Si ves fantasmas, solo síguelos [Kendal]

Y estaba perdida. Otra vez. ¿Pero cuál era la afición de mis ojos a llevarme a lugares desolados y desconocidos? Lo peor era que esta vez ni siquiera podía identificar el lugar. Estaba total y completamente desorientada.

Lo poco y nada que mis ojos podían ver era… destrucción. Cosas viejas, derruidas. Caos por todos lados. Una visión que no me agradaba, pero tampoco me molestaba. El Caos era parte de la vida, al igual que la creación. Ambos debían coexistir, y el ser humano debía adaptarse a su existencia. Si uno de ellos no existía, el otro tampoco. Era un ciclo. Y así como el caos se dejaba ver ante mis ojos ciegos, el aura de ese lugar también tenía el color del Caos, un morado oscuro que a veces se transformaba en negro. Un color que delataba el fin de un ciclo y el principio de otro.

Mientras trataba de buscar un lugar donde no hubiera demasiado negro, me encontré mirando colores difusos que pasaban al lado mío, en dirección a un lugar. Pestañeé un par de veces. Cielos, eran muchas auras difusas, de esos colores que bien conocía por estar deslavados, deslucidos. No perdía nada con seguirlas, así que simplemente lo hice, teniendo cuidado de no tropezar o caer en algún agujero. Ni siquiera sabía a dónde me llevaban, pero esperaba que fuera a algún lugar seguro.

-Cielos, cuántos fantasmas…-murmuré, aún sorprendida.

Escuché una voz humana saliendo de entre la multitud de luces, preguntándome si necesitaba ayuda. Lo triste es que no podía ver bien de dónde salía la voz, ya que las auras me distraían tanto que prestaba más atención a los colores que a mi alrededor. Era la primera vez que me sentía tan… ciega.

-La verdad necesito ayuda- respondí, con mi marcado acento Lituano-. Me he perdido caminando por París y ni siquiera sé cómo llegué aquí y… ¡Ops!- tambaleé un poco al tropezar con un pequeño agujero que simplemente no podría haber visto-. No se preocupe, estoy bien, sé cómo moverme sin ojos.

Aunque con mis demostraciones de torpeza estaba mostrando exactamente lo contrario. Los fantasmas seguían aturdiéndome, incitándome a seguirlos en vez de escuchar a la voz misteriosa. Pero no me prestaban una buena ayuda. Apenas sabía dónde estaba pisando. Tanteé el aire a ciegas en busca de algo dónde afirmarme, sin demasiado éxito. Estaba perdida en un mar de confusión y oscuridad, aquella con la que siempre había vivido y me había mantenido aislada del mundo de los videntes. Ahora se desplegaba como un velo que no quería que viera más allá.

-Lo siento, pero no puedo ver dónde está- dije, con voz fuerte. Si no sabía su ubicación, ¿Cómo iba a caminar hacia él?

-Muchas gracias por su ayuda. Karólynn Schwarowzki a su servicio.

Sentí cómo aquel hombre me ayudaba a salir del agujero y me llevaba a un lugar seguro. Los colores, a su vez, comenzaron a desaparecer gradualmente. Al parecer ya sentían que habían cumplido su cometido, y volvían a sus lugares de origen. Unos hacían vibrar más sus tonos como despedida, otros decían adios con voz alta. Me despedí con la mano a la vez que sentía cómo Kendal se aseguraba de que no tenía alguna herida.

-No creo que haya sido algo... Auch- gemí de dolor cuando mi tobillo fue forzado hacia atrás. Al parecer sí tenía algo de daño- ¿Usted también puede verlos? A los fantasmas, me refiero. Siempre con esos colores tan hermosos, le dan algo de alegría a este paisaje tan negro.

Miré el aura de aquel hombre. No le veía un color totalmente definido. Era como si se debatiera entre un lado y otro, en completo equilibrio, como una balanza bien calibrada. Pestañeé un par de veces. Era definitivamente el aura más extraña que había visto en toda mi vida. Y además era poderosa. Me asaltó un temblor involuntario.

-Los fantasmas me dijeron que no podían pasar más allá de cierto territorio. ¿Sabe usted por qué?- mientras caminaba aquellas luces de colores me habían informado del asunto, y sentía verdadera curiosidad. Posiblemente había alguien poderoso que no les permitía el paso.

