Eres cuanto conozco {Privado}

por **Naia Bathurst** Jue Ene 24, 2013 6:33 am

En esos instantes me sentía... Cansada era la palabra correcta, pero física y psicológicamente hablando. Llevaba una mañana ajetreada, yendo a comprar cosas para la casa y para el pequeño bebé de dos años que debía cuidar. Sonreía como una tonta cada vez que pensaba en él, en su sonrisa, en sus pequeñas manitas cogiendo mi rostro. Era una dulzura, casi como si fuera mío... Aunque bien sabía que no era así. Yo solo era una esclava, una sirvienta en casa de mi señor. Cada vez que pensaba eso era como un mazazo a mi pecho, sentía mi orgullo roto por aquel comportamiento que debía llevar. Yo no era así para nada y me costaba creerme que siempre hubiera obedecido de aquella manera a alguien.

Compré lo necesario en las tiendas y volví a casa, sintiendo la mirada de un hombre en mi rostro por el camino. Lo había visto otras veces, me sonaba su rostro muchísimo, pero mi mente era incapaz de traer recuerdos más lejos a hace dos años. Lo cual era realmente frustrante. Ni siquiera recordaba aquel incidente por el cual había perdido la memoria... Me limitaba a saber lo que me habían dicho: que por algún motivo había caído ladera abajo y que parecía un accidente, de lo cual tenía muchísimas duda al respecto. Yo no hubiera sido tan tonta de caerme por ahí, y tampoco solía ser una chica precisamente torpe. De todas formas, poco podía hacer al respecto.

Llegué al final a casa, mirando de re-ojo al hombre que me había seguido. Nunca entraba, siempre estaba al otro lado de la calle hasta asegurarse de que entraba sana y salvo, lo cual siempre conseguía hacerme un nudo en el estómago. Solo una vez había hablado conmigo, la única en la que se había dado cuenta que no recordaba absolutamente nada. Lo único que hizo fue darme una pandereta, la cual guardé de inmediato en mi habitación sin que mi amo se enterara. ¿Quién sería? Era una de las muchas preguntas que tenía que responder en mi vida, pero que parecía jamás encontraría la respuesta.

Dejé las llaves en su sitio, en el mismo bol de la entrada para que vieran que había vuelto. Fui directa a la cocina y guardé todo lo que había tenido que comprar para la casa, me estaba entrando hasta hambre ya. Podría ser fácil la hora de comer y no me habría dado cuenta. Aunque algo me decía que aun faltaban unas horas para ello, así que no tendría que hacer aun la comida... Entonces me pregunté si estarían en casa, tanto el bebé como el señor. A veces se lo llevaba de paseo, como era normal, y no estaba segura de si habían salido aquella mañana. Quizá tendría unos momentos para ir a mi cuarto y descansar aunque solo fueran cinco minutos.

por **Dam Bathurst** Miér Feb 06, 2013 6:16 pm

Golpe fuertemente el escritorio, aventando los papeles, bolígrafos, tinta, retratos, todo, me estaba volviendo loco, estaba loco, el rencor que siento por esa mujer es más grande, al descubrir que simplemente se caso conmigo por una maldita venganza, que nunca me amo, que de seguro tuvo una amante, riéndose en mi cara, gastando mi dinero, sí, siento odio hacia mi esposa… ¿esposa? Puedo decirle así a esa mujer que me hizo tanto, pero tanto daño. Sí, siento mucho rencor, tal vez hasta odio por la esposa que tengo ¿Por qué no vi esto antes?, porque no pude ver lo que realmente era en realidad, claro, como me iba a dar cuenta, me llevo a sus brazos, me enamoro, me ilusiono, volé tan alto pero el momento de caer fue tan fuerte que no tuve tiempo de detenerlo.

