Under the moonlight*Priv*

Estaba aturdido, me era imposible creer que la carta haya tomado tan poco tiempo en llegar, no quería dejar que las lágrimas brotasen de mis ojos cual niño que tiene miedo, y mucho menos frente a uno que otro sirviente. Me alejé, me alejé del lugar tan pronto como pude, tomé un caballo y lo hice correr tan pronto como pude, hacia las afueras de París o al menos eso creía puesto que no estaba muy familiarizado con el lugar. Pestañeaba incesantemente, el viento que volaba me hacía casi lagrimear y eso era aún peor, quería solo cerrar los ojos y no tener que abrirlos en un largo tiempo, quería poder cerrarlos y dejar que el tiempo pase para no tener que cargar con la pena por mucho tiempo, pero sabía que sería inevitable, aquella pérdida sería eterna en mí, hasta que deje de existir no habrá un día en el que no piense en tal triste recuerdo.

Aquel momento en el que por fin pude leer la carta regresaba a mi mente, una y otra vez buscando nada más que mi desdicha. No sería posible para mi odiar más a las personas que me obligaron a hacer este estúpido viaje. ¿Quién sería tan despreciable y capaz de obligar a alguien a viajar aún cuando su padre está en su lecho de muerte solo por el hecho de que los trabajos de un noble eran demasiado importantes? Me parecía tan estúpido que siendo de la realeza puedan cumplirse todos mis caprichos y al final de la hora cuando más necesito permanecer en mi hogar, todos estos favores tontos me sean negados y sea obligado a dejar a mi padre muriendo mientras yo "trabajo". Quería alejarme cuanto podía de la ciudad, pero mi caballo no conocía el camino, y la neblina empezaba a empeorar a cada paso que dábamos, hasta que finalmente este se negó a seguir andando. Yo tampoco tenía idea de donde estábamos, pero no estaba interesado en saber.

Dejé al animal amarrado a algún árbol, parecía que ya estaba en una especie de bosque, estaba demasiado perdido para preocuparme por encontrar una salida, y era demasiado tarde para esperar que hubiera alguien ahí. No tuve más remedio que seguir a paso lento, sin un caballo y estando lo suficientemente lejos no tenía prisa, me acomodé como pude el traje que llevaba puesto que no era exactamente para andar a caballo por lo que se había arrugado, y seguí ningún camino en particular, pero a mi parecer iba en línea recta. No escuchaba absolutamente nada, y podía ver muy poco en verdad, pero poco a poco me iba acercando a algo. Sentía que encontraría algo cerca, no tenía idea de qué pero tuve una simple corazonada, mantenía mis ojos tan abiertos como podía tratando de ver algo pero no podía, hasta que finalmente me pareció llegar a lo que sería una laguna. Estaba definitivamente más perdido de lo que esperaba.

No estaba muy seguro de lo que parecía estar viendo, pues me parecía ilógico ver a una señorita a estas altas horas de lo noche en un lugar como este, pero era nuevo en Francia y tal vez eso me convenía puesto que no tenía la más mínima idea de donde estaba o como podía volver a mi hogar, aunque eso por entonces no era tan importante. El clima me hacía sentir mejor, de alguna manera nunca me había gustado el invierno aunque era algo que ciertamente caracterizaba a mi país, siempre había preferido los días de verano dulcificados con una brisa. Pero esta vez, esta vez no eran más que recuerdos felices los que inundaban mi mente, como si me enfocara en lo importante que había perdido, y así había sido. No tenía idea de como reaccionar de mi trance personal en el que no lograba casi expresar palabra alguna hasta que una voz me despertó, la mujer había hablado.

La miré, a pesar de la oscuridad podía decir que era muy hermosa, -Sí, disculpe la molestia señorita ...-dije, aunque no había razón evidente para disculparme, ella tampoco debería estar por esos lares, no podía ser una propiedad que le perteneciera, o tal vez si, ¿qué sabía yo? Estaba perdido y no tenía idea de con quien hablaba o cuál sería mi excusa para estar ahí. No tenía nada en ese momento, más que a mí mismo, ni siquiera una sombra me acompañaba, pero ahí estaba ella, parecía que sería mi compañía en aquel crítico momento de mi vida. -No era mi intención asustarla, solo quería pasar un tiempo alejado de ...-"de todo" pasó por mi mente, pero no era lo mejor para decirle a una señorita en una introducción. -del humor de la ciudad, supongo. Y a mi parecer, usted también, ¿no es así?-pregunté tratando de entablar alguna conversación.

No la podía ver bien, no estaba seguro de sus expresiones o de su forma de reaccionar, conversar con un completo desconocido después de media noche, no debía tener nada de normal o bueno para una señorita. -No me he presentado.-hice una pequeña reverencia. -Soy Gottbert Rothschild.-Mostré una pequeña sonrisa, pero esta era falta de gracia o entusiasmo, no quería ser rudo pero no podía fingir felicidad, y mucho menos en ese momento. Intenté mirarla, pero no podía ver del todo su rostro, la niebla no me lo hacía fácil. Intenté dejar de hacerlo, empezaba a ser incómodo y solo miré un punto dentro de la nada, en la laguna. Parecía que de alguna manera había llegado al lugar perfecto para deshacerme de todo lo que tuviera en mi mente, para poder despejarme mejor, era un lugar pacífico y tal vez podía contar con buena compañía.

OFF rol: Perdón por lo corto :S