AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Esperando mi recompensa por los servicios prestados [Privado] [+18]
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Esperando mi recompensa por los servicios prestados [Privado] [+18]
Subí con premura aquella escalera que separaba el hall del hotel de las habitaciones, deseando llegar a mi alcoba compartida con mi amo para contarle todo lo que me había pasado mientras desayunaba. Quizás solo fuese una falsa corazonada, quizás eran casualidades y nada tenía que ver con la familia de Assur, pero si algo había aprendido al lado de mi amo es que las cosas más inverosímiles a veces tienen una sorprendente explicación.
Entré en aquella habitación sumida en la más absoluta oscuridad, esa donde mi amo descansaba en su cama, seguramente extenuado por una noche de sexo y alcohol en grandes dosis. Cerré la puerta tras de mí, acercándome con cautela hasta el borde de su cama donde dormía plácidamente. Hasta dormido tenía un aspecto letal, aunque no era razón para detenerme en mi objetivo de despertarle antes de tiempo.
Con una sonrisa de medio lado, y dispuesta a cabrearlo desde buena mañana, me adentré entre sus sábanas para colocarme a horcajadas sobre él, que moviéndose tan solo un poco parecía sumido en un profundo sueño. Acaricié su torso desnudo, dejando a mis dedos recorrer con suavidad esos músculos perfectamente delineados, embriagándome por el contraste entre su piel fría y la mía caliente que se complementaban como las dos caras opuestas de una moneda.
Me incliné hacia su rostro, rozando ligeramente sus labios con los míos, anhelando poder ser yo quien los tomase cuando me viniese en gana en lugar de tener que estar esperando a que mi deseo se viese cumplido por sus exigencias. Un fugaz beso fue todo lo que me atreví a darle antes de asestarle un tortazo en la mejilla, enfrentando a continuación sus enrojecidos ojos cargados de rabia en los míos. Se levantó como con un resorte, quedando nuestros rostros uno frente a otro, pues seguía sentada sobre él, tratando de disimular una divertida sonrisa que sin duda me llevaría a la ruina.
-Lo siento amo, un mosquito estaba intentando picarle en su hermoso rostro, yo solo intentaba ahuyentarlo y salvarle de tan tremenda desgracia.- apunté echándole cara al asunto, y tratando de salvar el pellejo de lo que sería sin duda un tremendo castigo por mi conducta. Su gesto no parecía muy conforme con mi explicación, así que opté por pasar al asunto por el que había decidido despertarlo, privándome así de unas horas más de "libertad".- La razón por la que estamos en París, ¿no tendrá que ver por casualidad por el futuro enlace de un hermano suyo que lleva vagando por innumerables destinos, y que finalmente se ha instalado aquí para contraer matrimonio, no?
Sus ojos me lo dijeron todo. Mi corazonada resultaba ser cierta, y por esa misma razón, tenía una inmejorable información en mi poder con la que pensaba negociar a mi favor. Una sonrisa ladina se dibujó en mi rostro., ¿qué estaría dispuesto a darme a cambio de que le contase todo lo que había descubierto?
Entré en aquella habitación sumida en la más absoluta oscuridad, esa donde mi amo descansaba en su cama, seguramente extenuado por una noche de sexo y alcohol en grandes dosis. Cerré la puerta tras de mí, acercándome con cautela hasta el borde de su cama donde dormía plácidamente. Hasta dormido tenía un aspecto letal, aunque no era razón para detenerme en mi objetivo de despertarle antes de tiempo.
Con una sonrisa de medio lado, y dispuesta a cabrearlo desde buena mañana, me adentré entre sus sábanas para colocarme a horcajadas sobre él, que moviéndose tan solo un poco parecía sumido en un profundo sueño. Acaricié su torso desnudo, dejando a mis dedos recorrer con suavidad esos músculos perfectamente delineados, embriagándome por el contraste entre su piel fría y la mía caliente que se complementaban como las dos caras opuestas de una moneda.
Me incliné hacia su rostro, rozando ligeramente sus labios con los míos, anhelando poder ser yo quien los tomase cuando me viniese en gana en lugar de tener que estar esperando a que mi deseo se viese cumplido por sus exigencias. Un fugaz beso fue todo lo que me atreví a darle antes de asestarle un tortazo en la mejilla, enfrentando a continuación sus enrojecidos ojos cargados de rabia en los míos. Se levantó como con un resorte, quedando nuestros rostros uno frente a otro, pues seguía sentada sobre él, tratando de disimular una divertida sonrisa que sin duda me llevaría a la ruina.
-Lo siento amo, un mosquito estaba intentando picarle en su hermoso rostro, yo solo intentaba ahuyentarlo y salvarle de tan tremenda desgracia.- apunté echándole cara al asunto, y tratando de salvar el pellejo de lo que sería sin duda un tremendo castigo por mi conducta. Su gesto no parecía muy conforme con mi explicación, así que opté por pasar al asunto por el que había decidido despertarlo, privándome así de unas horas más de "libertad".- La razón por la que estamos en París, ¿no tendrá que ver por casualidad por el futuro enlace de un hermano suyo que lleva vagando por innumerables destinos, y que finalmente se ha instalado aquí para contraer matrimonio, no?
Sus ojos me lo dijeron todo. Mi corazonada resultaba ser cierta, y por esa misma razón, tenía una inmejorable información en mi poder con la que pensaba negociar a mi favor. Una sonrisa ladina se dibujó en mi rostro., ¿qué estaría dispuesto a darme a cambio de que le contase todo lo que había descubierto?
Última edición por Noreen Sheenan el Dom Nov 13, 2016 10:10 am, editado 1 vez
Noreen Sheenan- Esclavo de Sangre/Clase Media
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Esperando mi recompensa por los servicios prestados [Privado] [+18]
Un golpe seco en la cara antes de que el ocaso rozara mi ser es lo que despertó a la salvaje bestia que dormitaba sedienta de sangre en mi interior.
Mis ojos rojos como el fuego se enfrentaron a esa mujer que parecía entablar una constante lucha conmigo una en la que deseaba forzarme a sacar mis mas oscuros instintos. Esos que al parecer la hacían disfrutar.
Empezaba a pensar que era masoca, que necesitaba que me apropiara de su voluntad, que quebrara su cuerpo y a su vez que la hiciera temblar entre mis manos.
Creo que esa era nuestra extraña relación, una en la que le amor y el odio iban de la mano,
Tire de ella hasta que quedo expuesta en la cama, hice caso omiso a su absurdo comentario, otra de las sandeces que soltaba por la boca esa criatura que me desesperaba y extasiaba a partes iguales.
Su sonrisa picara me indicaba que de nuevo esa gran bocaza iba a ser utilizada para otra cosa que no era precisamente la de darme un placentero despertar.
Sonreí de medio lado dispuesto a escuchar su siguiente comentario yo en ese preciso instante habló de Joe black.
Mi hermano, ¿como podía ella saber algo de ese asunto? Era cierto, había acaparado mi atención, creo que mi rostro cambio mientras aflojaba la presión que mi cuerpo ejercía sobre el suyo.
dejando así su vientre libre de mi falo que despuntaba sobre el con deseo.
Tomando asiento en el lecho hundí en ella mis ojos intrigado, bastante desconcertado y sopesando la situación pues en ningún momento esa muchacha me había oído hacer comentario alguno sobre los Black.
-¿que sabes de Joe? Pregunté alzando una ceja mientras desviaba ahora si mi rostro hacia el lecho donde ella aun se encontraba tumbada.
Sonreí de medio lado la ver como respiraba agitada, mi cuerpo sobre le suyo le producía un éxtasis infinito, lo sabia y ella también era consciente de ello. Aunque mi sangre era su debilidad, lo que la mantenía adicta y adherida a mi como una abeja a la miel.
-Habla -la increpé.
Mis ojos rojos como el fuego se enfrentaron a esa mujer que parecía entablar una constante lucha conmigo una en la que deseaba forzarme a sacar mis mas oscuros instintos. Esos que al parecer la hacían disfrutar.
Empezaba a pensar que era masoca, que necesitaba que me apropiara de su voluntad, que quebrara su cuerpo y a su vez que la hiciera temblar entre mis manos.
Creo que esa era nuestra extraña relación, una en la que le amor y el odio iban de la mano,
Tire de ella hasta que quedo expuesta en la cama, hice caso omiso a su absurdo comentario, otra de las sandeces que soltaba por la boca esa criatura que me desesperaba y extasiaba a partes iguales.
Su sonrisa picara me indicaba que de nuevo esa gran bocaza iba a ser utilizada para otra cosa que no era precisamente la de darme un placentero despertar.
