AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
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Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
Respiró profundo, complacida por el aire frio de la noche y los olores del campo, mientras se dirigía al bosque. Esta vez no lo hacía correr a “Demonio”, sino que cabalgaba a galope corto revisando el paisaje por si veía algún movimiento extraño que le dijera donde podía estar la diversión.
Unos amigos, le habían informado que hacía unos meses en Paris, se estaban reuniendo más inquisidores de lo habitual y eso para ella había sido un aliciente, ya que algo que adoraba era frustrar cacerías, y distraer a los inquisidores para ayudar a los sobrenaturales. Odiaba lo que su familia había hecho durante siglos, no le gustaba la condición de cazador y aunque “gracias a Dios” como ella decía no era uno de ellos, su familia la presionaba para tomar su “destino”, el problema es que ya lo había tomado, su destino era ir en contra de la Iglesia y los cazadores, - malditos bastardos que se creen mejores que los demás – dijo en vos baja mientras la palabra “bastardo” le dolía más a ella, por tener esa condición de nacimiento.
El mal humor se le subió a la cabeza, desde que había llegado a Paris, la dulce Giulia había desaparecido, convirtiéndose en esta joven que parecía una rosa hermosa y delicada, pero que tenía más espinas que una Corona de Cristo. -¿Por qué las mujeres debemos seguir a la familia?, estaba tan bien en Italia – se lamentó.
Apresuró la carrera de su montura, deseaba comenzar con su entrenamiento, hizo un recuento mental de las armas que había cargado, una pistola, dagas, puñal y una espada corta. Iba vestida como siempre, pantalón de cuero blusa negra, un corsé corto que le permitía movimientos sueltos de piernas y brazos pero que le aseguraba una buena protección a rasguños de armas o garras – no es mi intención convertirme en un peludo – pensó recordado a sus amigos Licanos y riéndose de la situación. En vez de su tradicional abrigo cazadora, había optado por un chaleco largo de cuero, que le cubriera las armas y su pelo sostenido por una trenza.
Observó que el bosque se espesaba a la derecha en una curva natural que hacía el camino, se adentró a campo traviesa buscando un claro donde descansar y comenzar con la práctica del día, se podría decir que era un cazador solitario, cualquier inquisidor que se encontrara, eso le daría la primera impresión, lo cómico, sería que luego se dieran cuenta que mientras ella estuviera cerca sus caserías fracasarían. Estaba segura que nunca se daría cuenta que sus presas eran ellos, la sola reflexión la hizo reír.
Se detuvo en un claro, dejó atada su montura luego de darle agua con la cantimplora y unas zanahorias pequeñas y dulces como premio – te prometo doble ración de avena al volver y una cepillada, pequeño demonio – le dijo mientras le rascaba detrás de las orejas.
Se adentró en el bosque, en total silencio y quiera se quedó intentando oír y describir cualquier sonido, deseaba poder descubrir si alguien corría o si escuchaba alguna pelea en la cual intervenir, entonces pudo ver como un hombre se acercaba, rápidamente, se estiró y balanceándose subió a las ramas de un árbol, escondida desde allí lo vio pasar, se sonrió al verlo, parecía un cazador como ella.
Unos amigos, le habían informado que hacía unos meses en Paris, se estaban reuniendo más inquisidores de lo habitual y eso para ella había sido un aliciente, ya que algo que adoraba era frustrar cacerías, y distraer a los inquisidores para ayudar a los sobrenaturales. Odiaba lo que su familia había hecho durante siglos, no le gustaba la condición de cazador y aunque “gracias a Dios” como ella decía no era uno de ellos, su familia la presionaba para tomar su “destino”, el problema es que ya lo había tomado, su destino era ir en contra de la Iglesia y los cazadores, - malditos bastardos que se creen mejores que los demás – dijo en vos baja mientras la palabra “bastardo” le dolía más a ella, por tener esa condición de nacimiento.
El mal humor se le subió a la cabeza, desde que había llegado a Paris, la dulce Giulia había desaparecido, convirtiéndose en esta joven que parecía una rosa hermosa y delicada, pero que tenía más espinas que una Corona de Cristo. -¿Por qué las mujeres debemos seguir a la familia?, estaba tan bien en Italia – se lamentó.
Apresuró la carrera de su montura, deseaba comenzar con su entrenamiento, hizo un recuento mental de las armas que había cargado, una pistola, dagas, puñal y una espada corta. Iba vestida como siempre, pantalón de cuero blusa negra, un corsé corto que le permitía movimientos sueltos de piernas y brazos pero que le aseguraba una buena protección a rasguños de armas o garras – no es mi intención convertirme en un peludo – pensó recordado a sus amigos Licanos y riéndose de la situación. En vez de su tradicional abrigo cazadora, había optado por un chaleco largo de cuero, que le cubriera las armas y su pelo sostenido por una trenza.
Observó que el bosque se espesaba a la derecha en una curva natural que hacía el camino, se adentró a campo traviesa buscando un claro donde descansar y comenzar con la práctica del día, se podría decir que era un cazador solitario, cualquier inquisidor que se encontrara, eso le daría la primera impresión, lo cómico, sería que luego se dieran cuenta que mientras ella estuviera cerca sus caserías fracasarían. Estaba segura que nunca se daría cuenta que sus presas eran ellos, la sola reflexión la hizo reír.
Se detuvo en un claro, dejó atada su montura luego de darle agua con la cantimplora y unas zanahorias pequeñas y dulces como premio – te prometo doble ración de avena al volver y una cepillada, pequeño demonio – le dijo mientras le rascaba detrás de las orejas.
Se adentró en el bosque, en total silencio y quiera se quedó intentando oír y describir cualquier sonido, deseaba poder descubrir si alguien corría o si escuchaba alguna pelea en la cual intervenir, entonces pudo ver como un hombre se acercaba, rápidamente, se estiró y balanceándose subió a las ramas de un árbol, escondida desde allí lo vio pasar, se sonrió al verlo, parecía un cazador como ella.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
Hayden llevaba mucho tiempo sin misión, la última vez había fracasado, su primer fracaso y eso le había pegado en su ego. Aún no se reponía cuando se le entregó una nueva. Y es que no podía acudir a la persona que lo podía orientar, ahora era un desertor y la mujer de la que se enamoró sería el verdugo de su mentor.
Entró a la zona de bosques, caminando, su espía le había dado información exacta, redactada y trabajada como la que le entregan a Hayden, era como si se tratara de una evaluación de sus capacidades.
El objetivo era un licántropo, lo habían seguido desde el norte de Italia, desapareció de los ojos de la inquisición por dos meses y se le volvió a ver en París.
Presentaba casos fuertes, aquella bestia había matado a su familia, a tres comerciantes y dos soldados de Dios.
Una no espesa niebla había descendido, la luna llena estaba oculta entre las nubes y sin embargo, la luz atravesaban éstas.
Conforme se acercaba aceleró el paso, no corrió pues no quería desgastarse y agitarse, mantuvo un ritmo relajado y constante. Sus armas aún las tenía en sus cartucheras, dos cañones repletos de balas de plata y por supuesto, su daga del mismo metal y con su nombre grabado, obsequio de quien fuera su mentor.
Llegó a una colina y bajó por ella, divisó un camino despejado y entró en éste, disminuyó el paso, estaba pendiente al ambiente. Contemplando todo con minuciosidad, pronto las nubes liberarían la luna y la bestia se presentaría. Y Hayden quería estar en el momento preciso de la transformación, quería la ventaja.
Los árboles cada vez eran más frondosos y la luz era menor, aquellas grandes copas ocultaban casi todo, y aunque pareciere que las cosas se dificultarían la niebla se dispersó.
El inquisidor continuó y desenfundó uno de sus cañones, ya lo había visto, estaba desnudo y esperando que la luna escapara de la prisión que las nubes había creado entorno a ella.
Finalmente la luna se reveló ante ellos y la transformación inició, Hayden comenzó a caminar, el reporte decía que era una bestia sin autocontrol, por lo cual atacaría a la primera persona que estuviera cercas, en este caso, Hayden.
Entró a la zona de bosques, caminando, su espía le había dado información exacta, redactada y trabajada como la que le entregan a Hayden, era como si se tratara de una evaluación de sus capacidades.
El objetivo era un licántropo, lo habían seguido desde el norte de Italia, desapareció de los ojos de la inquisición por dos meses y se le volvió a ver en París.
Presentaba casos fuertes, aquella bestia había matado a su familia, a tres comerciantes y dos soldados de Dios.
Una no espesa niebla había descendido, la luna llena estaba oculta entre las nubes y sin embargo, la luz atravesaban éstas.
Conforme se acercaba aceleró el paso, no corrió pues no quería desgastarse y agitarse, mantuvo un ritmo relajado y constante. Sus armas aún las tenía en sus cartucheras, dos cañones repletos de balas de plata y por supuesto, su daga del mismo metal y con su nombre grabado, obsequio de quien fuera su mentor.
Llegó a una colina y bajó por ella, divisó un camino despejado y entró en éste, disminuyó el paso, estaba pendiente al ambiente. Contemplando todo con minuciosidad, pronto las nubes liberarían la luna y la bestia se presentaría. Y Hayden quería estar en el momento preciso de la transformación, quería la ventaja.
Los árboles cada vez eran más frondosos y la luz era menor, aquellas grandes copas ocultaban casi todo, y aunque pareciere que las cosas se dificultarían la niebla se dispersó.
El inquisidor continuó y desenfundó uno de sus cañones, ya lo había visto, estaba desnudo y esperando que la luna escapara de la prisión que las nubes había creado entorno a ella.
Finalmente la luna se reveló ante ellos y la transformación inició, Hayden comenzó a caminar, el reporte decía que era una bestia sin autocontrol, por lo cual atacaría a la primera persona que estuviera cercas, en este caso, Hayden.
Hayden Vaggö- Humano Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
Escondida en aquella rama lo vio pasar, - ¿a dónde se dirigiría? – Caviló rápidamente – tiene una presa – sonrió, complacida – y él es una buena presa también – estuvo a punto de ser descubierta al reír pero se tapó la boca con las dos manos, haciendo equilibrio en la delgada rama. Decidió seguirlo, no sería difícil, fue saltando de rama en rama, le encantaba hacerlo y con sus guantes no tenía por qué preocuparse de magulladuras o marcas que la delataran luego.
Se detuvo agitada, en el momento que lo hiciera aquel hombre, miró en su dirección y comprendió lo que llamaba su atención, un hombre totalmente desnudo miraba al cielo como esperando algo, - un lycán – se dijo, maldiciendo por lo bajo. No era ninguno que conociera o perteneciera a la Organización, se iría con tiento, no quería que por tratar de salvar a un lobo loco, la convirtiera en esos seres, los apreciaba pero no tanto como para tener pelos por todas partes – que asco – pensó, lo estudió en todas sus facciones y posturas, aunque no tenía muchos pudores el ver a un hombre desnudo la turbó, era la primera vez que contemplaba a uno, fuera sobrenatural o humano – válgame Dios… - dijo en un susurro, mientras bajaba la mirada sonrojada por el espectáculo.
Su atención se fijó entonces en el hombre que venía siguiendo, no la había descubierto, pero estaba atento, como esperando alguna reacción demasiado inesperada del licántropo cuando se convirtiera, - ¿Será uno de esos lobos desquiciados? – Resopló, - lo que me faltaba tener que cuidarme del que pensaba sería mi amigo – negó con la cabeza su mala suerte, - adiós nochecita tranquila – pensó mientras con sus manos se aseguraba de haber traído todas sus armas.
La luna que hasta ese momento se presentaba esquiva, iluminó con todo su esplendor y el lycán apareció, la transformación la dejó atónita, pocas veces las había contemplado, oído los crujidos de las coyunturas y los alaridos de dolor, - ay, antes me pegas un tiro – dijo, mirando al cazador – yo eso no lo paso – dijo muy seria – lo único que me faltaba -. Volvió sus ojos al sobrenatural que tras el cambio se disponía a buscar su cena.
Giulia siguió la mirada lobuna y lo único que estaba en su camino era ese hombre, - No me gustan los cazadores, pero tampoco dejaré que lo descuartice – se dijo mientras sacaba una de sus pistolas – que comience la función – se dijo riendo levemente.
Se detuvo agitada, en el momento que lo hiciera aquel hombre, miró en su dirección y comprendió lo que llamaba su atención, un hombre totalmente desnudo miraba al cielo como esperando algo, - un lycán – se dijo, maldiciendo por lo bajo. No era ninguno que conociera o perteneciera a la Organización, se iría con tiento, no quería que por tratar de salvar a un lobo loco, la convirtiera en esos seres, los apreciaba pero no tanto como para tener pelos por todas partes – que asco – pensó, lo estudió en todas sus facciones y posturas, aunque no tenía muchos pudores el ver a un hombre desnudo la turbó, era la primera vez que contemplaba a uno, fuera sobrenatural o humano – válgame Dios… - dijo en un susurro, mientras bajaba la mirada sonrojada por el espectáculo.
Su atención se fijó entonces en el hombre que venía siguiendo, no la había descubierto, pero estaba atento, como esperando alguna reacción demasiado inesperada del licántropo cuando se convirtiera, - ¿Será uno de esos lobos desquiciados? – Resopló, - lo que me faltaba tener que cuidarme del que pensaba sería mi amigo – negó con la cabeza su mala suerte, - adiós nochecita tranquila – pensó mientras con sus manos se aseguraba de haber traído todas sus armas.
La luna que hasta ese momento se presentaba esquiva, iluminó con todo su esplendor y el lycán apareció, la transformación la dejó atónita, pocas veces las había contemplado, oído los crujidos de las coyunturas y los alaridos de dolor, - ay, antes me pegas un tiro – dijo, mirando al cazador – yo eso no lo paso – dijo muy seria – lo único que me faltaba -. Volvió sus ojos al sobrenatural que tras el cambio se disponía a buscar su cena.
Giulia siguió la mirada lobuna y lo único que estaba en su camino era ese hombre, - No me gustan los cazadores, pero tampoco dejaré que lo descuartice – se dijo mientras sacaba una de sus pistolas – que comience la función – se dijo riendo levemente.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
La bestia arremetió contra Hayden, el inquisidor apunto a la derecha del lycan y disparó, éste lo esquivó con un salto a la izquierda. El inquisidor disparó nuevamente, esta vez al costado izquierdo, la bestia volvió a esquivarlo saltando a la derecha. Y es que no era que Hayden errara los tiros, su objetivo era que el lycan siguiera una sola linea, recta y no pretendiera rodearlo.
