AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Páginas rasgadas {Privado +18}
2 participantes
Página 1 de 1.
Páginas rasgadas {Privado +18}
El vampiro no podía identificar de dónde exactamente provenía el eco de aquéllas carcajadas. Al principio, había creído que era su garganta que estaba terriblemente lesionada la que se empecinaba en castigarlo causándole más daño. Ahora, no estaba completamente seguro de que esa fuera la situación. Sin embargo, no estaba muy preocupado por descubrir si era él o a Marcus, a quién debía esas frívolas caricias. Estaba más fascinado por el rastro de sangre que dejaba sobre el piso de piedra mientras era arrastrado – nuevamente – hasta su celda. Había encontrado una rotura en esa paciencia infinita que Tiberius creía que poseía que, como ‘cortesía’, debía permanecer como prisionero hasta que éste recuperara el control por completo. ¡Ah! ¿No era jodidamente afortunado? Los Argeneau no escatimaban en su hospitalidad. El dolor que se disparó a través de su garganta, hizo que reconociera como suya la fría carcajada. Llevaba sin alimentarse tres noches que, la cuantiosa sangre que había perdido desde que Gilles le había atrapado, le mantenía debilitado. El veneno aún no había abandonado su organismo. Nunca lo haría por completo si las cadenas que colgaban de sus muñecas y tobillos no eran apartados. Las voces que provenían de las celdas a los lados del pasillo se detuvieron abruptamente. Un tambor no habría podido competir contra el retumbar de todos esos corazones. El sonido no solo lo embaucaba, lo embriaga. Se imaginó clavando sus colmillos en ese órgano tan vicioso. La imagen fue tan vívida que sus colmillos se alargaron. Un gruñido bestial surgió de su pecho y vibró a través de su garganta. Cualquiera que mirara a través de sus orbes se ahogaría ante la intensidad de su demonio. Un sollozo estrangulado provino de una de las celdas más cercanas. Esa simple nota, discordante con las otras, fue suficiente para que Darius levantara la cabeza. Se encontró con la mirada ambarina de una mujer en la treintena. No era ella la que le había atraído, sino la niña que sostenía contra su cadera.
- Todos ustedes estáis muertos. Las palabras eran lo suficientemente altas para que cada humano en las inmediaciones le escuchara. – Tarde o temprano, terminaréis aceptándolo. La niña se escapó del agarre de su madre y le miró. El miedo que irradiaba de ella era un maldito afrodisiaco. La bestia en su interior quería agarrarla y destriparla, beber de sus intestinos, bañarse con su inocente sangre. ‘Promételo, Darius. Promételo. La tendremos antes de que nos larguemos.’ La lengua del vampiro se arrastraba sobre sus colmillos como en una oscura promesa. ‘Promételo.’ La voz en su cabeza gritaba ahora. A Marcus no le gustaba que le ignorara. – La tendremos. No se molestó en responder en su cabeza. Se limitaba a establecer un hecho. Había prometido que, si no era eliminado por su hermano esa noche, entonces él escaparía y le mostraría cuán profundo era su ira. Mikhail había fallado. Él no lo haría. Finalmente, fue aventado al interior de la celda que había estado ocupando desde que Severus se hizo cargo. La oscuridad se lo tragó. Estaba tranquilo aunque, no podía decir lo mismo de Marcus, quien se paseaba como un animal enjaulado. – Esto es mejor que un ataúd. Le recordó. Habían pasado un infierno en esa maldita caja. Ninguno de ellos volvería a estar atrapado de esa forma. Sus caninos no habían vuelto a su sitio. No podía obligarlos a retroceder. No cuando los humanos se encontraban al otro lado del pasillo, terriblemente cerca, afianzados a sus sentidos. La arrogancia de su hermano no tenía límites. El simple hecho de que dejara a humanos en el mismo sitio donde se encontraba encerrado, le decía cuánto le subestimaba. Había guardias en el pasillo que conducía hasta las mazmorras, pero si se alimentaba recobraría las fuerzas y entonces, lucharía. Él era el cazador de vampiros. Había perseguido a muchos de ellos, incluso a algunos más viejos. Todo lo que tenía que hacer era escapar del metal. Esa era su prioridad.
- Todos ustedes estáis muertos. Las palabras eran lo suficientemente altas para que cada humano en las inmediaciones le escuchara. – Tarde o temprano, terminaréis aceptándolo. La niña se escapó del agarre de su madre y le miró. El miedo que irradiaba de ella era un maldito afrodisiaco. La bestia en su interior quería agarrarla y destriparla, beber de sus intestinos, bañarse con su inocente sangre. ‘Promételo, Darius. Promételo. La tendremos antes de que nos larguemos.’ La lengua del vampiro se arrastraba sobre sus colmillos como en una oscura promesa. ‘Promételo.’ La voz en su cabeza gritaba ahora. A Marcus no le gustaba que le ignorara. – La tendremos. No se molestó en responder en su cabeza. Se limitaba a establecer un hecho. Había prometido que, si no era eliminado por su hermano esa noche, entonces él escaparía y le mostraría cuán profundo era su ira. Mikhail había fallado. Él no lo haría. Finalmente, fue aventado al interior de la celda que había estado ocupando desde que Severus se hizo cargo. La oscuridad se lo tragó. Estaba tranquilo aunque, no podía decir lo mismo de Marcus, quien se paseaba como un animal enjaulado. – Esto es mejor que un ataúd. Le recordó. Habían pasado un infierno en esa maldita caja. Ninguno de ellos volvería a estar atrapado de esa forma. Sus caninos no habían vuelto a su sitio. No podía obligarlos a retroceder. No cuando los humanos se encontraban al otro lado del pasillo, terriblemente cerca, afianzados a sus sentidos. La arrogancia de su hermano no tenía límites. El simple hecho de que dejara a humanos en el mismo sitio donde se encontraba encerrado, le decía cuánto le subestimaba. Había guardias en el pasillo que conducía hasta las mazmorras, pero si se alimentaba recobraría las fuerzas y entonces, lucharía. Él era el cazador de vampiros. Había perseguido a muchos de ellos, incluso a algunos más viejos. Todo lo que tenía que hacer era escapar del metal. Esa era su prioridad.
Última edición por Darius Argeneau el Jue Ene 30, 2014 3:12 am, editado 1 vez
Darius Argeneau- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 30/09/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Páginas rasgadas {Privado +18}
Broken.
Obscuridad. ¿Cuál es realmente la definición de la palabra? ¿Puede tomarse metafórica y literalmente, o sólo posee una entrada y jamás una salida? Cayendo, siempre había sentido que su existencia era una precipitación hacia la nada. Jugando con el viento que se instala en sus cabellos, aprovechando la adrenalina acumulada en su vientre para poder sentirse aún con vida y no sólo el recipiente vacío para un alma. La ilusión de encontrar el fondo, llegó a incrementar con el paso de los días, los años, los siglos. Su sonrisa siempre fue una mueca retorcida y complaciente para los demás, nadie jamás se enteró sobre los desplantes que le causaba al Rey, su Rey. Una consorte nacida para sostener el orgullo del hombre en lo alto, defenderlo, honrarlo; nada es eterno, ni siquiera la sombra o la sensación que se tienen cuando se duerme, ese repentino cúmulo de vértigo al percibir la caída en sueños. Ella cometió el peor error, el indulto nuca fue una opción. Había tocado fondo.No había animales carroñeros al final, no existía el remoto infierno o el castigo tortuoso en ese pedazo de limbo al que se sometió. ¡Ahí no había nada! Sólo esa imagen que reverberaba en su cabeza una y otra, y otra vez, hasta provocar la demencia enfermiza. Se llenó de rabia, de impotencia, frustración y deseo. No pudo aparcar sus recuerdos y, como fantasmas acechantes, la poseían en la esquina de su celda. El rostro de Severus jamás se desvanecería de sus pensamientos. Pero en cada instante, con cada lágrima arrojada al silencio en su memoria, aparecía él, su esposo. La mirada colérica, el hambre de venganza y la jodida satisfacción de destrozar el cuerpo de su propio hermano con sus garras. La sangre estampada en los muros, tintando su atavío y enmascarando el rostro embravecido por la traición de ambos. Fue su carcajada estridente, la última sinfonía que Severus escuchó; la misma carcajada que ella habría de evocar noche tras noche encerrada en ese maldito lugar de mierda.
¡Un juego! ¡Para Mikhail todo fue un miserable juego psicológico que involucró a sus hermanos y a ella. Su egocentrismo, la pedantería… nada de eso tuvo sentido cuando al final los peones se enfrentaron entre sí. ¿Quién se come a quién? Órdenes, burlas, reglas, dolor, angustia, desesperación y un único sentido. Sobrevivir. ¡Maldición! ¿En qué momento perdió la batalla? Amber cerró los ojos sintiendo como su pecho era desgarrado desde el interior del vientre y hacia arriba. Pero no era ella quien fallecía en las garras de Mikhail. La quijada del vampiro se desprendió de su cabeza. Sus extremidades arrojadas al fuego, mutando a cenizas en pocos segundos. Sus ojos retirados de las cuencas como si se tratase de una bola de nieve sabor fresa. La lengua fue desprendida como quien retira una basura de la mesa; lo peor fue la exposición del torso. Los órganos internos relucientes en sangre, un corazón muerto. Mikhail se aseguró de hacerle padecer una muerte insoportablemente dolorosa, no sólo para él, si no para Amber también. Al final fue el corazón de Severus quien sació el hambre del Rey.
El argumento fue sencillo. «Sólo necesito a uno de mis hermanos vivos. Y esperé demasiado tiempo para vengarme del prodigio. Así que lo prefiero a él por sobre Lucian. Además tú necesitabas ser castigada.» Amber no puede odiar la mano que le alimenta. No debe debelarse contra su dueño, su amo, su Rey, su Dios. Pero el odio atorado en su garganta, era demasiado como para mantenerlo retenido en su interior. La rabia explotó, su ira se vio reflejada en el maligno destello de sus orbes. Fue una explosión de malos pensamientos, imágenes grotescas y demonios danzarines. El paroxismo de su rabia llegó al límite y terminó volviéndose contra aquel hombre que, en su retorcido análisis, resultó culpable. Darius. Quiso matarlo. Dicen que las mascotas adoptan comportamientos similares a sus dueños; al igual que Mikhail, Amber creyó que la muerte no le sería suficiente para vengarse de él.