Sonreí de medio lado dispuesto a escuchar su siguiente comentario yo en ese preciso instante habló de Joe black.
Mi hermano, ¿como podía ella saber algo de ese asunto? Era cierto, había acaparado mi atención, creo que mi rostro cambio mientras aflojaba la presión que mi cuerpo ejercía sobre el suyo.
dejando así su vientre libre de mi falo que despuntaba sobre el con deseo.
Tomando asiento en el lecho hundí en ella mis ojos intrigado, bastante desconcertado y sopesando la situación pues en ningún momento esa muchacha me había oído hacer comentario alguno sobre los Black.
-¿que sabes de Joe? Pregunté alzando una ceja mientras desviaba ahora si mi rostro hacia el lecho donde ella aun se encontraba tumbada.
Sonreí de medio lado la ver como respiraba agitada, mi cuerpo sobre le suyo le producía un éxtasis infinito, lo sabia y ella también era consciente de ello. Aunque mi sangre era su debilidad, lo que la mantenía adicta y adherida a mi como una abeja a la miel.
-Habla -la increpé.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Esperando mi recompensa por los servicios prestados [Privado] [+18]
El encuentro con aquella mujer me había dejado trastocada. Ella se empeñaba en entablar una charla normal, tener una actitud normal conmigo, y era justo esta normalidad la que a mi más me hacía sospechar de ella; hasta tal punto que había llegado a esconder el cuchillo en una servilleta para hacer uso de él si la cosa resultaba poniéndose fea.
Cuando aquella mujer decidió abandonar la mesa en la que estaba desayunando, respiré profundamente. Parecía que hubiera estado conteniendo la respiración hasta aquel momento y que, por fin, me había deshecho de un peligro insospechado. Mis manos temblaban, presas aún de la adrenalina del momento, de aquella mala sensación que recorría mi espina dorsal.
Miedo, el mismo que las caricias y la reconciliación con Joe había conseguido aplacar. Miedo que volvía ahora en ráfagas a mi mente, paralizando mi cuerpo. ¿Tendría aquella mujer algo que ver con el vampiro que asolaba mis sueños con sus ojos rojos y su sonrisa macabra? O por el contrario, ¿tendría algo que ver con aquellos que perseguían a Joe para darle caza y matarlo? En cualquiera de los dos casos, el futuro no era muy alentador. Deposité con presteza unos pocos billetes en la mesa y caminé a toda prisa hasta nuestra habitación.
Allí estaba él, durmiendo en la misma postura que yo lo había dejado, con nuestra ropa por el suelo y las sábanas revueltas por aquella noche de incendiaria pasión que ambos habíamos compartido. Odiaba romper aquella calma que por fin rodeaba su ser, pero no podíamos permitirnos el lujo de cometer un error, de confiarnos y que uno de nosotros, o los dos, acabara muerto.
-Amor...-susurré dejando un suave beso en la comisura de sus labios mientras mis dedos se enterraban entre sus oscuros cabellos. -Amor... despierta, tenemos que hablar, es importante-
Sus ojos se entreabrieron y sus labios se curvaron en una picarona sonrisa segundos antes de que sus manos hicieran acopio de su fuerza para enredarse en mi cuerpo y tumbarme sobre él sin dejarme moverme. -Joe... de verdad escúchame- Sus labios recorrían mi mandíbula haciendo caso omiso a mis palabras, creyendo quizá que mis problemas eran respecto al vestido de la boda, dudas sobre mi padre o algo relacionado con nuestra casa-
-¡Joe!- exclamé interponiendo mis brazos entre nuestros cuerpos –He coincidido en el desayuno con una mujer que no paraba de hacerme preguntas... Me ha dado mala espina, temo que se trate de alguien relacionado con quién me mordió o quizá con los hombres que te persiguen-
Su reacción no se hizo esperar y salió de la cama comenzando a vestirse y yo, pese a lo peligroso de la situación, no pude evitar morderme los labios al contemplar su cuerpo desnudo mientras escuchaba las palabras que escapaban de sus labios, cambiando ahora mi sonrisa ladeada por una mueca de espanto.
-¿Estás loco Joe?¿Cómo que vas a ir a buscarlos y matarlos?
Cuando aquella mujer decidió abandonar la mesa en la que estaba desayunando, respiré profundamente. Parecía que hubiera estado conteniendo la respiración hasta aquel momento y que, por fin, me había deshecho de un peligro insospechado. Mis manos temblaban, presas aún de la adrenalina del momento, de aquella mala sensación que recorría mi espina dorsal.
Miedo, el mismo que las caricias y la reconciliación con Joe había conseguido aplacar. Miedo que volvía ahora en ráfagas a mi mente, paralizando mi cuerpo. ¿Tendría aquella mujer algo que ver con el vampiro que asolaba mis sueños con sus ojos rojos y su sonrisa macabra? O por el contrario, ¿tendría algo que ver con aquellos que perseguían a Joe para darle caza y matarlo? En cualquiera de los dos casos, el futuro no era muy alentador. Deposité con presteza unos pocos billetes en la mesa y caminé a toda prisa hasta nuestra habitación.
Allí estaba él, durmiendo en la misma postura que yo lo había dejado, con nuestra ropa por el suelo y las sábanas revueltas por aquella noche de incendiaria pasión que ambos habíamos compartido. Odiaba romper aquella calma que por fin rodeaba su ser, pero no podíamos permitirnos el lujo de cometer un error, de confiarnos y que uno de nosotros, o los dos, acabara muerto.
-Amor...-susurré dejando un suave beso en la comisura de sus labios mientras mis dedos se enterraban entre sus oscuros cabellos. -Amor... despierta, tenemos que hablar, es importante-
Sus ojos se entreabrieron y sus labios se curvaron en una picarona sonrisa segundos antes de que sus manos hicieran acopio de su fuerza para enredarse en mi cuerpo y tumbarme sobre él sin dejarme moverme. -Joe... de verdad escúchame- Sus labios recorrían mi mandíbula haciendo caso omiso a mis palabras, creyendo quizá que mis problemas eran respecto al vestido de la boda, dudas sobre mi padre o algo relacionado con nuestra casa-
-¡Joe!- exclamé interponiendo mis brazos entre nuestros cuerpos –He coincidido en el desayuno con una mujer que no paraba de hacerme preguntas... Me ha dado mala espina, temo que se trate de alguien relacionado con quién me mordió o quizá con los hombres que te persiguen-
Su reacción no se hizo esperar y salió de la cama comenzando a vestirse y yo, pese a lo peligroso de la situación, no pude evitar morderme los labios al contemplar su cuerpo desnudo mientras escuchaba las palabras que escapaban de sus labios, cambiando ahora mi sonrisa ladeada por una mueca de espanto.
-¿Estás loco Joe?¿Cómo que vas a ir a buscarlos y matarlos?
Cèline Dampierre- Humano Clase Alta
- Mensajes : 119
Fecha de inscripción : 19/06/2016
Re: Esperando mi recompensa por los servicios prestados [Privado] [+18]
Sonreí de medio lado al escuchar escapar de sus labios aquella palabra que nos definía tras esa noche.
No podía ser mas feliz, ella había dicho que si y yo, hoy me convertiría en su marido dejando atrás ceremonias varias, aburridos vestidos.
Para demostrarle que la quería, solo necesitaba una pequeña parroquia, ella y yo ¿para que mas?
Mi felicidad no tenia parangón aquella noche y al parecer tampoco su impaciencia pues en vez de esperar a que mis ojos se abrieran con el ocaso, aquel día eran sus labios los que me reclamaban un pronto despertar.
Tiré de ella enredándola con mi cuerpo desnudo, colisioné con sus labios adueñándome de cada resquicio de su boca, paladeando su sabor a fruta madura, recorriendo cada sendero que ya bien conocía y que era solo mio.
De nuevo mi nombre escapó de sus labios deseando que mis besos cesaran, posiblemente para decirme algo sobre el vestido, la ceremonia, el anillo, mas a quien le importaba algo mas que ella, yo y ese lugar.
-Vamos Celine, dale un placer a tu marido -susurré recorriendo con mis labios su cuello, arrastrando por su mandíbula mis colmillos.
Fue entonces cuando interpuso el brazo entre ambos, algo que me hizo enarcar una ceja para mirarla de soslayo.
Las palabras ahora me hicieron desconfiar, hablaba de que alguien parecía de no fiar, quizás tendría que ver con las pesadillas que la atormentaban. La ira se apoderó de mi pecho que furioso subía y bajaba mientras rugía de rabia, desazón y venganza.
Me puse en pie calzandome los pantalones la camisola y caminando hacia las botas.
