AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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You were in the darkness too So I stayed in the darkness with you [Natthan]
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You were in the darkness too So I stayed in the darkness with you [Natthan]
Aquel día no iba a ser diferente a otro día, los quehaceres diarios eran rutinarios, pero esa mañana no iba a ser solo un día normal, esa mañana Yude, había ido a visitarla, contándole de una boda que se celebraría, era normal que entre los gitanos de una misma comunidad se conocieran, y como era de esperarse todos estaban invitados, la cara de Leena mostraba su apatía aunque sus palabras fueran lo contrario a lo que expresaba era muy mala mentirosa, además de que Yude la conocía mejor que nadie.
Intentaba zafarse del compromiso poniendo excusas que ni ella misma se creía, pero terminó aceptando, esa tarde se había puesto lo mejor que encontró en su pequeño closet de madera desgastada, una falda de color verde, una de sus favoritas.
La zona de carretas de los gitanos se viste de colores, los adornos coloridos, los preparativos, los exquisitos olores de comida que llenaban el lugar, podría decirse que los gitanos eran una comunidad pobre pero en sus bodas no lo parecían, llenando largos tablones de comida de todo tipo, desde lo más simple manzanas cortadas en trozos hasta lo más extravagante, un pavo cocinado, la comida suficiente para que una boda como en aquella ocasión, conocía a la novia de cuando más pequeñas, pero como siempre era por Yude realmente que era mucho más amigable y sociable que Leena.
- Cuando te cases será más grande que esta boda – aseguro Yude, Leena solamente reía y negaba con la cabeza, antes de poder contestarle su pensamiento sobre casarse el amor, y todas esas cosas que a Leena no le interesaban, la música hizo su aparición haciendo saber que los bailes habían comenzando, excusa perfecta para evitar ese tema.
– mejor vamos a bailar - jaló a su acompañante hasta el centro del lugar para comenzar a danzar con ella, primero dando vueltas como niñas jugando y es que lo eran, aun cuando una de ellas estaba casada y la otra tenia una vida diferente eran unas niñas que les gustaba divertirse, miraba a su alrededor cada tanto, nuevos rostros, pero tampoco era algo que le sorprendiera en aquella comunidad entraban tantos como se iban, era la naturaleza del gitano, ser nómada, conociendo nuevos lugares, haciendo nuevos amigos, solo algunos sentaban cabeza en aquella ciudad, muchos se iban y volvían a Paris, la ciudad de los milagros.
Intentaba zafarse del compromiso poniendo excusas que ni ella misma se creía, pero terminó aceptando, esa tarde se había puesto lo mejor que encontró en su pequeño closet de madera desgastada, una falda de color verde, una de sus favoritas.
La zona de carretas de los gitanos se viste de colores, los adornos coloridos, los preparativos, los exquisitos olores de comida que llenaban el lugar, podría decirse que los gitanos eran una comunidad pobre pero en sus bodas no lo parecían, llenando largos tablones de comida de todo tipo, desde lo más simple manzanas cortadas en trozos hasta lo más extravagante, un pavo cocinado, la comida suficiente para que una boda como en aquella ocasión, conocía a la novia de cuando más pequeñas, pero como siempre era por Yude realmente que era mucho más amigable y sociable que Leena.
- Cuando te cases será más grande que esta boda – aseguro Yude, Leena solamente reía y negaba con la cabeza, antes de poder contestarle su pensamiento sobre casarse el amor, y todas esas cosas que a Leena no le interesaban, la música hizo su aparición haciendo saber que los bailes habían comenzando, excusa perfecta para evitar ese tema.
– mejor vamos a bailar - jaló a su acompañante hasta el centro del lugar para comenzar a danzar con ella, primero dando vueltas como niñas jugando y es que lo eran, aun cuando una de ellas estaba casada y la otra tenia una vida diferente eran unas niñas que les gustaba divertirse, miraba a su alrededor cada tanto, nuevos rostros, pero tampoco era algo que le sorprendiera en aquella comunidad entraban tantos como se iban, era la naturaleza del gitano, ser nómada, conociendo nuevos lugares, haciendo nuevos amigos, solo algunos sentaban cabeza en aquella ciudad, muchos se iban y volvían a Paris, la ciudad de los milagros.
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Re: You were in the darkness too So I stayed in the darkness with you [Natthan]
Fiesta, la mejor palabra que podría llegar a sus oídos y mejor aun, una boda. Comida y bebida gratis, mujeres bailando despreocupadamente, hombres riendo, niños disfrutando de los fuegos artificiales. Como siempre había sido un grupo de amigos suyos los que le llevaron la invitación y quienes le recomendaron no faltar aunque se sabía que Natthan nunca faltaba a ninguna celebración. Se dio una larga siesta antes de prepararse para ir a la fiesta, se puso su chaleco favorito y una camisa que era por mucho la que en mejor estado tenia, las demás estaban con costuras. El cabello lo llevaba despeinado como siempre y pues nada más era necesario que tener una buena predisposición a la hora de la fiesta. Cuando llego al lugar del acontecimiento se fijo en que habían gitanos de todas partes de Europa, de verdad que los novios eran gente importante en su sociedad, los hijos de dos de las familias más conocidas. El padre del novio era primo de su madre gitana así que Natthan era bien recibido como el primo de todos a la vez.