Con un gruñido salo de mi despacho y mire a Naia, la tome del ante brazo-Ve a limpiar mi despacho, para eso te pago…-Tenia tanto coraje hacia esta mujer, mi esposa, sí, hace tiempo había perdido la memoria, y fue mi brillante oportunidad, ella pagara todo-Como mi sirviente… ¿Escuchaste bien? Y luego tienes que barrer, trapear la casa, como no tengo a mi esposa que lo haga, pues tus eres la única mujer aquí entonces lo harás-La suelto y me voy a la planta alta, pero antes de que suba por completo-Y luego vienes para decirte unas cosas…-Le di la espalda y subí por completo, yendo a mi habitación y cerrando la puerta, un portazo, cada vez que la miraba me daba más coraje, mas rabia.

por **Naia Bathurst** Miér Feb 13, 2013 7:13 am

Escuché de pronto un golpe en lo que sería el escritorio de mi amo, justo en el despacho que tenía tan cerca de la cocina. Cerré los ojos, a sabiendas de que en cuanto saliera me tocaría una reprimenda por absolutamente nada. Siempre estaba con la casa, limpiándola y cuidando a su hijo... ¿Por qué tenía que tratarme de aquella manera? Yo ni siquiera tenía la culpa de a saber que cosa había pasado con su mujer. ¡Que le echara las culpas a ella!

Entonces apareció, cogiendo mi brazo con fuerza, pero no me quejé. Le miré a los ojos, mostrando simplemente tranquilidad. No dejaría que viera cuanto me afectaba su comportamiento, ni el orgullo herido que tenía cada vez que tenía que morder mi lengua para no contestarle de manera grotesca. Aunque bien era cierto que no siempre podía callarme, momentos en los que deseara que la tierra me tragara y salía literalmente por patas de su lado.

-De esclava a sirvienta... Vamos mejorando.- Dije irónicamente mientras él cerraba su cuarto de un portazo. Suspiré, yendo a limpiar su escritorio y todo lo que él había dicho.

Me pegué horas haciendo todo lo que dije, barriendo y limpiando toda la maldita casa. Pues peor para él, yo no comería por sus ordenes para poder trabajar, pero tampoco le haría la comida, de hecho, él no había dicho que la hiciera. ¡Que se fastidiara! Cuando ya era bien entrada la tarde, me dejé caer en la pared, cansada y desmoralizada, permitiéndome unos instantes de debilidad antes de entrar a su cuarto. Estaba cansada de aquello, de que el tiempo pasara y no recordar absolutamente nada. ¿Por qué a mi? ¿Dónde estaba mi vida? ¿A que había llegado? Me mordí el labio inferior y quité las lágrimas de mi rostro. Si tenía que enfrentarme a él otra vez sería en perfectas condiciones, sin mostrar debilidad.

Me levanté del suelo y llamé a la puerta un par de veces antes de entrar con tranquilidad. No estaba asustada, pero no sabía si podría callarme todo lo que pensaba. Era una mujer con genio y eso jugaba realmente en mi contra.

-Ya terminé amo, ¿deseábais decirme algo? -La palabra "amo" se me atragantaba en garganta, sin querer salir y haciéndolo a regañadientes.

por **Dam Bathurst** Dom Feb 17, 2013 9:26 am

Este juego se ha convertido en algo rutinario, pero no lo acabare, no yo.