El contacto era inminente, el hocico rabioso del lycan mostraban sus largos colmillos amarillentos, sus ojos ardían en su único instinto asesino y sus orejas puntiagudas se alzaban orgullosas.
El inquisidor sonrió, y corrió hacía la bestia. El mitad hombre se arrojó con el hocico por delante, Hayden también lo hizo en forma de un clavado hacía arriba. La bestia intentó cambiar la dirección de la mordida cuando Hayden volaba por arriba en aquel salto, mientras, en el aire y girando el inquisidor desenvainó el segundo cañón y disparó.
El olor a pólvora llegó primero a los sentidos aumentados del lycan y dejó por unos instantes ciego a Hayden por el escandaloso humo, sin embargo, la bestia chilló, el inquisidor sonrió de satisfacción y cuando cayó al suelo rodó de tal forma que quedo en una postura que le facilitó levantarse a un movimiento.
Giró a la bestia, le había herido la pierna, casi destrozándola. La mirada de la bestia ya no era tan amenazante, Hayden podía ver el terror en aquellos ojos de animal, desesperado quiso escapar, lento y casi arrastrándose. El inquisidor caminaba a él, y cuando se estaba alejando más saco su daga, aquella daga que Killer Bee le había regalado y que estaba bañada en un veneno paralizante.
Arrojó la daga a la bestia clavándose en la pierna que estaba sana, el veneno era rápido, muy pronto el mitad humano perdía energía y caminando Hayden llegó hasta él.
- ¡In nomine patris et filii et spiritus sancti! - y disparó directo a la cabeza, la bestia perdió instantáneamente la vida, Hayden se santiguó y enfundo los cañones en sus cartucheras.
Se dio media vuelta y miró el claro del bosque, el campo abierto en el que se hallaba y escuchó un aullido, el aullido de un lycan, se escucharon dos más, y al minuto uno más. Y de la dirección donde Hayden miraba, ahí entre las altas copas cuatro lycans salían con un solo objetivo, despedazar aquel inquisidor.
El contacto era inminente, el hocico rabioso del lycan mostraban sus largos colmillos amarillentos, sus ojos ardían en su único instinto asesino y sus orejas puntiagudas se alzaban orgullosas.
El inquisidor sonrió, y corrió hacía la bestia. El mitad hombre se arrojó con el hocico por delante, Hayden también lo hizo en forma de un clavado hacía arriba. La bestia intentó cambiar la dirección de la mordida cuando Hayden volaba por arriba en aquel salto, mientras, en el aire y girando el inquisidor desenvainó el segundo cañón y disparó.
El olor a pólvora llegó primero a los sentidos aumentados del lycan y dejó por unos instantes ciego a Hayden por el escandaloso humo, sin embargo, la bestia chilló, el inquisidor sonrió de satisfacción y cuando cayó al suelo rodó de tal forma que quedo en una postura que le facilitó levantarse a un movimiento.
Giró a la bestia, le había herido la pierna, casi destrozándola. La mirada de la bestia ya no era tan amenazante, Hayden podía ver el terror en aquellos ojos de animal, desesperado quiso escapar, lento y casi arrastrándose. El inquisidor caminaba a él, y cuando se estaba alejando más saco su daga, aquella daga que Killer Bee le había regalado y que estaba bañada en un veneno paralizante.
Arrojó la daga a la bestia clavándose en la pierna que estaba sana, el veneno era rápido, muy pronto el mitad humano perdía energía y caminando Hayden llegó hasta él.
- ¡In nomine patris et filii et spiritus sancti! - y disparó directo a la cabeza, la bestia perdió instantáneamente la vida, Hayden se santiguó y enfundo los cañones en sus cartucheras.
Se dio media vuelta y miró el claro del bosque, el campo abierto en el que se hallaba y escuchó un aullido, el aullido de un lycan, se escucharon dos más, y al minuto uno más. Y de la dirección donde Hayden miraba, ahí entre las altas copas cuatro lycans salían con un solo objetivo, despedazar aquel inquisidor.
Hayden Vaggö- Humano Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
El hombre lobo, se lanzó en una carrera alocada al cazador y pudo ver que la agilidad de éste parecía mayor que las destrezas del que le disparaba a diestra y siniestras. Giulia, al principio se sobresaltó pensando que era un novato inexperto, que estaba quemando sus posibilidades para salir bien librado, pero luego vio que aquellos movimientos no eran al asaz y que pretendía un enfrentamiento rápido y letal. En varias oportunidades estuvo a punto de disparar para herir al lobo pero o el joven se ponía en su mira o su intervención podía causar que el lobo muriera que tampoco era su intención.
La forma en como saltó y giró en el aire disparando al sobrenatural a centímetro de aquellas fauces que por lo manos le hubieran desgarrado un brazo o una pierna la hicieron tensarse. El disparó fue certero y cayo al suelo tocando con un pie y una rodilla de forma que el choque no le resintiera – muy buena técnica – pensó mientras veía al lycán en el suelo y con la pierna destrozada por el disparo, - seguramente pronto se recuperará, debo intervenir – se dijo, pero en ese momento el cazador sacó una daga arrojándosela a la pierna sana, algo parecía afectar al animal que se veía como drogado, sin poder manejar su cuerpos – veneno - se sorprendió – ¿qué tipo de cazador es este? .se preguntaba mientras lo veía acercarse a su oponente, entonces lo oyó, con una voz segura y clara - ¡In nomine patris et filii et spiritus sancti! – Se quedó inmóvil por un segundo – un maldito perro de la Inquisición – se dijo mientras sentía el disparo y supo que el lobo estaba muerto.
Se culpó por no haber intervenido y encontrar una salida para salvar al sobrenatural. Sabía por experiencia propia que los Lycán, igual que los lobos comunes, suelen cazar en manada, al oír el aullido de varios congéneres del asesinado, supo que la función no había concluido, debería participar pero de cierta forma, que hiciera al hombre pensar que estaba de su parte, agradeció la nueva amistad de Consuelo, una bruja amiga de su cuñada, quien le proporcionó para su propia seguridad un somnífero potente, especial para los licántropos, que le permitiría huir del lugar y dejar que la mañana los encontrara más repuestos y listos para segur con sus vidas. Con el había preparado sus dagas y las usaría de la misma manera que lo vio realizar a él, solo que no diría la frasesita de espectáculo teatral que recitara. – Que arrogante debe ser, para pensar que tiene potestad sobre los cielos o los infiernos – pensó mientras buscaba la forma de entrar en la lucha.
Puedo ver como cuatro lycán se lanzaban hacia el inquisidor, no lo pensó dos veces, hizo un giro y saltando a una rama más cercana a la escena en donde se desarrollaba la pelea, cayó entre medio de uno de los lycán y el hombre, como si fuera una equilibrista de circo – ¿necesitas ayuda cariño? – Le dijo mientras en un rápido movimiento liberaba su pistola – déjame algo de diversión, que yo también debo practicar – sonrió mientras apuntaba al sobrenatural.
La forma en como saltó y giró en el aire disparando al sobrenatural a centímetro de aquellas fauces que por lo manos le hubieran desgarrado un brazo o una pierna la hicieron tensarse. El disparó fue certero y cayo al suelo tocando con un pie y una rodilla de forma que el choque no le resintiera – muy buena técnica – pensó mientras veía al lycán en el suelo y con la pierna destrozada por el disparo, - seguramente pronto se recuperará, debo intervenir – se dijo, pero en ese momento el cazador sacó una daga arrojándosela a la pierna sana, algo parecía afectar al animal que se veía como drogado, sin poder manejar su cuerpos – veneno - se sorprendió – ¿qué tipo de cazador es este? .se preguntaba mientras lo veía acercarse a su oponente, entonces lo oyó, con una voz segura y clara - ¡In nomine patris et filii et spiritus sancti! – Se quedó inmóvil por un segundo – un maldito perro de la Inquisición – se dijo mientras sentía el disparo y supo que el lobo estaba muerto.
Se culpó por no haber intervenido y encontrar una salida para salvar al sobrenatural. Sabía por experiencia propia que los Lycán, igual que los lobos comunes, suelen cazar en manada, al oír el aullido de varios congéneres del asesinado, supo que la función no había concluido, debería participar pero de cierta forma, que hiciera al hombre pensar que estaba de su parte, agradeció la nueva amistad de Consuelo, una bruja amiga de su cuñada, quien le proporcionó para su propia seguridad un somnífero potente, especial para los licántropos, que le permitiría huir del lugar y dejar que la mañana los encontrara más repuestos y listos para segur con sus vidas. Con el había preparado sus dagas y las usaría de la misma manera que lo vio realizar a él, solo que no diría la frasesita de espectáculo teatral que recitara. – Que arrogante debe ser, para pensar que tiene potestad sobre los cielos o los infiernos – pensó mientras buscaba la forma de entrar en la lucha.
Puedo ver como cuatro lycán se lanzaban hacia el inquisidor, no lo pensó dos veces, hizo un giro y saltando a una rama más cercana a la escena en donde se desarrollaba la pelea, cayó entre medio de uno de los lycán y el hombre, como si fuera una equilibrista de circo – ¿necesitas ayuda cariño? – Le dijo mientras en un rápido movimiento liberaba su pistola – déjame algo de diversión, que yo también debo practicar – sonrió mientras apuntaba al sobrenatural.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
Hayden estaba tan atento a los Lycan que no sintió a la bella mujer que a su lado se plantó – ¿necesitas ayuda cariño?- y desenfundó magistralmente su pistola, la elegancia y clase le generó a Hayden atracción.
En otro tiempo la hubiera subestimado e incluso ofendido, en cambio, Killer Bee le había demostrado que las mujeres pueden ser inclusive más mortales que los hombres, sobre todo si cuentan con el factor de sobre estimación. – Déjame algo de diversión, que yo también debo practicar – continuó ella y Hayden casi se echó a reír.
Apuntó a un sobrenatural y disparó certeramente, con confianza y sin errar, pues la bestia chilló y cayó barriendo el suelo. - Me has sorprendido niña - bufó Hayden esperando que fuera una de esas jóvenes que odiaran que las llamaran niñas, así como a él le molestaba que en su tiempo Ruggero lo llamara "chaval".
Poco le duró él gusto, tres lycan más se visualizaron y Hayden torció la boca. - No dudo que seáis una tiradora inclusive mejor que yo, pero estratégicamente será un error combatir en campo abierto - Hayden sacó una botella, un nuevo invento de la inquisición. Destapó la botella y la arrojó con dirección a los lycan, un gas comenzó a emerger y tomándola de la mano corrieron hacía el bosque, se internaron entre los robustos abedules y cuando vio árboles con ramas algo bajas soltó la mano de su compañera y apresuró más el paso.
Llegó al árbol más cercano, enlazó sus dedos uniendo sus manos y se inclinó a modo que su compañera brincara a las manos y en un impulso subiera más rápido. Como si pensaran de la misma forma, la joven saltó a las manos al ver la acción de Hayden y ejerciendo la fuerza voló a la rama más cercana. La muchacha entonces extendió su mano para ayudar a Hayden, él inquisidor le sonrió con astucia y la cogió, con esa ayuda y los pies puestos en aberturas del árbol se impulsó para alcanzar la rama de su compañera.
A media subida escuchó el aullido de un Lycan, se giró y lo vio lanzar la mordida, Hayden le soltó una patada derribándolo y terminó por subirse a la rama, junto a ella.
- Vaya sois muy fuerte - le guiñó el ojo con una sonrisa y desenfundó un cañón más.
Nuevos aullidos se escucharon y pronto fueron saliendo los lycan, - espero no seáis una mujer que desee jugar a quién mata más, prefiero no darte instrucciones confío en que lo haréis de maravilla... volvió a sonreír y contempló sus ojos, que hermosos eran, - ¡cariño! - ironizó y ofreció el primer disparo.
En otro tiempo la hubiera subestimado e incluso ofendido, en cambio, Killer Bee le había demostrado que las mujeres pueden ser inclusive más mortales que los hombres, sobre todo si cuentan con el factor de sobre estimación. – Déjame algo de diversión, que yo también debo practicar – continuó ella y Hayden casi se echó a reír.
Apuntó a un sobrenatural y disparó certeramente, con confianza y sin errar, pues la bestia chilló y cayó barriendo el suelo. - Me has sorprendido niña - bufó Hayden esperando que fuera una de esas jóvenes que odiaran que las llamaran niñas, así como a él le molestaba que en su tiempo Ruggero lo llamara "chaval".
Poco le duró él gusto, tres lycan más se visualizaron y Hayden torció la boca. - No dudo que seáis una tiradora inclusive mejor que yo, pero estratégicamente será un error combatir en campo abierto - Hayden sacó una botella, un nuevo invento de la inquisición. Destapó la botella y la arrojó con dirección a los lycan, un gas comenzó a emerger y tomándola de la mano corrieron hacía el bosque, se internaron entre los robustos abedules y cuando vio árboles con ramas algo bajas soltó la mano de su compañera y apresuró más el paso.
Llegó al árbol más cercano, enlazó sus dedos uniendo sus manos y se inclinó a modo que su compañera brincara a las manos y en un impulso subiera más rápido. Como si pensaran de la misma forma, la joven saltó a las manos al ver la acción de Hayden y ejerciendo la fuerza voló a la rama más cercana. La muchacha entonces extendió su mano para ayudar a Hayden, él inquisidor le sonrió con astucia y la cogió, con esa ayuda y los pies puestos en aberturas del árbol se impulsó para alcanzar la rama de su compañera.
A media subida escuchó el aullido de un Lycan, se giró y lo vio lanzar la mordida, Hayden le soltó una patada derribándolo y terminó por subirse a la rama, junto a ella.
- Vaya sois muy fuerte - le guiñó el ojo con una sonrisa y desenfundó un cañón más.
Nuevos aullidos se escucharon y pronto fueron saliendo los lycan, - espero no seáis una mujer que desee jugar a quién mata más, prefiero no darte instrucciones confío en que lo haréis de maravilla... volvió a sonreír y contempló sus ojos, que hermosos eran, - ¡cariño! - ironizó y ofreció el primer disparo.
