Sigilo [Privado]

por **Metalisse Borchgrevink** Vie Ene 11, 2013 10:20 am

Sólo hay dos palancas que muevan a los hombres: el miedo y el interés.
Napoleón Bonaparte

¿Había algo más extraño y sospechoso que una mujer fumando un habano en la taberna? Posiblemente. A pesar de ser una chica bastante agraciada, ningún hombre osaba acercársele. Algunos intimidados por la mirada de orgullo que ésta les dirigía. Otros, porque estaban muy bien enterados de quién era esa mujer, y preferían no hacer tratos con ella. Metalisse Borchgrevink era su nombre, y era la cabeza de una peligrosa mafia. No era alguien con quien quisieran hacer buenas migas, en realidad.

La gente se preguntaba qué hacía una mujer como esa en una pocilga como era aquella taberna. La respuesta era terriblemente simple: esperaba a alguien. No era un alguien cualquiera, tampoco. Era más bien su informante, su espía, aquel que le informaba antes que nadie todos los movimientos de aquellas personas que le interesaban. Para una joven con aquel negocio tan importante, tener los hilos de la situación era primordial. Siempre era una buena opción usar la información adquirida como chantaje. Las amenazas funcionaban mejor que las buenas palabras.

-Mesero. Quiero otro Whisky- su voz, en el limbo entre la delicadeza y la aspereza, se levantó entre las de los demás para pedir un trago. Su espía estaba demorando demasiado. ¿Acaso lo habían atrapado?

Apretó los labios. No sonaba muy bien eso de que lo hubieran atrapado. Todo su negocio, todas sus maquinaciones podían irse a la porra en menos de un segundo si lo obligaban a hablar. Y no le convenía para nada. Si quería volver a Trondheim en gloria y majestad, sus negocios en París tenían que resultar.

por **David Crow** Lun Mar 11, 2013 2:55 pm

Un contratiempo, unas cuantas golpizas y un cuerpo sobre un bote de basura. Algo que se volvería normal con el tiempo, por el momento tenía que movilizarse lo mas pronto posible o su jefa se enojaría.

Todo esto era para pagar las rentas y los lujos sin tener que andar robando cosas de la gente rica, aquí podía haber ciertos contratiempos, ciertas complicaciones pero nada comparado con pasar una noche en las cárceles parisinas bajo la custodia de un jefe de policía al cual no se podía arreglar como lo solía hacer en Irlanda. Pasó por el hotel para cambiar su camisa teñida con unas manchas rojas de sangre fresca, la arrojó con molestia al tacho de limpieza mientras se remojaba la cara contemplando lo crecido de su barba, no había tiempo para acicalarse mejor.

Tomó el bolso y salió directo hacia la taberna, llegó y antes de entrar miró su reloj y noto que llevaba un gran retraso
Mal hecho David.... se auto-reprochó mientras empujaba la puerta con tranquilidad pero aun con la respiración agitada por la corrida hasta el lugar.

Que la suerte este conmigo, espero que no se haya ido ya... pensaba mientras buscaba esos cabellos negro azabaches tan conocidos y particulares, no tenia que buscar una dama porque el comportamiento de su jefa era mas propio de un hombre, aunque no perdía su femineidad nunca, cualquiera no se hubiera animado a enfrentarla sin mas. Hasta que la vi y disimuladamente me acerque hasta ella, estaba fumando un habano, se la notaba nerviosa. Me senté con cautela y saludé
-Buenas Noches, sepa disculpar mi demora, el último tramite se complico un poco Madamme...-
dije levantando un poco las cejas echándole la culpa a esto por mi inoportuno retraso.

por **Metalisse Borchgrevink** Lun Mar 25, 2013 1:49 pm

Al escuchar la voz de su informante, la joven dejó escapar un pequeño suspiro y lo miró con una ceja enarcada. ¿No le había dicho ya que odiaba los retrasos? La ponían irritable, hacían que aquella adicción al tabaco se hiciera más pronunciada. Muchos de sus trabajadores sabían que ella tenía una mano de hierro, una disciplina tan agria como su humor. Y si esa disciplina se rompía, todos se iban al carajo, literalmente. Bebió el último sorbo de su Whisky como un intento de relajarse un poco.

-Sabes que no me gustan los retrasos. Espero que tengas una buena excusa- una media sonrisa de mofa se escapó de sus labios, de manera involuntaria-. Ahora, ¿Qué has averiguado? ¿Hay movimiento? ¿Alguna novedad que debería saber?

Últimamente había estado preocupada. Mucha gente había hablado de barcos provenientes de Noruega que atracaban en el puerto, llenos de secretismo. Y, por supuesto, aquellos barcos no los había mandado ella. La mayoría de las veces, su mercancía provenía de Finlandia o Suecia. La única explicación que podía encontrarle a ese misterio era que otros Noruegos venían aquí a instalarse. Noruegos que, por supuesto, no eran sus socios. Eran más bien de otra rama que consideraba lo suficientemente molesta como para sacarla de quicio.

Y es que, ¿Cómo demonios los Yttredal- si es que eran ellos, claro- habían encontrado el lugar donde ellos se habían asentado? Había tomado todas las precauciones posibles, había entregado sobornos por aquí y por allá, ¿Y aún así se atrevían a encontrarla? ¡Pero qué insolencia! Ya iban a ver cuando los hiciera picadillo, cuando los aplastara con todo el peso de su poder, a ellos, malditos traidores que osaban dudar de las intenciones de sus propios socios.

por **David Crow** Sáb Mar 30, 2013 1:49 pm

- Lamento no ser informante de buenas noticias... pero debo confesarle la verdad Madamme, para eso estamos aquí- dijo con un dejo de amargura fingida, porque de todas formas su trabajo no era meramente la investigación y el resto de sus beneficios se apercibían por el cobro de esos servicios.

Levantó del piso el maletín y se lo subió a la falda, lo abrió observando que a su alrededor nadie le prestaba atención para no levantar sospechas, uno nunca sabía con quien estaba, ni podía conocerse el rostro de todos los enemigos, era mejor no llamar la atención.

Retiró unos papeles y unos sobres que llevaba dentro y rápidamente se lo pasó rozando la mesa hasta las manos de Metalisse. Mirándola directamente a los ojos. A simple vista los sobres contenían palabras nórdicas que él no entendía demasiado, saliendo de la isla donde nació el resto solo eran novedades, eso cambió hace unos años pero las lenguas nórdicas nunca le atrajeron demasiado al igual que esos países. Las letras eran ornamentadas, parecía una bella caligrafía y muy ostentosa a simple vista. Con un simple movimiento cerró el maletín mientras la dama seguía revisando estos documentos.

-Es por esto que me retrasé, estas cartas son del día de hoy, recién llegadas por el correo, y no llegaran a las manos indicadas -sonrisa cómplice- todo parece indicar que hay nórdicos en el puerto, el matón que mandaron a perseguirme era un hombre alto, de buen porte y podría asegurar que por su lenguaje y sus rasgos era de los países del norte, aunque no puedo precisar específicamente cual Madamme. -

Había un vaso en la mesa, que seguramente pertenecía a ella, como había llegado agitado no había tenido la posibilidad de tomar nada, jugueteó un poco con el borde del vaso y se animó a beber un poco del contenido. Era whisky, hace mucho no tenia tiempo de sentarse en la chimenea a disfrutar del fuego y un buen whisky o cognac en un copón. Su mente viajaba mientras miraba como la dama observaba con detenimientos los papeles que este le había dado.

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