AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Recuerdos Prohibidos (Privado +18)
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Recuerdos Prohibidos (Privado +18)
Entre copas y entre fiestas la noche parisina regalaba al cazador no solo dinero y posesiones, sino también un buen entretenimiento aunque este no pasaba del sozo y burdo festín de carnes en los burdeles y de vez en cuando mancillar a alguna jovencita de clase alta pero no había tranquilidad en la mente del cazador y por más que aquellas zorras de los antros de sexo se le insinuaran y se fijaran en él como un amante más galante y pervertido sexual que les ayudaría a salir de aquella vida, se veían siempre colgando de sueños, pues este siempre les recalcaba que las buscaba por su cuerpo y nada más.
Una dama de compañía acepta pasar la noche conmigo, esta vez tomo de su brazo como si fuéramos una pareja ¡joder y es por esto que las mujeres se confunden! La mujer iba toda sonrisas y alegre de estar de mi brazo ¡vamos nena que solo es para sexo, nada más! Ese maldito brillo en sus ojos y ahora si ya sé, ¡esta también se enamoró! Y ahí estábamos de nuevo, con mi cabeza negando lentamente porque al parecer la noche se me había arruinado, ya no era sexo ni mis perversiones, solo era una comida y luego a mi casa.
Entre caminos la lleve a un restaurante lujoso, pedí algo de filete con una ensalada y un poco de vino tinto y de postre, bueno hubiera sido ella pero ya no, el puto lívido se me había bajado como una cubeta de hielo “ya ninguna me da ese juego” pienso mientras aquella mujer no para de hablar y hablar de sus jodidos planes ¡nena como te hago ver que no me interesa tus planes ni ser parte de ellos!, en mi mente buscaba algo de alivio o de ira y ahí estaba de nuevo, la locura y la traición en mi mente de aquella maldita bruja, su presencia en mi mente me hizo fruncir el ceño y perder el apetito y claro como yo mandaba me levanté y jalé del brazo de la zorra que me acompañaba, pague la cuenta y salimos mientras la jalaba a un callejón, la chica se quejaba realmente se quejaba
-Suéltame eres un bruto, un burdo…suéltame- ¿Qué te suelte? Mujer si has estado jodiendome toda la noche por planes a futuro conmigo…la miro ceñudo y la empujo contra la pared –Mira nena soy sincero, solo quiero joder tu cuerpo y nada más, no amor, no sentimiento y ahora mismo estaría fallándote como nunca nadie te ha follado pero jodiste mi lívido así que lárgate a tu burdel y revuélcate con el que se te dé la gana- suelto su muñeca y el rostro de aquella se puso rojo no se si de ira o de vergüenza, pero la bofetada que vino sobre mi rostro lo hizo ver como ira, si me golpeas te lo devuelvo y así pasó, la palma de mi mano le dejó rojo su rostro y mis ojos azules parecían dos pozos negros llenos de oscuridad que mataría, aquella se fue por donde vino corriendo y llorando ¡ilusiones rotas de una puta más!
Saco un cigarro mientras las miradas de hombres y mujeres se ciernen sobre mi y de paso me miran mal al estar sacando un cigarro y para encender y dar una fuerte calada, aunque una fumada daba mejor un buen trago de absenta al menos así olvidaría a todas aquellas pestes de las mujeres, así que me voy rumbo a la taberna más cercana mientras tomo uno, dos, tres…y más vasos uno tras otro de licor y de absenta…
10:00 PM.
Salgo de la cantina con corbata a medio atar la mirada encendida, el lívido volvío y de ganas mandé a aquella zorra al burdel, bueno tocará ahora mancillar a alguna jovencita. Entre pasos por la calzada en eso las campanas van sonando anunciando la hora y de paso van dando prisa a los fieles incautos a que salgan de la iglesia…entro a ese lugar con el cigarro en la boca dando una calada tras otra mirando el lugar y sobre todo mirando a una mujer…que al parecer solo no estaba o mejor dicho a alguien buscaba.
Había que ser sincero, mientras tomaba haciendo miré la espalda de ella era sexy ¡si nena con gusto te fustigo ese trasero y pervierto tu cuerpo en este templo! Luego ese cabello negro ¡espera que yo me conozco ese mar negro de perdición! Traté de ver si la conocía ¡no, no puede ser mi tan jodida suerte!
Cerré mis ojos mientras mis brazos los extendía sobre el respaldo de aquel asiento y mi cuerpo se acomodaba cayendo en la angustia balada de las campanas y el tomar del cigarro. -Una puta noche de tranquilidad no más quiero, ya que el juego no pudo darse- murmuro con el cigarro mientras dejo que le humo salga de mi boca
Una dama de compañía acepta pasar la noche conmigo, esta vez tomo de su brazo como si fuéramos una pareja ¡joder y es por esto que las mujeres se confunden! La mujer iba toda sonrisas y alegre de estar de mi brazo ¡vamos nena que solo es para sexo, nada más! Ese maldito brillo en sus ojos y ahora si ya sé, ¡esta también se enamoró! Y ahí estábamos de nuevo, con mi cabeza negando lentamente porque al parecer la noche se me había arruinado, ya no era sexo ni mis perversiones, solo era una comida y luego a mi casa.
Entre caminos la lleve a un restaurante lujoso, pedí algo de filete con una ensalada y un poco de vino tinto y de postre, bueno hubiera sido ella pero ya no, el puto lívido se me había bajado como una cubeta de hielo “ya ninguna me da ese juego” pienso mientras aquella mujer no para de hablar y hablar de sus jodidos planes ¡nena como te hago ver que no me interesa tus planes ni ser parte de ellos!, en mi mente buscaba algo de alivio o de ira y ahí estaba de nuevo, la locura y la traición en mi mente de aquella maldita bruja, su presencia en mi mente me hizo fruncir el ceño y perder el apetito y claro como yo mandaba me levanté y jalé del brazo de la zorra que me acompañaba, pague la cuenta y salimos mientras la jalaba a un callejón, la chica se quejaba realmente se quejaba
-Suéltame eres un bruto, un burdo…suéltame- ¿Qué te suelte? Mujer si has estado jodiendome toda la noche por planes a futuro conmigo…la miro ceñudo y la empujo contra la pared –Mira nena soy sincero, solo quiero joder tu cuerpo y nada más, no amor, no sentimiento y ahora mismo estaría fallándote como nunca nadie te ha follado pero jodiste mi lívido así que lárgate a tu burdel y revuélcate con el que se te dé la gana- suelto su muñeca y el rostro de aquella se puso rojo no se si de ira o de vergüenza, pero la bofetada que vino sobre mi rostro lo hizo ver como ira, si me golpeas te lo devuelvo y así pasó, la palma de mi mano le dejó rojo su rostro y mis ojos azules parecían dos pozos negros llenos de oscuridad que mataría, aquella se fue por donde vino corriendo y llorando ¡ilusiones rotas de una puta más!
Saco un cigarro mientras las miradas de hombres y mujeres se ciernen sobre mi y de paso me miran mal al estar sacando un cigarro y para encender y dar una fuerte calada, aunque una fumada daba mejor un buen trago de absenta al menos así olvidaría a todas aquellas pestes de las mujeres, así que me voy rumbo a la taberna más cercana mientras tomo uno, dos, tres…y más vasos uno tras otro de licor y de absenta…
10:00 PM.
Salgo de la cantina con corbata a medio atar la mirada encendida, el lívido volvío y de ganas mandé a aquella zorra al burdel, bueno tocará ahora mancillar a alguna jovencita. Entre pasos por la calzada en eso las campanas van sonando anunciando la hora y de paso van dando prisa a los fieles incautos a que salgan de la iglesia…entro a ese lugar con el cigarro en la boca dando una calada tras otra mirando el lugar y sobre todo mirando a una mujer…que al parecer solo no estaba o mejor dicho a alguien buscaba.
Había que ser sincero, mientras tomaba haciendo miré la espalda de ella era sexy ¡si nena con gusto te fustigo ese trasero y pervierto tu cuerpo en este templo! Luego ese cabello negro ¡espera que yo me conozco ese mar negro de perdición! Traté de ver si la conocía ¡no, no puede ser mi tan jodida suerte!
Cerré mis ojos mientras mis brazos los extendía sobre el respaldo de aquel asiento y mi cuerpo se acomodaba cayendo en la angustia balada de las campanas y el tomar del cigarro. -Una puta noche de tranquilidad no más quiero, ya que el juego no pudo darse- murmuro con el cigarro mientras dejo que le humo salga de mi boca
Alekshandro Del Piero- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/11/2012
Localización : Bajo las faldas de alguna mujer haciendola gritar de placer
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Re: Recuerdos Prohibidos (Privado +18)
Diversión ¿Dónde te metiste? No lo sabía y aquello lograba que Aleera perdiera los sentidos, comportarse como una dama le gustaba, era su hobbie preferido, pero en ocasiones le resultaba tedioso no tener otra cara que dar más que esa. Estando en la casa que hacía poco había comprado empezó a buscar en su clóset cual era el atuendo indicado para esa noche, no había pasado ninguna en casa, pero siempre había estado en cama antes de que el primer rayo de sol se asomara en el cielo dibujando líneas delgadas.
Empleó tiempo suficiente en poner, quitar y cepillar su cabello, lo llevaría suelto con un par de orquillas a cada lado para que no cubriera su rostro, no poder admirarlo sería una pena para cualquiera, sonrió mientras delineaba sus labios en color carmín. Se levantó y dejó que su vestido le cubriera las piernas, discreto... No tanto, al llegar al escote se podía dejar ver que la vampiresa tenía algo, podía decirse que invitaba a investigar un poco más allá.
Dejó que el corset marcara su cintura, tomó una bolsa de mano y simplemente comenzó a caminar por donde quiso, al poco rato se había aburrido, las aceras parecían empezar a calmarse. Un sonido hizo que frunciera el ceño y después sonriera, las Iglesias le podían parecer fascinantes a Aleera en toda la extensión de la palabra, le traían recuerdos tan divertidos que el simple hecho de llevar aquello a su memoria la hizo sonreír de una forma sincera, tanto que un chico delante de ella pensó que la sonrisa la había provocado él "Pobre iluso", a pesar de sus pensamientos siguió jugando con el muchacho sin acercarse demasiado.
Tres aceras mientras ellos iban tonteando con simples miradas, un mar de gente entrando a aquél sitio y ella literalmente se dejó llevar por la marea, una porque ya había sido suficiente del niño aquél y dos porque quería volver a sentir lo mismo de ese lejano día.
Tomó asiento en las filas de en medio, el olor a incienso le inundaba los sentidos y a pesar de la cortina de humo blanco que atravesaba el altar podía darse cuenta de como el Sacerdote respiraba, cada una de sus arrugas, cada uno de sus pensamientos iban a dar a Aleera, puras mierdas, eso era lo que existía ahí, aún me preguntaba como era posible que lo hubiera puesto en manos de gente así, pero él tenía que comprender que era Alek o yo... Y la respuesta era más que clara, no había que decidir absolutamente nada, era cuestión de actuar y lo había hecho.
Todos rezaban, todos confesaban sus pecados, todos pensaban que después de aquello se llevarían la gloria eterna. Aleera rió por lo bajo aprovechando el bullicio del momento al levantarse todos para irse ¿Alguno de ellos no tendría prisa por ir a fornicar con la vecina? ¿Alguna de las mujeres saliendo de ahí lo primero que haría sería envidiar lo que los demás tienen? Seguro que cosas así pasarían, pero regresarían al día siguiente para volver a lavar su alma.
Se levantó cuando todo estuvo en silencio, estaba dispuesta a comer de alguno de los que estuviera vagando o perdido en el confesionario, imploraría y ningún Dios vendría a ayudarlo. Sus pasos eran cautelosos mientras que sus ojos inspeccionaban el lugar.
Un sonido proveniente de la parte trasera había hecho que Aleera girara despacio hasta mirar la última fila. Levantó la ceja mientras una sonrisa incrédula se dibujaba en los labios de la vampiresa. Sus pasos eran calmos ¿Para qué había prisa? Para nada. Era su día de suerte o al menos eso era lo que pensaba.
-Vaya... Vaya...- apoyó su mano sobre el filo del asiento de adelante e inclinó ligeramente el cuerpo hacia el ajeno -Que milagro, cariño...- la última palabra había sido suave, lenta, sensual -Empezaré a hacerme creyente esto de venir a la Iglesia e ir por el buen camino deja cosas muy buenas...- murmuró mientras que sus manos se acercaban al cuello ajeno acomodando la corbata, aquello era innecesario, pero quería saber como reaccionaría él, quería saber que pasaría, había estado añorando verle de nuevo para poder reírse en su cara y hasta el momento sólo conseguía quedarse estática, lo más que podía, disfrutaría este plato de manera lenta -¿Cuántas necesitaste follar para quedar ligeramente satisfecho?- mencionó dejando que uno de sus dedos rozara la cálida piel de su cuello.
Empleó tiempo suficiente en poner, quitar y cepillar su cabello, lo llevaría suelto con un par de orquillas a cada lado para que no cubriera su rostro, no poder admirarlo sería una pena para cualquiera, sonrió mientras delineaba sus labios en color carmín. Se levantó y dejó que su vestido le cubriera las piernas, discreto... No tanto, al llegar al escote se podía dejar ver que la vampiresa tenía algo, podía decirse que invitaba a investigar un poco más allá.
Dejó que el corset marcara su cintura, tomó una bolsa de mano y simplemente comenzó a caminar por donde quiso, al poco rato se había aburrido, las aceras parecían empezar a calmarse. Un sonido hizo que frunciera el ceño y después sonriera, las Iglesias le podían parecer fascinantes a Aleera en toda la extensión de la palabra, le traían recuerdos tan divertidos que el simple hecho de llevar aquello a su memoria la hizo sonreír de una forma sincera, tanto que un chico delante de ella pensó que la sonrisa la había provocado él "Pobre iluso", a pesar de sus pensamientos siguió jugando con el muchacho sin acercarse demasiado.
Tres aceras mientras ellos iban tonteando con simples miradas, un mar de gente entrando a aquél sitio y ella literalmente se dejó llevar por la marea, una porque ya había sido suficiente del niño aquél y dos porque quería volver a sentir lo mismo de ese lejano día.
Tomó asiento en las filas de en medio, el olor a incienso le inundaba los sentidos y a pesar de la cortina de humo blanco que atravesaba el altar podía darse cuenta de como el Sacerdote respiraba, cada una de sus arrugas, cada uno de sus pensamientos iban a dar a Aleera, puras mierdas, eso era lo que existía ahí, aún me preguntaba como era posible que lo hubiera puesto en manos de gente así, pero él tenía que comprender que era Alek o yo... Y la respuesta era más que clara, no había que decidir absolutamente nada, era cuestión de actuar y lo había hecho.
Todos rezaban, todos confesaban sus pecados, todos pensaban que después de aquello se llevarían la gloria eterna. Aleera rió por lo bajo aprovechando el bullicio del momento al levantarse todos para irse ¿Alguno de ellos no tendría prisa por ir a fornicar con la vecina? ¿Alguna de las mujeres saliendo de ahí lo primero que haría sería envidiar lo que los demás tienen? Seguro que cosas así pasarían, pero regresarían al día siguiente para volver a lavar su alma.
Se levantó cuando todo estuvo en silencio, estaba dispuesta a comer de alguno de los que estuviera vagando o perdido en el confesionario, imploraría y ningún Dios vendría a ayudarlo. Sus pasos eran cautelosos mientras que sus ojos inspeccionaban el lugar.
Un sonido proveniente de la parte trasera había hecho que Aleera girara despacio hasta mirar la última fila. Levantó la ceja mientras una sonrisa incrédula se dibujaba en los labios de la vampiresa. Sus pasos eran calmos ¿Para qué había prisa? Para nada. Era su día de suerte o al menos eso era lo que pensaba.
