Keyra C. Ravenscroft ID

Metódica. El hombre que no entienda de protocolos o ande por la vida sin medición alguna simplemente no es un hombre y no puede considerársele de tal forma, es por ello que Keyra sigue al pie de la letra los más caóticos y estrictos procedimientos para determinada tarea. Las excentricidades que tiene la suelen convertir en el sinónimo de la perfección, no actúa de forma imprudente y cualquier movimiento que ejecute ha sido sometido a un juicio a profundidad en su cabeza. Realizar el análisis de los objetos, las situaciones, los eventos o el juego en general, hacen de Keyra un estratega de tiempo completo. Es detallista y sumamente observadora, para el ojo mortal las cosas más insignificantes pasan desapercibidas pero para alguien como ella, son ese tipo de trivialidades las que pueden dar la pauta al éxito o al fracaso de algo. Proviene de una raza que se dedica a espiar y la vida siempre ha dependido de qué tan bueno se sea en localizar los detalles de las cosas, no importa qué, no importa dónde o por qué, aprender a observar es una tarea difícil que a la larga te puede salvar la vida y eso ella lo sabe. Se dice que, los cuervos son criaturas increíblemente inteligentes, reproduciendo sonidos similares a las palabras que les dicten a memorizar, aprovechando esto, es muy difícil que se olvide de algo o termine enmarañándose en sus propias trampas. Nada se le escapa. Siempre, siempre ha de tener trazados los caminos por los que anda, no es espontánea porque eso puede provocar que algo salga mal en sus planes, suele tener alternativas y no se conforma con los resultados obtenidos a partir de la ejecución primera, es ambiciosa e irá por más.

Frívola. Uno de los mitos más destacados en lo que respecta a las aves de rapiña, es su comportamiento solitario y errante. Pero es sólo un mito, es el hombre el que los aparcó de la sociedad por el grotesco aspecto que lucen ¿Acaso la belleza sólo es visual? No importa, el mundo le demostró que para ser aceptado hay que lucir bien y, eso es precisamente lo que no tiene. Habiendo decidido esto, se ha impedido la capacidad de sentir o transmitir emociones y sensaciones, por lo cual no se debe esperar de ella una cálida sonrisa, un mimo o una caricia. No comprende, no las quiere entender porque le lastimarían y está consciente de ello. Se acostumbró a sentir el dolor en su piel, ergo, le es indiferente el daño físico que puedan llegar a hacerle. Esto, se complementa de forma extraordinaria con lo cabalístico de su historia. Su hermetismo impide que alguien la conozca lo suficiente como para utilizar sus más profundos y retorcidos miedos en su contra. Aquí sí aplica el mito del huraño cuervo que grazna solitario en las noches, pero no le importa pues, quien lo escuché gritará lo que quiera su desprecio hacia el animal, más el propio ave nunca lo entenderá y continuará graznando hasta que se agote.

Culta y filosóficamente misántropa. Odia la hipocresía que ha adoptado el mundo, es su modus operandi. Esta situación no es esquiva y tampoco distingue géneros, razas o ideologías, siempre está presente en todas las criaturas pensantes y ¿Cómo no, si s la única forma de manipular las masas? Aprendió a utilizar el contexto de la palabra a su favor y ¡Por todo el maldito infierno si no se contradice ella misma! ¿A quién le importa? ¿Alguien realmente se preocupa por ella? ¡NO! Así que si sus palabras chocan de torpeza las unas con las otras a nadie molestará. Acepta sus errores con orgullo y nunca cae en la terquedad de la razón, porque sabio no es aquel que nunca se equivoca, sino el que duda de si mismo. Aunque nada puede llegar a sorprenderle según ella, no descarta la posibilidad de aprender algo diariamente, después de todo, sus ojos todo lo captan, desde las traiciones más ruines hasta el inaudito amor en una pareja. Hay cosas que nunca entenderá.

El azuzar de los cuervos presagia cosas terribles, la muerte, la destrucción y devastación del hombre. Han estado presentes en las guerras a la espera del festín, expectantes de sangre, deseosos de carne. Su silueta es contemplada por el hombre, confundida entre los miles de nombres que evocan al demonio, siempre odiada y nunca agradecida. La existencia del cuervo es la enfermedad que atiza al hombre. Pero satanizar la imagen de un animal, no es la aproximación de la verdad. Escondidos, siempre procurando saber más sobre el hombre y conocer los secretos que les rodean, dejando a la deriva el mito de su existencia, los Córax se extienden por toda Europa disfrazándose de plumas y evidenciando lo que se desconoce de los cuervos…

Despertó. Las voces lograron conseguir su desconcierto, no sabía donde estaba ni quien era en ese preciso momento, sin embargo, los latidos de su corazón y el sentido inquisitivo de su mente, le gritaron el peligro en el que se hallaba. Intentó ponerse de pie, pero sus piernas no respondieron al primer llamado, ni siquiera al segundo, menos al tercero. La atroz carcajada resonó detrás de su cabeza martillando fuertemente contra sus oídos. La peste era vomitiva. Parpadeó un par de veces ajustando su visión, sólo para darse cuenta de su encierro. ¡Una jaula!
El cuerpo adolorido, se arrastró por lo ancho de su prisión, se pegó a los barrotes del metal y sostuvo su peso contra ellos para incorporarse lentamente. Su visión era confusa, sacudió la cabeza y aspiró el oxígeno bañado con el humo negro del pasto quemándose bajo ella. Aún no lo comprendía. Se quejó. Poco a poco pudo reconocer los rostros en medio de las sombras. El acento no pudo localizarlo, tampoco comprender las palabras que acunaban contra sus putrefactos dientes, pero el brillo en sus pupilas era idéntico al triunfo obtenido en una batalla. Intentó aferrarse a uno de los barrotes, ahí se dio cuenta. Notó el plumaje negro-rojizo y la pesadez en una de sus alas, estaba herida, estaba atrapada. Graznó.

