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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Mensaje por Mar Santini Sáb Dic 03, 2011 6:11 am

Hombres *Bajo ese sonido resopló en la taberna, habia salido con algunas chicas del burdel pero cuando llegaban a un lugar siempre habia una mujer que esperaba llamar la atencion de los allí presentes, Mar tambien disfrutaba del sexo como cualquier otra persona pero no lo utilizaba como reclamo hasta en la hora de la comida eso era lo que le diferenciaba de las demás, pues en unos pocos segundos como si aquesto fuera un nuevo burdel se habian acercado a todos los hombres acariciandoles o pidiendoles que estuvieran con ellas. Las voces, los escotes ¿cual seria el hombre que se resistiese? asi empezo la pequeña orgía a esas horas de la noche* A mi ni se te ocurra mirarme nada más que para servirme el pedido *reclamó con frialdad al tabernero que tenia otras intenciones con ella, cuando mar dijo eso se sonrojó de rabia pero tambien de vergüenza mandando a uno de los camareros con algo de brusquedad a que la sirviese a ella* Buen chico *comento ella distraidamente mientras cruzaba las piernas con aire sensual.

Mar llevaba una vestimenta simple, un vestido dorado que parecia sobresaltar su palidez igual que el color de sus cabellos o de sus orbes, acariciaba sus hombros dejandolos expuestos pues las mangas caian un poco más abajo, el escote apenas escondia sus exhuberantes senos pero aún así los escondía de las miradas indiscretas, un corte por abajo permiia que su pierna derecha se viera expuesta en cada movimiento junto con unas medias negras hasta los muslos, sus tacones rojos parecian pegados a sus pies pues por mucho que los moviese no habia tenido que colocarselos en su sitio ni una sola vez* Un whisky *un rizo de su cabello acarició su mejilla, habia optado por sacar un libro aun cuando no era demasiado inocente, la historia de un piano y una mujer, el piano en las noches se convertía en un espíritu que abrazaba a la mujer hasta que los abrazos fueron poco inocentes.

El sonido del vaso apoyado en la barra le advirtió que ya estaba su bebida, alargó la mano sin mirar, aunque muchos hombres se reían pensando que esa era una bebida de hombres y no de mujeres pero cuando mar en unos pocos segundos dió cuenta de la bebida pidiendo otra ellos parpadearon. Su tranquilidad se vió truncada por algunos hombres que deseaban que ella se comportase igual que sus compañeras, sumisa y con ganas de complacerles* Vayanse al infierno sino quieren que les mande yo * los hombres se rieron pero cuando mar abofeteó a uno de ellos ante la mirada atónita del "publico" todos se callaron. No duró mucho tiempo la sorpresa pues aquel hombre hizo un rápido ademán de responderle la bofetada pero mar no se inmutó ni se escondió sino que le miró fijamente a los ojos*


Última edición por Mar Santini el Lun Ene 16, 2012 10:31 am, editado 1 vez


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Mensaje por Vincent Leblanc Sáb Dic 03, 2011 9:52 am

Desde mi vuelta a París había hecho muchas cosas en las abundantes horas de oscuridad que me proporcionaba el otoño, pero todavía no había hecho algo muy importante en la vida de un hombre: ir a un burdel o ir a una taberna. Curioso el destino que me llevo a la segunda opción, solo Dios sabía por qué, pudiera ser que supiera de antemano lo que me iba a encontrar allí. Vestido con un traje para la ocasión, no demasiado formal pero siempre con mi preciado sombrero, entré gustoso en la estancia que tan embriagadores olores me ofrecía. Adoraba el olor del alcohol, aunque lo que no me gustaba tanto era quizás el olor de varios hombres sudorosos juntos. Me acerqué a la barra, pues, y una vez hube apoyado ahí mi sombrero, busqué al camarero con la mirada -Largos días y gratas noches, caballero, un whisky- dije en un tono caballeroso cuando el tabaernero por fin se hubo acercado a mi posición. Poco tardó en servirme aquel delicioso licor, al cual le di un pequeño sorbo antes de sacar el paquete de tabaco, darle unos toquecitos para sacar un cigarrillo y colocarmelo entre los labios, donde lo prendí con una cerilla. Lo jocoso de todo aquello era que podría disfrutar de aquellos vicios cuanto quisiera, no moriría. Aquel pensamiento me sacó una carcajada, fue inevitable.

Pero mi pequeño momento de divertida ironía se vio interrumpido por sonidos de tacones y el olor de varios perfumes entrando por la puerta. No me volví del todo para tener contacto visual con lo que fuera que había entrado, tan solo giré un tanto el cuello para observar de reojo a varias imponentes féminas entrar en el local. Continué con lo mío, ignorando el hecho de que la taberna se hubiese llenado de prostitutas, sonriendo por chistes que me hacía a mí mismo. Más graciosa me resultó la situación cuando todo ente con pene entre las piernas pareció rebajarse ante sus instintos más primarios, siendo consciente yo de que presenciaría una situación en la que muchos quisieran estar, pero ante la que yo tan solo le daría la espalda con mi tabaco y mi bebida. Pero había alguien diferente. Una mujer, cortesana también debía suponer, despampanante y de una belleza singular se acercó a la barra, curiosamente a mi lado, aunque pareciendo no verme. Estaba pendiente de cada palabra que ella formulaba, cada movimiento, cómo le hervía la sangre ante aquella molesta situación, y disfruté enormemente cuando oí la palma de la mano femenina chocar fuertemente con el rostro de uno de aquellos energúmenos.

La sonrisa no desaparecía de mis labios, aquella era una mujer de armas tomar a la que le presentaría mis respetos y admiración, pero el hombre que había sido tan vulgarmente humillado por una prostituta me ofreció en bandeja la oportunidad de quedar como todo un caballero. El muy miserable se había atrevido a levantarle la mano a la muchacha, y, aprovechando que éste se había colocado entre la fémina y yo, sin dejar de mirar mi vaso vacío agarré la muñeca del varón -¿Es ésta la forma de tratar a una damisela?- espeté, con el cigarro en los labios y con un falso tono de decepción -Ya la ha oído, caballero- dije después, marcando fuertemente la última palabra -No me ha parecido que padezca sordera- solté, después. Aún mantenía su muñeca agarrada, teniendo que contenerme para no partir el brazo de aquel pobre hombre, no por ira, sino por puro exhibicionismo. Pero pensé que no me convenía llevar a cabo tal hazaña.

Pegué un empujón al hombre para que se marchara de una vez, y fue entonces cuando me permití observar con más detenimiento a la mujer que se encontraba a mi lado, una auténtica belleza de dorados y ondulados cabellos. Una seguridad abrumadora inundaba sus ojos, y algo me decía que tendría que agradecer el haber “cenado en casa” (cena que seguía cautiva en mi humilde morada, pero eso daba igual). Me separé de la barra un tanto, hice una reverencia y dije: -Gratas noches, mademoiselle – a continuación me incorporé, para seguir hablando –Mi nombre es Vincent Leblanc, y temo que me cobraré este “rescate” con sus servicios, obviamente completamente gratuitos- bromeé, con una sonrisa ladina. La fémina podía tomárselo como le diera en gana, la verdad era que parecía una persona agradable con la que conversar y divertida de seducir.