-Vaya... Vaya...- apoyó su mano sobre el filo del asiento de adelante e inclinó ligeramente el cuerpo hacia el ajeno -Que milagro, cariño...- la última palabra había sido suave, lenta, sensual -Empezaré a hacerme creyente esto de venir a la Iglesia e ir por el buen camino deja cosas muy buenas...- murmuró mientras que sus manos se acercaban al cuello ajeno acomodando la corbata, aquello era innecesario, pero quería saber como reaccionaría él, quería saber que pasaría, había estado añorando verle de nuevo para poder reírse en su cara y hasta el momento sólo conseguía quedarse estática, lo más que podía, disfrutaría este plato de manera lenta -¿Cuántas necesitaste follar para quedar ligeramente satisfecho?- mencionó dejando que uno de sus dedos rozara la cálida piel de su cuello.
Aleera D'Angeli- Vampiro Clase Alta
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Re: Recuerdos Prohibidos (Privado +18)
Entre todas las pesadillas del inframundo, entre todos los castigos crueles e inhumanos de la ramera de babilonia “la Iglesia”…de todos los actos tan insufribles y escandalosos que hacía a las zorras de los burdeles…en fin DE TODAS LAS PUTADAS tenía que ser ella, precisamente ella la que estaba en aquel lugar aquella hora y con aquellos labios endiabladamente rojos que tanto quise morderlos con mis dientes y con miembro darle unos azotes…
¡Maldita la hora en que llegue aquí! Murmuré a mis adentros mientras esa dulce y sensual voz me recorría todo mi ser, entraba en mis oídos haciéndose eco en mi sangre que burbujeaba candentemente haciendo notorio aquello con la agitación de mi respiración y el latir fuerte de mi corazón haciendo que mi pecho se hinchara…aunque no era lo único hinchado, pues mi polla se retorcía bajo los pantalones, pero no por sexo si no por rabia ¡joder, que ya no soy el puto niñito encabriado que se fijo en esta! Me lo decía en mi mente una y otra vez frunciendo el ceño ante aquello…su mirada, sus ojos, sus manos y su…pechos.. ¡joder quiero atormentarlos con mis dedos y pellizcos! Negué con la cabeza justo cuando el cigarro cayó de mi boca por la camisa al sentir sus manos en cuello y al lugar donde fue a parar aquel cigarro fue a mis pantalones lo que abruptamente me hizo sentar y separar sus garras de mi…maldiciendo.
-Milagro que no tenga arma alguna para dejarte una buena marca…aunque creo que ya tienes una, Si, sabes se te da muy bien estar ahincada frente a alguien- le guiñe un ojo mientras apagaba el cigarro al suelo después de una larga calada para soltar el humo -Que coño haces aquí, pensé que estabas en Londres revolcándote con algún otra polla rica- reí mientras aflojaba por completo la corbata de nuevo, deshaciendo el nudo –Te importa a caso a cuantas de tus semejantes zorras tuve que follar hasta el cansancio, a cuantas lleve a mi sotano y las llevé al borde de la muerte, no creo que sea de tu incumbencia saber como y con cuantas putas iguales a ti tuve que saciarme mi sed, verdad- alcé la ceja mientras me levantaba pegándome al cuerpo de ella, no lo podía negar tenía aun algo esa bruja que me atraía ¡joder, por lucifer, quiero esa boca y ese coño a mi merced! Jamás la desee tanto pero quería otros tormentos para ella, lo quería o lo deseaba, con solo oler el perfume de sus cabello venían los recuerdos de nuestra ultima noche y como me entregó a la iglesia.
Retrocedí un poco pero aun estaba muy cerca a ella –Acaso no has encontrado ya otra polla juguete para joder y fustigar lo suficiente o es que ninguna de esas te satisface hasta el límite, oh claro eres una maldita chupasangre y puedes hacer cualquier cosa contra la voluntad de los demás, lástima que conmigo ya no funcione tus atributos inmortales y no seas más que una vieja zorra perdida en el tiempo, quizás deberías trabajar el burdel ganarías más de lo que crees- un susurro y una risa, una gran risa le dejé mientras miraba a todos lados asegurándome de que no haya nadie en el lugar, solo quedaba un pequeño monaguillo apagando las velas y llevándose los jarrones con flores hacia adentro…¡perfecto! Murmuré, pues en mi cabeza ya se estaban dando idea.
-Ya se, quizás quieras sentir el sol en tu cuerpo verdad, algo que verdaderamente te excite y te haga calentar ese cuerpo níveo y blanco que tienes, que te haga hervir la sangre y te haga cerrar tus inhibiciones como si fuera una follada horrible pero que te haga vibrar y revivir de entre los muertos, a eso has venido a Francia, deberías ir al Roma, al Vaticano ahí quizás si te den ese trato tan conquistador aunque no creo que te follen pero te harían entrar en mucho calor- susurré esa ultima palabras mientras me reía completamente, mis ojos rara vez se quedaban mirando a otro lado pues iba a su cuerpo, a su rostro y a sus piernas, ese vestido que le hacía tan perfecto ¡se lo quiero arrancar de tajo y ver su desnudez! Negué con la cabeza mientras mis pies iba avante a su cometido estar cerca del confesionario entrando en la parte del sacerdote, sentándome mientras trataba de sofocar la mente y así no ver el cuerpo divinamente conservado que tenía…
Realmente quería ponerla de rodillas y hacerle ver que nadie la tocaría como yo, que sintiera que nadie le podría dar ese sabor tan excitante y a la vez quería que sintiera cuando la despreciaba y la odiaba por todo lo que tuve que pasar encerrado, las torturas que solo hicieron crecer mi rabia.
-Me olvidaba, me devuelves la daga, he encontrado una mujer a la que le quiero dejar unas buenas marcas en el cuerpo para que me recuerde y sepa que es mía…además de que cuando se las vea y sienta, sepa que nadie más le dará las noches más calurosas y excitantes entre placeres sexuales tan viejos y ocultos…así que ¿me la regresas Aleera?- no podía ver su rostro pero si sabía algo de Aleera es que odiaba compartir lo que era suyo, que alguien lo tocara o tratara de tener la atención de lo que ella consideraba suyo y eso lo sé de buen recaudo por el pasado…cuantas veces no se había enfadado cuando alguna jovencita conversaba conmigo o rozaba contra mi…al igual que yo lo hacía con ella, ambos éramos demasiado celosos y posesivos, quizás por esa razón nos hicimos marcas físicas, igual sea cual sea el motivo ella odiaba no ser comparada con otras mujeres y saber que alguna podría superarla…pero lo cierto era, que…¿quizás una podía?.
¡Maldita la hora en que llegue aquí! Murmuré a mis adentros mientras esa dulce y sensual voz me recorría todo mi ser, entraba en mis oídos haciéndose eco en mi sangre que burbujeaba candentemente haciendo notorio aquello con la agitación de mi respiración y el latir fuerte de mi corazón haciendo que mi pecho se hinchara…aunque no era lo único hinchado, pues mi polla se retorcía bajo los pantalones, pero no por sexo si no por rabia ¡joder, que ya no soy el puto niñito encabriado que se fijo en esta! Me lo decía en mi mente una y otra vez frunciendo el ceño ante aquello…su mirada, sus ojos, sus manos y su…pechos.. ¡joder quiero atormentarlos con mis dedos y pellizcos! Negué con la cabeza justo cuando el cigarro cayó de mi boca por la camisa al sentir sus manos en cuello y al lugar donde fue a parar aquel cigarro fue a mis pantalones lo que abruptamente me hizo sentar y separar sus garras de mi…maldiciendo.
-Milagro que no tenga arma alguna para dejarte una buena marca…aunque creo que ya tienes una, Si, sabes se te da muy bien estar ahincada frente a alguien- le guiñe un ojo mientras apagaba el cigarro al suelo después de una larga calada para soltar el humo -Que coño haces aquí, pensé que estabas en Londres revolcándote con algún otra polla rica- reí mientras aflojaba por completo la corbata de nuevo, deshaciendo el nudo –Te importa a caso a cuantas de tus semejantes zorras tuve que follar hasta el cansancio, a cuantas lleve a mi sotano y las llevé al borde de la muerte, no creo que sea de tu incumbencia saber como y con cuantas putas iguales a ti tuve que saciarme mi sed, verdad- alcé la ceja mientras me levantaba pegándome al cuerpo de ella, no lo podía negar tenía aun algo esa bruja que me atraía ¡joder, por lucifer, quiero esa boca y ese coño a mi merced! Jamás la desee tanto pero quería otros tormentos para ella, lo quería o lo deseaba, con solo oler el perfume de sus cabello venían los recuerdos de nuestra ultima noche y como me entregó a la iglesia.
Retrocedí un poco pero aun estaba muy cerca a ella –Acaso no has encontrado ya otra polla juguete para joder y fustigar lo suficiente o es que ninguna de esas te satisface hasta el límite, oh claro eres una maldita chupasangre y puedes hacer cualquier cosa contra la voluntad de los demás, lástima que conmigo ya no funcione tus atributos inmortales y no seas más que una vieja zorra perdida en el tiempo, quizás deberías trabajar el burdel ganarías más de lo que crees- un susurro y una risa, una gran risa le dejé mientras miraba a todos lados asegurándome de que no haya nadie en el lugar, solo quedaba un pequeño monaguillo apagando las velas y llevándose los jarrones con flores hacia adentro…¡perfecto! Murmuré, pues en mi cabeza ya se estaban dando idea.
-Ya se, quizás quieras sentir el sol en tu cuerpo verdad, algo que verdaderamente te excite y te haga calentar ese cuerpo níveo y blanco que tienes, que te haga hervir la sangre y te haga cerrar tus inhibiciones como si fuera una follada horrible pero que te haga vibrar y revivir de entre los muertos, a eso has venido a Francia, deberías ir al Roma, al Vaticano ahí quizás si te den ese trato tan conquistador aunque no creo que te follen pero te harían entrar en mucho calor- susurré esa ultima palabras mientras me reía completamente, mis ojos rara vez se quedaban mirando a otro lado pues iba a su cuerpo, a su rostro y a sus piernas, ese vestido que le hacía tan perfecto ¡se lo quiero arrancar de tajo y ver su desnudez! Negué con la cabeza mientras mis pies iba avante a su cometido estar cerca del confesionario entrando en la parte del sacerdote, sentándome mientras trataba de sofocar la mente y así no ver el cuerpo divinamente conservado que tenía…
Realmente quería ponerla de rodillas y hacerle ver que nadie la tocaría como yo, que sintiera que nadie le podría dar ese sabor tan excitante y a la vez quería que sintiera cuando la despreciaba y la odiaba por todo lo que tuve que pasar encerrado, las torturas que solo hicieron crecer mi rabia.
-Me olvidaba, me devuelves la daga, he encontrado una mujer a la que le quiero dejar unas buenas marcas en el cuerpo para que me recuerde y sepa que es mía…además de que cuando se las vea y sienta, sepa que nadie más le dará las noches más calurosas y excitantes entre placeres sexuales tan viejos y ocultos…así que ¿me la regresas Aleera?- no podía ver su rostro pero si sabía algo de Aleera es que odiaba compartir lo que era suyo, que alguien lo tocara o tratara de tener la atención de lo que ella consideraba suyo y eso lo sé de buen recaudo por el pasado…cuantas veces no se había enfadado cuando alguna jovencita conversaba conmigo o rozaba contra mi…al igual que yo lo hacía con ella, ambos éramos demasiado celosos y posesivos, quizás por esa razón nos hicimos marcas físicas, igual sea cual sea el motivo ella odiaba no ser comparada con otras mujeres y saber que alguna podría superarla…pero lo cierto era, que…¿quizás una podía?.
Alekshandro Del Piero- Cazador Clase Alta
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¿Qué había hecho Aleera para ganarse la gloria? La verdad es que todavía no lo sabía, tenerlo ahí enfrente de ella era lo que había estado deseando hacía tanto tiempo, que quizá ya había perdido la cuenta, pero la espera había valido la pena. Se veía más maduro y más experimentado, aquello la hizo sonreír ¿Qué tanto habría practicado con aquellas zorras con las que acostumbraba despertar? Seguro que mucho, pero que nadie lo iba a hacer disfrutar como el cuerpo de la vampiresa.
-Una marca, sí... Tengo una en mi trasero ¿Recuerdas?- preguntó con cierto sarcasmo mientras sentía el latir del corazón del cazador sobre su pecho, la cercanía lograba hacer que Aleera distinguiera cada facción, cada surco en su piel, sus ojos, su temperatura. Llevó sus dedos al torso del hombro dejando una suave caricia -Y tú también tienes una... Pero la mía a diferencia de la tuya es una clara muestra de que fallaste... ¿Y qué crees?- preguntó con arrogancia haciéndose también para atrás pero no del todo -Las oportunidades sólo se presentan una vez...- encogió los hombros y le guiñó de ojo de forma burlona mientras que sus ojos se dedicaban a recorrer el cuerpo completo de aquél, no había recato alguno ¿Para qué fingir? no tenía caso.
Él tan... Elocuente y agradable, le había enamorado de su caballerosidad, aunque fuera una pantomima, le agradaba, era fascinante ver como cambiaba en la cama o donde fuera que estuvieran follando. Sonrió de manera cínica mientras que se acercaba de nuevo a él -¿Ya no? ¿Ya no estás a mis pies como antes?- hizo un ligero puchero con los labios mientras se le quedaba viendo -Los latidos de tu corazón me dicen otra cosa y el bulto en tus pantalones también- sonrió de forma descarada separándose de él -Además de que tus ojos no dejan de recorrerme, te mueres de deseo... Y niégalo, pero yo lo sé...- sus dedos dejaron una caricia fría sobre la cálida piel de la mejilla de aquél hombre.
-¿Por qué me das la espalda? ¿Qué pasa? ¿Acaso ya te cansaste? ¿El sólo verme te agota tanto?- empezó a caminar hacia donde él estaba, sus ojos recorrían su cuerpo sin ningún atisbo de arrepentimiento o de vergüenza, simplemente lo hacían, no pedía permiso, no lo necesitaba. Sus ojos se detuvieron en sus manos, deseó con todas sus fuerzas que la azotara, un suspiro salió de sus labios mientras su cuerpo se erizaba de sólo imaginarlo.
Su mente se había ido de su cuerpo, dibujaba imágenes de él, la temperatura le subía por las piernas haciendo que su intimidad se humedeciera, era lo único que necesitaba para poder reaccionar. Odiaba a Alekshandro con todas sus fuerzas, pues sólo verlo la encendía -Ni modo, ahora tienes que dejar al sol lo que tú ya no puedes hacer... Darme calor, pero no te preocupes, ya tengo quien lo haga- le sonrió de forma amable intentando ignorar como su cuerpo le pedía acercarse a lo "prohibido", a aquello que estaba renegando -No seré tan descortés como tú y te responderé como la dama que soy... Estoy aquí porque ahora la polla rica de juguete que encontré, se llama marido y es muy rico, tengo que venir a acompañarlo, a que presuma a su flamante esposa- le guiñó de nueva cuenta, todo era una vil mentira, pero ella era una excelente mentirosa ¿Quién lo notaría?
Se acercó a la entrada del confesionario recargándose en el marco mientras le miraba, había obedecido a su inconsciente, a aquél que no se conformaba con tenerlo lejos, aquél mismo que acallaría el tiempo que pudiera, pero siendo sinceros aquello era demasiada tentación para Aleera.