La celda se abrió y cómo regalo le ofrecieron en bandeja de plata al único ser que descuartizaría con los dientes, pedazo por pedazo, para masticarlo y tragárselo lenta, dolorosa e insufriblemente idílico. Se carcajeó al verlo derribado dentro de su misma fosa. -¿Alguna vez has estado en un ataúd, como para saber lo que se siente?- Cuestionó al varón. Su vos fue escasa, como si se tratase de una sombra parlanchina solamente. No buscaba ser amable, tampoco quería entablar una cálida conversación. Sólo deseaba poder correr hasta él y hacerle vivir la misma muerte que Severus. Una vez más soltó una carcajada al aire –Te aseguro mi existencia que estarías mejor atrapado bajo tierra y en un miserable, maloliente y jodido sepulcro, que en las mazmorras de Mikhail- Pegó su cabeza a la pared en repetidas ocasiones. –Pero ya lo comprobarás por ti mismo. Mira que meterte justo conmigo, eso es sólo una muestra de su retorcida cabeza-
Xrisí D'Argeneau- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 118
Fecha de inscripción : 31/01/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Páginas rasgadas {Privado +18}
Ensordecedores bramidos zigzaguearon y se estrellaron interminablemente contra su cráneo. Las garras de la bestia se enterraban fríamente en su mente, moviendo las aguas pantanosas que encubrían los recuerdos de antaño. Sus colmillos atravesaron la carne de su muñeca, la sangre resbaló por la cadena, gotas carmesíes caían excitadas sobre el suelo de piedra. Al vampiro no le importaba absolutamente nada, excepto alcanzar la libertad para lograr su venganza. El dolor mantenía uno de sus gruñidos en la superficie. Por naturaleza, su organismo succionaba los nutrientes para regenerar sus heridas, excepto que éstos ya no existían. Una carcajada sombría se unió a su siseo. Estaba acostumbrado a sentirse en ese maldito estado. Había enfrentado poderosos enemigos sin estar fuertemente alimentado, este no era más que otro recorrido para llegar al mismo sitio. Su afilado colmillo atravesó el hueso, la caída de la sangre aumentó. Hipnotizado y, sin apartar los caninos de su objetivo, desvió la mirada – de nuevo – hacia el pequeño charco que se formaba bajo él. Marcus se lamentaba por la pérdida, haciendo sonar gongs en sus pensamientos para despertarlo de su estupor. El vampiro creía fervientemente en que algunos sacrificios debían llevarse a cabo para alcanzar un bien mayor. Además, las mazmorras estaban bien provistas. Nadie echaría de menos a esos infelices. Quizás, incluso, podrían morir con una sonrisa estampada en la boca ante la idea de que él acabara con su miseria. Ante la inesperada voz, detuvo su trabajo. Arrancó bruscamente la boca de su muñeca. Sus colmillos se revelaron – no es que estuviesen exactamente retraídos -, pero su gruñido recorrió cada celda en las mazmorras, provocando que los órganos de los presos entonaran una melodía para sus agudizados sentidos. Una sonrisa desganada curvó la comisura de su boca al ver a su nueva ¿compañera de celda? Vaya, vaya. Esto empezaba a ponerse interesante. No era el único que estaba embarrado hasta las rodillas de toda esa mierda que Tiberius había estado lanzando en la refriega.
Darius había empezado a armar el rompecabezas ante los papeles interpretados por los presentes. Observar el entorno, imaginar posibilidades, prever movimientos, era solo unas cuantas de sus cualidades. Había estado pululando alrededor de sus enemigos antes de dar la última estocada, aprendiendo de sus garrafales errores, obteniendo la experiencia que solo viene con la práctica; como para encajar una a una las piezas. No había sido difícil. El grito horrorizado de la fémina al ver cómo el cuerpo de Severus era devorado por las infernales llamas del fuego, eliminando así cualquier posibilidad de traerle de regreso, le había hecho sentir jodidamente bien, incluso estando en manos de ellos. Aún podía escuchar los ecos de sus carcajadas contenidos en la sala. Mikhail no podía romperlo, la gitana le había ganado la partida unas noches atrás. Recordó a la pelirroja en el cementerio, recibiendo a otro en su interior, con los cabellos alborotados donde el conde le había sujetado. Marcus espoleó el recuerdo lejos, cerrando el baúl con fuerza. No era momento para pensar en ello. Había sido traicionado y nadie, absolutamente nadie, le traicionaba sin pagarlo. Más tarde, se prometió. Ella era un asunto por resolver. La pregunta le volvió en sí. ¿La habría repetido? ¿O su subconsciente las reproducía de nuevo? Bajó la mano, sintiendo a las gotas bajar por sus dedos. La miró. El odio se cernía poderoso en sus orbes, pero ni siquiera así, haría subyugar al suyo. No contestó a su pregunta, Marcus bullía de ira, gritando con potencia que se diera prisa, que terminara de arrancarse la muñeca. En medio de sus gritos, escuchó la última frase de la dama. Estaba claro que a Mikhail no le importaba el destino de ella, así que eso la convertía en una ficha sin valor. - ¿Quién está a merced de quién? Cuestionó arrogantemente. – No obedezco sus órdenes. No le soy leal. Con una malvada sonrisa, y con toda la intención de encontrar un muro contra el cuál descargarse, agregó. – ¿Pero tampoco lo fue Severus, cierto? Levantó su muñeca hasta su boca de nuevo, habló justo sobre ésta. – ¿Qué es peor? ¿Saber que no puedes arrancarme la cabeza o saber que soy yo quien él eligió? Se habría carcajeado si no hubiese desprendido aún más la carne de su cuerpo.
Darius había empezado a armar el rompecabezas ante los papeles interpretados por los presentes. Observar el entorno, imaginar posibilidades, prever movimientos, era solo unas cuantas de sus cualidades. Había estado pululando alrededor de sus enemigos antes de dar la última estocada, aprendiendo de sus garrafales errores, obteniendo la experiencia que solo viene con la práctica; como para encajar una a una las piezas. No había sido difícil. El grito horrorizado de la fémina al ver cómo el cuerpo de Severus era devorado por las infernales llamas del fuego, eliminando así cualquier posibilidad de traerle de regreso, le había hecho sentir jodidamente bien, incluso estando en manos de ellos. Aún podía escuchar los ecos de sus carcajadas contenidos en la sala. Mikhail no podía romperlo, la gitana le había ganado la partida unas noches atrás. Recordó a la pelirroja en el cementerio, recibiendo a otro en su interior, con los cabellos alborotados donde el conde le había sujetado. Marcus espoleó el recuerdo lejos, cerrando el baúl con fuerza. No era momento para pensar en ello. Había sido traicionado y nadie, absolutamente nadie, le traicionaba sin pagarlo. Más tarde, se prometió. Ella era un asunto por resolver. La pregunta le volvió en sí. ¿La habría repetido? ¿O su subconsciente las reproducía de nuevo? Bajó la mano, sintiendo a las gotas bajar por sus dedos. La miró. El odio se cernía poderoso en sus orbes, pero ni siquiera así, haría subyugar al suyo. No contestó a su pregunta, Marcus bullía de ira, gritando con potencia que se diera prisa, que terminara de arrancarse la muñeca. En medio de sus gritos, escuchó la última frase de la dama. Estaba claro que a Mikhail no le importaba el destino de ella, así que eso la convertía en una ficha sin valor. - ¿Quién está a merced de quién? Cuestionó arrogantemente. – No obedezco sus órdenes. No le soy leal. Con una malvada sonrisa, y con toda la intención de encontrar un muro contra el cuál descargarse, agregó. – ¿Pero tampoco lo fue Severus, cierto? Levantó su muñeca hasta su boca de nuevo, habló justo sobre ésta. – ¿Qué es peor? ¿Saber que no puedes arrancarme la cabeza o saber que soy yo quien él eligió? Se habría carcajeado si no hubiese desprendido aún más la carne de su cuerpo.
Darius Argeneau- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 30/09/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Páginas rasgadas {Privado +18}
Preludio.
Tras escuchar sus palabras, la carcajada de Amber lo recibe con un fuerte golpe a sus sentidos. Sentirse desconcertada por el odio creciente hacia ese hermano, no le ayudará en nada. El vampiro ha enloquecido, mutilar su propia mano e intentar alimentarse de ella, forma parte de la desesperante esquizofrenia de un novato frente al experto. Los ojos de la vampiresa se posaron insipientes en aquel bulto, logrando escabullirse por el río púrpura creciendo debajo de él, pero no fueron ni sus palabras, ni el humor amargo lo que a ella le atrajo como un estúpido cuervo es atrapado con la carroña. Débiles e insidiosos movimientos, la conducen con total lentitud a las cercanías de su cuñado. Han pasado miles de lunas a través de ella, es imposible no poder notar el rencor dentro de su corazón. Así, la sonrisa de Amber se extiende por sus labios como sombras viperinas acechando los bastos campos de una hacienda. Ignora el rumbo de la conversación. Se acostumbró a callar lo necesario y soportar el delirio de arrogancia de los esclavos. El títere siempre cree en su libertad hasta darse cuenta de los hilos manipulados por alguien más. Darius podría jactarse todo lo que deseara sobre su posición, también escupirle a la cara el haber sido elegido por Mikhail antes que Severus y, aunque a ella le desgarra el alma saberlo de esa forma, no le otorgará ese poder. Cierra sus manos sobre la mutilada muñeca del varón, aprieta los dedos de forma inquisitiva, marca el dolor con sus uñas, lo disfruta, lo vive. El olor de su sangre le explota dentro de sus pensamientos, y danzarinas formas amorfas bailan enardecidas dentro de su ser. ¡¿Cuánta maldad vive dentro de él, para ser devorada por los plateados ojos de Amber?! Exquisito manjar.-Oh, señor. Perdone usted, pero si es tan libre como lo pretende…- Junta sus manos a la altura de su pecho. Frunce el ceño, hace un puchero. –Favor de dejarme aquí y escapar hacia la noche- Con un sordo movimiento, arranca la extremidad de su brazo y la arroja al otro lado del calabozo, donde las ratas muerden y desgarran la carne para alimentarse con pequeños trozos de la misma. Se posiciona detrás de él, sujetando con ambas manos su cabeza. Masajea su cien y su barbilla descansa impúdica sobre su hombro derecho. –No es que no pueda destrozar tu linda y perfecta cabecilla, cielo- Susurra cerca de su lóbulo con fingida inocencia. Los colmillos se desenfundan anunciando una guerra sin cuartel, el preludio a una orquesta sangrienta donde sólo uno de los dos sobrevivirá. Suspira. –Quiero, y te aseguro que lo haré, pero no aún- Rasga ligeramente su piel. Lo tienta, pero no con lujuria, no con pasión, no con deseo… ¡Es su ira la que hablará por él! Sonríe cerca de sus sentidos, contrae el cuerpo y se aleja. ¿Qué son un par de jugadas de calentamiento antes de iniciar la partida definitiva? –Pero nada de lo que pueda hacerte yo, se asemeja a los planes que él tiene para ti. ¿Crees que lo has perdido todo? ¿Qué no puedes estar más roto? Al menos hay una diferencia entre nosotros, Darius.- He aquí el veneno escondido de Amber, porque utilizaría la misma técnica que él. ¿Es verdad que se encuentra tan jodido como para serle indiferente a todo? Si algo sabe es que los Argeneau son bastante temperamentales. Clava sus orbes en los ajenos. Su sonrisa es maldita, su mirada es gélida y castigadora, sus dientes son afilados, sus labios están llenos de putrefacción pero sus palabras… -Fui yo quien se revolcó con ambos, siendo la perdición de Severus… ¡Pero tú! ¡Maldición! ¡Ni siquiera en eso tuviste elección, porque fue una puta humana la que te entregó! ¿Dime, qué se siente caer tan bajo como para permitirle tu vida a un ser inferior?- No fue ninguna novedad saber cómo Lucian consiguió capturar a Darius, tanto ella como Mikhail estaban al tanto sobre la gitana. Es una reverenda lástima, tan arrogante el muchacho y haberse enredado con aquella que lo vendió al mejor postor. –Oh, ¿Lo ves? Tienes razón; no somos igual de patéticos. Yo soy la ramera y tú el herido- Tras esas palabras lo supo, se avecina la tormenta.