El asistir a la alianza entre dos personas era un acontecimiento que todos deseaban presenciar porque en su sociedad ese era un pacto que solo la muerte podría romper. Los gitanos no podían ser infieles ni dejar de cumplir con sus obligaciones familiares. Las gitanas se debían a sus esposos e hijos pero al mismo tiempo tenían el poder sobre aquel hombre que caía rendido ante el hechizo del amor. A diferencia de los reyes, ellos si se casaban por amor verdadero, de ese que a uno lo hace actuar como tonto. El pretender a una gitana no era tarea fácil, había que pedir permiso y ser consecuente, respetuoso de las costumbres. Allí en la fiesta habían muchas chicas en edad de casarse pero no se les permitía acercarse a los jóvenes a menos que ellos les invitaran a bailar. Natthan siempre elegía alguien con quien bailar porque le gustaba disfrutar de la música, lamentablemente a veces se pensaba que su invitación era un inicio de algo para ser un futuro pretendiente, pero el aun no estaba para eso.
Primero comió, luego bebió y al final pensó en bailar. Estaba un poco atontado por el efecto de una buena cerveza, aunque no hubiera bebido demasiado como sus amigos, el era así, rápido se ponía alegre. Dando vueltas de un lado a otro, palmadas, aplausos, etc., se fijo en que no muy lejos de allí había una gitana muy joven y bonita que no vio en otras oportunidades. Se intereso en saber su nombre, algo había en ella que le llamaba la atención, como si la conociera de un lugar que no lograba recordar. Una gitana mayor le dijo que el nombre de esa joven era “Leena”, Natthan lo repitió una, dos, tres veces, le gustaba como sonaba, era un nombre musical aunque en ese momento todo era música alrededor. Aprovecho la alegría momentánea y se metió de nuevo al baile que entre giros nadie se entendía. Se las ingenio para llegar hasta donde estaba la gitana y la enganchó de su brazo para que bailara con él, como algo que hubiera ocurrido por casualidad, pero en realidad fue buscado. Sonrió al verla.
El asistir a la alianza entre dos personas era un acontecimiento que todos deseaban presenciar porque en su sociedad ese era un pacto que solo la muerte podría romper. Los gitanos no podían ser infieles ni dejar de cumplir con sus obligaciones familiares. Las gitanas se debían a sus esposos e hijos pero al mismo tiempo tenían el poder sobre aquel hombre que caía rendido ante el hechizo del amor. A diferencia de los reyes, ellos si se casaban por amor verdadero, de ese que a uno lo hace actuar como tonto. El pretender a una gitana no era tarea fácil, había que pedir permiso y ser consecuente, respetuoso de las costumbres. Allí en la fiesta habían muchas chicas en edad de casarse pero no se les permitía acercarse a los jóvenes a menos que ellos les invitaran a bailar. Natthan siempre elegía alguien con quien bailar porque le gustaba disfrutar de la música, lamentablemente a veces se pensaba que su invitación era un inicio de algo para ser un futuro pretendiente, pero el aun no estaba para eso.
Primero comió, luego bebió y al final pensó en bailar. Estaba un poco atontado por el efecto de una buena cerveza, aunque no hubiera bebido demasiado como sus amigos, el era así, rápido se ponía alegre. Dando vueltas de un lado a otro, palmadas, aplausos, etc., se fijo en que no muy lejos de allí había una gitana muy joven y bonita que no vio en otras oportunidades. Se intereso en saber su nombre, algo había en ella que le llamaba la atención, como si la conociera de un lugar que no lograba recordar. Una gitana mayor le dijo que el nombre de esa joven era “Leena”, Natthan lo repitió una, dos, tres veces, le gustaba como sonaba, era un nombre musical aunque en ese momento todo era música alrededor. Aprovecho la alegría momentánea y se metió de nuevo al baile que entre giros nadie se entendía. Se las ingenio para llegar hasta donde estaba la gitana y la enganchó de su brazo para que bailara con él, como algo que hubiera ocurrido por casualidad, pero en realidad fue buscado. Sonrió al verla.
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Re: You were in the darkness too So I stayed in the darkness with you [Natthan]
Leena giraba en círculos con Yude, realmente no bailaban al son, solo se estaban divirtiendo, cuando un chico tomó el brazo de Yude y se la llevo de Leena.
