer herederos al mundo como bien se esperaba de él. Matt no lo entendía y un buen día tuvo que encarar a Frederick y pedir explicaciones, esto fue lo que le dijo:
“Eres joven para entender que las fuerzas que rigen en la naturaleza son inexplicables ante los ojos de los humanos. El mundo tiene que tener un equilibro, no todos los mortales pueden dirigir imperios, no todos los mortales pueden encontrar valor para luchar en una guerra. Nosotros, los inmortales, somos quienes dan a tu mundo el equilibrio para que puedas vivir cómodamente, no me lo agradezcas aun. ¿Te preguntas cómo? Vemos todo lo que los demás no ven, estamos en todas las generaciones, como vigilantes. Quizá hasta una especie de ángeles guardianes. Hay algunos de nosotros que se encargan de salvar lo mejor de los mortales para que nunca perezca y lastimosamente para otros el privilegio de la inmortalidad es solo un juego para asesinar o creerse muy fuerte. Tú eres parte de un plan que se ha llevado a cabo por siglos. Aunque soy inmortal no tengo la vida asegurada, te he hablado de las criaturas que son nuestros enemigos por naturaleza y de los cazadores, ¿quién continuara mi labor?, es allí donde tu entras. Tu padre hubiera sido el encargado, era un hombre inteligente y valiente que elegí como el siguiente en recibir mi legado pero él se enamoró de tu madre y destruyo mis planes, tuve que cobrarle la cuenta que el firmo, el pacto, y el pago eres tú.”
De esta forma fue que Matt entendió como se selló su destino. Él no era el ‘elegido’, era simplemente en reemplazo del elegido, su padre. Frederick ni siquiera estaba seguro de que Matt fuera tan valeroso como su padre pero corrió el riesgo de criarlo y educarlo como mejor le pareció. Sin embargo, el tiro le podría salir por la culata, el gran secreto de Matt descansaba en su interior, esperando el momento para atacar y ya sabía cuándo lo haría, solo tenía que esperar un poco más. Fingió que le interesaba escuchar sobre su futura prometida, Frederick le dio una descripción de ella, parecía ser una mujer de esas que los hombres desean pero para Matt el físico era solo una minúscula parte del atractivo. Sus títeres también eran muy finos y de la mejor madera pero por dentro estaban huecos. No pudo evitarlo y en su momento rió ante la comparación de sus muñecos con su futura prometida, ¿sería ella también una especie de autómata?, una criatura con hilos, como él, guiada por la mano de alguien más a ese compromiso que no tenía ni pies ni cabeza aunque Frederick dijera que era algo pactado para que los hijos de ellos fueran los continuadores de la dinastía.
Llegó el día en el que partieron a Paris, dejando la amada tierra de Matt en el pasado, se suponía que iría a encontrar su futuro. Él se preguntaba qué tan bueno sería entrar a una ciudad con tanto conflicto, la monarquía había caído, Robespierre y su guillotina no eran mucho más alentadores, y los nuevos políticos…con la idea de la revolución para añadir más sátira al mundo en el que ya vivían. Frederick estaba de acuerdo con esas posturas, le fascinaba cuando algo nuevo sucedía, decía que era el primer paso para muchos cambios y que debían estar listos para borrar los modelos antiguos de la mente y enfocarse a un futuro construido por el poder del dinero. Matt no decía mucho al respecto, el viaje le fue tedioso, aburrido y largo. En el camino se distraía con sus marionetas y con ese único entretenimiento llego a París.
DOS SEMANAS DESPUES
No había querido ni salir del hotel por no presenciar la decadencia de la raza humana. Frederick estaba insoportable pero más bien no le obligo a salir hasta que llegó el día en que conocería a su prometida, Viola De Lesseps. Uno de los sirvientes le ayudo llevándole la ropa limpia y lustrando sus zapatos. Al final del día parecía que estaba listo para afrontar lo que se le iba a presentar pero solo en la apariencia es que se veía como un respetable señor. Aún creía que era demasiado joven para unirse a una persona de por vida y luego recordó sus planes, nada de eso se llevaría a cabo, nada que él no quisiera. Por el momento solo tenía que actuar y ser implacable. Ni siquiera quería recordar el momento en que de verdad pensó en casarse con una chica, el amor o lo que fuera parecido a ello se le prohibió por tener ese compromiso, una cuenta más que cumplir con aquel que decía ser su protector cuando en realidad era su verdugo.
Un carruaje los esperaba en la puerta del hotel, dos sirvientes les acompañaron, más bien guardaespaldas porque Matt se dio cuenta que ambos eran también vampiros como Frederick. Otro par de sirvientes en cambio estaban destinados a acompañarlos de día, siendo humanos, lo único que tenían que hacer era vigilar a Matt. Como fuera, él no saco la cabeza por la ventana ni tuvo interés en ver la ciudad, poco le importaba lo llamativa que fuera Paris, por lo menos esa noche en que nada le parecía mejorar. Soportar la situación seria parte de su plan porque solo así Frederick no sospecharía nada y creería que él ya estaba resignado a hacer lo que se le decía. Así fue que cuando le dijeron que bajara del carruaje lo hizo, entro a un lugar que parecía ser destinado a las mejores clases de Paris, no se detuvo a ver la decoración ni a los presentes. La expresión en su rostro era fría, su mirada indiferente, su sonrisa intermitente.
