Viviane Balloch

-Nombre del Personaje: Viviane Balloch

-Edad: Pose realmente 43 años aunque luce de 21.

-Especie: Cambiaforma

-Tipo, Clase Social o Cargo: Media

-Orientación Sexual:heterosexual

-Lugar de Origen: Le Mans, Francia

-Habilidad/Poder:
- Sentidos aumentados: Aumento de percepción en los sentidos de la vista, el olfato, el gusto, el tacto y la audición.
- Agilidad y reflejos sobrehumanos: Habilidad para moverse con más soltura por un sitio, utilizando brazos y piernas reaccionando mas rápido que un humano normal.
- Fuerza sobrehumana: Fuerza que supera la de un humano y un animal común perteneciente a la familia que sea.
- Sanación acelerada: Habilidad para curar rápidamente de cualquier lesión. El tiempo de recuperación varía según el personaje. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.
- Sentido del peligro: Habilidad para percibir el peligro personal. Es una forma limitada de precognición.
AVES (ÁGUILAS, AVES PEQUEÑAS, ETC.)
- Agilidad y buena visión noctura o diurna. Poca fuerza y resistencia en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo. La habilidad para volar libremente cuando están completamente transformados.

-Descripción Física:
No es una mujer demasiado alta ni tampoco muy menuda, más bien de retraídas curvas y una cintura diminuta. Su castaña cabellera suele ir trenzada sobre su espalda, o en un rodete que mantenga los rebeldes cabellos en su lugar. Cejas tupidas y bien definidas, de orbes azules y pestañas escasas aunque largas. Sus labios son más bien diminutos y de una tonalidad rosácea sin importar el clima, su nariz es casi recta, a excepción de una mala soldadura causa del golpe que recibió.

Su tez más bien lechosa se quema con facilidad, dejando sendas marcas rojas que le recuerdan a los cangrejos. Su rostro serio denota una juventud que sigue poseyendo y una vivacidad que de a poco ha ido perdiendo.

Spoiler:

Ruiseñor

Spoiler:

Aguilucho lagunero

Spoiler:

Bubo bubo

Spoiler:

-Descripción Psicológica:
Su vida a sufrido tantos cambios en los últimos meses que ni ella sabe bien quien es ahora, que era antes o que desea ser.

La falta de habla la ha llevado a otros medios de expresión, suele hacer muchos gestos e intentar indicar lo que piensa, cree y desea por medio de sus manos. Desconfiada, por experiencias pasadas y una perdida atroz. Si has levantado en ella curiosidad podría pasar horas observándote sin siquiera pensar en acercarse a ti. Posiblemente lo haga ¿Has visto pasar un ruiseñor frente a ti? Quizás te canta por las mañanas y tú ni lo has notado.

Criada bajo la tutela de su madre fue siempre una joven educada, una dama de alta sociedad aunque la cuna humilde la crio. No se cree mejor que nadie ni cree a nadie inferior, justa, de valores cimentados e ideas bien planteadas. Aunque, es de sabios cambiar de parecer. No es una princesa esperando ser rescatada de un atroz hechizo y maldición. Cree en el amor, como la última señal de esperanza de las personas. Rehúye de los contactos con las personas tanto como le es posible en efecto, pose dos pies izquierdos a la hora de coquetear.

Alegre, extrovertida una vez has demostrado ser digno de confianza. Entusiasta de la vida y actriz de la propia, aberra tener que quedarse de brazos cruzados aguardando por las cosas. En el circo le han enseñado varias mañanas, hurtar más nunca a los iguales, engañar, estafar, actuar, hacer creer y desmentir. Y aunque no sabe usar ningún arma es capaz de defenderse pues no planea volver a sentir aquella impotencia y terror que le arrebataron lo que más quería.

Testaruda cuando se propone algo y nadie podrá hacerla cambiar de parecer. Negara toda ayuda si comprende la materia, la aceptara si con ello logra aprender. Te alejara si lo que pretendes es vanagloriarte de tus propios dones pues el egocentrismo es algo que no tolera. Se fija en los detalles de la vida, la cosa más simple podría robarle la sonrisa más grande. Sensible, aunque ahora intenta negárselo a sí misma.

Encantada por la libertad, no soporta saberse atada a algo o alguien, no ahora que comprende la fragilidad de las personas y la vida. Un ruiseñor, que ha perdido su voz ¿Y cuando no canta el ruiseñor que le queda por hacer?

-Historia:¿Has escuchado el canto del ruiseñor?¿sí?¿ese melódico cantico de ansiada libertad, de extasiada belleza?¿Lo has escuchado en su lecho de muerte? Un grito tan desgarrador que podría resquebrajar los nervios del soldado más adusto y, a su vez, arrancar sonrisas a los rostros sombríos y olvidados que le escuchan. E imposible es después, olvidar.