– tranquila iré a beber algo esta solo sonrió a su amiga indicándole que se divirtiera que a eso habían ido al final de todo, cuando iba de vuelta a sentarse y comer un poco o beber, sintió que una mano la jaló de vuelta hacia la pista, en ese baile no era tan extraño ver ese tipo de comportamientos, pero cuando el gitano le sonrió a Leena está bajo la mirada un poco apenada, antes de intentar compensar su falta de coordinación en ese momento, aprovechando aquello para no mirarlo de frente, si no mirar a la pareja a un lado suyo y retomar el ritmo de la canción.
Pasaron tal vez cuatro canciones, sin darse cuenta de que seguía bailando con aquel chico que no reconocía, no había visto su rostro nunca antes, no le sonaba haberse encontrado antes, pero su seguridad y su sonrisa la hacían dudar ¿de verdad olvidaría un rostro como el suyo?...
¿Cuándo paró la música? No se dio cuenta de ello cuando la gente empezó a aplaudir a los músicos quienes se tomarían un rato para tomar algo antes de seguir, aquello apenas era el inicio de la celebración, giró el rostro hacia su acompañante sonriéndole ahora ella apenas en una pequeña mueca que se marco en su rostro, una pequeña reverencia con la cabeza y podría zafarse e irse a sentarse, no es que no le haya gustado pasar ese rato con él, pero ella no era de ese tipo de chicas que se les diera fácil entablar las primeras conversaciones.
– Fue un placer bailar contigo… la única forma que se le ocurría de saber su nombre era aquella y bastante tonta, las mejillas de la gitana se pintaron de color malva mientras hablaba – Lamento no llamarte por tu nombre pero no se quien seas al fin confeso, la gente empezaba a buscar un lugar donde sentarse, para dar inicio a la presentación de la pareja y que la gente les deseara buenos deseos, al percatarse de ello, Leena tomo de la mano al gitano, si para eso entonces se encontraba colorada, a esas alturas estaba más roja que una manzana, intento controlarse un poco respirando hondo antes de atreverse a volver a dirigirle la palabra. – Mi nombre es Leena por cierto tal vez tampoco él la conocía a ella, o tal vez si, que ella no fuera el alma de las fiestas no significaba que los demás fueran más sociables
– tranquila iré a beber algo esta solo sonrió a su amiga indicándole que se divirtiera que a eso habían ido al final de todo, cuando iba de vuelta a sentarse y comer un poco o beber, sintió que una mano la jaló de vuelta hacia la pista, en ese baile no era tan extraño ver ese tipo de comportamientos, pero cuando el gitano le sonrió a Leena está bajo la mirada un poco apenada, antes de intentar compensar su falta de coordinación en ese momento, aprovechando aquello para no mirarlo de frente, si no mirar a la pareja a un lado suyo y retomar el ritmo de la canción.
Pasaron tal vez cuatro canciones, sin darse cuenta de que seguía bailando con aquel chico que no reconocía, no había visto su rostro nunca antes, no le sonaba haberse encontrado antes, pero su seguridad y su sonrisa la hacían dudar ¿de verdad olvidaría un rostro como el suyo?...
¿Cuándo paró la música? No se dio cuenta de ello cuando la gente empezó a aplaudir a los músicos quienes se tomarían un rato para tomar algo antes de seguir, aquello apenas era el inicio de la celebración, giró el rostro hacia su acompañante sonriéndole ahora ella apenas en una pequeña mueca que se marco en su rostro, una pequeña reverencia con la cabeza y podría zafarse e irse a sentarse, no es que no le haya gustado pasar ese rato con él, pero ella no era de ese tipo de chicas que se les diera fácil entablar las primeras conversaciones.
– Fue un placer bailar contigo… la única forma que se le ocurría de saber su nombre era aquella y bastante tonta, las mejillas de la gitana se pintaron de color malva mientras hablaba – Lamento no llamarte por tu nombre pero no se quien seas al fin confeso, la gente empezaba a buscar un lugar donde sentarse, para dar inicio a la presentación de la pareja y que la gente les deseara buenos deseos, al percatarse de ello, Leena tomo de la mano al gitano, si para eso entonces se encontraba colorada, a esas alturas estaba más roja que una manzana, intento controlarse un poco respirando hondo antes de atreverse a volver a dirigirle la palabra. – Mi nombre es Leena por cierto tal vez tampoco él la conocía a ella, o tal vez si, que ella no fuera el alma de las fiestas no significaba que los demás fueran más sociables
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Re: You were in the darkness too So I stayed in the darkness with you [Natthan]
El baile y la música era lo que más le gustaba de esa vida gitana. Los demás señores de las altas torres podían quedarse en sus círculos de personas con caras largas, era una vida demasiado aburrida para él, un muchacho que solo quería disfrutar al máximo de cada momento. Educado desde niño con las tradiciones de los gitanos no se imaginaba ser parte de otro lugar que no fuera ese. La boda, tradición que se repetía muchas veces al año, era el lugar perfecto para conocer familiares lejanos y entablar nuevos contactos ya que los gitanos vivían de viajar y era mucho más fácil hacerlo si se tenía donde llegar en una tierra extranjera. Hasta ese momento Nathan solo lo había visto de esa forma pero momentos antes le recordaron que ya estaba en edad de ser el pretendiente de alguien, una razón más para ir a esas bodas, fijarse en las muchachas jóvenes que estaban por llegar a la edad de ser esposas.