Llegaron a un punto en que Frederick se detuvo y le indico que él debía seguir solo y que esperaba que se comportara según lo esperado. Eso lo tomo por sorpresa, Matt creía que estarían reunidos todos y no solo él con su futura esposa, ¿Qué se supone que debía decirle? Aún dubitativo avanzo solo hasta una puerta que un sirviente del lugar abrió en cuanto lo vio llegar. Matt entro a la habitación, un poco oscura, y en el interior vio a una mujer de cabellos rojos, piel pálida, y ojos azules. No lo iba a negar, era hermosa por demás pero no era para él ni él para ella. Respiro profundamente y dio dos pasos más, la puerta se cerró enseguida y quedaron solos mirándose como lo que eran, un par de desconocidos. Matt hizo un gesto con la cabeza desde donde estaba a manera de saludo, una especie de venia.
-Buenas noches madame De Lesseps, espero no haberle hecho esperar demasiado- dijo conservando una postura rígida y una expresión indiferente.
Invitado- Invitado
Re: Lo que Pactaron en el pasado... [Privado]
por Viola de Lesseps Dom Nov 11, 2012 7:27 pm
Realmente había llegado el momento de conocer a quien tomaría su mano en matrimonio, uno que esperaba nunca fuera llevado a cabo, suspire intentando tranquilizar mi interior, sabía que Arlett estaría atenta a cada paso que diera esa noche, no podía cometer error alguno pero ¿Por qué dejarnos los dos a solas? No entendía, algo había planeado en todo ese espectáculo, porque no era más que eso un show donde me tocaba ser protagonista, no tenía ganas de sentarme, ni siquiera de probar algún aperitivo, estaba nerviosa a decir verdad no quería nada, ni siquiera pensar en todo el martirio que comenzaría cuando entrara por esa puerta el hombre. Matt Knoxville, ni mirarme a un espejo quería, en otra circunstancia me hubiera preocupado al cien por mi aspecto pero realmente ahora no, mi protectora se había encargado de todo, sabía que prácticamente todo este cambio me había afectado pero…
Pestañee una vez cuando sentí la puerta abrir y hacia el interior se asomo aquella silueta masculina, baje la mirada en ese segundo quería salir corriendo de ese lugar ¡YA! Y perderme en el bosque, buscar un lugar en el mundo donde en realidad pudiera vivir, pero de alguna forma sabia que ella me encontraría. Le mire de pies a cabeza, andaba buscando algo en el, algo que sinceramente no encontré ¿Qué buscaba? ¡¡UN MILAGRO!! Si aquello gritaba en mi interior, el joven saludo cordialmente no esperaba menos de él, sinceramente no esperaba nada, para que aparentar ser que nos agradábamos si ni siquiera nos habíamos conocido antes ¿o sí?, di un paso hacia él y con toda la cordialidad hice una pequeña venia – Monsieur Knoxville, no se preocupe hacia pocos minutos que había llegado - ¿Cuánto era? No lo quería saber. Realmente no sabía que mas decirle si ir directo a lo que nos había traído hasta aquí, le quede mirando tenia buen porte, parecía elegante y educado, pero caras vemos, corazones no sabemos…
Suspire notoriamente el silencio no era incomodo, ya que no teníamos por qué hablar ¿ o no?, en eso entro un sirviente con una bandeja y dos copas de vino burbujeante, mire a mi acompañante y luego al sirviente, con una sonrisa falsa tome la copa entre mis manos – Monsieur, creo que esto es tan incomodo para usted como para mí – comencé hablar, quería acabar luego con esto, pose mis labios en la copa y di un pequeño sorbo – No sé cuando se haya enterado usted de este “Acuerdo pactado por nuestros… tutores” – hice un gesto con mis manos cuando pronuncie la última frase, me daba pena tratar así a mi padre pero él me había jugado mal. – Pero creo que… - suspire y abrí mis ojos bien abiertos, en ningún momento me había puesto a pensar en el nombre de él, ni mucho menos en mi vida en Londres pase saliva tome otro sorbo de aquel brebaje - ¿No nos habíamos visto antes cierto? – las ideas bombardearon mi cabeza imágenes tras imágenes aguarde silencio porque en realidad ya parecía una tonta.