-Hoy ese que te torturó cenara en el infierno ,de eso me encargo yo.
La escuchaba como trataba de calmarme, mas ya nada me calmaría hasta que su corazón latiera en mi mano y su garganta despellejada por mis colmillos cayera inerte al piso.
Poco me importaba que fuera un inmortal, como si tras el había un ejercito o dos, todos hoy irían con satanás.
-Quédate aquí, te prometo que a mi regreso, nos casaremos, es mas, juro que tus pesadillas desaparecerán pues voy ha hacerte feliz como el que mas.
Antes tenia que deshacerme de ese que casi se había cargado lo nuestro, ese que la empujó a una fiesta y a los brazos de otro.
la idea de ese otro aun me cabreaba y aunque me fiaba de sus palabras, si descubría que me engañaba...
No podía ser mas feliz, ella había dicho que si y yo, hoy me convertiría en su marido dejando atrás ceremonias varias, aburridos vestidos.
Para demostrarle que la quería, solo necesitaba una pequeña parroquia, ella y yo ¿para que mas?
Mi felicidad no tenia parangón aquella noche y al parecer tampoco su impaciencia pues en vez de esperar a que mis ojos se abrieran con el ocaso, aquel día eran sus labios los que me reclamaban un pronto despertar.
Tiré de ella enredándola con mi cuerpo desnudo, colisioné con sus labios adueñándome de cada resquicio de su boca, paladeando su sabor a fruta madura, recorriendo cada sendero que ya bien conocía y que era solo mio.
De nuevo mi nombre escapó de sus labios deseando que mis besos cesaran, posiblemente para decirme algo sobre el vestido, la ceremonia, el anillo, mas a quien le importaba algo mas que ella, yo y ese lugar.
-Vamos Celine, dale un placer a tu marido -susurré recorriendo con mis labios su cuello, arrastrando por su mandíbula mis colmillos.
Fue entonces cuando interpuso el brazo entre ambos, algo que me hizo enarcar una ceja para mirarla de soslayo.
Las palabras ahora me hicieron desconfiar, hablaba de que alguien parecía de no fiar, quizás tendría que ver con las pesadillas que la atormentaban. La ira se apoderó de mi pecho que furioso subía y bajaba mientras rugía de rabia, desazón y venganza.
Me puse en pie calzandome los pantalones la camisola y caminando hacia las botas.
-Hoy ese que te torturó cenara en el infierno ,de eso me encargo yo.
La escuchaba como trataba de calmarme, mas ya nada me calmaría hasta que su corazón latiera en mi mano y su garganta despellejada por mis colmillos cayera inerte al piso.
Poco me importaba que fuera un inmortal, como si tras el había un ejercito o dos, todos hoy irían con satanás.
-Quédate aquí, te prometo que a mi regreso, nos casaremos, es mas, juro que tus pesadillas desaparecerán pues voy ha hacerte feliz como el que mas.
Antes tenia que deshacerme de ese que casi se había cargado lo nuestro, ese que la empujó a una fiesta y a los brazos de otro.
la idea de ese otro aun me cabreaba y aunque me fiaba de sus palabras, si descubría que me engañaba...
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Esperando mi recompensa por los servicios prestados [Privado] [+18]
Una vez más confirmé esa famosa frase de mi madre en la que me decía que calladita estaba más mona, pues fue mencionarle a Assur mis sospechas sobre un hermano perdido al que yo no conocía, y ese gesto tan suyo que me prometía una mañana cargada de gemidos y satisfacción se fue como había venido.
Por unos segundos había sentido su aliento acariciando mi cuello, había sentido como su miembro aprisionaba con dureza mi vientre, marcando el preludio de lo que sucedería a continuación. Había conseguido excitarme con el simple hecho de tumbarme en la cama y colocarse sobre mí, rodeándome con sus brazos cual depredador acecha a su presa. Una presa que deseaba ser cazada, pues a pesar de todo, a pesar de nuestras diferencias y sus castigos, sabía que lo necesitaba. Y no solo por su sangre, como él me recordaba continuamente. Esos roces que me hacían doblegarme ante él, eran algo mucho más fuerte que mi dependencia por ésta. Lo quería a él como un todo, aunque no dejase de ser el mismísimo diablo con colmillos y alergia al sol.
Hice un mohín resignada cuando sorprendido y desconcertado por mis palabras cesó en su gesto, haciéndose a un lado de la cama, sentándose expectante por escuchar el resto de la historia; esa en la que le confesaría todo lo que creía haber averiguado sobre ¿Joe? ¿Quién diablos era Joe? Me dieron ganas de fustigarme a mí misma por no haber sido capaz de esperar a que terminase lo que parecía dispuesto a hacerme para hacerle partícipe de mi noticia; pero no, no podía estar calladita.
-No tengo muy claro quien es Joe, más me aventuraría a decir que es vuestro hermano por la extraña reacción que habéis tenido. Y yo que pensaba que eráis incapaz de demostrar sentimiento alguno.- murmuré sentándome en la cama mientras intentaba sin lograrlo relajar mi ajetreada respiración. Nuestras miradas se quedaron a la misma altura, y decidí proseguir parte de la historia, quedándome con algún detalle con el que negociar.- Cuando he bajado a desayunar, había una joven en la cafetería haciendo lo propio, y como bien sabéis, me gusta entablar conversación con la gente. – Ignoré cuando puso los ojos en blanco, como si escuchar mis conversaciones fuese un suplicio.- Pues bien, me llamó un tanto la atención que la joven nada más presentarse comentase que su prometido se apellidaba como vos, pero digo yo que habrán más Black en el mundo, ¿no? Continuamos la conversación, donde traté de averiguar algo más sobre la dama y su prometido. Ella es de París, pero el Señor Black, es extranjero; un extranjero que define como un alma errante que busca a su familia, una familia que ha viajado por infinidad de lugares, dejando sus raíces por todas ellas.- hice una pausa tratando de recordar toda la conversación con aquella dama que parecía al final de la misma un tanto tensa con mi presencia; disfrutando por una vez de tener el control de la situación frente a Assur, observando como me miraba esperando que le dijese donde encontrarlos, más mi historia no había concluido y como de normal no me dejaba expandirme tanto, iba a aprovechar la ocasión.- Más si ya de por sí empecé a atar cabos con todo esto, el colofón final fue cuando me dijo que las raíces de la familia de su prometido eran tan antiguas como el tiempo que lleva poblando el hombre la tierra.
Me acerqué a él gateando despacio, aprovechando un breve silencio en mi soniloquio que le servía a Assur para atar los mismos cabos que había atado yo. Mis dedos acariciaron su espalda desnuda con suavidad, en un gesto que bien indicaba lo que deseaba, lo que quería de él en esos momentos por haberle sido de utilidad.
-¿Creéis mi señor, que tal descubrimiento por mi parte, añadiendo a todo lo relatado el nombre y apellidos de la joven prometida de su hermano, es razón suficiente para que sea recompensada?- pregunté con voz mimosa mientras me mordía el labio con picardía, acercándome a su hombro desnudo para acariciarlo con mi boca al tiempo que clavaba mis ojos cargados de deseo en los suyos.
Todavía quedaban unas horas de sol para que llegase el ocaso, y de lo que estaba segura es que fuese de una forma u otra, el hermano de Assur no podría abandonar el hotel, pues si era su hermano y seguía vivo, no había que ser muy inteligente para deducir que sería un inmortal como mi amo. Qué bien, pensé con sarcasmo, dos hermanos Black juntos.
Por unos segundos había sentido su aliento acariciando mi cuello, había sentido como su miembro aprisionaba con dureza mi vientre, marcando el preludio de lo que sucedería a continuación. Había conseguido excitarme con el simple hecho de tumbarme en la cama y colocarse sobre mí, rodeándome con sus brazos cual depredador acecha a su presa. Una presa que deseaba ser cazada, pues a pesar de todo, a pesar de nuestras diferencias y sus castigos, sabía que lo necesitaba. Y no solo por su sangre, como él me recordaba continuamente. Esos roces que me hacían doblegarme ante él, eran algo mucho más fuerte que mi dependencia por ésta. Lo quería a él como un todo, aunque no dejase de ser el mismísimo diablo con colmillos y alergia al sol.
Hice un mohín resignada cuando sorprendido y desconcertado por mis palabras cesó en su gesto, haciéndose a un lado de la cama, sentándose expectante por escuchar el resto de la historia; esa en la que le confesaría todo lo que creía haber averiguado sobre ¿Joe? ¿Quién diablos era Joe? Me dieron ganas de fustigarme a mí misma por no haber sido capaz de esperar a que terminase lo que parecía dispuesto a hacerme para hacerle partícipe de mi noticia; pero no, no podía estar calladita.