[Off: siento si este post resulta algo largo y los demás son más cortos, la verdad esque es algo que tengo que pulir]
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Mensaje por Mar Santini Sáb Dic 03, 2011 2:13 pm

*afortunadamente no cerró los ojos aunque antes de pensar en el dolor de aquella bofetada alguien apareció en su auxilio, le sonaba aquel rostro aun cuando no era que lo hubiera ignorado sino que cuando entraba a un sitio tenia la costumbre de primero ir a por su asiento para despues dedicarse a mirar a quienes había por ahí, cuando habia mas espacio u mas sitios libres tenia más dotes de observacion pero no era agradable estar de pie en una taberna donde el alcohol adulterado a veces podia jugarte una mala pasada especialmente cuando no habia nada interesante a lo que hecharle el ojo, pero cuando la amenaza de aquellos hombres fue nula arqueó una ceja al escuchar las palabras de aquel hombre consiguiendo lo que nadie, que se escuchase por primera vez la risa de Mar en aquella taberna*

Ya me parecia a mi que eras demasiado caballeroso*No fué perezosa en tomar el cigarrillo de aquel hombre, le gustaba el peligro no acostumbrada a ser de las mujeres dóciles que esperaban a dar las gracias, le sonrió con la misma sensualidad ¿porque no? veia algunas miradas de envidia pero el brillo frío de los ojos de mar dejó calladas a las cortesanas que habian perdido a sus parejas de noche "el es mio" decia por todos los poros "al menos esta noche" sus labios marcados en carmín se sonrieron dejando a la vista los dientes blancos mientras volvía a sentarse dejando que el humo de la primera calada del cigarro fuera a parar a la cara del camarero que habia tenido la mala suerte de servirles*

Parece que...será una noche muy interesante ¿no lo cree monsieur? *Paseó la punta de su tacón por la pierna derecha de Vincent con una sonrisa entretenida, era un juego pues la tela de su vestido dejó expuesta aquella pierna por unos cortos segundos, pues despues volvió a cruzar las piernas con la misma postura que habia tenido antes, el libro estaba a un lado de la barra lamentando como unas gotas de whisky habian manchado la portada, lo dejó alli pareciendo que aquel no tenia dueño hasta que ojeó algunas páginas con renovado interés*Mi nombre es Mar Santini*Elevó una vez mas el rostro, sus ojos claros fueron a parar sobre los de ese hombre, rezumaba peligro por todos los poros, el olor a tabaco solo servia para hacerle sentir perfectamente, le gustaba dominar, la postura era sin duda la de una mujer que no se conformaba con el puesto de abajo, para estar abajo debia de ganarselo la otra persona* ¿a que esperas...?

*Vió al mozo aun aturdido por el humo* sirvenos un poco más de whisky, despues de todo invito yo *acabo la frase con cierta sorna, sabia perfectamente que dado a ese ataque de caballerosidad tendria que ayudarle en que la noche de aquel hombre fuera sumamente placentera, depositó su mano derecha en la barbilla abriendo los labios manteniendo entre sus dientes el dedo indice con la misma sensualidad con la que hacia cada movimiento* Vincent ¿Verdad? porque no te sientas y escoges lo que desees, despues de todo yo voy a complacer todos tus deseos *sonrió dejando que sus cabellos escondieran su rostro aumentando aquel erotismo femenino*


Off- por favor...no te preocupes, hay veces que mis respuestas no son demasiado buenas, además no importa si son largos.. es la calidad la que tiene importancia y por lo que veo usted tiene de sobra.


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Mensaje por Vincent Leblanc Lun Dic 05, 2011 9:12 am

La sonrisa continuaba pegada a mis labios, consciente de los hombres que abandonaron la taberna tras mi acto de caballerosidad. No podía evitar pensar en lo cobardes y lamentables que me resultaban aquellos borrachos desgraciados, intentando calentar sus camas por una noche en compañía de las más bellas cortesanas, pero en busca de la menos inocente de todas ellas. Yo, por otro lado, disfrutaba de la compañía de la más temeraria de todas ellas, de fría mirada y hermosos rasgos. Aquella sería una noche interesante, sin duda, y estaba seguro de que acabaría agradeciendo a mi sabia cabeza la brillante idea de volver a París. Sonreí a la fémina que se encontraba frente a mí ante su comentario y di una última calada al cigarro antes de notar que escapaba de mis labios, para acabar entre los suculentos ajenos, de un brillante color carmín que más de un recuerdo me traía a la cabeza. -Oh, querida, y sigo siéndolo- contesté en un tono divertido tras soltar el humo lentamente. Pronto me tendría que sacar otro cigarro -Que mis más básicos instintos no le confundan- dije en un tono más bajo, mirando un tanto alrededor, observando miradas de envidia en miradas femeninas. Era delicioso, sí, pero no esperaba menos, sabía el efecto que causaba en las mujeres...una tarea más ardua era conquistar a un hombre, pero ese era otro tema. Ahora mismo me encontraba, apoyando un brazo en la barra y algo inclinado hacia la fémina, observando sus blanquecinos dientes y su actitud dominante.

Mis ojos no cesaban de analizarla. Por suerte no tenía hambre, al menos no de la que ya había sido saciada escasas horas antes, pero ese contacto que me ofreció ella junto a aquella pierna desnuda hicieron que sonriera para mí mismo. Aquello sin duda habría dejado a merced de la meretriz incluso al hombre más fuerte, cabía la posibilidad de que incluso a altos cargos de la Iglesia. Pero ¿acaso era yo como ellos? Si bien sabía fingir cualquier tipo de reacción tras más de 400 años de existencia, cedería lo mínimo a su juego de seducción para que acabara siendo ella la que acabara pidiéndome más. Por eso mismo, me permití no contestar a su pregunta, al menos no hasta que no eché un rápido vistazo a la pierna que tantas cosas me pedía. Pero volví la mirada al rostro de la bella dama, pasando la lengua por mis colmillos, aún ocultos y con la forma de los caninos de cualquier mortal -Sin duda alguna- murmuré, mientras mi acompañante parecía ojear un libro. Interesante, había dicho. Podía oler el alcohol empapando levemente algunas envejecidas páginas. Oh, vaya, ¿era por eso por lo que pensé que había perdido el interés en mi persona? Qué estúpido fui, por un momento fui incluso humilde, hasta que me devolvió la mirada. Por fin supe su nombre, sin duda alguna lo recordaría. Ante su invitación no pude hacer otra cosa que mantenerle la mirada, tomar una de sus manos con delicadeza y llevarla a mis labios para besarle el dorso con suavidad -Le recuerdo que sigo siendo un caballero- dije, aún con su mano lo más cerca posible de mis labios, rozando su piel cada vez que pronunciaba alguna palabra, y aprovechando ese momento para captar mejor su olor. Dulce, sensual, excitante. Quizás fuera cierto que no era una cortesana cualquiera.