-Posiblemente mis familiares ya saben de mi situación, son realmente perceptivos- reí. De seguro mi abuela y mi padre ya venían en camino, considerando que la primera tenía unos dones de precognición realmente espectaculares. Dones que por cierto yo había heredado.

Acepté con amabilidad su ayuda. A pesar de que era muy renuente a toda clase de auxilio, debía aceptar que ahora era necesario. No sabía en qué parte de Francia estaba, se estaba haciendo de noche y tenía un pie inutilizado. Ni toda mi terquedad me sacaría de una situación como esta. Era mejor dejarse llevar y no rechistar.

Escuché con interés sobre el “espíritu” mientras trataba de no caerme del caballo. Era bastante extraño que un fantasma tuviera el suficiente poder como para ahuyentar a un verdadero tropel de los suyos. Posiblemente no era un ente cualquiera, y lo más probable es que fuera un ser antiguo, de aquellos que acumulan poder e ira con los años. Con aquellos como ella había que tener mucho cuidado. Podía ser un encuentro peligroso tanto para fantasmas como para humanos.

-Un ente posesivo… ¿Y no se molestará demasiado si yo entro en lo que se supone que es su hogar? No soy una humana cualquiera, después de todo… Y aún si lo fuera, seguiría siendo una intrusa.

Era algo que me temía. Si me atacaba, yo no tenía demasiadas armas para defenderme de manera eficaz. La magia que había aprendido sólo me servía para guiarme en la oscuridad palpable al frente mío. No podía lanzar conjuros increíbles o llamar a los muertos de sus tumbas. Lo único verdaderamente útil que podía lograr era prever los ataques.

Kendal camino por el camino irregular guiando al caballo con las riendas, el animal caminaba a buen paso y con la distancia a la casa tardarían varios minutos en llegar caminando. La pregunta de la joven le saco una sonrisa, bueno Hekate podría tomarse su presencia de mala manera si ella tuviese la intención de quedarse pero la chica solo necesitaba algo de auxilio.

-Los fantasmas no tienen tiempo, se estacionan en sitios por décadas, hekate no desea que ningún intruso crea que puede invadir su espacio, los humanos no son problema para ella. Piensa que somos frágiles y nuestra estancia en el mundo es muy corta. Incluso mi estancia en la finca para ella es un parpadeo en el tiempo, algo que ni siquiera debe ser tomado en cuenta, usted que ni siquiera pretende morar la casa es aun menos importante para ella.

Aunque hekate estaba esperando, el la había invocado y ella creía que jugar con mortales podía ser interesante, se paseaba como un espíritu cualquiera, moviéndose en el plano de la muerte, el plano que le pertenecía esperando la muerte del brujo, esperando para conseguir un compañero, un sirviente en la eternidad. Esperaba para llevarse el alma de aquel humano que le había convocado en un tiempo que valiese su atención, no en el efímero suspiro de su vida.

-Si su familia es consiente de su situación y no tardan en aparecer por aquí, entonces será mejor que apresure el paso, por favor sujétese bien del caballo, esta acostumbrada a montar?

Hizo la pregunta sin pensar, sin recordar sus limitaciones, al recordarlo pensó en disculparse, pero entonces el recuerdo de Neil llego a su mente, el joven gitano ciego… el no podía conducir un caballo, pero sin embargo estaba acostumbrado a la sensación de un caballo.

Me reí. Hasta hoy, jamás me había subido a un caballo. Mis ojos no me lo permitían. Aún así, eso no significaba que no los conociera. Cuando era pequeña y mis ojos aún no estaban velados por esa molesta oscuridad, podía ver vagamente algunos caballos salvajes corriendo por los llanos. Era un espectáculo maravilloso.

-Bueno, siempre hay una primera vez para todo, y la equitación no es una excepción. Hekate, ¿eh? Me parece familiar… No se preocupe, no me meteré en sus asuntos. Es sólo que me parece conocido.

Mi cabeza daba vueltas a ese nombre. Tenía la vaga impresión de que estaba en los libros. Claro, yo no podía leer, pero sí que podía escuchar, y espectacularmente. Cuando era pequeña, mi madre y mi abuela solían leerme muchas historias, de grandes castillos y feroces guerreros vikingos. Aunque claro, no faltaba la mitología griega. Y ese nombre sonaba demasiado griego para mí. Conocido, familiar.