-No tengo muy claro quien es Joe, más me aventuraría a decir que es vuestro hermano por la extraña reacción que habéis tenido. Y yo que pensaba que eráis incapaz de demostrar sentimiento alguno.- murmuré sentándome en la cama mientras intentaba sin lograrlo relajar mi ajetreada respiración. Nuestras miradas se quedaron a la misma altura, y decidí proseguir parte de la historia, quedándome con algún detalle con el que negociar.- Cuando he bajado a desayunar, había una joven en la cafetería haciendo lo propio, y como bien sabéis, me gusta entablar conversación con la gente. – Ignoré cuando puso los ojos en blanco, como si escuchar mis conversaciones fuese un suplicio.- Pues bien, me llamó un tanto la atención que la joven nada más presentarse comentase que su prometido se apellidaba como vos, pero digo yo que habrán más Black en el mundo, ¿no? Continuamos la conversación, donde traté de averiguar algo más sobre la dama y su prometido. Ella es de París, pero el Señor Black, es extranjero; un extranjero que define como un alma errante que busca a su familia, una familia que ha viajado por infinidad de lugares, dejando sus raíces por todas ellas.- hice una pausa tratando de recordar toda la conversación con aquella dama que parecía al final de la misma un tanto tensa con mi presencia; disfrutando por una vez de tener el control de la situación frente a Assur, observando como me miraba esperando que le dijese donde encontrarlos, más mi historia no había concluido y como de normal no me dejaba expandirme tanto, iba a aprovechar la ocasión.- Más si ya de por sí empecé a atar cabos con todo esto, el colofón final fue cuando me dijo que las raíces de la familia de su prometido eran tan antiguas como el tiempo que lleva poblando el hombre la tierra.
Me acerqué a él gateando despacio, aprovechando un breve silencio en mi soniloquio que le servía a Assur para atar los mismos cabos que había atado yo. Mis dedos acariciaron su espalda desnuda con suavidad, en un gesto que bien indicaba lo que deseaba, lo que quería de él en esos momentos por haberle sido de utilidad.
-¿Creéis mi señor, que tal descubrimiento por mi parte, añadiendo a todo lo relatado el nombre y apellidos de la joven prometida de su hermano, es razón suficiente para que sea recompensada?- pregunté con voz mimosa mientras me mordía el labio con picardía, acercándome a su hombro desnudo para acariciarlo con mi boca al tiempo que clavaba mis ojos cargados de deseo en los suyos.
Todavía quedaban unas horas de sol para que llegase el ocaso, y de lo que estaba segura es que fuese de una forma u otra, el hermano de Assur no podría abandonar el hotel, pues si era su hermano y seguía vivo, no había que ser muy inteligente para deducir que sería un inmortal como mi amo. Qué bien, pensé con sarcasmo, dos hermanos Black juntos.
Noreen Sheenan- Esclavo de Sangre/Clase Media
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Esperando mi recompensa por los servicios prestados [Privado] [+18]
Desde luego que sumisa no era, mas perspicaz mucho. No tardo en deducir que buscaba a mi hermano, Joe black y aunque no asentí ni desmentí ella que me conocía lo dio por echo.
Lo siguiente fue otra de esas mordaces frases que pretendían ofenderme o irritarme y la verdad hoy no lograba ni alcanzarme.
Claro que albergaba sentimientos, la familia es lo primero, el problema es que esos sentimientos quedaban relegados a los black y no al resto de la humanidad.
Noreen empezó a narrarme su periplo en la cafetería, ese que la había llevado a conocer de estar en lo cierto a la prometida de mi hermano. Esa parte no terminaba de cuadrarme demasiado. Joe nunca fue un hombre enamoradizo, de echo mas bien apostaría lo contrario, si pensaba desposarse solo se me ocurrían dos motivos, que tratara de cubrir su rastro pues estaba perseguido o por ende, deseaba comérsela en la noche de bodas para cometer un acto atroz que le divirtiera.
Fuere como fuere, poco o nada me importaba esa mujer, ahora lo importante es que de ser todo eso cierto, en este hotel había dos Black.
Negué cuando esta se acerco a mi gateando, sabia lo que quería, mas yo seguía meditando sus palabras, buscando el modo de dar con el con rapidez.
Sajé mi muñeca en un acto casi automático tendiéndole el carmesí hacia sus labios.
Ese era su pago ,lo sabia y ella también ,así que la alimentaria y después cumpliría mi mandato.
Era pronto para poder abandonar la habitación ,el sol todavía brillaba en el cielo, así que le tocaba el turno a ella, el de averiguar cual era la habitación.
-Escucha susurre tomándola por el pelo y centrando mi mirada en la suya con intensidad.
Vas a bajar a recepción, y sin llamar la atención preguntaras por la habitación de esa mujer que has conocido hoy en la cafetería.
Di que quieres agradecerle algo, o que se dejo algo por erro en la mesa, cualquier escusa que les lleve a darte su número de habitación, mas no llames la atención, si mi hermano se siente perseguido, se escabullirá.
Rocé mis labios contra los suyos, dejándome embriagar de su sabor, ese de sangre férrea, mi sangre.
-Cuando vuelvas, si aun queda tiempo para jugar, te complaceré -susurré contra su boca antes de soltar su pelo para dejarla ir.
Lo siguiente fue otra de esas mordaces frases que pretendían ofenderme o irritarme y la verdad hoy no lograba ni alcanzarme.
Claro que albergaba sentimientos, la familia es lo primero, el problema es que esos sentimientos quedaban relegados a los black y no al resto de la humanidad.
Noreen empezó a narrarme su periplo en la cafetería, ese que la había llevado a conocer de estar en lo cierto a la prometida de mi hermano. Esa parte no terminaba de cuadrarme demasiado. Joe nunca fue un hombre enamoradizo, de echo mas bien apostaría lo contrario, si pensaba desposarse solo se me ocurrían dos motivos, que tratara de cubrir su rastro pues estaba perseguido o por ende, deseaba comérsela en la noche de bodas para cometer un acto atroz que le divirtiera.
Fuere como fuere, poco o nada me importaba esa mujer, ahora lo importante es que de ser todo eso cierto, en este hotel había dos Black.
Negué cuando esta se acerco a mi gateando, sabia lo que quería, mas yo seguía meditando sus palabras, buscando el modo de dar con el con rapidez.
Sajé mi muñeca en un acto casi automático tendiéndole el carmesí hacia sus labios.
Ese era su pago ,lo sabia y ella también ,así que la alimentaria y después cumpliría mi mandato.
Era pronto para poder abandonar la habitación ,el sol todavía brillaba en el cielo, así que le tocaba el turno a ella, el de averiguar cual era la habitación.
-Escucha susurre tomándola por el pelo y centrando mi mirada en la suya con intensidad.
Vas a bajar a recepción, y sin llamar la atención preguntaras por la habitación de esa mujer que has conocido hoy en la cafetería.
Di que quieres agradecerle algo, o que se dejo algo por erro en la mesa, cualquier escusa que les lleve a darte su número de habitación, mas no llames la atención, si mi hermano se siente perseguido, se escabullirá.
Rocé mis labios contra los suyos, dejándome embriagar de su sabor, ese de sangre férrea, mi sangre.
-Cuando vuelvas, si aun queda tiempo para jugar, te complaceré -susurré contra su boca antes de soltar su pelo para dejarla ir.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Esperando mi recompensa por los servicios prestados [Privado] [+18]
-No, para...- mi mano tomó con rapidez la suya tratando detenerle. Sabía bien que si él se lo proponía no habría nadie que le hiciera cejar en su intento y mucho menos una joven con la fuerza de un mosquito en comparación con la suya. Eso era lo que últimamente más odiaba; de ahora en adelante dependería de él en todo momento pues, mis enemigos no eran personas a las que pudiera derrotar con dinero o un golpe de suerte. Mis enemigos y aquellos que buscarían mi muerte serían seres como él, que me aplastarían con un simple movimiento de muñeca alrededor de mi blanco cuello. Dependía de él para que me defendiera de los suyos, para que me protegiera si esos ojos rojos venían en mi busca un día de estos.