El matrimonio era una decisión sería para el porqué no podría divorciarse luego de entablado el lazo. Sabía las costumbres de su tribu gitana y no quería arriesgarse a emocionarse con cualquier señorita. Usualmente escapaba de las miradas coquetas pero en esa noche no fue una mirada sino un rostro inocente el que le llamo la atención. Había una gitana que no le era conocida, era muy hermosa como seguramente muchas otras gitanas, pero algo de diferente tenía que no podía apartar la mirada de ella. Natthan la vio bailar y decidió acercarse a ella para estar a su lado lo que quedaba del baile. Muchas de las gitanas eran mujeres alegres y extrovertidas pero la muchacha parecía ser un poco más tímida que las otras.
Para no incomodarla, él guardo su distancia y sonrió amigablemente hasta que el baile hizo una pausa para los músicos fueran a beber algo ya que no podían pasarse toda la noche sin divertirse también por su lado. Natthan se quedó esperando a hacer algo, si decir o no cualquier cosa, no sabía lo que era correcto en esas situaciones ya que en otro caso él hubiera dado las gracias por la compañía y se hubiera marchado pero no, allá estaba, parado frente a ella esperando de vuelta una mirada suya. Lo que recibió fue una puñalada al corazón, el ser nadie, aunque en realidad era su culpa. Ella estaba en lo cierto cuando le dijo que no lo conocía pero él estaba tan animado que eso le hizo desmarcarse del momento y sonreír nerviosamente –El placer fue mío y es cierto que soy un desconocido para ti, mi nombre es…- se apresuró a decir pero fue interrumpido por la reacción de la joven gitana, quien lo tomo de la mano para llevarlo a sentarse y él no sabía ni porque hasta que un gordo y alto gitano apareció en medio de la multitud casi haciendo de trovador para presentar a la pareja de recién casados.
“Mi nombre es Lenna” dijo ella y él, una vez que estuvieron sentados, la miro sonriendo y le dijo –Mi nombre es Natthan- y se le quedo mirando tanto que no se dio cuenta que los novios ya habían sido presentados y que la mayoría de la multitud aplaudía o gritaba palabras de felicitaciones.
El matrimonio era una decisión sería para el porqué no podría divorciarse luego de entablado el lazo. Sabía las costumbres de su tribu gitana y no quería arriesgarse a emocionarse con cualquier señorita. Usualmente escapaba de las miradas coquetas pero en esa noche no fue una mirada sino un rostro inocente el que le llamo la atención. Había una gitana que no le era conocida, era muy hermosa como seguramente muchas otras gitanas, pero algo de diferente tenía que no podía apartar la mirada de ella. Natthan la vio bailar y decidió acercarse a ella para estar a su lado lo que quedaba del baile. Muchas de las gitanas eran mujeres alegres y extrovertidas pero la muchacha parecía ser un poco más tímida que las otras.
Para no incomodarla, él guardo su distancia y sonrió amigablemente hasta que el baile hizo una pausa para los músicos fueran a beber algo ya que no podían pasarse toda la noche sin divertirse también por su lado. Natthan se quedó esperando a hacer algo, si decir o no cualquier cosa, no sabía lo que era correcto en esas situaciones ya que en otro caso él hubiera dado las gracias por la compañía y se hubiera marchado pero no, allá estaba, parado frente a ella esperando de vuelta una mirada suya. Lo que recibió fue una puñalada al corazón, el ser nadie, aunque en realidad era su culpa. Ella estaba en lo cierto cuando le dijo que no lo conocía pero él estaba tan animado que eso le hizo desmarcarse del momento y sonreír nerviosamente –El placer fue mío y es cierto que soy un desconocido para ti, mi nombre es…- se apresuró a decir pero fue interrumpido por la reacción de la joven gitana, quien lo tomo de la mano para llevarlo a sentarse y él no sabía ni porque hasta que un gordo y alto gitano apareció en medio de la multitud casi haciendo de trovador para presentar a la pareja de recién casados.
“Mi nombre es Lenna” dijo ella y él, una vez que estuvieron sentados, la miro sonriendo y le dijo –Mi nombre es Natthan- y se le quedo mirando tanto que no se dio cuenta que los novios ya habían sido presentados y que la mayoría de la multitud aplaudía o gritaba palabras de felicitaciones.