Xrisí D'Argeneau- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 118
Fecha de inscripción : 31/01/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Páginas rasgadas {Privado +18}
Su insignia es esa mueca desagradable que estira sus comisuras. Nada de lo que ella le diga le importa. Todo lo que quiere es salir de ese maldito calabozo para ir contra su hermano y la gitana. Sí. Ha pasado de lamerse las heridas. Marcus tiene toda la jodida razón. Se había dejado embaucar por ese tonto sentimiento hacia la pelirroja. Su existencia estaba destinada a ser solitaria. Así era como había decidido castigarse. Lastimando a los suyos por lo que era. Odiando a todos en su camino para no añorar lo perdido. Merlina había cavado su propia fosa – no solo la de él – cuando decidió que lo ofrecido no estaba a su altura. Aún tenía que hacerle una última visita para cortar cualquier lazo. Darius Argeneau, el cazador que había querido protegerla de todo mal, iba a cambiar las reglas del juego hacia el final. Su risa estalla en éxtasis. Las palabras de Xrisí no le hieren. Una corrompida convicción le envenena lentamente. ¡Maldición! El vampiro está tan débil que arrastrarse para recuperar su brazo no está en sus planes inmediatos. La sangre gotea con un maquiavélico sonido sobre el piso de piedra, apenas amortiguado por las carcajadas estridentes que le azotan. – Oh Xrisí. Tienes que perdonarme. Estas últimas noches han sacado lo peor de mí. Dejó caer su cuerpo sobre el piso. Su cabeza golpeó con fuerza. El sarcasmo eran látigos punzantes en su lengua. – Me acostaré aquí y disfrutaré de tu amable compañía. Es lo menos que puedo hacer. Cerró los ojos un momento, luchando internamente con la voz del único que jamás le ha abandonado. Marcus está irremediablemente divertido por la situación ahora que está libre. Las esposas que tenían atrapadas sus muñecas cuelga ahora de solo uno de sus brazos. Él habría preferido no recurrir a ello. Sin embargo, no todo está terminado. Esta vez hay alguien más en su celda. Todo lo que necesita es esperar a que su cuerpo acepte el nuevo dolor. Si quiere salir y está claro que es así, ¡tiene que dejar de quejarse por la falta de sangre!
Sus ojos se abren para enfocar un punto cualquiera. El techo parece entretenerlo. – Nunca lo sabrás, ¿cierto? Lo que es ser amada. Habla ausentemente, la indiferencia es patente en su voz. – Si hubiese sido él. Si me hubieras importado como me importaba ella, Mikhail no habría sido un obstáculo. Mi herida sanará. ¿Pero qué hay de la tuya cuando solo puedes añorar? Yo sé quién era. ¿Lo sabes tú? Nunca el corazón de un humano le había resultado tan tentativo. ‘Mentiroso. Nunca podías ocultar el monstruo en tu interior cuando estabas con Merlina. Te lo dije, tenías que haberla destruido’. – Y si que debía. Le respondió notablemente exasperado, olvidando por un momento que no estaba solo. – Pero podremos remediarlo. Recuerda mis palabras, camarada. Giró su rostro en dirección a la salida, solo para encontrarse con la mirada de la vampiresa. De pronto, recordó lo que ella le había preguntado. Sus colmillos continuaban extendidos. La oscuridad que les rodeaba no fue un problema para la sonrisa descarada con que obsequió a ella. – Esto es lo que se siente. Absolutamente nada. Solo pasión por la venganza. Se cernió sobre su acompañante haciendo acopio de los vestigios de su fuerza. Su brazo pasó sobre los hombros de ella. En un santiamén, había doblado su cuello y clavado sus colmillos en donde debía latir su yugular. El primer trago que obtuvo le hizo gruñir de placer. Apretó su agarre con renovada fuerza. Sabía que no pasaría mucho antes de que ella se liberara, así que bebió tanto como pudo. La necesidad era una perra. Su cuerpo fue lanzado lejos. Golpeó contra la pared opuesta. Las ratas que habían estado entretenidas con su brazo, se alejaron ante el ruido. Gruñó como muestra de diversión. – Ahora estamos a mano, cuñada. Agarró su brazo y lo sostuvo contra el muñón antes de que éste cicatrizara. Iba a necesitar de ambas si quería escapar de ese putrefacto lugar.
Sus ojos se abren para enfocar un punto cualquiera. El techo parece entretenerlo. – Nunca lo sabrás, ¿cierto? Lo que es ser amada. Habla ausentemente, la indiferencia es patente en su voz. – Si hubiese sido él. Si me hubieras importado como me importaba ella, Mikhail no habría sido un obstáculo. Mi herida sanará. ¿Pero qué hay de la tuya cuando solo puedes añorar? Yo sé quién era. ¿Lo sabes tú? Nunca el corazón de un humano le había resultado tan tentativo. ‘Mentiroso. Nunca podías ocultar el monstruo en tu interior cuando estabas con Merlina. Te lo dije, tenías que haberla destruido’. – Y si que debía. Le respondió notablemente exasperado, olvidando por un momento que no estaba solo. – Pero podremos remediarlo. Recuerda mis palabras, camarada. Giró su rostro en dirección a la salida, solo para encontrarse con la mirada de la vampiresa. De pronto, recordó lo que ella le había preguntado. Sus colmillos continuaban extendidos. La oscuridad que les rodeaba no fue un problema para la sonrisa descarada con que obsequió a ella. – Esto es lo que se siente. Absolutamente nada. Solo pasión por la venganza. Se cernió sobre su acompañante haciendo acopio de los vestigios de su fuerza. Su brazo pasó sobre los hombros de ella. En un santiamén, había doblado su cuello y clavado sus colmillos en donde debía latir su yugular. El primer trago que obtuvo le hizo gruñir de placer. Apretó su agarre con renovada fuerza. Sabía que no pasaría mucho antes de que ella se liberara, así que bebió tanto como pudo. La necesidad era una perra. Su cuerpo fue lanzado lejos. Golpeó contra la pared opuesta. Las ratas que habían estado entretenidas con su brazo, se alejaron ante el ruido. Gruñó como muestra de diversión. – Ahora estamos a mano, cuñada. Agarró su brazo y lo sostuvo contra el muñón antes de que éste cicatrizara. Iba a necesitar de ambas si quería escapar de ese putrefacto lugar.
Darius Argeneau- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 30/09/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Páginas rasgadas {Privado +18}
Decrescendo.
Fantástico. La rubia no ha perdido su toque después de todo. Obtuvo de él, lo que quería, aquello que no podría sacarle nadie más. La confesión. No fue sencillo y en el proceso resultó herida. Amber entiende que los vampiros no pueden enamorarse, ella está al tanto de su maldita y jodida situación. No. Nunca lo sabrá, pero tampoco es que le importe demasiado, pues lo más cerca que ha estado de padecer ese sufrimiento, fue el desgarrador dolor en la muerte de su amante y, en todo caso, la sensación de protección que él le ofrecía, el calor que emanaba de su cuerpo al enredarse en el ajeno, todo eso, era épico, efímero… No lo necesita. Mikhail se encarga de colocarle nuevamente los pies en la tierra. Para desgracia de los demás, la devoción complaciente que ella le ofrece a su señor, es incomprensiva. Darius jamás lo entenderá y Amber no pretende explicárselo. Finge tener un ataque de tristeza. Su ceño se frunce. Desvía la mirada. El labio inferior es mutilado por sus dientes en señal de rabia, desesperación, frustración. Crispa sus puños y retiene el aliento. Asiente una sola vez con su cabeza. -¿Lo sabes?- Contraataca y, en el preciso instante en que eleva el rostro para mirar los famélicos ojos de su acompañante. Éste se lanza en su contra para alimentarse. La vampiresa cierra sus ojos y exclama un breve suspiro en complacencia. Lo había estado esperando. Sus labios forman esa mueca insipiente, algo parecida a una sonrisa sarnosa. Él succiona, rápidamente antes de que se lo quite de encima. ¿Acaso no logra verlo? –Suficiente- Lo empuja contra el muro paralelo a ellos, con todas sus fuerzas, con las últimas que le quedan. Pone los ojos en blanco. Darius atina con sus palabras, pero aún no son suficientes como para desviar su camino. Le sonríe con la ceja en lo alto.Enfermizo. La situación es demasiado para la rubia, pues desea poder comprender lo que Mikhail pretende de todo eso y la duda que le invade es ¿Lo estoy haciendo bien? No le importaría fracasar nuevamente porque, honestamente, ¿Cuándo lo ha hecho perfecto? Hace resoplar sus labios perdiendo la poca paciencia y cordura que le quedan. Hubiese preferido mil veces encontrarse excluida, completamente sola, hambrienta y devastada por su raquítica visión, que el hecho de entablar una conversación con el hombre frente a ella. Al menos, ahora sabe algo más de él, que quizá, sólo quizá, Mikhail pase desapercibido. Muerde su labio inferior, impúdico. Se aproxima hasta él, se acuclilla sobre su cuerpo y lo mira fijamente a la cara. –Siempre hay opciones ¿No es así?- Arquea una de sus cejas con tono burlón. –Si hubiese sido ella, si te hubiera amado como lo venero a él…- Amber no se refiere al difunto, ella habla sobre su vínculo con el amo, con la persona a la cual jamás traicionaría ni siquiera por la máscara pasional del amor, volátil, efímera y desvergonzada. –Habría desahuciado al conde como lo hice con Severus- Acaricia la mejilla de Darius con los nudillos. Ladea la cabeza tomando su rostro entre ambas manos. Aunque pudiese tener miedo a tocarlo, no lo demuestra es más astuta de lo que se cree. –Y sin embargo, aquí estamos los dos, cielo- Lo suelta y desvía su vista a los alrededores de la celda. Suspira. –Ardiendo de pasión inquisitiva, vengadora. Colmando nuestra rabia con la idea de salir de aquí y acabar con todo a nuestro paso. Pero no te equivoques, quizá no sepa lo que es sentirse amada, pero al menos yo no me arrepiento de nada, al menos yo, no me odio ni me escupo a mi misma a la cara.- Quiere estallar en mofas, bailar un tango sobre el cuerpo del vampiro, destrozarlo, mutilarlo… Se vuelve totalmente inescrutable. –Ahora bien, séanos realistas ¿Quieres? Porque tenemos varias opciones, entre las cuales están, el infiernizarnos mutuamente y ser amigos. ¿Cuál eliges… Anthony?- Ese primer nombre, se desliza entre sus labios, perezosos, pesados, ofensivos. Al final, sonríe de medio lado, con su típica sarna vampírica. –Si prefieres matarme, tampoco me opongo, pero será más difícil-
