AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Suerte [Milenka]
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Suerte [Milenka]
La mejor suerte de todas es la suerte de hacer algo por ti mismo.
Douglas Mac Arthur
Douglas Mac Arthur
Calles silenciosas, el sonido de la muerte. Era entrada la tarde, donde el solo color anaranjado profundo, como un durazno a medio comer, se hacía presente. Demostrando que entre todos, es la estrella mas buscada. Estrella que gira a nuestro alrededor según los astrólogos de esta época. Va cayendo dulcemente sobre nosotros, mientras busca que la luna salga. Correteandola; busca a su enamorada, pero ella huye de él. "La luna y el sol, la historia mas romántica jamás conocida"
Empezaba a caminar distraídamente por la entrada hacía lo que sería el camino a mi carpa. Saludando con discreción y suaves reverencias a quienes conocía. Había varias carpas o carretas; aquel era el lugar específico donde la mayoría de los gitanos nos encontrábamos. La verdad era que en parís los gitanos no abundaban. Eramos pocos, ya que los policías, o parte de lo que sería el ejercito nos solía perseguir y encarcelar. Muchas veces, con justa razón. Pues muchos gitanos viven de robar, y solo subsisten con eso. No lo veo bien, pero algunos no tienen otra salida. No? Podrían hacer como yo. Entregar sus cuerpos a cambio de algo de dinero o comida. Pero no, casi ninguno hacía cosas como aquellas. Era algo denigrante hasta para nuestra clase.
Mis pensamientos rondaban ese tipo de situaciones, como veía a los policías golpeando hasta matar a uno de los míos pero nada podía hacer, era solo uno y ellos demasiados. Solo podía huir para no llevar el mismo castigo. La única suerte, era que en mi no se notaba completamente que era un gitano, mas parecía un mendigo de clase baja. Y de repente distraído entre mi mente y el mundo que me rodeaba, me vi empujando con mi cuerpo la espalda de una muchacha; apoyando mis manos un poco sobre aquel cuerpo para no botarlo. Era menudo y con evidencia el cuerpo de una mujer.
-Ah... Mademoiselle, he de pediros mil disculpas. La he dañado?
Pregunté con una suavidad extrema, había golpeado mi pie contra su talón y al parecer, había provocado con eso que se salga un poco los zapatos que llevaba. Tenía un poco de temor que se hubiese roto. Pues no creía que tuviese el dinero para pagarle en ese momento otro par de suecos. Había gastado todo el dinero del día en una manzana y varias bolsas de opio que llevaba en mi bolsillo. Quizá me alcanzarían para tres o cuatro días. Por suerte no las iba fumando en ese momento. En realidad, no lo hacía pues sino me pedirían y no tenía tanto como para ir compartiendo con el mundo entero, aparte de que era demasiado preciada, lo único que me sacaba del mundo de mierda donde vivíamos.
Subí mi mirada a la ajena y le sonreí muy apenas, agachándome, apoyando el dedo índice en la comisura de aquel zapato y lo levanté delicadamente, con una suavidad exquisita, para que ese pie vuelva a entrar donde era debido, como si fuese una princesa. Aunque para mi, todas las mujeres eran hermosas princesas, no importa como se vistieran, como hablaran. Las mujeres eran la flor mas importante. Eran el destino de nuestra humanidad y por sobre todo, el encanto de los hombres.
"Un hechizo divino es lo que posa tal rosa sobre mis ojos. Me ahoga y no me deja salir. Eres tu, la mujer mas bella, o tu la mujer mas hermosa?"
Mis ojos se elevaron a ella y le regale una reverencia a medias, cerrando mis rasgados ojos, al tiempo que elevaba mi mano esperando que acercara la suya. A decir verdad, aunque mis ropas y todo mi ser daba el aire de un mendigo. Tenía aquel tipo de hábito. Ser tan amable como se pudiese.
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Suerte [Milenka]
No hay color más hermoso que los labios de un ser humano proyectando la fiesta de su interior en una sonrisa. Ella era feliz, muy feliz, era afortunada por conseguir libertad, también aceptación en una comunidad distinta en a la suya, en un país lejano, con personas desconocidas, con un idioma diferente. Afortunada ella que puede sonreír en medio de tormentos, pobreza y hambre, afortunada que puede tener a alguien, incluso cuando ese alguien había sido su peor enemigo. Su sonrisa radiante iluminaba la comunidad, mientras que mujeres, hombres y algunos niños se alejaron al notar la abrumadora sonrisa. ¿Por qué el mundo se siente envidioso de la felicidad ajena? No debería ser así, pero a ella no le importaba, nada de eso, deseaba simplemente ser feliz.
Gracias al dinero que su padre le había dado antes de partir de Egipto, Milenka había había podido establecerse en la zona comercial, esparciendo mercancía gitana por el mundo. Telas, miles de finas, hermosas, y coloridas telas que la comunidad de su padre mandaba. Todo para que ella pudiera hacer algo de dinero. En un principio había odiado la idea de obtener ganancias a costa de ese hombre que tanto odiaba, pero dado que le sacaba provecho, no debía abstenerse a un poco de privilegios, si es que se le podía hablar de tal manera.
Milenka había mandado a poner una gran y hermosa carpa de colores en medio del circo gitano, lo había hecho con todos sus ahorros, había comprado bebidas, dulces, alimentos, y una que otra bebida para que todos aquellos gitanos se acercaran. Tendrían una celebración de fin de año especial, diferente a todo aquello vivido, ella se encargaría que pasará, como diera lugar, y lo cierto es que lo hacía para que aceptaran a Judah dentro de la comunidad, pues ella ya no sentía ganas de nada sin él. Si, estaba enamorada aunque no lo reconociera, se sentía perdido a causa de ese gitano tan fuera de lo común, y quizás eso estaba siendo el peor de sus pecados.
Salir de sus cavilaciones era poco común, siempre estaba perdida en sus pensamientos, pero aquel acto que casi la hacía caer, la trajo de vuelta a la realidad. Milenka volteó un poco atontada por aquella casi caída que estuvo por tener, pero en vez de enojarse, soltó tremenda carcajada al verse en esa situación. No pudo evitar sentirse contenta, pues parte de la vida se volvía un grato recuerdo por los errores o tropiezos que se lograban. Pues de esos son los que más se aprende. Observó perpleja la forma en que él hombre le pedía disculpas ¿Colocarle el zapato sucio y casi roto? Aquello si que era nuevo para ella, pero lo dejó hacer.
- No se disculpe, no lo haga cuando estaba por ver a una torpe mujer casi caer - Le dice con una sonrisa muy animosa, y le reverenció de forma dramática como si estuviera frente al mismo rey de Francia - Todos tenemos errores ¿No es así? Entonces a gozar del error que los dos cometimos, los lamentos al olvido - Sonrió juguetona, y le dio un abrazo efusivo y confianzudo para que el hombre le regalara una sonrisa amplia, para que dejara a un lado ese nervio que se notaba había adquirido gracias a la peripecia. - Me llamo Milenka - Le dijo al caballero sin ni siquiera haber recibido la pregunta del ¿Puedo saber su nombre? No, ella no quería nada de esas comunes presentaciones, consiente estaba que de tenerlo frente a ella, era porque el mismo destino los había llevado, y que simplemente debían aprovecharlo. ¿Alguna enseñanza los llevaría a tener su reunión? No lo sabían, quizás era cuestión de suerte.