-El hotel está repleto de grandes ventanales. Morirías calcinado nada más poner un pie en el umbral del pasillo- Mi mano fue poco a poco relajando el agarre que mantenía la ajena presa -Puede que no te importe morir pero piensa en que si lo haces calcinado todos sabrán qué eres y me matarán a mi, y seguramente lo hagan públicamente acusándome de hechicería y herejía por yacer contigo...-
Sabía que ese debía ser mi punto de ataque. Él podía ser temerario y no temer a nada, incluso a la muerte. Pero desde aquella vez en que estuve a punto de morir por el láudano, sabía que mi seguridad le importaba más que cualquier otra cosa en el mundo. Lo que había comenzado como un compromiso que le vendría bien a él para camuflarse con el añadido de la atracción que había entre nosotros, parecía haber acabado convirtiéndose en algo más. Una única vez me había dicho con palabras que me quería, pero, sin duda, sus actos de cada día eran un te amo silencioso.
-Déjame a mi. El recepcionista me conoce y teme a mi padre. Averiguaré quién es esa dama y a quién sirve y volveré a la habitación. Cuando sepamos quién es nuestro enemigo podremos atacarle, podremos vencerle. Déjame ayudarte...- Susurré tomando de nuevo su mano entre las mías y clavando mi mirada parda sobre la suya azul que me miraba con desconfianza y repleta de dudas -¿Somos uno recuerdas?-
Por un instante solté su mano y llevé mi mano a su pecho para buscar el fino cordón de oro. Con la mano libre guié su mano hasta mi cuello, al lugar en el que descansaba su anillo. -Confía en mi Joe...- pedí contra sus labios antes de besarlos con lentitud. Sabía que razonar con él era del todo imposible, que me pondría mil pegas y no me dejaría salir de aquella habitación. Que haría las cosas por sí mismo y que, cuando llegara la hora de la verdad me dejaría al margen para protegerme.
Por eso aproveché que su guardia estaba baja con aquel beso. Beso que fui subiendo de temperatura, haciéndole nublar todos y cada uno de sus sentidos; beso que fui guiando con mis pasos hacia la puerta. Beso que interrumpí para darle la espalda y llevar mis manos a la cremallera del vestido, haciéndole creer que jugaríamos antes de urdir nuestro plan –Cierra los ojos...- susurré mordiendo mis labios tras decirlo –Tengo una sorpresa para ti-
Y justo cuando él cerró los ojos, creyéndose el ganador le asesté el jaque mate. Su exceso de confianza en si mismo era su mayor flaqueza y, al igual que aquella vez en la laguna conseguí vencer en nuestra pelea ficticia distrayéndole con mi cuerpo, esta vez la tentativa de poder disfrutar de él había sido su talón de Aquiles. Él cerró los ojos, y yo aproveché el estar pegada a la puerta. Abrí la puereta y salí al pasillo cerrándola a mi paso.
Una puerta cerrada no era impedimento para él, pero la ventana rebosante de luz a escasos metros de ella, sí. -Perdóname... pero ambos sabíamos que no me dejarías salir de la habitación- Y tras estas palabras, dirigí mis pasos hacia el vestíbulo, escuchando cada vez más amortiguadas las maldiciones que profesaba mi prometido desde la habitación que horas atrás nos había visto hacer el amor y en la que, cuando volviera, sin duda se desataría una guerra.
-El hotel está repleto de grandes ventanales. Morirías calcinado nada más poner un pie en el umbral del pasillo- Mi mano fue poco a poco relajando el agarre que mantenía la ajena presa -Puede que no te importe morir pero piensa en que si lo haces calcinado todos sabrán qué eres y me matarán a mi, y seguramente lo hagan públicamente acusándome de hechicería y herejía por yacer contigo...-
Sabía que ese debía ser mi punto de ataque. Él podía ser temerario y no temer a nada, incluso a la muerte. Pero desde aquella vez en que estuve a punto de morir por el láudano, sabía que mi seguridad le importaba más que cualquier otra cosa en el mundo. Lo que había comenzado como un compromiso que le vendría bien a él para camuflarse con el añadido de la atracción que había entre nosotros, parecía haber acabado convirtiéndose en algo más. Una única vez me había dicho con palabras que me quería, pero, sin duda, sus actos de cada día eran un te amo silencioso.
-Déjame a mi. El recepcionista me conoce y teme a mi padre. Averiguaré quién es esa dama y a quién sirve y volveré a la habitación. Cuando sepamos quién es nuestro enemigo podremos atacarle, podremos vencerle. Déjame ayudarte...- Susurré tomando de nuevo su mano entre las mías y clavando mi mirada parda sobre la suya azul que me miraba con desconfianza y repleta de dudas -¿Somos uno recuerdas?-
Por un instante solté su mano y llevé mi mano a su pecho para buscar el fino cordón de oro. Con la mano libre guié su mano hasta mi cuello, al lugar en el que descansaba su anillo. -Confía en mi Joe...- pedí contra sus labios antes de besarlos con lentitud. Sabía que razonar con él era del todo imposible, que me pondría mil pegas y no me dejaría salir de aquella habitación. Que haría las cosas por sí mismo y que, cuando llegara la hora de la verdad me dejaría al margen para protegerme.
Por eso aproveché que su guardia estaba baja con aquel beso. Beso que fui subiendo de temperatura, haciéndole nublar todos y cada uno de sus sentidos; beso que fui guiando con mis pasos hacia la puerta. Beso que interrumpí para darle la espalda y llevar mis manos a la cremallera del vestido, haciéndole creer que jugaríamos antes de urdir nuestro plan –Cierra los ojos...- susurré mordiendo mis labios tras decirlo –Tengo una sorpresa para ti-
Y justo cuando él cerró los ojos, creyéndose el ganador le asesté el jaque mate. Su exceso de confianza en si mismo era su mayor flaqueza y, al igual que aquella vez en la laguna conseguí vencer en nuestra pelea ficticia distrayéndole con mi cuerpo, esta vez la tentativa de poder disfrutar de él había sido su talón de Aquiles. Él cerró los ojos, y yo aproveché el estar pegada a la puerta. Abrí la puereta y salí al pasillo cerrándola a mi paso.
Una puerta cerrada no era impedimento para él, pero la ventana rebosante de luz a escasos metros de ella, sí. -Perdóname... pero ambos sabíamos que no me dejarías salir de la habitación- Y tras estas palabras, dirigí mis pasos hacia el vestíbulo, escuchando cada vez más amortiguadas las maldiciones que profesaba mi prometido desde la habitación que horas atrás nos había visto hacer el amor y en la que, cuando volviera, sin duda se desataría una guerra.
Cèline Dampierre- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/06/2016
Re: Esperando mi recompensa por los servicios prestados [Privado] [+18]
Sus manos trataron de aferrar mi cuerpo, suplicando que me detuviera.
¿Detenerme? Nada podría detenerme, ni el fulminante sol, pues ese hombre que había osado ponerle un dedo encima, estaba muerto. Quizás el no lo sabia, pero yo era un inmortal sin medida, sin final. Estuve encerrado durante siglos, porque era y soy una bestia temible.
Había destrozado imperios, sajado tantas vidas que un ejercito se me antojaba una broma con la que lidiar en el desayuno y ese inmortal había elegido mal a que mujer tocar.
Hoy Celine era mi paz. Si, esa mujer había logrado de un modo u otro saciar a la bestia, en mi interior por primera vez sentía que algo me importaba lo suficiente como para no arriesgarlo todo. Quería una vida con ella, quería hacerla feliz, y por escasos minutos, la idea de ser mortal y envejecer junto a ella ni siquiera me parecía descabellada.
Vale, si, solo por unos minutos. Me gustaba demasiado la sensación de poder, de eternidad, de ser casi un dios, un inmortal
Sus manso acunaron mi rostro para que la mirara, era cierto, nada me importaba hasta que habló de que la acusarían de herejía, que su sino seria la muerte en la hoguera u otro incluso peor.
Por un momento mis ojos rojos por la ira se fundieron en sus pardos y su boca desposo a la mía, que se entreabrió como siempre cargada de deseo.
Mis colmillos, rozaron su labio inferior, mientras mis manos la orillaban mas contra mi cuerpo.
¿Que no entendía? Si lo único que ansiaba era protegerla. ¿Acaso no hacían eso los humanos cuando algo les importaba?
De nuevo buscaba hacerlo todo ella sola, que la permitiera bajar al hall, que ella descubriría la habitación de ese otro inmortal.
Mas mi pequeña futura esposa no sabia de los peligros de la oscuridad.
Puede que la luz nos mantuviera a ambos en nuestros sarcófagos echos pared de este hotel, mas podía tener ghoulds.
Seres infinitamente mas fuertes que ella que se movían a plena luz del día. Podía ser capturada, llevada a la habitación de ese desgraciado y si eso pasaba, si la tocaba lo mataría con mis propias manos.
La verdad, lo mataría de igual modo porque ya había rozado con sus malditos colmillos el cuello inmaculado de mi prometida.