Última edición por Xrisí D'Argeneau el Lun Mayo 27, 2013 3:20 am, editado 1 vez
Xrisí D'Argeneau- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 118
Fecha de inscripción : 31/01/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Páginas rasgadas {Privado +18}
‘Mátala, Darius. ¡MÁTALA! No la escuches. Todo lo que sale de sus labios es falso.’ Como Cerbero guardando la puerta del Hades, Marcus aseguraba sus dominios. El vampiro sabía que su compañero se negaba a volver a ese maldito rincón al que había sido relegado mientras él intentaba cuidar de Merlina. De ahí su dosis de paranoia y demencia. Temía que fuese lo suficientemente estúpido como para confiar en las palabras de otro ser por sobre él. ‘Mátala y salgamos de aquí.’ Había noches en que su compañía era un bálsamo para Darius. Otras – como esas – era un jodido dolor de cabeza. Irónico, dado que los de su clase no padecían enfermedades. Con frustración, deslizó su mano por su cabello. No parecía importarle que se manchara de sangre. La hospitalidad de su hermano no había llegado tan lejos como para que le permitiesen limpiarse. Intentó, inútilmente, concentrarse en una respuesta para su cuñada, pero los gruñidos de su Cerbero eran cada vez más y más fuertes. - ¡Demonios! Rugió. La palabra haciéndose eco en la celda que compartía con Xrisí. El sonido viajando a través del pasillo. Su respuesta fue una estrepitosa carcajada, seguida de la palabra repetitiva ‘mátala.’ ¿En verdad creía él que no quería hacer eso exactamente? – Cállate, maldición. Déjame pensar. Había algo peligroso en la voz áspera de Darius – que antes no había estado allí – que hizo que la quietud se propagara en su mente. Por primera vez, desde que la gitana arrancara de su pecho ese inservible corazón con su traición, no hubo ninguna voz recordándole su miseria. Por supuesto, ahora la tenía a ella. Le sonrió. Vil. Burdamente. – Ahora sí, cuñada. Solo somos tú y yo, y toda esta jodida guardia. ¡Oh! Y no nos olvidemos de todos esos apetitosos humanos. Sus orbes estaban enviciados. Casi podía oír como su cuerpo succionaba los nutrientes del poderoso elixir para reparar los daños. Deslizó las yemas de sus dedos sobre su labio inferior, solo para alejarlos manchados de carmín. Sin pudor alguno los lamió. - ¿Estás segura que no quieres compartir conmigo más de tu exquisita sangre?
Enarcó una ceja en desafío. – Si vamos a ser amigos… Interrumpió la frase, levantándose con gracia del suelo. - ¿Qué mejor forma para romper el hielo? Caminó hasta la enorme y pesada puerta. - ¿Está hecho a prueba de vampiros? ¿O es simplemente que te gusta pasar tu tiempo libre en este sitio? No creía que le respondería, pero al menos lo estaba intentando. Desconocía – además – sobre cuándo tendría una nueva reunión con su hermano. ¿Estaba mal visto que quisiera hacerle una inesperada visita? ¡Quizás podría felicitarlo por sus grandes logros! Mikhail no había cambiado. Cuando era solo un niño, había odiado no ser reconocido. Todos esos vampiros bajo su yugo, parecían realmente postrarse ante él. Oh sí. Habían empezado con el pie izquierdo, pero eso lo solucionaría antes de que desprendiese su cabeza de su cuerpo. Ahora. ¿Desde cuándo no afilaba su sarcasmo? – Y solo para recalcar. Sí. Me arrepiento de muchas cosas, pero estoy ardiendo de deseo por enmendar cada puto error que cometí en mis largos cuatrocientos años. Es una suerte que el tiempo nos sea indiferente y una verdadera lástima que para los humanos signifique la muerte. Así que ahora podrás entender porqué tengo una urgencia por salir de este calabozo. Giró sobre sus talones, satisfecho de que ella se hubiese acercado sigilosamente. La había sentido. Como una ola golpeando contra las rocas. - ¿Me vas a ayudar o a estorbar? Como había hecho ella anteriormente, lanzó su cuestión. – Si quieres detenerme, tampoco me opongo, pero será más difícil. Las palabras en la boca del vampiro son un derroche de diversión, pero también de amenaza. Es un Argeneau. El primogénito, nada menos. Marcus le enseñó todos los movimientos, solo que hasta entonces, nunca quiso recurrir a ellos. Sabe lo que la fémina está haciendo. Busca en sus palabras información. Su mirada se clava en sus orbes. - ¿Porqué no solo preguntas? Me siento complaciente. Y no mentía. En realidad, estaba intrigado. ¿Qué imagen tenía sobre él? Seguramente, una copia, la de sus hermanos.
Enarcó una ceja en desafío. – Si vamos a ser amigos… Interrumpió la frase, levantándose con gracia del suelo. - ¿Qué mejor forma para romper el hielo? Caminó hasta la enorme y pesada puerta. - ¿Está hecho a prueba de vampiros? ¿O es simplemente que te gusta pasar tu tiempo libre en este sitio? No creía que le respondería, pero al menos lo estaba intentando. Desconocía – además – sobre cuándo tendría una nueva reunión con su hermano. ¿Estaba mal visto que quisiera hacerle una inesperada visita? ¡Quizás podría felicitarlo por sus grandes logros! Mikhail no había cambiado. Cuando era solo un niño, había odiado no ser reconocido. Todos esos vampiros bajo su yugo, parecían realmente postrarse ante él. Oh sí. Habían empezado con el pie izquierdo, pero eso lo solucionaría antes de que desprendiese su cabeza de su cuerpo. Ahora. ¿Desde cuándo no afilaba su sarcasmo? – Y solo para recalcar. Sí. Me arrepiento de muchas cosas, pero estoy ardiendo de deseo por enmendar cada puto error que cometí en mis largos cuatrocientos años. Es una suerte que el tiempo nos sea indiferente y una verdadera lástima que para los humanos signifique la muerte. Así que ahora podrás entender porqué tengo una urgencia por salir de este calabozo. Giró sobre sus talones, satisfecho de que ella se hubiese acercado sigilosamente. La había sentido. Como una ola golpeando contra las rocas. - ¿Me vas a ayudar o a estorbar? Como había hecho ella anteriormente, lanzó su cuestión. – Si quieres detenerme, tampoco me opongo, pero será más difícil. Las palabras en la boca del vampiro son un derroche de diversión, pero también de amenaza. Es un Argeneau. El primogénito, nada menos. Marcus le enseñó todos los movimientos, solo que hasta entonces, nunca quiso recurrir a ellos. Sabe lo que la fémina está haciendo. Busca en sus palabras información. Su mirada se clava en sus orbes. - ¿Porqué no solo preguntas? Me siento complaciente. Y no mentía. En realidad, estaba intrigado. ¿Qué imagen tenía sobre él? Seguramente, una copia, la de sus hermanos.
Darius Argeneau- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 30/09/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Páginas rasgadas {Privado +18}
Intermedio.
¿Por qué? Todo el mundo puede comprender las razones por las que una zorra como ella se arrastra hasta las faldas de Mikhail, y esto quizá, sólo a medias; la cuestión verdadera recae en los motivos por los cuales un hombre como él la mantiene a su lado siendo tan repentinamente grotesca como lo es ahora. Algo de esa magnitud, no puede saberlo nadie, ni el mismo Severus estuvo al tanto de las verdaderas intenciones que su hermano mayor le guardaba a la ficha que la rubia representaba. Definitivamente hay algo en ella que puede ocasionar ciertos conflictos en los Argeneau, sin excepción alguna, quizá sea por eso que debe compartir celda con Darius. Pone los ojos en blanco al notar que su inquilino habla con una voz dentro de su cabeza ¿Acaso ninguno de ellos está potencialmente cuerdo? Al menos disfrutará del espectáculo. Ignora completamente lo que existe dentro de los pensamientos ajenos, pero no se necesita ser un genio para reparar en la irritación que destila en el tono de su voz. Amber finge no prestarle atención y espera a que su alucinante imaginación le ceda el control a la razón. Abre los ojos repentinamente. Le es casi imposible seguir el humor de Darius, pero es sencillo, la vampiresa también puede ser terriblemente irritante. No por nada está ahí, con él, a solas. Oscurece la mirada al captar la indirecta de Mikhail. Sonríe meneando la cabeza ¡Su marido está enfermo! Choca la lengua contra su dentadura. –No. Mi cuñado merece sangre mejor que la de una puta- Comenta con sarna, el insulto no sólo va dirigido para si misma, si no también para los revoltosos pensamientos que supone alimentan el coraje de Darius al recordar a la gitana. Admira, en verdad admira la furia que está creciendo en su interior y el dejo idiota de su superioridad. ¿Acaso no ve que justo ahí dentro son la misma rata? Imita su gesto, levanta la ceja retándole a proceder con su escape. Es evidente que no lo conseguiría. Si hay una cosa segura sobre Mikhail es que no es estúpido. Calando el control de Darius, le responde -Por eso es que los hombres no sirven en casa. ¡¿Qué no ves que está estupenda la decoración?! Es rustica y tiene este característico olor a cloaca, idéntico a mi hogar. Oh, pero tú no lo reconocerías, no tienes estilo, ni sentido del buen gusto; eso ya lo sabemos.- Al final añadió una risita jodidamente estridente, burlona, cargada de humillación. Se hizo a un lado para no ‘estorbar’. Pegó su espalda al muro rocoso y lo admiró de perfil. En otras circunstancias, se habría lanzado sobre él para poseerlo de una y mil formas posibles. Muerde su labio inferior desechando los sucios pensamientos que le persiguen. Amber no tiene remedio alguno, su sed es insufrible. -¿Detenerte? Vamos intenta escapar, quiero verte. Me deleitaré con esa imagen.- Los orbes de la vampiresa recorren con lujuria el cuerpo de Darius. No puede negar que debajo de esa capa mugrienta de polvo, tierra, golpes y demás, se encuentra un hombre bastante atractivo, con el físico de su amo, con la apariencia de alguien que le ofreció lo más parecido que tenía al amor, obsesión.