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Re: You were in the darkness too So I stayed in the darkness with you [Natthan]
En sus creencias y tradiciones el matrimonio no era algo que se tomara a la ligera, directa o indirectamente al entablar una relación inevitablemente se hace pensando en un futuro cercano o lejano a formalizar, pensando que tal vez es el hombre perfecto, o la mujer que deseas sea la madre de tus hijos, no es un juego, todo se basa en sentimientos y en el amor verdadero.
Los gitanos estaban preparados para casarse y encontrar a su otra mitad desde que eran jóvenes, la mayoría de las amigas de Leena estaban casadas o bien a punto de hacerlo, de las pocas que quedaban, eran menos de una decena incluyéndose, pero aunque la mayoría contaban los días para unirse al hombre de su vida, Leena siempre se preguntaba si estaba preparada para ello, y preguntárselo para ella era una clara señal de que no estaba lista, le daba bastante miedo, no era una mujer aventurera, ni extrovertida, apenas podía hablar con unos cuantos sin perder el habla o que sus mejillas se pusieran coloradas, ¿cómo haría para hablar con una persona y convivir con alguien por el resto de su vida, si, incluso a ella le costaba seguir el hilo de sus ideas?.
El matrimonio no es un juego, es un estilo de vida lleno de responsabilidades, necesitas estar preparada para ser esposa y en un futuro ser madre, también tener en cuenta el papel importante que lleva en sus hombros la mujer gitana, quien es la trasmisora de valores y tradiciones, teniendo a su cargo el cuidado del esposo, hijos y hermanos y, además, contribuyendo con su esfuerzo y trabajo fuera de la casa al sostén y desarrollo de su familia.
¿estaba lista? La preguntaba le daba vuelta en la cabeza y más en ese momento que apenas y conocía el nombre del chico que la había sacado a bailar, no lo conocía apenas y habían cruzado sonrisas y miradas aquel día, incluyendo las mejillas sonrojadas de la gitana, pero en su cabeza el nombre era repetido una y mil veces, grabándolo en su mente, no quería olvidarlo, nada, ni su tacto, ni su voz, ni su sonrisa, ni aquellos ojos color avellana que la miraban de ese modo que ningún chico la había mirado antes, tampoco ella lo veía igual a otros chicos, era diferente, la primera vez en su vida que había aprendido a detalle cada uno de sus rasgos, las arrugas naturales de su piel al sonreír, contar cada uno de los pestañeos que daba, su cabello revuelto.
- Natthan – no pudo evitar repetir en voz alta, como reafirmando que si se había aprendido el nombre del dueño, ¿Qué era más bello, el nombre o el dueño?, pregunta con respuesta obvia, el nombre era bello por que lo portaba alguien bello.
El lugar se llevaba de gritos y aplausos y para ese par de gitanos, era como si el mundo no existiera, por lo menos para Leena era como estar en otro lugar, se sentía diferente, podía notar que en el estomago algo daba vueltas y revoloteaba, ¿Cuál era la explicación lógica? Que se estaba volviendo loca, era demasiado bueno para ser cierto, y aun cuando su mente le alertaba que se mantuviera en calma, no podía evitar ciertos reflejos como pasar un mechón de su cabello tras su oreja, tal vez un instinto gitano seductor no podía mantenerse oculto.
- ¿conoces al novio o a la novia? – aun cuando gritaba un poco para que la oyera a causa del escándalo, parecía como si lo hubiera susurrado. - ¿tiene mucho que llegaste a Paris? – preguntas al aire para conocer más al chico, e intentaba mantener el orden de sus ideas aunque la idea real solo era volver a oir su aterciopelada voz.
Los gitanos estaban preparados para casarse y encontrar a su otra mitad desde que eran jóvenes, la mayoría de las amigas de Leena estaban casadas o bien a punto de hacerlo, de las pocas que quedaban, eran menos de una decena incluyéndose, pero aunque la mayoría contaban los días para unirse al hombre de su vida, Leena siempre se preguntaba si estaba preparada para ello, y preguntárselo para ella era una clara señal de que no estaba lista, le daba bastante miedo, no era una mujer aventurera, ni extrovertida, apenas podía hablar con unos cuantos sin perder el habla o que sus mejillas se pusieran coloradas, ¿cómo haría para hablar con una persona y convivir con alguien por el resto de su vida, si, incluso a ella le costaba seguir el hilo de sus ideas?.
El matrimonio no es un juego, es un estilo de vida lleno de responsabilidades, necesitas estar preparada para ser esposa y en un futuro ser madre, también tener en cuenta el papel importante que lleva en sus hombros la mujer gitana, quien es la trasmisora de valores y tradiciones, teniendo a su cargo el cuidado del esposo, hijos y hermanos y, además, contribuyendo con su esfuerzo y trabajo fuera de la casa al sostén y desarrollo de su familia.