Tensó la mandíbula al escucharlo, sólo él podía hacer eso, calentarla con sólo verlo y enfríarla de nada más oírlo, se le quedó viendo y sonrió de lado, parecía que el deseo se había ido al infierno y la calentura se disolviera un balde de agua fría. Pensó unos segundos las palabras, no dejaría que él se diera cuenta de que la había desbalanceado, no le diría -¿Tu daga?- rió mientras se sentaba sobre una de las piernas de Aleks y rodeaba con los brazos su cuello -Ya la regalé...- susurró dejando que los dedos de la mano diestra recorrieran la mejilla y el hombro -¿Quién es tuya Aleks?- preguntó con calma mientras su rostro se iba encajando a la perfección en el cuello ajeno, no iba morderlo, se iba a embriagar de su aroma, aquél que muchas veces la había despertado -Pero más importante...- sus dedos oprimieron ligeramente su hombro para después deslizarse por su torso -¿De quién eres tú?- murmuró dejando que su aliento chocara con el pabellón de su oreja y sus dientes tomaran su lóbulo tirando de él, aquellos jugueteos la habían hecho temblar -Vamos, Aleks... ¿Ya te domaron? ¿Quién te domó? ¿Quién te tiene en su cama tan bien atendido que con unos simples roces tú te prendes?- hablaba de forma burlesca mientras su mano se había deslizado hasta el bulto que escondían sus pantalones ahí mismo se encontraba haciendo presión -Dime ¿Quién? ¿quién es la zorra que pretende ser tuya?- a pesar de la calma de sus palabras le interesaba saber quien era, necesitaba saber si existía alguien.
-Una marca, sí... Tengo una en mi trasero ¿Recuerdas?- preguntó con cierto sarcasmo mientras sentía el latir del corazón del cazador sobre su pecho, la cercanía lograba hacer que Aleera distinguiera cada facción, cada surco en su piel, sus ojos, su temperatura. Llevó sus dedos al torso del hombro dejando una suave caricia -Y tú también tienes una... Pero la mía a diferencia de la tuya es una clara muestra de que fallaste... ¿Y qué crees?- preguntó con arrogancia haciéndose también para atrás pero no del todo -Las oportunidades sólo se presentan una vez...- encogió los hombros y le guiñó de ojo de forma burlona mientras que sus ojos se dedicaban a recorrer el cuerpo completo de aquél, no había recato alguno ¿Para qué fingir? no tenía caso.
Él tan... Elocuente y agradable, le había enamorado de su caballerosidad, aunque fuera una pantomima, le agradaba, era fascinante ver como cambiaba en la cama o donde fuera que estuvieran follando. Sonrió de manera cínica mientras que se acercaba de nuevo a él -¿Ya no? ¿Ya no estás a mis pies como antes?- hizo un ligero puchero con los labios mientras se le quedaba viendo -Los latidos de tu corazón me dicen otra cosa y el bulto en tus pantalones también- sonrió de forma descarada separándose de él -Además de que tus ojos no dejan de recorrerme, te mueres de deseo... Y niégalo, pero yo lo sé...- sus dedos dejaron una caricia fría sobre la cálida piel de la mejilla de aquél hombre.
-¿Por qué me das la espalda? ¿Qué pasa? ¿Acaso ya te cansaste? ¿El sólo verme te agota tanto?- empezó a caminar hacia donde él estaba, sus ojos recorrían su cuerpo sin ningún atisbo de arrepentimiento o de vergüenza, simplemente lo hacían, no pedía permiso, no lo necesitaba. Sus ojos se detuvieron en sus manos, deseó con todas sus fuerzas que la azotara, un suspiro salió de sus labios mientras su cuerpo se erizaba de sólo imaginarlo.
Su mente se había ido de su cuerpo, dibujaba imágenes de él, la temperatura le subía por las piernas haciendo que su intimidad se humedeciera, era lo único que necesitaba para poder reaccionar. Odiaba a Alekshandro con todas sus fuerzas, pues sólo verlo la encendía -Ni modo, ahora tienes que dejar al sol lo que tú ya no puedes hacer... Darme calor, pero no te preocupes, ya tengo quien lo haga- le sonrió de forma amable intentando ignorar como su cuerpo le pedía acercarse a lo "prohibido", a aquello que estaba renegando -No seré tan descortés como tú y te responderé como la dama que soy... Estoy aquí porque ahora la polla rica de juguete que encontré, se llama marido y es muy rico, tengo que venir a acompañarlo, a que presuma a su flamante esposa- le guiñó de nueva cuenta, todo era una vil mentira, pero ella era una excelente mentirosa ¿Quién lo notaría?
Se acercó a la entrada del confesionario recargándose en el marco mientras le miraba, había obedecido a su inconsciente, a aquél que no se conformaba con tenerlo lejos, aquél mismo que acallaría el tiempo que pudiera, pero siendo sinceros aquello era demasiada tentación para Aleera.
Tensó la mandíbula al escucharlo, sólo él podía hacer eso, calentarla con sólo verlo y enfríarla de nada más oírlo, se le quedó viendo y sonrió de lado, parecía que el deseo se había ido al infierno y la calentura se disolviera un balde de agua fría. Pensó unos segundos las palabras, no dejaría que él se diera cuenta de que la había desbalanceado, no le diría -¿Tu daga?- rió mientras se sentaba sobre una de las piernas de Aleks y rodeaba con los brazos su cuello -Ya la regalé...- susurró dejando que los dedos de la mano diestra recorrieran la mejilla y el hombro -¿Quién es tuya Aleks?- preguntó con calma mientras su rostro se iba encajando a la perfección en el cuello ajeno, no iba morderlo, se iba a embriagar de su aroma, aquél que muchas veces la había despertado -Pero más importante...- sus dedos oprimieron ligeramente su hombro para después deslizarse por su torso -¿De quién eres tú?- murmuró dejando que su aliento chocara con el pabellón de su oreja y sus dientes tomaran su lóbulo tirando de él, aquellos jugueteos la habían hecho temblar -Vamos, Aleks... ¿Ya te domaron? ¿Quién te domó? ¿Quién te tiene en su cama tan bien atendido que con unos simples roces tú te prendes?- hablaba de forma burlesca mientras su mano se había deslizado hasta el bulto que escondían sus pantalones ahí mismo se encontraba haciendo presión -Dime ¿Quién? ¿quién es la zorra que pretende ser tuya?- a pesar de la calma de sus palabras le interesaba saber quien era, necesitaba saber si existía alguien.
Aleera D'Angeli- Vampiro Clase Alta
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De todos los súcubos del infierno Del Piero se fijó en la más jodida de todos ellos, en aquella mujer que con solo menear esas caderas le tenía deseo de meterle la polla en su húmedo coño, la única mujer que con un toque de sus dedos lo ponía duro con el rostro calmado y con sus dedos bailando a mi maravillas con sus nuevos juguetes sexuales, la mujer, no, no era la mujer sino era LA VAMPIRA que le miraba con aquellos ojos azules le hacía arder. De todos sus tormentos no se imaginó tener que odiar y desear a alguien así, quizás la zorra del burdel lo calmaba y le daba una tranquilidad aquella niña que le hacía tan diferente la vida, pero no era el fuego de Aleera, quizás las dos mujeres eran su perdición y ¡que merecida perdición para él!
Aunque el cuerpo de la vampira tenía lo suyo y era perfecta para jugar no podía negar que a su vez aquella vampira se le llevaba todo lo que las otras mujeres no le llevaban su adicción por ese juego picante y perverso lo que le hizo sonreír de lado viendo y escuchando aquellas palabras y su actitud de mujer, pero de una verdadera mujer, puso los ojos en blanco cuando le tomo de las caderas y la sentó sobre él, la espalda de ella pegada al torso masculino, sus manos tomaron sus muslos y le obligaron a abrir las piernas y alzarlas para que cada pie descanse en la madera del confesionario de aquella puerta, haciendo que se cierre y los dejé ahí a los dos solos, su pelvis se movió hacia arriba para que ella sintiera lo duro de su falo contra ella, para que sintiera lo que ella había despertado, luego de ello llevo sus manos a las muñecas de ella y le puso sus brazos alrededor del cuello masculino para que se agarrara.
-Creo que es marca se verá ahora muy bonito, acaso tu esposo no te ha preguntado cómo te la hiciste o quien te la hizo- su lengua tocó el cuello níveo de Aleera mientras sus manos se colocaron justo sobre la tela que cubría aquellos senos preciosos y pasaron sobre estos hasta su vientre donde descansaron y con sus largos dedos repiqueteaba el vientre ella, la quería excitada, la quería deseosa de todo y la torturaría así –Vaya ahora eres una esposa trofeo, que mal Aleera yo siempre creí que tú hacías trofeos a tus esposos y amantes, aunque uno te fallo verdad, creo que ambos fallamos ni tu pudiste domarme y yo no pude clavarte mi daga en otro sitio más húmedo- esa palaba la susurro a su oído tomando el lóbulo de su oreja y mordiéndolo con fuerza para extasiarla –Creo que en esta oportunidad podría meterte otra cosa como otra daga aunque también podría meter otras cosas o no querida- su zurda bajo y se posó justo en su pubis en aquel monte orgásmico de toda mujer moviendo su palma sobre el terreno.
Su pelvis se movía con furia contra el trasero de la vampira quería llevarle al vórtice de la desesperación que pidiera que se la follara como nadie más lo haría quizás tendría otro o quizás no, pero lo que ambos sabrían es que nadie los tocaría como ambos lo hacían llevándose hasta ese límite que no existía, a una vida sin límite y depravaciones extremas, aun mundo donde solo los dos conocían y sabía cómo terminaba.
Movió su pelvis más contra ella, para que sienta lo duro que estaba –No solo yo muero de deseo también tú lo estas, tu cuerpo está vibrando por deseo, porque lo tome ahora, no tengo que meter la mano bajo la falda de tu hermoso vestido y tocar tu sexo y saborear cuanto se moja, me basta con ver tu vientre ondulándose, tus piernas frotándose para calmar esa sensación ese cosquilleo además tus pezones están erectos que quieren que los chupe delicioso…y pronto lo haré pero antes- tomo con sus manos aquella falda en pliegues y la rasgo desde abajo hasta mostrar ligeramente el sexo femenino dejando a al vista aquellas bonitas bragas –Hmm lencería mi favorita pero no te servirán aquí verdad- con sus dedos hábiles rasgo aquellas bragas y dejó el sexo de la dama descubierto para deleitarse con él, los dedos de su diestra tocó ligeramente los húmedos labios vaginales dando un masaje estimulándola más –Yo soy de mí y tú eres de mi propiedad te guste o no- sentenció mordiendo el cuello de ella mientras abría aquellos labios hinchados de placer y buscaba su perla más húmeda para con el dedo del corazón tocarlo en forma circular apretándolo contra sí mismo mientras sonreía con lascivia y descaro
Cuando sus dedos atormentaban el cuerpo femenino y este reaccionaba como era esperado humedeciéndose más y más, su vientre ondulándose y su espalda arqueando dejó de tocarla y la levantó, la puso de pie y le dio una nalgada fuerte en ese trasero redondo y perfecto –No creo que quieras saber quién me ha domado tan bien, que zorra me monta con delicia mientras se devora mi pene y le hace estallar en su interior con tanta fuerza, no creo que haga bien eso a tu cabecita endemoniada, además quien la ata a mi cama cada noche soy yo, quien la folla hasta que ella grita de puro placer soy yo, contesta eso a tu pregunta- Sabía que no tenía a nadie en su casa y que no había zorra alguna que le diera eso, bueno quizás algo de dulzura se lo daba aquella niña de cabellos rosados pero no era lo mismo.
-Espero que haya satisfecho a tu mente inquisitiva y si quieres más bueno, tendrás que rogarlo y pedírmelo, aunque no sé si lo hagas pues ya tienes una polla rica que te de esa…como decíamos, ah si esa calma a la picazón de tu coño así que ya te preparé para él, ve a ver a tu juguete y que te folle con aquella polla vieja y arrugada e impotente, apuesto que él llega más rápido al orgasmo antes que tu…no me digas que te tienes que tocar para acabar rápido, eso quisiera ver- se ríe con sarcasmo y chupó sus propios dedos con los fluidos de la vampira mientras enarcaba una ceja y la mirada se volvía pura lujuria con aquella sonrisa tan ladina –Salado y delicioso como me gusta que este, en su punto- susurro y le guiñó un ojo mientras se levantaba y acomodaba el pantalón y la camisa y miraba aquellos ojos tan diabólicos.
Aunque el cuerpo de la vampira tenía lo suyo y era perfecta para jugar no podía negar que a su vez aquella vampira se le llevaba todo lo que las otras mujeres no le llevaban su adicción por ese juego picante y perverso lo que le hizo sonreír de lado viendo y escuchando aquellas palabras y su actitud de mujer, pero de una verdadera mujer, puso los ojos en blanco cuando le tomo de las caderas y la sentó sobre él, la espalda de ella pegada al torso masculino, sus manos tomaron sus muslos y le obligaron a abrir las piernas y alzarlas para que cada pie descanse en la madera del confesionario de aquella puerta, haciendo que se cierre y los dejé ahí a los dos solos, su pelvis se movió hacia arriba para que ella sintiera lo duro de su falo contra ella, para que sintiera lo que ella había despertado, luego de ello llevo sus manos a las muñecas de ella y le puso sus brazos alrededor del cuello masculino para que se agarrara.
-Creo que es marca se verá ahora muy bonito, acaso tu esposo no te ha preguntado cómo te la hiciste o quien te la hizo- su lengua tocó el cuello níveo de Aleera mientras sus manos se colocaron justo sobre la tela que cubría aquellos senos preciosos y pasaron sobre estos hasta su vientre donde descansaron y con sus largos dedos repiqueteaba el vientre ella, la quería excitada, la quería deseosa de todo y la torturaría así –Vaya ahora eres una esposa trofeo, que mal Aleera yo siempre creí que tú hacías trofeos a tus esposos y amantes, aunque uno te fallo verdad, creo que ambos fallamos ni tu pudiste domarme y yo no pude clavarte mi daga en otro sitio más húmedo- esa palaba la susurro a su oído tomando el lóbulo de su oreja y mordiéndolo con fuerza para extasiarla –Creo que en esta oportunidad podría meterte otra cosa como otra daga aunque también podría meter otras cosas o no querida- su zurda bajo y se posó justo en su pubis en aquel monte orgásmico de toda mujer moviendo su palma sobre el terreno.
Su pelvis se movía con furia contra el trasero de la vampira quería llevarle al vórtice de la desesperación que pidiera que se la follara como nadie más lo haría quizás tendría otro o quizás no, pero lo que ambos sabrían es que nadie los tocaría como ambos lo hacían llevándose hasta ese límite que no existía, a una vida sin límite y depravaciones extremas, aun mundo donde solo los dos conocían y sabía cómo terminaba.
Movió su pelvis más contra ella, para que sienta lo duro que estaba –No solo yo muero de deseo también tú lo estas, tu cuerpo está vibrando por deseo, porque lo tome ahora, no tengo que meter la mano bajo la falda de tu hermoso vestido y tocar tu sexo y saborear cuanto se moja, me basta con ver tu vientre ondulándose, tus piernas frotándose para calmar esa sensación ese cosquilleo además tus pezones están erectos que quieren que los chupe delicioso…y pronto lo haré pero antes- tomo con sus manos aquella falda en pliegues y la rasgo desde abajo hasta mostrar ligeramente el sexo femenino dejando a al vista aquellas bonitas bragas –Hmm lencería mi favorita pero no te servirán aquí verdad- con sus dedos hábiles rasgo aquellas bragas y dejó el sexo de la dama descubierto para deleitarse con él, los dedos de su diestra tocó ligeramente los húmedos labios vaginales dando un masaje estimulándola más –Yo soy de mí y tú eres de mi propiedad te guste o no- sentenció mordiendo el cuello de ella mientras abría aquellos labios hinchados de placer y buscaba su perla más húmeda para con el dedo del corazón tocarlo en forma circular apretándolo contra sí mismo mientras sonreía con lascivia y descaro
Cuando sus dedos atormentaban el cuerpo femenino y este reaccionaba como era esperado humedeciéndose más y más, su vientre ondulándose y su espalda arqueando dejó de tocarla y la levantó, la puso de pie y le dio una nalgada fuerte en ese trasero redondo y perfecto –No creo que quieras saber quién me ha domado tan bien, que zorra me monta con delicia mientras se devora mi pene y le hace estallar en su interior con tanta fuerza, no creo que haga bien eso a tu cabecita endemoniada, además quien la ata a mi cama cada noche soy yo, quien la folla hasta que ella grita de puro placer soy yo, contesta eso a tu pregunta- Sabía que no tenía a nadie en su casa y que no había zorra alguna que le diera eso, bueno quizás algo de dulzura se lo daba aquella niña de cabellos rosados pero no era lo mismo.