Avance por el lugar dando pequeños pasos – Esto, no puede ser… No me casare con usted Monsieur – fui directa, era lo que sentía y dudaba que él quisiera contraer matrimonio con una desconocida, me apronte a un sofá y tome asiento si teníamos que estar toda la velada en silencio lo haría, no tenía interés en saber de él, eso era cierto tenía una “Vida” necesitaba centrarme en mi trabajo en encontrar… no, yo no podía encontrar a nadie porque mi corazón estaba muerto, latía sí, pero solo para filtrar mi sangre y mantenerme con vida, ya que claro estaba que nadie quería verme muerta. Tome aire profundamente, no tenia más que decir de lo que había mencionado. ¿Dónde quedaba el amor? Era la pregunta que pasaba por mi cabeza mientras mi mano derecha acariciaba mis cabellos y mi mirada se perdía en la cristalería que había en el techo de aquel salón. Baje la mirada esperando que Arlett entrara o que alguien entrara al lugar y me sacara de ahí, pero sabía que nadie lo haría era una conspiración en contra de ambos. Lo mire a él - ¿Cómo se enteró de este compromiso? – pregunte, solo había movido mis ojos mi rostro permanecía quieto en una dirección recta, no diría mas no había por qué saber más de lo que ya sabíamos ¿o no?, idearía un plan para que el día de “Nuestro Matrimonio” no se llevara a cabo.
Pestañee una vez cuando sentí la puerta abrir y hacia el interior se asomo aquella silueta masculina, baje la mirada en ese segundo quería salir corriendo de ese lugar ¡YA! Y perderme en el bosque, buscar un lugar en el mundo donde en realidad pudiera vivir, pero de alguna forma sabia que ella me encontraría. Le mire de pies a cabeza, andaba buscando algo en el, algo que sinceramente no encontré ¿Qué buscaba? ¡¡UN MILAGRO!! Si aquello gritaba en mi interior, el joven saludo cordialmente no esperaba menos de él, sinceramente no esperaba nada, para que aparentar ser que nos agradábamos si ni siquiera nos habíamos conocido antes ¿o sí?, di un paso hacia él y con toda la cordialidad hice una pequeña venia – Monsieur Knoxville, no se preocupe hacia pocos minutos que había llegado - ¿Cuánto era? No lo quería saber. Realmente no sabía que mas decirle si ir directo a lo que nos había traído hasta aquí, le quede mirando tenia buen porte, parecía elegante y educado, pero caras vemos, corazones no sabemos…
Suspire notoriamente el silencio no era incomodo, ya que no teníamos por qué hablar ¿ o no?, en eso entro un sirviente con una bandeja y dos copas de vino burbujeante, mire a mi acompañante y luego al sirviente, con una sonrisa falsa tome la copa entre mis manos – Monsieur, creo que esto es tan incomodo para usted como para mí – comencé hablar, quería acabar luego con esto, pose mis labios en la copa y di un pequeño sorbo – No sé cuando se haya enterado usted de este “Acuerdo pactado por nuestros… tutores” – hice un gesto con mis manos cuando pronuncie la última frase, me daba pena tratar así a mi padre pero él me había jugado mal. – Pero creo que… - suspire y abrí mis ojos bien abiertos, en ningún momento me había puesto a pensar en el nombre de él, ni mucho menos en mi vida en Londres pase saliva tome otro sorbo de aquel brebaje - ¿No nos habíamos visto antes cierto? – las ideas bombardearon mi cabeza imágenes tras imágenes aguarde silencio porque en realidad ya parecía una tonta.
Avance por el lugar dando pequeños pasos – Esto, no puede ser… No me casare con usted Monsieur – fui directa, era lo que sentía y dudaba que él quisiera contraer matrimonio con una desconocida, me apronte a un sofá y tome asiento si teníamos que estar toda la velada en silencio lo haría, no tenía interés en saber de él, eso era cierto tenía una “Vida” necesitaba centrarme en mi trabajo en encontrar… no, yo no podía encontrar a nadie porque mi corazón estaba muerto, latía sí, pero solo para filtrar mi sangre y mantenerme con vida, ya que claro estaba que nadie quería verme muerta. Tome aire profundamente, no tenia más que decir de lo que había mencionado. ¿Dónde quedaba el amor? Era la pregunta que pasaba por mi cabeza mientras mi mano derecha acariciaba mis cabellos y mi mirada se perdía en la cristalería que había en el techo de aquel salón. Baje la mirada esperando que Arlett entrara o que alguien entrara al lugar y me sacara de ahí, pero sabía que nadie lo haría era una conspiración en contra de ambos. Lo mire a él - ¿Cómo se enteró de este compromiso? – pregunte, solo había movido mis ojos mi rostro permanecía quieto en una dirección recta, no diría mas no había por qué saber más de lo que ya sabíamos ¿o no?, idearía un plan para que el día de “Nuestro Matrimonio” no se llevara a cabo.