¿estaba lista? La preguntaba le daba vuelta en la cabeza y más en ese momento que apenas y conocía el nombre del chico que la había sacado a bailar, no lo conocía apenas y habían cruzado sonrisas y miradas aquel día, incluyendo las mejillas sonrojadas de la gitana, pero en su cabeza el nombre era repetido una y mil veces, grabándolo en su mente, no quería olvidarlo, nada, ni su tacto, ni su voz, ni su sonrisa, ni aquellos ojos color avellana que la miraban de ese modo que ningún chico la había mirado antes, tampoco ella lo veía igual a otros chicos, era diferente, la primera vez en su vida que había aprendido a detalle cada uno de sus rasgos, las arrugas naturales de su piel al sonreír, contar cada uno de los pestañeos que daba, su cabello revuelto.
- Natthan – no pudo evitar repetir en voz alta, como reafirmando que si se había aprendido el nombre del dueño, ¿Qué era más bello, el nombre o el dueño?, pregunta con respuesta obvia, el nombre era bello por que lo portaba alguien bello.
El lugar se llevaba de gritos y aplausos y para ese par de gitanos, era como si el mundo no existiera, por lo menos para Leena era como estar en otro lugar, se sentía diferente, podía notar que en el estomago algo daba vueltas y revoloteaba, ¿Cuál era la explicación lógica? Que se estaba volviendo loca, era demasiado bueno para ser cierto, y aun cuando su mente le alertaba que se mantuviera en calma, no podía evitar ciertos reflejos como pasar un mechón de su cabello tras su oreja, tal vez un instinto gitano seductor no podía mantenerse oculto.
- ¿conoces al novio o a la novia? – aun cuando gritaba un poco para que la oyera a causa del escándalo, parecía como si lo hubiera susurrado. - ¿tiene mucho que llegaste a Paris? – preguntas al aire para conocer más al chico, e intentaba mantener el orden de sus ideas aunque la idea real solo era volver a oir su aterciopelada voz.
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Re: You were in the darkness too So I stayed in the darkness with you [Natthan]
No había mejor vida que la vida de gitano y él estaba feliz de pertenecer a ese mundo. A su edad el debería ser uno de los hombres casados del lugar pero aún no había encontrado a la persona indicada para pasar el resto de su vida con ella, como mandaban las tradiciones, hasta la muerte. A pesar de ello, se alegraba de sobremanera cada vez que asistía a uno de esos acontecimientos porque la gente desbordaba alegría por doquier y era una felicidad sincera y cotidiana propia de la comunidad gitana. En otros lugares no era así, las personas nunca fueron tan felices, a pesar de que eran marginados por la sociedad de las buenas costumbres. La verdad, como Natthan lo veía, es que los ricos odiaban a los que tenían menos por temor a no poseer nada cuando no se daban cuenta que ellos lo poseían todo. Vida, salud y el amor de una buena mujer, eso era la vida.
Por esa alegría es que el gitano no se contuvo en bailar y lo hizo a la primera oportunidad que tuvo y con una chica que por poco le quita el aliento. Sentía raro por mirarla, por no poder dejar pasar el tiempo para acercarse a ella, por estar repentinamente idiotizado. Su explicación momentánea era que se debía a un contagio de alegría de los enamorados pero por un momento, solo por unos segundos, pudo imaginar su boda como aquella y a su esposa como Leena. Sonrió por sus pensamientos culpables mientras la mirada de la joven lo atrapaba en un universo ajeno a ese presente como si ella también estuviera atestiguando lo que por su cabeza pasaba. Pero los sueños en medio de un baile no podían durar para siempre y fueron interrumpidos a la llegada de los novios para su baile tradicional y presentación oficial como pareja.
Natthan y Leena se sentaron en un lugar donde podían ver lo que pasaba alrededor y no se despidieron tras el baile como solía hacerse. Sus impulsos surgieron de repente y lo que quería era ofrecerla a la gitana otro baile luego de que la pareja fuera presentada, ¿Por qué le importaba tanto? Pues no sabría respondérselo el mismo pero ese era su deseo y todo lo que se deseaba merecía la pena de cumplirse aunque se luchara por ello. –Los conozco poco pero son buenas personas- respondió y planto su atención en la muchacha que le ofrecía un panorama más agradable que el de los novios. Lo siguiente que Leena le pregunto era fácil de responder, parecía que solo estaban esforzándose por no separarse o no quedarse con un incómodo silencio –No mucho, apenas unas semanas y puedo decir hasta ahora que no tengo prisa en marcharme- respondió y luego desvió la mirada a la novia, luego de nuevo a Leena y le dijo –¿Tú vives en esta ciudad?, ¿me permitirás visitarte en el futuro?- pregunto directamente dando a conocer sus intenciones de volverla a ver si ella se lo permitía.