Gracias al dinero que su padre le había dado antes de partir de Egipto, Milenka había había podido establecerse en la zona comercial, esparciendo mercancía gitana por el mundo. Telas, miles de finas, hermosas, y coloridas telas que la comunidad de su padre mandaba. Todo para que ella pudiera hacer algo de dinero. En un principio había odiado la idea de obtener ganancias a costa de ese hombre que tanto odiaba, pero dado que le sacaba provecho, no debía abstenerse a un poco de privilegios, si es que se le podía hablar de tal manera.
Milenka había mandado a poner una gran y hermosa carpa de colores en medio del circo gitano, lo había hecho con todos sus ahorros, había comprado bebidas, dulces, alimentos, y una que otra bebida para que todos aquellos gitanos se acercaran. Tendrían una celebración de fin de año especial, diferente a todo aquello vivido, ella se encargaría que pasará, como diera lugar, y lo cierto es que lo hacía para que aceptaran a Judah dentro de la comunidad, pues ella ya no sentía ganas de nada sin él. Si, estaba enamorada aunque no lo reconociera, se sentía perdido a causa de ese gitano tan fuera de lo común, y quizás eso estaba siendo el peor de sus pecados.
Salir de sus cavilaciones era poco común, siempre estaba perdida en sus pensamientos, pero aquel acto que casi la hacía caer, la trajo de vuelta a la realidad. Milenka volteó un poco atontada por aquella casi caída que estuvo por tener, pero en vez de enojarse, soltó tremenda carcajada al verse en esa situación. No pudo evitar sentirse contenta, pues parte de la vida se volvía un grato recuerdo por los errores o tropiezos que se lograban. Pues de esos son los que más se aprende. Observó perpleja la forma en que él hombre le pedía disculpas ¿Colocarle el zapato sucio y casi roto? Aquello si que era nuevo para ella, pero lo dejó hacer.
- No se disculpe, no lo haga cuando estaba por ver a una torpe mujer casi caer - Le dice con una sonrisa muy animosa, y le reverenció de forma dramática como si estuviera frente al mismo rey de Francia - Todos tenemos errores ¿No es así? Entonces a gozar del error que los dos cometimos, los lamentos al olvido - Sonrió juguetona, y le dio un abrazo efusivo y confianzudo para que el hombre le regalara una sonrisa amplia, para que dejara a un lado ese nervio que se notaba había adquirido gracias a la peripecia. - Me llamo Milenka - Le dijo al caballero sin ni siquiera haber recibido la pregunta del ¿Puedo saber su nombre? No, ella no quería nada de esas comunes presentaciones, consiente estaba que de tenerlo frente a ella, era porque el mismo destino los había llevado, y que simplemente debían aprovecharlo. ¿Alguna enseñanza los llevaría a tener su reunión? No lo sabían, quizás era cuestión de suerte.
Milenka Sandoje- Gitano
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Re: Suerte [Milenka]
"Busco el pasillo de la gloria, la gratificante sensación de que estoy sumamente vivo y aún mis sentimientos se sienten profundamente"
Lentamente, con toda la suavidad que podía le fui terminando de atar el zapato, intentando no lastimarla con la dureza que tenía en los dedos y manos, algo toscas. Eran como un lija, para nada suaves, y mas bien callosas. La realidad es que debería haberle dejado el zapato allí, seguro ella lo sabría poner de mejor forma, pero me parecía demasiado descortés; aparte, gitana o no gitana era una mujer. Y a las mujeres debería tratarselas con mucho cuidado, con mucho amor y cariño.
Y cuando levanté la cabeza la vi. Una mirada hermosa, una sonrisa esplendorosa. Era como un cielo, una luminosidad que prácticamente me cegó y me quedé como perplejo, sumido en esa blanca sonrisa que solo pude devolverla, provocando que mis ojos se hicieran dos negras y azabaches líneas. Seguidas por unos dientes blancos enormes, y los labios en forma de pera, mas finos arriba y algo gruesos abajo. Una típica sonrisa de reconforte. Ella parecía tener una felicidad tan sincera que me causaba algo de devoción, como si deseara llenarme de ella.
-Ah! Es que yo le estaba provocando la caída, debía disculparme por las molestias My lady. Mmm, estáis de muy buen humor al parecer, aquello alegra. Me animo por vosotros. Me temo decir que si todos los lamentos van al olvido, tontos seremos. Debéis teneros presentes para seguir un camino.
Repetí con una tranquilidad inquebrable, con mi típica tonada extranjera pero lisa, llana. Sin egoísmo, sin odio, sin envidia y sin egocentrismo. Era la clara respuesta de un simple gitano, que buscaba la felicidad en el pasado, reconfortandose con palabras de un futuro lejano. Buscando su anterior vida. Como si decidiera saltar etapas, en la búsqueda de la verdad, donde nada ni nadie te detiene. Ah! Pero ella saltaba nuevamente con aquella efusividad y se subía a mí en un abrazo; donde le tuve que agarrar de la cintura para que pudiese llegar y allí me quedé. Pestañeando hasta que ella decidió soltarse y con lentitud le ayudé a bajar al piso, mirándole con extrañeza, ladeando el rostro lado a lado. Por que decía su nombre? Por que me hablaba? Por que su rostro me decía que provoque una conversación? Era tan difícil que me había quedado como si nada tuviese sentido, en medio de lo que sería un torbellino de ideas que no veía la salida.
-Ahh... Soy Aswad, un gitano ermitaño, por ahora. Milenka... Es un nombre Eslavo, significa "pequeña"
Inquirí mirandola fijo a los ojos, mientras con una mano le sacaba la tierra que podría haberle dejado en su ropa. Justamente en ese momento venía de trabajar en lo que sería mano de obra, y estaba algo sucio de tierra, por suerte, mi raza no solía emanar olores; daba gracias a ser oriental, que aún sudado, no tenía el mas mínimo olor. Mas que, ahora, tierra y pasto húmedo. Quizá un poco de humo, pero nada que pueda ser realmente repulsivo, para lo que parecía ser una gitana como yo. Suspiré y con una sonrisa de lado me la quedé mirando; negando por su forma de actuar. Era tan imprudente y realmente parecía torpe.
"Ten cuidado, soy bueno, pero por que eres así? Eres así con todos? Me das miedo, me da miedo que algún día termines mal por esta graciosa y dulzona forma de ser que exhibes sin temores. No te ensucies, no rompas tu blancura"
Pensaba mientras la miraba y luego observaba a sus lados, al parecer estaba sola, pero por que una mujer gitana estaba sola y no había un hombre acompañándola? No es como si fuese machista o mas bien típico de la época. Pero las mujeres debían ser protegidas, los robos de mujeres eran frecuentes por aquella zona, para de esa forma conseguir mas prostitutas para la ciudad y para otros países cercanos.