Cuello que era mio, sangre que era mía, toda ella era mía y hoy le enseñaría que lo mio no se toca y lo que amo, mucho menos si no quiere que su cabeza salga despedida de su cuello.
Claro que Celine, no solía rendirse, supongo que eso era lo que me atrajo de ella cuando la conocí en aquella fiesta aburrida, cuando la tome en el lago artificial y cuando en el burdel descubrió mi inmortalidad.
Teniamos una historia, vida que uso para por un momento hacerme confiar y con los ojos cerrados huyó cerrando la puerta tras de si.
El sol taponaba mi salida y los golpes contra la madera maciza no se hicieron de esperar, suplicando a mi amada, que volviera la interior de esa habitación, mas unas palabras de despedida y sus pasos alejándose por el pasillo fueron al maldita respuesta a mis suplicas.
Abrí la puerta, poco me importaba arder vivo si con ese gesto, no la perdía a ella.
Cruce el umbral cuando los primeros rayos del sol alcanzaron mi piel ,grite de dolor apretando los dientes mientras su nombre era prenunciado tan alto que el hotel entero seria capaz de escucharlo.
No podía perderla y si eso implicaba perderme a mi ,que así fuera.
¿Detenerme? Nada podría detenerme, ni el fulminante sol, pues ese hombre que había osado ponerle un dedo encima, estaba muerto. Quizás el no lo sabia, pero yo era un inmortal sin medida, sin final. Estuve encerrado durante siglos, porque era y soy una bestia temible.
Había destrozado imperios, sajado tantas vidas que un ejercito se me antojaba una broma con la que lidiar en el desayuno y ese inmortal había elegido mal a que mujer tocar.
Hoy Celine era mi paz. Si, esa mujer había logrado de un modo u otro saciar a la bestia, en mi interior por primera vez sentía que algo me importaba lo suficiente como para no arriesgarlo todo. Quería una vida con ella, quería hacerla feliz, y por escasos minutos, la idea de ser mortal y envejecer junto a ella ni siquiera me parecía descabellada.
Vale, si, solo por unos minutos. Me gustaba demasiado la sensación de poder, de eternidad, de ser casi un dios, un inmortal
Sus manso acunaron mi rostro para que la mirara, era cierto, nada me importaba hasta que habló de que la acusarían de herejía, que su sino seria la muerte en la hoguera u otro incluso peor.
Por un momento mis ojos rojos por la ira se fundieron en sus pardos y su boca desposo a la mía, que se entreabrió como siempre cargada de deseo.
Mis colmillos, rozaron su labio inferior, mientras mis manos la orillaban mas contra mi cuerpo.
¿Que no entendía? Si lo único que ansiaba era protegerla. ¿Acaso no hacían eso los humanos cuando algo les importaba?
De nuevo buscaba hacerlo todo ella sola, que la permitiera bajar al hall, que ella descubriría la habitación de ese otro inmortal.
Mas mi pequeña futura esposa no sabia de los peligros de la oscuridad.
Puede que la luz nos mantuviera a ambos en nuestros sarcófagos echos pared de este hotel, mas podía tener ghoulds.
Seres infinitamente mas fuertes que ella que se movían a plena luz del día. Podía ser capturada, llevada a la habitación de ese desgraciado y si eso pasaba, si la tocaba lo mataría con mis propias manos.
La verdad, lo mataría de igual modo porque ya había rozado con sus malditos colmillos el cuello inmaculado de mi prometida.
Cuello que era mio, sangre que era mía, toda ella era mía y hoy le enseñaría que lo mio no se toca y lo que amo, mucho menos si no quiere que su cabeza salga despedida de su cuello.
Claro que Celine, no solía rendirse, supongo que eso era lo que me atrajo de ella cuando la conocí en aquella fiesta aburrida, cuando la tome en el lago artificial y cuando en el burdel descubrió mi inmortalidad.
Teniamos una historia, vida que uso para por un momento hacerme confiar y con los ojos cerrados huyó cerrando la puerta tras de si.
El sol taponaba mi salida y los golpes contra la madera maciza no se hicieron de esperar, suplicando a mi amada, que volviera la interior de esa habitación, mas unas palabras de despedida y sus pasos alejándose por el pasillo fueron al maldita respuesta a mis suplicas.
Abrí la puerta, poco me importaba arder vivo si con ese gesto, no la perdía a ella.
Cruce el umbral cuando los primeros rayos del sol alcanzaron mi piel ,grite de dolor apretando los dientes mientras su nombre era prenunciado tan alto que el hotel entero seria capaz de escucharlo.
No podía perderla y si eso implicaba perderme a mi ,que así fuera.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Esperando mi recompensa por los servicios prestados [Privado] [+18]
Contra todo pronóstico, (o no, pues Assur solía encontrar cualquier forma maquiavélica de someterme a su voluntad), mi amo se hizo una pequeña incisión en la muñeca para premiarme con aquello que pensaba que deseaba en esos momentos, esa vitae que se había convertido en un arma de doble filo para mí. ¿Es que aparte de inmortal era ciego? ¿Acaso no había visto mis insinuaciones como para ver que deseaba ser recompensada de otra forma? Quizás me había equivocado de estrategia, y en lugar de negociar por ser tomada, debería haber dicho que quería beber de su sangre; igual así me hubiese tomado y ahora serían nuestros gemidos los que recorrerían cada pared de esa habitación. Luego decían que las mujeres éramos complicadas; sin duda porque no conocían a Assur.
Más como a nadie le amarga un dulce, y en esta ocasión la forma de obtener aquello que más ansiaba en este mundo había sido relativamente sencillo, opté por tomar su presente y succioné durante unos segundos aquel líquido que a pesar de estar frío abrasaba mi garganta a su paso; ese que dotaba a mi alma de una fuerza sobrenatural, y por el que permanecería eternamente sometida a su merced. Mis sentidos se agudizaban y un frenesí inexplicable se apoderaba de mi razón. Lo malo, es que todo se agudizaba, hasta la excitación que sentía junto al cuerpo cincelado de aquel demonio al que estaba unida de más formas de las que él se pensaba.
Dejé de beber cuando cogiéndome del pelo tiró mi cabeza ligeramente hacia atrás, mientras mis pupilas dilatadas trataban de enfocar su rostro, tan próximo al mío que podría tomar sus labios sin problema. Escuché cada una de esas palabras que golpeaban mi boca entreabierta por el deseo, palabras que se convirtieron en mi sino junto a una promesa de satisfacer lo que más anhelaba en esos momentos.
Pude sentir la calidez de su aliento mecer mis labios, que todavía tintados por su sangre eran acariciados por los suyos. Jadeé frente a su boca antes de que soltase mi pelo y me instase a cumplir con mi misión si quería gozar de mi merecida recompensa, así que tras dedicarle una cómplice mirada y pasar la lengua por mis labios con el fin de no dejar muestras de su sangre, me dirigí de nuevo hasta la planta superior del hotel donde esperaba poder obtener la información solicitada por mi amo, y volver para cobrar aquello que me pertenecería por derecho.
Antes de bajar el último peldaño de la escalera, me quité la capa que cubría mis hombros y doblándolo con cuidado sobre mi antebrazo me acerqué hasta el mostrador de recepción donde el joven que noches antes me había visto desnuda al traer el champagne a nuestra cámara, enrojeció de súbito al reconocerme. Una sonrisa tímida se dibujó en mis labios, y supe por la forma en que me miraba, que sin ningún esfuerzo conseguiría lo que me proponía.
-Buenos días, señor Chardin.- susurré con dulce voz y una sonrisa encantadora al leer su apellido escrito en una placa que portaba sujeta a la solapa de su chaqueta.- Esta mañana, durante el paseo que realicé con la Señorita Dampierre, me cedió su capa para resguardarme del frío matutino, pues con las prisas, olvidé coger la mía. Me gustaría poder devolvérsela antes de que su prometido Joe Black y ella partan hacia su mansión.- apunté enseñándole mi capa y dando los datos que esperaba que fuesen correctos, en cuyo caso contrario podían ser corregidos por aquel muchacho de ojos pardos que me miraba los labios con dedicación.- ¿Sería vos tan amable de decirme el número de habitación en el que se encuentran?
Alargué mi mano y acaricié con suavidad el dorso de su chaqueta, sintiendo como su respiración se ajetreaba y el rubor aparecía de nuevo en sus mejillas. Era cuestión de segundos que se sometiese a mí, y ambos los sabíamos, más yo tenía prisa por volver al lado del Assur y destrozar la cama, así que, continué con mi plan.