Dejé caer suavemente su mano soltándola con delicadeza en el momento en el que Mar se dirigió al camarero, un pobre desgraciado que había tenido la mala suerte de tener que servir a tales sujetos como lo éramos aquella hermosa mujer y yo. Cuando escuché atentamente las últimas palabras que le dirigió al camarero, me castigué un poco. Por Dios, ¿cómo podía ser tan desconsiderado? –De eso nada, madame, ¿dónde quedaría mi orgullo masculino si le permitiera hacer tal cosa?- solté, metiendo la mano en el bolsillo y sacando algunas monedas, las cuales finalmente posé en la barra con despreocupación, sin importarme si el camarero tardaba en cogerlas o no. Incitantes cuanto menos las palabras ofrecidas por la fémina después, cargadas de algún tipo de sentimiento que mi mente psicópata tan solo podía fingir que entendía. Definitivamente, aquella mujer sabía cómo ofrecer a los hombres lo que se les antojara aunque, bueno, ese era su trabajo. ¿Pero acaso quería yo ser uno más? Pardiez, no, carecía de mérito llevar a una prostituta a la cama e incluso hacerla dispuesta a llevar a cabo cualquier cosa ¿y qué si yo quería llegar a más? Me sabía ambicioso cuanto menos, y podría jurar que todas las veces que me propuse algo, lo conseguí. Así pues, me incliné hacia Mar, que ahora había ocultado su rostro tras su cabello, para tomarle del mentón y obligarla a mirarme con aquella sensualidad que mostraba su expresión y la postura que había adquirido. Le sonreí, mostrando mis dientes, perfectos como todo lo que Mar podría encontrar de mí –No es sentarme lo que deseo- murmuré, para después llevar mi cabeza a un lado del rostro ajeno, de manera que si alguien mirase en nuestra dirección, mi rostro quedase oculto tras los cabellos de Mar –¿Cuánto es capaz de arriesgar su integridad física con tal de complacerme?- terminé, aún murmurando, de una forma más que incitante. Acerqué mi nariz a su cuello, aspirando aquel fantástico olor, embriagador y tan lleno de pecaminosidad.
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Mensaje por Mar Santini Lun Dic 12, 2011 12:24 pm

*Era un hombre seguro de sí mismo eso era lo que Mar estaba viendo incluso lo aue estaba contemplando porque le gustaba en demasía que los hombres tuvieran el control de cada cual de sus actos. Los varones siempre habian crecido seguro de si mismos porque eran eso, hombres, pero cuando veian a una mujer que podia superarles empezaban a cometer fallos igual que un asesino los cometía cuando estaba cansado de buscar el crimen perfecto, no obstante la persona que tenía a su lado era sin duda el hombre que toda mujer querría, cortesana o no era una mujer así que conocia bien los gustos de la generalización femenina, un hombre apuesto que no solo fuera sincero sino tambien que pudiese garantizar la diversión, atractivo, caballeroso y fuerte, no se necesitaban nenazas o eso creía que las mujeres querían aunque la mayor parte de ellas lo disimulase pensando en sentimientos tan extraños como el hecho de que sea cariñoso. Lo primero que pensaba una mujer era en cubrir sus necesidades aunque al final pecaban ellas mismas sintiendo el profundo desazón que dejaba el amor. Ella nunca se habia permitido ese sentimiento más que nada porque tenia otro trabajo además de aqueste y seria una carga pesada tener al cargo a un hombre* Me retracto *Confirmó con una sonrisa divertida que acentuó sus rasgos* Sois todo un caballero.

*Cuando besó su mano, aquella mirada entre ambos no habia pasado desapercibida, el cortejo era sin duda algo de lo que nunca se cansaba, podía llegar a ser incluso más erótico que un juego absurdo, el camarero temblaba como un bebe pero se sorprendió al ver las monedas que iba a recibir, con suerte caia alguna más y ese mozalbete se llevaba un buen dinero esa noche por lo que estaba sufriendo. Mar no pudo volver a su lectura porque aquella mano en su mentón le detuvo, no estaba leyendo pero el caso era fingirlo hasta que el otro se decidiera estaba tan cansada de dar el primer paso aunque bien sabia que ese hombre al ser tan caballeroso sería tambien suficientemente macho como para dar el primer paso, se habia topado con hombres de todo tipo asi que ese movimiento aunque no lo reflejase le produjo cierta satisfacción. Le permitó acercarse, dándose el lujo de cerrar por unos momentos los ojos hasta que sintió la calidez de su aliento en el cuello* Porque no lo confirmais vos mismo * Para seguirle aquel "juego" colocó la mano derecha sobre su espalda aunque no por mucho tiempo porque sus dígitos subieron en una danza sensual hacia su nuca la cual acarició con las uñas pero sin apurar el roce, despues enterró los dedos en los cabellos del caballero con una sonrisa en los labios, parecía una caricia infinita, mientras seguia acariciando sus cabellos utilizando toda su habilidad para no despeinarle los cabellos*

Supongo que esta noche promete ser bastante movidita pero *sonrio dejando que sintiera el sonido de su pecho, no podía esconderlo al menos no a ese hombre, la frialdad que poseía era característica en la raza que muy bien conocía dada su "otra vida". Por eso se mostraba tan excitada pero reacia a mostrarlo en público* Dame todo lo que tienes para que no te vayas a casa insatisfecho *utilizó un tono más suave, aquel se usaba cuando habia encontrado al hombre perfecto, la charla, las frases, todo era parte de un cortejo directo donde las contemplaciones habian pasado a un segundo origen aunque de todos modos sonrió atreviendose a mover el rostro para buscar los labios de aquel hombre analizándolos primero con la lengua, ignoró el silencioso sonido de los vasos que el camarero habia dejado, ignoro los comentarios de sus compañeras que no eran tan precavidas ni silenciosas pues algunas ya se habian abierto de piernas ante aquellos hombres. Mar aprovechaba aquellos estímulos para centrarse en lo único que le interesaba, aquel hombre* ¿Ha respondido eso vuestra pregunta?

*Tras decirlo, beso sus labios una vez más, el sonido de ambas bocas hasta parecia estar inmenso en sensualidad, pero tambien peligro pues la lengua de Mar paseó por aquellos dientes como si a su vez le dijera indirectamente que quería que los utilizase en todo momento. Se alejó con un brillo salvaje en los ojos mientras miraba al camarero* Una llave * la tanerna tenia algunas habitaciones para los borrachos, una forma de ganarse dinero doblemente incluso aun mas beneficiosa de lo que realmente creían. Cuando depositó una de las llaves se movio, logrando que sus caderas chocasen contra el caballero* Excuse moi... *Paseó la lengua por sus propios labios cuando movió sinuosamente sus caderas hasta unas breves escaleras que daban a un pasillo en donde pocas habitaciones había, les habian dado una de las últimas asi que espero a aquel hombre dejando caer la llave en su escote sonriendo traviesa* Espero que le gusten los juegos monsieur, soy muy traviesa.


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Mensaje por Vincent Leblanc Mar Dic 13, 2011 6:04 am

Control, seducción, erotismo. Eran exactamente las tres palabras que muy bien definirían la situación en la que me había visto involucrado gracias a mi labia y a mi presencia, algo que había tenido siglos para perfeccionar. Siendo sincero conmigo mismo, debía admitir que sabía que acabaría teniendo a aquella mujer a mis pies, en sentido figurado al menos. Pero, continuando con la sinceridad hacia mi persona (¿con quién si no iba a serlo?), también debía admitir que la fémina de incitantes rasgos me estaba sorprendiendo a bien. Quizás era por no resultar como el resto de las cortesanas, o incluso, atreviéndome a generalizar, como todas las mujeres con las que me había topado a lo largo de los años. Una mujer así salía un poco de mis esquemas, aunque estaba seguro de que yo también lo haría de los suyos, al fin y al cabo, no morir en más de 400 años debía darme algún tipo de ventaja ¿no?