-Espero que haya satisfecho a tu mente inquisitiva y si quieres más bueno, tendrás que rogarlo y pedírmelo, aunque no sé si lo hagas pues ya tienes una polla rica que te de esa…como decíamos, ah si esa calma a la picazón de tu coño así que ya te preparé para él, ve a ver a tu juguete y que te folle con aquella polla vieja y arrugada e impotente, apuesto que él llega más rápido al orgasmo antes que tu…no me digas que te tienes que tocar para acabar rápido, eso quisiera ver- se ríe con sarcasmo y chupó sus propios dedos con los fluidos de la vampira mientras enarcaba una ceja y la mirada se volvía pura lujuria con aquella sonrisa tan ladina –Salado y delicioso como me gusta que este, en su punto- susurro y le guiñó un ojo mientras se levantaba y acomodaba el pantalón y la camisa y miraba aquellos ojos tan diabólicos.
Alekshandro Del Piero- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/11/2012
Localización : Bajo las faldas de alguna mujer haciendola gritar de placer
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¡Joder! Cada roce de sus dedos, cada movimiento de su pelvis contra el trasero de la vampiresa la hacia vibrar, temblar, quería gemir, pero no podía, no lo haría, no le daría el gusto de que la volviera a ver rendida, no tan rápido aunque su cuerpo había reaccionado pero eso era normal, eso no podía evitarlo, así que simplemente se dejó mientras acomodaba después los pliegues de la falda. Alekshandro sabía perfectamente las debilidades de la mujer y ella las de él.
Sonrió con sarcasmo mientras negaba con la cabeza -¿Rogar? Vamos Aleks, no digas estupideces, sabes que no lo haré, estás mal de la cabeza si piensas que voy a rogar que me folles en ese altar, lo harás por voluntad propia porque me deseas, porque tu polla quiere estar dentro mío, porque extrañas que alguien te monte como yo lo hago, porque tus manos desean azotarme, porque desde que me viste te encendiste y si en un día normal te tienes que acostar con varias para que quedes ligeramente satisfecho ahora que lo que deseas es mi cuerpo te tendrías que follar al doble y lo sabes- su sonrisa se ensanchó más y se acercó hacia él tomando la mano que lamía llevándola a los propios labios mientras dejaba que sus ojos se encontraran con los ajenos, su lengua recorrió los dedos completamente -De verdad estoy deliciosa...- murmuró para después soltarlo y alejarse.
Comenzó a rodear al hombre y se colocó a su espalda mientras sus manos le rodeaban la cintura -Estás muy duro... Sabes que te duele más que a mí, lo sabes... Pero no lo vas a aceptar- Murmuró cerca de su oído mientras sus dientes se clavaban en la suave piel del hombre, no bebería de él, no podía, ahora le interesaba que su sangre se concentrara en otras zonas -¿No te quieres divertir? Yo sé que sí...- la sonrisa no se perdía de los labios de la vampiresa y después lo soltó mientras terminaba de darle la vuelta para ponerse delante de él y empujarle con la suficiente fuerza para hacer que se sentara en la banca donde lo había encontrado.
-¿Esposa trofeo? Me conoces y no, no he fallado, sólo intenté darle un toque diferente, ya sabes, pensé que follarte tras las rejas sería divertido pero alguien hacía tu trabajo fuera, así que no necesité visitarte- la sonrisa cínica tan característica de la mujer hizo gala de presencia mientras se acercaba a él. Con descaro llevó las manos a aquél bulto que era notorio en la ropa y que ya había tenido frotándose contra su trasero. le acarició con fuerza -Vaya, Vaya... No ha sido la zorra que te doma la que te ha puesto así... ¿Lo logra? ¿Ella puede ponerte tan duro con sólo imaginarla? ¿Por qué no me dices quién es? ¿Será que sólo está en tu imaginación?- abrió los pantalones de un tirón llevándose en ese movimiento la ropa interior del hombre liberando la presión que ejercía sobre su pene -Me sorprende que no hayas explotado, ganas no te faltan...- rió escuchando el eco en las paredes de aquél lugar, era tan jodidamente silencioso que todo se escucharía sin problemas.
Se sentó sobre las piernas del hombre a horcajadas mientras dejaba que la humedad de su sexo empapara el falo ajeno haciendo un vaivén con las caderas -No soy tuya, Alekshandro, que te quede claro, no lo soy, pero tú sí lo eres, mira todo lo que te he hecho y mira como sigues... Sigues deseándome...- se inclinó hacia él comenzando a besar su cuello con lentitud hasta llegar a su oreja -Sigues amándome...- murmuró con sensualidad sin dejar de moverse, por mucho que lo deseara dentro de ella no rogaría ni tampoco haría que entrara en su sexo, tendría que ser por él o al menos sin que ella tuviera que pedirlo, no se dejaría vencer, aquella excitación iba creciendo y no podía negarlo, pero el maldito juego que habían inventado ambos no podía terminar tan pronto o sería la peor decepción de todas -¿Y sabes? ¿Sabes que quieres seguir haciendo también?- se enderezó un poco mientras mordía con fuerza el labio inferior ajeno y le miraba a los ojos celestes que él poseía -Quieres seguir follándome- bajó las manos por su cuello hasta su torso mientras que le acariciaba.
Sus labios estaban hinchados, palpitaban por el placer que le causaba frotarse contra aquél falo que ya conocía a la perfección, tomó las manos ajenas y las llevó a su trasero -¿El de ella lo azotas como al mío?- debía aceptar Aleera que nadie le agarraba el trasero, siempre dejaba que las caricias fueran en otras zonas pero tenía prohibido que alguien se atreviera siquiera a rozar su trasero, ella era perfecta y sentir caricias en el borde de aquella cicatriz le hacían recordar al mal nacido que ahora tenía entre las piernas -Me sorprendes... En verdad- levantó la cadera mientras dejaba que quedara en su entrada por unos segundos -Lo deseas...- le dijo en tono sutil para terminar de levantarse.
Caminó dejando que la falda de nuevo le cubriera las piernas y se sentó en el respaldo de una de las bancas que se encontraba justo delante de donde estaba Alekshandro -¿Si te digo que he venido a hacer las paces? ¿Qué vine a buscarte porque te extraño y me arrepiento de lo que te hice? ¿Si te digo que soy capaz de dejar que me mates si eso hace que me perdones? ¿Qué dirías?- dijo lo más seria que había podido, aunque debía ser sincera, ni siquiera pensaba eso y era lógico que no dejaría que el maldito cazador le volviera a poner las manos encima, al menos no para matarla en serio. Apoyó los pies en la banca que tenía delante separando ligeramente las piernas regalándole una mejor vista al hombre que la tenía de un altar llena de figuras de porcelana.
Sonrió con sarcasmo mientras negaba con la cabeza -¿Rogar? Vamos Aleks, no digas estupideces, sabes que no lo haré, estás mal de la cabeza si piensas que voy a rogar que me folles en ese altar, lo harás por voluntad propia porque me deseas, porque tu polla quiere estar dentro mío, porque extrañas que alguien te monte como yo lo hago, porque tus manos desean azotarme, porque desde que me viste te encendiste y si en un día normal te tienes que acostar con varias para que quedes ligeramente satisfecho ahora que lo que deseas es mi cuerpo te tendrías que follar al doble y lo sabes- su sonrisa se ensanchó más y se acercó hacia él tomando la mano que lamía llevándola a los propios labios mientras dejaba que sus ojos se encontraran con los ajenos, su lengua recorrió los dedos completamente -De verdad estoy deliciosa...- murmuró para después soltarlo y alejarse.
Comenzó a rodear al hombre y se colocó a su espalda mientras sus manos le rodeaban la cintura -Estás muy duro... Sabes que te duele más que a mí, lo sabes... Pero no lo vas a aceptar- Murmuró cerca de su oído mientras sus dientes se clavaban en la suave piel del hombre, no bebería de él, no podía, ahora le interesaba que su sangre se concentrara en otras zonas -¿No te quieres divertir? Yo sé que sí...- la sonrisa no se perdía de los labios de la vampiresa y después lo soltó mientras terminaba de darle la vuelta para ponerse delante de él y empujarle con la suficiente fuerza para hacer que se sentara en la banca donde lo había encontrado.
-¿Esposa trofeo? Me conoces y no, no he fallado, sólo intenté darle un toque diferente, ya sabes, pensé que follarte tras las rejas sería divertido pero alguien hacía tu trabajo fuera, así que no necesité visitarte- la sonrisa cínica tan característica de la mujer hizo gala de presencia mientras se acercaba a él. Con descaro llevó las manos a aquél bulto que era notorio en la ropa y que ya había tenido frotándose contra su trasero. le acarició con fuerza -Vaya, Vaya... No ha sido la zorra que te doma la que te ha puesto así... ¿Lo logra? ¿Ella puede ponerte tan duro con sólo imaginarla? ¿Por qué no me dices quién es? ¿Será que sólo está en tu imaginación?- abrió los pantalones de un tirón llevándose en ese movimiento la ropa interior del hombre liberando la presión que ejercía sobre su pene -Me sorprende que no hayas explotado, ganas no te faltan...- rió escuchando el eco en las paredes de aquél lugar, era tan jodidamente silencioso que todo se escucharía sin problemas.
Se sentó sobre las piernas del hombre a horcajadas mientras dejaba que la humedad de su sexo empapara el falo ajeno haciendo un vaivén con las caderas -No soy tuya, Alekshandro, que te quede claro, no lo soy, pero tú sí lo eres, mira todo lo que te he hecho y mira como sigues... Sigues deseándome...- se inclinó hacia él comenzando a besar su cuello con lentitud hasta llegar a su oreja -Sigues amándome...- murmuró con sensualidad sin dejar de moverse, por mucho que lo deseara dentro de ella no rogaría ni tampoco haría que entrara en su sexo, tendría que ser por él o al menos sin que ella tuviera que pedirlo, no se dejaría vencer, aquella excitación iba creciendo y no podía negarlo, pero el maldito juego que habían inventado ambos no podía terminar tan pronto o sería la peor decepción de todas -¿Y sabes? ¿Sabes que quieres seguir haciendo también?- se enderezó un poco mientras mordía con fuerza el labio inferior ajeno y le miraba a los ojos celestes que él poseía -Quieres seguir follándome- bajó las manos por su cuello hasta su torso mientras que le acariciaba.
Sus labios estaban hinchados, palpitaban por el placer que le causaba frotarse contra aquél falo que ya conocía a la perfección, tomó las manos ajenas y las llevó a su trasero -¿El de ella lo azotas como al mío?- debía aceptar Aleera que nadie le agarraba el trasero, siempre dejaba que las caricias fueran en otras zonas pero tenía prohibido que alguien se atreviera siquiera a rozar su trasero, ella era perfecta y sentir caricias en el borde de aquella cicatriz le hacían recordar al mal nacido que ahora tenía entre las piernas -Me sorprendes... En verdad- levantó la cadera mientras dejaba que quedara en su entrada por unos segundos -Lo deseas...- le dijo en tono sutil para terminar de levantarse.
Caminó dejando que la falda de nuevo le cubriera las piernas y se sentó en el respaldo de una de las bancas que se encontraba justo delante de donde estaba Alekshandro -¿Si te digo que he venido a hacer las paces? ¿Qué vine a buscarte porque te extraño y me arrepiento de lo que te hice? ¿Si te digo que soy capaz de dejar que me mates si eso hace que me perdones? ¿Qué dirías?- dijo lo más seria que había podido, aunque debía ser sincera, ni siquiera pensaba eso y era lógico que no dejaría que el maldito cazador le volviera a poner las manos encima, al menos no para matarla en serio. Apoyó los pies en la banca que tenía delante separando ligeramente las piernas regalándole una mejor vista al hombre que la tenía de un altar llena de figuras de porcelana.
Aleera D'Angeli- Vampiro Clase Alta
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Malditos recuerdos que asedian la mente, aun en lo más oscuro de su cerebro se alberga los recuerdos de una mentira que le hizo ser él en Londres, la mujer, la pasión, el deseo, la lujuria y desenfreno que te lleva luego a una traición un mar de engaños y penumbras en el encierro de una celda atado de manos por grilletes y los azotes de la iglesia para que confiese sus crímenes…la locura, la lucidez en su cabeza aun esta latente, la oscuridad confundida con imágenes de una cama de sabanas de seda roja con dos cuerpos fornicando con tanta fuerza que el fuego comienza a consumirlos, todo eso viene ahora a la mente los recuerdos buenos y podridos del pasado. Aún así Alek debía admitir que no le había olvidado a aquella vampira eso era imposible cada vez que se miraba al espejo o follaba con alguna zorra y esta accidentalmente le tocaba los hombros o espalda le hacía recordarla y terminaba muerta la mujer, violada y asesinada…esos eran los deseos ocultos que aquella mujer había despertado en el cazador…un odio y a la vez un deseo desenfrenado que ninguna carne podría contener y aguantar…
-Las estupideces las dices tú, quizás tenga que coger con cada puta de cada burdel para saciarme esta noche, quizás hasta mate a algunas o me monte una orgía con varias en mi casa…quizás hasta termine mal para ellas pero no importa, sabes porque, por que al final del día habré jodido a todas esas zorras y habré descargado más de una vez mi semen en sus caras así que al menos tendré buena retribución al menos en mi infierno- el cinismo tocó su cara con una sonrisa más que perversa y degenerada quizás el atisbo del deseo prohibido…o quizás los recuerdos y pensamientos que le mantuvieron cuerdo en su encierro le vinieron a la mente –Hmmm no esta mal, aunque he probado mejores, acaso te esta llegando la menopausia vampírica- lame aquellos dedos de nuevo probando ahora no solo los restos de salinidad de fluidos sino también la saliva de la vampira lo que le provoca una sonrisa más depravada en sus labios, pero no tardó mucho en llevar sus mano a tomar su pañuelo y limpiar sus dedos de lo que pueda quedar en ellos mientras se dejaba vislumbrar por los ojos femeninos ¡eso nena admira lo que era tuyo y ahora es de otras! Piensa sostenidamente soltando un poco el aire de sus pulmones al sentir sus manos en la cintura. Que básico suelen ser los hombres, pero más que un momento básico era un instinto primal algo animal y salvaje que se despertaba y eso lo notaría cualquiera que viera su entrepierna divisando el abultado miembro que albergaba sus pantalones…hinchado de deseo y con ganas de descargarse, pero había que tomar todo el acopio aprendido por años y tragárselo, una respiración profunda y su calma volvió…una calma zen tan grande que no mostraba ni una pisca de debilidad, cierto era que estaba excitado y eso no lo refrenada pero al menos no se vería tan urgido de descargarse; además el juego debía continuar, ambos eran iguales en este juego lo que lo hacía más peligroso y poco a poco ambos caerían rendidos al placer pero antes picar más y hacer mella en la cabeza del otro era el objetivo.