Hayden Vaggö- Humano Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
Lo vio sorprenderse ante su presencia y luego echarse a reír por sus palabras, entre cerro los ojos y una sonrisa de malicia cubrió su rostro – no te engañes pequeño cachorro – pensó mientras observaba el movimiento del inquisidor y de los lycán. Estuvo a punto de dar un giro sobre sí misma y barrerlo hasta tirarlo al suelo y subírsele encima, para pegarle varios puñetazos al escucharlo decirle "niña", pero la cercanía de sus adversarios y el peligro implícito en esas fauces y en las garras le hizo guardarse su orgullo ya habría oportunidad de cobrarse la pequeña afrenta – pareciera que todos se han puesto de acuerdo para pensar que soy una niña indefensa – se dijo mientras pensaba en su hermano, en Chiara y en algunos de la alianza.
Tomó aire para serenarse mientras buscaba a uno de los lobos con la mirada, lista para herirlo sin dañar tanto a sus aliados, pero el hombre se le adelantó disparando sobre él y dejándolo inconsciente en el suelo, - ojalá que la herida no sea muy grave y pueda llegar a la organización – caviló mientras intentaba buscar una forma de que pudieran escapar y dejar el enfrentamiento. Fijó nuevamente su atención en el pelaje de los tres restantes, esperaba que ninguno de ellos fuera su loco pariente, aquel que una noche le calló como peluche de regalo buscando a otra Giulia, - espero que ese viejo no esté rondando estos lugares porque si no tendré que herirlo por mas pariente que sea - se lamentó algo preocupada.
Los compañeros del lycán se largaron en su dirección, entonces vio como aquel inquisidor sacaba una pequeña botella y la arrojaba en dirección de los sobrenaturales, - de dónde saca tantos artilugios, quisiera tener algunos de esos, la alianza se tendrá que poner al día con todas estas cosas – caviló, al instante sintió su mano, fuerte y segura, que la tomaba de la muñeca y la tironeaba hacia los arboles del bosque, comprendió que debía seguirlo, de poco le valdría quedarse ya que la creerían una traidora, así pues comenzó a correr con todas sus fuerzas y agilidad tras el soldado.
Llegaron a uno de los árboles que con sus ramas bastante bajas podrían usar para trepar y estar un poco más seguros, él gentilmente se inclinó, uniendo sus manos para que ella lo usara de apoyo, se rió mentalmente, él no tenía idea que la agilidad y flexibilidad que Giulia poseía, le permitía escalar sin dificultad hasta las piedras labradas de una pared vertical, le sonrió coqueta y con un suave empujón logró subir al árbol, desde donde estiró su mano enguantada y lo ayudó a subir, justo a tiempo cuando uno de sus enemigos ocasionales se abalanzaba para morderlo, por suerte el hombre logró por medio de una patada sacarse de encima por un momento el problema.
Ya sobre la rama él elogió su fuerza y ella le sonrió estaba vez sinceramente - gracias, como vez no soy una niñita – le dijo mientras se concentraba en los lycán, rió ante la continuación de la frase, - no os preocupéis, no son los lobos a quienes tengo mayor predilección, me deben algunas cuentas otro tipo de presas – le dijo, mientras apuntaba y disparaba a uno de los tres sobrenaturales que ya casi estaban encima de ellos, - y por cierto picolo bambino, si necesitaras que cuide tus espaldas más seguido, me avisas – rió mientras lo miraba a los ojos con el brillo juguetón y de malicia que siempre la caracterizaba.
Tomó aire para serenarse mientras buscaba a uno de los lobos con la mirada, lista para herirlo sin dañar tanto a sus aliados, pero el hombre se le adelantó disparando sobre él y dejándolo inconsciente en el suelo, - ojalá que la herida no sea muy grave y pueda llegar a la organización – caviló mientras intentaba buscar una forma de que pudieran escapar y dejar el enfrentamiento. Fijó nuevamente su atención en el pelaje de los tres restantes, esperaba que ninguno de ellos fuera su loco pariente, aquel que una noche le calló como peluche de regalo buscando a otra Giulia, - espero que ese viejo no esté rondando estos lugares porque si no tendré que herirlo por mas pariente que sea - se lamentó algo preocupada.
Los compañeros del lycán se largaron en su dirección, entonces vio como aquel inquisidor sacaba una pequeña botella y la arrojaba en dirección de los sobrenaturales, - de dónde saca tantos artilugios, quisiera tener algunos de esos, la alianza se tendrá que poner al día con todas estas cosas – caviló, al instante sintió su mano, fuerte y segura, que la tomaba de la muñeca y la tironeaba hacia los arboles del bosque, comprendió que debía seguirlo, de poco le valdría quedarse ya que la creerían una traidora, así pues comenzó a correr con todas sus fuerzas y agilidad tras el soldado.
Llegaron a uno de los árboles que con sus ramas bastante bajas podrían usar para trepar y estar un poco más seguros, él gentilmente se inclinó, uniendo sus manos para que ella lo usara de apoyo, se rió mentalmente, él no tenía idea que la agilidad y flexibilidad que Giulia poseía, le permitía escalar sin dificultad hasta las piedras labradas de una pared vertical, le sonrió coqueta y con un suave empujón logró subir al árbol, desde donde estiró su mano enguantada y lo ayudó a subir, justo a tiempo cuando uno de sus enemigos ocasionales se abalanzaba para morderlo, por suerte el hombre logró por medio de una patada sacarse de encima por un momento el problema.
Ya sobre la rama él elogió su fuerza y ella le sonrió estaba vez sinceramente - gracias, como vez no soy una niñita – le dijo mientras se concentraba en los lycán, rió ante la continuación de la frase, - no os preocupéis, no son los lobos a quienes tengo mayor predilección, me deben algunas cuentas otro tipo de presas – le dijo, mientras apuntaba y disparaba a uno de los tres sobrenaturales que ya casi estaban encima de ellos, - y por cierto picolo bambino, si necesitaras que cuide tus espaldas más seguido, me avisas – rió mientras lo miraba a los ojos con el brillo juguetón y de malicia que siempre la caracterizaba.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
Aquella mujer que bajo el brillo de la luna llena divirtió con sus palabras a Hayden, de pronto le parecía una mujer muy hermosa y por un momento olvido en el lío en que se encontraban. El disparo había sido certero, la joven resultaba ser buena y sin embargo, se limitaba, se contenía como si no deseara matar a las bestias.
De pronto, Hayden se dio cuenta de algo, aquellos lobos trepaban con facilidad. - No son lobos - dijo y como si fuera una orden aquellas bestias se transformaron en otros animales, zorros y uno que otro felino, mejores trepadores.
Hayden tomó la mano de su compañera luego de verse superado, el inquisidor tiraba a matar mientras que ella, tiraba a herir. Bien sujetada saltó a otra rama y luego a otra. Fue entonces que una flecha con punta redonda golpeó a Hayden tirándolo del seguro árbol.
Varias bestias se acercaron rodeándolo, sin atacar y de entre ellos salió un hombre... Un inquisidor. Hayden se sorprendió, ¿de qué iba todo, qué ocurría?
- Hayden, si eres inteligente ya comprendiste por qué estoy aquí pero te diré las razones. La iglesia se enteró de los sabotajes que has organizado para proteger a tu maestro y su esposa. Traicionas la voluntad de su santidad, sabes que el destino de Ruggero es la muerte y estamos aquí para que dejes de entrometerte. - dijo aquel que Hayden identifico como condenado, si, todos eran una legión de cambiaformas condenados.
- Lo que he hecho no les concierne a ustedes, la orden se alzó para Cammy White, no para ustedes - respondió altivo Hayden, encarando al líder del grupo.
- Es verdad que a ella se le asignó esa misión, nosotros nos encargaremos de que nadie obstaculice su camino, y cuando todo termine nos llevaremos a su esposa al Vaticano donde será sometida a un riguroso interrogatorio -
- ¡Una tortura querrás decir! - le gritó y deseó abalanzarse sobre de él. - Aquel lobo era la carnada, hahaha, deja ir a la mujer ella no tiene nada que ver - Hayden dedicó una mirada a la mujer, esperando que reaccionara al próximo movimiento de Hayden, pues si no lo hacía, ambos morirían.
- Ese no es nuestro problema - dijo y río.
Pero Hayden ya estaba listo, tomó una de las botellas de gas y la arrojó al suelo liberando el gas que rápidamente se esparció. Las bestias atacaron a la nada mientras Hayden que emprendió la retirada rumbo a la laguna, pasó por el árbol que salvaba a su compañera - Salta - ordenó y ambos se perdieron entre el bosque seguidos de las bestias de la iglesia.
De pronto, Hayden se dio cuenta de algo, aquellos lobos trepaban con facilidad. - No son lobos - dijo y como si fuera una orden aquellas bestias se transformaron en otros animales, zorros y uno que otro felino, mejores trepadores.
Hayden tomó la mano de su compañera luego de verse superado, el inquisidor tiraba a matar mientras que ella, tiraba a herir. Bien sujetada saltó a otra rama y luego a otra. Fue entonces que una flecha con punta redonda golpeó a Hayden tirándolo del seguro árbol.
Varias bestias se acercaron rodeándolo, sin atacar y de entre ellos salió un hombre... Un inquisidor. Hayden se sorprendió, ¿de qué iba todo, qué ocurría?
- Hayden, si eres inteligente ya comprendiste por qué estoy aquí pero te diré las razones. La iglesia se enteró de los sabotajes que has organizado para proteger a tu maestro y su esposa. Traicionas la voluntad de su santidad, sabes que el destino de Ruggero es la muerte y estamos aquí para que dejes de entrometerte. - dijo aquel que Hayden identifico como condenado, si, todos eran una legión de cambiaformas condenados.
- Lo que he hecho no les concierne a ustedes, la orden se alzó para Cammy White, no para ustedes - respondió altivo Hayden, encarando al líder del grupo.
- Es verdad que a ella se le asignó esa misión, nosotros nos encargaremos de que nadie obstaculice su camino, y cuando todo termine nos llevaremos a su esposa al Vaticano donde será sometida a un riguroso interrogatorio -
- ¡Una tortura querrás decir! - le gritó y deseó abalanzarse sobre de él. - Aquel lobo era la carnada, hahaha, deja ir a la mujer ella no tiene nada que ver - Hayden dedicó una mirada a la mujer, esperando que reaccionara al próximo movimiento de Hayden, pues si no lo hacía, ambos morirían.
- Ese no es nuestro problema - dijo y río.
Pero Hayden ya estaba listo, tomó una de las botellas de gas y la arrojó al suelo liberando el gas que rápidamente se esparció. Las bestias atacaron a la nada mientras Hayden que emprendió la retirada rumbo a la laguna, pasó por el árbol que salvaba a su compañera - Salta - ordenó y ambos se perdieron entre el bosque seguidos de las bestias de la iglesia.
Hayden Vaggö- Humano Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
En verdad se estaba divirtiendo, reía como hacía tiempo no lo hacía, por unos escasos segundos, ella lo miró risueña olvidándose que se trataba de un inquisidor “un perro de la iglesia” según las palabras de Girolamo, y pudo ver que no se trataba de un hombre corriente, aunque su altanería la hubiera sacado de quicio, lo miró a los ojos con picardía y se giró para intentar herir a otro sobrenatural sin afectarlo demasiado.
En ese momento escuchó que su compañero afirmaba que no eran lobos – hombres lobos – susurró, ella, vio cómo se convertían en otro tipo de animales – cambiaformas, rayos – dijo. Sintió como él le tomaba de la mano y le exigía que fueran moviéndose, saltando de rama en rama, - esto no es lógico – se dijo – es una emboscada – apenas terminaron de salir las palabras de la boca cuando una flecha alcanzó a su compañero haciéndolo trastabillar y caer del árbol, ella había logrado cruzar a un árbol cercano, desde allí podía ver la laguna y más allá a “Demonio” que calmado esperaba su regreso.
Callada, vio como las bestias rodeaban al inquisidor, apuntó su arma a la que estaba más cerca del hombre, no dejaría que le atacaran – ¿pero de dónde demonios había salido una flecha? - se preguntó, sus dudas pronto se disiparon, de la espesura surgió un hombre, se presentó como un inquisidor y explicó que las bestias eran inquisidores condenados, - malditos traidores a vuestra raza – quiso gritarles, pero silenció su ira.
Cuando el nombre del esposo de su hermana salió de la boca de aquel bellaco, Giulia sintió que la rama en la que se sostenía la tiraría al suelo, se quedó estática observando al su compañero – tu eres un discípulo de Rosso – pensó, la referencia al nombre de Cammy hizo que su piel se erizara – pero que estaba pasando – se desesperó. Lo siguiente que argumentó el jefe de esa banda de cobardes, provocó que estuviera a punto de dispararle una bala en mitad de los ojos, el tipejo continúo hablando de lo que le harían a Chiara, aquel hombre que hasta hacia un momento era su enemigo se había alterado, le espetó en la cara que aquello sería una tortura – en verdad terminaría en una pira – pensó, cerró los ojos, cavilando en sus sobrinos y en el futuro que se presentaba demasiado negro. Aquel joven inquisidor que hasta hacía momentos era su adversario se había convertido en un aliado, por lo menos en lo referente a la vida de su querida Chiara.
Cuando le pidió que la dejaran libre y vio su mirada supo que debía seguirlo, le protegería de aquellos seres, la respuesta del líder era clara y rotunda, no la dejarían viva, la orden era eliminar al inquisidor y a los posibles testigos. Fue solo un instante, el contacto visual y la intensidad de la mirada, supo que debía hacer. Les tiró una botella que ocultaron todo con un gas espeso como una neblina, que le dio tiempo al joven de correr hasta el árbol donde ella se encontraba y ordenarle saltar, lo hizo sin demora, huyeron hacia la laguna, no dijo palabra mientras lo seguía pegada a él, con el corazón en su garganta, con la ira en sus sienes, él debía explicarle muchas cosas, pero primero, era urgente estar a salvo.
Se acordó de unas ruinas, una mansión que ya era escombros, la había explorado, tenía pasajes secretos que llevaban hasta casi la orilla de la laguna, desde donde podrían montar juntos a su caballo y huir aunque aún no supiera a donde.