Me dedicaba entonces a aspirar su sensual aroma, algo que tantas cosas me contaba, tantas historias, tanto de ella misma. Mi mano se mantenía en su mentón, sujetándolo con firmeza pero de un modo delicado al mismo tiempo, permitiéndome así actuar con gran comodidad. Rozaba mi nariz con la fina piel de su cuello, una vez más agradeciendo no estar sediento todavía, pues notaba por todos mis sentidos las venas y arterias palpitar bajo mi presencia. Me aparté un poco de ella para dejar mi rostro frente al suyo, en cuanto me hubo ofrecido semejante respuesta, y pronto comencé a notar sus dedos juguetones acariciando mis cabellos. No volvería a negar que la fémina me sorprendía más a cada momento que pasaba, sería una completa estupidez por mi parte. Sonreí ladinamente, mostrando parte de mis dientes, al mismo tiempo que la mano que sujetaba el mentón ajeno subía por el rostro deleitándose con el tacto de aquella tersa piel, hasta acabar el dedo índice acariciando sensualmente el labio inferior con mucha delicadeza -Tan servicial como bella-murmuré sin abandonar la sonrisa, esta vez más amplia.

Volví a escuchar la voz femenina, casi ahogada por los latidos acelerados de su corazón, algo que me distrajo sobremanera, aunque realmente mis ojos no cesaban de analizar el rostro ajeno, bello, cargado de sensualidad y erotismo, un rostro tan cerca del mío que hasta podía resultar peligroso para alguno de los dos. No, mentía, realmente solo resultaría peligroso para ella -Oh, no dude en que quedaremos ambos satisfechos- volví a murmurar, algo distraído, pues aún sentía que sus venas palpitantes me llamaban. De hecho, la excitación comenzaba a hacer mella en mi persona, y mi control para esconder mis colmillos estaba empezando a llegar al límite. Además, no paraba de escuchar molestas voces de desaprobación y envidia a nuestro alrededor, algo que realmente poco me importaba, pero era un incentivo para que mi acompañante decidiera abandonar mi compañía, aunque...¿realmente sería capaz? La respuesta vino con el siguiente atrevimiento de Mar. Se acercó más aún a mí, y comenzó a rozar mis labios con su lengua, de un modo incitante, pero ante el que me supe controlar. La sangre que corría en su interior con gran celeridad ya no captaba toda mi atención. En cuanto hubo parado para volver a hablar, me permití relamer mis labios, sintiendo así en mi interior el puro sabor de la lujuria que emanaba aquella bella mujer -Con creces, mi hermosa dama- contesté, de nuevo con una sonrisa ladina.

La siguiente vez que osó probar mis labios decidí tomar parte. Entreabrí mis labios un tanto, dejando sacar así algo de mi lengua, la que se dedicaría a saborear esta vez los labios ajenos, los cuales probaban también los míos propios. Fue sensual, lento, erótico. Casi se me escapó el momento en el que rozó mis colmillos con su propia lengua, algo que, a decir verdad, me dejó cierta incertidumbre ¿Sabía lo que era? Mi mano aún seguía en su mentón, tan solo acariciando a la mujer, y se separó en cuanto hubimos terminado con aquel breve contacto de nuestros rostros. Oh, el arte de la seducción, qué momentos más divertidos me ofreció a continuación. Mar pidió una llave, aquella que nos permitiría cierta intimidad, y no podía parar de sonreir al verla alejarse hacia el pasillo donde otros habitáculos se encontraban. Aquella forma de mover tan sensualmente las caderas, con aquella ajustada prenda que solo ella podía portar pareciendo una diosa; no perdí detalle de ningún movimiento, pero dejé que se adelantara, quedándome yo en la barra. Reí suavemente ante las últimas palabras de Mar y, sobretodo, ante su travieso juego de guardar la llave en un lugar tan comprometido ¿Pudor yo? Ninguno -No sabes cuánto- murmuré en contestación a la pregunta de mi acompañante, pero estando seguro de que no me escucharía, aunque no dejaba de observar su figura.

Finalmente, saqué otras tantas monedas de mi bolsillo y las puse ordenadamente sobre la mesa, mirando fijamente a continuación al camarero, le señalé la botella del licor que momentos antes nos había servido, petición que poco tardó en cumplir. Sujeté con una sola mano del cuello de la botella casi despreocupadamente, no como los borrachos que las sujetaban como si alguien se la fuera a quitar, sino como si de cualquier otro objeto se tratara. Con la otra mano, agarré el sombrero que había dejado sobre la barra y, colocándomelo de nuevo en la cabeza casi con lentitud, avancé hacia la mujer que tan pacientemente me esperaba, hasta que finalmente paré ante ella, esperando a que continuara con su rumbo -Las damas primero- dije, al mismo tiempo que hacía una ligera reverencia, agachando levemente la cabeza y moviendo el brazo que sujetaba la botella hacia el pasillo, a modo de ofrecimiento.
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Mensaje por Mar Santini Mar Dic 20, 2011 9:48 am

*Le gustaba e incluso le estaba pareciendo interesante todo lo que estaba sucediendo pues no podia evitar saberse superior a las demás, eran sus compañeras eso era cierto pero ninguna podría haber hecho esa noche tan interesante como ella, como se estaba viendo en la orgia que habian montado allá lo unico que habian hecho había sido separarse de piernas para que los hombres hicieran el resto del trabajo como se estaba acostumbrado, había mejores cortesanas que mar de eso no habia duda pero mientras siguiera ignorando quien o quienes eran no tenia que preocuparse por nada. acarició la puerta con la mano cuando le vió aparecer con una sonrisa en los labios, ese hombre era suyo al menos así lo sería por esa noche, elevó el mentón dejando que sus cabellos acariciasen sus mejillas en un dócil cosquilleo que le fué indiferente* Hm tenemos compañía *se refirió a la botella de vino que habia traído en sus manos, le gustaba como la tomaba, habia visto a unos hombres especialmente avariciosos con la bebida tal era la avaricia del hombre que incluso el cristal se quebraba del fuerte agarre que habían hecho, a ella el gustaba beber pero cuando se estaba emborrachando paraba, saberse capaz de controlar era lo que le daba el poder de sentirse superior a muchos hombres, se notaba por como alzaba el rostro o su sonrisa era de costado e incluso la posicion en su cuerpo, como ahora que se apoyaba contra la madera de la pared*

Entremos *Le sonrió entonces metiendo la mano en el escote con una sonrisa, tomó la llave sin complicaciones aunque habia querido que lo hubiera hecho el caballero fué divertido, pues dejo que el comienzo de sus senos se vislumbrase, no mostró todo sino un poco y despues volvió a erguirse como si no hubiera hecho nada del otro mundo, de reojo quiso comprobar como le habia sentado a su acomapañante, la puerta parecía enojada de que le habian despertado de su sueño, pues rechinó aun cuando fué suave al abrirla, encendió la luz que se movía caprichosamente sobre el techo en el momento que sintió invitados, podria haber tomado algo mejor pero esas habitaciones eran especiales para borrachos asi que no se preocupaban demasiado de como estaba el interior, se sentó en el borde de la cama examinando la habitación, un baño que parecia pasar los controles de sanidad pues aun no habia escuchado el tintineo de las ratas o el repiqueteo de las cucarachas contra la madera, unos cuadros pequeños que simbolizaban naturalezas muertas aunque no debian de ser muy caros sino simples imitaciones, olía a productos de limpieza lo que indicaba que al menos habian limpiado, una mesita de noche, una ventana que dudaba de su paisaje, a todas luces daria solamente al exterior alumbrando una farola pues el tamaño no era precisamente enorme como para presumir de vistas.*