-Que hace una señorita caminando sola por estos lugares a esta hora? Mademoiselle Milenka, debe tener cuidado. Dígame, por favor; donde iba? Puedo acompañarle; para que llegue a salvo?
Pregunté con mucho cuidado, haciendo hincapié en mi tono de voz, para que sonara lo mas natural y poco sospechoso que se pudiese. No es como si deseara hacerle algo, era solo que mi ropa, mi rostro chico y cuadrado, todo solía parecer demasiado intimidante y no era aquello lo que yo quería; pues solo deseaba seguir la educación que le habían dado. Ser muy cortés y cuidadoso. Principalmente con las mujeres, aunque a los hombres también les ayudaba; siempre era, de alguna forma, un placer ayudar a los demás.
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Suerte [Milenka]
¿Por qué las personas se espantan de la alegría ajena? ¿Por qué el mundo comienza a pudrirse de tal manera que la felicidad es señal de asombro? Todo se ha distorsionado, el mundo ya no busca la paz diaria, sino la supervivencia misma. ¿La sonrisas cuestan? Porque ella estaría dispuesta a pagar lo que sea por sonreír, porque eso la hace sentir bien, plena, pero sobretodo viva. ¿Quién vive de verdad? ¿O será que todos están para morir? No lo sabe, y en realidad no le importa, quien quiera ser feliz va a buscar su manera de serlo, pero ella no quiere que duden de la felicidad, quisiera ella dar su felicidad, porque así el mundo estaría completo, lleno de canciones, de telas de muchos colores, con comida desbordante, con manos amigas que levantan a quien se cae, pero ¿a quién le interesa eso? A nadie, solo se busca el poder absoluto, el cáncer de la bondad.
- ¿Usted es infeliz acaso? La vida está llena de peligros inimaginables, criaturas que rondan de un lado a otro, animales dispuestos a atacar a sus amos al ser oprimidos de su realidad a base de libertades, pero, todo aquello, incluyendo el hambre y la pobreza, se vuelve mínimo cuando valoramos el aire que pasa por nuestros pulmones. ¿Acaso eso no le da alegría? - Le sonrió, como quien no quiere la cosa. La joven había sido la mayor parte de su vida infeliz, con una madre que la abandonó del mundo de los vivos muy joven, y sin haberse sabido parte de un lugar o de alguien, pero para su muy buena suerte, la chica había aprendido a valorar su camino, su destino le indicaba que quizás una meta buena le llegaría.
Volvió entonces a recordar a Judah, quien en un principio había sido su tormento, todo un reto hacer las pases con el gitano, después de aquella mordida, que se diga de cuando ella le cortó el cabello, y después lidiar con sus malos humores, con la enfermedad del hombre, todo había sido una llamada de atención, algo para que ella se largara y volviera a la comunidad de su padre, pero pese a que ambos empezaron con el pide izquierdo las cosas fueron mejorando, poco a poco, hasta hacer que la joven sintiera la felicidad y las ganas de vivir desbordantes como las de ese momento. Recordar a ese gitano la ponía de buenas, pese aun los piques que podrían tener en futuros, era como si cuidara a un niño pequeño.
- Mucho gusto entonces - Le comentó, con su voz animosa, vivaz, demasiado tranquila. - Significados, muchos significados se tiene ¿Cuál es el correcto? No me siento pequeña, quizás mi figura lo sea, pero ¿lo demás es pequeño? - Sonrió muy divertida por sus preguntas, como queriendo llegar más a fondo de las cosas. - Yo le he puesto otro significado a mi nombre, pero eso es demasiado personal, quizás su nombre signifique una cosa, y para usted sea otra cosa - Volvió a decir, indecisa en realidad por sus palabras, muchos terminaban por desesperarse de ella, y no los culpaba, la realidad es que no era una chica fácil de descifrar.
- Puede acompañarme, siempre y cuando no sea simplemente para protegerme, sino por el simple placer de la compañía - Le sonrió de forma amplia y cómplice - Si, quizás es una zona peligrosa, pero solo para aquellos que no gozan de posar sus pies con frecuencia por aquí, incluso entre criminales existen códigos de ética, no dañan a quienes creen viven peor que ellos, los gitanos en la pirámide estamos muy abajo así que, no, no hay problema conmigo - Le comentó, sin preocupación alguna.
- ¿Usted es infeliz acaso? La vida está llena de peligros inimaginables, criaturas que rondan de un lado a otro, animales dispuestos a atacar a sus amos al ser oprimidos de su realidad a base de libertades, pero, todo aquello, incluyendo el hambre y la pobreza, se vuelve mínimo cuando valoramos el aire que pasa por nuestros pulmones. ¿Acaso eso no le da alegría? - Le sonrió, como quien no quiere la cosa. La joven había sido la mayor parte de su vida infeliz, con una madre que la abandonó del mundo de los vivos muy joven, y sin haberse sabido parte de un lugar o de alguien, pero para su muy buena suerte, la chica había aprendido a valorar su camino, su destino le indicaba que quizás una meta buena le llegaría.
Volvió entonces a recordar a Judah, quien en un principio había sido su tormento, todo un reto hacer las pases con el gitano, después de aquella mordida, que se diga de cuando ella le cortó el cabello, y después lidiar con sus malos humores, con la enfermedad del hombre, todo había sido una llamada de atención, algo para que ella se largara y volviera a la comunidad de su padre, pero pese a que ambos empezaron con el pide izquierdo las cosas fueron mejorando, poco a poco, hasta hacer que la joven sintiera la felicidad y las ganas de vivir desbordantes como las de ese momento. Recordar a ese gitano la ponía de buenas, pese aun los piques que podrían tener en futuros, era como si cuidara a un niño pequeño.
- Mucho gusto entonces - Le comentó, con su voz animosa, vivaz, demasiado tranquila. - Significados, muchos significados se tiene ¿Cuál es el correcto? No me siento pequeña, quizás mi figura lo sea, pero ¿lo demás es pequeño? - Sonrió muy divertida por sus preguntas, como queriendo llegar más a fondo de las cosas. - Yo le he puesto otro significado a mi nombre, pero eso es demasiado personal, quizás su nombre signifique una cosa, y para usted sea otra cosa - Volvió a decir, indecisa en realidad por sus palabras, muchos terminaban por desesperarse de ella, y no los culpaba, la realidad es que no era una chica fácil de descifrar.
- Puede acompañarme, siempre y cuando no sea simplemente para protegerme, sino por el simple placer de la compañía - Le sonrió de forma amplia y cómplice - Si, quizás es una zona peligrosa, pero solo para aquellos que no gozan de posar sus pies con frecuencia por aquí, incluso entre criminales existen códigos de ética, no dañan a quienes creen viven peor que ellos, los gitanos en la pirámide estamos muy abajo así que, no, no hay problema conmigo - Le comentó, sin preocupación alguna.