-Es normal para un hombre estar duro cuando un culo apretado de zorra se le pavonea por delante así que creo que es más instintivo ya en mi caso- se ríe con el cinismo característico de él –Bueno antes podría decir que me dolería tenerlo así de hinchado pero ahora creo que un buen cigarro y una larga caminata no pasa a diferencias de otras a las que se le agito el coño y se le mojó esa cuevita se frutará si no se la mete alguien y apaga ese calor que empieza a crecer, vamos que tu quieres alguien te coja de esas muñecas te las ate con fuerza y te clave su polla para que grites mientras te folla en varias posiciones candentes- sintió un estremecimiento al sentir la proximidad de su cuello y sabía que si ella intentaba chuparle el cuello el tendría que darle su estate quieto aun sin importarle que fuera ella o fuera una mujer, igual le sabría poner en su lugar. -quizás pueda ir a una taberna y que monten un show orgistico, así me divertiré con mujeres muy pronunciadas de tetas y culo, más que los tuyos- le mira y siente el golpe en su cuerpo lo que le hizo reírse sentándose y cruzándose de brazos asintiendo a las palabras de la mujer, abriendo sus ojos con jocosa acción mientras esa sonrisa no se borraba de sus labios –Vaya vaya pensé que no eras de “toques diferentes” acaso se te esta metiendo lo humana, no eso no va contigo esa delicadeza y calidez no es lo tuyo preciosa- tosió un poco al escuchar lo de las visitas conyugales y se comenzó a carcajear –joder ya sé por qué tanta zorra loca estaba visitándome alegando que era mi amante, novia, prometida o mujer…era para robarme el esperma no más y hacerme gozar…que locas esas mujeres y que fogosas eran- miente con descaro mientras se relame los labios haciendo eco de que aquello pasaba –Vaya y la iglesia las apoyaba, como que se me hace que la Iglesia quería mi esperma para crear mejores hombres- se ríe y pasa su mano por el cabello mirando de pies a cabeza a aquella mujer riéndose con descaro –Si alguien estuviera haciendo mi “trabajo” estarías bien follada pero veo que no lo estas, esas pollas que te comes son flácidas, lastima me das que no te la sepan meter bien, eso solo muestra tu camino patético por encontrar un buen amante y esposo, uno que pueda tocar tu trasero y tu derrier como se merece- menciona el derrier a cuenta de aquella marca imborrable que tenía ahí la mujer, una marca que le recordaba un pasado doloroso pero excitante.
La ropa puede molestar en algún punto de la noche y más parece que a rabia o cuentas de juego, se apuesta al juego macabro de ambos contendientes, lo que hizo que los pantalones del hombre volaran, literalmente riéndose y enarcando una ceja a la mujer –Hubiera sido mejor que los hubieras abierto con tu boquita querida- ¡si nena tu boca hubiera sido mejor hasta me hubiera descargado en ella! Su pensamiento se oculta tras su sonrisa y comienza la lucha de sus egos –Si la pensara ahora con tus manos y tu coño en mi falo créeme ya me habría corrido varias veces, pero eso muestra que ahora no estoy pensando en esos pechos grandes y jugosos, en ese coño caliente y esas piernas firmes que me atrapan cada noche en mi cama, no sino que estoy pensando como joderte a ti, así que solo me pone digamos un 10%- con sus manos abrió el escote y aquel corsé mostrando esos senos tomando entre sus dedos sus pezones para tomarlos y estrujarlos tirando de ellos con fuerza como pellizcos –Jodete Aleera yo no soy tuyo ni ahora ni nunca más, puedes venir y ofrecerme tu coño o tu vida pero eso no hará que sea tuyo, incluso si me fuera el infierno y firmara un pacto con el mismo satanás, tampoco así sería tuyo, sácate eso de tu cabeza fría mujer- su sexo rozaba el sexo femenino y lo empapaba de fluidos que segregaban ambos, un gruñido salió de su boca mientras sus manos comenzaron a estrujar aquellos orbes con fuerza y unas palmadas dio al seno derecho que se puso color rosa –Maldita sea tu coño Ale..Aleera y tu trasero- gruñe mientras estruja sus nalgas con fuerza y la diestra se levanta para dar una palmada a ese trasero escuchando el eco de aquella zurra por toda la iglesia mostrando los actos lascivos de los dos –Lo que deseo es clavarte una daga en tu coño a ver que sale sangre o tus fluidos y luego follarte la boquita de muñeca traviesa que tienes, aunque no se si lo sepas hacer así que deseo encontrar a una puta que me la chupe hasta estallar- se ríe y le suelta el trasero viendo como se separaba mostrando esa delicia húmeda de su entrepierna escuchando sus palabras y riéndose acercando su rostro a esa entrada, a ese paraíso que representa el pubis femenino, su lengua salió y comenzó a lamerlo lentamente tocando sus labios externos pero hinchados subiendo y bajando hasta tocar con su punta el clítoris justo ahí se entretiene y comienza a estimularlo con la punta de su lengua jugando a tocar y no tocar –si fuera eso cierto tendrías que estar chupándomela a hora o te fueras a ese puto altar de rodillas ofreciéndome tu trasero mientras te follo hasta que te corras y grites más de una vez mi nombre en tus orgasmos….oh me puedes devolver mi daga y te creería- se ríe y succiona con fuerza la intimidad de la vampira tomando sus jugos –Si me la chupas veré si te creo…¿me la chuparas como ninguna otra mujer la chupa?...¿te atreverías a chupármela en el centro de esta puta edificación?- murmura justo cuando su lengua de adentra a ese paraíso caliente y chorreante…se separa y le rasga todo el vestido mostrando su cuerpo desnudo y con los ropajes siendo con un abrigo a medias no más…con una carcajada en sus labios.
-Las estupideces las dices tú, quizás tenga que coger con cada puta de cada burdel para saciarme esta noche, quizás hasta mate a algunas o me monte una orgía con varias en mi casa…quizás hasta termine mal para ellas pero no importa, sabes porque, por que al final del día habré jodido a todas esas zorras y habré descargado más de una vez mi semen en sus caras así que al menos tendré buena retribución al menos en mi infierno- el cinismo tocó su cara con una sonrisa más que perversa y degenerada quizás el atisbo del deseo prohibido…o quizás los recuerdos y pensamientos que le mantuvieron cuerdo en su encierro le vinieron a la mente –Hmmm no esta mal, aunque he probado mejores, acaso te esta llegando la menopausia vampírica- lame aquellos dedos de nuevo probando ahora no solo los restos de salinidad de fluidos sino también la saliva de la vampira lo que le provoca una sonrisa más depravada en sus labios, pero no tardó mucho en llevar sus mano a tomar su pañuelo y limpiar sus dedos de lo que pueda quedar en ellos mientras se dejaba vislumbrar por los ojos femeninos ¡eso nena admira lo que era tuyo y ahora es de otras! Piensa sostenidamente soltando un poco el aire de sus pulmones al sentir sus manos en la cintura. Que básico suelen ser los hombres, pero más que un momento básico era un instinto primal algo animal y salvaje que se despertaba y eso lo notaría cualquiera que viera su entrepierna divisando el abultado miembro que albergaba sus pantalones…hinchado de deseo y con ganas de descargarse, pero había que tomar todo el acopio aprendido por años y tragárselo, una respiración profunda y su calma volvió…una calma zen tan grande que no mostraba ni una pisca de debilidad, cierto era que estaba excitado y eso no lo refrenada pero al menos no se vería tan urgido de descargarse; además el juego debía continuar, ambos eran iguales en este juego lo que lo hacía más peligroso y poco a poco ambos caerían rendidos al placer pero antes picar más y hacer mella en la cabeza del otro era el objetivo.
-Es normal para un hombre estar duro cuando un culo apretado de zorra se le pavonea por delante así que creo que es más instintivo ya en mi caso- se ríe con el cinismo característico de él –Bueno antes podría decir que me dolería tenerlo así de hinchado pero ahora creo que un buen cigarro y una larga caminata no pasa a diferencias de otras a las que se le agito el coño y se le mojó esa cuevita se frutará si no se la mete alguien y apaga ese calor que empieza a crecer, vamos que tu quieres alguien te coja de esas muñecas te las ate con fuerza y te clave su polla para que grites mientras te folla en varias posiciones candentes- sintió un estremecimiento al sentir la proximidad de su cuello y sabía que si ella intentaba chuparle el cuello el tendría que darle su estate quieto aun sin importarle que fuera ella o fuera una mujer, igual le sabría poner en su lugar. -quizás pueda ir a una taberna y que monten un show orgistico, así me divertiré con mujeres muy pronunciadas de tetas y culo, más que los tuyos- le mira y siente el golpe en su cuerpo lo que le hizo reírse sentándose y cruzándose de brazos asintiendo a las palabras de la mujer, abriendo sus ojos con jocosa acción mientras esa sonrisa no se borraba de sus labios –Vaya vaya pensé que no eras de “toques diferentes” acaso se te esta metiendo lo humana, no eso no va contigo esa delicadeza y calidez no es lo tuyo preciosa- tosió un poco al escuchar lo de las visitas conyugales y se comenzó a carcajear –joder ya sé por qué tanta zorra loca estaba visitándome alegando que era mi amante, novia, prometida o mujer…era para robarme el esperma no más y hacerme gozar…que locas esas mujeres y que fogosas eran- miente con descaro mientras se relame los labios haciendo eco de que aquello pasaba –Vaya y la iglesia las apoyaba, como que se me hace que la Iglesia quería mi esperma para crear mejores hombres- se ríe y pasa su mano por el cabello mirando de pies a cabeza a aquella mujer riéndose con descaro –Si alguien estuviera haciendo mi “trabajo” estarías bien follada pero veo que no lo estas, esas pollas que te comes son flácidas, lastima me das que no te la sepan meter bien, eso solo muestra tu camino patético por encontrar un buen amante y esposo, uno que pueda tocar tu trasero y tu derrier como se merece- menciona el derrier a cuenta de aquella marca imborrable que tenía ahí la mujer, una marca que le recordaba un pasado doloroso pero excitante.
La ropa puede molestar en algún punto de la noche y más parece que a rabia o cuentas de juego, se apuesta al juego macabro de ambos contendientes, lo que hizo que los pantalones del hombre volaran, literalmente riéndose y enarcando una ceja a la mujer –Hubiera sido mejor que los hubieras abierto con tu boquita querida- ¡si nena tu boca hubiera sido mejor hasta me hubiera descargado en ella! Su pensamiento se oculta tras su sonrisa y comienza la lucha de sus egos –Si la pensara ahora con tus manos y tu coño en mi falo créeme ya me habría corrido varias veces, pero eso muestra que ahora no estoy pensando en esos pechos grandes y jugosos, en ese coño caliente y esas piernas firmes que me atrapan cada noche en mi cama, no sino que estoy pensando como joderte a ti, así que solo me pone digamos un 10%- con sus manos abrió el escote y aquel corsé mostrando esos senos tomando entre sus dedos sus pezones para tomarlos y estrujarlos tirando de ellos con fuerza como pellizcos –Jodete Aleera yo no soy tuyo ni ahora ni nunca más, puedes venir y ofrecerme tu coño o tu vida pero eso no hará que sea tuyo, incluso si me fuera el infierno y firmara un pacto con el mismo satanás, tampoco así sería tuyo, sácate eso de tu cabeza fría mujer- su sexo rozaba el sexo femenino y lo empapaba de fluidos que segregaban ambos, un gruñido salió de su boca mientras sus manos comenzaron a estrujar aquellos orbes con fuerza y unas palmadas dio al seno derecho que se puso color rosa –Maldita sea tu coño Ale..Aleera y tu trasero- gruñe mientras estruja sus nalgas con fuerza y la diestra se levanta para dar una palmada a ese trasero escuchando el eco de aquella zurra por toda la iglesia mostrando los actos lascivos de los dos –Lo que deseo es clavarte una daga en tu coño a ver que sale sangre o tus fluidos y luego follarte la boquita de muñeca traviesa que tienes, aunque no se si lo sepas hacer así que deseo encontrar a una puta que me la chupe hasta estallar- se ríe y le suelta el trasero viendo como se separaba mostrando esa delicia húmeda de su entrepierna escuchando sus palabras y riéndose acercando su rostro a esa entrada, a ese paraíso que representa el pubis femenino, su lengua salió y comenzó a lamerlo lentamente tocando sus labios externos pero hinchados subiendo y bajando hasta tocar con su punta el clítoris justo ahí se entretiene y comienza a estimularlo con la punta de su lengua jugando a tocar y no tocar –si fuera eso cierto tendrías que estar chupándomela a hora o te fueras a ese puto altar de rodillas ofreciéndome tu trasero mientras te follo hasta que te corras y grites más de una vez mi nombre en tus orgasmos….oh me puedes devolver mi daga y te creería- se ríe y succiona con fuerza la intimidad de la vampira tomando sus jugos –Si me la chupas veré si te creo…¿me la chuparas como ninguna otra mujer la chupa?...¿te atreverías a chupármela en el centro de esta puta edificación?- murmura justo cuando su lengua de adentra a ese paraíso caliente y chorreante…se separa y le rasga todo el vestido mostrando su cuerpo desnudo y con los ropajes siendo con un abrigo a medias no más…con una carcajada en sus labios.
Alekshandro Del Piero- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/11/2012
Localización : Bajo las faldas de alguna mujer haciendola gritar de placer
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Aleera quería que él rogara, implorara, pero vamos, debía ser consciente que eso no lo conseguiría tan fácil, ni tan pronto, debía trabajar, y lo haría, tenía toda la paciencia del mundo para lograr lo que quería, siempre había sido sigilosa, calculadora, todo tenía que ir encajando poco a poco, las grandes obras siempre cuestan y Alekshandro aunque ella no lo gritara, siempre merecería la pena por hacer cualquier esfuerzo, eso se ocultaría en su mente, sería de ella y de nadie más, un secreto que callaría toda su jodida eternidad, al final de cuentas en algún momento él tendría que morir y ella… Frunció el ceño ante aquél estúpido pensamiento ¿Qué haría ella? Se suponía que lo mismo que había hecho mucho antes de conocerlo, sería lo más lógico.
-Que patético te escuchas, cariño, tener que fornicar con cada una de ellas intentando que en alguna veas mi cara, intentando que una de ellas pueda saciarte, que sólo una de ellas pueda calentarte como lo hago yo y después la mates como tanto desearías hacerlo conmigo, tenerte que conformar con pésimas copias porque la original… La original ya no está a tu alcance… Has caído tan bajo, pero tan bajo, corazón, que casi y sólo casi puedo sentir lástima por ti, pero ¿Sabes? Puede que lo que me hagas sentir sea repulsión absoluta y sólo porque nunca pensé que cayeras tan bajo, que te arrastraras cual insecto para poder saciarte, pensé que eras mucho mejor que eso, pero vamos, me equivoqué, has sido mi peor error- comentó sonriendo de lado, sin embargo las palabras le habían tranquilizado, ella sabía que aún en el lecho del hombre no había nadie que pudiera satisfacerlo como sólo ella podía y sabía, a pesar de decir que tenía una zorra que lo lograba él ya había aceptado algo diferente y eso hizo que la vampiresa pudiera tranquilizarse, al menos de momento.
