La recompensa por salvar una vida [Privado]

por **Emma Kirkpatrick** Jue Mar 17, 2016 11:56 pm

Esa noche, no había sido la de Emma quien desafiando a su fiel acompañante y mentor, se metió en una pelea contra un vampiro. Si bien en un principio ella creyó ser lo suficientemente habilidosa como para salirse con la suya, más temprano que tarde, se percató de lo errados de sus pensamientos. Entre los ataques que no podía evitar, Emma había optado por pedir la ayuda de su mentor quien fue el que dio fin a la vida del inmortal. Y de aquel intento de mostrar superioridad, la cazadora se ganó una herida en el costado derecho tan profunda que Markus había sido incapaz de parar la sangre que de ella fluía, decidiendo entonces que lo mejor sería buscar ayuda profesional. Con sumo cuidado, el mentor de la Kirkpatrick la cargó, manchando su ropa casi de manera inmediata de sangre. Abandonando pues las calles por las que se encontraban, el hombre inició la búsqueda de un lugar donde pudieran atender a su aprendiz, desesperado por la manera tan veloz en la que ella perdía sangre.

Tratando de mantenerse lo más tranquila posible, Emma llegaba a ese punto donde le costaba mantener la consciencia, de hecho, de poder pensar claramente se daría cuenta de que le estaba costando mantener la vida y lo único que la mantenía aún atada al mundo era la voz de Markus exigiéndole que no se atreviera a dejarlo.
– ¿Qué voy a decirles a tus padres Emma? Prometí protegerte, con un demonio... mocosa imprudente – a la Kirkpatrick cada vez le costaba más abrir los ojos, pero con todo y lo difícil que le resultaba todo, trató de sonreírle a su mentor.
– Perdona… – susurró al tiempo que notaba como es que él la miraba con reproche.
– Tienes que vivir más que yo mocosa malcriada – reclamaba, apresurando al paso al notar que se encontraban cerca del orfanato. Quizás aquel lugar no fuera el mejor sitió al que pudieran acudir pero era el más cercano y en el que sin duda alguna, les atenderían a pesar de la hora.

Cuando los ojos de Markus se toparon con la construcción que era el orfanato, una sonrisa apareció en sus labios.
– Resiste un poco más malcriada – Y aunque a ella le hubiera encantado responder, ya le resultaba imposible hacerlo, siendo los gritos y golpes de Markus en la enorme puerta así como el sonido de la misma al abrirse, lo último de lo que ella tuvo plena consciencia.

por **Terrence Buchanan** Lun Mar 28, 2016 1:01 pm

El incidente en el lago había traído consigo consecuencias inevitables. Pesadillas y momentos de ansiedad que ahogaba de vez en cuando con el uso del cigarrillo. Algunas noches se tornaban interminables, como una espesa capa de oscuridad cerniéndose sobre sus hombros, la locura arrancaba su estado de solaz a jirones y prefería quedarse encerrado en casa, fumando o bebiendo para darse ese espacio necesario en su rutina. Su madre había renunciado al derecho de vivir para darle a él la oportunidad de conocer este mundo, era sin duda el acto de amor más grande que él conocía, por esta misma razón sus conocimientos los enfocó al arte de la medicina, a salvar las vidas de muchas personas de bajos recursos que le retribuían ese favor con algunos francos, comida, o la simple sonrisa de un pequeño plasmada en sus labios bastaba para que Erich confiara en que los días podían cambiar, en incluso algo en él podía llegar a mejorar.

Las luces trémulas de las velas apenas servían de cobijo para un par de hermanos que habían contraído catarro un par de días atrás. Las mantas no eran suficientes y apenas el lugar conservaba el espacio suficiente para que otros no se contagiaran. Erich había dormido desde ese entonces a su lado para vigilar escrupulosamente su mejoría, no sin lamentarse la precaria condición del orfanato, si en sus manos estuviera daría parte de sus bienes para ayudar, empero, él apenas solventaba las necesidades propias.

–Descansa Mike, tú y tu hermano mañana estarán mucho mejor–

Susurró hacia el niño que le miraba con ojos benevolentes. Los dedos del hombre, se pasaron suavemente por la frente del pequeño para descartar la posibilidad de fiebre. Eso era buena señal.

