Y el tiempo se detiene [Libre]

por **Thérèse Bussiére** Miér Ene 23, 2013 2:50 pm

Mi nublada mirada se dirigió hacia mis pálidas manos. Hacia solo un día no tenia la capacidad de ver nada pero en aquel momento podía distinguir el color de piel y el contorno de mis manos con claridad. Entendía lo que había pasado, lo que había provocado el aumento considerable de mi capacidad visual y también de mis sentidos pero aun no quería creérmelo. Creerlo era una cosa y aceptarlo otra totalmente distinta ¿Como podía aceptar que no volvería a tener premoniciones? ¿Como podía aceptar toda la sangre que había visto? ¿Y la mordedura? ¿Era yo un monstruo? Mi pensamiento voló hacia mis padres y no pude hacer otra cosa que negar con la cabeza. No era una víctima, nunca lo había sido y no iba a empezar en ese momento así que deje de mirarme las manos como si estuviesen manchadas con la sangre de mis enemigos y me centre en el espectáculo de las magnificas y pomposas actuaciones.

El teatro esa noche era un lugar ajetreado y lleno de muchas caras desconocidas aunque adineradas. Tal vez yo sentía que no encajaba en ningún sitio pero el dinero y la insistencia de mi nueva doncella me habían llevado a un lugar así. Cuando el segundo acto empezó ya no podía seguir viendo la avariciosa obra que estaban representando ¿ Querían los actores ser de la clase alta? Pues encantada les habría entregado mi dinero y mi posición -¿Me disculpa?- La doncella, que había sido una mujer de clase alta pero se había quedado para vestir santos, me miro. A pesar de mi aun gigante defecto de vista pude distinguir con claridad su rostro con la ceja arqueada como si me estuviese advirtiendo ¿Esto no era propio de una dama? ¡Eh pues bien! Yo no me consideraba una dama así que me levante con el mayor respeto posible y cogí el bastón que aun utilizaba por los inoportunos imprevistos. Salí del palco a paso lento apoyándome en el y tras llegar a las escaleras suspire mientras me apoyaba en la barandilla.

-Aunque te caigas Thérèse te vas a levantar así que animo ¡Animo!- me susurré a mi misma en voz muy baja en busca de consuelo. Desde la desaparición de Kelevra ya no tenia una persona que creyese en mi y tampoco las que pagaba estaban obligadas a levantarme el animo con sus alago, así que tome aire antes de poner el bastón sobre el primer peldaño y luego fui bajando yo con cada pie correspondiente. El miedo por una caída inminente aun punzaba en mi interior pero me obligue a callarlo ya que por primera vez podía ver mejor que antes y aun así seguía teniendo miedo al bajar o al subir las escaleras. Era incomprensible y tonto pero poco a poco empecé a vencer todos mis demonios con cada peldaño que bajaba. La victoria poco a poco estaba más cerca. Ya había bajado la mitad de los peldaños cuando escuche una voz detrás de mi en lo alto de las escaleras que me desconcentro y me dejo casi al borde de una buena caída. El bastón poco servía cuando la concentración se esfumaba y mi vista tampoco podía evitar lo sucedido así que cerré los ojos a la espera de que el golpe llegase.

por **Alastair Le Fayette** Miér Ene 23, 2013 7:42 pm

"Si mañana te convirtieras en una serpiente y empezaras a devorar a la gente y al mismo tiempo que los devoras, me gritaras diciendo que me amas, ¿podría responderte "te amo" igual que hoy?"

Con los labios cubiertos del pecado, Alastair Le Fayette disfruta de una inmortalidad efímera ¿Contradictorio? Quizá, sin embargo es algo verdadero, tangible, atado a la vida por culpa de su propio egoísmo, manteniéndose en la tierra gracias a su anhelo, buscando en el presente los rastros que el destino le otorga, pequeños trozos del pasado se esparcen sobre el suelo ante su propia mirada atónita, la carta firmada por Astaroth Le Fayette que tanto se esmero en conseguir repentinamente comenzó a arder dejando solamente cenizas tiradas en el suelo, sintiendo su presencia aquel hombre siente que puede ser descubierto, Alastair aun se pregunta ¿Por qué esconderse de su propio hijo durante tantos años? Al mismo tiempo que se regaña a si mismo por buscarlo tan desesperadamente, a pesar de que los días transcurren el no deja atrás el pasado, el esta congelado hasta que encuentre la respuesta que le permita avanzar.

