¿Alguien lo podra salvar de mi? [Stephanie Han]

Por fin estaba oscureciendo, tenía unas ansias enormes de poder salir, siempre pasaba sola en la enorme casa, y la soledad no era algo con lo que me llevara muy bien. Quería salir al pueblo a buscar una plática, una compañía, aunque fuera solo un par de horas, podría sentirme mejor.
Suspiraba y miraba el reloj con detenimiento, deseaba que los minutos pasaran más rápido. Mordía su labio inferior y movía sus piernas.
-Ahhh!!! sol vete ya! - dijo carraspeando con su voz - No soporto estar tanto tiempo encerrada... todo sería mejor si fuera de noche siempre-
Suspiró de nuevo, se sacó el blusón que andaba puesto y se fue a vestir su pálido cuerpo con otras ropas. Una vez que le agradó lo que miró en el espejo, se dispuso a salir, se detuvo frente a la puerta y desde allí miró el reloj que estaba pegado a la pared "6:00pm"
-Ya tuvo que haber abandonado el cielo, ¿cierto?- abrió lentamente la puerta, dejando entrar una pálida luz brindada por los faroles frente a su casa. Llenó sus pulmones de aire y salió cerrando con llave la puerta tras de sí.
Chupó su labio inferior mientras pensaba qué iba a hacer esta noche, miró el cielo y soltó su cabello -la noche está hermosa, sería una pena que no encuentre nada que hacer- Comenzó a caminar con paso decidido, el viento movía su cabello lacio como jugueteando con él. Una vez que se vio rodeada por la multitud decidió pasar y tomar una copa de vino, su cuerpo comenzaba a reclamarle por algo de beber, no podía tener sangre aún así que decidió calentar los ánimos primero. La primera copa se la terminó muy rápido y a pesar de que siempre se encontraba fría, sentía como un calor brotaba de su pecho; pidió otra copa... la tomó con la misma velocidad.
-Ten cuidado guapura, si tomas tan rápido podrías ser una presa fácil, si sabes de que hablo ¿cierto?- Lo miré clavando mis ojos en los de ese hombre, ese tipo de comentarios la hacían molestar, por el aroma que expedía fácilmente se podía saber que él estaba borracho, que era un hombre cualquiera, pero por su aspecto no le dieron ganas de tomar su sangre.
-Le agradecería caballero, que no se interese por mí, no le estoy pidiendo su consejo y no me interesa entablar conversación con un hombre como usted- terminando de decir esto volvió su cara.
-Vamos no seas así... me provocan las niñas difíciles-
Respiró profundo tratando de controlarse, alcanzó a verlo sobre su hombro, cada vez procuraba acercarse más. Rápidamente tomó la copa que estaba vacía y se la quebró en la cabeza. Todas las personas que estaban allí volvieron a ver con cara de asombro, el hombre tenía unas cuantas cortadas en su cabeza.
-Esto te pasa por no tomar un "no" por respuesta- se levantó y salió con prisa del lugar, el olor de la sangre de ese hombre la estaba seduciendo, tenía que luchar contra ese sentimiento... de no ser así, sería capaz de tomar de su sangre sin detenerse lo que la dejaría expuesta por completo ante los demás. Caminó lejos de el lugar a una calle que se veía poco transitada, tomó una bocanada de aire y pudo percibir el olor de más sangre.
-¡Ay! No puede ser... - Dijo en un suspiro, siguió caminando y el aroma se hacía cada vez más fuerte, las pupilas se le dilataron y empezó a correr hasta llegar al lugar, frente al callejón proyectó su sombra cubriendo a dos hombres en el fondo uno sobre el otro, sin pensarlo dos veces corrió y derribó al hombre que se encontraba encima y se lanzó sobre el hombre ensangrentado, lamió su mejilla limpiando algunas gotas de sangre, le gustó lo que había probado, miró de reojo al hombre enfurecido que estaba en el suelo, interfirió en su mente impidiéndole moverse de donde estaba. A ambos hombres los tenia bajo su poder mental.
Pasó su dedo sobre los labios de aquel hombre, su sangre era deliciosa, le di pequeños mordiscos en su cuello, pero lo dejé tranquilo... de otra forma no iba a detenerme hasta calmar mi apetito. Me puse de pie sorprendida de lo que estaba haciendo, había llegado de oportunista y sin pensarlo me lancé ante una presa fácil, -¿Y qué si alguien te ve?- Se concentró en los dos hombres y cambió sus recuerdos, los aturdió un poco como si se hubiesen llevado un fuerte golpe en la cabeza, limpié de mis labios el rastro de sangre y corrí fuera del callejón para que no sospecharan absolutamente nada de lo ocurrido.