Decepcionante *No se contuvo en decir eso * pero más de lo que esperaba *reconoció mientras se quitaba con sensualidad los tacones cruzando las piernas de una manera más comoda, apoyo ambas manos en la cama cuando dejó que su cuerpo se posara en la mitad de ésta, al hacerlo el vestido se habia subido un poco por sus rodillas dejando que sus piernas se mostraran más expuestas incluso que sus muslos se notasen aunque no demasiado sino como hacian las buenas cortesanas, que se notasen sin que por el momento los hubiera enseñado obscenamente. Se mordió los labios cuando ladeó el rostro* ¿Me contareis algo de vos? aunque no lo creais me gustaria conoceros más * se acomodó completamenteen la cama aoyando su espalda en el cabezal de madera apegado a la pared que tenía la cama. Deseaba conocerle en eso no habia mentido, era un hombre interesante y seguramente iría a buscarlo en algún momento aunque también sabía que eso era improbable a no ser que le dejara muy, pero que muy satisfecha ese día, no acostumbraba a irse buscando hombres para repetir experiencias, eso no era que formase parte de lo que ella habia querido exponer. Sexo sin compromiso, lascivia sin reglas, todos podian hacerlo y sin duda era el más expcecionante de los juegos. Sus senos se dejaban notar especialmente sus pezones pues con el roce de la tela éstos estaban despertando y en aquella posicion el pezón derecho sobresalía más que el izquierdo dejando una sonrisa segura en los labios de Mar que notaba esas corrientes de placer, producto de aquel hombre, aquella mirada, aquella situación*


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Mensaje por Vincent Leblanc Miér Dic 21, 2011 4:50 am

Había intentado ser lo más desesperante posible al acercarme a la fémina que solicitaba mi presencia, y bien supe que lo fui al ver un casi imperceptible gesto de decepción cuando hube ignorado la llave que entre sus jugosos pechos descansaba. Pero Mar parecía no engañarse a sí misma, pues si yo me sabía superior a los demás y capaz de tener a cualquiera a mis pies, aquella mujer lo había entendido a la primera. Quizás incluso me replanteara pagarle sus honorarios tras la noche que nos esperaba. Caminando con la lentitud que para nada me definía podía analizar más exhaustivamente a la fémina que ansiosa me esperaba, ya que parecía que no tuve suficiente la primera vez que quise saber de cada centímetro de su tersa piel, la cual desprendía un olor peculiar, pues el aroma de la obscenidad y la lujuria se hacían uno con el de la feminidad y la elegancia.

Esperé tras Mar a que abriera la puerta de la habitación que sin vergüenza nos iba a cobijar, con las manos a la espalda, la mano libre agarrando la muñeca de la contraria, que aún sujetaba el cuello de la botella de whisky casi con delicadeza. Esperé paciente, como todo buen caballero, a que la damisela entrara en los aposentos que nos habían sido concedidos, y tras darle un par de pasos de ventaja, de un solo paso me introduje en el habitáculo. Mis agudizados sentidos se encontraban algo molestos en aquel lugar, si debía ser totalmente sincero. Mar no podría hacerlo, pero yo escuchaba insectos corretear libremente detrás de la pútrida madera que conformaba las paredes de la habitación, y eso si alguna inmunda rata dejaba que continuaran su camino. Un fuerte olor a orín y a vómito invadió en pocos segundos mi nariz aunque el aroma de fuertes productos de limpieza que trataban de eliminar a los primeros no era mejor, por lo que arrugué esta un tanto, pero sin mostrar en ningún momento una expresión asqueada. A la cortesana parecía gustarle aquel lugar lo mismo que a mí, y la miré fijamente cuando se sentó en la cama -A mí me resulta fascinante- dije en un tono suave, aún manteniéndole la mirada a la fémina, dejando en el aire la duda sobre a qué me refería. El vestido que abrazaba la figura femenina parecía no estar cómodo en aquella posición, y que me partiera un rayo allí mismo si negaba que mi vista se dirigió allí donde la prenda dejaba ver sensuales superficies de deliciosa piel, mas estaba seguro de que la prostituta a la que observaba no se había podido dar cuenta. Según podría haber visto ella, yo mantuve mi mirada fija en sus orbes.

La frase que a continuación me fue ofrecida no hizo otra cosa más que causarme unas tremendas ganas de reír, aunque supe contenerme como todo buen caballero que se precie, y tan solo sonreí ladinamente mientras posaba la botella en la mesilla de noche, haciendo un suave ruido sordo al chocar con la madera, y pude escuchar, afortunadamente, el líquido que contenía chocar contra las paredes de vidrio por encima del ruido de las ratas. Me quité el sombrero con delicadeza, de nuevo esperando impacientar a la mujer que al mismo tiempo causaba cierta impaciencia en mí, dado que sus senos parecían llamarme a gritos. De nuevo, tenía que presumir de experiencia adquirida en cuatro siglos e intentar controlarme, pues la verdad era que si perdía mi autocontrol, probablemente aquella puta terminaría desangrada en una mugrienta habitación de taberna, como otras muchas prostitutas en todo París. Comencé a quitarme la chaqueta, y fue entonces cuando vi oportuno intentar contestar a tal atrevimiento -¿Algo de mí, dice?- comencé, notándose la diversión en mi voz. Conseguí quitarme la prenda que estaba desprendiendo de mi cuerpo y, tras doblarla minuciosamente, la posé en el respaldo de una carcomida silla que por ahí se encontraba, la cual arrastré hasta el lado de la cama donde Mar se encontraba tendida. Acto seguido me senté en ésta de un modo un tanto extraño, pues el respaldo se encontraba frente a mí y fue ahí donde acabaron apoyados mis brazos -¿Qué puede querer saber una prostituta sobre un cliente?- me encontraba tan cerca de la cama que, estirando mi brazo izquierdo, pude alcanzar a acariciar el muslo de Mar y parte del vestido -No creo que sea lo más normal hablar tras una clara invitación al...acto- reí suavemente.

Mi mirada se posaba allí donde mi mano acariciaba, bien con las yemas de los dedos cuando bajaban por el muslo de Mar y bien con el dorso de la mano cuando subía, sin propasarme, claro estaba. Agarré suavemente con mis dedos un trozo de la tela de aquella prenda que la cortesana vestía -Pero todo aquel que me conozca sabe que no me agrada lo normal- murmuré, llevando de nuevo mi vista a la ajena. Aparté mi mano de la anatomía de Mar, y de nuevo se posaron ambos brazos en el respaldo donde mi chaqueta descansaba -Hagamos un trato, chèrie- dije, casi con dulzura -Su perfecta figura se desnuda para mi deleite- empecé, señalando su cuerpo con la mirada. Delicioso -Y a cambio puede hacerme las preguntas que guste- terminé, ofreciéndole una amplia sonrisa, en la que mis colmillos ya eran del todo notorios. Aquello me dio igual, realmente, así como me darían igual las preguntas de la fémina, a las que yo mismo me di el derecho a no contestar si a mi persona no le apetecía. Al fin y al cabo ¿qué más daba si se negaba o se sentía molesta? Diantres, era un vampiro, y además ese dato pudiera ser que Mar lo conociera antes de que yo mismo quisiera mostrárselo. Astuta, aquella muchacha.
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Mensaje por Mar Santini Lun Ene 09, 2012 4:26 pm

* "Si una puta quiere que la miren con amor, entonces más que puta es una incrédula" esa era la frase que siempre se habia dicho Mar incluso la habia recitado en algunos instantes cuando las cortesanas se dedicaban a hablar ¿pedir que se hable de amor? tonterias, si aquel hombre estaba allí era por sexo y si ella ahora mismo estaba allí era por lo mismo. Ambos en la misma habitacion parecian tan iguañes y tan diferentes al mismo tiempo que era lo que más calentaba a la cortesana, el hecho de que el pareciese gritar a los cuatro vientos que era perfecto no hacía sino acentuar un poco más la superioridad que siempre llevaba a mar a ser escogida la mayor parte de las veces, incluso se atrevió a no apartar la mirada de aquel hombre pues ella no era alguien que fingia ser una dama, sabia de sobra que nunca podía serlo por muchos vestidos bonitos que se comprase* Te gusta jugar demasiado es una lástima que a mi también *Sonrió divertida, otra mujer habria gritado que aquel hombre se apurase para que estuviera cerca de ella.