Apresuró su paso y lo tomó del brazo, sin decir una palabra, se comunicó por señas indicando el lugar del refugio, esperaba que le entendiera y pudieran en ese lugar revisar la herida que sangraba aunque no copiosamente, debía curarla lo antes posible, no podría cargarlo si se desvanecía.
En ese momento escuchó que su compañero afirmaba que no eran lobos – hombres lobos – susurró, ella, vio cómo se convertían en otro tipo de animales – cambiaformas, rayos – dijo. Sintió como él le tomaba de la mano y le exigía que fueran moviéndose, saltando de rama en rama, - esto no es lógico – se dijo – es una emboscada – apenas terminaron de salir las palabras de la boca cuando una flecha alcanzó a su compañero haciéndolo trastabillar y caer del árbol, ella había logrado cruzar a un árbol cercano, desde allí podía ver la laguna y más allá a “Demonio” que calmado esperaba su regreso.
Callada, vio como las bestias rodeaban al inquisidor, apuntó su arma a la que estaba más cerca del hombre, no dejaría que le atacaran – ¿pero de dónde demonios había salido una flecha? - se preguntó, sus dudas pronto se disiparon, de la espesura surgió un hombre, se presentó como un inquisidor y explicó que las bestias eran inquisidores condenados, - malditos traidores a vuestra raza – quiso gritarles, pero silenció su ira.
Cuando el nombre del esposo de su hermana salió de la boca de aquel bellaco, Giulia sintió que la rama en la que se sostenía la tiraría al suelo, se quedó estática observando al su compañero – tu eres un discípulo de Rosso – pensó, la referencia al nombre de Cammy hizo que su piel se erizara – pero que estaba pasando – se desesperó. Lo siguiente que argumentó el jefe de esa banda de cobardes, provocó que estuviera a punto de dispararle una bala en mitad de los ojos, el tipejo continúo hablando de lo que le harían a Chiara, aquel hombre que hasta hacia un momento era su enemigo se había alterado, le espetó en la cara que aquello sería una tortura – en verdad terminaría en una pira – pensó, cerró los ojos, cavilando en sus sobrinos y en el futuro que se presentaba demasiado negro. Aquel joven inquisidor que hasta hacía momentos era su adversario se había convertido en un aliado, por lo menos en lo referente a la vida de su querida Chiara.
Cuando le pidió que la dejaran libre y vio su mirada supo que debía seguirlo, le protegería de aquellos seres, la respuesta del líder era clara y rotunda, no la dejarían viva, la orden era eliminar al inquisidor y a los posibles testigos. Fue solo un instante, el contacto visual y la intensidad de la mirada, supo que debía hacer. Les tiró una botella que ocultaron todo con un gas espeso como una neblina, que le dio tiempo al joven de correr hasta el árbol donde ella se encontraba y ordenarle saltar, lo hizo sin demora, huyeron hacia la laguna, no dijo palabra mientras lo seguía pegada a él, con el corazón en su garganta, con la ira en sus sienes, él debía explicarle muchas cosas, pero primero, era urgente estar a salvo.
Se acordó de unas ruinas, una mansión que ya era escombros, la había explorado, tenía pasajes secretos que llevaban hasta casi la orilla de la laguna, desde donde podrían montar juntos a su caballo y huir aunque aún no supiera a donde.
Apresuró su paso y lo tomó del brazo, sin decir una palabra, se comunicó por señas indicando el lugar del refugio, esperaba que le entendiera y pudieran en ese lugar revisar la herida que sangraba aunque no copiosamente, debía curarla lo antes posible, no podría cargarlo si se desvanecía.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
Aquella bella mujer que como un ángel se presentó esa noche había comprendido a la perfección la idea del inquisidor y sin retrasos, corrieron rumbo a la laguna, mudos, sin decir palabras, sin siquiera mirarse el uno al otro, o al menos Hayden no lo hacía. Y sin embargo, el sentía la necesidad de confesar a la joven muchas cosas. Y cuando Hayden se encontraba meditando en todo lo que estaba ocurriendo, la joven lo tomó del brazo y con señas le sugirió seguirla, al parecer conocía un lugar "seguro" cosa que no podría ser, al menos no se podrían ocultar por mucho tiempo.
Ambos tomaron una desviación, Hayden visualizó las ruinas se una mansión, que a Hayden no le pareció buena idea pero estaba herido y si pretendía combatir a la jauría de condenados tenía que atenderse. Cuando llegaron el inquisidor se tocó la herida ubicada en el omóplato izquierdo, en un análisis de la gravedad de ésta; no era profunda, ni dolorosa y de pronto, la joven se acercó y sentó al inquisidor en el escalón más bajo de la derrumbada escalera de altas piedras del mármol, lo que indicaba haber pertenecido a la alta sociedad.
Comenzó a curarle y el inquisidor pareció verla como un ángel, una bella enviada de Dios y cuando los ojos de ambos se cruzaron, Hayden se ruborizó pero no apartó los ojos de ella. No sabía si volvería a ver esos maravillosos ojos, no sabía inclusive si volverían a cruzarse las miradas.
- Sois como un ángel, vuestra presencia me sosiega a pesar de la situación en la que nos encontramos - Hayden desvió la mirada y se tocó la herida ya vendada por las maestras manos de su compañera.
- Creo que mi deber es disculparme, os he puesto en riesgo a causa de... Verás, soy un inquisidor, un perro de la iglesia como muchos nos llaman. La realidad es que pertenezco a un grupo de asesinos que pese al favor de la iglesia arderemos en los infiernos. Huh, sé que no tienes que escuchar la sarta de palabras, pero necesito un testigo, alguien que lleve la verdad a donde debe de llegar... No permitiré que mueras - sus ojos volvieron a cruzarse, la voz de Hayden era segura, fuerte, imperativa.
- Sufrí una emboscada por los míos como debisteis daros cuenta, todos son inquisidores, bestias condenadas y orquestadas por un hombre, Dreik, un investigador especializado en la historia de las familias italianas. Hace 10 años él encontró una copia original de un diario, la autora era Giulia Di Moncalieri, se interesó por el contenido e investigó a la familia rigurosamente, al parecer aquella mujer fue una bruja las investigaciones de ella en las artes oscuras provocaron sin que ella después de muerta lo supiese, con el tiempo temidas brujas oportunas de esos conjuros, no sé cuantas copias del Diario existan... Dreik consiguió el favor de su santidad para vigilar a la familia Di Moncalieri, sin intervenir en sus actividades - cuando Hayden se detuvo tenía la mirada perdida, en aquella oscuridad de la mansión.
- No sé en qué año sucedió, pero la descendencia de los Di Moncalieri sufrió un ataque, motivado por los enemigos de Girolamo Di Moncalieri, sólo hubo 3 supervivientes, Girolamo, Giulia Di Arezzo, que no presenciaron el horror y Chiara Di Moncalieri que sí vivió el ataque. Dreik retomó su obsesión por los Di Moncalieri y descubrió que Chiara era idéntica a su ancestro Giulia. Y como si se cumplieran sus deseos, Chiara se enamoró de un inquisidor y éste de ella. El brote de amor, la deserción de el inquisidor Ruggero Rosso y el diario de la bruja Giulia Di Moncalieri, fue suficiente para que Dreik consiguiera que su santidad levantara una acta en contra de los ya Rosso... Ruggero Rosso es mi mentor y no me creí nada de lo que Dreik decía y cuando me enteré del complot para hacerse de Chiara Di Rosso cabalgué a París y desde entonces me dediqué a proteger a la esposa de mi mentor... La iglesia ya no es lo que era antes - Hayden se reincorporó y tomó a su compañera de los brazos.
- Esta noche haré lo que debí de haber hecho, mataré a Dreik, me jacto de ser un buen soldado pero no podré con los experimentados cambiaformas, no con todos. Debes de escapar y cuando estés segura busca a Cammy White, no se te ocurra confrontarla, hazle llegar una carta que diga, Srta. White, Dreik ha muerto, le imploro que investigue la orden que se le dio, descubra la verdad, debéis de prometerme que no se la daréis personalmente porque puede hacerte daño y yo te prometo que mataré a Dreik, no tienes nada que ver con esa familia inocente, pero ayudeme a salvarlos, es una injusticia lo que se ha dicho de ellos, pues no creo que la señora Di Rosso sea una bruja, no creo que haya hechizado a mi mentor, además está en estado -, suspiró y la soltó, una luz provocada por palo y aceite se asomó por una ventana, ruidos habían invadido la mansión era tiempo de actuar.
- Han llegado, no perdáis más el tiempo... Marchate - ordenó y sacó de sus cartucheras sus dos cañones.
Ambos tomaron una desviación, Hayden visualizó las ruinas se una mansión, que a Hayden no le pareció buena idea pero estaba herido y si pretendía combatir a la jauría de condenados tenía que atenderse. Cuando llegaron el inquisidor se tocó la herida ubicada en el omóplato izquierdo, en un análisis de la gravedad de ésta; no era profunda, ni dolorosa y de pronto, la joven se acercó y sentó al inquisidor en el escalón más bajo de la derrumbada escalera de altas piedras del mármol, lo que indicaba haber pertenecido a la alta sociedad.
Comenzó a curarle y el inquisidor pareció verla como un ángel, una bella enviada de Dios y cuando los ojos de ambos se cruzaron, Hayden se ruborizó pero no apartó los ojos de ella. No sabía si volvería a ver esos maravillosos ojos, no sabía inclusive si volverían a cruzarse las miradas.
- Sois como un ángel, vuestra presencia me sosiega a pesar de la situación en la que nos encontramos - Hayden desvió la mirada y se tocó la herida ya vendada por las maestras manos de su compañera.
- Creo que mi deber es disculparme, os he puesto en riesgo a causa de... Verás, soy un inquisidor, un perro de la iglesia como muchos nos llaman. La realidad es que pertenezco a un grupo de asesinos que pese al favor de la iglesia arderemos en los infiernos. Huh, sé que no tienes que escuchar la sarta de palabras, pero necesito un testigo, alguien que lleve la verdad a donde debe de llegar... No permitiré que mueras - sus ojos volvieron a cruzarse, la voz de Hayden era segura, fuerte, imperativa.
- Sufrí una emboscada por los míos como debisteis daros cuenta, todos son inquisidores, bestias condenadas y orquestadas por un hombre, Dreik, un investigador especializado en la historia de las familias italianas. Hace 10 años él encontró una copia original de un diario, la autora era Giulia Di Moncalieri, se interesó por el contenido e investigó a la familia rigurosamente, al parecer aquella mujer fue una bruja las investigaciones de ella en las artes oscuras provocaron sin que ella después de muerta lo supiese, con el tiempo temidas brujas oportunas de esos conjuros, no sé cuantas copias del Diario existan... Dreik consiguió el favor de su santidad para vigilar a la familia Di Moncalieri, sin intervenir en sus actividades - cuando Hayden se detuvo tenía la mirada perdida, en aquella oscuridad de la mansión.
- No sé en qué año sucedió, pero la descendencia de los Di Moncalieri sufrió un ataque, motivado por los enemigos de Girolamo Di Moncalieri, sólo hubo 3 supervivientes, Girolamo, Giulia Di Arezzo, que no presenciaron el horror y Chiara Di Moncalieri que sí vivió el ataque. Dreik retomó su obsesión por los Di Moncalieri y descubrió que Chiara era idéntica a su ancestro Giulia. Y como si se cumplieran sus deseos, Chiara se enamoró de un inquisidor y éste de ella. El brote de amor, la deserción de el inquisidor Ruggero Rosso y el diario de la bruja Giulia Di Moncalieri, fue suficiente para que Dreik consiguiera que su santidad levantara una acta en contra de los ya Rosso... Ruggero Rosso es mi mentor y no me creí nada de lo que Dreik decía y cuando me enteré del complot para hacerse de Chiara Di Rosso cabalgué a París y desde entonces me dediqué a proteger a la esposa de mi mentor... La iglesia ya no es lo que era antes - Hayden se reincorporó y tomó a su compañera de los brazos.
- Esta noche haré lo que debí de haber hecho, mataré a Dreik, me jacto de ser un buen soldado pero no podré con los experimentados cambiaformas, no con todos. Debes de escapar y cuando estés segura busca a Cammy White, no se te ocurra confrontarla, hazle llegar una carta que diga, Srta. White, Dreik ha muerto, le imploro que investigue la orden que se le dio, descubra la verdad, debéis de prometerme que no se la daréis personalmente porque puede hacerte daño y yo te prometo que mataré a Dreik, no tienes nada que ver con esa familia inocente, pero ayudeme a salvarlos, es una injusticia lo que se ha dicho de ellos, pues no creo que la señora Di Rosso sea una bruja, no creo que haya hechizado a mi mentor, además está en estado -, suspiró y la soltó, una luz provocada por palo y aceite se asomó por una ventana, ruidos habían invadido la mansión era tiempo de actuar.
- Han llegado, no perdáis más el tiempo... Marchate - ordenó y sacó de sus cartucheras sus dos cañones.
Hayden Vaggö- Humano Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
Llegaron a las ruinas y sin demora, Giulia, lo ayudó a sentarse en los escalones de piedra que sobrevivían al abandono, se movió hasta un murete cercano a donde ellos se encontraban y sacó de un escondrijo entre las ruinas su equipo de emergencias. Poseía varios de esos en el sector del bosque donde practicaba, ella misma se ponía trampas que debía sortear y que más de una vez le habían causado algún que otro rasguño. Dentro de todos los elementos había un ungüento que fabricaba Consuelo, servía para controlar hemorragias y cubrir heridas, una sustancia que se convertía en piel y que permitía una rápida regeneración, parecida a la que poseían los Lobos. Sonrió pensando en lo que diría su compañero, si le contaba que le estaba poniendo lago creado por una bruja y que lo volvía semejante a un hombre lobo.
Lo escuchó en silencio, oírlo hablar de su propia familia la puso muy tensa, nunca había creído que el Papa se hubiera atrevido a ir contra su hermano, no sabiendo que la familia Di Moncalieri y la familia Di Arezzo tenían mucho poder en el Vaticano y que el hecho de que perdurara un hombre en el trono de San Pedro dependía en extremo de los contactos que tuviera y las dos familias eran sumamente poderosas, - esta información será de suma utilidad para Girolamo – pensó, mientras terminaba de vendarlo.