Al entrar a mi alcoba pegue mi espalda a la puerta, llevando mis manos a mi rostro, me sentía un miserable al hacerle eso a mi esposa, A MI ESPOSA la mujer que amo, a la que le di mi amor, mi protección, un hijo, ese pequeño bebé que lleno mi corazón de amor, más amor para dar. Me deslice hasta caer al suelo con mis piernas flexionadas, abrazándolas y empezando a llorar, sí, a llorar, parecía un niño que necesitaba de un abrazo de su santa madre, pero no tenía a mi madre, hace tiempo que no sentía un calor maternal o paternal, así que solo tenía que afrontar mis cosas, no tenía amigos verdaderos, solo amistades por mi trabajo, viajaba mucho, pero desde que supe que Naia perdió la memoria deje de hacerlo y le digo alguien “De mi confianza” que vaya por mí y me traiga los reportes, así es mi maldita vida. La amaba, no iba a negar ese sentimiento, amaba a mi mujer, pero el dolor de la tracción –Y no porque se haya acostado con un hombre- Si no los motivos del porque se caso conmigo, claro; cuando leí el documento no podía creerlo, hasta lo negué, pensé que me tomaron el pelo pero cuando la investigue por quinta vez y el mismo resultado salía me sentí un tonto, un estúpido porque ella jugo conmigo, ella simplemente jugó con mi amor, corazón, pero aun así la sigo amando, sigo amando a Naia Bathurst, esa mujer que desde que la vi me robo hasta el suspiro.

-Maldita mujer, maldita que me enamoraste, dejaste que te entregaras mi corazón, te ame y te sigo amando como el primer día, no podía amar a otras…no podría…-Lleve mis manos hacia mi rostro, apretándolo para que las lagrimas no salieran pero eran tarde, gota por gota cayeron a mi palma de mi mano recargándome en la puerta y sin dejar de maldecir. Pero yo también miento, le mentí de que soy un brujo pero, pero eso no es algo tan grande como el de ella ¿Cierto? No sabía en sí, si eso era una mentira como la suya, pero, todo se paga en esto, y algún día le pagare con la misma moneda ¿Podre hacerlo? Aunque hable, aunque diga que la trataré tan mal, que haré pagar lo que me hizo, no puedo hacerle, puedo gritarle y “ofenderla” pero al extremo de pegarle nunca, eso nunca, mi madre me dijo una vez “Dam, a una mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa” esas palabras, esas simples palabras me llegaron al corazón, y en mi vida he tocado a una mujer de esa forma, jaloneos puede ser que sí, pero pegarle, al extremo no, en el rostro de mi esposa nunca habrá un moretón, ninguno.

Me limpio mis lagrimas, y me levanto, pego nuevamente mi espalda en la puerta y miro hacia un lado, un retrato, era una foto mía con Naia, camine hacia aquel mueble, la tome y pase mis dedos por aquella foto, en especial donde se encontraba mi mujer, suspire y me la lleve contra mi pecho, la extraña, extrañaba charla con ella a las altas hora de la madrugada, divertirnos como si fuéramos unos niños, y otras como los amantes apasionados que éramos pero eso ya no será posible la dejo sobre la mesa pero boca abajo, porque llegara ella a mi alcoba y no quiero que la vea por ningún momento. Escuche que la puerta se tocaba, con paso lento y abrí la puerta, ahí enfrente de mí se encontraba la mujer que mas amaba en este mundo, pase saliva, necesitaba besarla, me mordí mi labio inferior porque no lo iba hacer-Que bueno que está aquí…-Me mordí la lengua ¿Por qué le hable de usted? Una costumbre, garraspé un poco-De acuerdo Naia, me alegro que seas eficaz en la casa, desde que tu estas, la casa está más limpia, ordenadas, claro como debe ser una…-Entrecerré los ojos y me recargue en el marco de la puerta-Un poco cosa como tú…-Me dolía más a mi decirle esas palabras que ella, pero no iba a flaquear delante de ella, ni sabia porque le dije que viniera aquí, se me tenía que ocurrir algo y pronto…y como si el destino quisiera jugar más con nosotros se me prendió el foco y mis labios se movieron para hablar-Sí, ahora te toca limpiar mi cuarto y pues te llevara mucho tiempo-Le dije finalmente y rápidamente entre a mi cuarto y le di la espalda-Y quiero que este cuarto este brillando de limpio, si no, veras lo que te puedo hacer…-La mire de reojo y después mire la pared…sin decir nada más.