La belleza era una virtud que muchos admiraban pero Leena poseía más que esa virtud a los ojos de Natthan, aunque no la hubiera tratado casi nada, tenía una mirada que nunca antes vio en persona alguna. A lo mejor él no era el mejor partido para una joven de porte tan fino pero por lo menos intentaría serlo, estaba decidido, como si hubiera sido cosa del destino que se encontraran allí. Recordó las palabras de una vieja adivina y sonrió por ello, a lo mejor tenía razón, a lo mejor allí el llego para encontrar lo que necesitaba para sentirse completo. –Lamento mi proceder Leena, no quiero que pienses que te quiero hacer alguna ofensa, solo admito que soy culpable por haber caído preso de tu mirada. Mis palabras son ciertas- concluyó y espero a escuchar el veredicto de la joven gitana.
Por esa alegría es que el gitano no se contuvo en bailar y lo hizo a la primera oportunidad que tuvo y con una chica que por poco le quita el aliento. Sentía raro por mirarla, por no poder dejar pasar el tiempo para acercarse a ella, por estar repentinamente idiotizado. Su explicación momentánea era que se debía a un contagio de alegría de los enamorados pero por un momento, solo por unos segundos, pudo imaginar su boda como aquella y a su esposa como Leena. Sonrió por sus pensamientos culpables mientras la mirada de la joven lo atrapaba en un universo ajeno a ese presente como si ella también estuviera atestiguando lo que por su cabeza pasaba. Pero los sueños en medio de un baile no podían durar para siempre y fueron interrumpidos a la llegada de los novios para su baile tradicional y presentación oficial como pareja.
Natthan y Leena se sentaron en un lugar donde podían ver lo que pasaba alrededor y no se despidieron tras el baile como solía hacerse. Sus impulsos surgieron de repente y lo que quería era ofrecerla a la gitana otro baile luego de que la pareja fuera presentada, ¿Por qué le importaba tanto? Pues no sabría respondérselo el mismo pero ese era su deseo y todo lo que se deseaba merecía la pena de cumplirse aunque se luchara por ello. –Los conozco poco pero son buenas personas- respondió y planto su atención en la muchacha que le ofrecía un panorama más agradable que el de los novios. Lo siguiente que Leena le pregunto era fácil de responder, parecía que solo estaban esforzándose por no separarse o no quedarse con un incómodo silencio –No mucho, apenas unas semanas y puedo decir hasta ahora que no tengo prisa en marcharme- respondió y luego desvió la mirada a la novia, luego de nuevo a Leena y le dijo –¿Tú vives en esta ciudad?, ¿me permitirás visitarte en el futuro?- pregunto directamente dando a conocer sus intenciones de volverla a ver si ella se lo permitía.
La belleza era una virtud que muchos admiraban pero Leena poseía más que esa virtud a los ojos de Natthan, aunque no la hubiera tratado casi nada, tenía una mirada que nunca antes vio en persona alguna. A lo mejor él no era el mejor partido para una joven de porte tan fino pero por lo menos intentaría serlo, estaba decidido, como si hubiera sido cosa del destino que se encontraran allí. Recordó las palabras de una vieja adivina y sonrió por ello, a lo mejor tenía razón, a lo mejor allí el llego para encontrar lo que necesitaba para sentirse completo. –Lamento mi proceder Leena, no quiero que pienses que te quiero hacer alguna ofensa, solo admito que soy culpable por haber caído preso de tu mirada. Mis palabras son ciertas- concluyó y espero a escuchar el veredicto de la joven gitana.
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Re: You were in the darkness too So I stayed in the darkness with you [Natthan]
Y la alegría que inundaba el lugar parecía estar contagiando el humor de Leena que no podía evitar sonreír y que incluso sus mejillas se ponían cada vez más coloradas y realmente no se podía explicar el por qué, sabía que las personas románticas tienen la tendencia a creer en el amor a primera vista, ven a alguien que les atrae y enseguida se llega a la conclusión de que se han enamorado y que en la otra persona también despertara este cúmulo de sensaciones felices y que durara para siempre… la realidad suele ser un poco distinta.
Leena siempre había sido y sería muy pesimista, aquellos cuentos del amor verdadero, la atracción a primera vista era una idea ligada a los cuentos de hadas, lo consideraba como un enamoramiento mezclado con deseo y atracción, y por ello es normal sentir ganas de acercarse a conocer a ese ser que logra un efecto tan mágico en nosotros, con la esperanza de que les suceda lo mismo instantemente, y a veces sucede, a veces aquellos enamoramientos prosperan y se convierten en una relación estable, la mayoría se quedan en sueños.