El calor que desprende de la mirada de su compañero, aunque él asegure ser una amenaza, para Amber no es más que la invitación a jugar. La curva en sus labios, se desliza más allá de lo verosímil, su la última frase del Argeneau llena por completo sus expectativas. La rubia cierra el paso entre los dos, pegando su cuerpo al de él. Rosa apenas sus labios con los ajenos, arquea una ceja en lo alto, divertida, juguetona. -¿Seguro?- Desliza ambas manos por encima de su pecho, acaricia y masajea los músculos demacrados de su cuñado. Sube hasta sus hombros y lo rodea como una enamorada lo haría con su hombre. Hace un puchero. –No encontrarás tu venganza allá afuera Anthony. No te equivoques otra vez de camino, cielo- Susurra a escasos centímetros de sus fauces. Se pega más a él procurando el movimiento de sus manos, no quiere que él la engañe, la aparte y le saque el corazón por su atrevimiento. Lo prueba. Sonríe en su cara y lo besa. -¡Que delicioso besas! ¡Mi sabor preferido, el mío!- Exclama apartándose de él con extrema cautela. No teme a su reacción destructiva, sí a la otra.
Xrisí D'Argeneau- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 118
Fecha de inscripción : 31/01/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Páginas rasgadas {Privado +18}
La ceja del vampiro se enarcó con elegancia cuando su afirmación fue puesta en duda. Descendió con el mismo porte, una sonrisa – completamente descarada – empezaba a curvar sus comisuras. Ella estaba jugando con fuego y era imposible adentrarse sin quemarse. Se necesitaba estar ciego para no apreciar sus hermosos y perfectos rasgos. Entendía porqué Severus había caído preso de sus encantos. Si él también lo hacía – y no estaba siquiera intentando oponerse – sería por razones completamente distintas. Quería suprimir todos esos momentos que había pasado amando a la gitana. Reírse de lo ridículo que había sido exponer en palabras su necesidad por ella. Demostrarse que el poder que le había dado una vez, se lo había quitado cuando decidió arrancarla junto a su podrido corazón. No. No dudaba de su determinación. Se sabía capaz de matarla. Demonios. Casi podía sentir su mano atravesando su pecho, cerrándose sobre su palpitante y burlesco órgano para robárselo con un gruñido de victoria. Se lo comería como pago por haberle dejado hueco, frío y loco. Si existía una maldita posibilidad de que lo lamentara, quería descubrirlo cuando fuese demasiado tarde. Sus manos se cerraron como un par de grilletes sobre las muñecas de la vampiresa. La retuvo contra su cuerpo durante largos segundos. – ¿De esto se trata tu presencia aquí? Cuestionó con insolencia, empujándola con su pelvis contra la pared cercana a la puerta. – ¿Eres tú la cortesía de Mikhail? La forma en que le miraba hacía que el azul en sus orbes se oscureciera a tal punto de que podría confundirse con el negro. Su mirada descendió hasta posarse en su boca, que dejaba entrever las puntas de sus deliciosos colmillos. Merlina le había mordido cuando se retorcía bajo él y maldito fuese si no lo había querido. Gruñó ante la dirección de sus pensamientos. Iba a explotar. La furia que sentía. El odio que la gitana había impuesto en su ser era más de lo que podía soportar. Con una fuerza descomunal – o eso le pareció – su boca descendió para apoderarse de la ajena. Su lengua rápidamente salió al combate. Se desgarró la propia con los colmillos de ella. Por un largo tiempo, todo lo que hizo fue saquearla sin ton ni son.
Se detuvo con una maldición. Había olvidado lo que era dejarse de preocupar por no hacer daño a su acompañante. Eso solo añadió más leña al fuego. - ¿Qué quieres, Xrisí? Su voz era amenazante. - ¿Qué juegue el papel de tu esposo o el de tu amante muerto? Era a ellos a quiénes seguramente veía en él. - ¿Sabes qué? Me importa una mierda. Volvió a besarla. No había ninguna calidez entre ellos. Él no lo buscaba. – Espero que siempre termines con lo inicias. Marcus, claramente, había decidido que había cedido mucho terreno. ‘Tenemos que salir de aquí’. Sus manos finalmente abandonaron las muñecas para colocarlas a su costado. Una de ellas se arrastró para tomarla del cuello y empujarla más a su rostro. La devoró de nuevo, poseído por algo desconocido. ‘Nos está reteniendo hasta que él regrese.’ ¿Lo estaba? Por un momento se detuvo sobre sus labios, pero volvió al galope, restándole importancia. ‘¡DARIUS!’ Ignoró el llamado, hasta que su nombre se repitió una y otra vez en su mente. Soltó un gruñido de frustración. - ¿Intentas retenerme ofreciéndote? Porque no va a funcionar. Voy a escapar. Se apartó de ella. Su lengua ahora paseándose por sus colmillos. Marcus vitoreó. El vampiro le reprendió. Volvió a la puerta justo cuando uno de los vástagos de su hermano empujaba a un par de humanos por los pasillos. Le reconoció, era el que lo había arrastrado hasta esa celda. - ¿Son para mí? La burla hizo que el que iba al mando se detuviera. Inhaló con fuerza. El miedo de los humanos era un exquisito incentivo. El desconocido le mostró los colmillos, como si eso fuese a obligarlo a hacerse para atrás. Darius se carcajeó, satisfecho cuando éste se acercó a su puerta. - Tus ovejas están tratando de escapar. Señaló. No era verdad. Solo estaba haciéndolo enojar. Con suerte, abriría esa puerta para golpearlo y él tendría la oportunidad que estaba esperando.
Se detuvo con una maldición. Había olvidado lo que era dejarse de preocupar por no hacer daño a su acompañante. Eso solo añadió más leña al fuego. - ¿Qué quieres, Xrisí? Su voz era amenazante. - ¿Qué juegue el papel de tu esposo o el de tu amante muerto? Era a ellos a quiénes seguramente veía en él. - ¿Sabes qué? Me importa una mierda. Volvió a besarla. No había ninguna calidez entre ellos. Él no lo buscaba. – Espero que siempre termines con lo inicias. Marcus, claramente, había decidido que había cedido mucho terreno. ‘Tenemos que salir de aquí’. Sus manos finalmente abandonaron las muñecas para colocarlas a su costado. Una de ellas se arrastró para tomarla del cuello y empujarla más a su rostro. La devoró de nuevo, poseído por algo desconocido. ‘Nos está reteniendo hasta que él regrese.’ ¿Lo estaba? Por un momento se detuvo sobre sus labios, pero volvió al galope, restándole importancia. ‘¡DARIUS!’ Ignoró el llamado, hasta que su nombre se repitió una y otra vez en su mente. Soltó un gruñido de frustración. - ¿Intentas retenerme ofreciéndote? Porque no va a funcionar. Voy a escapar. Se apartó de ella. Su lengua ahora paseándose por sus colmillos. Marcus vitoreó. El vampiro le reprendió. Volvió a la puerta justo cuando uno de los vástagos de su hermano empujaba a un par de humanos por los pasillos. Le reconoció, era el que lo había arrastrado hasta esa celda. - ¿Son para mí? La burla hizo que el que iba al mando se detuviera. Inhaló con fuerza. El miedo de los humanos era un exquisito incentivo. El desconocido le mostró los colmillos, como si eso fuese a obligarlo a hacerse para atrás. Darius se carcajeó, satisfecho cuando éste se acercó a su puerta. - Tus ovejas están tratando de escapar. Señaló. No era verdad. Solo estaba haciéndolo enojar. Con suerte, abriría esa puerta para golpearlo y él tendría la oportunidad que estaba esperando.
Darius Argeneau- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 30/09/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Páginas rasgadas {Privado +18}
Salvaje, brutal, despiadado. El beso arranca y destroza sus labios sin ninguna compasión. No la quiere, no la necesita, por que para Amber lo único importante ahí era saberse deseable de la misma forma que en la época en la cual atavió sus mejores ropajes. En esa triste celda, junto al hermano mayor de su esposo, bañada en lodo, completamente sucia y con el cabello pegajoso por la sangre de las ratas –y ahora la de Darius-,podría no ser la esposa trofeo que Mikhail presumía a sus seguidores, pero lo es. El beso, la ansiedad y la desesperación se lo confirmaron por regla. ¿Fue en verdad la tentación por la rubia o sólo se trató de la rabia por la pelirroja? Amber se sacude bajo el cuerpo imponente del varón. Temerle está fuera de sus pensamientos, él no sería, aunque lo intentara, la mitad de aterrador que era su rey y, sin embargo, algo en sus ojos la alentó para dejarlo escupir su verborrea infantil contra ella. –Vaya que eres idiota- Musita en la comisura de las fauces ajenas. Se relame para degustar el exquisito sabor a sangre que emana de él, sangre vampírica y un poco añeja, además de enfebrecida por la ira y el ferviente anhelo de la venganza. Una mezcla sutil, pero cargada de adrenalina. Deliciosa. –Pero está bien, lo acepto, quizá lo busque a él y tú ¿La vez a ella en mí?- Se carcajea para ser callada por otro apasionado y famélico beso. No es a los otros Argeneau lo que espera encontrar Amber dentro de su cabeza enloquecida por el odio, es a él mismo a quien pretende desenmascarar de una bendita vez por todas. La pregunta sigue repitiéndose en un eco constante desde que Mikhail cometió esa atrocidad y hasta ahora ¿Por qué él?