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
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Re: Lo que Pactaron en el pasado... [Privado]
por Invitado Dom Dic 16, 2012 7:25 am
Recordaba al pie de la letras las recomendaciones de su tutor, sabía que en es ese lugar encontraría a su futura ‘esposa’ y sabía como tenía que actuar. Años de práctica y meditación profunda, no era un psicólogo, sin embargo podía dar una respuesta a cada tipo de comportamiento hasta la fecha analizado. ¿Qué le esperaba?, una mujer, no le importaba mucho su apariencia. ¿Inteligente?, tampoco le importaba porque Matt solo pensaba en sus planes y para llegar a concluirlos se necesitaba paciencia y talento para actuar. Esa noche tenía que ser el prometido de alguien, un caballero, el juguete de un vampiro que espera lograr algo a través de él. Hasta cierto punto era divertida aquella situación ya que él se hacía ver como un buen partido, fiel a los deseos de los demás, sin que una palabra en contra saliera por sus labios. Sin duda, cuando llegara el momento de presentarse tal cual, todas las cosas darían un giro favorable para él y se complacería en presenciarlo.
Pensando en ello y animándose a seguir con su plan, entro a la sala donde la mujer lo esperaba, donde se suponía tenía que conocerla. Sus primeras preguntas fueron respondidas en parte. La vio de pies a cabeza, analizándola, y se dio cuenta que era una mujer muy atractiva, quizá más de lo que hubiera imaginado pero a él no le movían fácilmente los impulsos carnales. Lamentaba no tener un hilo de saliva cayendo por los labios a causa de la belleza presente o quizá no lo lamentaba tanto. De cualquier forma, lo que importaba era el ‘satisfacer’ los planes de su tutor y para eso no era nada malo por lo que se pondría en el papel de novio que espera el mejor matrimonio entre las dos familias. Respondió al saludo de Viola De Lesseps inclinando el rostro levemente y luego sus miradas se cruzaron por unos efímeros segundos ya que fueron interrumpidos por un sirviente portando una bandeja con dos copas de vino.
-Es grato ver el esfuerzo puesto en este encuentro. ¿Será que esperan que brindemos?- dijo más para sí mismo que para su compañera de tragedia. Ella parecía nerviosa o incomoda en su presencia y tras unos minutos lo admitió. Matt tomó la copa, dio un sorbo brindando por él mismo, aunque no lo dijera en voz alta, y luego sonrió lo más amigable que pudo. Acto número uno. –No se preocupe por alguna incomodidad madame De Lesseps, yo en su presencia me siento honrado, creo que el acuerdo pactado es un destino que debemos obedecer- dijo sin preocupación alguna como si él estuviera totalmente de acuerdo con el arreglo. A lo mejor podía ponerse de parte de ella, decirle que tampoco quería casarse ni mucho menos tener hijos para una dinastía casi muerta, pero si lo hacía solo provocaría que la mirada de su tutor fuera mucho más vigilante sobre él. Si quería desviar la atención era mejor que lo hiciera hacia la dama presente.
-La mente es frágil, disculpadme si no recuerdo haberla visto antes, seguramente recordaría un rostro tan peculiar como el suyo- prosiguió y dio otro sorbo a su copa, vino fino, por lo menos el mejor compañero que había encontrado esa noche. Mientras veía como Viola avanzaba por el lugar con cortos pasos, como buscando una explicación razonable a ese encuentro, y por supuesto que no lo había. De pronto, la inescrutable verdad, su deseo por no casarse. Matt volvió a sonreir un tanto más leve y la miro fijamente –Es una pena madame, yo no quisiera obligarla a esto, pero creo que nos veremos por el resto de nuestras vidas. Vea el lado bueno, por lo menos no somos eternos…como ellos- dijo refiriéndose a sus captores/tutores/maestros o lo que fueran.
Esperaba un ataque de pánico inmediato pero en lugar de eso la mujer se calmó y empezó a jugar con sus cabellos luego de sentarse en un sofá. A lo mejor se daba cuenta que los deseos propios no importaban en ese acuerdo. El nacimiento de ambos había estado marcado por la presencia de dos seres de la noche, lamentablemente, que tenían control total sobre sus vidas. Digamos que ambos se sometían a los mandatos de los vampiros, él por estrategia y ella…no sabía por qué. Le daba pena tener que sacrificar a una joven para sus propósitos pero no podía ser benévolo en su posición. Entonces la mirada de la mujer se posó sobré él y hubo una correspondencia inmediata. No había amor entre ellos, cualquiera que los viera podía decirlo de buenas a primeras, pero había una especie de complicidad por encontrarse ambos en la misma cárcel. –Me enteré hace un tiempo, cuando planeaba cortejar a una dama de Inglaterra, entonces se me prohibió incurrir en esa actitud ya que mi vida le pertenece a la suya por convenio- dijo sin importarle ser sincero al respecto. Ambos no eran jóvenes entrando a la edad adulta, ya eran adultos, por lo que Matt pudo imaginar que no era el primer hombre en la vida de Viola, como ella no era la primera mujer en la suya. Esos detalles eran lo de menos pues de cualquier forma en la realidad no se vivía de los sueños.