-Hay muchos fantasmas en este mundo. Posiblemente los nombres se repitan. He conocido a los suficientes como para ver cuántas veces se repite un nombre- seguí hablando, más para mí misma. Mi mente aún buscaba.

¿De dónde lo habré oído? ¿En cuál de las historias lo oí? Porque la voz que sobresalía entre mis pensamientos, diciendo aquel nombre, era el de mi madre.

Le llamo la atención la insistencia de la joven hacia si misma por intentar recordar, se quedo en silencio dejándola estar en paz con sus propios pensamientos. Sonrió un poco al escucharla hablar en voz alta, lo que parecía un pensamiento, el frecuentemente hablaba en voz alta, en general por que habia alguien que pudiese escucharlo. En su mayoría alguien muerto. También habia conocido o cruzado camino con varios fantasmas, posiblemente tantos como vivos. Era común que alguno que otro nombre se repitiese. También era posible que alguien hubiese tomado el nombre de Hekate, con frecuencia los padre tomaban nombres de ciertas figuras respetadas esperando que la posición del nombre atrajese la buena fortuna a sus hijos, aunque el tenia la impresión de que lo que la muchacha intentaba recordar era precisamente lo que Hekate representaba.

-los fantasmas tienen un tiempo diferente al nuestro, puede haberlos aferrados a este mundo desde muchas eras atrás, encontrar alguno que otro nombre con cierta frecuencia no es una sorpresa.

Le comento por hablarle aunque sabia que la oración no había sido dirigida a el. Sabia que estaba sonriendo y era por que en cierta manera la escena le resultaba agradable, la compañía de gente con habilidades similares siempre le hacia sentir que no estaba solo en el mundo.

Camino varios metros adelante y se detuvo un poco al distinguir una pequeña figura de pie a una distancia considerable, tomo aire y se masajeo el cuello sabiendo por la expresión de la pequeña que exigiría una explicación, había olvidado que a hekate la presencia de otros brujos no le agradaba tampoco, no por que tuviese algo especial en contra de ellos, era simplemente que creía que atraían mas fantasmas, suficiente tenia según sus propias palabras con el carácter amable de Kendal que intentaba siempre buscar la paz para aquellas almas. EL brujo atraía espíritus como un imán.

Una presencia apareció en lo que parecía ser el final del camino.

Pestañeé un par de veces, para asegurarme de que lo que estaba mirando era Real. A primera vista se veía como el fantasma de una niña pequeña, pero su aura era de un poder que no había visto nunca en mi vida. Superaba incluso a auras de vampiros milenarios o brujos extremadamente poderosos. Aquella fantasma, Hekate, parecía estar a un nivel superior que nosotros. Y bastante superior.

Por primera vez en mi vida, temí lo que podría llegar a hacerme un fantasma. No quería resultar dañada de alguna manera. No quería represalias hacia algún amigo o familiar. Ya me bastaba con ser ciega y no tener a mi madre al lado. ¿Tenía que perder más cosas?

Lo peor era que podía captar el desagrado que emanaba de aquella aura. Al parecer, no era bienvenida. Era bastante lógico pensar eso después de lo que me habían dicho tanto Kendal como los fantasmas. Al menos, trataría de disculparme por entrar a su territorio sin querer.

-No vengo en son de guerra. Sólo tuve un triste accidente- dije, en voz muy baja, a Hekate.

Kendal suspiro, pensar en darle explicaciones a alguien sobre a quien tenia o no cerca parecía risible cuando era al el dueño de todo aquello pero no era así desde el punto de vista de Hekate, entreabrió los labios para hablar cuando estuvieron cerca de ella pero la joven a su lado le gano lo hizo antes que el, disculpándose por su intromisión. La miro unos segundos y volvió la mirada a Hekate. Pasaba tanto tiempo con ella que a veces olvidaba que su esencia era diferente a la de otros fantasmas, que aquella fuerza que proyectaba le delataba.

-ella esta de paso Hekate.