El hombre se incorporó y la tomó de los brazos, Giulia lo miró a los ojos, con su ceño fruncido escuchando cada palabra, mordiéndose el labio inferior cuando nombró a Cammy , la asesina. Ella asintió con la cabeza cuando le pidió que lo ayudara con avisar a la inquisidora, pero se negó mentalmente en dejarlo combatir solo a todas esas bestias, ella no quería matar sobrenaturales, pero sabía que existían momentos en que se debía tomar una decisión, esos que se acercaban lentamente a donde ellos estaban eran sus enemigos y con ellos no tendría compasión.
Recordó que en el pasadizo tenía más armas y una ballesta, las usaría a todas para que esa emboscada fracasara. Le haría creer a su compañero, que se retiraría, que huiría, y se pondría a salvo, pero en verdad, sería su ángel protector y el demonio exterminador para las bestias, él se haría cargo del Inquisidor pero para ella serían los traidores, cobraría cada afrenta de esos asesinos, uno por uno. Aquellos ojos que la miraban, con intensidad y pasión por lo que estaba decidiendo la atrajeron, por un instante los sonidos de los alrededores se silenciaron y solo escuchaba la voz varonil de aquel hombre. Parpadeó varias veces tratando de concentrarse – no Giulia, tu no eres como Chiara, ningún inquisidor logrará agradarte, y él es uno, aunque esté interesado en ayudar a la familia, sigue siendo uno más de los soldados de tus enemigos - se dijo, mientras esquivaba la mirada, y bajaba la vista para que no viera el rubor que comenzaba a colorear sus mejillas.
Se alertó por los sonidos que se escuchaban ya a muy corta distancia, a la orden de marcharse, ella asintió y mientras él la soltaba, se acercó a su rostro y mirándolo a los ojos le susurro en los labios – no te fallaré, cumpliré con lo que has pedido, cuando termines con ellos, búscame cerca del lago, te estaré esperando, a por cierto, soy Giulia Di Arezzo -, sonrió y le robo un beso de sus labios que entreabiertos mostraban el asombre con la verdad surgida de los suyos. Rápidamente se escabulló por un muro, tocó un resorte y traspasó a una sala donde tenía un pequeño arsenal, se colgó varia de ellas al hombro, especialmente la Ballesta y flechas. Destapo un pequeño cuenco he introdujo rápidamente las puntas de las flechas y las dagas en el contenido, se trataba de un potente veneno, realizado a base de la venenosa flor de la sardonia, morirían casi en el acto, con una horrible expresión en el rostro, como si rieran al descender a los infiernos, una mueca de burla en sus labios y sus manos agarrotadas. - Se lo merecen por intentar hacer daño a la familia – pensó mientras se dirigía a paso vivo por el túnel y salía cerca de la construcción, en un segundo subió a un árbol y esperó a que los inquisidores dieran su primer movimiento.
Lo escuchó en silencio, oírlo hablar de su propia familia la puso muy tensa, nunca había creído que el Papa se hubiera atrevido a ir contra su hermano, no sabiendo que la familia Di Moncalieri y la familia Di Arezzo tenían mucho poder en el Vaticano y que el hecho de que perdurara un hombre en el trono de San Pedro dependía en extremo de los contactos que tuviera y las dos familias eran sumamente poderosas, - esta información será de suma utilidad para Girolamo – pensó, mientras terminaba de vendarlo.
El hombre se incorporó y la tomó de los brazos, Giulia lo miró a los ojos, con su ceño fruncido escuchando cada palabra, mordiéndose el labio inferior cuando nombró a Cammy , la asesina. Ella asintió con la cabeza cuando le pidió que lo ayudara con avisar a la inquisidora, pero se negó mentalmente en dejarlo combatir solo a todas esas bestias, ella no quería matar sobrenaturales, pero sabía que existían momentos en que se debía tomar una decisión, esos que se acercaban lentamente a donde ellos estaban eran sus enemigos y con ellos no tendría compasión.
Recordó que en el pasadizo tenía más armas y una ballesta, las usaría a todas para que esa emboscada fracasara. Le haría creer a su compañero, que se retiraría, que huiría, y se pondría a salvo, pero en verdad, sería su ángel protector y el demonio exterminador para las bestias, él se haría cargo del Inquisidor pero para ella serían los traidores, cobraría cada afrenta de esos asesinos, uno por uno. Aquellos ojos que la miraban, con intensidad y pasión por lo que estaba decidiendo la atrajeron, por un instante los sonidos de los alrededores se silenciaron y solo escuchaba la voz varonil de aquel hombre. Parpadeó varias veces tratando de concentrarse – no Giulia, tu no eres como Chiara, ningún inquisidor logrará agradarte, y él es uno, aunque esté interesado en ayudar a la familia, sigue siendo uno más de los soldados de tus enemigos - se dijo, mientras esquivaba la mirada, y bajaba la vista para que no viera el rubor que comenzaba a colorear sus mejillas.
Se alertó por los sonidos que se escuchaban ya a muy corta distancia, a la orden de marcharse, ella asintió y mientras él la soltaba, se acercó a su rostro y mirándolo a los ojos le susurro en los labios – no te fallaré, cumpliré con lo que has pedido, cuando termines con ellos, búscame cerca del lago, te estaré esperando, a por cierto, soy Giulia Di Arezzo -, sonrió y le robo un beso de sus labios que entreabiertos mostraban el asombre con la verdad surgida de los suyos. Rápidamente se escabulló por un muro, tocó un resorte y traspasó a una sala donde tenía un pequeño arsenal, se colgó varia de ellas al hombro, especialmente la Ballesta y flechas. Destapo un pequeño cuenco he introdujo rápidamente las puntas de las flechas y las dagas en el contenido, se trataba de un potente veneno, realizado a base de la venenosa flor de la sardonia, morirían casi en el acto, con una horrible expresión en el rostro, como si rieran al descender a los infiernos, una mueca de burla en sus labios y sus manos agarrotadas. - Se lo merecen por intentar hacer daño a la familia – pensó mientras se dirigía a paso vivo por el túnel y salía cerca de la construcción, en un segundo subió a un árbol y esperó a que los inquisidores dieran su primer movimiento.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
Cuando Hayden escuchó el nombre de su compañera quedó literalmente paralizado, por un instante sintió recelo de ella y recordó los momentos en los que estuvieron en el bosque. Si algo sabía Hayden de ella era su habilidad como cazadora, nunca pretendió asesinar a ningún sobrenatural, - ¿será mi enemiga? - en esos momentos no estaba seguro pero oró a Dios de que no lo fuera, lo que importaba era que una integrante de la familia conocía la verdad y no desperdiciaría la información que Hayden le había proporcionado, a pesar de que se tratara de un inquisidor el que la había compartido; de eso estaba seguro Hayden Vaggö.
La revelación de Giulia dejó de ser la principal atención de Hayden cuando ésta le arrebató un beso. El inquisidor a penas y logró capturar ese beso que dejó una sensación extraña en la mente y corazón de Hayden, su corazón sufrió un ataque sentimental repentino, turbando su ser y poniendo en riesgo su vida.
- Estaré allí, aunque sea para verte por última vez, Giulia Di Arezzo... - susurró a la lejana figura que se perdía entre las sombras.
Cuando Hayden retomó su concentración y contempló la puerta entre abierta pudo distinguir la figura de un lobo, éste si era un licántropo, sus ojos perforaron a Hayden y el inquisidor le retó con la mirada, tenía que ser rápido, tenía que encontrar a Dreik antes de caer en las fauces de una bestia o llegara con Giulia al lago.
Le dio la espalda al lobo y subió por las escaleras derrumbadas, al menos hasta donde pudo llegar, dio un saltó esquivando la ausencia de escalones y continuó subiendo, escuchó al lobo detrás de él, rápido y ágil. El inquisidor se abrió paso entre muebles corroídos y entró a una habitación sin puerta. Corrió hasta llegar a los ventanales impecables y se dio la vuelta para recibir de lleno el asalto del lobo, la embestida arrojó a ambos afuera, los cristales rotos se opacaron por el sonido de las balas plateadas expulsadas por el cañón que dejó un rastro de pólvora en el aire, antes de caer, Hayden logró girarse y sacó una soga con gancho sujetó en su cinturón y lo arrojó a una gárgola que daba el estilo gótico a las ruinas.
Sólo cayeron el cuerpo ya transformado en hombre y muerto del licántropo y uno de los cañones de Hayden, el inquisidor permanecía en el aire sujeto a la soga, pero no por mucho tiempo, una pantera había trepado por un árbol cercano y se había agazapado sobre Hayden, el inquisidor lo detectó a tiempo y sólo se dejó caer esquivando la mortal garra que seguro desfiguraría su bello rostro. La pantera cortó la soga y Hayden cayó con rapidez pero sin ningún problema, pues al tocar el suelo rodó hacía el frente para encarar de frente a Dreik.
Hayden le dedicó una sonrisa, lo tenía, después de todo no había sido difícil estar frente a frente. Dreik sacó un cañón e intentó disparar a Hayden pero éste se había levantado hábilmente y con una patada aérea desarmó a Dreik, éste pretendió golpear a Hayden que le tomó el puño y lo jaló hacía él, Dreik perdió el equilibrio y aprovechando ese momento, Hayden le disparó en el pecho, la potencia del disparo arrojó a Dreik lejos y la sangre a penas y salpicó las ropas del joven y orgulloso Hayden.
Lo había conseguido, ahora le faltaba una sola cosa, llegar a donde Giulia, aquella mujer que había despertado en Hayden algo que ni siquiera Killer Bee había logrado, - ¿acaso será lo que le sucedió a Ruggero con Jade y más tarde con Chiara, qué sensación tan más extraña? - y en ese descuido la pantera le dio alcancé derribándole.
La revelación de Giulia dejó de ser la principal atención de Hayden cuando ésta le arrebató un beso. El inquisidor a penas y logró capturar ese beso que dejó una sensación extraña en la mente y corazón de Hayden, su corazón sufrió un ataque sentimental repentino, turbando su ser y poniendo en riesgo su vida.
- Estaré allí, aunque sea para verte por última vez, Giulia Di Arezzo... - susurró a la lejana figura que se perdía entre las sombras.
Cuando Hayden retomó su concentración y contempló la puerta entre abierta pudo distinguir la figura de un lobo, éste si era un licántropo, sus ojos perforaron a Hayden y el inquisidor le retó con la mirada, tenía que ser rápido, tenía que encontrar a Dreik antes de caer en las fauces de una bestia o llegara con Giulia al lago.
Le dio la espalda al lobo y subió por las escaleras derrumbadas, al menos hasta donde pudo llegar, dio un saltó esquivando la ausencia de escalones y continuó subiendo, escuchó al lobo detrás de él, rápido y ágil. El inquisidor se abrió paso entre muebles corroídos y entró a una habitación sin puerta. Corrió hasta llegar a los ventanales impecables y se dio la vuelta para recibir de lleno el asalto del lobo, la embestida arrojó a ambos afuera, los cristales rotos se opacaron por el sonido de las balas plateadas expulsadas por el cañón que dejó un rastro de pólvora en el aire, antes de caer, Hayden logró girarse y sacó una soga con gancho sujetó en su cinturón y lo arrojó a una gárgola que daba el estilo gótico a las ruinas.
Sólo cayeron el cuerpo ya transformado en hombre y muerto del licántropo y uno de los cañones de Hayden, el inquisidor permanecía en el aire sujeto a la soga, pero no por mucho tiempo, una pantera había trepado por un árbol cercano y se había agazapado sobre Hayden, el inquisidor lo detectó a tiempo y sólo se dejó caer esquivando la mortal garra que seguro desfiguraría su bello rostro. La pantera cortó la soga y Hayden cayó con rapidez pero sin ningún problema, pues al tocar el suelo rodó hacía el frente para encarar de frente a Dreik.
Hayden le dedicó una sonrisa, lo tenía, después de todo no había sido difícil estar frente a frente. Dreik sacó un cañón e intentó disparar a Hayden pero éste se había levantado hábilmente y con una patada aérea desarmó a Dreik, éste pretendió golpear a Hayden que le tomó el puño y lo jaló hacía él, Dreik perdió el equilibrio y aprovechando ese momento, Hayden le disparó en el pecho, la potencia del disparo arrojó a Dreik lejos y la sangre a penas y salpicó las ropas del joven y orgulloso Hayden.
Lo había conseguido, ahora le faltaba una sola cosa, llegar a donde Giulia, aquella mujer que había despertado en Hayden algo que ni siquiera Killer Bee había logrado, - ¿acaso será lo que le sucedió a Ruggero con Jade y más tarde con Chiara, qué sensación tan más extraña? - y en ese descuido la pantera le dio alcancé derribándole.
Hayden Vaggö- Humano Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
Giulia observaba atenta los movimientos de los condenados, en total silencio fue saltando de rama en rama y con las certeras flechas envenenadas, se deshizo de varios de los inquisidores, en ese momento un ruido ensordecedor y el característico sonido de los vidrios al romperse le hicieron girar su cabeza y ver como de aquella construcción, su compañero era literalmente expulsado por esa abertura, tras de éste se abalanzaba el cuerpo de un condenado, un lycán, empujado por la inercia ya que seguramente estaba muerto.
Giulia temió que la caída desde semejante altura pudiera matar al hombre, pero este, en un giro acrobático lanzó un gancho y colgado de una soga lograba burlar a la muerte, sonrió complacida, ese hombre le caía bien – demasiado bien - se dijo algo sorprendida y disgustada a la vez – no te confundas, él es un enemigo, está contra la causa – se dijo, pero en el momento en que un cambiaforma le tiraba un zarpazo al rostro y el hombre se dejaba caer, ella volvió a contener la respiración.
Lo vio caer y girar, de una forma excelente y eso volvió a complacerla – aunque yo lo hubiera hecho mejor – se dijo tratando de encontrar defectos en el hombre – es un arrogante, si se descuida será alimento de margaritas - caviló frunciendo el ceño al ver que se acercaba el inquisidor que había planeado la emboscada. Todo fue tan rápido, los movimientos, la patada, el cañón cayendo de la mano de Dreik, el puño de este contra el cuerpo de Hayden y el disparo a quemarropa del joven contra el oponente que voló varios metros antes de caer sin vida chocando pesadamente contra el tronco de un árbol.