También dicen que mucha gente muere sin conocer a su alma gemela, ¿cómo sabe ella que aquel chico de cabello castaño y ojos avellana que parece igual de interesado en ella no es su alma gemela? ¿Qué después de toda esa lógica que intenta emplear para evitar enamorarse por miedo al fracaso y al dolor, para ella si hay un feliz final?, ¿ va a dejar que su idiotez, aleje al chico que ha despertado en ella esos sentimientos de quererlo conocer más y acercarse? Siente mariposas en el estomago, le gusta lo que ve y lo que siente, es nuevo y totalmente único, “¿qué esperas Leena?” se dice así misma.
Por ahora no ha corrido e incluso quiere seguir oyendo aquel acento suyo al hablar, pero tampoco podía evitar cerrarse aquellas puertas que intentaba abrir “¿de verdad estaba interesado en aquella gitana, que parecía haber nacido descompuesta?”.
– Si, vivo en la ciudad, tampoco es que quiera irme – las risas y los nervios del primer amor se ven en Leena que no logra esconderlo, aunque lo intente, él es el motivo por el cual cualquier cosa que haga o intente hacer no salga, porque está más interesada en ver sus ojos que en lo que pase a su alrededor, pero su siguiente pregunta hace que pierda totalmente el aliento y se sonroje más de lo que ya estaba, todas sus dudas se han disipado con esa simple pregunta, le tiemblan las piernas y no puede ocultarlo, claro que quiere que la visite, ¿será capaz de decirle que si?, lo intenta pero la voz se ha fugado.
Solo baja la mirada mientras intenta pensar en que contestar o más bien como, por que la contestación la sabe, y parece ser que ha tardado bastante en contestar por que el chico vuelve a hablar disculpándose de su ofensa.
- ¡No! – se dio cuenta que alzó la voz e intentó compensar aquello encogiéndose un poco de hombros, como si de ese modo no pudiera llamar la atención. – No, de verdad no has hecho nada malo, al contrario me gustaría que fueras a visitarme cuando quisieras – ¿qué más podía decir más que aquello?, se había prometido intentarlo, ahora era el momento de hacerlo.
Leena siempre había sido y sería muy pesimista, aquellos cuentos del amor verdadero, la atracción a primera vista era una idea ligada a los cuentos de hadas, lo consideraba como un enamoramiento mezclado con deseo y atracción, y por ello es normal sentir ganas de acercarse a conocer a ese ser que logra un efecto tan mágico en nosotros, con la esperanza de que les suceda lo mismo instantemente, y a veces sucede, a veces aquellos enamoramientos prosperan y se convierten en una relación estable, la mayoría se quedan en sueños.
También dicen que mucha gente muere sin conocer a su alma gemela, ¿cómo sabe ella que aquel chico de cabello castaño y ojos avellana que parece igual de interesado en ella no es su alma gemela? ¿Qué después de toda esa lógica que intenta emplear para evitar enamorarse por miedo al fracaso y al dolor, para ella si hay un feliz final?, ¿ va a dejar que su idiotez, aleje al chico que ha despertado en ella esos sentimientos de quererlo conocer más y acercarse? Siente mariposas en el estomago, le gusta lo que ve y lo que siente, es nuevo y totalmente único, “¿qué esperas Leena?” se dice así misma.
Por ahora no ha corrido e incluso quiere seguir oyendo aquel acento suyo al hablar, pero tampoco podía evitar cerrarse aquellas puertas que intentaba abrir “¿de verdad estaba interesado en aquella gitana, que parecía haber nacido descompuesta?”.
– Si, vivo en la ciudad, tampoco es que quiera irme – las risas y los nervios del primer amor se ven en Leena que no logra esconderlo, aunque lo intente, él es el motivo por el cual cualquier cosa que haga o intente hacer no salga, porque está más interesada en ver sus ojos que en lo que pase a su alrededor, pero su siguiente pregunta hace que pierda totalmente el aliento y se sonroje más de lo que ya estaba, todas sus dudas se han disipado con esa simple pregunta, le tiemblan las piernas y no puede ocultarlo, claro que quiere que la visite, ¿será capaz de decirle que si?, lo intenta pero la voz se ha fugado.
Solo baja la mirada mientras intenta pensar en que contestar o más bien como, por que la contestación la sabe, y parece ser que ha tardado bastante en contestar por que el chico vuelve a hablar disculpándose de su ofensa.
- ¡No! – se dio cuenta que alzó la voz e intentó compensar aquello encogiéndose un poco de hombros, como si de ese modo no pudiera llamar la atención. – No, de verdad no has hecho nada malo, al contrario me gustaría que fueras a visitarme cuando quisieras – ¿qué más podía decir más que aquello?, se había prometido intentarlo, ahora era el momento de hacerlo.
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