Pero lo habia dicho para que el error que habia cometido no se notase demasiado ya que como el habia dicho era un cliente y no era la mas indicaba como para meterse en la vida de aquel hombre ni incluso saber que tenia o que dejaba de tener era precisamente lo que menos deberia importunarle, se habria dejado llevar porque trabajaba gratis asi que actuaba ciertamente perezosa mientras unos mechones rizados caian por su cuello y por su rostro tanteando su piel antes de que lo hiciera aquel hombre. Se doblegó pacientemente a las caricias de vincent en su muslo mientras asomaba de sus labios una cortés sonrisa que incluso parecia aumentar la femeneidad que poseía la pelirroja* ¿No es demasiado tentador lo que proponeis? * A ella tampoco le gustaba las cosas normales pero eso ya era bien sabido por como actuaba sabiendo a lo que se enfrentaba.

Después de unos minutos accedió tomando lentamente las manos de vincent, pícara dio un mordisco suave en aquel dedo indice especialmente al ver aquellos apetecibles colmillos, saciada su curiosidad visual se alejó de la cama, el contoneo de sus caderas era como un rítmico sonido de música que nadie escuchaba, sus caderas, su cintura, se acercó nuevamente a aquel hombre sonriendo cuando chocó su boca con la de él dejando que su aliento entrase como el beso más humedo que se hubieran dado, se alejó y juguetona tomó prestado el sombrero de aquel hombre colocándolo sobre su cabeza* Quedará satisfecho mon cher... *Paseó los dedos por las mangas del vestido bastó un solo movimiento de mano para que la tela cayera presa de un sueño voluntario, el seno derecho de mar fué expuesto sin ninguna vergüenza, después movió sus hombros lo suficiente para que la otra manga cayese, el vestido rojo que tanto habia presumido la figura de la dueña cayó al suelo con un sonido sordo y un olor de afrodisiaco perfume.

Las medias por encima de las rodillas e incluso el ligero que parecia esconder el poco pudor que mostraba la piel de la pelirroja no pudo esconder que completamente desnudo observase al hombre, sonrió, sus caderas seguian meciandose con aquel vaiven mientras su sexo o el movimiento de sus senos no pasaba desapercibido* ¿Os gusta como lo hago o deseais de otro modo? *Se volvio a acomodar a su lado, paseando sus digitos por el pecho de aquel hombre, una noche salvaje eso es lo que tendrían ambos mientras la sangre ardiese por sus venas le daría una noche que no olvidaría tan facilmente o al menos eso es lo que esperaba ella no seria nunca especial para el y no era que le importase mucho pero el hecho de dejar a un hombre como el completamente satisfecho era suficiente para que un cosquilleo de placer sle hiciera sonreir con más sensualidad*


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Mensaje por Vincent Leblanc Jue Ene 12, 2012 7:11 am

Me sentía de pronto ansioso, hambriento, e indudablemente con unas ganas terribles de llevar a cabo actos poco castos. Pero si en algo me había especializado en todos estos años, era en aparentar lo que no era o lo que no sentía. Así fue como mantenía mi mirada serena aunque escrutando la figura de Mar, que tan ansiosa me llamaba, así como desde hacía un tiempo llevaban haciendo todos los hombres que se encontraran frente a su presencia. Los dedos que se habían dedicado a acariciar la tersa piel de la cortesana echaban de menos ese contacto, pues había un gran paso de la piel de una mujer al contacto con una chaqueta, por muy cara que esta fuese. Cuando la fémina volvió a hablar, me estaba dedicando a quitarme delicadamente el chaleco que vestía sobre una inmaculada camisa, y terminé por colocarla allí donde se habían posado mis brazos antes, y allí donde descansaba otra de mis prendas superiores -¿Y por qué estamos aquí entonces, mi amor?- murmuré, con una amplia sonrisa, fruto de la diversión que estaba experimentando -Si no es para tentarnos el uno al otro, significará que me he equivocado con respecto a usted. Además...- comencé, interrumpiéndome para volver a acariciar con un solo dedo el muslo de la cortesana -...siempre es curioso comprobar hasta dónde llega mi autocontrol- hice ademán de continuar la frase con un "y comprobar también cuanto aguanta con dientes clavándose en su carne", pero no me pareció el momento propicio para soltar semejante fanfarronería.

Al poco tiempo Mar comenzó a llevar a cabo aquello que le pedía, como buena prostituta bella y servicial que era, y una extraña sensación calenturienta se apoderó durante unos segundos de mí cuando tomó mis manos y mordió uno de mis dedos. Realmente me hizo gracia que la situación tuviese que ser al revés, pero ese sentimiento tan solo se pudo expresar en mis ojos, pues el resto de mi rostro expresaba serenidad. Y así continué aún y cuando la pelirroja se alejaba de mí con aquellos movimientos tan sensuales, e incluso cuando volvió a ofrecerme el contacto de sus labios, uniéndonos así durante unos segundos como un solo ente lujurioso, en búsqueda cada uno de más contacto del otro y de nuevo sopesando la idea de agradecerle semejante servicio de alguna manera. Pero de nuevo volvió a alejarse, esta vez pareciendo ella más juguetona, agarrando mi sombrero y colocándoselo, para justo después comenzar con lo que realmente le había pedido -Estoy seguro de ello, chèrie...- murmuré distraído a modo de contestación cuando Mar ya había comenzado a desvestirse. Un solo movimiento hizo falta para que el vestido no tuviese ninguna vergüenza por abandonar el cuerpo de su dueña, dejándome a mí la posibilidad tan deliciosa de verle parcialmente desnuda y, tras unos segundos, la deliciosa vista de la mujer sin prenda alguna que ocultase sus bellos senos. Cuando el vestido cayó al suelo un sinfín de olores y sensaciones vinieron a mí, haciendo que inconscientemente me encontrase olisqueando el aire con disimulo, abriendo al máximo los alerones de mi nariz para captar mejor la esencia de aquello que Mar debía ofrecerme.