Vio como El inquisidor se quedaba, como meditando en algo, en su rostro se notaba una turbación, algo le nublaba el entendimiento y en ese preciso momento el felino que anteriormente intentó herirlo se le fue encima, en cualquier momento esas poderosas garras, destrozarían la garganta del hombre y todo terminaría. De lo profundo de la garganta de Giulia, sonó un grito, un “no” angustiado, desesperado y un movimiento automático, saltó de su escondite y disparó su ballesta en el aire, mientras caía y rodaba, la bestia que colocada encima del inquisidor, mostraba su fauces, con un brazo extendido se encontraba a punto de degollar al hombre, el felino recibió en pleno pecho una flecha envenenada, la que pasó a escasos centímetros de la mano de Hayden, si Giulia no poseyera un dominio tan certero de la puntería podría haberlo envenenado a él también y ese bello rostro hubiera terminado con una mueca espantosa concluyendo así sus días en esta vida.
Las bestia, se desplomó a un lado del inquisidor y ella rápidamente corrió para asegurarse como se encontraba, con todas sus fuerzas movió el cuerpo sin vida, que al girar mostró la mueca desagradable, quedando extendido al lado de su compañero, lo miró a los ojos, con el ceño fruncido por la preocupación, mientras lo revisaba por si tenía algún rasguño, - ¿dime estas bien? – Se impacientó, mirándolo fijamente, - le tomó el rostro con las manos, - ¡respóndeme! - golpeó con su puño el pecho musculoso del inquisidor.
Giulia temió que la caída desde semejante altura pudiera matar al hombre, pero este, en un giro acrobático lanzó un gancho y colgado de una soga lograba burlar a la muerte, sonrió complacida, ese hombre le caía bien – demasiado bien - se dijo algo sorprendida y disgustada a la vez – no te confundas, él es un enemigo, está contra la causa – se dijo, pero en el momento en que un cambiaforma le tiraba un zarpazo al rostro y el hombre se dejaba caer, ella volvió a contener la respiración.
Lo vio caer y girar, de una forma excelente y eso volvió a complacerla – aunque yo lo hubiera hecho mejor – se dijo tratando de encontrar defectos en el hombre – es un arrogante, si se descuida será alimento de margaritas - caviló frunciendo el ceño al ver que se acercaba el inquisidor que había planeado la emboscada. Todo fue tan rápido, los movimientos, la patada, el cañón cayendo de la mano de Dreik, el puño de este contra el cuerpo de Hayden y el disparo a quemarropa del joven contra el oponente que voló varios metros antes de caer sin vida chocando pesadamente contra el tronco de un árbol.
Vio como El inquisidor se quedaba, como meditando en algo, en su rostro se notaba una turbación, algo le nublaba el entendimiento y en ese preciso momento el felino que anteriormente intentó herirlo se le fue encima, en cualquier momento esas poderosas garras, destrozarían la garganta del hombre y todo terminaría. De lo profundo de la garganta de Giulia, sonó un grito, un “no” angustiado, desesperado y un movimiento automático, saltó de su escondite y disparó su ballesta en el aire, mientras caía y rodaba, la bestia que colocada encima del inquisidor, mostraba su fauces, con un brazo extendido se encontraba a punto de degollar al hombre, el felino recibió en pleno pecho una flecha envenenada, la que pasó a escasos centímetros de la mano de Hayden, si Giulia no poseyera un dominio tan certero de la puntería podría haberlo envenenado a él también y ese bello rostro hubiera terminado con una mueca espantosa concluyendo así sus días en esta vida.
Las bestia, se desplomó a un lado del inquisidor y ella rápidamente corrió para asegurarse como se encontraba, con todas sus fuerzas movió el cuerpo sin vida, que al girar mostró la mueca desagradable, quedando extendido al lado de su compañero, lo miró a los ojos, con el ceño fruncido por la preocupación, mientras lo revisaba por si tenía algún rasguño, - ¿dime estas bien? – Se impacientó, mirándolo fijamente, - le tomó el rostro con las manos, - ¡respóndeme! - golpeó con su puño el pecho musculoso del inquisidor.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
No fue una dura caída, es más Hayden tuvo oportunidad de girarse para encarar de frente a la bestia. El inquisidor sometió de una forma no tan exitosa el cuello de la pantera y con su mano libre la poderosa pata que buscaba desgarrarle. La fuerza sobrehumana comenzaba a sobrepasar la propia de Hayden y cuando la pantera recuperó el control en su cuello teniendo al inquisidor a merced una flecha de un lugar que Hayden no identifico le acertó, la bestia murió casi instantáneamente, era claro que la punta estaba envenenada y así, sin vida la pantera cayó sobre Hayden que cerró sus ojos en un intento de recuperar el aliento.
De pronto sintió unas manos femeninas, unas manos que le habían librado del peso de la bestia y que después acariciaron el rostro en búsqueda de una vida que sí existía, y luego aquella angelical y ruda voz, era su ángel. Pero Hayden no respondió, se sentía seguro en los brazos de ella, por un instante quiso olvidarse de lo que sucedía y llegaron los golpes al pecho. El joven inquisidor abrió los ojos y río, tomó a su compañera de la cintura y la acercó un poco a él para después tirarla y rodar quedando él sobre ella, en un movimiento que le sorprendió pero que permitió. - Volviste, bienvenida - y se reincorporó y en un segundo movimiento la ayudó a ella ofreciéndole la mano.
- Al parecer esta es vuestra zona de receso, sea mi guía - ya había perdido un cañón y sólo le quedaba el que contenía las balas envenenadas de Killer Bee, dos tiros que el inquisidor no desaprovecharía.
Emprendieron su camino de nuevo a la mansión lo que le volvió a parecer una mala idea pero no rebatió, sólo la siguió, en su camino se encontraron a dos par de bestias condenadas y la ballesta de ella terminó con su miserable existencia tan rápido como aparecieron, - que presumida - pensó mientras miraba el perfil de su compañera desde atrás y sin quererlo sonrió, luego, al darse cuenta de su sonrisa estremeció su cabeza - Hayden concentrate, aprovecha a esa mujer y cuando se salven puedes abandonadla ya no la necesitas, si vives tu puedes llevarle la noticia a Killer Bee y persuadirla - y llegaron a la mansión nuevamente.
El rostro de su bella compañera se apagó en la oscuridad del gótico lugar, y casi guiado por el sonido de los tacones sobre el suelo atravesaron un pasillo hasta llegar a unas escaleras descendentes, bajaron y el lugar se oscureció más... - ¿Un túnel? - Hayden entrecerró sus ojos en un intento de ver en la oscuridad. - Lo sabía conocéis este lugar como la palma de vuestra mano, no fue coincidencia vuestra oportuna presencia - fanfarroneó.
De pronto sintió unas manos femeninas, unas manos que le habían librado del peso de la bestia y que después acariciaron el rostro en búsqueda de una vida que sí existía, y luego aquella angelical y ruda voz, era su ángel. Pero Hayden no respondió, se sentía seguro en los brazos de ella, por un instante quiso olvidarse de lo que sucedía y llegaron los golpes al pecho. El joven inquisidor abrió los ojos y río, tomó a su compañera de la cintura y la acercó un poco a él para después tirarla y rodar quedando él sobre ella, en un movimiento que le sorprendió pero que permitió. - Volviste, bienvenida - y se reincorporó y en un segundo movimiento la ayudó a ella ofreciéndole la mano.
- Al parecer esta es vuestra zona de receso, sea mi guía - ya había perdido un cañón y sólo le quedaba el que contenía las balas envenenadas de Killer Bee, dos tiros que el inquisidor no desaprovecharía.
Emprendieron su camino de nuevo a la mansión lo que le volvió a parecer una mala idea pero no rebatió, sólo la siguió, en su camino se encontraron a dos par de bestias condenadas y la ballesta de ella terminó con su miserable existencia tan rápido como aparecieron, - que presumida - pensó mientras miraba el perfil de su compañera desde atrás y sin quererlo sonrió, luego, al darse cuenta de su sonrisa estremeció su cabeza - Hayden concentrate, aprovecha a esa mujer y cuando se salven puedes abandonadla ya no la necesitas, si vives tu puedes llevarle la noticia a Killer Bee y persuadirla - y llegaron a la mansión nuevamente.
El rostro de su bella compañera se apagó en la oscuridad del gótico lugar, y casi guiado por el sonido de los tacones sobre el suelo atravesaron un pasillo hasta llegar a unas escaleras descendentes, bajaron y el lugar se oscureció más... - ¿Un túnel? - Hayden entrecerró sus ojos en un intento de ver en la oscuridad. - Lo sabía conocéis este lugar como la palma de vuestra mano, no fue coincidencia vuestra oportuna presencia - fanfarroneó.
Hayden Vaggö- Humano Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
Lo vio abrir los ojos y reír, como un niño que hace una broma, los ojos de Giulia estaban cuajados de pequeñas gotas de lágrimas, había temido que su veneno hubiera afectado al hombre, o que éste en la caída se partiera el cuello, la angustia que hasta ese momento reinaba en su pecho, se tornó en ira y tuvo ganas de pegarle una cachetada, pero él le rodeó el talle con los brazos y aunque logró poner sus brazos flexionados en el pecho del inquisidor, para alejarlo, éste la acercó a su rostro, Giulia arqueó una ceja – ¿qué intentas? – le dijo mentalmente, mordiendo sus labios en la cara interna de los mismos. Con un giro rápido el hombre quedó sobre ella con las piernas entre sus piernas y ella, aunque en un segundo se perdió en esos ojos azules giró su rostro a un lado, frunciendo el ceño, no quería mostrar a ese hombre ni a ella misma que algo estaba surgiendo en su interior, volviéndola demasiado vulnerable, ella no era así, por el contrario, más bien odiaba a todos los hombres, ¿acaso su padre no había sido un bastardo que abandonó a su suerte a la mujer que supuestamente amaba? Por eso mismo no entendía que le estaba ocurriendo.
El inquisidor se levantó y le ofreció la mano, ella hubiera querido demostrarle que podía sola, pero en verdad estaba todavía algo turbada. Cuando él le dijo que se notaba que conocía bien el lugar, ella sonrió, él no la podía ver, estaba un paso atrás de ella y la penumbra del lugar no dejaba que la descubriera – si, vengo casi todas las noches, desde que llegue – siguió caminando con paso firme, debían salir de allí lo antes posible, no sabían cuántos inquisidores más pudieran estar agazapados esperando el momento de atacarlos, dos o tres se presentaron y ella con total frialdad sacaba su ballesta y disparaba con una puntería que podía dejar helado a más de uno – asquerosos asesinos – decía con cada disparo, odiaba a esos seres traidores.
Llegaron nuevamente a las ruinas, cruzaron lo que en su momento había sido una sala de baile, aún quedaba una araña enorme de caireles que se mecía peligrosamente con la briza de la noche haciendo tintinear sus piedra y dando un ambiente fantasmagórico al lugar, siguieron por un pasillo y de allí a una escalera, ella tomó de un rincón una antorcha que guardaba para poder cruzar sin peligro por el túnel que llevaba hasta el lago, sacó un yesquero y la encendió, se dio vuelta y lo enfrentó, cuando le preguntó si conocía el lugar – es un buen lugar para entrenar, claro no tan bueno como Italia, pero por lo menos es aceptable – dijo mientras le daba la espalda y continuaba guiando el camino, dio unos pasos más y sin darse vuelta le dijo – volví porque temí que no pudieras con todos y en verdad picolo bambino, no me equivoque, ¿no es así? – le preguntó riendo.
Cuando llegaron a la salida del túnel, la luna iluminaba con fuerza esa parte del bosque que al tener menos vegetación estaba más iluminada, la orilla del lago estaba a menos de veinte metros y ella se acercó para apagar el fuego – no es bueno que descubran esta fuente de luz – dijo mientras se daba vuelta y lo desafiaba – creo que podrás ir y decirle tu solo a esa … mujer – casi de sus labios había salido la palabra asesina, pero calló oportunamente aunque el desprecio en su voz no había podido ocultar. Miró al suelo, a las puntas de las botas del inquisidor – disculpa, será tu amiga, pero no me gusta y si la tuviera enfrente… no sé lo que haría – levantó su mirada a los ojos de él, - no confió en las mujeres que son capaces de matar por que se lo exige una religión que se supone predica el amor – mantuvo su mirada altiva, desafiante, clavada en la ajena, el tiempo se le esfumó y por un momento sus buenas intenciones de alejarse de ese hombre se estaban resquebrajando – no confió en él tampoco – pensó, mientras le daba la espalda y sus ojos se perdían en el reflejo de la luna en el agua, -¿no crees que es hermosa?– dejó la ballesta en el suelo y se sentó en un tronco caído - ¿Crees que volverán? – giró su cabeza mirándolo, apoyó su mano en el tronco, como invitándolo a sentarse.
El inquisidor se levantó y le ofreció la mano, ella hubiera querido demostrarle que podía sola, pero en verdad estaba todavía algo turbada. Cuando él le dijo que se notaba que conocía bien el lugar, ella sonrió, él no la podía ver, estaba un paso atrás de ella y la penumbra del lugar no dejaba que la descubriera – si, vengo casi todas las noches, desde que llegue – siguió caminando con paso firme, debían salir de allí lo antes posible, no sabían cuántos inquisidores más pudieran estar agazapados esperando el momento de atacarlos, dos o tres se presentaron y ella con total frialdad sacaba su ballesta y disparaba con una puntería que podía dejar helado a más de uno – asquerosos asesinos – decía con cada disparo, odiaba a esos seres traidores.
Llegaron nuevamente a las ruinas, cruzaron lo que en su momento había sido una sala de baile, aún quedaba una araña enorme de caireles que se mecía peligrosamente con la briza de la noche haciendo tintinear sus piedra y dando un ambiente fantasmagórico al lugar, siguieron por un pasillo y de allí a una escalera, ella tomó de un rincón una antorcha que guardaba para poder cruzar sin peligro por el túnel que llevaba hasta el lago, sacó un yesquero y la encendió, se dio vuelta y lo enfrentó, cuando le preguntó si conocía el lugar – es un buen lugar para entrenar, claro no tan bueno como Italia, pero por lo menos es aceptable – dijo mientras le daba la espalda y continuaba guiando el camino, dio unos pasos más y sin darse vuelta le dijo – volví porque temí que no pudieras con todos y en verdad picolo bambino, no me equivoque, ¿no es así? – le preguntó riendo.