Nunca pensó que se encontrara a alguien tan enfermo como él, alguien que buscara lo mismo que ella, alguien que pudiera darle lo que había buscado por siglos y ella sí que no exageraba, le gustaba la adrenalina que le corría por el cuerpo, le excitaba en demasía verlo tan hombre, con tanta fuerza y con tanto odio contenido en su interior que necesitaba que la tomara para demostrarle la lucha interna que vivía día con día, ese odio que se notaba en su mirada, pero ¿Amor? No lo sabía, él lo había sentido alguna vez pero quizá se había borrado y sin embargo, Aleera se negaba a aceptar que aquello pudo haber pasado, ahora quería comprobarlo, ver como esa marea chocaba en el pecho del cazador haciendo mella en cada uno de los azotes o caricias que le propinara –Vamos Alekshandro, no necesito nada de aquello que dices, sabes bien que no me muero porque me follen, para que lo hagan mal, sabes que sé escoger con quien revolcarme, cosa que parece que tú no haces, pero es normal, tú sólo atiendes tus necesidades básicas aunque pareces tan poco satisfecho que hablas de puro ardor- sonrió mientras se quedaba acomodada en aquella banca mirándolo lascivamente, lo deseaba pero ¿Necesitarlo? Creía que no y de ser así tampoco lo aceptaría, podía decir sin temor a equivocarse que una de las principales causas del por qué habían mandado todo al carajo había sido su maldito orgullo y no había mucho por hacer al respecto, ella era así y comprendía perfectamente a aquél humano que se creía el dueño de los gritos orgásmicos que podía pronunciar ella.
Una sonora risa salió de los labios de la mujer cuando aquél osó comparar su cuerpo con el de cualquier zorra, negó con la cabeza mientras lo miraba –Vamos querido… Seamos sinceros no necesito tal cantidad de curvas para hacer que te pongas duro, recuerda que dicen que lo bueno poco y lo mío es extremadamente bueno- le guiñó el ojo, cualquier insulto que él pudiera decir al respecto del cuerpo y agilidad de la mujer no sería suficiente, ella no lo creería, no podía hacerlo, sabía exactamente cada curva que poseía y perfectamente como usarla para sacarle el provecho necesario, así que por lo demás no debía preocuparse, daba muchos más orgasmos y satisfacciones que un par de tetas voluminosas –Te he dicho que he cambiado, Aleks ¿Por qué no me crees?- murmuró con fingida inocencia, la verdad es que alguien como ella no podría cambiar ni volviendo a nacer y como morir para ella era algo casi imposible pues entonces lo era igual cambiar.
No podía evitar gemir mientras sentía como era despojada de las ropas y sus dedos diestros en sus senos, aquellos mismos que él había criticado, no cabía duda que caía más rápido un hablador que un cojo y desafortunadamente para Aleks se había vuelto uno, eso le causaba risa a ella -¿Un 10%? Vamos, cariño no mientas, tu amigo me está diciendo que quieres reventar, que quieres estar en mí, que lo deseas con todas tus fuerzas y que pensarme en el altar mientras me haces gritar te excita demasiado- dijo con toda la seguridad que la caracterizaba, no podía negar que aquella lucha hacía que cada centímetro de la piel de la mujer ardiera, como si aquello fuera posible, él la podía hacer sentir un calor que en otro momento o circunstancia no podría.
Quizá gritar y pedir más de aquello que estaba recibiendo estaría bien para la situación, pero no sería ella quien perdiera en este juego, no se lo permitiría así que sólo disfrutaba entre jadeos de cada uno de los golpes que él le daba mientras sentía el deseo de querer que la follara ahí mismo de las mil maneras que supiera, que le recordara porque había caído ante él y que a pesar de todo aún amándolo había sido capaz de traicionarlo, aquello la hacía reír internamente –Es el que tanto deseas, Aleks, pero que tu maldito orgullo no te deja aceptar, sabes que me quieres follar hasta cansarte por todo este tiempo que has estado sin mí, lo sabes, lo deseas y aún así no eres capaz de decirlo, no tienes los suficientes pantalones para admitir que en tu cama no ha habido ni habrá nadie como yo y que sólo por ese hecho tú me perteneces porque tus perversiones sólo yo sé complacerlas- de nuevo sonrió, ella sabía decir las palabras sin ningún reparo y hasta que no lo viera con alguien más simplemente no lo creería.
Su espalda se curvó y acarició el cabello de aquél hombre que la estaba haciendo ir al cielo mientras pecaban en aquél lugar, ¡Dulce ironía! Los fluidos que de ella salían iban a dar a los labios del cazador y hacía que su mandíbula se tensara sabiendo que era tan diestro como siempre y que quizá había tomado mucha más experiencia. Sus manos se aferraron a su espalda arañándola con fuerza mientras evitaba contorsiones para no caer de la banca y mantener aquella estabilidad física, al menos –Aleks… Ah… Aleks… Hmmm- clavó sus uñas con más fuerza en su espalda desgarrando la camisa, en esa última succión había llegado el primer orgasmo de la mujer, ¿El primero? Claro, sería el primero, eso ella ya lo había decidido, él le había hecho llegar a tan placentero momento después de que decía que ella rogaría por aquello, ella el primer calentón ya se lo había bajado haciendo que la probara por completo.
Cuando se endereza y ella queda desnuda termina de quitarle la camisa, se encuentran en igualdad de condiciones, pero ¿Qué importa? Los querubines que adornan el atrio también se encuentran desnudos, ellos también siguen el ejemplo. Hace que él de nuevo se siente en la banca y se arrodilla delante mientras una de sus manos recorre su falo con vigor haciendo movimientos rápidos en toda su extensión –Verás que he cambiado, Aleks, he cambiado demasiado… Soy tan buena que ya sé rezar…- le guiñó el ojo de manera burlona, la verdad que estar en una iglesia fornicando le daba exactamente igual mientras ella pudiera cumplir sus deseos y caprichos, era todo lo que para Aleera tenía valor, lo que ella quisiera.
Su lengua comenzó a recorrer su glande con presteza y habilidad dejando que sus dientes rozaran parte de este en ocasiones mientras una de sus manos recorría el cuerpo de su falo y la otra se entretenía con sus testículos -¿Cómo nadie lo ha hecho? ¿No es qué dices que tienes en tu cama a una que te lo hace de maravilla? Como te contradices corazón- murmuró antes de introducir aquél miembro duro en su boca, su cabeza subía y bajaba mientras su garganta emitía ligeros gemidos, ella también se excitaba con aquello, miraba los ojos del hombre mientras sus labios se apretaban su miembro dejando que explorara su boca dejando que una de sus manos arañara el muslo ajeno por la cara interna, sonreía internamente, su lengua recorría toda la extensión que en ese momento le brindaba. Después de aquél juego lo fue sacando de su boca para volver a lamer la cabeza de este con delicadeza como si de algún helado se tratara, los fluidos que comenzaban a salir de ahí tenían un sabor único que embriagaba las papilas gustativas de la vampiresa, dejando una mordida nada casta en su miembro para después volverlo a chupar un poco más quería hacerlo estallar pero no sabía cuanto tardaría en hacerlo, aunque el color y la humedad de este le indicaba que estaba palpitando de placer.
-Que patético te escuchas, cariño, tener que fornicar con cada una de ellas intentando que en alguna veas mi cara, intentando que una de ellas pueda saciarte, que sólo una de ellas pueda calentarte como lo hago yo y después la mates como tanto desearías hacerlo conmigo, tenerte que conformar con pésimas copias porque la original… La original ya no está a tu alcance… Has caído tan bajo, pero tan bajo, corazón, que casi y sólo casi puedo sentir lástima por ti, pero ¿Sabes? Puede que lo que me hagas sentir sea repulsión absoluta y sólo porque nunca pensé que cayeras tan bajo, que te arrastraras cual insecto para poder saciarte, pensé que eras mucho mejor que eso, pero vamos, me equivoqué, has sido mi peor error- comentó sonriendo de lado, sin embargo las palabras le habían tranquilizado, ella sabía que aún en el lecho del hombre no había nadie que pudiera satisfacerlo como sólo ella podía y sabía, a pesar de decir que tenía una zorra que lo lograba él ya había aceptado algo diferente y eso hizo que la vampiresa pudiera tranquilizarse, al menos de momento.
Nunca pensó que se encontrara a alguien tan enfermo como él, alguien que buscara lo mismo que ella, alguien que pudiera darle lo que había buscado por siglos y ella sí que no exageraba, le gustaba la adrenalina que le corría por el cuerpo, le excitaba en demasía verlo tan hombre, con tanta fuerza y con tanto odio contenido en su interior que necesitaba que la tomara para demostrarle la lucha interna que vivía día con día, ese odio que se notaba en su mirada, pero ¿Amor? No lo sabía, él lo había sentido alguna vez pero quizá se había borrado y sin embargo, Aleera se negaba a aceptar que aquello pudo haber pasado, ahora quería comprobarlo, ver como esa marea chocaba en el pecho del cazador haciendo mella en cada uno de los azotes o caricias que le propinara –Vamos Alekshandro, no necesito nada de aquello que dices, sabes bien que no me muero porque me follen, para que lo hagan mal, sabes que sé escoger con quien revolcarme, cosa que parece que tú no haces, pero es normal, tú sólo atiendes tus necesidades básicas aunque pareces tan poco satisfecho que hablas de puro ardor- sonrió mientras se quedaba acomodada en aquella banca mirándolo lascivamente, lo deseaba pero ¿Necesitarlo? Creía que no y de ser así tampoco lo aceptaría, podía decir sin temor a equivocarse que una de las principales causas del por qué habían mandado todo al carajo había sido su maldito orgullo y no había mucho por hacer al respecto, ella era así y comprendía perfectamente a aquél humano que se creía el dueño de los gritos orgásmicos que podía pronunciar ella.
Una sonora risa salió de los labios de la mujer cuando aquél osó comparar su cuerpo con el de cualquier zorra, negó con la cabeza mientras lo miraba –Vamos querido… Seamos sinceros no necesito tal cantidad de curvas para hacer que te pongas duro, recuerda que dicen que lo bueno poco y lo mío es extremadamente bueno- le guiñó el ojo, cualquier insulto que él pudiera decir al respecto del cuerpo y agilidad de la mujer no sería suficiente, ella no lo creería, no podía hacerlo, sabía exactamente cada curva que poseía y perfectamente como usarla para sacarle el provecho necesario, así que por lo demás no debía preocuparse, daba muchos más orgasmos y satisfacciones que un par de tetas voluminosas –Te he dicho que he cambiado, Aleks ¿Por qué no me crees?- murmuró con fingida inocencia, la verdad es que alguien como ella no podría cambiar ni volviendo a nacer y como morir para ella era algo casi imposible pues entonces lo era igual cambiar.
No podía evitar gemir mientras sentía como era despojada de las ropas y sus dedos diestros en sus senos, aquellos mismos que él había criticado, no cabía duda que caía más rápido un hablador que un cojo y desafortunadamente para Aleks se había vuelto uno, eso le causaba risa a ella -¿Un 10%? Vamos, cariño no mientas, tu amigo me está diciendo que quieres reventar, que quieres estar en mí, que lo deseas con todas tus fuerzas y que pensarme en el altar mientras me haces gritar te excita demasiado- dijo con toda la seguridad que la caracterizaba, no podía negar que aquella lucha hacía que cada centímetro de la piel de la mujer ardiera, como si aquello fuera posible, él la podía hacer sentir un calor que en otro momento o circunstancia no podría.
Quizá gritar y pedir más de aquello que estaba recibiendo estaría bien para la situación, pero no sería ella quien perdiera en este juego, no se lo permitiría así que sólo disfrutaba entre jadeos de cada uno de los golpes que él le daba mientras sentía el deseo de querer que la follara ahí mismo de las mil maneras que supiera, que le recordara porque había caído ante él y que a pesar de todo aún amándolo había sido capaz de traicionarlo, aquello la hacía reír internamente –Es el que tanto deseas, Aleks, pero que tu maldito orgullo no te deja aceptar, sabes que me quieres follar hasta cansarte por todo este tiempo que has estado sin mí, lo sabes, lo deseas y aún así no eres capaz de decirlo, no tienes los suficientes pantalones para admitir que en tu cama no ha habido ni habrá nadie como yo y que sólo por ese hecho tú me perteneces porque tus perversiones sólo yo sé complacerlas- de nuevo sonrió, ella sabía decir las palabras sin ningún reparo y hasta que no lo viera con alguien más simplemente no lo creería.
Su espalda se curvó y acarició el cabello de aquél hombre que la estaba haciendo ir al cielo mientras pecaban en aquél lugar, ¡Dulce ironía! Los fluidos que de ella salían iban a dar a los labios del cazador y hacía que su mandíbula se tensara sabiendo que era tan diestro como siempre y que quizá había tomado mucha más experiencia. Sus manos se aferraron a su espalda arañándola con fuerza mientras evitaba contorsiones para no caer de la banca y mantener aquella estabilidad física, al menos –Aleks… Ah… Aleks… Hmmm- clavó sus uñas con más fuerza en su espalda desgarrando la camisa, en esa última succión había llegado el primer orgasmo de la mujer, ¿El primero? Claro, sería el primero, eso ella ya lo había decidido, él le había hecho llegar a tan placentero momento después de que decía que ella rogaría por aquello, ella el primer calentón ya se lo había bajado haciendo que la probara por completo.
Cuando se endereza y ella queda desnuda termina de quitarle la camisa, se encuentran en igualdad de condiciones, pero ¿Qué importa? Los querubines que adornan el atrio también se encuentran desnudos, ellos también siguen el ejemplo. Hace que él de nuevo se siente en la banca y se arrodilla delante mientras una de sus manos recorre su falo con vigor haciendo movimientos rápidos en toda su extensión –Verás que he cambiado, Aleks, he cambiado demasiado… Soy tan buena que ya sé rezar…- le guiñó el ojo de manera burlona, la verdad que estar en una iglesia fornicando le daba exactamente igual mientras ella pudiera cumplir sus deseos y caprichos, era todo lo que para Aleera tenía valor, lo que ella quisiera.
Su lengua comenzó a recorrer su glande con presteza y habilidad dejando que sus dientes rozaran parte de este en ocasiones mientras una de sus manos recorría el cuerpo de su falo y la otra se entretenía con sus testículos -¿Cómo nadie lo ha hecho? ¿No es qué dices que tienes en tu cama a una que te lo hace de maravilla? Como te contradices corazón- murmuró antes de introducir aquél miembro duro en su boca, su cabeza subía y bajaba mientras su garganta emitía ligeros gemidos, ella también se excitaba con aquello, miraba los ojos del hombre mientras sus labios se apretaban su miembro dejando que explorara su boca dejando que una de sus manos arañara el muslo ajeno por la cara interna, sonreía internamente, su lengua recorría toda la extensión que en ese momento le brindaba. Después de aquél juego lo fue sacando de su boca para volver a lamer la cabeza de este con delicadeza como si de algún helado se tratara, los fluidos que comenzaban a salir de ahí tenían un sabor único que embriagaba las papilas gustativas de la vampiresa, dejando una mordida nada casta en su miembro para después volverlo a chupar un poco más quería hacerlo estallar pero no sabía cuanto tardaría en hacerlo, aunque el color y la humedad de este le indicaba que estaba palpitando de placer.
Aleera D'Angeli- Vampiro Clase Alta
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Los seres humanos son seres patéticos por naturaleza pues siempre están inconformes con lo que tienen a la mano, queriendo más y a la vez menos, pidiendo cosas y luego negándolas, pidiendo explicaciones para al instante rechazarlas, la inconformidad humana es lo que les obliga a buscar una pizca de saciedad en la inmundicia, pero para Del Piero eso no existía por obvias razones, primero porque el sabe lo que quiere, segundo porque jamás está reclamando cosas hace lo que le venga en gana y tercero, vamos bro que si con el primero y el segundo no te bastó tu cerebro se redujo o qué, entonces ¿Qué busca Del Piero? Solo busca una sola cosa y obtendrá a Acosta, la sangre aquellos quede ganen su desprecio. Y una de ellas la tenía en frente hablándole de trivialidades humanas lo que le causó una mirada sarcástica al virarl los ojos mientras comenzó a reír -claro, claro todo lo que tu boca diga será una verdad de sueños sólo así ocurrirán perrita-una risita más sarcástica y sus manos tocaron aquel cuerpo endiablado.