Le aseguro y tomo la mano de la joven dándole un apretón ligero, intentando transmitirle tranquilidad, hekate podía ser intimidante pero la propia magnitud de su existencia le impedia dañar a alguien en especifico. La que ahora tomaba forma de fantasma por razones que ni el mismo entendía no percibía las cosas del mismo modo que ellos. Hekate era sumamente a territorial, por ello su simple existencia alejaba a los demás fantasmas, especialmente teniendo la labor que tenia, pero decir que la joven solo estaba de paso debía ser suficiente también para calmarla. Hekate tenia una percepción del tiempo distinta a la de los demás, el había aprendido incluso a no decirle cuando salía pues notaba el fastidio en el rostro de la pequeña cuando volvía, la mera duración de una vida humana era para Hekate un suspiro, una salida de horas o incluso días parecía tonta de avisar. Como si avisara a su nana en cada ocasión al salir al jardín.

La pequeña ladeo el rostro observando a la pareja, su humano tenia un asunto bastante grave con aquello de ser lo que llamaban caballeroso con toda dama que encontraba, ella misma mantenía una forma infantil pues una forma adulta hacia al hombre andar de puntillas alrededor suyo. Observo a la bruja que traía con el, había podido percibirla a pesar que Hades se había hecho de sus ojos en una eterna oscuridad. Parecía que se le había dotado a cambio del poder para ver aquellos que para los demás habían sido negados. Poco sabia de el destino de la mujer o de las razones para su nacimiento en aquella vida con aquellas características. Pero ella no sentía ni lastima ni pena por humano alguno, cada uno tenia su camino y debía seguirlo, no estaba en ella mover un solo hijo del destino.

-te dije que había un intruso, quise decir que lo expulsaras no que lo invitaras.

Hablo la pequeña y Kendal sonrió un poco, sabia que Hekate no era una niña que era tan vieja como el mismo tiempo, pero agradecía que la mujer mantuviese esa forma, le hacia sentir que era mas cercana y en ocasiones cuando se acercaba y olvidaba que los humanos tenían algo llamado espacio personal, era adorable de ver.

-lo recordare la próxima vez.

Le aseguro y Hekate dio un ultimo vistazo a la mujer antes de retirarse de ahí, no era de su agrado dejar que los rayos de apolo le bañasen.

-no veo en ti la sed oscura que caracteriza a los incitadores de guerras pero no te encariñes con el lugar.

Kendal la vio desaparecer, eso ultimo lo había dicho con un tono casi suave. Hekate podía tener muchas facetas, podía ser un tanto cruel y despiadada pero también poseía un lado cálido y maternal que en ocasiones dejaba ver y en otras como ahora apenas y te dejaba imaginarlo.

-lamento eso.

Le hablo a la joven en el caballo continuando el camino a la casa, no creía que hekate volviese a aparecer.

-No importa. Tiene sus razones, y yo las entiendo.

Aunque la verdad no sabía qué razones eran, pero al menos intentaba respetarlas desde mi ignorancia. Muchas cosas eran un misterio por allí, aunque la verdad yo no pecaba de curiosa. Si había cosas que no debía saber, era simplemente mejor no averiguarlas. Mi intuición me decía que ésta era una de ellas. Nada de pesquisas, entonces.

Con todo el negro que estaba alrededor mío, no sabía bien hacia donde nos dirigíamos. Caos, caos por todos lados. Necesitaba sentir algo en orden, o si no perdería toda mi esperanza en la humanidad. ¿Cómo podía vivir alguien entre todo ese caos y no enloquecer? Posiblemente porque no lo veían a la manera en que yo lo hacía. Ellos veían un lugar abandonado, era lo más probable. Casas derruidas, bosques en crecimiento… Lo único que veía yo era negro.

-¿Cómo es que puede vivir en un lugar tan desolado como éste?- la pregunta salió automáticamente de mis labios, antes de que yo tuviera tiempo de procesarla- Lo siento. No es mi intención ofender.

Pero me causaba curiosidad. ¿Cómo alguien podía aguantar un sitio como éste? Lleno de fantasmas, posiblemente destruido hasta los cimientos y con colores alrededor que no pronosticaban nada bueno. Quizá debía agradecerle a Hekate que aquel hombre siguiera aún con vida.

Kendal sonrió un poco, las partes más alejadas de sus tierras estaban desiertas, los fantasmas a veces deambulaban por ahí pero conforme se acercaban a la finca las cosas se veían diferentes, el suelo de tierra se cubría de un pasto verde y fresco, las piedras se cubrían de musgo y los árboles se veían más sanos y verdes, el aire mismo parecía algo más fresco.