-Puede estar tranquilo, esto quedará entre usted y yo, y quizás en algún momento pueda agradecerle el favor.- añadí mordiéndome el labio y lanzándole una embriagadora mirada, que sin duda surtió su efecto.
Minutos después, y tras darle un beso en la mejilla que lo dejaría contento el resto de su turno, volví hasta la habitación donde mi amo me esperaba ,con no solo él número de la habitación, sino con todos los datos que aquella pareja habían dado para registrarse en el hotel, y que sin duda superaba las expectativas de la misión que Assur me había encomendado.
-¿Qué has dicho que me daría por esto?- susurré divertida mostrándole desde la puerta al inmortal el papel que contenía aquello que me había encomendado, acortando con pasos sensuales la distancia que nos separaba, para humedecerme después aquellos labios que deseaban ser besados.
Más como a nadie le amarga un dulce, y en esta ocasión la forma de obtener aquello que más ansiaba en este mundo había sido relativamente sencillo, opté por tomar su presente y succioné durante unos segundos aquel líquido que a pesar de estar frío abrasaba mi garganta a su paso; ese que dotaba a mi alma de una fuerza sobrenatural, y por el que permanecería eternamente sometida a su merced. Mis sentidos se agudizaban y un frenesí inexplicable se apoderaba de mi razón. Lo malo, es que todo se agudizaba, hasta la excitación que sentía junto al cuerpo cincelado de aquel demonio al que estaba unida de más formas de las que él se pensaba.
Dejé de beber cuando cogiéndome del pelo tiró mi cabeza ligeramente hacia atrás, mientras mis pupilas dilatadas trataban de enfocar su rostro, tan próximo al mío que podría tomar sus labios sin problema. Escuché cada una de esas palabras que golpeaban mi boca entreabierta por el deseo, palabras que se convirtieron en mi sino junto a una promesa de satisfacer lo que más anhelaba en esos momentos.
Pude sentir la calidez de su aliento mecer mis labios, que todavía tintados por su sangre eran acariciados por los suyos. Jadeé frente a su boca antes de que soltase mi pelo y me instase a cumplir con mi misión si quería gozar de mi merecida recompensa, así que tras dedicarle una cómplice mirada y pasar la lengua por mis labios con el fin de no dejar muestras de su sangre, me dirigí de nuevo hasta la planta superior del hotel donde esperaba poder obtener la información solicitada por mi amo, y volver para cobrar aquello que me pertenecería por derecho.
Antes de bajar el último peldaño de la escalera, me quité la capa que cubría mis hombros y doblándolo con cuidado sobre mi antebrazo me acerqué hasta el mostrador de recepción donde el joven que noches antes me había visto desnuda al traer el champagne a nuestra cámara, enrojeció de súbito al reconocerme. Una sonrisa tímida se dibujó en mis labios, y supe por la forma en que me miraba, que sin ningún esfuerzo conseguiría lo que me proponía.
-Buenos días, señor Chardin.- susurré con dulce voz y una sonrisa encantadora al leer su apellido escrito en una placa que portaba sujeta a la solapa de su chaqueta.- Esta mañana, durante el paseo que realicé con la Señorita Dampierre, me cedió su capa para resguardarme del frío matutino, pues con las prisas, olvidé coger la mía. Me gustaría poder devolvérsela antes de que su prometido Joe Black y ella partan hacia su mansión.- apunté enseñándole mi capa y dando los datos que esperaba que fuesen correctos, en cuyo caso contrario podían ser corregidos por aquel muchacho de ojos pardos que me miraba los labios con dedicación.- ¿Sería vos tan amable de decirme el número de habitación en el que se encuentran?
Alargué mi mano y acaricié con suavidad el dorso de su chaqueta, sintiendo como su respiración se ajetreaba y el rubor aparecía de nuevo en sus mejillas. Era cuestión de segundos que se sometiese a mí, y ambos los sabíamos, más yo tenía prisa por volver al lado del Assur y destrozar la cama, así que, continué con mi plan.
-Puede estar tranquilo, esto quedará entre usted y yo, y quizás en algún momento pueda agradecerle el favor.- añadí mordiéndome el labio y lanzándole una embriagadora mirada, que sin duda surtió su efecto.
Minutos después, y tras darle un beso en la mejilla que lo dejaría contento el resto de su turno, volví hasta la habitación donde mi amo me esperaba ,con no solo él número de la habitación, sino con todos los datos que aquella pareja habían dado para registrarse en el hotel, y que sin duda superaba las expectativas de la misión que Assur me había encomendado.
-¿Qué has dicho que me daría por esto?- susurré divertida mostrándole desde la puerta al inmortal el papel que contenía aquello que me había encomendado, acortando con pasos sensuales la distancia que nos separaba, para humedecerme después aquellos labios que deseaban ser besados.
Noreen Sheenan- Esclavo de Sangre/Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Esperando mi recompensa por los servicios prestados [Privado] [+18]
Noreen no se retraso en su encomienda, sabia de sobra que si antes de irse le hubiera dado lo que deseaba, se hubiera entretenido solo para hacerme rabiar, pero ahora, deseosa de que me hundiera entre sus piernas, había obedecido sin rechistar.
Entreabrí los labios cuando la vi acercarse y ensanche la sonrisa tomando sus caderas con mis manos para atraerla hacia mi haciéndola así caer al lecho sobre mi cuerpo.
-Vaya pequeña si que tenias ganas -susurré contra sus labios haciendo el papel a un lado.
Mi boca colisionó contra la suya, ansiosa de beber del manantial de sus labios que entreabiertos dejaron que mi lengua surcara el pequeño espacio que la distanciaba de la ajena enredándose como serpientes, místicas, venenosas y salvajes.
Jadeo contra mi boca cuando mis manos alzaron el vestido de la dama para que nuestros sexos se encontraran aun con demasiada ropa de por medio, mas la fricción de ambos hacia saltar las mismas chispas del infierno.
-No tenemos tiempo -rugí con la voz ronca. Claro que yo no era de los que me quedaba con las ganas, en escasos minutos el sol quedaría eclipsado por la luna, el ocaso la mejor parte del día.
Tomé con mis manos el corseé y lo arranque de su piel, del mismo modo quebré la tela de la falda, desgarrandola para hacerla a un lado.
-Te compraré otro -gemí contra su boca deslizando mis dedos hasta el botón que cubría mi hombría para desabrocharlo dejándola al descubierto.
Nuestros ojos cómplices se encontraron cuando esta se coloco a horcajadas sobre mi, dejando que sus caderas bailaran la peligrosa danza de la muerte, introduciendose lentamente mientras me acogía con su humedad, su calor.
Mis manos acompasaron su movimiento, hundiéndose en su piel mis dedos, gruñendo contra su boca al incentivar los movimientos.
El tiempo hoy corría en nuestra contra, mas yo siempre cumplía mis promesas, esa era su recompensa por la información y para que mentir, el placer era mi mayor debilidad, junto al poder y la familia, hoy las tres se verían cumplidas.
La volteé para ponerla a cuatro patas, embestidas que hicieron quebrar su voz entre gritos ahogados, roncos y cargados de pasión.
-Así pequeña -susurré cuando sus caderas buscaron las mías intentando que me hundiera mas en ella.
Entreabrí los labios cuando la vi acercarse y ensanche la sonrisa tomando sus caderas con mis manos para atraerla hacia mi haciéndola así caer al lecho sobre mi cuerpo.
-Vaya pequeña si que tenias ganas -susurré contra sus labios haciendo el papel a un lado.
Mi boca colisionó contra la suya, ansiosa de beber del manantial de sus labios que entreabiertos dejaron que mi lengua surcara el pequeño espacio que la distanciaba de la ajena enredándose como serpientes, místicas, venenosas y salvajes.
Jadeo contra mi boca cuando mis manos alzaron el vestido de la dama para que nuestros sexos se encontraran aun con demasiada ropa de por medio, mas la fricción de ambos hacia saltar las mismas chispas del infierno.
-No tenemos tiempo -rugí con la voz ronca. Claro que yo no era de los que me quedaba con las ganas, en escasos minutos el sol quedaría eclipsado por la luna, el ocaso la mejor parte del día.
Tomé con mis manos el corseé y lo arranque de su piel, del mismo modo quebré la tela de la falda, desgarrandola para hacerla a un lado.
-Te compraré otro -gemí contra su boca deslizando mis dedos hasta el botón que cubría mi hombría para desabrocharlo dejándola al descubierto.
Nuestros ojos cómplices se encontraron cuando esta se coloco a horcajadas sobre mi, dejando que sus caderas bailaran la peligrosa danza de la muerte, introduciendose lentamente mientras me acogía con su humedad, su calor.