Aquel demonio de las profundas oscuridades del infierno que era lo que deseaba de aquel cazador ¿Qué le rogará? ¿Qué le implore? Acaso la mujer se había olvidado de cómo era Del Piero con respecto al sexo, quizás lo que necesitaba era un recordatorio de aquello, y aquel cazador se lo iba a dar, le gustase o no, la iba a doblegar de la forma que todas las mujeres él doblego, con un buen follón, y sobre todo haciendo que sea ella que le suplique que acabe ya sea sobre su frio cuerpo o en aquella boca, lo que le recordó sus palabras.
¡Ah las mujeres siempre creen que hacen a los hombres títeres, cuando son ellas las muñecas de los hombres! Alek le miro y sonrió acariciando aquel cabello negro cual noche profunda y demoniaca -No es que una puta me la sepa o no chupar, quiero intentar recordar como la chupabas tú, si es que es igual o peor que las rameras de los antros, o al menos las superaras, si es así pondré las monedas en tu coño como paga por la buena follada, entonces vamos vamos perrita mía, muéstrame esa rica boquita- entre sonrisas le acaricio la mejilla y se dejó hacer aquel sexo oral, que le comenzó a arrancar gemidos por lo experta de esa boca.
Aunque no lo dijera en voz alta ni en su mente, él sabía que aquella Vampiro siempre le quitaba hasta la última gota y no solo de su sudor sino también de su néctar, lo dejaba tan exhausto del jaleo que les tocaba dormir todo el día para seguir con la faena a la noche siguiente. –Joder si que sabes usar esa boca y lengua Aleera, pufff será tu vasta experiencia jodiendo a hombres desde su polla hasta sus vidas- rio y le tomó de la cabeza para sintiendo con sus manos el control de la felación, deteniéndola en ciertos momentos mientras él elevaba su pelvis y la follaba dejándosela por algunos segundos dentro por completo viendo como le hacía tener horcadas –Vamos Aleera, antes te la podias comer toda, no me digas que te has comido pequeñeces- se mofa y le levanta aquel cuerpo de gloria dándole una nalgada fuerte que aquel sonido recorrio como eco aquella iglesia mientras aquella risita de cínico volvía a él –Estamos mal muy mal Aleera, así no recordaba que eras, vaya te has puesto más cenil que antes nena, las nuevas putitas te ganan, y más mi – se calla y niega mirando a la mujer tomándola del cuello contra aquel pilar para lamer sus labios y lengua jugueteando a besarle y no besarle, solo se tocan las lenguas y su cuerpo masculino apretaba contra el femenino, le tomo de las piernas para que las subiera a su cadera rozando con su glande aquel botón, aquel clítoris húmedo, rozándolo bajando por sus labios vaginales desquiciando a aquella mujer, pero sin penetrarla, simplemente quería que su vulva palpitara tanto que ella gritará que la folle ¡men hay que tener control mental y con tantas putas ya uno se hace zensei!.
La miró a los ojos mientras su pelvis continuó rozándose contra ella moviendo aquel trasero de adelante a atrás para rozar más y más –SI me quieres demostrar que has cambiado, ponte de rodillas y suplicame, suplica lo que hiciste, y devuelveme aquella cosa que te has llevado y no me refiero a las miles de veces que te llevaste mi néctar aquí abajo- empotra a la mujer más contra aquella pilastra rozando compulsivamente su pene contra su sexo –vamos cuando vengas como buena perrita con aquello a entragarme y me supliques, te creeré que has cambiado, y no, no es mi puto orgullo es el puto recuerdo de aquello que me hicieron, cosas que ahora yo te haré- le jaló del cabello con su zura y le mordió el cuello en la parte central sin dejar de extasiarla, recorrió con su lengua toda la entereza de su cuello mientras sentía la humedad del sexo femenino sobre él nuevamente.
La bajó y la tomó con fuerza, quizás no para ella, pero para alguna mortal si que le podría quebrar la muñeca, y se la llevo hasta el altar –aquí, vamos, gime perra y suplica mientras te follo- le tomo con la diestra de los pezones y los tiró con suma fuerza mientras tomaba del seno izquierdo y lo succionaba.
La quería ver gritar? si, quería gritara que parara? si, todo eso y más quería Del Piero, que ella gritará de dolor o placer, y si eran más dolor placentero lo degustaba, así que no le importo y con sus dientes mordió el pezón derecho de la vampira mientras su diestra tironeaba el pezón izquierdo, pero eso sí, sin dejar de observar aquellos ojos azules de la mujer, porque para Del Piero lo mas excitante es ver el placer en una hembra que sepa de placeres, una hembra que se perle su cuerpo de excitación y no lo esconda por miedos a las represalias sociales.
Las putas, lo hacen por necesidad, pero las putas de la clase alta, esas son deliciosas para corromper o pervertir, y si es una vampira aun mejor porque son tan ardientes y fogosoas que luego mienten a sus conyugues de que le son fieles cuando son perras inmortales, como la que Del Piero tenía entre manos y dientes.
Aquel demonio de las profundas oscuridades del infierno que era lo que deseaba de aquel cazador ¿Qué le rogará? ¿Qué le implore? Acaso la mujer se había olvidado de cómo era Del Piero con respecto al sexo, quizás lo que necesitaba era un recordatorio de aquello, y aquel cazador se lo iba a dar, le gustase o no, la iba a doblegar de la forma que todas las mujeres él doblego, con un buen follón, y sobre todo haciendo que sea ella que le suplique que acabe ya sea sobre su frio cuerpo o en aquella boca, lo que le recordó sus palabras.
¡Ah las mujeres siempre creen que hacen a los hombres títeres, cuando son ellas las muñecas de los hombres! Alek le miro y sonrió acariciando aquel cabello negro cual noche profunda y demoniaca -No es que una puta me la sepa o no chupar, quiero intentar recordar como la chupabas tú, si es que es igual o peor que las rameras de los antros, o al menos las superaras, si es así pondré las monedas en tu coño como paga por la buena follada, entonces vamos vamos perrita mía, muéstrame esa rica boquita- entre sonrisas le acaricio la mejilla y se dejó hacer aquel sexo oral, que le comenzó a arrancar gemidos por lo experta de esa boca.
Aunque no lo dijera en voz alta ni en su mente, él sabía que aquella Vampiro siempre le quitaba hasta la última gota y no solo de su sudor sino también de su néctar, lo dejaba tan exhausto del jaleo que les tocaba dormir todo el día para seguir con la faena a la noche siguiente. –Joder si que sabes usar esa boca y lengua Aleera, pufff será tu vasta experiencia jodiendo a hombres desde su polla hasta sus vidas- rio y le tomó de la cabeza para sintiendo con sus manos el control de la felación, deteniéndola en ciertos momentos mientras él elevaba su pelvis y la follaba dejándosela por algunos segundos dentro por completo viendo como le hacía tener horcadas –Vamos Aleera, antes te la podias comer toda, no me digas que te has comido pequeñeces- se mofa y le levanta aquel cuerpo de gloria dándole una nalgada fuerte que aquel sonido recorrio como eco aquella iglesia mientras aquella risita de cínico volvía a él –Estamos mal muy mal Aleera, así no recordaba que eras, vaya te has puesto más cenil que antes nena, las nuevas putitas te ganan, y más mi – se calla y niega mirando a la mujer tomándola del cuello contra aquel pilar para lamer sus labios y lengua jugueteando a besarle y no besarle, solo se tocan las lenguas y su cuerpo masculino apretaba contra el femenino, le tomo de las piernas para que las subiera a su cadera rozando con su glande aquel botón, aquel clítoris húmedo, rozándolo bajando por sus labios vaginales desquiciando a aquella mujer, pero sin penetrarla, simplemente quería que su vulva palpitara tanto que ella gritará que la folle ¡men hay que tener control mental y con tantas putas ya uno se hace zensei!.
La miró a los ojos mientras su pelvis continuó rozándose contra ella moviendo aquel trasero de adelante a atrás para rozar más y más –SI me quieres demostrar que has cambiado, ponte de rodillas y suplicame, suplica lo que hiciste, y devuelveme aquella cosa que te has llevado y no me refiero a las miles de veces que te llevaste mi néctar aquí abajo- empotra a la mujer más contra aquella pilastra rozando compulsivamente su pene contra su sexo –vamos cuando vengas como buena perrita con aquello a entragarme y me supliques, te creeré que has cambiado, y no, no es mi puto orgullo es el puto recuerdo de aquello que me hicieron, cosas que ahora yo te haré- le jaló del cabello con su zura y le mordió el cuello en la parte central sin dejar de extasiarla, recorrió con su lengua toda la entereza de su cuello mientras sentía la humedad del sexo femenino sobre él nuevamente.
La bajó y la tomó con fuerza, quizás no para ella, pero para alguna mortal si que le podría quebrar la muñeca, y se la llevo hasta el altar –aquí, vamos, gime perra y suplica mientras te follo- le tomo con la diestra de los pezones y los tiró con suma fuerza mientras tomaba del seno izquierdo y lo succionaba.
La quería ver gritar? si, quería gritara que parara? si, todo eso y más quería Del Piero, que ella gritará de dolor o placer, y si eran más dolor placentero lo degustaba, así que no le importo y con sus dientes mordió el pezón derecho de la vampira mientras su diestra tironeaba el pezón izquierdo, pero eso sí, sin dejar de observar aquellos ojos azules de la mujer, porque para Del Piero lo mas excitante es ver el placer en una hembra que sepa de placeres, una hembra que se perle su cuerpo de excitación y no lo esconda por miedos a las represalias sociales.
Las putas, lo hacen por necesidad, pero las putas de la clase alta, esas son deliciosas para corromper o pervertir, y si es una vampira aun mejor porque son tan ardientes y fogosoas que luego mienten a sus conyugues de que le son fieles cuando son perras inmortales, como la que Del Piero tenía entre manos y dientes.
Alekshandro Del Piero- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/11/2012
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Sonrió mientras que él la tomaba como quisiera, parecía que los años habían dejado amnesia en ambos, pues él no recordaba del todo como es que era ella. El orgullo de Aleera era tanto que al final siempre era una lucha de egos, aunque no toda la vida había sido así, ella se lo había ganado y no lo negaba, quizá le dolía que había perdido a la única persona que había amado en tantos años de vida pero justo ahora era lo menos importante, no se doblegaría por estupideces como aquellas, así que era mejor dejar de lado todo ese mundo de cursilería en donde ella no tenía cabida, las cosas siempre pasaban por algo y ella lo había provocado todo, quería el odio de él, así como había tenido su amor, sentirse atada la había llevado a provocar la situación y lo haría sin dudarlo de nueva cuenta si es que tenía que volver a hacerlo algún día con tal de no sentir unas malditas cadenas sobre ella.
Gimió mientras sus caderas se movían intentando sentir más de aquél falo que tantos gritos le había arrancado en tiempos pasados, Aleks era tan delicioso que la hacía encenderse en cuestión de segundos, no sabía como lo lograba, pero siempre le había podido arrancar más de un orgasmo, cada noche entre sus brazos no podía negar que habían sido de las mejores, había tenido muchos amantes, muy buenos en su mayoría, pero la brutalidad de Del Piero a la hora del sexo era única y eso la excitaba a ella aún más -¿Y ahora me harás que te suplique para que me folles?- siguió gimiendo mientras que sentía como empezaba a mojarse por completo, sus jugos comenzaban a escapar de ella debido a los movimientos insinuantes del cazador, pero quería sentirlo más, aunque no lo diría, ¡Maldita sea la hora en la que ambos se habían cruzado por sus caminos! El destino no le había podido jugar peor a la mujer haciéndola tropezar con un maldito cazador que la quería matar pero que a parte de todo follaba tan bien, eso era algo que en su mente todavía no tenía una bendita lógica, pero ya se había cansado de buscarla, así que más valía no hacer caso de eso.
-Vamos, Aleks, yo ya no tengo nada tuyo... Sólo tu falo en este momento, pero de ahí... No más, así que no sé que es lo que quieras, ¿Qué me llevé de ti? ¿El corazón?- rió con burla mientras seguía moviéndose sobre él, no sabía como es que podían estar peleando y follando al mismo tiempo, pero aquella mezcla siempre había sido una bomba placentera para Aleera -Ya te dije que no tengo nada y no te voy a suplicar el perdón, deberás creerme... Ya me has dado un voto de confianza antes ¿Por qué no hacerlo ahora?- rió con fuerza mientras su cabeza se hacía para atrás a causa del placer y sus dedos se aferraban a los hombros del cazador que parecía tener vigor para follarla durante todo el día hasta que hubiera una misa, aquello la hizo temblar de placer mientras que escuchaba las aberraciones que decía, eso eran para ella, de nuevo el olvido había llegado para Alekshandro que no recordaba exactamente como era la mujer que tenía entre los brazos o es que en verdad pensaba que ya había cambiado, lo cual dudaba bastante.
-¿Y qué me vas a hacer? ¿Eh? Dímelo, ¿Qué me harás? ¿Pegarme? ¿Atarme?- sonrió de lado mientras sus gemidos se hacían mucho más audibles en aquél recinto sagrado, haciendo que resonaran por todo el lugar, al igual que voz y los jadeos que no podían faltar mientras cada movimiento le hacía sentirse cada vez más en la gloria, por trivial que pareciera era así ¿Y si alguien entraba? Sería mucho mejor para ella mientras veía como alguien la follaba, Aleera era diferente a muchas de las mujeres, ella realmente disfrutaba de lo que hacía sin ponerse a pensar en lo demás o arrepentirse después, tampoco era de las que hablaba pero no hacía, ella era una mujer que siempre cumplía el mínimo capricho y justo ahora lo demostraba, pues tener debajo de sus faldas a Del Piero era uno, el capricho que siempre tendría porque por más que se odiaran no podían negarse una de las mejores folladas de su vida, eso sería un crimen.
Se movió a merced de él, lo dejaría que creyera que tenía el poder mientras que pudiera, si ella no quisiera, él no la movería ni siquiera un milímetro, pero hoy estaba complaciente, la verdad es que demasiado. Su torso subía y bajaba mientras que sentía los tirones y las mordidas del hombre que la hacían volverse loca, sus ojos se clavaban en los azules del hombre mientras que sus piernas se habían vuelto a aferrar a la cadera ajena una vez que estuvo en el altar mientras que sus manos tiraban del cabello del cazador con algo que fuerza -¿Esto te hacían los de la iglesia?- preguntó con socarronería mientras disfrutaba cada uno de los movimientos y sus caderas ya habían acomodado su sexo sobre el de él listo para que la comenzara a embestir -Vamos... Pensé que te gustaba que te trataran mal o ¿Has cambiado?- de nuevo una sonrisa burlona cruzó por su rostro mientras que aprovechaba el contacto visual para provocarle dolor en el miembro -Fóllame o te dolerá más- dijo con una sonrisa que no se borraba de sus labios mientras su cadera se movía insinuante y sus pechos comenzaban a sentir una ligera, muy ligera molestia que ella se había permitido sentir, pero que la habían excitado tanto que ahora lo necesitaba más que hacía unos segundos -Cree que cambie... No te quedará de otra porque no tengo nada que te pueda interesar, a parte de lo que ya estás tomando ahorita- le guiñó el ojo mientras buscaba la forma de que él estuviera dentro de ella para poder seguir disfrutando de aquél humano.