Milenka Sandoje- Gitano
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Re: Suerte [Milenka]
"Como puedes sonreír de esa manera? Me puedes enseñar a hacerlo? Haz que mi sonrisa esté en cada momento. Pero... Estás viendo mis costillas? Estás viendo mis ojos? He perdido todo lo que tenía y aún no puedo sonreír"
Mis ojos, como si fuesen los de un búho, se quedaron viendo los orbes ajenos. Ella me preguntaba si era infeliz y yo me preguntaba. Lo seré? Pues creía que en ese momento sí. Era infeliz. No podía sonreír mas que falsamente. Extrañaba a mi comunidad, a mi familia. Mi primo se había perdido y nunca mas le había encontrado. Me encontraba solo en París y yo no era un gitano que robara. Trabajaba, vendía mi cuerpo o ayudaba en los arados. Algunas veces trabaja de mesero en bares de las bajas tierras. Pero nunca duraba mas de un mes, por que alguien hacía alución de que parecía un gitano y enseguida de eso, decían que les desaparecían pertenencias. Mentirosos! Solo por mi piel tostada y mis ropas de baja calidad. O quizá el olor que tenía, como a hierbas medicinales o incienso aromático. Es que las personas comunes no entendían lo que era pender un incienso, como purificaba el alma. El hecho de meditar; las personas todo el tiempo corrían y estaban apuradas. Se quejaban cuando iban a pagar, por que era muy caro. Y si no es caro, igual lo hubiesen deseado gratis!
-Es eso lo que da alegría? Y decidme usted, bellísima dama. Si la llevara a un bosque, sola, o peor aún a un desierto; solo con agua y aire. Sin ningún animal, sin ningún amigo, sin ningún amor. Desearías morir o estarías feliz? O me diríais "Miraría al cielo con una sonrisa pensando en ellos" o algo así? Ah! Disculpad mi mala educación al deciros esto, es solo que. Sus pensamientos difieren de los míos Mademoiselle. No digo que no hay que ser optimista, pero el tiempo lo hace a todo. Hay que esperar para poder retomar un camino. Si lo tomas muy rápido, es por que lo que antes tenías, no te gustaba.
Decía en lo que una sonrisa se pintaba en mis labios y con una exquisita suavidad sacaba de mi bolsillo una pequeña flor blanca, la apoyaba arriba de su oreja y la acomodaba con suavidad, pasando uno de sus mechones por arriba. Quizá había tomado mucha confianza y entendería si la mujer le empujaba; pero quería darle aquella flor. Aquella flor que había recogido por la pureza que parecía tener. Un poco mas oscura en el medio, lo que daba a entender que tenía un pasado cruel, pero que había desplegado las alas del entendimiento, del optimismo. Donde ya tenía el camino nuevo a la felicidad. Una hermosa flor que no debía dañarse, que debía conservarse con hermosura y nunca dañarse. Pues de ser así, podría repararse?
-Esta es una flor llamada Azahar, es la flor de los cítricos. Una flor que nace de lo ácido, pero que es suave y dulce. Un perfume puro, que también se usa como hierba medicinal. De repente, luego de esta pequeña conversación lo he recordado. Creo que la flor se parece a vosotros. No pensáis lo mismo?
"Esto es lo que te doy, por regalarme una sonrisa tan pura, que hizo que mi corazón se sienta presionado por latir un poco mas"
Podía ver los ojos de la muchacha parecía estar en un vaso de alegría, nadando y nadando en hermosos pensamientos que probablemente guiaban a alguien. Es que ese tipo de felicidad solo se logra con el amor. No basta tener una hermosa familia y amigos. Perderse en medio de una conversación siempre era causa del sentimiento poderoso hacia otra persona y ello me llenaba de regocijo, era interesante ver a la gente cegada por esas pasiones y me preguntaba si alguna vez me pasaría algo así. Pero todo ello se fue en cuanto la mujercilla volvió a hablar, sus frases me hicieron reír de tal forma que tuve que cubrirme con el dorso de la mano, negando con dulzura. Apoyando una mano sobre su cabello. Ella estaba tan llena de pasiones que era inevitable no mirarla con buenos ojos. Probablemente si me pidiese algo en ese instante no tardaría ni segundos en decirle que "sí".
-Mmm, tenéis razón! Pero creo que el verdadero significado solo lo sabe quien os ha dado ese nombre. Ya que esa persona es quien lo escogió y solo esa persona puede saber por qué lo ha escogido. Quizá fuiste vos, quien os puso el propio nombre~ Hahaha, es raro encontrar a alguien como vosotros mujer, me habéis hecho reír.
Un risotada estridente se hizo pie en lo que íbamos caminando y solo asentía a sus peticiones. Claro, podría acompañarla solo para hacerle compañía después de todo, el ánimo se me había subido un poco. Y quizá hasta podría ir a comprar un poco de mermelada para untar con el pan si ella seguía poniéndome de ese modo. La verdad no solía darme muchos lujos, pues el dinero que conseguía lo guardaba casi las 100%, para poder empezar a viajar cuando me dieran los cálculos, para poder empezar a buscar a mi familia. Y al fin poder ser realmente feliz.
Asentí en lo que caminábamos, enarcando una ceja. Nuevamente lo de criminales, la verdad es que pocos de los que vivían en esa zona eran criminales, pues mas bien venían los de otras zonas mas alejadas a robar aquí. Pues saben que hay alimentos, algún dinero que se consigue en el día. Ya que las mujeres de clase alta, pocas veces iban con efectivo en mano. Mas bien los dejaban a cuentas y luego enviaban a alguien a que les pague todo. Entonces poco se les podía robar mas que los trajes que valdrían lo que un mes o mas para comer.
-Temo decirle que no es tan así, pero de todos modos os acompañaré, solo por puro gusto. Decidme, donde es que estamos yendo? Vosotros sois una gitana de que tipo, si os puedo preguntar? Trabajáis por aquí o robáis para vivir?
"Sin importancia te lo pregunto, no me afectaría que lo hicieras. Hasta los mas ricos roban. Es simplemente que yo no lo sé hacer. Cada uno sobrevive como puede en este mundo, donde las enfermedades mandan"
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Suerte [Milenka]
Esbozó una sonrisa apenas perceptible, se sentía un poco tímida al escuchar sus palabras, era cierto, ella no había medido sus palabras, no podía simplemente creer que todos pensarían como ella, sería una gran parta de respeto, por algo cada quien tenía su mundo, pero al ver tanta desdicha en los ojos ajenos, quiso al menos compartirle un poco de su felicidad, darle un poco de deseos para aprender a sonreír. Cuesta quizás mucho trabajo, dinero o mucho amor mantenerse siempre alegre, porque las personas de esa sociedad se empeñaron a relacionar la alegría y plenitud con el oro, pero ella había tomado otra formula. Aunque le sonreía, se sentía avergonzada, suspiró, más valía que midiera su grado de felicidad con los demás, algunos no soportaban viendo a otros estando más completos que ellos, aunque claro, ese hombre que estaba frente a ella no parecía como el resto.
- La felicidad depende del ojo de quien la miré, no puedo decirle que sería feliz en medio de una situación como esa, probablemente desee morir, pero en este momento no estoy en esa situación ¿Por qué pensar en las desgracias que no vivimos en el presente? Prefiero pensar que en mi futuro, en mi carpa un plato de deliciosa comida me estará esperando, quiero pensar que podré vender muchas telas, y que tendré un propósito para mañana, ¿hago mal creyendo que mis siguientes horas serán buenas? - Hizo una mueca, de verdad que la gitana no entendía como la gente se ponía situaciones en ese momento que no vivían, era como pensar que morirían de hambre sin razón, porque podrían tener la manera de comer.