por **Naia Bathurst** Lun Feb 18, 2013 5:05 am

Alguien, algún día, tendría que explicarme el motivo de que yo acabara así, porque no lo entendía. Si siempre había sido una esclava, una "tan poca cosa", ¿por qué motivo se me atragantaba el hecho de tratarle así? Era como si no se lo mereciera, como si en vez de hacerle caso y llamarle "amo" tuviera que decirle cuatro cosas y largarme de ahí enfadada. ¿Tenía sentido? Me mordí el labio inferior, preguntándome quien había sido antaño... Dos años sin recordar toda una vida, me estaba dejando realmente exhausta intentar que vinieran recuerdos a mi memoria, como todas las noches que ni siquiera me vienen en sueños. Lo máximo pesadillas de alguien conocido, alguien al que de primeras confío y luego me tira ladera abajo... Pero no creía que fuera un recuerdo, solo algo que, por algún motivo, se repetía constantemente en sueños, dejándome cansada a la hora de tener que trabajar.

Me lo quedé mirando con mis ojos cansados de no dormir y, encima, de recoger toda la maldita casa. Claro que estaba todo más limpio, me tenía ahí casi las malditas veinticuatro horas del día. ¿No podía darme un pequeño descanso? "Como debe ser de una..." Me lo quedé mirando, alzando una ceja para que siguiera. ¿De una jodida esclava? Se me estaba revolviendo el estómago de la pura rabia que empezaba a sentir. Quería irme a la cama, quería descansar y pasar de su cara, aunque también había sentimientos que no lograba entender cuando estaba a su lado, motivo por el cual probablemente solía hacer las cosas sin rechistar mucho. Algo en mi interior hacía que me sintiera culpable, como si hubiera algo que le debía, que había hecho mal. Pero una cosa eran los sentimientos y otra recordar el motivo de ello.

-Espere... ¿Qué ha dicho? -Me lo quedé mirando, con una mezcla de rabia y cansancio. ¡Quería que ahora limpiara su cuarto! Ni siquiera habíamos comido porque se había empeñado en que limpiara toda la maldita casa.- ¿Y que va a hacer? ¿Pegarme? - En esos momentos me arrepentí de haber abierto la boca y cerré los ojos. Si me ponía la mano encima de verdad sería solo mi culpa, pero no le veía capaz de ello. No lo había hecho en dos años, ¿por qué empezar ahora? Eso siempre me había dado más confianza para ser yo misma, a veces parecía que lo hacía aposta para que protestara.

por **Dam Bathurst** Lun Mar 18, 2013 8:50 am

¿Cómo fue que paso todo esto? Si éramos un matrimonio feliz, contento, alegrías, brillos amor por aquí amor por haya, amor todos lados, ahora ¿Qué es? Mi esposa tiene amnesia, yo un gran dolor por ella, uno, porque me dolió lo de su accidente y no supe como asimilarlo, cuando la trajeron inconsciente lo único que me paso por la cabeza fue curarla, pero no sabía como, hasta que un doctor llego a la casa la examino y sólo tenia rasguños y el fuerte golpe en la cabeza que no sabia como iba a despertar, lo único que quería es que ella despertara, ella me digiera lo que siempre me solía decir. Y la segunda cosa que tenia era el maldito engaño, no que me fuera infiel eso será menos doloroso, lo que descubrí de ella, que solo se caso para vengarse, pero nunca supe porque, pero eso ya no importa, ella me engaño, ella me hizo enamorarme como un tonto de ella y lo logro. No sé como reaccionaria cuando despertara. Duro días, diez, once tal vez, la verdad pensaba que nunca iba a despertar, le hablaba le traía a su hijo, y nada, hasta que un día abrió los ojos y mi sorpresa fue, que no me recordaba, ni a mi ni a nadie.