-en realidad no vivo por esta zona, estas son las afueras de mi finca, es reconfortante vivir a las afueras de la ciudad, me gusta el campo y el fresco del aire. Lo prefiero al bullicio de parís, me gusta despertar con el sonido del campo en vez del murmullo de la gente.

Respondió caminando, en el caballo el camino no era tan largo pero avanzando el a pie se tomarían varios minutos en llegar a la finca, por suerte estaban en los límites más cercanos a la finca.

-Herede las tierras de mis padres y me he encargado de ellas desde hace años, a pesar del tiempo que tengo con ellas a veces descuido algunas áreas y terminan viéndose o sintiéndose como esto.

Aunque si era sincero antes de hacer su contrato con hekate había fantasmas incluso en la casa a pesar del buen estado en que se encontraba todo, ellos buscaban alguien que pudiese escucharlos, a menudo se encontraba con algunos que buscaban trasmitir algún mensaje, para su pesar a veces el destinatario del mensaje hacia mucho se encontraba descansando en paz.

-te sentirás más a gusto conforme avancemos.

Aseguro esperando que asi fuera, no sabía mucho de ella y de lo que le gustaba o no sentir, pero Neil siempre le había mencionado que gustaba de sentir el aire fresco y limpio, del aroma húmedo del agua y el sonido simple del viento.

jeje:

Y tenía razón. Los focos de caos fueron dando paso a una enorme ola de tranquilidad. A decir verdad, me gustaba más esta parte del viaje. Me daba algo de escalofríos el negro, aunque no podía ser peor que el rojo. Tenía mis razones para temer a ese color en particular, relacionadas con fuego más que nada. Y no tenía ganas de rememorarlas tampoco, a menos de que quisiera más preocupaciones de las que ya tenía.

A pesar de que algo me decía que la finca sería enorme, simplemente no podía verla. Una de las cosas que sólo se me permitía ver en las premoniciones eran las construcciones. Como no tenían alma, no podía captarlas. En esos aspectos sólo podía guiarme por el sonido para no estamparme contra las paredes. Algunos consideraban difícil y hasta triste este estilo de vida, pero era algo a lo que uno se acostumbraba.

Una ráfaga de brisa me despejó un poco la cara al tiempo que me daba una especie de “visión general” del lugar. Hasta donde veía, el terreno era bastante espacioso y bien cuidado, entrando en total conflicto con la parte que acabábamos de dejar atrás. Eran como la luz y la oscuridad, así de chocante era la diferencia. Y yo, como buena “bruja blanca” que era, prefería bastante más la luz que todo el resto.

-Es un lugar precioso, felicidades- comenté, bastante maravillada.

perdón por el error técnico c:

Caminaron por varios minutos antes de que la casa fuese visible, sonrió al ver a su nana salir de la casa a recibirlo, parecía como si el alivio le inundara, era típico de ella, pero también era su culpa, Hekate le había dicho que se encargara del asunto y el había salido sin previo aviso de la casa, ella debió haber pensado que se encontraba en problemas. Su nana era la mujer que le había instruido en las “artes oscuras” pero aun a pesar de ello hekate jamás le dirigía la palabra o se presentaba ante ella, al menos no que él hubiese visto jamás por lo que era poco probable que la pequeña le hubiese informado de la presencia de aquellos “intrusos” también a ella.

-Kendal ya está de vuelta, es usted un chiquillo malcriado que me ha tenido muy preocupada, de repente salio sin avisar y tan apurado.

La mujer le reclamo, mientras le golpeaba con un pañuelo y respiraba agitadamente después de correr el pequeño tramo que les separaba, pareció que solo después de comprobar que Kendal estaba bien, de registrar la sonrisa de disculpa en sus labios noto a la joven que llevaba con el.

-¿y esta señorita?

Pregunto reparando en la presencia de la joven y Kendal dirigió la mirada a la joven antes de volver a posarla en su nana.

-es la señorita … Schwarowzki-esperando no haber errado en el nombre- la encontré en los límites de la finca, estaba perdida asi que la he traído a casa, porque no le preparas una pequeña recepción?

La mujer asintió con aquella expresión decidida que Kendal bien conocía.

-¿venga señorita por que no baja del caballo? La guiare dentro.