Milenka durante su corta vida, nunca había presenciado a un hombre tan delicado o caballero con ella. Era evidente que era un gitano como ella, era obvio que quizás no tenía tanta educación como los burgueses, pero el gesto de la flor, la manera en que la miraba y hablaba la hizo sentir de nuevo feliz, especial. Suspiró muy agradecida, quiso darle un abrazo pero se contuvo, se quedó estática, mucha gente le había rechazado los buenos gestos, la trataban como si fuera una loca, una desquiciada, la gente que caminaba al rededor de París estaba muy afectada. ¿Cómo podría ser ella el bálsamo de todos? Evidentemente no podía, y aunque sonará mano, ella no necesitaba curar a quienes la han dañado.
- Podemos ir a muchos lados, podemos ir a la tienda de telas, podemos ir a comer un poco de sopa, podemos ir a conocer a todos aquellos gitanos amigables ¿qué piensas? ¿Qué deseas hacer tú? - Siempre se complacía a ella, porque había aprendido de la soledad, porque si ella no aprendía a alegrarse ¿entonces quién la alegraría? Esa vez, por muy extraño que fuera, deseaba complacer al desconocido. Estiró su mano para tocar la suavidad de los pétalos, a ella le encantaban las flores, su madre le regalaba pequeños ramos de flores cada semana cuando pequeña, un recuerdo tenue, pero que amaba traer a su memoria.
- ¿Viene solo? - Preguntó de forma tranquila - Quizás eso le falta para poder encontrar la verdadera felicidad, creo que en medio de penumbras se puede ver felicidad si amas a alguien ¿Usted ama? - En ese momento el recuerdo de un gitano en especial vino a su mente, si Judah fuera la mitad, o quizás un cuarto de lo delicado que Aswad era con ella, probablemente estaría muy enamorada… Aunque, ya lo estaba, suspiró profundamente, negó, no pensaría en él, quizás Milenka debería buscar otra felicidad.
- La felicidad depende del ojo de quien la miré, no puedo decirle que sería feliz en medio de una situación como esa, probablemente desee morir, pero en este momento no estoy en esa situación ¿Por qué pensar en las desgracias que no vivimos en el presente? Prefiero pensar que en mi futuro, en mi carpa un plato de deliciosa comida me estará esperando, quiero pensar que podré vender muchas telas, y que tendré un propósito para mañana, ¿hago mal creyendo que mis siguientes horas serán buenas? - Hizo una mueca, de verdad que la gitana no entendía como la gente se ponía situaciones en ese momento que no vivían, era como pensar que morirían de hambre sin razón, porque podrían tener la manera de comer.
Milenka durante su corta vida, nunca había presenciado a un hombre tan delicado o caballero con ella. Era evidente que era un gitano como ella, era obvio que quizás no tenía tanta educación como los burgueses, pero el gesto de la flor, la manera en que la miraba y hablaba la hizo sentir de nuevo feliz, especial. Suspiró muy agradecida, quiso darle un abrazo pero se contuvo, se quedó estática, mucha gente le había rechazado los buenos gestos, la trataban como si fuera una loca, una desquiciada, la gente que caminaba al rededor de París estaba muy afectada. ¿Cómo podría ser ella el bálsamo de todos? Evidentemente no podía, y aunque sonará mano, ella no necesitaba curar a quienes la han dañado.
- Podemos ir a muchos lados, podemos ir a la tienda de telas, podemos ir a comer un poco de sopa, podemos ir a conocer a todos aquellos gitanos amigables ¿qué piensas? ¿Qué deseas hacer tú? - Siempre se complacía a ella, porque había aprendido de la soledad, porque si ella no aprendía a alegrarse ¿entonces quién la alegraría? Esa vez, por muy extraño que fuera, deseaba complacer al desconocido. Estiró su mano para tocar la suavidad de los pétalos, a ella le encantaban las flores, su madre le regalaba pequeños ramos de flores cada semana cuando pequeña, un recuerdo tenue, pero que amaba traer a su memoria.
- ¿Viene solo? - Preguntó de forma tranquila - Quizás eso le falta para poder encontrar la verdadera felicidad, creo que en medio de penumbras se puede ver felicidad si amas a alguien ¿Usted ama? - En ese momento el recuerdo de un gitano en especial vino a su mente, si Judah fuera la mitad, o quizás un cuarto de lo delicado que Aswad era con ella, probablemente estaría muy enamorada… Aunque, ya lo estaba, suspiró profundamente, negó, no pensaría en él, quizás Milenka debería buscar otra felicidad.
Milenka Sandoje- Gitano
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Re: Suerte [Milenka]
“Sus palabras son como una suave y cálida luz que me inunda poco a poco, me va llenando con ternura. Me acaricia mientras pienso en el pasado. En lo que busco y en lo que siento al mirar hacia el frente. El camino al destino siempre es tan arduo?”
Mis orbes le seguían la mirada, le sonreían al igual que mis labios y simplemente asentía a sus palabras. Ciertamente no había que pensar en esas cosas si no las estaba pasando. Solo era un ejemplo algo exagerado, para solo refutarle aquellas palabras. Aunque tampoco quería sonar algo modesto o algo por el estilo. Solo deseaba que ella comprendiera mi punto de vista, al igual que yo estaba comprendiendo el suyo, pero no parecía ser fácil hacerla entender. Aquello me daba curiosidad, ganas de seguir escuchándola, era como todo un cuento de fantasías para mis oídos. Lentamente negué a su pregunta, apoyé la mano en su cabeza y solo la acaricié un poco, riendo con una dulzura, que casi parecía la de un padre a un hijo. Ese deje de que lo comprendía pero que al crecer uno dejaba de pensar en esas cosas y veía al mundo un poco más oscuro de lo que realmente era. Me decepcionaba notar que yo estaba siendo de ese modo, me hubiese gustado seguir con la pureza de mis ojos y pensamientos, pero ya era muy tarde y por supuesto que no había maneras de volver al pasado.
-No, no hacéis mal… Lo hacéis muy bien, de ese modo llamáis a los buenos augurios. Si uno piensa en negativo, cosas negativas le pasan. Aunque claro también es lo que uno hace. Yo creo que solo intento no pensar. Las cosas vienen aleatoriamente, hoy me tocó presenciar algo bueno y lindo… Madeimoselle.
La ligera mueca de alegría se formaba en mis labios, me alegraba que haya aceptado la flor, sus delicados dedos tocando los pétalos mientras los pasos se acentuaban y miraba un poco hacía arriba. Había muchas cosas que ella quería hacer; realmente no pensaba que nos darían los tiempos, pero intentaría dejarme llevar a todos los lugares que se puedan. Siempre me gustaba caminar, saludaba a los niños y cada tanto jugaba con la pelota de tela junto a ellos. Las carpas de los gitanos eran en su mayoría habitadas por buena gente. Aunque claro que me hubiese gustado no tener que vivir en ella. Los buenos lujos siempre habían sido algo inalcanzable para mí. El solo privilegio de haber aprendido a leer, me llenaba de alegría. Me hubiese gustado saber un poco más y envidia hacía los de clase alta no me faltaba, pero de solo pensar que podría ser un bueno para nada que se vistiera en oro, también me ponía de mal humor.