-¿Podrías deleitarnos con una canción?- la voz de la mujer se arrastraba, sobre el aire, asemejándose al siseo de un rio con poco caudal y tanto más al susurro del viento, parecía acariciar, su voz acariciaba los sentidos.

El rostro de la pequeña se ilumino, con solo cinco años había aprendido a cantar ates que a leer o escribir. Memorizaba himnos enteros con tan solo escucharlos una vez. Baladas de amor, letrillas de libertad eran las palabras que abundaban en su hablar.


Canturreo el párrafo bien memorizado que había escuchado en pos de alguna de las mujeres que, encantadas por su boda, asistían con su madre para crear con retazos de tela y lentejuelas vestidos tan exquisitos que el pobre material se opacaba entre las puntadas perfectas y detalles sin olvidar. Canturreó mientras su madre cepillaba sus castaños cabellos en lo que queriendo ser una coleta terminaba siempre convirtiéndose en una trenza perfecta, intacta al final del día.


Un suspiro inundo la habitación y su madre comprendió mucho antes de que la pequeña se dignase a preguntar el motivo de su pesar –Madre…¿alguna vez me contaras como era mi padre?- la pregunta pareció flotar por poco más de un cuarto de hora en el aire sin que la pequeña se atreviera a salir y sin que su madre pudiese articular respuesta alguna que le pudiese hacer dejar el tema en paz –Y…¿lo harás ahora?-

Los años transcurrieron sin dar muestra de cambio en su diario hacer. Aprendió la vocación de su madre, remendando y haciendo vestidos que ella misma solía usar acompañados de zapatos de segunda mano que era capaz de comprar con ayuda de algunas prendas a buen precio que vendía a las hijas y nueras de la clientela de su madre –Iré al centro por algo para la cena- grito y sin más cerró la puerta tras de sí encaminándose al lugar anteriormente señalado.

El barbullo de las personas taño el aire a su alrededor, el aroma del pan y carnes saturo todo a su alrededor. Degustando con la mirada, deleitándose con los aromas que, parecían duplicarse, triplicarse y fusionarse antes de introducirse a su nariz –Madeimoselle ¿Está buscando algo en particular?- la voz chirriante, jocosa y sinuosa que sonó a sus espaldas le robo, por un segundo, el aliento. Y no como cualquiera pudiese creer, no por el saberse cercana a un varón, ni por sentirse alagada a sus palabras –Nada que merezca la atención de un gentil…soldado- sonrió, por educación y no sentir. Y, arrebatando su mano de la ajena comenzó a andar, un paso que pronto se convirtió en carrera y no tardo en verse obstruida por el arrisco soldado.


-¡Madre! ¡Yo no quise madre! ¡te lo juro que yo no quería!- se presento con tales palabras al regreso a su hogar, con la trenza desecha y el rostro ensombrecido por lagrimas que corrían como cascadas de perladas aguas, habían nacido en la desesperación y perecían sobre su mentón, recorriendo su piel pues no había ya tela alguna que lograse censurar su cuerpo de mujer –El me siguió, yo no sabía qué hacer. Sujeto mi brazo ¡tiro de él! Y yo sé cómo has hablado de esas mujeres que se dejan de cualquiera ¡yo no quería madre!- se dejo caer, desesperada, sobre el regazo de su madre mientras estas, apenas y mostrando seña alguna de molestia comenzó en su labor de rehacer la trenza –Y lo he hecho madre…mientras intentaba correr…me ha visto convertirme en ruiseñor-…y entonces, la desgracia.

Marchitando esta

No tuvo que decir mucho más para que su madre perdiera total interés en sus cabellos. Aquella misma noche dejarían aquel hogar para aventurase a las peripecias que la vida de trotamundos podía brindarles. Poco más de algunas piezas de pan y agua, queso y embutidos cargaba en su equipaje, un abultado bolso de mano que ella misma había adornado. Además de ropa para tres días y un par de zapatos extras, el dinero que solía guardar y nada más, porque nada más cabía en su maleta.

-¿Necesitamos algo más? Creo que es todo, creo que no hay nada más- parloteo con tanta velocidad que pronto había olvidado lo que acababa de decir. Se encontraba alistando sus pertenecías y su mente para partir, pensaba en todo aquello que no había llegado a hacer ¿Decirle al joven de las frutas lo guapo que lucía? Pedirle quizás al sacerdote que le permitiera cantar junto a los monaguillos, plantar el huerto que siempre había deseado tener. Y de pronto, por la imprudencia y el temor lo había echado todo a perder –encontraremos otro lugar…haremos otro hogar- sin pensarlo, sin poder asegurarlo lo había pronunciado, una promesa que sin nombre había sonado a tal.