Mis manos acompasaron su movimiento, hundiéndose en su piel mis dedos, gruñendo contra su boca al incentivar los movimientos.
El tiempo hoy corría en nuestra contra, mas yo siempre cumplía mis promesas, esa era su recompensa por la información y para que mentir, el placer era mi mayor debilidad, junto al poder y la familia, hoy las tres se verían cumplidas.
La volteé para ponerla a cuatro patas, embestidas que hicieron quebrar su voz entre gritos ahogados, roncos y cargados de pasión.
-Así pequeña -susurré cuando sus caderas buscaron las mías intentando que me hundiera mas en ella.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Esperando mi recompensa por los servicios prestados [Privado] [+18]
Debía confesar que el sonido de su voz, de sus gritos resonando por las paredes de aquel hotel repitiendo mi nombre era una tortura para mis oídos y mi propia alma. Mi cuerpo pedía a gritos deshacer el camino andado y volver a sus brazos, acceder a sus demandas y refugiarme en sus brazos, pero mi cerebro sabía que esa no era la decisión más inteligente.
Mi padre bien podía ser un hombre cruel y taimado, mas me habí enseñado una valiosa lección a lo largo de mi vida: no hay mayor poder que la información. Joe no podía verlo, no podía comprender que ganaríamos mucho más sabiendo a qué y a quién nos enfrentábamos. Eso nos permitiría prepararnos y anticiparnos a los golpes e, incluso podríamos ser nosotros quienes asestaramos el primer golpe inclinando así la balanza a nuestro favor.
Con cada paso debía recordarme que mi decisión era la correcta y, como si necesitara asegurarme, mis dedos buscaban los dos puntos que adornaban mi cuello, recuerdo de aquella traumática experiencia y del despreciable ser que atormentaba mi frágil mente, amenzando a mi cordura y a mi relación con el hombre que amaba. Pasos vacilantes que, sin proponérmelo me condujeron a mi destino, la escalinata que daba al vestíbulo de tan lujosos hotel y a la recepción del mismo.
Sólo supe que había llegado a la antesala de mi destino al escuchar mi apellido en los labios de otra persona que no era mi prometido ni nadie que conociera. Reaccioné de inmediato, aquello no me daba buena espina. Mi espalda se pegó a la fría pared y tomé aire un par de veces antes de tener el valor suficiente para asomarme a descubrir quién preguntaba por mi.
Allí estaba ella. La mujer que horas atrás había compartido mesa conmigo y había despertado todas mis sospechas. El hecho de que estuviera allí, preguntando por más datos sobre mi y mi prometido no me tranquilizaba en absoluto y mucho menos el ver la manera en la que engatusaba al botones para que le diera toda la información que ella deseaba saber.
No sabía quién era ella, ni por qué deseaba tanto conocer tantos detalles sobre nosotros pero no me quedaría para descubrirlo. Deslicé mis manos hasta la falda de mi vestido y la levanté echando a correr por el pasillo. Deshice los pasos que minutos atrás me había costado tanto emprender. Necesitaba volver con Joe, recoger todas nuestras cosas y salir de aquel hotel cuanto antes. Algo en todo aquel asunto no me daba buena espina y no iba a quedarme a comprobar qué era, no podía arriesgarme a perderle una vez más, a perdernos el uno al otro por conocer las respuestas al qué, quién y por qué me había mordido.
Me estaba volviendo loca, ya podía escuchar incluso la voz de Joe gritando de nuevo y ni siquiera estaba lo suficientemente cerca para hacerlo. Sacudí la cabeza y seguí corriendo, no podía perder ni un solo minuto, cada segundo contaba. Pasos apresurados y, por fin, el pasillo que habíamos recorrido él y yo la noche anterior entre besos y que ahora era el escenario de una escena muy distinta.
De nuevo, él y yo ahí pero, en esta ocasión, no había besos ni estábamos el uno junto al otro. Él se retorcía de dolor con cada paso que trataba de dar hacia el vestíbulo, terco como el solo, y sus ojos ahora se fijaban en mi. Yo, le contemplaba en la distancia sin creer cómo podía haber salido a aquella muerte segura solo por protegerme. Allí plantada, sin poder reaccionar mientras él me buscaba con la mirada y, de pronto, un clic. Algo se activó en mi mente y me hizo correr hacia él.
-Ya me explicarás por qué has hecho esta locura terco cabezón- dije con un deje enfadado en la voz mientras mis brazos le arrastraban hacia la habitación, hacia la zna segura -Ya me lo explicarás porque tenemos que recoger todo e irnos en cuanto se ponga el sol. Saben en qué habitación estamos y quienes somos-
Y así, al abrigo de las sombras del alba y con mil preguntas en los labios, abandonamos aquel hotel por la puerta de atrás, sin saber si habíamos despistado o no a quienes iban tras nosotros.
Mi padre bien podía ser un hombre cruel y taimado, mas me habí enseñado una valiosa lección a lo largo de mi vida: no hay mayor poder que la información. Joe no podía verlo, no podía comprender que ganaríamos mucho más sabiendo a qué y a quién nos enfrentábamos. Eso nos permitiría prepararnos y anticiparnos a los golpes e, incluso podríamos ser nosotros quienes asestaramos el primer golpe inclinando así la balanza a nuestro favor.
Con cada paso debía recordarme que mi decisión era la correcta y, como si necesitara asegurarme, mis dedos buscaban los dos puntos que adornaban mi cuello, recuerdo de aquella traumática experiencia y del despreciable ser que atormentaba mi frágil mente, amenzando a mi cordura y a mi relación con el hombre que amaba. Pasos vacilantes que, sin proponérmelo me condujeron a mi destino, la escalinata que daba al vestíbulo de tan lujosos hotel y a la recepción del mismo.
Sólo supe que había llegado a la antesala de mi destino al escuchar mi apellido en los labios de otra persona que no era mi prometido ni nadie que conociera. Reaccioné de inmediato, aquello no me daba buena espina. Mi espalda se pegó a la fría pared y tomé aire un par de veces antes de tener el valor suficiente para asomarme a descubrir quién preguntaba por mi.
Allí estaba ella. La mujer que horas atrás había compartido mesa conmigo y había despertado todas mis sospechas. El hecho de que estuviera allí, preguntando por más datos sobre mi y mi prometido no me tranquilizaba en absoluto y mucho menos el ver la manera en la que engatusaba al botones para que le diera toda la información que ella deseaba saber.
No sabía quién era ella, ni por qué deseaba tanto conocer tantos detalles sobre nosotros pero no me quedaría para descubrirlo. Deslicé mis manos hasta la falda de mi vestido y la levanté echando a correr por el pasillo. Deshice los pasos que minutos atrás me había costado tanto emprender. Necesitaba volver con Joe, recoger todas nuestras cosas y salir de aquel hotel cuanto antes. Algo en todo aquel asunto no me daba buena espina y no iba a quedarme a comprobar qué era, no podía arriesgarme a perderle una vez más, a perdernos el uno al otro por conocer las respuestas al qué, quién y por qué me había mordido.
Me estaba volviendo loca, ya podía escuchar incluso la voz de Joe gritando de nuevo y ni siquiera estaba lo suficientemente cerca para hacerlo. Sacudí la cabeza y seguí corriendo, no podía perder ni un solo minuto, cada segundo contaba. Pasos apresurados y, por fin, el pasillo que habíamos recorrido él y yo la noche anterior entre besos y que ahora era el escenario de una escena muy distinta.
De nuevo, él y yo ahí pero, en esta ocasión, no había besos ni estábamos el uno junto al otro. Él se retorcía de dolor con cada paso que trataba de dar hacia el vestíbulo, terco como el solo, y sus ojos ahora se fijaban en mi. Yo, le contemplaba en la distancia sin creer cómo podía haber salido a aquella muerte segura solo por protegerme. Allí plantada, sin poder reaccionar mientras él me buscaba con la mirada y, de pronto, un clic. Algo se activó en mi mente y me hizo correr hacia él.
-Ya me explicarás por qué has hecho esta locura terco cabezón- dije con un deje enfadado en la voz mientras mis brazos le arrastraban hacia la habitación, hacia la zna segura -Ya me lo explicarás porque tenemos que recoger todo e irnos en cuanto se ponga el sol. Saben en qué habitación estamos y quienes somos-
Y así, al abrigo de las sombras del alba y con mil preguntas en los labios, abandonamos aquel hotel por la puerta de atrás, sin saber si habíamos despistado o no a quienes iban tras nosotros.
Cèline Dampierre- Humano Clase Alta
- Mensajes : 119
Fecha de inscripción : 19/06/2016
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