-Oh… Sería interesante ir a ver vuestras telas. Qué estilo son? Todos aquellos gitanos amigables? Hahaha, de que gitanos habláis? Yo deseo hacer lo que vosotros queráis en este instante; llevadme a conocer un poco de como os divertís. Y sí, estoy solo… Hace un año que ando solo por París, lamentablemente perdí a mi comunidad en lo que nos trasladábamos… Así que ando solo por aquí.
Una sonrisa amarga pero apacible se formaba en mis labios, o quería dar la impresión de un pobre chico o de alguien que quería dar lástima. Yo trabajaba todo el día y el dinero me alcanzaba bastante bien, aunque gran parte la ahorraba para hacer viajes. En la mañana trabajaba en el campo, en la noche atendía en el burdel, servía tragos, algunas veces daba servicios. Era algo bastante repugnante algunas veces, otras venía gente bastante bella que me complacía en atender. Pero mi cuerpo algunas veces no daba abasto, el salario en el campo era poco y cansaba demasiado. Y en el burdel lo mismo.
Miré a la muchacha cuando siguió hablando, mi ceja se arqueaba y me quedaba pensativo, ciertamente eso era verdad, si tan solo pudiese encontrar una bella muchacha que consiguiera hacerme olvidar mis penas, probablemente volvería a aquella felicidad que había tenido en su momento. Pero ya varias veces había sido cancelado. Las cosas no iban bien en ese ámbito e intentaba no pensar demasiado en ello. Pero tampoco quería mentirle a la muchacha. Solo le escondería un poco las cosas, pero no mucho mas.
-Ciertamente; el amor hace que la oscuridad desaparezca, es sorprendente. Pero no, me temo decirle que a pesar que he tenido ciertas posibilidades con una muchacha de mí mismo tinte, ello no parece… Tener muchas posibilidades de seguir un buen rumbo. Vosotros? Ah! Vuestros ojos han cambiado ligeramente, veo un amor en ellos. Pero porque esos labios que no enarcan una sonrisa al pensarlo?
Me refería a sus ojos, en pos de que parecían haberse ido nuevamente, con evidencia estaba pensando en alguien. Pero sus labios no sonreían, entonces eso me daba el significado de amor no correspondido, amor con dificultades. Sabía ese tipo de muestras faciales; las había aprendido por un libro y con el correr de los años. Los ojos y labios siempre daban la pauta de alguna sensación me preguntaba qué era lo que ella sentía en ese momento.
“La piedra seca, la piedra irrompible, siempre es frágil, cuando se le da un golpe seco en el punto justo”
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Re: Suerte [Milenka]
En ese momento la chica ya no quiso hablar más sobre el bien o el mal, simplemente prefirió guardar silencio, se dio cuenta que podrían tardar todo el día perdiendo el tiempo, ella era en esos momentos blanco, transparencias, y el oscuridad, nubosidad. La mayor parte del tiempo ella era la obscura, la que no deseaba ver lo bueno porque había vivido entre lo malo, y porque su madre había caído al infierno por culpa de un idiota que se llamaba padre. Empezar a tener recuerdos del pasado le endureció las hermosas facciones salvajes que tenía. Por esa razón comenzó a dar suspiros profundos, tomó incluso bocanas de aire moviendo el rostro hacía un lado para que él no captara sus bajones de animo tan abruptos. Después de concentrarse en la realidad busco la mirada masculina, le dedicó una sonrisa tenue, de esas que salen el corazón con sinceridad, ella creía que de verdad que no se necesitaba la sonrisa más amplia sino se sabe contagiar al publico correcto, por eso sólo dio una reducida pero sabia la valorarían como la mejor y más hermosa.
- No crea que es una tienda demasiado grande, ni muy hermosa, no es una tienda demasiado moderna, no, para nada, solo es un cuarto que tiene un gran ventanal, aunque debo admitir que los colores son los que hacen demasiado vivo el lugar, distinto, tengo la fortuna que la señora que me renta el local sea una mujer de clase alta con el corazón puro, apenas y me cobra unos cuantos francos, y eso lo hace por protocolo, y para que su esposo no le diga nada, porque de ser ella sola estoy segura que no me diría nada, no me pediría ni un franco - Comentó con tranquilidad. Si, ella era verdaderamente afortunada con detalles como esos, gracias a la venta de su tienda se podía sostener, pero también podía ahorrar para futuros viajes, cosas que durante toda su vida había planeado.
Se abrazó con cuidado de su brazo, avanzó con él de esa forma, cariñosa, como si de verdad se conocieran de hace mucho tiempo atrás. La gitana estaba tranquila, pero ciertamente tocar el tema del amor no había sido lo mejor, en realidad ella había deseado poder darle un tema bueno para que el se reanimara, pero ahora la que se había ido a bajo poco a poco era ella. Guardó silencio pero lo hizo avanzar por la calle principal, llegarían primero a su tienda para comer con el día ¿la tarde? ¿la noche? Con lo que fuera, mientras avanzaban los puestos ambulantes se hicieron presentes, y también los fijos como la parte de la zona comercial que se iba mostrando ante los ojos de aquella que fácilmente para algún desconocido pudo haber sido una pareja.
- Pensé que estábamos hablando de usted - Comentó con una sonrisa burlona, después de eso no quiso decir mucho más. Tuvo que tomar valor cuando llegaron frente a la tienda, del otro lado de la calle rocosa, pero le daban la espalda - Ciertamente no es que esté viviendo una historia de amor, en realidad todo lo contrario, sólo es una confusión, nada a lo que le pueda llamar amor - ¿Pero que demonios estaba diciendo? Nada, todas eran palabras absurdas sin sentido. Debía aclararse para comenzar a fluir con tranquilidad. Lo estrechó con muchísima más fuerza, como si aquella unión le devolviera el valor, o la esencia que había tenido desde el inicio del encuentro.
- Vivo con un gitano, pero no me mal interprete, no somos nada, el duerme en su propio catre, y yo en el mío, cuando llegue en la aldea en la que nos conocimos, tenía que buscar aceptación, que la comunidad me tomará como parte de la familia, es por eso que acepte vigilarlo, el es demasiado testarudo, a veces siento que lo odio, tengo que cuidarlo casi día y noche, pero también siento que lo quiero - Se encoge de hombros - Tal vez no como hombre, solo como una costumbre, por eso no, no puedo hablarle de amor, conozco a pocas personas, la mayoría son mujeres, así que veo muy lejana esa posibilidad - Confesó, pero ahora la sonrisa era amplia, se reía de ella misma, aquello era un punto a favor.