No apartaba la mirada en ningún momento del cuerpo de mi acompañante, "seducido" por sus movimientos y encandilado por su olor y posible sabor. Agradecí de varias formas, sin duda, el haber vuelto a París -Lo estás haciendo perfectamente, querida- dije, en un tono educado y calmado -Aunque agradecería que mantuvieses en tus dulces piernas esas prendas- solté, calmado por ahora, señalando las medias y el liguero -A menos que no quiera aprender otra forma de volver loco a un hombre- dije, para después reír suavemente, soltando entre dientes leves carcajadas. Miré entonces de reojo cuando la fémina se situó a mi lado y comenzó a acariciarme el pecho con suavidad, entonces sonreí más notoriamente y me levanté con delicadeza, para tomar a Mar de la mano y acercarla hacia mí. Así la pegué contra mi cuerpo lo más que pude, sujetando con una mano la misma con la que la hube acercado a mí y posando mi contraria en la zona lumbar de la pelirroja, como si nos dispusiéramos a bailar. Encajé mi cabeza a un lado de la suya, apoyando casi el mentón en su hombro desnudo. Olí gustoso una vez más el cabello de la meretriz, y lo aparté con la nariz para acariciar con ésta la piel de su delicado cuello. Comencé a besarlo, ofreciéndole de vez en cuando un suave mordisco o succión, mirando asombrado cómo algún capilar se rompía y dejaba una ligera mancha rojiza tan solo visible ante mis ojos -Ahora es...- murmuré, subiendo por su cuello hasta llegar a su oído -...cuando puedes empezar con las preguntas...si aún quieres


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Mensaje por Mar Santini Jue Ene 12, 2012 8:42 am

*No sabia quien tenía mejores vistas si él o ella, posado en la cama con algo distinto que nunca habia podido ver o casi nunca pues la mayor parte de los hombres lo único que esperaban de su noche era un rápido polvo que resultaba satisfactorio para el borracho pero bastante aburrido para la mujer { o el hombre } acostumbrados a este trabajo, una sonrisa se formó en sus labios satisfecha nada más de contemplarle, parecía el dueño de aquel lugar a pesar de los pocos minutos que habian estado allá, Mar obedecia docilmente pero bien sabia que cuando él bajase la guardia comprendería porque nunca se dejaba doblegar tan fácilmente { depende de la persona claro estaba } nadie habia tenido queja de ella incluso se habian sentido más hombres de que semejante mujer estuviera dominándoles. Bastó un movimiento más, un solo movimiento sensual para dar por concluida la petición* Tus deseos son órdenes para mi *Añadió con voz traviesa parecida a la de un felino suave e incluso insinuante acabado en un tono de voz indecentemente sensual. Habia dominado desde cuando tenia que reir hasta cuando debia de separar las piernas pues habia un arte en todo aquesto, sus dígitos se pasearon buscando los cabellos de aquel hombre mientras escuchaba sus palabras*

Su autocontrol, querido, puede verse alterado *Ella misma tenía su propio autocontrol que estaba forcejeando en un mar de propuestas como por ejemplo ser tan aburrida como una puta y no mostrar sus dotes como cortesana de lujo. Los mechones pelirrojos acariciaban sin pudor alguno sus hombros y su espalda, parecia que le habia leido la mente pues nunca se quitaba las medias y el ligero, parecían aumentar la exhuberancia de sus caderas al moverse combinando a la perfección con el tono pálido de su piel que se veía practicamente interrumpido por el carmín de sus labios y el tono pelirrojo de sus cabellos* Esto está empezando a preocuparme *comentó mientras sus senos se aprisionaban contra el torso de aquel hombre, estaban prácticamente en un cortejo placentero donde le dejaba prácticamente luz verde para que hiciera lo que quisiera mientras elevaba el mentón dejando con ese movimiento expuestos tanto su cuello como sus hombros* Más que desear preguntar cosas deseo conocer hasta donde puede mantener el autocontrol.

*No tentar al fuego debía de haberlo aprendido pero era tan divertido que la sonrisa salió solitaria con un toque de elegancia que cautivaba al exterior, bajó de nuevo el rostro, ladeándolo para que ambos labios chocasen una vez más, el habia susurrado aquello tan tentador en el oido sorprendiéndose de que no deseaba conocer nada más que las formas de volverle loco, mil veces deseaba hacerlo pero como era misión imposible se conformaba con la cuenta de dos. Separó sus piernas lo suficiente como para que el peso de sus muslos golpease directamente contra el pantalón de Vincent, igual que le empujó con brusquedad para que se recostase volviendo a mostrar su nauraleza rebelde* Aunque concibo sin pena alguna que vos, me volvereis más loca de lo que yo podría volveros a vos *El cuerpo de la cortesana fué posicionandose al completo sobre el del hombre* ¿habeis probado esta postura? es mejor cuando el hombre tiene aun la ropa puesta *con la ayuda de una mano separó un poco las piernas de Vincent situandose entre ellas, los movimientos pélvicos chocaban contra el tronco y los testículos del hombre { que para desgracia de Mar aun conservaba sus pantalones }.

Habia un vaivén rítmico, su lengua se recreaba subiendo y bajando por su cuello* pero asi es mas divertido *dejo un susurro en el Oído de Vincent cuando colocó las manos ajenas sobre los gluteos de la pelirroja que alzaba provocativamente, moviendo a moverse con más firmeza que antes, rozándose, moviendose, jadeando suave en el oido del hombre mientras sus labios vaginales le rozaban por completo. Hasta que se detuvo sonriendo traviesa volviendo a posicionarse donde estaba antes mirándole fijamente a los ojos* Pero se supone que mi señor de esta noche sois vos *acarició su mentón, su cuello humedo y paso por su pecho quedando entretenida con el cuerpo atlético del varón dejando que su lengua humedeciese sus labios con una sonrisa* Hay un juego en las cortesanas que es "tu mandas, yo obedezco" seguramente haya oido hablar de él, las fantasias dan rienda suelta pero todo va a raiz de ordenes, "para" "sigue" "haz esto" "mas, mas" *gimio aquellas palabras con una sonrisa en los labios* ¿deseais jugar, mi amor? *hizo enfasis en la ultima palabra, como habia hecho él, en su momento*


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Mensaje por Vincent Leblanc Jue Ene 12, 2012 9:46 am

No había duda de que no había mérito alguno en conquistar a una cortesana, aunque me estaba sintiendo satisfecho haciendo que todo fuese mucho más despacio. No había salido aquella noche para solicitar los servicios de una prostituta, para nada, pero me había encontrado con los futuros servicios de una mujer, en su totalidad. Ya solo el hecho de saber que Mar no lo estaba haciendo por dinero me hacía crecerme, mi ego aumentaba por momentos, aunque debía tener cuidado con no pensar con la entrepierna y creerme dueño de aquella mujer. Esperaba acabar siéndolo, pero en otro sentido, en el sentido que no acarcaba el ser prostituta. Como objetivo me había propuesto que fuese la misma puta la que acabase pidiéndome más a mí, pues una mentira a medias acerca de mi autocontrol ya había desatado la situación. Sí, era cierto que sabía contenerme hasta el punto de hacer enloquecer a mi acompañante, pero aquella mujer, precisamente, sabía que me lo pondría difícil -Demuéstramelo- murmuré en un suspiro, con los labios aún cerca de su oído cuando habló sobre mi autocontrol.

La mano en su espalda continuaba acercándola a mí, apenas sin hacer fuerza pero al mismo tiempo manteniéndose firme, hasta que recibió ayuda de la contraria, la cuál se posó casi con dulzura en el glúteo femenino y comenzó a masajearlo con delicadeza. Notaba sus senos en mi torso, pudiendo notar así cuán excitada estaba, no solo por lo que sus pechos podían ofrecerme, sino por la respiración que era más que notoria, además de por el ritmo que había adquirido su corazón. Parecía un simple abrazo, pero la verdad era que tan solo el casto contacto de nuestros cuerpos, lo que me permitía percibir a Mar en todos los sentidos, ya mejoraba enormemente la situación. Sentí curiosidad cuando Mar soltó aquel comentario mientras me andaba en el cabello -¿Qué os preocupa, querida?- mis labios rozaban su oreja, cálida y excitante, y mi aliento chocaba contra su piel. ¿Acaso era ahora cuando comenzaba a preocuparse por mi naturaleza? Dios santo, cuán molesta era la incertidumbre -Qué rápido cambia de opinión...- volvía murmurar, sensual, intentando provocar a la mujer. Entonces, otro casto contacto de nuestros labios, sintiendo yo así la humedad de éstos, así como de la sangre que por ahí pasaba.