-¿Detenerte? ¿Distracción? ¿Cortesía?- Siendo completamente liberada por la falsa paranoia de su captor, sonríe con toda la altanería que le es posible. Amber había supuesto el desequilibrio mental que la pérdida le ocasionó a Darius, precisamente por que ella, durante un tiempo se comportó de la misma forma en la que él lo hace, pero después de tantos años viviendo lo mismo al lado de Mikhail, la pobre infeliz se acostumbró. Perder a Severus fue desgarrador, lastimero e insoportable, pero el luto le duró una noche, suficiente para despejar su mente. –Escucha- Suspira encaminándose hasta la puerta donde el guarda miraba con recelo a la pareja. Amber obsequia una sonrisa al lacayo de su esposo, uno de los acompañantes de su difunto hombre. El tipo congela su mirada en la vampiresa, la detesta. La forma en que la observa con desdén es increíble, por consecuente, ella la disfruta. –Para salir de aquí debes esperar a que anochezca. No sé si lo notaste, pero el sol acaba de salir.- Señala la ventanilla que tienen colocada en una de los muros superiores. Esto es uno de los métodos de tortura de Mikhail, cuando los rayos del sol se filtran por las rejas, abarcan una serie de espejos colocados estratégicamente para que ilumine con diferentes ángulos la habitación, afortunadamente para Amber y Darius, dos de los espejos estaba rotos. –Dudo mucho que puedas sobrevivir a tu travesía si el sol arde por encima de tu cabeza. Así que míralo como se te antoje, no me interesa. Si te ‘retrasé’ lo suficiente para que él llegara, lo sabremos por la noche, mientras tanto te aconsejo que regreses al agujero de puta realidad, antes de que ese espejo sea alcanzado por el sol, o tu bello rostro será pulverizado; sería una lástima considerando que justo ahora podrías utilizarlo -junto con esa lengua viperina- en otro tipo de cosas.- El hombre detrás de la puerta, espera con impaciencia el momento en el que el sol alcance el sitio donde Darius se encuentra. Los segundos pasan y con cada uno de ellos, los centímetros que recorre el rayo se multiplican. Cuando por fin, llega a su punto, el hombre abre la puerta y arroja a una de las vírgenes a la celda. –Él se acordó de ti, perra. Come, pero no le des ni una sola gota a ese infeliz.- Sonora, estridente y petulante. La carcajada del hombre se pierde tras cerrar la puerta. Y la mirada de Amber se enfoca por completo en la joven humana. Sí, Mikhail se acordó de ella y la envió justo como como a la rubia le gustan. Sólo existe un problema, Darius… ¿Este es otro plan de Mikhail? ¡Arg! ¿Hasta cuándo parará?
-¿Detenerte? ¿Distracción? ¿Cortesía?- Siendo completamente liberada por la falsa paranoia de su captor, sonríe con toda la altanería que le es posible. Amber había supuesto el desequilibrio mental que la pérdida le ocasionó a Darius, precisamente por que ella, durante un tiempo se comportó de la misma forma en la que él lo hace, pero después de tantos años viviendo lo mismo al lado de Mikhail, la pobre infeliz se acostumbró. Perder a Severus fue desgarrador, lastimero e insoportable, pero el luto le duró una noche, suficiente para despejar su mente. –Escucha- Suspira encaminándose hasta la puerta donde el guarda miraba con recelo a la pareja. Amber obsequia una sonrisa al lacayo de su esposo, uno de los acompañantes de su difunto hombre. El tipo congela su mirada en la vampiresa, la detesta. La forma en que la observa con desdén es increíble, por consecuente, ella la disfruta. –Para salir de aquí debes esperar a que anochezca. No sé si lo notaste, pero el sol acaba de salir.- Señala la ventanilla que tienen colocada en una de los muros superiores. Esto es uno de los métodos de tortura de Mikhail, cuando los rayos del sol se filtran por las rejas, abarcan una serie de espejos colocados estratégicamente para que ilumine con diferentes ángulos la habitación, afortunadamente para Amber y Darius, dos de los espejos estaba rotos. –Dudo mucho que puedas sobrevivir a tu travesía si el sol arde por encima de tu cabeza. Así que míralo como se te antoje, no me interesa. Si te ‘retrasé’ lo suficiente para que él llegara, lo sabremos por la noche, mientras tanto te aconsejo que regreses al agujero de puta realidad, antes de que ese espejo sea alcanzado por el sol, o tu bello rostro será pulverizado; sería una lástima considerando que justo ahora podrías utilizarlo -junto con esa lengua viperina- en otro tipo de cosas.- El hombre detrás de la puerta, espera con impaciencia el momento en el que el sol alcance el sitio donde Darius se encuentra. Los segundos pasan y con cada uno de ellos, los centímetros que recorre el rayo se multiplican. Cuando por fin, llega a su punto, el hombre abre la puerta y arroja a una de las vírgenes a la celda. –Él se acordó de ti, perra. Come, pero no le des ni una sola gota a ese infeliz.- Sonora, estridente y petulante. La carcajada del hombre se pierde tras cerrar la puerta. Y la mirada de Amber se enfoca por completo en la joven humana. Sí, Mikhail se acordó de ella y la envió justo como como a la rubia le gustan. Sólo existe un problema, Darius… ¿Este es otro plan de Mikhail? ¡Arg! ¿Hasta cuándo parará?
Xrisí D'Argeneau- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 118
Fecha de inscripción : 31/01/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Páginas rasgadas {Privado +18}
'Maldita sea, Marcus. ¿Es que quieres que muera? No podemos salir con el puto Sol sobre nuestras espaldas. Había esperado racionalidad de ti.' Sí, sí, ¡sí! Se está mofando. La verdad es que no le importa ni una mierda que su maldito enemigo esté esperando allá afuera pero, como su cuñada tan amablemente le ha hecho saber, no llegaría tan lejos antes de arder. Ser reducido a cenizas no forma parte de su plan, así que salir del castillo no es una opción ahora. De la celda, en cambio… Se relame los labios – aún sintiendo el sabor de Xrisí en ellos – mientras intenta hacer reaccionar a su puta conciencia. Sonríe con fingido encanto ante la verborrea del bufón de su hermano. – Tal parece que tienes muchos admiradores, cuñadita. Sabía que Mikhail era el rey de este palacio, pero nunca pensé que reinarías junto a él. Mi querido hermano siempre ha sido tan narcisista. ¿Cómo te las has arreglado? ¿Es parte de tu encanto? No. No iban a llegar a ningún lado con esa jodida actitud, pero cada uno jugaba el papel que les había tocado. Darius estaba siendo despreciable, ¿pero cuándo no lo había sido? Desde que se había dedicado a la caza de los suyos, no había hecho muchos amigos. En realidad, frunció el ceño, no tenía ninguno. Se había enredado con alguna que otra vampiresa antes de conocer a Merlina, pero la mayoría de ellas terminaron sin corazón y sin cabeza tras el acto. Con los humanos tampoco había simpatizado. No había querido preocuparse por drenarlos en el fragor de la excitación, hasta ella. Ahí estaba de nuevo ese maldito recuerdo. ¿Cómo demonios iba a exorcizarla? ‘Matándola’. – Dime algo que no sepa. Le siseó. ‘Tú preguntaste’. Le cortó el maldito demonio. Jáh. ¡Perfecto! Él no era el único molesto. Gruñó frustrado. Decidió ignorarlo. Volvió su atención hacia el humano que se unía – de improvisto – a la fiesta de los Argeneau. El olor del miedo llenó sus fosas nasales. Inhaló como un drogadicto. Sus colmillos palpitaron. Las mujeres eran su alimento preferido. Un mordisco y se volvían flojas en sus brazos. - ¿Vamos a luchar? Su voz sonaba vacía, pero no por ello menos peligrosa. Su hermano debería saber que con esa terrible sed quemando en su garganta, consumiendo su cuerpo, pelearía.
- Solo tenemos que compartir, Xrisí, y usar la tarde para ganar en otro tipo de batalla. Darius también sabe emplear su voz para seducir. Es tan candente. Puro fuego. Aunque siempre fue el chico bueno, cuando pudo controlar a Marcus e iniciarse en la cacería, muchas cosas habían cambiado. Había hecho lo que tenía que hacer para sobrevivir y seguiría haciéndolo. Se puso en cuchillas, tan cerca de la humana que solo tenía que estirar la mano para tocarla. Lo hizo. Deslizó la palma sobre del brazo de la joven. La acarició a conciencia. Su presa no dejaba de temblar. Cogió su muñeca, la giró y estiró para llevarla hasta sus labios. Desnudó aún más los colmillos. La fémina empezó a luchar – con más violencia – ante la visión de éstos. En el pasado, la habría tranquilizado, nublado su dolor por medio del placer; pero esa vez no, quería tragarse también su dolor. El mal se arremolinaba en sus irises. Le advertía a la presa que no había nada que pudiese hacer para evitar su muerte. Las puntas de sus caninos se detuvieron sobre la piel. Movió la mirada para encontrarse con la de su cuñada. Mikhail la había hecho su mujer por su belleza, de eso no tenía duda. ¿Por qué permanecía ella a su lado? ¿Miedo? ¿Lealtad? ¿Amor? Si en verdad era lo último, ¿no era todo tan absurdo? - ¿Vale la pena? Le preguntó, con la voz ronca por el deseo. El dolor que sentía propagarse a través de su garganta se intensificó. – ¿Pagar este precio por permanecer a su lado toda la maldita eternidad? No tenemos porqué ser enemigos. Aún no has escuchado mi historia. ¿O es que nada de lo que te diga te va a importar? Si es verdad que no podré escapar. ‘Tenemos que escapar’. - ¿Tenemos que llevarnos mal? Somos peones del mismo tablero. Marcus seguía empujándolo. ‘Bebe. Bebe. Bebe. Ella va a quitárnosla. ¡Bebe!’ – Si tú puedes fingir, yo también puedo. Dicho esto, clavó sus colmillos. Succionó. La lascivia se acentúo, como uno solo, con la malicia que inundaba sus ojos.
- Solo tenemos que compartir, Xrisí, y usar la tarde para ganar en otro tipo de batalla. Darius también sabe emplear su voz para seducir. Es tan candente. Puro fuego. Aunque siempre fue el chico bueno, cuando pudo controlar a Marcus e iniciarse en la cacería, muchas cosas habían cambiado. Había hecho lo que tenía que hacer para sobrevivir y seguiría haciéndolo. Se puso en cuchillas, tan cerca de la humana que solo tenía que estirar la mano para tocarla. Lo hizo. Deslizó la palma sobre del brazo de la joven. La acarició a conciencia. Su presa no dejaba de temblar. Cogió su muñeca, la giró y estiró para llevarla hasta sus labios. Desnudó aún más los colmillos. La fémina empezó a luchar – con más violencia – ante la visión de éstos. En el pasado, la habría tranquilizado, nublado su dolor por medio del placer; pero esa vez no, quería tragarse también su dolor. El mal se arremolinaba en sus irises. Le advertía a la presa que no había nada que pudiese hacer para evitar su muerte. Las puntas de sus caninos se detuvieron sobre la piel. Movió la mirada para encontrarse con la de su cuñada. Mikhail la había hecho su mujer por su belleza, de eso no tenía duda. ¿Por qué permanecía ella a su lado? ¿Miedo? ¿Lealtad? ¿Amor? Si en verdad era lo último, ¿no era todo tan absurdo? - ¿Vale la pena? Le preguntó, con la voz ronca por el deseo. El dolor que sentía propagarse a través de su garganta se intensificó. – ¿Pagar este precio por permanecer a su lado toda la maldita eternidad? No tenemos porqué ser enemigos. Aún no has escuchado mi historia. ¿O es que nada de lo que te diga te va a importar? Si es verdad que no podré escapar. ‘Tenemos que escapar’. - ¿Tenemos que llevarnos mal? Somos peones del mismo tablero. Marcus seguía empujándolo. ‘Bebe. Bebe. Bebe. Ella va a quitárnosla. ¡Bebe!’ – Si tú puedes fingir, yo también puedo. Dicho esto, clavó sus colmillos. Succionó. La lascivia se acentúo, como uno solo, con la malicia que inundaba sus ojos.