- No crea que es una tienda demasiado grande, ni muy hermosa, no es una tienda demasiado moderna, no, para nada, solo es un cuarto que tiene un gran ventanal, aunque debo admitir que los colores son los que hacen demasiado vivo el lugar, distinto, tengo la fortuna que la señora que me renta el local sea una mujer de clase alta con el corazón puro, apenas y me cobra unos cuantos francos, y eso lo hace por protocolo, y para que su esposo no le diga nada, porque de ser ella sola estoy segura que no me diría nada, no me pediría ni un franco - Comentó con tranquilidad. Si, ella era verdaderamente afortunada con detalles como esos, gracias a la venta de su tienda se podía sostener, pero también podía ahorrar para futuros viajes, cosas que durante toda su vida había planeado.
Se abrazó con cuidado de su brazo, avanzó con él de esa forma, cariñosa, como si de verdad se conocieran de hace mucho tiempo atrás. La gitana estaba tranquila, pero ciertamente tocar el tema del amor no había sido lo mejor, en realidad ella había deseado poder darle un tema bueno para que el se reanimara, pero ahora la que se había ido a bajo poco a poco era ella. Guardó silencio pero lo hizo avanzar por la calle principal, llegarían primero a su tienda para comer con el día ¿la tarde? ¿la noche? Con lo que fuera, mientras avanzaban los puestos ambulantes se hicieron presentes, y también los fijos como la parte de la zona comercial que se iba mostrando ante los ojos de aquella que fácilmente para algún desconocido pudo haber sido una pareja.
- Pensé que estábamos hablando de usted - Comentó con una sonrisa burlona, después de eso no quiso decir mucho más. Tuvo que tomar valor cuando llegaron frente a la tienda, del otro lado de la calle rocosa, pero le daban la espalda - Ciertamente no es que esté viviendo una historia de amor, en realidad todo lo contrario, sólo es una confusión, nada a lo que le pueda llamar amor - ¿Pero que demonios estaba diciendo? Nada, todas eran palabras absurdas sin sentido. Debía aclararse para comenzar a fluir con tranquilidad. Lo estrechó con muchísima más fuerza, como si aquella unión le devolviera el valor, o la esencia que había tenido desde el inicio del encuentro.
- Vivo con un gitano, pero no me mal interprete, no somos nada, el duerme en su propio catre, y yo en el mío, cuando llegue en la aldea en la que nos conocimos, tenía que buscar aceptación, que la comunidad me tomará como parte de la familia, es por eso que acepte vigilarlo, el es demasiado testarudo, a veces siento que lo odio, tengo que cuidarlo casi día y noche, pero también siento que lo quiero - Se encoge de hombros - Tal vez no como hombre, solo como una costumbre, por eso no, no puedo hablarle de amor, conozco a pocas personas, la mayoría son mujeres, así que veo muy lejana esa posibilidad - Confesó, pero ahora la sonrisa era amplia, se reía de ella misma, aquello era un punto a favor.
Milenka Sandoje- Gitano
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Re: Suerte [Milenka]
“La belleza se esconde entre capas de dolor y felicidad. La hermosura solo es perfecta cuando la mente es estable. Si no, se corrompe.”
La sonrisa dulce y comprensiva se mostraba en mi rostro en tanto la miraba. Asintiendo a sus palabras y a sus explicaciones, no sabía porque ella me recalcaba tanto que no era una tienda de todo lujo. No era algo que fuese importante, aunque quizá para ella sí. Pero a mí, me interesaba la calidad de las telas, aquellas siempre me habían gustado, principalmente las suaves y delicadas, que eran casi siempre, las menos económicas. El dinero que solía ahorrar era para comprarlas y poder hacer ropas bastante prolijas para un gitano, simples pero bellas, era lo único en lo que me fijaba, luego de ello, podía comer cualquier cosa o dormir en cualquier lado. Miré un momento al frente y suavemente empecé a enarcar una ceja, era como si la muchacha de repente hubiese recordado algo. Algo malo o quizá algo que no le agradaba, pero sentía un fino hilo de tensión a su alrededor. Que a pesar de que lo opacaba perfectamente, aun así, se podía percibir.
-Imagino que vuestras telas deben ser hermosas, parece que tenéis un bello gusto. Yo soy demasiado sencillo en aquellas cosas, no me voy del marrón, negro y blanco, hahaha. Los gitanos solemos ser de muchos colores, pero creo que salí fallado. –escuchando sus siguientes palabras-Eh? Una mujer de clase alta de esa forma? Pensaba que no existían… Hasta ahora solo he conocido a una muchacha amable de buena familia. Nadie más…
Murmura recordando a gente que había tenido que atender, viejas historias que habían dejado marca en mi piel, literalmente tenia las marcas de esclavitud en espalda, que nunca se borrarían, eran el tatuaje de la desconfianza, no querer a nadie, no pensar en nadie. Vivir solo y en la oscuridad era lo único que me salvaba del mundo de alrededor. Una enorme capa de acero, había que atravesar para llegar hacia mi interior, capa que nunca se iría y me perseguiría por siempre. Al punto de que quizá nunca iba a poder confiar en nadie, ni siquiera tener una amistad, nada… No podía siquiera soportar el hecho de tener que vivir el día a día, con la preocupación de alguien más. Si esa persona está bien, si nadie la atacara. Me tenía que proteger también a mí mismo, para no causarle dolor a esa persona. Eran demasiado los problemas y no me veía capaz de poder soportarlos. Suspiré y quise pasar el brazo por su hombro al verla abrazarse a sí misma. Lo primero que pasó por mi mente era que tenía frío, pero se la notaba bien y el día estaba bastante caluroso. Y a pesar de todo podía notar el leve cambio de ánimo que aun persistía.
-Ohhh, entonces os pido disculpas, Milenka. Las damas tienen derecho a decir o no lo que queráis, no porque lo he preguntado tenéis que responderlo. Así que… Esta es vuestra tienda?
Mi mirada se desvió a los ojos ajenos cuando volvió a hablar, me preguntaba quién era aquella afortunada persona, mi ceja se arqueaba suavemente y mis labios se abrían como algo sorprendido por sus palabras. Como era aquello? Sabía que los gitanos solían vivir todos juntos, pero cuando era de dos, era porque eran pareja. O al menos, era evidente que terminarían como dos romanís casados. Pero no quería decir nada de aquello, pues parecía que aquel hombre lo molestaba en cierta manera. Aunque se reía y con eso provocaba que mi risa también se libere. De repente aquello parecía una tonta broma para ver mis expresiones. Pero era evidente que era verdadero. Negando empecé a cruzar la calle de piedra junto a ella, pasando la mano por su espalda, empujándola con una suavidad perfectamente calculada. Mirándola y sonriéndole como para empezar una conversación más amena, una que sacara esa sensación de molestia, que extrañamente se sentía en mi estómago. Eran unos, celos? Pero no era el típico celo, más bien era el querer estar en ese lugar, poder ser importante para alguien.
-Las costumbres siempre provocan sentimientos, cada vez más profundos, sin importar que sean cosas buenas o malas, se acentúan con el paso del tiempo. Entonces? Pasamos?
“La sonrisa es la expresión más hermosa, los ojos, son los que dicen si es verdadera o es falsa. Pero jamás dirán que es lo que pasa por la mente.”