Pensando en ello y animándose a seguir con su plan, entro a la sala donde la mujer lo esperaba, donde se suponía tenía que conocerla. Sus primeras preguntas fueron respondidas en parte. La vio de pies a cabeza, analizándola, y se dio cuenta que era una mujer muy atractiva, quizá más de lo que hubiera imaginado pero a él no le movían fácilmente los impulsos carnales. Lamentaba no tener un hilo de saliva cayendo por los labios a causa de la belleza presente o quizá no lo lamentaba tanto. De cualquier forma, lo que importaba era el ‘satisfacer’ los planes de su tutor y para eso no era nada malo por lo que se pondría en el papel de novio que espera el mejor matrimonio entre las dos familias. Respondió al saludo de Viola De Lesseps inclinando el rostro levemente y luego sus miradas se cruzaron por unos efímeros segundos ya que fueron interrumpidos por un sirviente portando una bandeja con dos copas de vino.
-Es grato ver el esfuerzo puesto en este encuentro. ¿Será que esperan que brindemos?- dijo más para sí mismo que para su compañera de tragedia. Ella parecía nerviosa o incomoda en su presencia y tras unos minutos lo admitió. Matt tomó la copa, dio un sorbo brindando por él mismo, aunque no lo dijera en voz alta, y luego sonrió lo más amigable que pudo. Acto número uno. –No se preocupe por alguna incomodidad madame De Lesseps, yo en su presencia me siento honrado, creo que el acuerdo pactado es un destino que debemos obedecer- dijo sin preocupación alguna como si él estuviera totalmente de acuerdo con el arreglo. A lo mejor podía ponerse de parte de ella, decirle que tampoco quería casarse ni mucho menos tener hijos para una dinastía casi muerta, pero si lo hacía solo provocaría que la mirada de su tutor fuera mucho más vigilante sobre él. Si quería desviar la atención era mejor que lo hiciera hacia la dama presente.
-La mente es frágil, disculpadme si no recuerdo haberla visto antes, seguramente recordaría un rostro tan peculiar como el suyo- prosiguió y dio otro sorbo a su copa, vino fino, por lo menos el mejor compañero que había encontrado esa noche. Mientras veía como Viola avanzaba por el lugar con cortos pasos, como buscando una explicación razonable a ese encuentro, y por supuesto que no lo había. De pronto, la inescrutable verdad, su deseo por no casarse. Matt volvió a sonreir un tanto más leve y la miro fijamente –Es una pena madame, yo no quisiera obligarla a esto, pero creo que nos veremos por el resto de nuestras vidas. Vea el lado bueno, por lo menos no somos eternos…como ellos- dijo refiriéndose a sus captores/tutores/maestros o lo que fueran.
Esperaba un ataque de pánico inmediato pero en lugar de eso la mujer se calmó y empezó a jugar con sus cabellos luego de sentarse en un sofá. A lo mejor se daba cuenta que los deseos propios no importaban en ese acuerdo. El nacimiento de ambos había estado marcado por la presencia de dos seres de la noche, lamentablemente, que tenían control total sobre sus vidas. Digamos que ambos se sometían a los mandatos de los vampiros, él por estrategia y ella…no sabía por qué. Le daba pena tener que sacrificar a una joven para sus propósitos pero no podía ser benévolo en su posición. Entonces la mirada de la mujer se posó sobré él y hubo una correspondencia inmediata. No había amor entre ellos, cualquiera que los viera podía decirlo de buenas a primeras, pero había una especie de complicidad por encontrarse ambos en la misma cárcel. –Me enteré hace un tiempo, cuando planeaba cortejar a una dama de Inglaterra, entonces se me prohibió incurrir en esa actitud ya que mi vida le pertenece a la suya por convenio- dijo sin importarle ser sincero al respecto. Ambos no eran jóvenes entrando a la edad adulta, ya eran adultos, por lo que Matt pudo imaginar que no era el primer hombre en la vida de Viola, como ella no era la primera mujer en la suya. Esos detalles eran lo de menos pues de cualquier forma en la realidad no se vivía de los sueños.
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Re: Lo que Pactaron en el pasado... [Privado]
por Viola de Lesseps Sáb Ene 05, 2013 11:25 pm
Algo me incomodaba más que aquel encuentro más que aquella cita sin conocer a mi acompañante, mientras los segundos pasaban tan lentos en ese momento, mientras mis silencios se fueron alargando en mi cabeza formulaba preguntas y más preguntas para Arlett pronto tendríamos una conversación más que seria, peor que la ultima vez, no me había dicho todo claro estaba habían faltantes en toda la historia, y ella tenía las respuestas. Mire a joven su tranquilidad me inquietaba de una manera sobrenatural, ¡Como podía mostrarse tan tranquilo ante tal barbaridad!, no lo sabría ni hoy ni nunca. Sus palabras eran formuladas con una claridad que me sorprendía. ¡Si! Aun podía sorprenderme después de aquel pacto, volví a beber sin siquiera degustar como lo haría en cualquier encuentro normal, mi cabeza estaba perdida en algún lugar de aquel palacio, en algún rincón que no deseaba recordar. Me tenía prohibido siquiera pensar en aquello.
