Biografía de Leo Black [Pendiente de encontrar un título mejor]

Este es un libro que está escribiendo una amiga mía cuyo protagonista será mi pj de rol habitual, Leo Black. Pondré el prólogo más que nada para a ver si consigo engancharos, aunque los primeros capítulos... (LLLLLL)

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PRÓLOGO



-De nuevo se va la tarde, creo que es momento de dejar de posponer, ya lo he hecho por mucho tiempo…-

- Isabella… -escuchó-

- ¿Que acaso no te enseñaron a tocar?

Se giró para mirar a aquel que se atrevió a interrumpirla de aquellos pensamientos, no la sorprendió, pero aquello no le agradaba. Llevaba cerca de 10 minutos mirando por la ventana buscando en cada esquina, cada ladrillo y en cada minúscula partícula de luz aquel impulso que la ayudara a comenzar una nueva historia, una historia distinta a aquellas que escribió durante años. Tenía una idea, claro que sí… sentía la tentación de escribirla, pero no podía, esa historia no le pertenecía. Al verse interrumpida sólo miró al recién llegado mientras dejaba a un lado y sobre una mesa pequeña la copa que tenía en su mano y que contenía alguna clase de… ¿vino?

- Espero que sea importante… -dijo en tono cortante antes de que él pudiera responder a la pregunta que hizo antes.-

- Lo encontramos…

Sonrió pero Adrian no lo notó. Isabella tomó su capa con descuido provocando que la copa que antes había dejado cayera derramando el líquido en el suelo.

Salieron ambos de la habitación, y luego del abandonado edificio. Afuera los esperaban un par de autos, ella subió a un Cadillac 2009 plateado. Luego de cerrar la puerta no pudo evitar mirar por la ventana como el frío invadía las calles de Nueva York, las mismas que estaban ya cubiertas de una suave capa de nieve.

Isabella estaba en ese auto por varias razones pero sin duda lo que más podía sentir era ansiedad y curiosidad, hacía un par de siglos no sabía nada sobre Leo…

- Fui yo quien le ordenó a Adrian entrar a tu habitación

La voz de una mujer llegó a sus oídos sin impresionarla, ya sabía de su presencia.

- Lo suponía

Respondió en un escueto tono mientras el auto arrancaba y de manera casi automática el otro le imitó, como si estuvieran perfectamente cronometrados.

- ¿Dónde está?
- Te espera, en un viejo edificio ubicado a las afueras de la cuidad.
- Me espera…

Se dijo y lo repitió mentalmente, luego se le escapó una pequeña risa irónica inconsciente.

- Sabía que lo buscaba, ¿por qué no me di cuenta?

Abrió un poco su ventanilla y la luz blanca de la luna recayó sobre su piel haciéndola parecer mucho más pálida, en sus ojos se veía brillar un azul mar, que podían convertirse en verde o gris, como los llevaba la mayoría del tiempo; en ellos se presentaba una gran gama de colores, pero el favorito de Isabella solo era conservado para la hora de atacar.
No se dijo nada más durante el camino, pero justo antes de llegar miró a Sarah que pretendía acompañarla tan pronto saliera del auto y le ordenó que nadie más entrara, lo que sucedería era algo entre ella y Leo.

Llegaron por fin, un edificio viejo con 3 pisos la esperaba, estaba completamente sellado y avisos amarillos con el típico “peligro no pase” adornaba la base de este. Se acercó al él y de una patada voló la puerta, pudo entonces sentir aquella presencia que tanto buscaba. Era imposible olvidarlo, fue él quien la convirtió en lo que era y la acompañó durante el primer siglo de su no-vida.

Lo encontró justo como pensaba, ya la esperaba, tan paciente, inmutable, como siempre. Su cabello largo de rulos deshechos, piel blanca, pálida, ojos penetrantes. Apariencia que a pesar de adaptarse a la época le hicieron pensar a Isabella que solo había pasado un par de minutos sin verlo.