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Suerte [Milenka]
Durante toda su vida, había notado que existían distintos tipos de gitanos, no refiriéndose, claro, a su lugar de procedencia, ni a sus tonalidades de piel, porque eso era completamente irrelevante, hablaba más bien del carácter. Muchas personas los tachaban de ladrones, de borrachos, llamativos, vulgares y fiesteros, pero como en todos lados, la realidad era que no se trataba de catalogar por eso, sino por el tipo de carácter o las acciones mismas que dentro de su comunidad hacían. Los pensamientos de distintos, y todos ellos groseros, agresivos, y altaneros, vinieron a su mente. Por ejemplo, la historia de sus padres, de ese hombre egoísta que le arrancó el verdadero amor a su progenitora solo por orgullo, o el recuerdo de esa vieja regordeta que había lanzado sin piedad piedras a otro gitano para verlo muerto, incluso el rostro maldito de Judah que seguía sin entender lecciones de vida, todos ellos eran tan malos, todos los que le rodeaban en su día a día. ¿Siempre tenía que ser así? ¡Por el universo esperaba que no!
No desea comparar, de hecho esas acciones le parecen de lo más baja, y no es que lo haga en ese momento, pero dado el punto de referencia que ha tenido toda su vida, le es imposible no gozar de una compañía tan transparente, blanca y brillante como la de su ahora compañero de tarde. Incluso su hablar le parece tan peculiar que no se siente con el derecho de interrumpirle. Le gusta su voz, la forma en que la garganta raspa. Se sostiene al avanzar de su brazo como queriendo absorber parte de la esencia masculina. Sin duda de ser gitana, todos debían tener tales cualidades, sencillez y humildad en su corazón. Le sonríe ampliamente porque no hay otra cosa que desee hacer ante aquella presencia, es tan afortunada, está tan a gusto que probablemente no busque interrumpir el momento, el encuentro.
- Quizás algún día deba probar con más colores, a puesto a que, por su tonalidad de piel, le harán resaltar su belleza más de la cuenta, se lo recomiendo - Le comenta casi como toda una profesional, pero ella también tomará sus palabras, quizás en ocasiones blanco, negro o marrón no serían para nada imprudentes. Su sonrisa se amplia cuando se encuentran frente a la tienda, es como si estuviera enseñándole parte de su intimidad, muchos han pasado por aquella puerta, pero nunca se ha sentido tan emocionada de mostrarla. ¿Le gustara? ¿Qué pensaría? Deseaba con todo su corazón que el visto fuera bueno, por completo. - Es mía, claro, pero también de todos - Comentó, observando como la puerta era abierta por su amiga Atenea, quien sonreía ampliamente dentro de aquellas paredes adornadas de colores.
- Dicen que los colores, son los colores del alma ¿Será cierto eso? Dígame usted caballo una cosa, ¿su alma es solo de las tonalidades que viste? ¿Existe más que eso? ¿Qué me puede decir al respecto? a veces creo que las palabras suenan porque están cargadas de razón, pero otras veces parecen tan absurdas. - Dentro de la tienda se separa de él, pero se coloca en su espalda con las manos sobre la misma para empujarle por los pasillos de tela, todos los tipos de tela se encuentran en ese lugar, todos hermosos, pintorescos, opacos, pasteles, obscuros, llamativos, hay de todo, desde la franela, hasta las finas sedas. - ¿Cuál le gusta? Quisiera saber cuales son sus gustos, no hay gitano que no sepa de telas, o al menos, eso creo - Sonríe soltando su cuerpo para pararse y observarle con atención.
- ¿No cree que a veces los sentimentalismos son infundados? Es decir, a veces nos confundimos, muchas personas creemos que las corazonadas son simplemente tonterías, pero muchas veces no lo son, o quizás lo son, el ser humano en su desesperación por compañía confunde tantas cosas - Se encoge de hombros, ella le quiere, a Judah con el corazón de forma sincera, pero está consciente que su querer puede no valer la pena, ¿por qué? Nadie merece malos tratos de un amor, por eso se abre camino, sabe que quizás en algún momento alguien la amará de forma incondicional, como dicen por ahí los románticos empedernidos. La cuestión era del tiempo, del destino, y del deseo.
No desea comparar, de hecho esas acciones le parecen de lo más baja, y no es que lo haga en ese momento, pero dado el punto de referencia que ha tenido toda su vida, le es imposible no gozar de una compañía tan transparente, blanca y brillante como la de su ahora compañero de tarde. Incluso su hablar le parece tan peculiar que no se siente con el derecho de interrumpirle. Le gusta su voz, la forma en que la garganta raspa. Se sostiene al avanzar de su brazo como queriendo absorber parte de la esencia masculina. Sin duda de ser gitana, todos debían tener tales cualidades, sencillez y humildad en su corazón. Le sonríe ampliamente porque no hay otra cosa que desee hacer ante aquella presencia, es tan afortunada, está tan a gusto que probablemente no busque interrumpir el momento, el encuentro.
- Quizás algún día deba probar con más colores, a puesto a que, por su tonalidad de piel, le harán resaltar su belleza más de la cuenta, se lo recomiendo - Le comenta casi como toda una profesional, pero ella también tomará sus palabras, quizás en ocasiones blanco, negro o marrón no serían para nada imprudentes. Su sonrisa se amplia cuando se encuentran frente a la tienda, es como si estuviera enseñándole parte de su intimidad, muchos han pasado por aquella puerta, pero nunca se ha sentido tan emocionada de mostrarla. ¿Le gustara? ¿Qué pensaría? Deseaba con todo su corazón que el visto fuera bueno, por completo. - Es mía, claro, pero también de todos - Comentó, observando como la puerta era abierta por su amiga Atenea, quien sonreía ampliamente dentro de aquellas paredes adornadas de colores.
- Dicen que los colores, son los colores del alma ¿Será cierto eso? Dígame usted caballo una cosa, ¿su alma es solo de las tonalidades que viste? ¿Existe más que eso? ¿Qué me puede decir al respecto? a veces creo que las palabras suenan porque están cargadas de razón, pero otras veces parecen tan absurdas. - Dentro de la tienda se separa de él, pero se coloca en su espalda con las manos sobre la misma para empujarle por los pasillos de tela, todos los tipos de tela se encuentran en ese lugar, todos hermosos, pintorescos, opacos, pasteles, obscuros, llamativos, hay de todo, desde la franela, hasta las finas sedas. - ¿Cuál le gusta? Quisiera saber cuales son sus gustos, no hay gitano que no sepa de telas, o al menos, eso creo - Sonríe soltando su cuerpo para pararse y observarle con atención.
- ¿No cree que a veces los sentimentalismos son infundados? Es decir, a veces nos confundimos, muchas personas creemos que las corazonadas son simplemente tonterías, pero muchas veces no lo son, o quizás lo son, el ser humano en su desesperación por compañía confunde tantas cosas - Se encoge de hombros, ella le quiere, a Judah con el corazón de forma sincera, pero está consciente que su querer puede no valer la pena, ¿por qué? Nadie merece malos tratos de un amor, por eso se abre camino, sabe que quizás en algún momento alguien la amará de forma incondicional, como dicen por ahí los románticos empedernidos. La cuestión era del tiempo, del destino, y del deseo.
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Milenka Sandoje- Gitano
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