Busque en la sala alguna idea, algo que decir, que hacer, sabía que fuera me esperaría ella, no dejaba nada al Azahar la conocía demasiado bien como para dejarnos solo así nada más. Moví mi cabeza de lado a lado – Es una tontería, tener que sacrificarnos por algo que no nos compete – seguiría con mi idea, el con sus últimas palabras me había dicho indirectamente que tampoco deseaba aquello - Es todo lamentable, insano, fuera de lo normal – suspire cerrando los ojos y moviendo mi cabeza en negativa – Pero nada es normal viniendo de personas como ellos – claro estaba que los vampiros no tenían nada de común, eternidad pensé – Hasta que la muerte nos separe – aquella frase sonaba casi como un deleite en mis labios, siempre podría acabar con mi vida y terminar con el plan de la familia, pero no podía, estaba bajo amenaza simplemente todo estaba descartado.
Hasta ese momento solo había pensado en mí, en mis sentimientos, en mi mundo, en mi familia, en un apellido que no me pertenecía. En todo… ¿Qué había de él? - Lamento tener que atarlo a mi vida – y ahí estaba yo hablando, disculpándome por algo que no había provocado, maldita la hora que había nacido mujer. Deje a copa sobre una mesita a un lado del sofá y acomode mi vestido acariciando los pliegues de manera suave, sin pensar en nada en concreto. No deseaba eso, no deseaba nada en ese momento. – Siempre podremos separarnos – dije tontamente, más que nada en ese momento estaba preocupada, por mi futuro, por mi perfumería, por mi mansión, por ¡Darla y August! Mis criados ellos lo sabían y nunca me dijeron nada, me criaron para… para esto… ¿En qué momento de mi vida deje de vivirla? Para eso si tenía una respuesta, el momento que me entere de esta verdad, donde habían pintado mi futuro sin siquiera preguntar qué era lo que deseaba.
Toda atadura puede cortarse, tampoco deseo que “lo nuestro” sea una condena – aquella frase “lo nuestro” la pronuncie en un perfecto francés, pero a final de cuentas estábamos atados por el destino uno que ninguno deseo, ni desearíamos. Estábamos ambos, en posiciones diferentes, el… el parecía tan educado que me daba rabia, pero detrás de todo gran pacto había alguien planeando detrás en nuestro caso aquellos vampiros que tenían todo claro, pero algo se les escapaba de las manos y ese algo era lo que yo buscaría, todo laberinto tenía una salida y este no era la excepción, si tenía que casarme lo haría, mas todo el mundo sabría el descontento, todos sabrían que esto era arreglado en realidad no me importaba, mi sueño había sido roto aun antes de soñarlo.
Condenada a un pacto antiguo, a un simple favor… ¿Por qué? Por más que buscaba en mi cabeza no había nada, mi vida era perfecta hasta que me entere de aquel compromiso arreglado, yo y el no compartíamos nada, nunca nos habíamos visto, ni siquiera… lo amaba, no… no pensar en ese momento no me estaba gustando para nada, pero tampoco quería parecer la niña tonta, ya ni siquiera sabía qué hacer. No era momento de celebrar, si querían que nos conociéramos ya listo el se había presentado y yo también. No había interés por ninguno se notaba en el ambiente y por más que nuestros tutores quisieran hacer algo ameno nunca seria así… Silencio y mas silencio… hablar sinceramente no sabía que decir era como si me hubieran comido la lengua, mi cabeza soltaba ideas poco claras – Creo que será una corta velada – solté el aire contenido en mis pulmones, no podía dar nada de mí y era sincera en cada palabra que salía de mis labios, no había por qué mentir, ni que ocultar, nada humano nos unía.
Busque en la sala alguna idea, algo que decir, que hacer, sabía que fuera me esperaría ella, no dejaba nada al Azahar la conocía demasiado bien como para dejarnos solo así nada más. Moví mi cabeza de lado a lado – Es una tontería, tener que sacrificarnos por algo que no nos compete – seguiría con mi idea, el con sus últimas palabras me había dicho indirectamente que tampoco deseaba aquello - Es todo lamentable, insano, fuera de lo normal – suspire cerrando los ojos y moviendo mi cabeza en negativa – Pero nada es normal viniendo de personas como ellos – claro estaba que los vampiros no tenían nada de común, eternidad pensé – Hasta que la muerte nos separe – aquella frase sonaba casi como un deleite en mis labios, siempre podría acabar con mi vida y terminar con el plan de la familia, pero no podía, estaba bajo amenaza simplemente todo estaba descartado.
