Sarabeth Grimm

poderes

- Sentidos aumentados.
- Agilidad y reflejos sobrehumanos.
- Memoria fotográfica.
- Visión térmica.
- Sanación acelerada.

descripción física

Nadie diría que alguien como Sarabeth esconde en sus entrañas la semilla del lobo, lista para germinar en cada luna llena y para convertirla en un animal enorme y peludo. La apariencia humana de la chica es la de una muñeca de grandes ojos grises y fino cabello dorado, que le cae largo y lacio a ambos lados de la cara y sobre los hombros enmarcando un rostro redondeado e infantil. Sarabeth tiene ya cincuenta años, que le dan un aspecto de vinticinco, pero por sus rasgos aparenta cerca de diecinueve o veinte.

Su nariz es algo ancha y en su puente se dibujan varias pecas tostadas que contrastan con su pálida piel. Sus labios gruesos y encarnados hacen de marco a unos dientes pequeños y rectos, aunque con una separación más que evidente entre los incisivos superiores. Sus cejas separadas hacen que parezca todavía más niña, y es que sus rasgos parecen haberse puesto de acuerdo para disponer el lienzo perfecto en el que su sonrisa inocente no desentone. Parece mentira que Sarabeth tenga ninguna experiencia en nada porque siempre mira al mundo con el mismo halo de ingenuidad y sorpresa, como si lo contemplara por primera vez.

Es de complexión menuda y parece frágil, delgada, como si el viento pudiera llevársela soplando muy fuerte. Suele vestir conforme a la moda inglesa de su época, con prendas que no llamen la atención, y casi no dispone de joyas a excepción de un juego de pequeños pendientes de plata que fueron de su madre y que rara vez se quita.

Paradójicamente cuando se transforma se convierte en una loba de pelaje completamente negro, patas fuertes y ojos color miel.

Adjunto fotografías de ella y la loba.

personalidad

Sarabeth es una niña en un cuerpo de mujer que apenas sí empieza a desarrollarse. Se presenta ante todo y ante todos con una pillería tan inocente que resulta dulce y divertida a la vez, aunque a veces puede llegar a ser irritante para los que no le tienen mucha paciencia o consideran que ya debería comportarse como una adulta responsable y seria. No parece haber nada que pueda enturbiar la límpida alegría de sus ojos ni el ritmo independiente de su corazón, que late por cuenta propia y a un trote vigoroso que no obedece a nada parecido a lo que algunos llaman amor, y que ella no conoce todavía.

Adora jugar y la compañía de los más pequeños, puede pasar horas con ellos, y por eso tiene cierta valía dentro de la manada aunque apenas sepa hacer gran cosa más, podría decirse que es la niñera que cuida de las crías cuando los demás están buscando alimento o defendiendo el territorio de otros clanes rivales. Le gusta la vida tranquila de hogar con una conversación agradable, el olor de la comida caliente y el cielo abierto sobre su cabeza. Irónicamente no puede decirse que esté quieta mucho tiempo, puesto que al permanecer sentada en la misma posición le empieza a picar el cuerpo y tiene que corretear por el primer sendero que encuentre, correr aventuras imaginarias con sus amigos de ocho años, extenuarse en el campo y regresar en la noche con el cabello cubierto de hojas y ramitas.

Los licántropos tienen fama de ser reservados, inteligentes y emocionales, pero parece que Sarabeth cumple únicamente con esta última característica. No es que sea una muchacha tonta, pero prefiere dedicar el espacio libre en su mente para crear fantasías y cuentos que para almacenar conocimiento real. Nadie la suele tomar en serio nunca y sus mayores a menudo la protegen como si fuera uno más de los cachorros del grupo.

Esa sensibilidad especial para conectar con los demás lobos es lo que le da la fuerza necesaria para luchar en caso de que haya un peligro que amenace a su clan. Sarabeth puede ser una enemiga a tener en cuenta porque su agilidad es desmesurada, y si bien sus dentelladas no son las más temibles es cosa sabida que un montón de moscas pueden llegar a volver locos a los animales con su incesante zumbido y constante insistencia, y esa es la estrategia de pelea de la loba negra. Como ya demostró en una ocasión, no siempre le hacen falta los demás para solucionar sus problemas, y tampoco resulta fácil de domar.