A continuación me empujó sobre la cama, quedando yo así sorprendido aunque sin abandonar una expresión divertida e incluso desafiante. Dejé pasar sus palabras tras aquel acto, siendo conocedor de lo que iba a pasar, y que ella misma sabía. Vaya, vaya, vaya, qué rápido se rendía la bella dama. Justo entonces, se colocó sobre mí, quedando yo algo así como "indefenso" sobre la cama, con una bella mujer desnuda sobre mí y frotándose contra mi persona. Y así fue como mi cuerpo comenzaba a reaccionar a cálidas caricias femeninas, comenzando a sentirse calenturiento. No, todavía no perdería el control; mucho hacía falta para llegar a tal punto, pero era indiscutible que aquella mujer sabía lo que hacía. Una de mis manos se dirigió al cabello de su nuca, donde agarré un mechón y así acerqué su rostro al mío -He probado todas las posturas que tu joven cabeza pueda imaginar...y no entiendo qué le ves de divertido- murmuré, para después dejar escapar un breve suspiro, fruto de sus caricias y sus atenciones a mi cuello. Cuando ella misma me hizo situar mis manos en sus glúteos, no hizo otra cosa más que masajearlos intensamente, obligando además a que continuase frotándose con mi cuerpo. Pero pareció darme un momento de descanso cuando se reclinó para volver a hablarme. Se podría decir que eso hacía que me relajara un poco, ya que había empezado a notar una molesta presión en mis pantalones, y la gracia estaba en aguantar un poquito más.

Mis manos continuaban situadas en sus glúteos, y mis ojos no cesaban de observar gustoso su excitante figura. Con sus siguientes palabras, deduje que quería seguir jugando. No era yo quien le fuese a privar de tal placer ¿no? -Soy todo oídos, querida- dije, sereno, antes de hacer con un simple movimiento de manos que la cortesana volviera a situarse cuan larga era sobre mí, pudiendo notar yo así de nuevo sus senos aprisionando mi pecho. Los rizos de Mar me acariciaban el rostro de lo cerca que tenía el placer de mantenerla -Dime, pequeña...- comencé, susurrándole al oído, para después volver a hacer que se frotara contra mí, ayudando yo en esa tarea moviendo como me era posible la cadera, pues tan solo una de mis manos se situaba en el trasero de la prostituta, ya que la otra pensé adecuado volver a colocarla sujetando sus rojizos cabellos -...¿cómo se juega?- terminé, y a continuación le ofrecí un lento lametón en el cuello.

U: Tengo la ligera sensación de que ya es hora de cambiar el título ¿no? xD


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Mensaje por Mar Santini Lun Ene 16, 2012 10:30 am

Las mujeres, mi señor *Le miró fijamente a los ojos, entretenida con la situación mientras se formaba una sonrisa en los labios* Somos de naturaleza voluble como seguro habreis podido comprobar en más de una ocasión *El tono de su voz era suave parecido a un arrullo pero consiguiendo el tono gatuno que ofrecía el erotismo, marcando sus palabras con una entonación suave pero procurando que nunca fuera excesivamente empalagosa. No eran inocentes de la lascivia pues aquesta pasaba como un huracán entre ambos cuerpos que entre castos toques iban sumergiéndose en el placer o bien de queambos alientos se encontrasen e incluso de aquella mano que acariciaba sus gluteos* Las posturas para alguien suelen ser más excitantes de lo que cree

*Sus movimientos rítmicos eran lentos, su entrepierna se rozaba con la virilidad de aquel hombre que con los movimientos y las caricias en sus gluteos era el que indicaba el ritmo de sus toques, de sus caricias y eso sin duda le encantaba. Hablaba sorprendentemente claro cuando los gemidos en otro momento habrían marcado el compás con la diferencia de que él no era el típico cliente que quería tener a una mujer bajo su control sin esfuerzo alguno ¿que mérito podía merecer? ella no era una mera prostituta por encargo que se habría de piernas por unos meros francos, su precio era alto incluso tenia una casa para sus clientes aunque eso no le libraba de que cuando sufria muchos gastos, de reparación o de los gustos refinados de sus clientes tuviera o quisiera ir al burdel para un extra*

Imagina... *Se detuvo separando un poco más las piernas mientras se acomodaba, de ese modo podía ir desnudando a Vincent a medida que hablaba deleitándose del aroma como de la forma atlética de su cuerpo* que quieres tocar mis senos, solo tienes que darme una orden para que yo te obedezca o si deseas que haga otra cosa, para estar a tu entera disposición *Aquel juego habia hecho que el más virgen se corriese en unos pocos minutos, decir a una mujer ordenes como "arrodillate y chupamela" eran las más frecuentes en ese trabajo pero tambien las masturbaciones o los masajes con los senos. Pero su amor por ese juego se debía a la dominación, una vez que se sabia si esa persona iba a serle satisfactoria o no podía dominarle, cuando no sabían dominarle ella misma les dominaba con la fiereza pero sensualidad de una cortesana, una mujer con caracter era bastante apetecible en el burdel*

Es bastante sencillo... tu ordenas yo obedezco ¿o será que estás tan acostumbrado que ya te parece monótono? *Sonrió cuando alzó sus caderas, no esperó a arrebatarle el pantalón a vincent pero con más lentitud de la normal, primero acariciando su hombria con la mano derecha aprovechando que estaba bajando su cremallera, era excitante el sonido que emitía la misma cuando se bajaba, el dedo indice de la cortesana se adentró acariciando justamente el glande por encima de la ropa interior bajando una vez más para tocar el tronco del miembro ajeno* Alguien está contento *refiriéndose a su dureza bajó lentamente el dedo hasta acariciar sus testiculos, las caderas de mar se alzaron un momento para poder bajar los pantalones hasta las rodillas.

Los senos de mar fueron acariciando el cuerpo de aquel hombre, ya desnudo con suavidad, sus senos suaves no dudaron en hacerse notar por cada parte del cuerpo varonil de Vincent, despojándole por completo de la ropa interior y de sus pantalones. Se detuvo a los pies de la cama mientras miraba fijamente sus ojos con un brillo felino en su mirada. Acaricio con sus senos endurecidos primero un pie, después otro hasta acomodar sus labios cerca de la erección de su amante con una sonrisa en los labios* Si por ejemplo, mon chér me dijerais "quiero que os la metais en la boca" yo haria esto * Dió unas rápidas lamidas y después introdujo la virilidad ajena en el interior de su boca, succionándola suavemente, dió un par de lamidas y succiones alejandola de su bocacon una sonrisa* si dijerais "quiero que me la toques con los senos y la boca" yo haria esto

*Sus senos apretaban con docilidad e ingenuidad aquella ereccion, masajeandola, rapidamente, lentamente, dejando que el masaje y la masturbación hicieran su trabajo, mientras su lengua lamía en reiteradas ocasiones la punta de su hombria, recreandose en su glande, succionandolo, chupandolo mientras continuaba moviendo sus senos, tan rapido como empezó terminó alejándose con un hilo de saliva en sus labios limpiandoselo al relamerse mientras le miraba sonriendo con "docilidad"* ¿le gusta ahora el juego?


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