Hasta ese momento solo había pensado en mí, en mis sentimientos, en mi mundo, en mi familia, en un apellido que no me pertenecía. En todo… ¿Qué había de él? - Lamento tener que atarlo a mi vida – y ahí estaba yo hablando, disculpándome por algo que no había provocado, maldita la hora que había nacido mujer. Deje a copa sobre una mesita a un lado del sofá y acomode mi vestido acariciando los pliegues de manera suave, sin pensar en nada en concreto. No deseaba eso, no deseaba nada en ese momento. – Siempre podremos separarnos – dije tontamente, más que nada en ese momento estaba preocupada, por mi futuro, por mi perfumería, por mi mansión, por ¡Darla y August! Mis criados ellos lo sabían y nunca me dijeron nada, me criaron para… para esto… ¿En qué momento de mi vida deje de vivirla? Para eso si tenía una respuesta, el momento que me entere de esta verdad, donde habían pintado mi futuro sin siquiera preguntar qué era lo que deseaba.
Toda atadura puede cortarse, tampoco deseo que “lo nuestro” sea una condena – aquella frase “lo nuestro” la pronuncie en un perfecto francés, pero a final de cuentas estábamos atados por el destino uno que ninguno deseo, ni desearíamos. Estábamos ambos, en posiciones diferentes, el… el parecía tan educado que me daba rabia, pero detrás de todo gran pacto había alguien planeando detrás en nuestro caso aquellos vampiros que tenían todo claro, pero algo se les escapaba de las manos y ese algo era lo que yo buscaría, todo laberinto tenía una salida y este no era la excepción, si tenía que casarme lo haría, mas todo el mundo sabría el descontento, todos sabrían que esto era arreglado en realidad no me importaba, mi sueño había sido roto aun antes de soñarlo.
Condenada a un pacto antiguo, a un simple favor… ¿Por qué? Por más que buscaba en mi cabeza no había nada, mi vida era perfecta hasta que me entere de aquel compromiso arreglado, yo y el no compartíamos nada, nunca nos habíamos visto, ni siquiera… lo amaba, no… no pensar en ese momento no me estaba gustando para nada, pero tampoco quería parecer la niña tonta, ya ni siquiera sabía qué hacer. No era momento de celebrar, si querían que nos conociéramos ya listo el se había presentado y yo también. No había interés por ninguno se notaba en el ambiente y por más que nuestros tutores quisieran hacer algo ameno nunca seria así… Silencio y mas silencio… hablar sinceramente no sabía que decir era como si me hubieran comido la lengua, mi cabeza soltaba ideas poco claras – Creo que será una corta velada – solté el aire contenido en mis pulmones, no podía dar nada de mí y era sincera en cada palabra que salía de mis labios, no había por qué mentir, ni que ocultar, nada humano nos unía.
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Re: Lo que Pactaron en el pasado... [Privado]
por Invitado Sáb Ene 12, 2013 3:00 pm
Se vio cumpliendo los planes que otros hicieron para él o, mejor dicho, siguiendo la corriente hasta que llegara el momento de tomar los hilos de su destino por cuenta propia. Los dramas que se estaba haciendo su futura prometida le tenían sin cuidado porque no le importaba en lo más mínimo pensar en algo cuyo final estaba escrito sin que los demás lo supieran. Por poco y niega con la cabeza al escuchar las quejas de Viola De Lesseps pero se contuvo y se mantuvo tranquilo todo el tiempo como si toda sensibilidad humana fuera desprovista de su ser, aunque no estaba muy lejos de ser así. –Madame creo que el tinte dramático deberíamos dejarlo para las obras de los poetas. Las cosas son como son y se equivoca, es algo muy normal en nuestra época el que se pacten matrimonios entre familias, lo ha sido desde hace mucho tiempo- afirmó mirándola como si estuviera tratando con una niña y no con una mujer. En esos casos tenían que portarse inteligentes y ceder porque la negación solo les traería desgracias de parte de los dos inmortales que controlaban sus vidas. Matt era de esos que esperaba el momento idóneo para atacar pero al parecer su futura esposa era mucho más sensible.
Bebió de su copa y jugo un poco con el contenido en su boca hasta que finalmente lo tragó, no sentía un sabor ni dulce ni amargo, igual que como sucedía en esa situación. Luego de lo dicho, la De Lesseps quiso saber de él y lo más tierno de todo eran sus palabras de consuelo por tener que atarlo a su vida. Su el vino hubiera estado en su boca quizás lo hubiera escupido por la risa causada pero solo una voz en su cabeza se reía por lo dicho mientras el curvaba una sonrisa serena en el rostro –No lo lamente madame, usted debe preocuparse más por usted porque es quién cargara al hijo que ellos quieren tener. Mi trabajo es poner mi semilla en su interior y prestar mi nombre, como comprenderá, no es tarea difícil- dijo fríamente como si no le importara nada de lo que estaban hablando. –Y en cuanto a separación siempre tendré los mismos deseos que usted pero dudo que quienes nos juntaron lo tengan- finalizo y parecía que estaba jugando del lado de los vampiros pero solo estaba dándoles lo que ellos querían porque las paredes de ese lugar tenían oídos aunque los rostros no pudieran ser vistos por ojos humanos.