Estaba todo listo para su partida, el sol debía de ocultarse antes de la octava del día, el camino que se abría paso a mitad de trayecto hacia la catedral desembocaba en las lejanías de las ciudades cercanas. Un gran trayecto a pie pero podrían descansar los próximos días al viajar en aquellos monstruos de metal que emitían escalofriantes sonidos y manaban de sus cabezas humaredas que como columnas de denso humo gris se prolongaban hasta los cielos. El recorrido a partir de entonces sería fácil, encontrar una ciudad en la cual pasar los próximos meses consiguiendo dinero de acciones que aun no habían pensado. Mudarse después de un tiempo y quizás, con suerte, después de varios intentos encontrar el lugar ideal, alejado del ajetreo, en el total anonimato.
Estaba todo listo para su partida, pero todo salió mal.


Si bien la puerta principal se abrió un golpe le tumbo, Una calidez jamás sentida comenzó a descender por su nariz, manchando su blanca piel, empapando su vestimenta de carmín. Un inútil forcejeo, algunos golpes que enrojecieron sus nudillos y aruñones que dejaron piel bajo sus uñas, un grito de auxilio y después la obscuridad.
-Es esta te lo digo, cuaja con la descripción- los ojos del hombre se habrían de par en par, sus nevadas sienes le sumaban años a su rostro, quizás cincuenta, quizás más. Sus manos aferraban una cruz de plata que se estrechaba contra su pecho mientras pronunciaba en alguna lengua del sur un recital. Y aunque no comprendiera su significado lo aprendió a la perfección.

-Igual que la otra, brujas han de ser deberíamos llevarlas ya la hoguera- aseveró la otra única persona que se encontraba en la habitación. Y no aterrado como el otro, extasiado y emocionado se movía de aquí a allá haciendo sonar el tacón de sus botas.

-Caballeros- pronuncio, apenada, casi, asustada –Lamento informarles que no soy yo una bruja, y mi madre tampoco lo es pero quizás podamos ayudarles a encontrar unas cuantas ¿La mujer que vive atrás de la panadería? He escuchado que su casa huele a rata muerta y siempre pide pollo…con todo y pescuezo- sus palabras no iban dirigidas al menor de los hombres sino, a aquel que con tanta atención la observaba mientras comenzó a hablar. No creía, que fuesen tan tontos para creer y confiar y dejarla ir pero, en momentos como aquel, lo único que le quedaba era intentar, desear, estar equivocada.

-No las vamos a entregar al pueblo ¡Cállate tu! La santa inquisición seguro tendrá mejores planes con ellas-

La voz de su madre, una puñalada al corazón ¡podía jurar que escuchaba como su corazón se frenaba¡ como la sangre abandonaba ya su cuerpo. Un grito tan desgarrador que hizo temblar a ambos hombres -¡suéltenme! Tengo que ayudarla ¡suéltenme!- y en fracciones de segundos, entre el deleite de los hombres con tan escalofriante grito y el mar de llanto que emergía y vertían ahora sus ojos el vestido cayo inerte entre las cuerdas y sobre la silla. Y de entre la sangre y lágrimas emergió, un diminuto ruiseñor que emprendió vuelo en derredor, escapando de su hogar mas no en la manera que había pensado porque, todo había salido mal.



Escapo aquel día a la muerte segura perdiendo más que solo su voz. Ganando nada en comparación. Había seguido el plan que su madre y ella habían trazado, llego hasta la estación de trenes vistiendo trozos de tela, sin un centavo encima. Encontró en un viejo hombre un nuevo amigo y una nueva vida, actor de un circo parisino, y de noble corazón, al verla sin techo y sin comida se ofreció a brindarle aquello y más de trabajar con él. Aunque, nunca comprendió su vida y nunca se entero de su pasado.
Trabaja desde entonces en el circo de la ciudad, y de aquello no hace más de unos meses. Aprendió de todo aquel que quiso enseñarle, malabarismo y contorcionismo e inclusive un poco de actuación. Ahora piensa que, buscarse un lugar donde sea menos visible para la inquisición estaría mejor.

-Datos Extras:
Perdió la voz tiempo atrás, ahora, solo en su cuerpo de ruiseñor es capaz de articular nota alguna.
Memoriza todo lo que escucha con asombrosa facilidad
Sabe zurcir con maestría pues posee un pulso envidiable y una vista de halcón.