Llevó las manos a los bolsillos y a través del cristal empañado de la ventana admiró por unos segundos la lobreguez que la noche insensata mostraba a esa hora. Sobre la mesita yacía humeante una taza de café, elixir amargo que le ayudaría a combatir el sueño. Su tierra natal se hallaba a miles de kilómetros de ahí, justo donde las montañas y la bóveda celeste parecían hacerse una sola imagen.

Despertó de su trance sobresaltado cuando escuchó los golpes desesperados en la puerta, bajó de inmediato hacia la entrada. Dos hombres más ya les habían recibido y sin importar la hora asintió ante las peticiones de aquel hombre que cargaba a mujer en estado grave. Erich les condujo de inmediato hacia una habitación pequeña, contigua a donde los pequeños se hallaban durmiendo. Usualmente la usaba para dormir pero, improvisó moviendo las cosas para darle lugar a la paciente. Remangó la camisa, sutilmente limpió el área donde la sangre fluía y con pequeñas compresas trató de detener el sangrado.

–Sostenga aquí– ordenó a una enfermera que se sumó en su ayuda.

Buscó el material necesario para suturar la herida y cauterizar la misma evitando una infección, inició su rutina de trabajo, iba a ser una noche larga.

por **Emma Kirkpatrick** Dom Abr 17, 2016 11:19 pm

El cuerpo de Emma se encontraba cada vez más débil, su vida pendía de un hilo mientras que Markus continuaba hablándole. Su mentor no estaba dispuesto a dejar que la vida de su aprendiz terminará aquella noche y en un intento por salvar su vida, llegó hasta el orfanato, donde desesperadamente toco la puerta y comenzó a gritar por ayuda. Aquel lugar era el único sitio cercano donde creía podía existir alguien que auxiliara a la Kirkpatrick; de no encontrar la ayuda que espera ahí, podía ir dando por perdida a la joven.

La espera fue demasiado larga para Markus, quien viendo como la vida de Emma se extinguía, gritó más fuerte. Daba el cazador por perdida a su aprendiz cuando la suerte les sonrió y la puerta del orfanato se abrió. Un par de hombres le indicaron que entrar, siendo ese el preciso momento en que la joven cazadora perdía del todo la consciencia.
– Esta herida y necesitamos un médico – Soltó Markus, esperando que hubiera quien atendiera a la Kirkpatrick. Antes de que los hombres que le recibieron respondieran, un hombre apareció para indicar a donde es que debía llevar a Emma para ser atendida y sin cuestionar, sino más bien agradeciendo, Markus llevó a su aprendiz hasta la habitación que le indicaban. Una vez dejaba a Emma sobre la cama que se encontraba en la habitación a la que le condujeron, el mentor de la joven dejaba el campo libre para quien era el medico y la enfermera del orfanato.

Sumergida en un mundo oscuro, debatiéndose entre la vida y la muerte, Emma paso gran parte de la noche. Su cuerpo era atendido de la mejor manera posible por el medico del orfanato, quien con destreza detuvo el sangrado y suturo la herida. Una vez que se hizo todo lo medicamente posible para salvar la vida de la cazadora, ya no se podía hacer nada más que esperar, y eso fue precisamente lo que Markus hizo. Permaneciendo en aquella habitación, velando por el bienestar de su aprendiz quien por la perdida de sangre, seguramente tardaría bastante en despertar o al menos eso pensaba él.

Un día entero después de que Emma hubiera recibido la atención medica necesaria, la consciencia volvía poco a poco a ella. Los parpados le pesaban, escuchaba a su alrededor voces y el cuerpo le dolía como si hubiese recibido una paliza, lo que seguramente era lo que sucedió. Lentamente y después de pasado más tiempos, fue capaz de reconocer una de las voces; era la de su querido mentor, quien al parecer daba permiso a alguien para que la revisara. Entonces, un par de manos comenzaron a tocarla, le dolía como el demonio uno de sus costados, ese que precisamente estaban revisándole. Con un esfuerzo sobre humano, los ojos de Emma se abrieron unos segundos para dar con un rostro conocido.
– ¿Gustav? – susurró con voz dificultosa, cerrando enseguida los ojos. Se hallaba demasiado débil aún.

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