Viola, por su parte, jugaba el papel que su conciencia le mandaba y continuaba tratando de calmar esa reunión con la esperanza de una ruptura. Con o sin ella le daba igual por el momento. Terminó el contenido de su copa y luego dejó a esta sobre la mesa donde la misma Viola había dejado segundos antes la suya. No sabía que más decir porque no calmaría las ansias de la joven. En lugar de decir algo se fue al lado de ella, la tomo de la mano y la miro fijamente, sus ojos azules eran increíblemente bellos pero lastimosamente no podían hipnotizar a alguien sin ningún sentimiento como él. –Tranquila, de nada le servirá planear algo que no tendrá frutos. Lo nuestro es solo un pacto y nada más, no nos obligaran a amarnos y yo no la haré mi prisionera. Si usted ama a alguien más siéntase libre de amarlo porque mi mano no se pondrá en medio- dijo y luego le soltó la mano. Matt sabía que tarde o temprano de todas formas se casarían y no quería alargar mucho el compromiso por la sensibilidad de la mujer. Él necesitaba que llegara el día de la boda o incluso después de esta para poder ejecutar sus planes y poder librarse de su tutor.
Amores y desamores ajenos le tenían sin cuidado. Su futura esposa podía amar a quien le diera la gana pues Matt no sentía a ella más obligación que la que se siente por condescendencia. Lo que esperaba de todo eso era que su tutor llegara a confiar tanto en el que bajara la guardia. No sabía nada de la otra mujer, de la famosa Arlett, pero si se interponía en su camino también tendría que librarse de ella. Extraños eran los caminos que lo llevaron a Paris pero más extraños serían los poderes que en esa ciudad liberaría, su secreto, su magia. Nadie más que él sabía que poseía dentro de la manga y solo por eso tenía que actuar por cuenta propia, sin que le importara Viola, ni nadie más.
Bebió de su copa y jugo un poco con el contenido en su boca hasta que finalmente lo tragó, no sentía un sabor ni dulce ni amargo, igual que como sucedía en esa situación. Luego de lo dicho, la De Lesseps quiso saber de él y lo más tierno de todo eran sus palabras de consuelo por tener que atarlo a su vida. Su el vino hubiera estado en su boca quizás lo hubiera escupido por la risa causada pero solo una voz en su cabeza se reía por lo dicho mientras el curvaba una sonrisa serena en el rostro –No lo lamente madame, usted debe preocuparse más por usted porque es quién cargara al hijo que ellos quieren tener. Mi trabajo es poner mi semilla en su interior y prestar mi nombre, como comprenderá, no es tarea difícil- dijo fríamente como si no le importara nada de lo que estaban hablando. –Y en cuanto a separación siempre tendré los mismos deseos que usted pero dudo que quienes nos juntaron lo tengan- finalizo y parecía que estaba jugando del lado de los vampiros pero solo estaba dándoles lo que ellos querían porque las paredes de ese lugar tenían oídos aunque los rostros no pudieran ser vistos por ojos humanos.
Viola, por su parte, jugaba el papel que su conciencia le mandaba y continuaba tratando de calmar esa reunión con la esperanza de una ruptura. Con o sin ella le daba igual por el momento. Terminó el contenido de su copa y luego dejó a esta sobre la mesa donde la misma Viola había dejado segundos antes la suya. No sabía que más decir porque no calmaría las ansias de la joven. En lugar de decir algo se fue al lado de ella, la tomo de la mano y la miro fijamente, sus ojos azules eran increíblemente bellos pero lastimosamente no podían hipnotizar a alguien sin ningún sentimiento como él. –Tranquila, de nada le servirá planear algo que no tendrá frutos. Lo nuestro es solo un pacto y nada más, no nos obligaran a amarnos y yo no la haré mi prisionera. Si usted ama a alguien más siéntase libre de amarlo porque mi mano no se pondrá en medio- dijo y luego le soltó la mano. Matt sabía que tarde o temprano de todas formas se casarían y no quería alargar mucho el compromiso por la sensibilidad de la mujer. Él necesitaba que llegara el día de la boda o incluso después de esta para poder ejecutar sus planes y poder librarse de su tutor.
Amores y desamores ajenos le tenían sin cuidado. Su futura esposa podía amar a quien le diera la gana pues Matt no sentía a ella más obligación que la que se siente por condescendencia. Lo que esperaba de todo eso era que su tutor llegara a confiar tanto en el que bajara la guardia. No sabía nada de la otra mujer, de la famosa Arlett, pero si se interponía en su camino también tendría que librarse de ella. Extraños eran los caminos que lo llevaron a Paris pero más extraños serían los poderes que en esa ciudad liberaría, su secreto, su magia. Nadie más que él sabía que poseía dentro de la manga y solo por eso tenía que actuar por cuenta propia, sin que le importara Viola, ni nadie más.
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