Cuando llegaron a la salida del túnel, la luna iluminaba con fuerza esa parte del bosque que al tener menos vegetación estaba más iluminada, la orilla del lago estaba a menos de veinte metros y ella se acercó para apagar el fuego – no es bueno que descubran esta fuente de luz – dijo mientras se daba vuelta y lo desafiaba – creo que podrás ir y decirle tu solo a esa … mujer – casi de sus labios había salido la palabra asesina, pero calló oportunamente aunque el desprecio en su voz no había podido ocultar. Miró al suelo, a las puntas de las botas del inquisidor – disculpa, será tu amiga, pero no me gusta y si la tuviera enfrente… no sé lo que haría – levantó su mirada a los ojos de él, - no confió en las mujeres que son capaces de matar por que se lo exige una religión que se supone predica el amor – mantuvo su mirada altiva, desafiante, clavada en la ajena, el tiempo se le esfumó y por un momento sus buenas intenciones de alejarse de ese hombre se estaban resquebrajando – no confió en él tampoco – pensó, mientras le daba la espalda y sus ojos se perdían en el reflejo de la luna en el agua, -¿no crees que es hermosa?– dejó la ballesta en el suelo y se sentó en un tronco caído - ¿Crees que volverán? – giró su cabeza mirándolo, apoyó su mano en el tronco, como invitándolo a sentarse.
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
Hayden la escuchó mientras recorrían el lugar con la antorcha abriéndoles paso en la oscuridad subterránea.
- Gracias - estuvo por decir Hayden pero sólo bufó, lo cierto era que el pensar en ella le hizo bajar la guardia lo que terminaba por ser una ironía.
Llegaron al final, la luz ya se vislumbraba y afuera bajo la luna llena Giulia apagó la antorcha. Lo más inteligente que podría hacer pensaba Hayden y corroboró que ya no se escuchaba ninguna amenaza, cuando el inquisidor volvió su atención a Giulia, ésta lo confrontó con su mirada y le espetó la cuestión relacionada con Killer Bee. Hayden alzó una ceja sarcásticamente, no podía negar que reprobaría la acción de Killer Bee sí, ésta asesinaba a Ruggero, pero le pareció gracioso creer que Giulia tendría una oportunidad contra Cammy White, sí Hayden respetaba dentro de los soldados ha alguien más que a Ruggero y el líder de su orden, era a la mortal Killer Bee el orgullo por encima de él de Ruggero Rosso, su mentor.
Pero Hayden no dijo nada, prefirió reservarse el comentario no pretendía picar el orgullo de Giulia para que ésta buscara a Cammy.
Giulia le dio la espalda y caminó, escuchó con atención la melódica voz que le anunciaba haber una belleza como la suya en aquel escenario y Hayden supo que se trataba de la Luna, miró el reflejo y respiró, sintió de pronto una punzada en la herida que le había intervenido Giulia y sin embargo, no se quejó o hizo algún gesto. - Lo dudo, sin el líder evalúan la situación antes de continuar, además no creo que Dreik les allá dicho la verdad, de cualquier forma, y aunque regresen tendremos tiempo suficiente para desplegarnos -, de pronto el reflejo de la luna fue reemplazado por el rostro de Giulia, la belleza reflejada puso en duda a Hayden acerca de la naturaleza de su compañera, el brillo en sus ojos, la aureola que la luz de luna dibuja por encima del cabello oscuro de ella y esos labios que le enamoraron a primera vista volvió a repetir en la cabeza del inquisidor un sólo nombre para referirse a ella, "Ángel".
Hayden no quiso ver más el reflejo y obedeció a la clara invitación que Giulia le ofrecía. Caminó orgulloso y pendiente a las acciones de Giulia, Hayden no la acusaba de brujería, pero reconocía un misticismo en lo que ella provocaba en él y que era un simple significado para otros, "enamoramiento", término que Hayden no relacionaba a causa de su entrenamiento y estudio en la religión y que muchas veces era la causa de inocentes acusaciones de brujería en mujeres, el simple hecho de provocar atracción y enamorar a un inquisidor ya era condena, sobre todo en los siglos pasados, actualmente era diferente o eso se creía hasta la situación de Ruggero, el caso era que Hayden estaba enredándose en una telaraña que no comprendía del todo y no aceptaría.
Se sentó junto a ella, quiso felicitarla por los certeros tiros cuando regresaban a las ruinas pero prefirió no hacerlo, anteriormente sus disparos no habían sido del todo exactos, por lo que para él pudo haber sido tiros de suerte.
- Lo es, como muchas otras bellezas que Dios ha creado para nosotros - la miró, contemplando sus ojos, - bellezas que se representan bajo un cuerpo femenino, como la mujer que en mis ojos verás reflejada - no supo porque dijo eso, que lo impulsó pero desvió la mirada antes de que se ruborizara. - Aunque no hay duda alguna que el hombre puedo superar en belleza a la misma mujer - Hayden sonrió de forma vanidosa y dedicó una mirada astuta a Giulia para después llevarse una de sus manos al cabello y echarselo para atrás, - algunos somos el claro ejemplo de ello - no dejó de sonreír pero si dejó de ver a Giulia.
- Gracias - estuvo por decir Hayden pero sólo bufó, lo cierto era que el pensar en ella le hizo bajar la guardia lo que terminaba por ser una ironía.
Llegaron al final, la luz ya se vislumbraba y afuera bajo la luna llena Giulia apagó la antorcha. Lo más inteligente que podría hacer pensaba Hayden y corroboró que ya no se escuchaba ninguna amenaza, cuando el inquisidor volvió su atención a Giulia, ésta lo confrontó con su mirada y le espetó la cuestión relacionada con Killer Bee. Hayden alzó una ceja sarcásticamente, no podía negar que reprobaría la acción de Killer Bee sí, ésta asesinaba a Ruggero, pero le pareció gracioso creer que Giulia tendría una oportunidad contra Cammy White, sí Hayden respetaba dentro de los soldados ha alguien más que a Ruggero y el líder de su orden, era a la mortal Killer Bee el orgullo por encima de él de Ruggero Rosso, su mentor.
Pero Hayden no dijo nada, prefirió reservarse el comentario no pretendía picar el orgullo de Giulia para que ésta buscara a Cammy.
Giulia le dio la espalda y caminó, escuchó con atención la melódica voz que le anunciaba haber una belleza como la suya en aquel escenario y Hayden supo que se trataba de la Luna, miró el reflejo y respiró, sintió de pronto una punzada en la herida que le había intervenido Giulia y sin embargo, no se quejó o hizo algún gesto. - Lo dudo, sin el líder evalúan la situación antes de continuar, además no creo que Dreik les allá dicho la verdad, de cualquier forma, y aunque regresen tendremos tiempo suficiente para desplegarnos -, de pronto el reflejo de la luna fue reemplazado por el rostro de Giulia, la belleza reflejada puso en duda a Hayden acerca de la naturaleza de su compañera, el brillo en sus ojos, la aureola que la luz de luna dibuja por encima del cabello oscuro de ella y esos labios que le enamoraron a primera vista volvió a repetir en la cabeza del inquisidor un sólo nombre para referirse a ella, "Ángel".
Hayden no quiso ver más el reflejo y obedeció a la clara invitación que Giulia le ofrecía. Caminó orgulloso y pendiente a las acciones de Giulia, Hayden no la acusaba de brujería, pero reconocía un misticismo en lo que ella provocaba en él y que era un simple significado para otros, "enamoramiento", término que Hayden no relacionaba a causa de su entrenamiento y estudio en la religión y que muchas veces era la causa de inocentes acusaciones de brujería en mujeres, el simple hecho de provocar atracción y enamorar a un inquisidor ya era condena, sobre todo en los siglos pasados, actualmente era diferente o eso se creía hasta la situación de Ruggero, el caso era que Hayden estaba enredándose en una telaraña que no comprendía del todo y no aceptaría.
Se sentó junto a ella, quiso felicitarla por los certeros tiros cuando regresaban a las ruinas pero prefirió no hacerlo, anteriormente sus disparos no habían sido del todo exactos, por lo que para él pudo haber sido tiros de suerte.
- Lo es, como muchas otras bellezas que Dios ha creado para nosotros - la miró, contemplando sus ojos, - bellezas que se representan bajo un cuerpo femenino, como la mujer que en mis ojos verás reflejada - no supo porque dijo eso, que lo impulsó pero desvió la mirada antes de que se ruborizara. - Aunque no hay duda alguna que el hombre puedo superar en belleza a la misma mujer - Hayden sonrió de forma vanidosa y dedicó una mirada astuta a Giulia para después llevarse una de sus manos al cabello y echarselo para atrás, - algunos somos el claro ejemplo de ello - no dejó de sonreír pero si dejó de ver a Giulia.
Hayden Vaggö- Humano Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
Lo vio, acercarse y sentarse a su lado, el tronco era pequeño y aunque intento darle un mayor espacio sus cuerpos se rosaron, provocando un pequeño estremecimiento en Giulia, quien se ruborizó, pero gracias a la distracción de su compañero creyó que había pasado inadvertido. Volvió a ruborizarse cuando él habló de la belleza de las mujeres y de la que en sus ojos se reflejaba, ella se había perdido en esos orbes azules como el día y sonrió coqueta, pero al momento bajó la mirada – como puedes mostrarte ante él, como una total idiota – se reprendió, - que es lo que te está pasando Giulia, eres una desconocida para mi – se dijo, mientras unas luciérnagas revoloteaban en su estómago. Unos mechones rebeldes se habían soltado de su peinado y se los escondió detrás de la oreja.
Cuando él se refirió a la belleza de los hombres que era mayor al de las mujeres, ella volvió sus ojos a los ajenos, risueña y sarcástica – ¿así que te gusta la belleza de los hombres? No me dirás que eres un… - no termino la frase – un verdadero hombre diría que solo nosotras somos hermosas y deberíais esperar que una le diga que lo es – dijo mirándolo con picardía y mordiendo su labio inferior en un impulso que dejaba a la vista lo que en verdad sentía.
Bajó la mirada y miró las manos del inquisidor, fuertes, seguras, por su mente cruzó un pensamiento – que se sentiría cuando un hombre, como él, te recorre con sus manos por la espalda desnuda – se ruborizó de solo pensar en lo que acababa de imaginar, ese inquisidor, recorriendo su cuerpo virginal y besando sus labios y todo su cuerpo. Se movió algo incomoda en el asiento y un escalofrió la traspasó, se abrazó y frotó sus brazos tratando de hacer pasar esa sensación que le provocaba un desasosiego en el alma.
Se levantó alejándose del hombre, no deseaba que la contemplara vulnerable por lo que sentía, - sois muy presumido, si pensáis que todas las mujeres caerían rendidas a vuestros pies – le dijo sonriéndole con malicia, lo observó un segundo antes de proseguir – sois bello, no lo negaré, pero el hombre debe tener algo más que una belleza física – de repente, volvió a pensar en el hombre que le causó tanta tristeza en su vida. Le dio la espalda mientras miraba el lago que con sus ondas en la superficie mostraba que la briza de la madrugada se acercaba lenta.
Se apoyó en el tronco de uno de los arboles cercanos a donde se encontraba Hayden, y lo contempló – odio a los hombres que se jactan de su belleza, de sus vidas – dijo mirándolo a los ojos – que dicen palabras tiernas, juran amores eternos y luego las abandonan como si todas las promesas hubieran sido fútiles flores de primavera – el dolor que mostraba la mirada de la mujer, podía malinterpretarse como que ella había sido abandonada por un hombre, pero en realidad se refería a su padre, a su incierto origen.
Con las manos en la espalda y la cabeza agachada, pensó en que nunca podría encontrar a un hombre bueno con el quien llevar una vida como lo hacía su hermana – yo soy solo una bastarda – pensó dolida, las lágrimas caían de sus pestañas muriendo en la punta de sus zapatos. A nadie podía decir lo que ella en realidad era, no deseaba que él supiera que por más apellido que portara y clase social que gozara, en nada se diferenciaba de uno de los pequeños niños que habían sido abandonados en el orfanato. Levantó la cabeza, tiró los hombros hacia tras y sorbió por la nariz las lágrimas, haciendo un pequeño ruido como el de un niño que no quiere llorar más – nunca dejaré que me lastimen así – dijo en voz alta sin pensar en que Hayden podía escucharla.
Cuando él se refirió a la belleza de los hombres que era mayor al de las mujeres, ella volvió sus ojos a los ajenos, risueña y sarcástica – ¿así que te gusta la belleza de los hombres? No me dirás que eres un… - no termino la frase – un verdadero hombre diría que solo nosotras somos hermosas y deberíais esperar que una le diga que lo es – dijo mirándolo con picardía y mordiendo su labio inferior en un impulso que dejaba a la vista lo que en verdad sentía.
Bajó la mirada y miró las manos del inquisidor, fuertes, seguras, por su mente cruzó un pensamiento – que se sentiría cuando un hombre, como él, te recorre con sus manos por la espalda desnuda – se ruborizó de solo pensar en lo que acababa de imaginar, ese inquisidor, recorriendo su cuerpo virginal y besando sus labios y todo su cuerpo. Se movió algo incomoda en el asiento y un escalofrió la traspasó, se abrazó y frotó sus brazos tratando de hacer pasar esa sensación que le provocaba un desasosiego en el alma.
Se levantó alejándose del hombre, no deseaba que la contemplara vulnerable por lo que sentía, - sois muy presumido, si pensáis que todas las mujeres caerían rendidas a vuestros pies – le dijo sonriéndole con malicia, lo observó un segundo antes de proseguir – sois bello, no lo negaré, pero el hombre debe tener algo más que una belleza física – de repente, volvió a pensar en el hombre que le causó tanta tristeza en su vida. Le dio la espalda mientras miraba el lago que con sus ondas en la superficie mostraba que la briza de la madrugada se acercaba lenta.