Gimió mientras sus caderas se movían intentando sentir más de aquél falo que tantos gritos le había arrancado en tiempos pasados, Aleks era tan delicioso que la hacía encenderse en cuestión de segundos, no sabía como lo lograba, pero siempre le había podido arrancar más de un orgasmo, cada noche entre sus brazos no podía negar que habían sido de las mejores, había tenido muchos amantes, muy buenos en su mayoría, pero la brutalidad de Del Piero a la hora del sexo era única y eso la excitaba a ella aún más -¿Y ahora me harás que te suplique para que me folles?- siguió gimiendo mientras que sentía como empezaba a mojarse por completo, sus jugos comenzaban a escapar de ella debido a los movimientos insinuantes del cazador, pero quería sentirlo más, aunque no lo diría, ¡Maldita sea la hora en la que ambos se habían cruzado por sus caminos! El destino no le había podido jugar peor a la mujer haciéndola tropezar con un maldito cazador que la quería matar pero que a parte de todo follaba tan bien, eso era algo que en su mente todavía no tenía una bendita lógica, pero ya se había cansado de buscarla, así que más valía no hacer caso de eso.
-Vamos, Aleks, yo ya no tengo nada tuyo... Sólo tu falo en este momento, pero de ahí... No más, así que no sé que es lo que quieras, ¿Qué me llevé de ti? ¿El corazón?- rió con burla mientras seguía moviéndose sobre él, no sabía como es que podían estar peleando y follando al mismo tiempo, pero aquella mezcla siempre había sido una bomba placentera para Aleera -Ya te dije que no tengo nada y no te voy a suplicar el perdón, deberás creerme... Ya me has dado un voto de confianza antes ¿Por qué no hacerlo ahora?- rió con fuerza mientras su cabeza se hacía para atrás a causa del placer y sus dedos se aferraban a los hombros del cazador que parecía tener vigor para follarla durante todo el día hasta que hubiera una misa, aquello la hizo temblar de placer mientras que escuchaba las aberraciones que decía, eso eran para ella, de nuevo el olvido había llegado para Alekshandro que no recordaba exactamente como era la mujer que tenía entre los brazos o es que en verdad pensaba que ya había cambiado, lo cual dudaba bastante.
-¿Y qué me vas a hacer? ¿Eh? Dímelo, ¿Qué me harás? ¿Pegarme? ¿Atarme?- sonrió de lado mientras sus gemidos se hacían mucho más audibles en aquél recinto sagrado, haciendo que resonaran por todo el lugar, al igual que voz y los jadeos que no podían faltar mientras cada movimiento le hacía sentirse cada vez más en la gloria, por trivial que pareciera era así ¿Y si alguien entraba? Sería mucho mejor para ella mientras veía como alguien la follaba, Aleera era diferente a muchas de las mujeres, ella realmente disfrutaba de lo que hacía sin ponerse a pensar en lo demás o arrepentirse después, tampoco era de las que hablaba pero no hacía, ella era una mujer que siempre cumplía el mínimo capricho y justo ahora lo demostraba, pues tener debajo de sus faldas a Del Piero era uno, el capricho que siempre tendría porque por más que se odiaran no podían negarse una de las mejores folladas de su vida, eso sería un crimen.
Se movió a merced de él, lo dejaría que creyera que tenía el poder mientras que pudiera, si ella no quisiera, él no la movería ni siquiera un milímetro, pero hoy estaba complaciente, la verdad es que demasiado. Su torso subía y bajaba mientras que sentía los tirones y las mordidas del hombre que la hacían volverse loca, sus ojos se clavaban en los azules del hombre mientras que sus piernas se habían vuelto a aferrar a la cadera ajena una vez que estuvo en el altar mientras que sus manos tiraban del cabello del cazador con algo que fuerza -¿Esto te hacían los de la iglesia?- preguntó con socarronería mientras disfrutaba cada uno de los movimientos y sus caderas ya habían acomodado su sexo sobre el de él listo para que la comenzara a embestir -Vamos... Pensé que te gustaba que te trataran mal o ¿Has cambiado?- de nuevo una sonrisa burlona cruzó por su rostro mientras que aprovechaba el contacto visual para provocarle dolor en el miembro -Fóllame o te dolerá más- dijo con una sonrisa que no se borraba de sus labios mientras su cadera se movía insinuante y sus pechos comenzaban a sentir una ligera, muy ligera molestia que ella se había permitido sentir, pero que la habían excitado tanto que ahora lo necesitaba más que hacía unos segundos -Cree que cambie... No te quedará de otra porque no tengo nada que te pueda interesar, a parte de lo que ya estás tomando ahorita- le guiñó el ojo mientras buscaba la forma de que él estuviera dentro de ella para poder seguir disfrutando de aquél humano.
Aleera D'Angeli- Vampiro Clase Alta
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La boca de una serpiente, es la boca de una mujer, aquel veneno que arrojan es aquel que solo con una buena zurrase puede acabar, oh que trágico momento es aquel con agravamientos, que no garantizan que aquel cazador no haga lo que mejor sabe hacer, y no es solo follar, si no conflictos internos y externos que han provocado, que las mujeres terminen en conventos y otras muertas. Sin duda lo que hace aquel cazador, deja victimas, pero, por que? La respuesta estaba justo desnuda frente a el, moviendo sus labios y sus piernas, siendo el demonio mas grande de todos.
Del Piero rio y sentencio aquellas palabras de la mujer, no había duda, podía ser lo que fuera, pero al final tenia que admitir “era una experta para hacerle reir” ¿Acaso había olvidado la mujer lo que siempre hacía del Piero?, este la miró socarronamente y la dejo ahí sobre el altar, camino hasta unas cortinas y las tiró con fuerza haciéndolas caer, tomó las cuerdas de las cortinas, en total seis, volvió al altar, si todo ese trayecto lo hizo desnudo, es decir ¡men andaba con la chota al aire toda dura y mojada!, se acerco tomando las manos de la mujer para atarlas juntas, la coloco en posición horizontal al altar, haciendo que todo el cuerpo de ella entre en esa estructura, luego le ato los pies juntos de ahí las manos atadas de la mujer las puso sobre la cabeza de ella y la ato al altar, consecutivamente con los pies de ella.
La quinta cuerda la ato al cuello de la mujer en un nudo profesional, se fue hacia las ropas de la mujer y rasgo el vestido de ella, regreso y le venda los ojos –shhh querida, no me arruines el momento quieres, además ya viste mucho por ahora, y creo que es mejor que dejes de ver- le cubre los ojos con parte del vestido de ella mismo.
Los pasos del cazador se acercaban, se alejaban, y se volvían a acercar, esa sonrisa socarrona, lujuriosa y llena de maldad excitación no se borraba de él, al contrario se hacia más y más presente. –esto quizás te duela o quizás no, pero bueno, como estas medio muerta y no eres la dulce y pequeña puta que me obsesiono, entonces no seré condescendiente contigo- le susurra y tira con los dientes de su lóbulo derecho, luego silencio, absoluto silencio, cuando de pronto un chorro caliente cae en el vientre de la mujer, algo de cera de las velas del lugar, sobre el cuerpo.
Lo que mas le excitaba era el dolor, los gritos, y luego follar, bueno no siempre en ese orden pero se asemeja, un rocío sobre su vientre y una risa –eso perrita, vamos grita de dolor, grita de puro dolor para que te folle- luego el silencio otra vez, y otro chorro esta vez sobre el pezón derecho –si te sueltas te azotare tan fuerte que no te sentaras, ni caminaras por tres malditos meses- le susurra sensualmente, su polla roza las manos atadas de ella y las manos de el comienzan a masajear los senos de la vampira –Sabes te puedo creer, puedo darte un voto de confianza, pero para ello deberas hacer algo, algo que no se si estes a la altura, tu sabes, me conoces, entonces sorprendeme, una noche, ve a mi casa con alguna sorpresa tuya, y no me refiero a que lleves a los de la puta iglesia, sino algo más excitante, cuando eso ocurra te creeré y te podre invitar a mi casa junto a mi dulce muñeca zorrita, que dices pequeña- su zurda deja de acariciar el seno correspondiente, mientras que su gemelo atormenta el pezón de la mujer tirándolo, pellizcándolo, retorciendolo entre sus caricias, cuando en eso, la zurda que había desaparecido di un azote al sexo de la mujer dando justo con sus dedos en su delicado y extasiada perla, su clítoris, haciendo que el placer que sintiera la mujer fuera mas extremo.
Si de por si es extremo en la posición y atada, vendada y con cera caliente sobre su cuerpo, con un azote de esos solo hacia hervir la sangre.
Se alejo de la mujer y solo se oía un silbido lento, muy agudo, el cazador se sento un poco admirando a la mujer para luego soltar una risita –ya se, asi no te puedo apreciar bien- gesticula y le toma las piernas a la mujer se las desata y luego le ata una pierna a las dos patas del altar, dejándola toda expuesta para él –oh Aleera, mírate, estas toda mojada, toda húmeda, tan ansiosa porque entre en ti, pero no lo haré, no entrare ahí hasta que estés tan pero tan cachonda que tenga que hacértelo bien despacio, follarte tan lento que será una tortura porque al final no dejare que te corras rápido como ahora- murmura tocando los muslos de la mujer, en eso para el ascenso de sus dedos por los muslos internos hasta su sexo, se aleja y deja que la mujer sienta toda vendada y atada, aquella quinta cuerda rozando su sexo moviéndose contra este lentamente –Vamos Aleera, quiero que grites en tu orgasmo, grita, que pare- murmura entre dientes frotando mas fuerte aquella cuerda, dejando que en de vez en cuando sus dedos rocen aquellos labios vaginales y aquel botón hinchado –oh si nena,mira como mojas la cuerda, quieres mojarme verdad, entonces vamos pídelo- demanda cuando toma la cuerda y le da un pequeño azote al sexo expuesto. PLAST, ese sonido el hace gemir al Del Piero, un gemido ronco, de puro placer.
-Te hare recordar lo que nadie te hacia, y lo que solo yo hacia, aunque claro, también tendras que recordar lo que me robaste, y no preciosa, no es mi maldito corazón, porque eso tu no lo robaste, tu lo mataste, lo destruiste, asi que ahora grita de placer, déjame tu oir tu sinfonía de placers sexuales, como la maestra que eres en este arte-
Termina la frase cuando dos de sus dedos se han inmiscuido en el interior de la vampiro de manera rauda y rápida comienza a estimular sus paredes internas de su sexo, escuchando el sonido erótico y placentero de la humectación del sexo femenino, asi como el deseo de su cuerpo por liberarse del orgasmo.
Del Piero rio y sentencio aquellas palabras de la mujer, no había duda, podía ser lo que fuera, pero al final tenia que admitir “era una experta para hacerle reir” ¿Acaso había olvidado la mujer lo que siempre hacía del Piero?, este la miró socarronamente y la dejo ahí sobre el altar, camino hasta unas cortinas y las tiró con fuerza haciéndolas caer, tomó las cuerdas de las cortinas, en total seis, volvió al altar, si todo ese trayecto lo hizo desnudo, es decir ¡men andaba con la chota al aire toda dura y mojada!, se acerco tomando las manos de la mujer para atarlas juntas, la coloco en posición horizontal al altar, haciendo que todo el cuerpo de ella entre en esa estructura, luego le ato los pies juntos de ahí las manos atadas de la mujer las puso sobre la cabeza de ella y la ato al altar, consecutivamente con los pies de ella.
La quinta cuerda la ato al cuello de la mujer en un nudo profesional, se fue hacia las ropas de la mujer y rasgo el vestido de ella, regreso y le venda los ojos –shhh querida, no me arruines el momento quieres, además ya viste mucho por ahora, y creo que es mejor que dejes de ver- le cubre los ojos con parte del vestido de ella mismo.
Los pasos del cazador se acercaban, se alejaban, y se volvían a acercar, esa sonrisa socarrona, lujuriosa y llena de maldad excitación no se borraba de él, al contrario se hacia más y más presente. –esto quizás te duela o quizás no, pero bueno, como estas medio muerta y no eres la dulce y pequeña puta que me obsesiono, entonces no seré condescendiente contigo- le susurra y tira con los dientes de su lóbulo derecho, luego silencio, absoluto silencio, cuando de pronto un chorro caliente cae en el vientre de la mujer, algo de cera de las velas del lugar, sobre el cuerpo.
Lo que mas le excitaba era el dolor, los gritos, y luego follar, bueno no siempre en ese orden pero se asemeja, un rocío sobre su vientre y una risa –eso perrita, vamos grita de dolor, grita de puro dolor para que te folle- luego el silencio otra vez, y otro chorro esta vez sobre el pezón derecho –si te sueltas te azotare tan fuerte que no te sentaras, ni caminaras por tres malditos meses- le susurra sensualmente, su polla roza las manos atadas de ella y las manos de el comienzan a masajear los senos de la vampira –Sabes te puedo creer, puedo darte un voto de confianza, pero para ello deberas hacer algo, algo que no se si estes a la altura, tu sabes, me conoces, entonces sorprendeme, una noche, ve a mi casa con alguna sorpresa tuya, y no me refiero a que lleves a los de la puta iglesia, sino algo más excitante, cuando eso ocurra te creeré y te podre invitar a mi casa junto a mi dulce muñeca zorrita, que dices pequeña- su zurda deja de acariciar el seno correspondiente, mientras que su gemelo atormenta el pezón de la mujer tirándolo, pellizcándolo, retorciendolo entre sus caricias, cuando en eso, la zurda que había desaparecido di un azote al sexo de la mujer dando justo con sus dedos en su delicado y extasiada perla, su clítoris, haciendo que el placer que sintiera la mujer fuera mas extremo.
Si de por si es extremo en la posición y atada, vendada y con cera caliente sobre su cuerpo, con un azote de esos solo hacia hervir la sangre.
Se alejo de la mujer y solo se oía un silbido lento, muy agudo, el cazador se sento un poco admirando a la mujer para luego soltar una risita –ya se, asi no te puedo apreciar bien- gesticula y le toma las piernas a la mujer se las desata y luego le ata una pierna a las dos patas del altar, dejándola toda expuesta para él –oh Aleera, mírate, estas toda mojada, toda húmeda, tan ansiosa porque entre en ti, pero no lo haré, no entrare ahí hasta que estés tan pero tan cachonda que tenga que hacértelo bien despacio, follarte tan lento que será una tortura porque al final no dejare que te corras rápido como ahora- murmura tocando los muslos de la mujer, en eso para el ascenso de sus dedos por los muslos internos hasta su sexo, se aleja y deja que la mujer sienta toda vendada y atada, aquella quinta cuerda rozando su sexo moviéndose contra este lentamente –Vamos Aleera, quiero que grites en tu orgasmo, grita, que pare- murmura entre dientes frotando mas fuerte aquella cuerda, dejando que en de vez en cuando sus dedos rocen aquellos labios vaginales y aquel botón hinchado –oh si nena,mira como mojas la cuerda, quieres mojarme verdad, entonces vamos pídelo- demanda cuando toma la cuerda y le da un pequeño azote al sexo expuesto. PLAST, ese sonido el hace gemir al Del Piero, un gemido ronco, de puro placer.
-Te hare recordar lo que nadie te hacia, y lo que solo yo hacia, aunque claro, también tendras que recordar lo que me robaste, y no preciosa, no es mi maldito corazón, porque eso tu no lo robaste, tu lo mataste, lo destruiste, asi que ahora grita de placer, déjame tu oir tu sinfonía de placers sexuales, como la maestra que eres en este arte-
Termina la frase cuando dos de sus dedos se han inmiscuido en el interior de la vampiro de manera rauda y rápida comienza a estimular sus paredes internas de su sexo, escuchando el sonido erótico y placentero de la humectación del sexo femenino, asi como el deseo de su cuerpo por liberarse del orgasmo.
Alekshandro Del Piero- Cazador Clase Alta
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