Al principio me asuste, porque Naia no sabia nada de nadie, pero después esto fue una gran idea, la saque –Literalmente- del cuarto. Guarde todos sus vestidos, y sin más le quite el anillo, regañándola, porque ella aquí era una sirvienta nada más y que esa anillo era de mi desaparecida esposa, y sin que se diera cuenta tome el cuadro que estaba pintando de los tres, ella, mi hijo y yo, lo tengo guardado en mi despacho que ella no entra. Así empezó todo, ella siendo la sirvienta, y a los que trabaja para mi, y conocen a mi esposa, les hice callar, que no le dijeran nada, que la tratara como una tal y la paga seria más, sin decir nada, ellos aceptaron, mi plan estaba funcionando, van dos años, dos años que la trato como una maldita esclava para mi, es la “nana” por así decirlo de mi hijo, salgo temprano de mi casa, llego al medio día para comer con mi hijo, después vuelva a salir a la otra empresa llego a la hora de la cena, salgo otra vez me voy algún lado, y regreso de madrigada, no estoy tanto el tiempo en casa para no verla, para no caer y decirle todo, porque la sigo amando, amando como siempre.

Abrí los ojos, al recordare todo me ha dolido más que vivirlo, cuando la vi entrar sonreí un poco, al decirle eso sonreí más ante la pregunta-Sí, vas a recoger el cuarto, no dejo que nadie lo limpie me encargo yo, pero ahora estoy agotado, ahora no tengo nada de ganas, así que tu lo haras, no, no te pegaré porque eso no es de hombres, pegarles a las mujeres, simplemente te daré un castigo severo, sin golpes claro-Arquee una de mis cejas, me acerque a ella, tan hermosa, tan ella como siempre, pero se vería bien con sus vestidos, me acerque más, más…hasta estar cercas de ella, oli su perfume era otro pero delicioso, me acerque más y la bese, no supo como paso, pero la bese en aquellos labios que me gustan tanto.

por **Naia Bathurst** Dom Mar 24, 2013 7:20 am

Aunque lo esperaba, aunque realmente pensaba que iba a darme una bofetada o algo así, no vino. Dam jamás me había puesto la mano encima, lo sabía perfectamente, pero aun así, su trato era tan desagradable que a veces no sabía que esperarme de él. No le tenía miedo, ¡para nada! Era como si hubiera algo en mi que no pudiera verle como un simple amo, porque esa parte de mí no lo veía como tal. ¡Porque no podía aceptarlo! Mi orgullo se hería al tener que hacerle caso, con cada palabra suya que obedecía o con cada trato denigrante. Y, aun así, no podía odiarle.

La otra parte sentía que me lo merecía, se sentía extremadamente culpable. No lo entendía. ¿Qué habría hecho yo para merecer aquel trato? Esa parte de mí debía equivocarse. Sin mis recuerdos no podía saberlo y él no hacía precisamente mucho para que volvieran a mí. Como si no quisiera, como si no fuera ventajoso para él que volvieran mis recuerdos. En todo caso, ¿qué más daba ya? No me quedaba más remedio que seguirle. Hacer lo que dijera con toda la desgana del mundo.

Miré el cuarto con cansancio, sintiendo mi cuerpo destrozado por el día de trabajo al que me había sometido. ¿Es que no veía que no podía más? Necesitaba descansar, comer algo. Negué de manera imperceptible y, entonces, le escuché. ¿Cómo iba a castigarme sin golpes? Me lo preguntaba mientras se acercaba más y más a mí, haciendo que apoya la espalda a la pared sin ninguna posible salida de escapé. Le miré, sintiendo el corazón desbocado mientras veía que estaba demasado cerca.

Cerré los ojos al sentir sus labios, sin saber como reaccionar, sin saber si quería o no huir de ahí. Eso era curioso. Algo dentro de mí se sentía acostumbrada a ello, incluso lo echaba de menos, pero otra, la que tenía ese orgullo herido quería que se apartara aun sabiendo que ella no tenía ningún derecho. Era su esclava y podía usarle como él le diera la gana. Así que, entra una cosa y otra, me quedé quieta.

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