Luchó contra el frio del metal, hiriéndose solamente, llamando la atención de sus captores y jugando a ser nada más que un simple animal. De a poco, sus memorias regresaron. Había estado presumiendo a su familia lo grandioso que es volar al aire libre con la cobija plateada de la luna a tus espaldas, había procurado concentrarse en no perder el control y caer en picada hacia el suelo. Era la primera vez que conseguía transformarse en el quebrantahuesos, un animal de belleza extraordinaria, era el mito de todo cazador. La atraparon.

Sus patas atadas, su ala rota y el orgullo herido. ¿Qué había pasado con su familia? ¿Sus padres? ¿Su hermana? El susto de sus memorias galopó hasta los músculos tensados. Inquirió y batió sus alas dentro de la jaula. El escandalo alertó a los hombres, dos deseaban asesinarla pero el tercero creyó era un mejor trofeo mantenerla encerrada que muerta suspendida en un busto. Era un ave increíblemente hermosa, salvaje, indomable…

Los barrotes impedían el escape de la enorme ave, pero no podrían retener al bicho más pequeño. Utilizando las garras para retirar el listón que ataba su pico, se soltó y graznó tan fuertemente que, estupefactos, esperaron el ataque berrinchudo de un animal enclaustrado. Keyra observó en todas direcciones, volvió a graznar con un agudo chillido esta vez y nadie respondió a su llamado. Estaba sola. Ellos no estaban ahí así que dedujo era la única a quien habían atrapado. Se concentró, contrajo los músculos y reparó en la imagen de su cabeza extendiendo el ideal a través de su cuerpo. Una a una, sus articulaciones fueron cediendo lenta y dolorosamente hasta reducirla a una bestia común, el cuervo.

Esforzándose el doble, se dejó ir contra los barrotes de acero, escapando por la hendidura entre ellos, sobrevoló el techo para caer en la cuenta. ¡Ellos estaban ahí! Pero no eran dueños de su mutación en animal, estaban amordazados, atados de pies y manos. Su azuzar crepitó por todos los rincones. Su padre yacía tembloroso y moribundo, su hermana y madre… ellas. Cayó de los aires. El plumaje azabache desapareció dejando su pálida piel y su desnudez al descubierto. Se arrastró hasta ellas y deshizo la mordaza. “Vete” Fue lo único que le pudieron pronunciar antes de que los hombres arremetieran contra ella. Estaba débil, cansada, dolida. Pero no se iba a permitir la destrucción a su familia -¡Vete!- No pudo. Con el dolor de su alma, salió de la cueva hacia la oscuridad dejando atrás su vida.

Los hombres la siguieron, pero ella conocía el bosque como la palma de su mano, toda su vida había estado ahí y ellos eran extranjeros en su territorio. La búsqueda fue en vano, nunca la encontraron. Ella a ellos, sí.

La noche que escapó, su padre falleció y otros cinco hombres se unieron al grupo. Su hermana y su madre fueron vendidas al Vaticano. ¡Por supuesto! Los infelices eran cazarecompensas y al ver la transformación de Keyra supieron lo que esas mujeres valían para la Iglesia. El problema está en que su madre no es como ellos y la única con el poder para hacerlo es Amelie, su hermana. No pudo rescatarlas entonces y no puede hacerlo ahora. Sin embargo, nada la detiene.

Al no poder entrar a la Iglesia como uno más de sus miembros, optó por una sutil y casi mortífera alternativa. Quedándose a observar los movimientos de la Inquisición, postró sus ojos en un miembro bastante peculiar. Un vampiro. Se abrió paso hasta él una noche cualquiera ¡El tipo habla solo! Sólo necesita prestar atención a lo que parlotea entre dientes, hurgar entre su basura para obtener las respuestas que necesita y sacar a su familia de ahí. El problema, es que la esencia mítica del vampiro, así como su complicada personalidad insipiente, atraen de forma peligrosa a Keyra. Su mano le alimenta, la conduce, la acaricia y le baña… ¿Acaso él no ha escuchado el refrán? Keyra lo utilizará a su antojo para rescatar a u madre y hermana o… ¿No?

• Para mantener su bajo perfil sobre el vampiro, sólo se convierte en humano una vez cada semana y ante él se muestra como un cuervo común y corriente. Debido a esto, cuando se transforma en mujer, tiene severos impedimentos del habla, haciendo creer que es retrasada o muda.
• Se deshace de los cadáveres que el hombre deja a su paso, se traga la carne de estos iniciando por lo más suave, sus ojos.
• Ha estado escuchando, observando, escrutando, entendiendo y analizando al vampiro que la mantiene como ave mensajera, volviéndose una confidente –al menos para una de las partes- y sintiendo esa irrefutable pero engañosa atracción hacia él.
• Planea –aunque suele arrepentirse a punto de hacerlo- presentarse a él como Keyra Ravenscroft y suplicar su ayuda, pero… ¿Qué pasa si se siente traicionado por ella y no sólo la elimina sino que se encarga de su familia ahí dentro?