Alastair se limpia los labios mientras observa a la dama en el suelo junto a las cenizas de su pasado, una sonrisa sale a relucir entre la oscuridad, ella es hermosa, como una princesa melancólica que espera entre la suciedad de las calles a la llegada de su príncipe, mira hacia todos lados, el no llegara pronto, pero puede asegurarse de que al menos esa noche no aparezca el hombre equivocado- Escolta a la dama a su hogar-Su voz es suave, pero el cochero la escucha desde las riendas bajando de inmediato por ella, el ya esta acostumbrado a llevar periódicamente mujeres a sus hogares después de los encuentros del amo, de modo que con indiferencia se encarga de cumplir ordenes y seguir con su vida, sabe que el brujo seguirá su camino a pie como retribución por tomar la sangre de la muchacha. Alastair se siente un poco mas vivo, porque la magia desaparece del cuerpo de la joven para correr ahora por sus venas, el mecanismo del reloj sigue corriendo pues se encuentra restaurado completamente, no hay nada que temer esa noche.

El teatro es exquisito por fuera, una verdadera obra arquitectónica, sin embargo Alastair no esta ahí para admirar el paisaje, esta ahí para comenzar el ciclo de nuevo, una nueva chica debe estar a la espera, alguien que odia lo que es, alguien que no puede esperar para caer en sus brazos, alguien que servirá para que el mecanismo siga funcionando correctamente, por el momento no tiene prisa, apresurarse es lo de menos, sin embargo tampoco debe ser tan despreocupado al respecto, por ello desea comenzar de inmediato. Sonríe al escuchar que en la entrada le anuncian que la función ya ha empezado, una lastima porque esperaba realmente verla ese día, por otro lado tiene la certeza de que de un modo u otro no podría haberla visto.

Las escaleras están enfrente de él, todas iguales, construidas perfectamente, con el mismo peralte entre escalón y escalón, con el descanso en el treceavo, esperando a que algún incauto decida pisarlas para llegar a la parte superior. Sobre ellas una mujer anda a paso dubitativo como si fuera a caer en cualquier momento, la predicción se hizo realidad y Alastair Le Fayette alarga los brazos por reflejo sosteniéndola para que no caiga al suelo, el esta sorprendido porque a pesar de haberlo imaginado no espero que realmente sucediese- ¿Se encuentra bien Madeimoselle?-Pregunta nuevamente con una sonrisa tenue y tono triste, mirando en el rostro de la chica juventud acompañada de la un brillo de vida diferente al suyo, mas joven, mas brillante.

por **Thérèse Bussiére** Lun Ene 28, 2013 5:44 am

El bastón inremediablemente cayo al suelo pero yo no me encontraba vergonzosamente tendida sobre las escaleras como el. Algo, o mejor dicho alguien había evitado que tuviese que padecer tal vergüenza. Cuando la voz del hombre cayo sobre mi dirigí los ojos en su búsqueda pero lo único que pude ver fueron sus fracciones borrosas de su rostro -Oh- de mis labios no salieron más palabras y pronto me di cuenta que estaba más que temblando. Me aferre al brazo del señor sin querer que me soltase aunque sabia que debía de ser peligroso que un hombre o algún otro ser viviente estuviese tan cerca de mi. Quise mandarlo lejos, quise rechazar su ayuda pero lo que mi cerebro racional quería no se ajustaba a lo que mis labios pedían -Estoy bien- acabe por hablar en un final con la voz un poco más rota de lo normal. Mi piel bajo el vestido azul celeste se estremeció por todo lo que había estado a punto de suceder y tal vez por la cercanía de tal ser ¿Quien era? ¿Porque me había ayudado? Miles de preguntas sin respuesta recorrían mis pensamientos. Tal vez el tenia otra cosa mejor que hacer que sostenerme hasta acabar la función así que alce mi mano hasta lo que era el contorno de la barandilla e intente apoyarme pero me di cuenta de lo distorsionado que era todo para mis ojos -No quiero que cargue con mi peso Monsieur pero parece que mis ojos me están jugando una mala pasada ¿Le gustaría acercarme a la barandilla? Lo justo como para agarrarla, bajar y coger mi...- miré al suelo por el maldito bastón pero el ahí no estaba.