Se apoyó en el tronco de uno de los arboles cercanos a donde se encontraba Hayden, y lo contempló – odio a los hombres que se jactan de su belleza, de sus vidas – dijo mirándolo a los ojos – que dicen palabras tiernas, juran amores eternos y luego las abandonan como si todas las promesas hubieran sido fútiles flores de primavera – el dolor que mostraba la mirada de la mujer, podía malinterpretarse como que ella había sido abandonada por un hombre, pero en realidad se refería a su padre, a su incierto origen.
Con las manos en la espalda y la cabeza agachada, pensó en que nunca podría encontrar a un hombre bueno con el quien llevar una vida como lo hacía su hermana – yo soy solo una bastarda – pensó dolida, las lágrimas caían de sus pestañas muriendo en la punta de sus zapatos. A nadie podía decir lo que ella en realidad era, no deseaba que él supiera que por más apellido que portara y clase social que gozara, en nada se diferenciaba de uno de los pequeños niños que habían sido abandonados en el orfanato. Levantó la cabeza, tiró los hombros hacia tras y sorbió por la nariz las lágrimas, haciendo un pequeño ruido como el de un niño que no quiere llorar más – nunca dejaré que me lastimen así – dijo en voz alta sin pensar en que Hayden podía escucharla.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
- No me interesan las mujeres ni tampoco sus opiniones, a la única mujer que respondo es a mi madre a nadie más. Por lo tanto si caen rendidas o no me tiene sin cuidado - ella le sonría con malicia y después Hayden se percató de que estaba reflexionando o recordando algo y le dio la espalda, - ¿esperaba otra respuesta? - pensó pero no buscó indagar en ella. No tardaría mucho en amanecer y estaba casi seguro que ya estaban fuera de riesgo.
Luego, cuando la escuchó referirse a los hombres románticos pensó por inercia en su mentor, no lo sabía pero estaba seguro que él había actuado de esa forma para conquistar a la que ahora era su mujer y estaba claro que Giulia no confiaba en él... ¿pero por qué? Hayden buscó su rostro, quería verla y vio en ella dolor. Se sintió invadido por ese mismo sentimiento y quiso abrazarla, reconfortarla como si de una niña pequeña se tratara.
- ¿Realmente todos los hombres son así? - dijo eliminándose claramente de la globalización de Giulia, - Mi padre es un hombre correcto, de una sola familia y estoy seguro que ama a mi madre como a ninguna otra, lo sé porque alguna vez me dijo "Hayden, tu madre es mi mundo algún día cuando seas grande y tengas una mujer como esposa lo comprenderás" aunque claro eso fue antes de unirme a la inquisición, quizás algún día lo sepa pero dudo que lo experimente, solo Dios lo sabe pero mientras me tenga estoy satisfecho - y Hayden se reincorporó, cuando la miró se dio cuenta de que estaba llorando, - ¿Será acaso que mis palabras le hicieron daño - y se entristeció.
Después, Hayden se arrodilló frente a ella y le acarició el rostro, secando las lágrimas rebeldes. - Sois una mujer muy hermosa e inteligente, dudo que se os puedan engañar tan fácil será muy difícil que os lastimen - dijo como si comprendiera el amor, como si estuviera seguro que el amor no doblega el alma, que uno lo puedo controlar. Pero era obvio que no era así, que él era un ingenuo y ella comenzaba a comprenderlo así.
Le extendió la mano para ayudarla a reincorporarse, - es tiempo de irnos - y le sonrió como si de una amiga se tratara.
Luego, cuando la escuchó referirse a los hombres románticos pensó por inercia en su mentor, no lo sabía pero estaba seguro que él había actuado de esa forma para conquistar a la que ahora era su mujer y estaba claro que Giulia no confiaba en él... ¿pero por qué? Hayden buscó su rostro, quería verla y vio en ella dolor. Se sintió invadido por ese mismo sentimiento y quiso abrazarla, reconfortarla como si de una niña pequeña se tratara.
- ¿Realmente todos los hombres son así? - dijo eliminándose claramente de la globalización de Giulia, - Mi padre es un hombre correcto, de una sola familia y estoy seguro que ama a mi madre como a ninguna otra, lo sé porque alguna vez me dijo "Hayden, tu madre es mi mundo algún día cuando seas grande y tengas una mujer como esposa lo comprenderás" aunque claro eso fue antes de unirme a la inquisición, quizás algún día lo sepa pero dudo que lo experimente, solo Dios lo sabe pero mientras me tenga estoy satisfecho - y Hayden se reincorporó, cuando la miró se dio cuenta de que estaba llorando, - ¿Será acaso que mis palabras le hicieron daño - y se entristeció.
Después, Hayden se arrodilló frente a ella y le acarició el rostro, secando las lágrimas rebeldes. - Sois una mujer muy hermosa e inteligente, dudo que se os puedan engañar tan fácil será muy difícil que os lastimen - dijo como si comprendiera el amor, como si estuviera seguro que el amor no doblega el alma, que uno lo puedo controlar. Pero era obvio que no era así, que él era un ingenuo y ella comenzaba a comprenderlo así.
Le extendió la mano para ayudarla a reincorporarse, - es tiempo de irnos - y le sonrió como si de una amiga se tratara.
Hayden Vaggö- Humano Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
Escuchó con atención lo que él hablaba de sus padres, como le hubiera gustado vivir algo así, pero no conocía a su padre y su madre la había dejado de lado como si fuera un objeto viejo y deslucido, siempre las apariencia habían sido más importantes que la verdad, y muchas veces las apariencias engañaban, y eso Giulia lo sabía muy bien, pues ella era un claro ejemplo de ello.
A pesar de lo que ella sentía por sus padres, le gustó saber que él había tenido una vida tan bella. – Pero no puedes ser tan mal agradecida, los tíos Di Arezzo, me criaron con amor y rectitud y me dieron el apellido – se reprochó. Cuando Hayden refirió lo que su padre decía de su madre, ella recordó las tardes en que sus padres adoptivos se sentaban en la amplia galería solariega y tomados de la mano contemplaban el atardecer, se dio cuenta que algo de lo que él decía, había podido experimentar gracias al amor de sus queridos tíos, - si algún día viviera un sentimiento así, lucharía por él hasta la muerte – pensó, mientras clavaba sus ojos en el inquisidor y otra vez las luciérnagas se apoderaban de su estómago – que te pasa Giulia, contrólate – pero sus piernas le temblaban y se sentía totalmente insegura, deseó huir, pero a la vez, deseaba que él la abrazara y reconfortara.
Cuando el inquisidor se arrodilló a su lado y le tomó el rostro entre sus fuertes manos, ella inclinó su cabeza para poder sentir el calor de esa piel, cerró los ojos y suspiró, se sentía tan desprotegida, como un pequeño niño en mitad de la noche. Él le secó sus manos y le dijo palabras de consuelo, no se daba cuenta que su dolor no se trataba por el amor de una pareja, sino por el desprecio de unos padres que la habían hecho a un lado sin miramientos.
Él le ofreció la mano y le afirmó que era momento de emprender el regreso, una tristeza se apoderó de Giulia, no quería que esa noche terminara, estaba segura que no volvería a verlo, al tomar su mano e impulsarse para incorporarse se abrazó a él, en una locura que no sabía cómo podría terminar, bien podría empujarla y reprocharle ese comportamiento, o podría abrazarla y besarla, pero eso era soñar demasiado. Apoyó su cabeza en el pecho masculino y suspiró – gracias por vuestras palabras, aunque no creo que hayáis entendido mucho – se sonrió maliciosa, sin que él pudiera verla. Se separó de él y se dirigió a un lado del inquisidor, - en esa dirección he dejado a mi caballo, no sé dónde habréis dejado vuestra montura, pero si la meta de vuestros perseguidores era daros alcance y muerte, temo que vuestro caballo habrá sufrido el destino planeado para vos – le dijo mientras lo miraba a los ojos.
Se agachó y tomó la ballesta, se la colgó en el hombro y giró para observarlo antes de tomar el camino hacia donde se encontraba “Demonio”, - vamos, os acercaré a donde debáis ir – sonrió, - no creo que sea buena idea que caminéis hasta la ciudad, además a poco de aquí está la mansión de mi hermano, podre prestaros uno de sus caballos – le dijo mirándolo con picardía, - ya que estoy casi segura que no queráis que os vean llegar con una mujer vestida como hombre, cuando entréis a donde sea que se reúnen vosotros los inquisidores – encogió los hombros y le dio la espalda, - vamos bambino, es por aquí – pero cuando quiso seguir la dirección elegida su mano fue tomada por el inquisidor y la atrajo hacia él – ¿oye que intentas hacer?- le dijo algo mosqueada.
A pesar de lo que ella sentía por sus padres, le gustó saber que él había tenido una vida tan bella. – Pero no puedes ser tan mal agradecida, los tíos Di Arezzo, me criaron con amor y rectitud y me dieron el apellido – se reprochó. Cuando Hayden refirió lo que su padre decía de su madre, ella recordó las tardes en que sus padres adoptivos se sentaban en la amplia galería solariega y tomados de la mano contemplaban el atardecer, se dio cuenta que algo de lo que él decía, había podido experimentar gracias al amor de sus queridos tíos, - si algún día viviera un sentimiento así, lucharía por él hasta la muerte – pensó, mientras clavaba sus ojos en el inquisidor y otra vez las luciérnagas se apoderaban de su estómago – que te pasa Giulia, contrólate – pero sus piernas le temblaban y se sentía totalmente insegura, deseó huir, pero a la vez, deseaba que él la abrazara y reconfortara.
Cuando el inquisidor se arrodilló a su lado y le tomó el rostro entre sus fuertes manos, ella inclinó su cabeza para poder sentir el calor de esa piel, cerró los ojos y suspiró, se sentía tan desprotegida, como un pequeño niño en mitad de la noche. Él le secó sus manos y le dijo palabras de consuelo, no se daba cuenta que su dolor no se trataba por el amor de una pareja, sino por el desprecio de unos padres que la habían hecho a un lado sin miramientos.
Él le ofreció la mano y le afirmó que era momento de emprender el regreso, una tristeza se apoderó de Giulia, no quería que esa noche terminara, estaba segura que no volvería a verlo, al tomar su mano e impulsarse para incorporarse se abrazó a él, en una locura que no sabía cómo podría terminar, bien podría empujarla y reprocharle ese comportamiento, o podría abrazarla y besarla, pero eso era soñar demasiado. Apoyó su cabeza en el pecho masculino y suspiró – gracias por vuestras palabras, aunque no creo que hayáis entendido mucho – se sonrió maliciosa, sin que él pudiera verla. Se separó de él y se dirigió a un lado del inquisidor, - en esa dirección he dejado a mi caballo, no sé dónde habréis dejado vuestra montura, pero si la meta de vuestros perseguidores era daros alcance y muerte, temo que vuestro caballo habrá sufrido el destino planeado para vos – le dijo mientras lo miraba a los ojos.
Se agachó y tomó la ballesta, se la colgó en el hombro y giró para observarlo antes de tomar el camino hacia donde se encontraba “Demonio”, - vamos, os acercaré a donde debáis ir – sonrió, - no creo que sea buena idea que caminéis hasta la ciudad, además a poco de aquí está la mansión de mi hermano, podre prestaros uno de sus caballos – le dijo mirándolo con picardía, - ya que estoy casi segura que no queráis que os vean llegar con una mujer vestida como hombre, cuando entréis a donde sea que se reúnen vosotros los inquisidores – encogió los hombros y le dio la espalda, - vamos bambino, es por aquí – pero cuando quiso seguir la dirección elegida su mano fue tomada por el inquisidor y la atrajo hacia él – ¿oye que intentas hacer?- le dijo algo mosqueada.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: Las apariencias engañan como las sombras en el bosque (privado)
A Hayden le pareció ridículo lo que dijo la mujer. Cuando se dispuso a continuar Hayden dio un pasó tomándole la mano y la jaló hacía él, la expresión irritada de ella le fue indiferente al inquisidor. - ¿Crees que me interesa lo que piensen otros de vuestra apariencia? - dijo como reprendiéndole, clavando sus ojos en los de ella. - No te creáis la única mujer en vestirse como hombre, en nuestra misma orden hay mujeres con atuendos parecidos, para nosotros no es novedad ver mujeres como lo sois, vestidas de hombres, consideraros única es mucha arrogancia de vuestra parte - le dedicó una sonrisa de satisfacción y la soltó.
- No es necesario que me llevéis, el sol está saliendo, el camino del lago me guiará a mi montura - el inquisidor se encaminó hacía la orilla del lago y se detuvo a cinco pasos de distancia, se volvió a Giulia con un gesto vanidoso - tengo que alzar un reporte y vuestra compañía sólo me procuraría una distracción así que es mejor que os vayáis. Anda ve a descansar que esta noche os has portado mal - volvió a sonreír de la misma forma de antes.
Quiso darse la vuelta pero no pudo, en vez de eso caminó de regreso, frente a ella y su rostro se dulcificó, mirándola con ternura - reconozco que si sigo vivo es por vuestra intervención - acercó su rostro al de ella y la besó en la comisura de la boca, - gracias - le susurró en la boca y se marchó siguiendo el camino del lago sin mirar atrás, el sol salió y por un momento contempló el rostro de quien fuera su compañera en esa noche traicionera.
- No es necesario que me llevéis, el sol está saliendo, el camino del lago me guiará a mi montura - el inquisidor se encaminó hacía la orilla del lago y se detuvo a cinco pasos de distancia, se volvió a Giulia con un gesto vanidoso - tengo que alzar un reporte y vuestra compañía sólo me procuraría una distracción así que es mejor que os vayáis. Anda ve a descansar que esta noche os has portado mal - volvió a sonreír de la misma forma de antes.
Quiso darse la vuelta pero no pudo, en vez de eso caminó de regreso, frente a ella y su rostro se dulcificó, mirándola con ternura - reconozco que si sigo vivo es por vuestra intervención - acercó su rostro al de ella y la besó en la comisura de la boca, - gracias - le susurró en la boca y se marchó siguiendo el camino del lago sin mirar atrás, el sol salió y por un momento contempló el rostro de quien fuera su compañera en esa noche traicionera.
Hayden Vaggö- Humano Clase Alta
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