- Me esperabas…
- Me buscabas
- Sí, durante más de 2 siglos…
- Lo sé
- ¿por qué te apareces ahora?
- ¿para qué me buscabas?
- Lo sabes…
- Y tú también sabes porque escogí justo este momento, ¿no es así?
- Quieres que hable sobre ti

Leo sonrió ampliamente, Isabella que lo había visto sonreír muy pocas veces supo que había dado justo en el clavo, eso quería él y era justamente lo que ella necesitaba, sin embargo, no había pasado 2 siglos buscando a Leo solo por esa razón. Dio un par de pasos al frente y Leo seguía sin sorprenderse.

- Primero debes decirme dónde está…
- Sarah te lo dijo, ¿cierto? Está en Italia, pero no sabe de ti…

Mientras hablaba, él había dado un par de pasos para acercarse a la salida, pero se vio interrumpido ante la siguiente pregunta de Isabella.

- ¿quieres que hable sobre ella?

Por primera vez cierto desconcierto se denotó en la expresión de su rostro, no podía ocultarlo. Dejó de mirarla un instante para desviar la mirada hacía la desolada habitación, con rapidez levantó su mano derecha que se encontró con la vieja pared del edificio, miró a Isabella nuevamente y solo pudo agregar:

- Más te vale tener cuidado con lo que dices sobre ella...
- Eso es un ¿sí?
- Hazlo…

Ambos abandonaron el edificio, Isabella lo vio marcharse mientras decidía si subir o no a su auto.

- Ey, ¿vienes o no? –preguntó Sarah-
- Caminaré…
- ¿Caminarás?, ¡amanecerá antes de que llegues!
- Lo sé, pero tranquila… por cierto, necesito que vayas a Italia, ya sabes a quien buscar.

Dicho esto y sin esperar respuestas cerró la puerta con un golpe seco y comenzó a caminar, reflexionando, de alguna u otra manera comenzó la historia mentalmente.

Mi nombre es Isabella Menichetti, y soy escritora. Nací en Italia en el año 1490. Vivo una no-vida desde los 19 años. ¿Familia?, prefiero imaginar que no la tuve, aunque mantengo un par de cosas buenas sobre sus costumbres. Desde mi conversión he aprendido infinidad de cosas nuevas, pero la primera y más importante es que los años pasan más rápido cuando no eres esclavo del tiempo. He leído más libros de los que muchos pudieran imaginar, incluyendo algunos que hablan sobre nosotros: Monstruos, vampiros…

Nos describen de mil formas: piel pálida, grandes colmillos, tez fría, cambios de forma, sin sentimientos; incluso intentan destruirnos: ajo, estacas de madera, luz del sol u objetos benditos por la iglesia. Nos atribuyen poderes sobrehumanos y nos colocan como los buenos o malos de la historia como si todo se tratara de ganar o perder.

Nosotros solo conocemos dos verdades; la primera es que existimos desde el inicio de los tiempos, hemos sido presidentes, diputados, poetas, músicos, maestros y para romper mitos uno de los nuestros se infiltró en la iglesia, en esa misma iglesia que dicen puede destruirnos. La segunda: no hay bueno o malo cuando eres parte de nosotros, nos guiamos por nuestro instinto, defendemos aquello en lo que creemos y hacemos lo que queremos. Eso, es quizá a lo que temen los humanos y que a la vez les atrae.

Durante siglos nos han llamado de mil formas distintas, para ocultar lo atrayente que es para muchos la idea de ser uno de los nuestros.
De sus mitos muchos son ciertos, otros no tanto y algunos más son consecuencia de su buena imaginación… En lo personal, todo lo que dicen son patrañas y nunca lograré entenderlos…

Es tan desagradable su forma de vida. Parece que solo viven esperando el momento de morir, siempre están en búsqueda de respuestas sin poseer preguntas concretas… Afortunadamente, no logro recordar el momento en que pensaba igual a ellos… 5 siglos han pasado desde entonces, 500 años definitivamente son suficientes para olvidar cosas tan irrelevantes.

Con el tiempo te das cuenta que de la vida hay muy pocas cosas que vale la pena recordar, momentos, personas, bla bla… En esta oportunidad escribo para relatar la historia de una de las pocas personas que yo recordaré eternamente.

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