Al final no tuve más remedio y me mordí los labios mientras un montón de palabras de reproches hacia mi misma salían de mi mente ¿Porque me había dejado convencer a ir a la dichosa obra de teatro? ¿Porque me confiaba demasiado en mis ojos? -Oh Monsieur la vida no es nada justa, la vida es muy injusta para algunos ¿Porque no podría yo seguir siendo una bruja totalmente ciega?- pronuncie la pregunta en un tono mucho más bajo. Si de algo estaba segura era que mi recién adquirida condición no había hecho más que empeorar mi vida. Lo cierto era que había buscado la curación de mis ciegos ojos pero al no tener a nadie que me ayudase en estos momentos se me hacia muy duro ¿Donde estaba Kelevra? El solo pensamiento de que mi mejor amigo no estuviese cerca me dejaba al borde del llanto pero me resistí y me enderecé en los brazos de aquel caballeroso hombre -Lo siento, fue un solo momento de debilidad- una pésima excusa que esperaba que aceptase sin hacer preguntas.

-Gracias por su ayuda, ha sido usted un hombre muy caballeroso- le murmure al hombre cuando sus manos estuvieron bien lejos de mi. Busque a tientas con la otra la barandilla mientras intentaba mantenerme sobre los dos pies y no volver a caerme. Cuando la encontré dirigí mi rostro hacia el hombre e intente analizar sus fracciones aunque se me hacían muy borrosas -Me va a perdonar pero ¿Puedo verle?- seguramente pensaría que estaba loca al pedirle aquello mientras le miraba fijamente pero luego lo aclare -Vera, soy parcialmente ciega y aunque ahora veo un poco más que antes sigue siendo insuficiente. Todo esta muy borroso y solo puedo distinguir algunas cosas de su rostro como las sombras o sus cejas- tendí mi mano y le toque la ceja izquierda en un arrebato de curiosidad. Todo aquello era indecente pero ¿A quien le importaba? A mi desde luego me traía sin cuidado lo que pensaba la gente. La vida me había enseñado que de lo que decía la gente no se podía vivir -La única manera de ver realmente a una persona es tocando su rostro y reconstruyendo cada una de sus reacciones en mi memoria. Es lo más parecido que tengo a ver con totalidad- Mis padres me habían enseñado esa manera de ver cuando habían estado realmente seguros de que yo no iba a poder ser normal nunca. Ante el recuerdo de dos lobos jóvenes y encandilados intentando hacer que su niña bruja, ciega y pequeña viese mejor mediante los más antiguos trucos me hizo sonreír levemente. Una sonrisa que parecía estar en parte dirigida hacia aquel desconocido cuyo nombre ni siquiera hacia preguntado.

por **Alastair Le Fayette** Jue Feb 07, 2013 4:08 am

”Abriendo los ojos al mundo cada mañana me preguntaba porque soy tan desgraciado. La respuesta es simple y a llegado a mi mas lento de lo que esperaba: Cuando dudas de la gente la felicidad es efímera, cuando lastimas a la gente la felicidad es lejana y cuando no crees en nada la felicidad no existe.”