Darius Argeneau- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 30/09/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Páginas rasgadas {Privado +18}
La mirada perdida de la humana anunció la catástrofe. No es necesario poder leer la mente ajena para saber exactamente lo que el vampiro está pensando. Ella no necesita beberse a la mortal, Mikhail no la envió para la rubia. Es evidente que sólo juega con ambos. ¿Qué tan cruel puede llegar a ser? La vampiresa arquea una ceja en lo alto, pavoneándose en su propia inmundicia, escuchando e ignorando al mismo. La petulancia que despide –de no ser por la suciedad- sería idéntica a la de su esposo. La mujer, grita cuando los caninos del varón se incrustan en su piel. Amber lo observa con desdén y sonríe ante su tentadora oferta. Son hermanos, pero Darius aún no tiene la experta maldad que su señor. Dicen que un corazón roto hace más daño que la espada de un asesino. ¿Será verdad? Sus entrañas se remueven. Tiene hambre. Desvía la vista hasta los orificios en el brazo de la virgen. La sangre se queda resguardada en la comisura de la herida. Jugosa, apetecible. Jodidamente deliciosa. Gime chillando. La desgraciada pelirroja, con sus ojos azules, con las venas de color verde enmarcándose en su piel pálida, sus labios gruesos… su olor. ¡Oh, su jodido aroma! Ruge moviéndose cual rayo toma el cuello de la joven con sus manos, desenfunda sus colmillos y se dispone a beber de su yugular, entonces la olfatea mejor. –Detente- Es ignorada. Suspira y se aleja de la doncella. Mikhail había hecho lo mismo con Amber tiempo atrás, envenenar a una humana de sus favoritas sólo para prolongar su sufrimiento. Él no sólo es un monstruo, una bestia o un ser sin escrúpulos y jodidamente cabrón, sino que Mikhail, posee una mente brillante. Es un genio, quizá… Rueda los ojos mascullando entre dientes la poción que se mezclaba en su sangre. –Eres débil y el hambre te ciega- Se hunde en el rincón más oscuro de la caverna. –Si la drenas, si bebes más de ella…- Deja la frase inconclusa y se mofa en una carcajada.
Los labios de Amber se resecan. La peste de la sangre le hace contraer los músculos del interior de su cuerpo. Se retuercen y le producen un dolor. Puede sentir como uno a uno, los cartílagos de su cuerpo se van secando, pero es preferible aquella tortura desértica, que beber la sangre contaminada. ¿Es eso lo que esperaba Mikhail, que Darius la bebiese? No debió advertirle de ser así. De igual manera, la rubia está perdida. Jadea. Un día más y se cumplirá el lapso máximo que puede estar un vampiro sin beber sangre. ¿Se dejará morir o soportará la tortura de Mikhail? Fulmina con la mirada a Darius. Él no lo entiende. Nadie lo entenderá jamás. Ni siquiera ella puede estar consciente del por qué sigue ahí metida. Se muerde la lengua y, pese a que morir para terminar con toda esa porquería es la salida más fácil y la que más le apetece, no puede dejar solo. Aprieta la mandíbula y se lamenta por lo que hará. Regresa al lado de Darius y posee el cuello de la doncella con salvajismo. Impregna sus labios con la sangre, los enjuaga y calma su sed. En su interior, el cartílago, tanto como los órganos, comienzan a regenerarse. No es gran diferencia, pero el cuerpo de Amber recobra su color perlado. Sus ojos brillan azules y, pese a sus labios están demacrados y su sonrisa aún no es perfecta, está mucho mejor que antes. Baja la mirada y se lamenta. –Esto arderá en un par de horas, disfrutémoslo ahora- Sonríe con sadismo. Se arroja a sus brazos besando con vehemencia, famélica. Lo muerde y se aleja de él. –Conozco tu historia, Darius. Eres tú el que aún no comprende la mía, y ni siquiera estoy segura de que quieras escucharla. Así que mejor, si te apetece, follemos ahora y preguntemos después. De cualquier forma, el veneno en esa chica nos harás las siguientes doce horas insufribles, mínimo que sea después de haberme tirado al hermano de mi marido- Hace un mohín, se burla. -… al otro hermano…- Añade con picardía. –¿O es que acaso me prefieres pelirroja?- Le arranca el cabello a la chica y se coloca sobre la coronilla de la frente simulando una peluca. –No, mi belleza es el cabello blanco- Le guiñe el ojo. Lo empuja hacia atrás y se agazapa sobre él. Rompe sus ropajes y amenaza con poseerlo, ahí… sobre la inmundicia mientras el reflejo del sol los amenaza constantemente y la sangre ponzoñosa intenta hacerlos arder desde sus entrañas…
Los labios de Amber se resecan. La peste de la sangre le hace contraer los músculos del interior de su cuerpo. Se retuercen y le producen un dolor. Puede sentir como uno a uno, los cartílagos de su cuerpo se van secando, pero es preferible aquella tortura desértica, que beber la sangre contaminada. ¿Es eso lo que esperaba Mikhail, que Darius la bebiese? No debió advertirle de ser así. De igual manera, la rubia está perdida. Jadea. Un día más y se cumplirá el lapso máximo que puede estar un vampiro sin beber sangre. ¿Se dejará morir o soportará la tortura de Mikhail? Fulmina con la mirada a Darius. Él no lo entiende. Nadie lo entenderá jamás. Ni siquiera ella puede estar consciente del por qué sigue ahí metida. Se muerde la lengua y, pese a que morir para terminar con toda esa porquería es la salida más fácil y la que más le apetece, no puede dejar solo. Aprieta la mandíbula y se lamenta por lo que hará. Regresa al lado de Darius y posee el cuello de la doncella con salvajismo. Impregna sus labios con la sangre, los enjuaga y calma su sed. En su interior, el cartílago, tanto como los órganos, comienzan a regenerarse. No es gran diferencia, pero el cuerpo de Amber recobra su color perlado. Sus ojos brillan azules y, pese a sus labios están demacrados y su sonrisa aún no es perfecta, está mucho mejor que antes. Baja la mirada y se lamenta. –Esto arderá en un par de horas, disfrutémoslo ahora- Sonríe con sadismo. Se arroja a sus brazos besando con vehemencia, famélica. Lo muerde y se aleja de él. –Conozco tu historia, Darius. Eres tú el que aún no comprende la mía, y ni siquiera estoy segura de que quieras escucharla. Así que mejor, si te apetece, follemos ahora y preguntemos después. De cualquier forma, el veneno en esa chica nos harás las siguientes doce horas insufribles, mínimo que sea después de haberme tirado al hermano de mi marido- Hace un mohín, se burla. -… al otro hermano…- Añade con picardía. –¿O es que acaso me prefieres pelirroja?- Le arranca el cabello a la chica y se coloca sobre la coronilla de la frente simulando una peluca. –No, mi belleza es el cabello blanco- Le guiñe el ojo. Lo empuja hacia atrás y se agazapa sobre él. Rompe sus ropajes y amenaza con poseerlo, ahí… sobre la inmundicia mientras el reflejo del sol los amenaza constantemente y la sangre ponzoñosa intenta hacerlos arder desde sus entrañas…
Xrisí D'Argeneau- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 118
Fecha de inscripción : 31/01/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Páginas rasgadas {Privado +18}
Tan sediento como estaba, nada podía sacarlo de su desenfreno. ‘Más. Más. MÁS’. La maldita voz se estrellaba con fuerza en su cráneo. Si Marcus tuviese garras, sin duda, las sentiría clavándose en su interior. El demonio gimió y, siendo uno con él, su garganta hizo eco del sonido. Apartó los colmillos de la muñeca. Un hilo carmín descendió por su barbilla. Su cabeza se inclinó hacia atrás, dejando su cuello vulnerable. La excitación le recorría. Había estado varios días sin alimentarse. Herido como estaba, su cuerpo le había exigido que consiguiera cada gota de la humana. ‘¡Quiero más!’ Gritó aquélla maldita voz, cada palabra más fuerte. El que Xrisí se acercara, le había puesto de nuevo frenético. Él, que había permanecido en las sombras cuando se encontraban alrededor de la gitana, había ido ganando terreno. Estos últimos días, Darius se había visto obligado a escuchar sin tregua, a su compañero. Marcus se burlaba, le recordaba sus fracasos, lo que podría haber evitado. Odiaba a Merlina, quizás más de lo que él mismo lo hacía, pues era quien se encargaba de emitir aquéllas imágenes del conde y la pelirroja. Era su fuente de alimento. La demencia que construía a su alrededor, estaba tan cerca de rebasar su límite. Su cabeza volvió a descender, levantó aún más el brazo de su presa un segundo antes de perforar la piel. La joven, ya débil, apenas y emitió un grito. Succionó. El caliente, rico y vibrante elixir, descendía por su garganta, quemando todo a su paso. ‘No somos débiles. Nunca más. Ahora me tienes.’ El vampiro podía escuchar la desesperación y la prisa en las frases entrecortadas. Marcus estaba tan embriagado, se sentía tan bien después de los castigos infligidos, que quería seguir alentándolo por temor a que se detuviera. ‘Solo obedéceme.’ La diabólica carcajada que sonó en sus pensamientos, escondía algo, solo que no podía reconocer qué. A Darius bien podía importarle una mierda, porque siguió bebiendo. ‘¿Mejor?’ Preguntó, sarcásticamente. No obtuvo respuesta. ¿Había caído su demonio en un letargo?