historia

Un soleado día de Octubre nació Sarabeth, la primogénita de los Grimm, un matrimonio inglés de clase media que vivía en una casa de campo con otros parientes. Allí casi siempre llovía, así que la abuela de la niña vaticinó que aquel clima propicio le auguraba una vida dichosa y llena de favores de la diosa fortuna. Afortunadamente la anciana mujer no vivió lo suficiente para darse cuenta de lo equivocada que estaba, pues la pequeña nunca llegó a adaptarse bien a su entorno ni a aceptar plenamente su lugar en la sociedad, que consistía en aburrirse dentro de casa bordando cojines y practicando con el piano hasta cumplir la edad necesaria para casarse y seguir bordando y tocando en casa de otro. No, aquella vida no estaba hecha para una muchacha que se despertaba más pronto que nadie en su casa y salía a dar paseos a caballo hasta un lago solitario donde contemplaba el amanecer. Tenía un temperamento dulce y sus padres la adoraban, pero era al mismo tiempo una mocita salvaje que nunca consiguió encontrar amigas de verdad, puesto que las actividades de los chicos le gustaban más pero no se le permitía ir con ellos.

Sarabeth tenía diecinueve años la noche que una pareja de licántropos asaltó el carruaje donde viajaba con sus padres de vuelta del teatro. Los lobos mataron al matrimonio y al cochero, pero por alguna razón la adolescente sólo fue mordida y transformada en uno de su raza. Los dos animales responsables de la masacre eran miembros jóvenes de una manada que rondaba por los alrededores y que no pudo acudir a tiempo de evitar que sus cachorros descontrolados cometieran un terrible error, pero sí decidieron a cambio hacerse cargo de la muchacha a la que acababan de dejar huérfana. Al principio las transformaciones eran dolorosas y terribles, y cuando volvía en sí no podía recordar nada de lo que había hecho bajo su apariencia de bestia. Comprendió entonces que los dos lycan no habían matado a sus padres a propósito, pero nunca pudo llegar a perdonarlos, y verlos todos los días conviviendo en su misma manada hacía que no pudiera llegar a sentirse plenamente parte del grupo.

A pesar de ello Sarabeth estuvo casi treinta años con aquellos lobos, ya que su alfa era un hombre bueno y sabio que la tomó bajo su protección y le dio lo más parecido al calor de un nuevo hogar que la chica podría haber deseado. Con el tiempo fue creciendo y aprendiendo a encontrarse a sí misma otra vez, a sentirse a gusto dentro de sus dos pieles y a no batallar contra su propia naturaleza. Le costó mucho más tiempo dominarse que a los demás porque su carácter natural era inquieto y rebelde, pero tres décadas dan para mucho y finalmente lo consiguió. Y entonces, cuando todo parecía haber vuelto a su cauce, el jefe del clan murió y lo sucedió otro macho joven llamado Finnegan Wake.

Finnegan era un líder autoritario y déspota que creía que merecía por derecho todo lo que se le antojaba poseer. Bajo su liderazgo los lobos se volvieron salvajes y sádicos, haciendo auténticos destrozos entre las poblaciones de humanos más cercanas. Si Sarabeth ya se sentía excluida al principio el reconocimiento de Wake como alfa la terminó de convencer de que aquel clan nunca había sido su familia y no lo sería jamás. Y como si hubiera estado esperando aquel momento de debilidad para asestarle el último golpe, Finnegan la reclamó como su compañera. Ella se negó a sabiendas de que no podría encontrar nunca un amigo tierno y sincero en aquel hombre brutal, y entonces los licántropos la repudiaron y la abandonaron a su suerte, a sabiendas de que una loba solitaria no tenía posibilidad ninguna de sobrevivir en un territorio que se consideraba propiedad de otra manada. No la dejarían cazar a los animales del bosque ni beber del arroyo de la colina, y tampoco es que como humana pudiera ser independiente tratándose de una mujer tan joven sin parientes vivos, así que Sarabeth tuvo que marcharse.

Corrió durante tanto tiempo que perdió la noción de los días y las noches. Se convirtió tres veces durante su periplo, así que calculó más o menos tres meses de travesía hasta que finalmente llegó a Villa Talbot. Estaba rendida y débil, tenía hambre y miedo, y cuando más lo necesitaba Remington Talbot Colton, el alfa del grupo, la encontró y le dio cobijo. Desde aquel día Sarabeth le debe lealtad incondicional a ese hombre justo y amable al que aprecia de verdad.

nombre

edad

especie

clase social

orientación sexual

nacionalidad