Es extraño que aquella tenue sonrisa se asome por su rostro, Alastair no suele sonreír mucho a menos que encuentre alguna dama interesante, entonces su sonrisa se divide en al menos tres tipos de sonrisas diferentes, esta es una de ella, aunque no se puede precisar exactamente cuales son sus intenciones a través de esta, o si realmente existen intenciones ocultas cada vez que sus labios se curvan de aquella peculiar y triste manera, cualquiera que sea el caso es extremadamente raro encontrar en el dicha expresión, por lo que el mismo Alastair Le Fayette se convence a si de que deberá guardar ese momento en sus recuerdos para la posteridad. Pero saliendo de las cavilaciones anteriores se debe admitir que la dama que sostiene en brazos es en realidad hermosa, el brujo tiene mucha suerte para conocer mujeres hermosas, sin embargo no demasiada para conservar una amistad con estas, mucho menos un romance, aunque claro este que esto no demerita en absoluto la apariencia y virtud de las muchachas que frecuenta.

Puede ver una palabra dibujándose en sus labios, una simple expresión sale de ellos acompañada de un leve temblor, es como una hoja seca en el verano, a punto de ceder ante el travieso viento que despeina a los arboles en dicha estacion, una divertida comparación sin duda, pero bastante acercada a la realidad. Su apariencia desorientada agrado al hombre, como perdida en un mar sin valsas ni islas desiertas la chica permanece en sus brazos intentando recomponerse, Alastair espera a que esto suceda, aun así sigue sosteniéndola firmemente pensando que podría ser una pena si ella cae cuando hace unos segundos acaba de salvarla de golpearse contra el suelo.

- Bruja…?? No debería decir algo tan peligroso como eso…-Las palabras se arrastran fuera de su boca, como una oración en medio de la misa para el santísimo, un atisbo de las emociones del brujo de dejan escuchar, pero se pierden en la lejanía como un eco en las profundidades de las cavernas, el hombre maldijo su interior por sentir hambre, por sentirse tentado aun cuando hace unos minutos acaba de saciarse por completo, los dedos de los pies comienzan a moverse nerviosamente, tiene que analizar la situación, pero no puede pensar correctamente cuando sus plantas no tocan directamente el frio suelo, esta confundido, quizás esto ultimo se debe a que aun no a descifrado la verdad en las expresiones de la mujer, puede ser “bruja” un apelativo que se refiere a ella misma como una mala mujer, o puede ser quizá que realmente sea una bruja, una persona que a nacido con ese don que alimenta a Le Fayette- Es mi deber y mi obligación como sucesor de mi familia ayudar a todo aquel que lo necesite, aun cuando mi presencia no sea requerida-Carente de emociones complejas la voz del hombre sale limpia de su garganta, el no necesita dudar cuando habla, dudar es algún que nunca hace, Alastair solamente cavila, piensa y analiza, no duda.

Escuchando atentamente las palabras de la mujer el hombre espera, esta familiarizado con la ceguera aunque nunca ha conocido a una persona ciega, algo ridículo debido al tiempo que lleva vivo, pero sin duda cierto. Sin embargo un segundo de extrañeza lo invade ante las acciones de la chica, pero supone que cada quien debe tener sus métodos para sobrevivir, tocando ella puede ver lo que sus ojos no le permiten así como la magia mantiene el pulso de sangre que su corazón no alcanza a bombear.

- No se preocupe por mi, haga lo que desee- Comenta en tono cauto, sin embargo, después de tortuosos segundos para su propia mente se mira a si mismo, borroso y casi transparente en el reflejo de uno de los cristales que adornan el teatro, siendo sostenido por las manos de una joven dama y sin animo de ofender se atreve a preguntar- Esta bien para mi que haga lo que desee, sin embargo ¿Acaso no le preocupa que lo demás espectadores salgan de la obra y la miren de esta manera? -Aquella es una cuestión de simple curiosidad que el hombre se animo a plantear ante su acompañante, pues se pregunta si aquel acto es simple y torpe inocencia, un abnegado desinterés o quizá se encuentra frente a un lobo con piel de oveja.

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