Al parecer la anciana aun fuerte y lucida, mas lucida que muchos no se había percatado de la situación de la muchacha.

Spoiler:

¡Pero claro que me hubiera gustado bajar del caballo! Lamentablemente, y aunque tenía cierta idea del entorno, aún no era lo suficientemente exacta como para moverme con fluidez. Le dirigí una sonrisa tentativa, como diciendo “soy ciega, lo siento”. No podía hacer mucho más que esperar que alguien me tuviera compasión y me guiara hacia donde sea.

-Lamento mucho no poder bajar, pero mis ojos no me permiten mucha movilidad, si me entiende- al final era mejor tener a todos informados desde el principio de mi supuesta discapacidad- además, sufrí un pequeño percance y uno de mis pies no está en condiciones de caminar. Lamento ser una carga.

Lancé un suspiro. Al final, siempre resultaba siendo una carga, por mucho que me esforzara por no serlo. Pero, ¿qué más podía esperar? Era ciega, al menos a los ojos de los demás. Era una extranjera en tierras desconocidas, que apenas sabía comunicarse de manera eficaz. ¡Era una bruja, por el amor de dios! ¡Llegué aquí huyendo de la Inquisición Ortodoxa!

Al final, todavía no entendía por qué mis premoniciones me habían traído a una ciudad a la que apenas podía acostumbrarme.

Kendal sintió la mirada dura de su nana sobre el ante la falta de atención a la chica y mas que la mirada sintió el golpe en su espalda con el fregón que traía en la mano. Pese al ligero dolor solo sonrió por lo bajo y se acercó a la chica extendiendo las manos y tomándola por la cintura.

-sostente de mis hombros, voy a bajarte y no tienes que sentirte una carga, cualquier persona son experiencia en montura necesita que le ayuden a bajar la primera vez, con vista y con lso pies sin torceduras.

La bajo del caballo y se las arreglo para no bajarla de golpe al suelo, la puso sobre sus pies y observo el camino que faltaba para entrar y los escalones que daban a la puerta principal.

-creo que sería mejor si te llevo en brazos, sería muy incómodo para ti subir escalones con el pie lastimado, me permites?

Pregunto al tiempo que su nana escuchaba lo que decía y comenzaba a mover una de sus manos como si intentara decir algo y despedirse al mismo tiempo.

-Kendal niño tráela adentro ire a preparar agua caliente y medicina para esa torcedura.

Aunque apenas y lo dijo antes de desaparecer casi corriendo casa adentro, desde la segunda planta una pequeña los observaba sin intención aparente, como quien observa el pasar del agua de un rio, era hekate percatándose de que su humano habia aparecido con su invitada.

¿Qué más podía hacer, aparte de asentir agradecida? Jamás había montado un caballo, y si apenas me podía mantener arriba, no sabía cómo me iba a bajar. Así que simplemente me sostuve de sus hombros, como había dicho, y dejé que me depositara en el suelo, aunque mis pies estuvieron en la tierra muy poco tiempo. Al momento, Kendal me preguntó si podía llevarme en brazos hasta su hogar, apelando a mi condición de inválida. Sabiendo que de cualquier modo no podría ver mucho-y me arriesgaba a otro accidente-, acepté. En unos instantes me sentí elevada del suelo a la vez que me movía. Dirigí mis ojos hacia algún lugar en el que pudiera identificar algo.

Y allí la vi de nuevo. A aquella fantasma de nombre Hekate. Su nombre seguía dándome vueltas en la cabeza, pero tampoco iba a obsesionarme con el asunto. Supuse que, por muy en son de paz que viniera, ella no bajaría la guardia, a sabiendas de que yo era una bruja. Saludé con un gesto de la cabeza a la vez que entrabamos de lleno a la casa y mi radio de visión se limitó bastante.

Pero aún tenía mis oídos, que me permitían una idea general de las cosas que mis ojos no podían darme. Escuché los espacios de aquella finca a la vez que me llevaban a un lugar que no podía identificar con exactitud. Allí me sentaron y procedieron a curarme el pie afectado. Un aroma familiar llegó a mi nariz en el mismo instante en que la nana comenzaba a mover el hueso en busca de fracturas. Era una hierba que conocía, pero que no era demasiado común.

-Ese olor… ¿Dónde consiguieron esa planta?