Seguramente. No hizo ninguna protesta cuando su cuñada regresó para alimentarse. Como si fuese el mejor de los caballeros – o de los monstruos – se apartó para dejarle maniobrar. Observó, con el rostro inexpresivo, su salvajismo. Ya podía ver cómo le acentuaba la sangre fresca. Finalmente, con la voz dejando de gritar, pudo poner atención a las palabras de la rubia. -¿Veneno? Su ceño se frunció. Se sentía malditamente bien. Su lengua lamió el río carmesí que bajaba por la muñeca que aún sostenía. ‘Todo parece indicar, Marcus, que vales una mierda. ¿No podías escuchar, por solo un jodido segundo, el consejo de la esposa de mi hermano?’ Él también se carcajeó, como si ya disfrutara del dolor en que se veía inmerso durante los próximos segundos o minutos. ‘¡Al menos tenemos doce horas!’ Vitoreó, provocando al cabrón que se había quedado en silencio. Victoria que no le duró nada, porque en cuanto escuchó la palabra pelirroja, éste volvió al ataque. ‘Solo yo puedo burlarte. Mátala. ¿Qué esperas?’ Su mano se cerró en los sedosos mechones blancos pero, no para lastimarla, sino para tirarla sobre él. Su ropa ya había sido reducida, así que le devolvió el favor. Con creces. No se molestó con los preliminares. Condujo su miembro a la cálida entrada. Golpeó con fuerza, gruñendo al sentir cómo las paredes internas se amoldaban al grosor de su erección. Darius siempre había sido cuidadoso con Merlina. Nunca había querido hacerle daño. No con su miembro, ni con sus colmillos. Ante esos pensamientos, su furia se incrementó, se vio volcada a la fuerza con que entraba y salía. Se servía de sus talones para entrar más profundo. Su pesado saco golpeando contra la carne de Amber. - ¡No es suficiente! Exclamó iracundo. La cogió de la cintura y les levantó. Golpeó la pared de su celda con la espalda de ella. Siguió bombeando. Saliendo hasta la punta, entrando hasta donde podía ser cobijado. Su mirada cayó sobre la fémina. – Bésame. Ordenó, cogiéndole duramente el mentón. Sonrió con desdén. – Bésame como si fuera él, que yo te follaré como nunca se lo hice a ella. Las palabras las escupía con odio. Merlina nunca comprendió cuánto le había costado poner su bienestar por encima de él. Había querido hacer el amor con ella, no tratarla como si fuese un animal. No más máscaras. No más fingimientos.
Seguramente. No hizo ninguna protesta cuando su cuñada regresó para alimentarse. Como si fuese el mejor de los caballeros – o de los monstruos – se apartó para dejarle maniobrar. Observó, con el rostro inexpresivo, su salvajismo. Ya podía ver cómo le acentuaba la sangre fresca. Finalmente, con la voz dejando de gritar, pudo poner atención a las palabras de la rubia. -¿Veneno? Su ceño se frunció. Se sentía malditamente bien. Su lengua lamió el río carmesí que bajaba por la muñeca que aún sostenía. ‘Todo parece indicar, Marcus, que vales una mierda. ¿No podías escuchar, por solo un jodido segundo, el consejo de la esposa de mi hermano?’ Él también se carcajeó, como si ya disfrutara del dolor en que se veía inmerso durante los próximos segundos o minutos. ‘¡Al menos tenemos doce horas!’ Vitoreó, provocando al cabrón que se había quedado en silencio. Victoria que no le duró nada, porque en cuanto escuchó la palabra pelirroja, éste volvió al ataque. ‘Solo yo puedo burlarte. Mátala. ¿Qué esperas?’ Su mano se cerró en los sedosos mechones blancos pero, no para lastimarla, sino para tirarla sobre él. Su ropa ya había sido reducida, así que le devolvió el favor. Con creces. No se molestó con los preliminares. Condujo su miembro a la cálida entrada. Golpeó con fuerza, gruñendo al sentir cómo las paredes internas se amoldaban al grosor de su erección. Darius siempre había sido cuidadoso con Merlina. Nunca había querido hacerle daño. No con su miembro, ni con sus colmillos. Ante esos pensamientos, su furia se incrementó, se vio volcada a la fuerza con que entraba y salía. Se servía de sus talones para entrar más profundo. Su pesado saco golpeando contra la carne de Amber. - ¡No es suficiente! Exclamó iracundo. La cogió de la cintura y les levantó. Golpeó la pared de su celda con la espalda de ella. Siguió bombeando. Saliendo hasta la punta, entrando hasta donde podía ser cobijado. Su mirada cayó sobre la fémina. – Bésame. Ordenó, cogiéndole duramente el mentón. Sonrió con desdén. – Bésame como si fuera él, que yo te follaré como nunca se lo hice a ella. Las palabras las escupía con odio. Merlina nunca comprendió cuánto le había costado poner su bienestar por encima de él. Había querido hacer el amor con ella, no tratarla como si fuese un animal. No más máscaras. No más fingimientos.
Darius Argeneau- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 30/09/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Páginas rasgadas {Privado +18}
De dama a puta, de puta a reina, de reina a nada… Las metamorfosis de Amber habían sido las más crueles y despiadadas; los cambios que su cuerpo y mente sufrieron, fueron suficientes como para hacer enloquecer al más cuerdo, pero por alguna extraña razón ella no podía doblegarse ante la fatalidad y pérdida de su mente. Cada golpe de la vida, forjó un pensamiento inmundo que le condujo al infierno que vivía en ese instante. ¡Pero que infierno tan placentero! Era golpeada, tragada en vida, humillada y marchitamente desenterrada. Su vida no tenía el sentido que alguna vez imaginó, y ni siquiera estaba segura de haber sido la mitad de mujer que lo fue en sus mejores años. Y las razones por la cuales seguir soportando la jodedera eran miles, pero había una que le conducía al mismo camino una y otra vez, tenía miedo. Ah, pero no a su amo, no a su rey…. Temía por si misma.
De repente, sus pensamientos la golpearon con la misma intensidad en la que él trataba de poseerla. Las paredes de su intimidad fueron profanadas y pese a no tener la lubricidad suficiente, su piel se ajustó a la de Darius. Sintió el palpitar de su poderoso miembro a través de las convulsiones de su sexo. Gruñó. No le agradó el choque eléctrico que surgió a partir de eso, no porque no le fuese satisfactorio, al contrario, había sido el mejor allanamiento de toda su maldita vida. Abrió delicadamente sus labios y gimió en silencio cerrando sus ojos y sintiendo como su cuerpo se entumecía debajo de él. Apenas disfrutando el acto, es levantada y arrojada contra los muros. Su espalda fue herida con la fría piedra de la celda, la sangre escurrió por su huesuda columna, pero no importó, pues el dolor fue proporcional al arrebatador suspiro que él le hizo arrojar.
Los colmillos de Amber profanaron las encías, desenfundándose con súbita desesperación y hambre. Sus ojos se dilataron, las uñas se marcaron en la musculatura de Darius. Era una bestia, una ramera, nunca una princesa, nunca una reina. Sus orbes se clavaron en la mirada famélica del vampiro. Pudo notar entonces su colérica adicción, el monstruo que jamás había sido alimentado, le ofrecía a Amber la liberación de sus miedos. ¿En verdad ella podría satisfacerlo? Arqueó una ceja, débil o no, es una mujer y como tal, tiene trucos para ofrecer. Hizo girar ambos cuerpos y en el movimiento, sus caderas se separaron del amarre. Se levantó, lo observó con histérico odio y demencia. Sonrió cínica y estúpida. -¿Besarte?- Hizo un mohín con los labios y chasqueó la lengua. Su pelvis, apartada de la ajena, gorgoreaba la excitación y clamaba por sentirse llena. Posicionándose por encima de él, se empaló con cólera, sintió romperse y arañó el pecho de su víctima. No era una viuda negra, pero se comportaba como tal. –Dejémonos de estupideces, Darius. Los besos son para los idiotas enamorados, ambos sabemos que ni tú eres como él, y yo no soy ella. Puedo quitarte las ganas mejor que cualquier puta, pero el vacío dentro de ti, ese nadie te lo arrancará, ni siquiera Mikhail puede.-
En ese instante, los colmillos afilados de la hembra se encajaron en la piel de su cuello, al unísono en que sus caderas danzaban el tango intermitente de penetraciones. Succionó su sangre, bebió de él. Sus manos subieron rápidamente por los costados y se alojaron en sus cabellos, los haló con toda su fuerza, como si quiera romper su cuello. –¡Rómpeme!- Susurró cerca a su lóbulo, sólo para distraerlo, bajar sus manos y herirlo masturbando su miembro. La sonrisa de Amber hablaba mucho de ella, definitivamente ella no era una reina.
De repente, sus pensamientos la golpearon con la misma intensidad en la que él trataba de poseerla. Las paredes de su intimidad fueron profanadas y pese a no tener la lubricidad suficiente, su piel se ajustó a la de Darius. Sintió el palpitar de su poderoso miembro a través de las convulsiones de su sexo. Gruñó. No le agradó el choque eléctrico que surgió a partir de eso, no porque no le fuese satisfactorio, al contrario, había sido el mejor allanamiento de toda su maldita vida. Abrió delicadamente sus labios y gimió en silencio cerrando sus ojos y sintiendo como su cuerpo se entumecía debajo de él. Apenas disfrutando el acto, es levantada y arrojada contra los muros. Su espalda fue herida con la fría piedra de la celda, la sangre escurrió por su huesuda columna, pero no importó, pues el dolor fue proporcional al arrebatador suspiro que él le hizo arrojar.
Los colmillos de Amber profanaron las encías, desenfundándose con súbita desesperación y hambre. Sus ojos se dilataron, las uñas se marcaron en la musculatura de Darius. Era una bestia, una ramera, nunca una princesa, nunca una reina. Sus orbes se clavaron en la mirada famélica del vampiro. Pudo notar entonces su colérica adicción, el monstruo que jamás había sido alimentado, le ofrecía a Amber la liberación de sus miedos. ¿En verdad ella podría satisfacerlo? Arqueó una ceja, débil o no, es una mujer y como tal, tiene trucos para ofrecer. Hizo girar ambos cuerpos y en el movimiento, sus caderas se separaron del amarre. Se levantó, lo observó con histérico odio y demencia. Sonrió cínica y estúpida. -¿Besarte?- Hizo un mohín con los labios y chasqueó la lengua. Su pelvis, apartada de la ajena, gorgoreaba la excitación y clamaba por sentirse llena. Posicionándose por encima de él, se empaló con cólera, sintió romperse y arañó el pecho de su víctima. No era una viuda negra, pero se comportaba como tal. –Dejémonos de estupideces, Darius. Los besos son para los idiotas enamorados, ambos sabemos que ni tú eres como él, y yo no soy ella. Puedo quitarte las ganas mejor que cualquier puta, pero el vacío dentro de ti, ese nadie te lo arrancará, ni siquiera Mikhail puede.-
En ese instante, los colmillos afilados de la hembra se encajaron en la piel de su cuello, al unísono en que sus caderas danzaban el tango intermitente de penetraciones. Succionó su sangre, bebió de él. Sus manos subieron rápidamente por los costados y se alojaron en sus cabellos, los haló con toda su fuerza, como si quiera romper su cuello. –¡Rómpeme!- Susurró cerca a su lóbulo, sólo para distraerlo, bajar sus manos y herirlo masturbando su miembro. La sonrisa de Amber hablaba mucho de ella, definitivamente ella no era una reina.
Xrisí D'Argeneau- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 118
Fecha de inscripción : 31/01/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» ||Páginas del silencio||
» Páginas vivas
» Páginas blanquecinas
» Un pasado en páginas
» Sur La Mer | Privado
» Páginas vivas
» Páginas blanquecinas
» Un pasado en páginas
» Sur La Mer | Privado
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour