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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Raoul Zarkozi Miér Feb 26, 2014 9:16 pm

Estaba molesto, muy molesto pues unas noche atrás había tenido oportunidad de divertiste con el cadáver de una mujer, todo en busca de dejar un anuncio a su padre, una manera de decirle que ahí estaba y que fuera por él; era obvio que el líder inquisidor de la facción de soldados no sospecharía de su fallecido hijo como el creador de aquellas entretenidas y carmesí obras de arte pero deseaba retarlo, ver si aún era tan buen inquisidor como lo recordaba o los años le habían ablandado demasiado.

Era la oportunidad que Baptiste perdió, había tenido un día sin nada que hacer mientras se ocultaba de los rayos del sol: Eso y bueno charlar con Aaryn o molestarle un poco, eso era algo que le había puesto de buenas desde el momento en que ella llegó a su hogar, pero tampoco podía vivir tras ella mientras no tuviera nada que hacer. Sin embargo apenas cayo la noche sobre París, el ex inquisidor se dirigió a la búsqueda de algunas víctimas, personas que no se esperaran que aquella fuera su ultima noche de vida. Empezando sus andanzas y cerca de la Catedral se topo con un hombre quien además de servir como su primera víctima de la noche hizo que llegara a él la idea. ¿Qué mejor para llamar la atención que cadáveres en Notre Dame? ¿Qué pensaría la inquisición de aquello? Una sonrisa fue lo único que Baptiste dedico al moribundo que tenia entre sus brazos y antes de irse de ese sitio en busca de más decoración, le arranco la cabeza a aquel hombre sin miramiento alguno, solo para dejar después el resto del cuerpo tirado ahí.
¿Quieres tener una buena vista? – pregunto entre risas a la cabeza, observando de un lado a otro en busca del sitio apropiado para la cabeza.

Avanzo un poco, planeando el ultimo lugar al que llevaría a aquel hombre o al menos parte de él a contemplar el paisaje. Se sentía tan entretenido con su “premio” de la noche que no presto atención a su alrededor y mucho menos de si existía alguien cerca.
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Mensaje por Fiona Di Centa Sáb Mar 15, 2014 10:21 pm

Fiona aguardaba, recostada contra una de las columnas, oculta entre las largas sombras proyectadas por la infinidad de velas que iluminaban la amplia y sacrosanta estancia. Una capucha grande y holgada cubría la roja cabellera y parte de su rostro. El resto de su cuerpo se fundía con la oscuridad gracias a los oscuros ropajes. Solo algunas pequeñas porciones de iridiscente piel asomaban bajo tan lúgubre indumentaria: sus manos, sus brazos, su escote y sus rojos labios. Había llegado hacia al menos una hora y había permanecido justo en ese lugar, solo observando. La sangre corrió por las calles de París más temprano en la noche, un par de cuerpos desangrados esperaban pacientes a ser descubiertos en la mañana. Sin embargo no era suficiente. La sed ardía nuevamente como si no hubiese sido mitigada con nada. Era algo que ocurría esporádicamente, de tanto en tanto su cuerpo parecía no saciarse sin importar cuantas victimas tomase. Tal vez por eso se encontraba ahora allí. Quizás así consiguiese distraer su mente lo suficiente podría retomar el control de sus deseos. En todo caso en la Catedral también se encontraban humanos por lo tanto no era mucho lo que tenia para perder. Sonrió con malicia al darse cuenta de lo poco que le importaría arrebatar la vida bajo el sagrado techo. Recordó un tiempo en el cual había sido creyente y respetuosa de los símbolos sagrados. Sus padres se habían encargado e inculcarle el fervor religioso y los miedos y restricciones que con el venían. Ahora ya no lo sentía igual, tantas cosas habían cambiado en su vida que resultaba casi imposible que su fe no se viera seriamente afectada.

Los pocos habitantes de la Catedral que se encontraban en su campo de visión pedían favores a su Dios arrodillados frente al alta. A pesar de esto el recinto no estaba del todo silencioso. Los sonidos de la calle se filtraban por la puerta abierta, los murmullos de las plegarias llegaban a sus oídos claros y fuertes, los pasos de quienes entraban o se retiraban resonaban para quien le interesara escucharlos. Y ella, como una estatua más, detenida en el tiempo aunque viajando a través de él gracias a sus recuerdos. Un sonido le sacó de su ensoñación. Se trataba de pasos que se acercaban y luego una voz que le recordaba, de alguna manera, su propia frialdad. Desde su refugió observó lo que parecía ser un joven pero ella sabía que se trataba de mucho más que un simple humano. Sostenía entre sus manos la cabeza de un hombre, sus ojos en blanco, su boca ligeramente abierta, su cuello como un muñón sangrante. Y entonces la pregunta. Una risa muy bajita escapó de los labios de la pelirroja. – De seguro que la respuesta sería afirmativa pero el parecer su acompañante se ha quedado corto de palabras – comentó saliendo finalmente de las sombras aunque continuara con la capucha sobre su rostro – si me permite, Monsieur, me atreveré a darle un consejo: personalmente me gusta la vista del altar desde una posición elevada, creo que la baranda que rodea el órgano sería un lugar ideal – señaló, con una de sus manos, el piso elevado en el cual descansaba el monumental órgano – ¿Qué opina? ¿sería apropiado o tiene usted una mejor locación? –


Última edición por Fiona Di Centa el Sáb Ago 09, 2014 10:58 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Raoul Zarkozi Sáb Abr 19, 2014 7:24 pm

La voz femenina que le daba una mucho mejor idea de la ubicación de aquella cabeza le hizo reír y girarse aun con la cabeza en la mano en dirección a ella. Una vampira que al contrario de la que noches anteriores se había topado, estaba dandole ideas y aparentemente parecía tan divertida con la idea de dejar un regalo en aquel lugar como él, por eso es que le dedico una enrome sonrisa que mostró sus colmillos.
Que agradable que alguien se digne a responder mis preguntas y perdone a mi amigo aquí presente – movió ligeramente la cabeza de aquel hombre – se ha quedado sin palabras desde hace un rato, creo que esta molesto conmigo porque extraña la mayor parte de su cuerpo, pero es una lastima porque no puedo devolvérselo – ladeo el rostro en un gesto un tanto inocente y juguetón – pero su nombre es… cabeza… – río – y el mío es Baptiste ¿El suyo? – se acerco como un pequeño curioso porque aún era incapaz de ver a la figura debajo de aquella capucha de una manera clara.

Su mirada fue a enfocarse en aquel punto que la vampiresa había señalado como aquel que seria el apropiado para que su acompañante silencioso viera el esplendor de la Catedral.
Interesante, la verdad es que no había pensando en eso y parece justo el que mi amigo busca – miro a la cabeza, levantandola hasta que los ojos de Baptiste se toparon con aquellos blancos y vidriosos – ¿Te agrada? – río para después mirarla a ella – le gusta – con rápidos movimientos, aquellos que eran típicos de  su raza, termino por llevar aquella cabeza a la baranda y con la misma velocidad volvió a estar cerca de ella.

Se sacudió las manos en los pantalones que llevaba y dejo escapar un suspiro para mirar a la inmortal aquella.
Ahora me he quedado solitario sin cabeza – su rostro hizo una mueca de fingida pena que desapareció, siendo suplida por una sonrisa – ¿Te gustaría acompañarme a buscar más amigos? – algo le decía que ella no se negaría y guiado por ese pensamiento y lo divertido que era matar a otras personas fue que tuvo una idea – Mejor aún ¿No te gustaría ver quien consigue más “amigos”? – se quedo ahí frente a ella porque sentía que finalmente había encontrado a alguien que  de manera intencional podría ayudarle a llamar la atención de quienes esperaba.
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Mensaje por Fiona Di Centa Sáb Mayo 10, 2014 8:12 pm

Dada la naturaleza territorial y particularmente bélica de los demás de su propia especie, o de aquellos con lo que ella se había topado últimamente, en realidad esperaba más una especie de confrontación por haber invadido el espacio vital del que tenía en frente. Sin embargo lo que recibió en respuesta a su interrupción fue una enorme sonrisa y algunas palabras que podría calificar como amables. ¡Qué refrescante sorpresa! Además estaba el hecho de que el vampiro, al parecer, le agradaba realmente su idea. Fiona soltó una carcajada que hizo que algunos de los feligreses girasen en busca del origen del sonido. Para su fortuna las sombras que se extendían por la catedral, aunadas a la pésima visión nocturna humana, les cubría de los indiscretos. – Es un placer Monsieur Cabeza – hizo una ligera reverencia hacia la cabeza que era dantescamente presentada ante sí. Luego, procedió a retirar hacia atrás la capucha que ocultaba gran parte de su rostro y su cabellera. Manteniendo una enorme sonrisa en los labios continuó con las presentaciones – Igualmente para con usted, Monsieur Baptiste. Soy Fiona, al servicio de ambos aunque supongo que será usted quien se encargue de manifestar los deseos de su amigo Cabeza – comentó ofreciendo su mano, tal como lo demandaba el protocolo.

Que encantadora escena. Se sentía divertida y al mismo tiempo extrañamente exaltada. Al parecer había encontrado a la horma de su zapato en cuanto a humor negro y fechorías. No pudo menos que continuar sonriendo mientras Baptiste observaba el lugar por ella sugerido para luego continuar hablando con la cabeza. Luego espero tranquilamente mientras él le dejaba en la baranda y volvía a su lado – Bien, supongo que no podrá quejarse, tiene en este momento la mejor vista de toda la Catedral – mantuvo su mirada elevada hacia la barandilla del órgano aunque escuchaba claramente como el vampiro sacudía sus manos. – Podría prestarle la mía momentáneamente para paliar su soledad, pero he de advertirle que no admito, bajo ninguna circunstancia, que le sea arrebatado el cuerpo. Ni siquiera por la promesa de un lugar preferencial en algún edificio histórico – bromeó para después asentir – Las dos ideas me resultan atractivas ¿ha pensado en algún lugar especial en el cual pueda “reclutar” amigos? – le cuestionó mientras acomodaba los pliegues de su capa. Entonces una idea simple acudió a su mente – O, si me permite la osadía, podría sugerir que nos quedemos donde estamos. Seguro que entre las almas caritativas que vienen a rogar por el perdón de sus pecados y por el favor divino ante mínimos problemas, encontraremos alguien apto para unírsenos en una alegre y memorable noche – le lanzó una sonrisa maliciosa mientras se acercaba y colocaba su mano sobre el hombro derecho de él. Con deliberada lentitud se inclinó hasta que sus labios quedaron a escasos centímetros de su oído - ¿puedo saber de quién o quienes quiere llamar la atención? – retrocedió entonces ligeramente llevando su mano hasta su boca con un teatral gesto de sorpresa – No se preocupe, estoy segura de que la respuesta no me hará cambiar de opinión en lo absoluto… es más, mire, creo que aquella hermosa y solitaria joven podría ser una buena candidata – finalizó señalando a una hermosa joven de ropajes sucios y raidos que ingresaba con paso lento y cabeza baja por una de las naves laterales de la Catedral. Por alguna razón que no llegaba a comprender del todo Fiona gustaba de hacer saber a sus interlocutores sobre su capacidad para leerles los pensamientos. Era ridículo si se pensaba con detenimiento, no se iba por ahí ventilando un poder que podría resultar ventajoso simplemente porque sí, pero también era cierto que en ella no siempre era la lógica la que obraba en última instancia.


Última edición por Fiona Di Centa el Sáb Ago 09, 2014 10:57 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Raoul Zarkozi Jue Jul 03, 2014 4:51 pm

¿Por qué no darse la oportunidad de divertirse? Se divertida siempre, claro, pero también existían momentos como esos en los que le parecía increíblemente llamativa la idea de juntarse con alguien de su propia raza y hacer algunas tonterías por la ciudad. La vampiresa se comportaba además de una manera que aseguraba no estaba en busca de problemas, sino también de diversión. Eso era lo que podía deducir Baptiste al verla saludar de una manera tan educada pero cómica a la cabeza que aún sostenia en la mano. Realizo una reverencia a modo de saludo antes de encaminarse hasta donde acomodaría la nueva decoración de la Catedral.
La verdad es que si, me veré en la necesidad de ser yo quien hable en nombre de Cabeza, así que espero que eso no le moleste Fiona – una sonrisa se dibujo en su rostro una vez que la cabeza estuvo en su lugar y se giro en dirección a ella – ya que si dice preferir hablar con Cabeza, bueno, él es algo callado y ya le dije que se encuentra molesto. Lo mejor será que le dejemos solo para que se le pase después de que admire el lugar un buen tiempo.

Justamente estaba esperando que Fiona se ofreciera a ser su compañía, pues inmortales como esa mujer eran complicados de encontrar y más en los tiempos tan recientes en los que todos parecían tan hostiles. Aunque no era realmente hostilidad sino que la personalidad de Baptiste no era de aquellas que a otros provocaran estar cerca y por eso es que generalmente se movía solitario; ni siquiera su creador solía salir a su lado, prefería que cada uno anduviese por su camino y evitarse tanto como les fuera posible, solo en los momentos en los que el contacto era realmente inevitable es que estaban ahí el uno para el otro. Sonrió de manera divertida a Fiona y negó.
Descuide, prometo que le haré compañía con el cuerpo entero siempre que usted tampoco abandone ninguna parte – rió solo para después quedarse pensando en si alguna de las ideas que estaba dando era mejor que la otra, pero le parecían ambas tan atractivas que le era divicil decidirse por una en especifico – Soy todo oídos para las ideas de una bella dama – de esa manera daba pie a que ella comentara que era lo que tenía planeado que hicieran. Enarco la ceja, escuchando con atención las palabras ajenas – Es una excelente idea y más si podemos amablemente ayudar a que el alma de alguien descanse y así no deba cargar con más pecados nunca más – Fiona tenía razón, ¿Para qué salir? Si ahí tenían tanto como podían desear e incluso más.

Una mirada que denoto la sorpresa por la pregunta le fue dirigida a la mujer de cabellos rojizos y antes de hablar nuevamente para explicar un poco se tranquilizo. Algunas veces olvidaba esas capacidades tan peculiares que tenían los de su raza.
Ni más ni menos que de la inquisición, tengo algunos conocidos que quisiera ver y dado que no puedo acercarme debidamente, debo usar métodos como estos para atraerlos a mi. Aunque he de admitir, estos métodos son mucho más divertidos que cualquier otra cosa – Miro analizando a la mujer que ingresaba en la catedral a paso lento y se dirigió una vez más a Fiona – Las damas primero – hizo un leve movimiento con la mano, esperando a que su acompañante nocturna avanzara delante de él para ir tras aquella mujer que había entrado en el lugar equivocado y en el momento equivocado.
Todo mortal en el interior de la Catedral, era de hecho un buen candidato y eso ampliaba las posibilidades del juego de ambos – Deberíamos decorar este sitio con todos los feligreses que están dentro, seguramente se sentirán honrados de ayudar a que este lugar se vea mucho mejor para su dios – la mera imagen de aquel lugar repleto de sangre le provoco una alegría que hacía mucho tiempo no sentía; podía hacer de esa clase de juegos su profesión eterna y de Fiona una acompañante de juegos regular.
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Mensaje por Fiona Di Centa Sáb Ago 09, 2014 10:57 pm

La vampiresa solía ser imprudente pero no estúpida (¿o seria más apropiado decir que no siempre se comportaba con estupidez?) Por eso lo que se escuchó como nada más que una broma sobre su decisión de mantener la cabeza unida a su torso era, en realidad, una suerte de advertencia velada. Le interesaba encontrar nuevas formas de entretención y que mejor que compartir parte de su tiempo con alguien que, a simple vista, poseía unos gustos muy similares, pero eso no quería decir que fuese a bajar tanto la guardia como para terminar convirtiéndose en el objeto de distracción y no en el sujeto que de ella disfrutara. Sin embargo, la respuesta obtenida fue la adecuada, una que le brindaba tranquilidad pero también resultaba lo suficientemente jocosa como para hacerle reír abiertamente. El humor del vampiro, unido a su rapidez para las respuestas irónicas y sarcásticas, le resultaba tan atrayente como la posibilidad de poder dejar salir su lado oscuro en compañía de otro inmortal. Su falta de escrúpulos y decencia al referirse al cuerpo mutilado de lo que podría hacer sido un buen y amable hombre era como un faro en medio de un calmo y aburrido océano. Pocos eran los conocidos que mantenía Fiona en París, y prácticamente ninguno de ellos clasificaba dentro de la categoría de “amigo de aventuras”. Tal vez esa noche cambiaría esa triste estadística.

Aunque ella esperaba la sorpresa que cruzó el rostro de Baptiste al darse cuenta de su habilidad especial y poco considerada para con los pensamientos ajenos, no pudo dejar de sentir una conocida punzada de satisfacción. Él se recobró con rapidez, ocultando la sorpresa inicial y contestándole formalmente –La inquisición – repitió ella sin hacer ningún comentario al respecto. Una extraña desazón de instaló en su estomago. Siempre ocurría lo mismo cuando se refería al tema de los inquisidores o, en su defecto, a los cazadores. El odio que bullía en su interior por las dos facciones bastaba para indisponerle momentáneamente al pensar en cualquiera de ellas. Sin embargo, había otro sentimiento mucho más profundo y menos evidente, el temor. Por supuesto, se trataba de algo que no admitiría en esta vida pero siendo sincera consigo misma sabía que allí estaba, pululando en las profundidades de su alma y esperando para paralizarla en el momento más inoportuno, todo gracias a los acontecimientos vividos años atrás, en su recién estrenada no-vida. Sonrió a Baptiste haciendo a un lado los recuerdos dolorosos y traumáticos que acudían para engullirla – Me parece perfecto querido, nada me complacería más que poder hacer alarde de mis cualidades como decoradora en tan lúgubre e insulso lugar – bromeó antes de adelantarse en pos de la víctima elegida.

Moviéndose rápidamente, sin emitir sonido alguno y sin salir de la seguridad que las sombras de la Catedral le ofrecía, la pelirroja se acercó a la joven humana hasta encontrarse a solo unos pocos pasos. Se trataba de una humana de rasgos delicados, cabellos oscuros y ojos claros que caminaba arrastrando ligeramente los pies. Sus ropas declaraban abiertamente lo paupérrimo de su situación y sus manos, fuertemente apretadas contra su abdomen, anunciaban el delicado estado de salud en el que se encontraba. De seguro era esa la razón para internarse en la Catedral a tan avanzadas horas. Un intento de invocación impregnado de ciega fe. Una última oportunidad para que sus plegarias fuesen escuchadas. Lo curioso es que en la mente de la humana no era un rezo de vida el que se elevaba en silencio hacia el Dios venerado en el sacrosanto edificio. Ella oraba porque su dolor finalizara, sin condicionar de manera alguna su objetivo - Y sus plegarias han sido escuchadas – bromeó en un susurro apenas audible para el inmortal que le acompañaba para luego atrapar a la joven por la cintura desde atrás, silenciando sus quejas gracias a la presión de su mano sobre la tibia boca. Sin esperar la ayuda de su acompañante, la vampiresa arrastró a la mujer a las sombras. No deseaba que los humanos presentes se percataran de lo que ocurría, colocándose en alerta y, en el peor de los casos, intentado escapar. La noche apenas empezaba para ellos y eso ya lo podrían hacer más adelante. Con un movimiento preciso empujó a la joven contra uno de los muros y, aprovechando el aturdimiento en la que quedó sumida, le metió una de sus manos en la boca. Luego, con ayuda de sus filosas uñas, le arrancó la lengua de un tirón. La sangre brotó rauda, impidiendo que ningún sonido más fuerte que un gemido escapase de la mutilada quien cayó al suelo cubriéndose el rostro con ambas manos.   – Monsieur Baptiste ¿tiene algo específico en mente para ayudar a esta pobre alma torturada? – cuestionó mientras agitaba suavemente la lengua seccionada ante los ojos del vampiro y una enorme sonrisa iluminaba su expresión.
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Mensaje por Raoul Zarkozi Mar Sep 30, 2014 9:44 pm

Las ideas sobre decoración eran tan similares que Baptiste no podía sentir repulsión o molestia por la presencia ajena. Era de las ocasiones en que se alegraba de toparse con otro de los suyos, alguien que compartiera de algún retorcido modo sus formas de ver la vida. Las sonrisas divertidas que le dedicaba eran completamente sinceras, contrarias a las que hubiera dado a otros inmortales en situaciones diferentes, pero con ella, sentía que no existía problema alguno al mostrarse tal cual. La juventud del Zarkozi, ocultaba después de todo un monstruo forjado por alguien peor que él, alimentado de odio y rencor. Capaz de hacer toda clase de cosas para lograr sus objetivos, que en esa ocasión eran sencillamente llamar la atención de aquel que en su mortalidad fuera su padre.

Asintió cuando de los labios femeninos brotó como un eco la palabra que segundos antes saliera de los labios del joven inmortal.
Así es, justo como lo ha oído. Trato de hacer que vengan a mi, aunque para este punto creo que la vida de los mortales les tiene sin cuidado alguno – dijo con pesar, observando en dirección a uno de los enormes vitrales de la catedral – he tratado de atraer su atención de varias formas y ninguna al parecer ha dado frutos. Por eso es que ahora me concentro en este recinto sagrado – la burla inundo sus palabras – aquí seguro que me prestaran atención – No reparo en si a su nueva compañera en el crimen le afectaba de alguna manera que estuviera hablando de aquellos que, sin piedad alguna asesinaban a los suyos, les torturaban e incluso solían exponer al sol lentamente únicamente para notar la agonía y el sufrimiento. Sin mencionar claro que alguna que otra ubicación de más de los suyos. Baptiste fue testigo en más de una ocasión de aquella clase de actos, tal vez era por eso que no temía tanto a lo que pudiera pasarle. Él fue testigo de las dos caras de una moneda; inquisidor e inmortal y ambas le parecían igual de salvajes a su manera, similarmente oscuras y sin duda alguna, demasiado divertidas. Una vez más la voz femenina le saco de las ensoñaciones y una mirada con cierto brillo infantil y oscuro, le fue dedicada a la inmortal. Fiona le emocionaba con sus palabras y fue por eso que se limito a observarla, hacer un gesto con la mano y esperar que la decoración comenzara – Cabeza estara atento, desea tener muchos más amigos con quienes pasar el tiempo – y camino suavemente, divertido al ver ante sus ojos la imagen mental de aquella catedral convertida en una horrenda creación.

Desde donde se encontraba, podía notar el precario estado de salud en que se encontraba la mujer a la que Fiona acechaba. Lanzo una mirada divertida en dirección a donde se encontraba una imagen de la cruz y sonrió.
Seguro que nos agradecerás por lo que haremos – dirigió sus palabras como si alguna fuerza divida fuera a escucharlo, pero nada ocurrió y se vio en la necesidad de seguir nuevamente con la mirada algo mucho más interesante. Fiona y cada uno de sus movimientos, así como las palabras que emergían de sus labios.

Fue con cuidado cerca de la vampiresa, divertido cada vez más ante la idea de todo lo que estaba ocurriendo en ese lugar, mientras que los demás mortales que se encontraban en ese lugar y que aunque eran pocos, desconocían todo cuanto se efectuaba tan cerca de ellos. Con velocidad su nueva compañera de juegos termino por arrancar de aquella boca, la lengua que momentos antes dirigía plegarias a un dios que no le escuchaba. El silencio en que se encontraban pese a tanto dolor, le hizo sonreír a Fiona antes de que se enfocara en la figura que se encontraba de rodillas, tan cerca de ellos.
Creo que le he visto sujetar de manera implorante su abdomen – la oscuridad cruzo por aquel par de perfectos rostros y sin perder tiempo alguno, Baptiste tiro de los cabellos de la mujer. El olor a sangre inundaba la oscuridad, los cuchicheos de quienes se mantenían en oración eran suficientes para evitar que los gemidos de la desdichada se escucharan. De manera firme ayudo a que el cuerpo aquel se incorporara un poco más y la otra mano del Zarkozi se aferro a la cintura femenina – Deberíamos revisar que sus entrañas se encuentren en buen estado – le soltó la cabeza a la mujer para hacer una pequeña cruz sobre el abdomen de esta – Vamos que debemos asegurarnos que se encuentre bien antes de que pierda el conocimiento – No buscaba permitir que ella perdiera el conocimiento antes de que probara aquella clase de sufrimiento, ella sería la primera. Pero en realidad, nadie se encontraría seguro aquella noche deserto de la catedral.
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Mensaje por Fiona Di Centa Mar Nov 18, 2014 8:46 pm

Resultaba un tanto inquietante para la pelirroja las razones que debían existir para que un vampiro joven, como ella, intentase llamar la atención de un grupo tan despreciable. A pesar de tener en muy alta estima sus dotes sobrenaturales, Fiona admitía el conocimiento que tenía la inquisición sobre los suyos y, por tanto, el poder que ostentaban. No les rehuiría si llegase a toparse con alguno, o eso pensaba ya que en ese momento no se encontraba en tal situación y podía darse el lujo de pesar con relativa claridad al respecto, pero tampoco se impondría como meta cometer actos voluntarios que sirviesen como guía para que pudiesen ubicarla con facilidad. Cierto era que le gustaba mostrarse, lucir ante los ojos que quisieren verle su belleza y salvajismo, su naturaleza mortal y sanguinaria, pero también trataba de cuidarse de limpiar su rastro. Que no le encontrasen, era ella la cazadora y no al contrario. Un par de veces en el pasado se planteó la posibilidad de iniciar una cruzada en busca de venganza contra aquellos que destruyeron tan prematuramente su felicidad. Pero sería una empresa absurda dado que ni contaba con la experiencia suficiente como para salir avante ni conocía el paradero o identidad de ninguno de sus atacantes. Incluso ignoraba si pertenecían a alguna facción de la inquisición o si era solo un grupo de cazadores independientes. Pero, regresando a su acompañante, tenía que darle la razón. Seguro que voltearían a mirar a una catedral decorada tan sanguinariamente e intentarían dar con el, o los responsables, de tan innoble acto. Y eso la colocaría a ella también en el centro del huracán ¿o no? Sin embargo el juego ya había empezado y no sería ahora cuando diera marcha atrás.

Esperó, manteniendo en alto la lengua seccionada, la reacción del vampiro ante su ataque. Quería ver que tan ingenioso podía llegar a ser. El brillo malicioso en sus ojos era ya un indicativo, pero eran las acciones, y no los anhelos, los que a la larga importaban. Afortunadamente no se vio decepcionada en lo más mínimo. Arrojando la lengua a una oscura esquina, y sonriendo sutilmente, procedió a abrir de par en par la tela desgastada que cubría el abdomen de la humana – Casi me da lástima mancillar una piel tan firme e impoluta – mencionó al inspeccionar el abdomen de la joven quien, de seguro, no había concebido aún a ningún crio – Casi – repitió sonriendo a los ojos desencajados de dolor y terror que la observaban desde el rostro pálido y ensangrentado. La sangre se acumulaba en la boca de la joven y esta tenía que escupir para poder llenar con preciado aire sus pulmones. Baptiste tenía razón, si no se apresuraban la muerte la reclamaría demasiado pronto como para poder jugar con ella un poco más. Así, valiéndose nuevamente de sus filosas uñas, Fiona rasgó la piel perfecta y el musculo que bajo ésta se encontraba, dejando expuestos los órganos internos los cuales, al parecer, se encontraban en un relativo buen estado. – ¡Cuanta vitalidad! Al parecer, madeimoselle, ningún mal extremo le aquejaba. Muy seguramente se hubiese recuperado con mantener reposo e ingerir algo de comida decente – su tono era serio y metódico, el mismo que utilizaría un boticario para anunciar su conclusión a un enfermo de gripe que acudiese a su puerta a pedir consejo. Luego dirigió a Baptiste una mirada traviesa - ¿Qué piensa usted, monsieur? ¿Cree que podamos darle esperanza alguna a nuestra joven paciente? –

Los temblores empezaron demasiado pronto. Un par de estremecimientos fuertes e involuntarios que fueron seguidos por una tos ahogada antes de que la vida abandonara para siempre las cristalinas pupilas. – Bah, demasiado tarde. Tal vez debiéramos buscar un objetivo menos impresionable y débil – anunció con una expresión de desolación. En verdad esperaba que pudiesen jugar un poco más pero las heridas habían sido demasiado para el enclenque cuerpo de la joven. Soltando el cadáver avanzó un par de pasos inspeccionando en derredor mientras lamía con deliberada lentitud la sangre que escurría por la mano con la que le había arrebatado la lengua – Creo que el lugar ideal para ella es cerca al confesionario. Después de todo no alcanzó a proferir las oraciones que tanto ansiaba en vida, démosle la oportunidad de permanecer en la muerte cerca a la estancia en donde sería absuelta de todas sus patéticas culpas – ¿Quién podría absolverla a ella? ¿Sería acaso posible? ¿Le importaba en lo más mínimo? Demasiado crimines en un relativo corto espacio de tiempo. No tenía perdón, no lo deseaba. Lo único que tenía era su existencia nocturna y los placeres de la carne que frente a ella se exponían – Mientras escogemos nuestra próxima víctima, la cual espero usted ubique, puedo preguntarle ¿Qué es lo que lo motiva para querer atraerlos?

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Mensaje por Raoul Zarkozi Sáb Ene 03, 2015 11:21 pm

Baptiste no estaba loco, no del todo. Sus actos tenían detrás motivos que no todos podrían comprender y era muy probable que su compañera de esa noche no pudiera entender el por qué de sus deseos por llamar la atención de la inquisición. Tampoco era necesario que él contara la triste historia de su vida a alguien que no tenía motivo alguno para estar escuchando las penas de un adolescente abandonado a su suerte, convertido en vampiro y que ahora buscaba la manera de vengarse de todos aquellos que lo dejaron de lado, que lo dieron por muerto e incluso lo enterraron sin tener un cuerpo. Sí, el Zarkozi había visitado su propia tumba y la repulsión le embargo enteramente. Su familia le había olvidado y no tenía nada realmente que perder si era atrapado; de serlo, gozaría al ver nuevamente a todos quienes le consideraron muerto antes y les haría sufrir al saber que en esos momentos no les quedaría más opción que asesinarle. ¿Que creería su familia? ¿Impedirían su asesinato? El inmortal gozaba de imaginarse todos los escenarios posibles que podían aparecer frente a si a partir de los actos que realiza, tal como el que llevaba a cabo en esos momentos con ayuda de la inmortal que tan amablemente se había dispuesto a jugar a su lado.

Su juego era divertido, no podía negar que la oscuridad de los corazones inmortales les llevaba a hacer actos que de ser humanos, muy probablemente jamás se habrían atrevido. Al menos Baptiste nunca hubiese tratado de esa manera a un humano cuando se encontraba con vida, siempre que en las misiones le encomendaban asesinar a alguno, lo hacía de manera veloz para evitar el sufrimiento, todo lo contrario a lo que ahora hacía al lado de Fiona. Ambos observaban el terror en los ojos de la mujer y el aroma a sangre fascinaba al Zarkozi, aunque no tanto como la manera en que la joven parecía querer aferrarse a la vida que pronto le sería arrebatada por ellos.
Bueno, algún día su piel iba a arruinarse. Solo estamos adelantando un poco el proceso – noto la manera en la que la humana trataba de moverse y hasta se percato de las lagrimas que salían de sus ojos mientras que su abdomen era “examinado” por su compañera. Baptiste frunció el ceño y se movió, sin soltar aún el cuerpo femenino, todo para dar un vistazo al interior de la mujer – Vaya que se encontraba bien, aunque creo que gracias a su intervención se encuentra mucho mejor – sonrió mientras admiraba aquella obra de arte de la muerte y observo después a Fiona – Darle esperanzas sería engañarle, ella morira algún día igual – sus palabras parecieron presagiar lo que se avecinaba y de un momento a otro, la humana falleció – Que paciente tan débil y grosera, dejarnos de esa manera cuando nos estábamos llevando tan bien – Era obvio que la mujer moriría, pero esa muerte apenas era el comienzo, ninguno de los dos inmortales se mantendría en paz con tan solo dos humanos muertos decorando la catedral.

Cuando la inmortal solto el cadáver, Baptiste lo sujeto como si se tratara de cualquier cosa. Llevaba no el cuerpo de una mujer que había sufrido y esperado vivir, sino que parecía cargar una simple carga sin importancia alguna.
El confesionario es el lugar perfecto para ella, quizás ahí pueda terminar de expiar sus culpas – miro el rostro de la muerta – aunque dudo que se le perdone, no tiene cara de arrepentimiento – rió por lo bajo ante ese pensamiento y se lanzo a andar en dirección a donde sería el sitio de reposo para la patética humana muerta. En su camino diviso a una madre con una pequeña niña que iba de un lado a otro de la catedral y se volvió a observar a Fiona – Creo que tengo nuestras siguientes víctimas y lo que me motiva, es mi familia– y sin prestar demasiada atención, dejo el cadáver en el confesionario y fue tras la pequeña infante –Nada más hermoso y destructivo que el amor de una madre por sus pequeños ¿no crees? – dijo a su compañera al tiempo que atrapaba a la pequeña – Hey hermosa – la niña sonrió con la inocencia de quien no sabe en lo que se esta metiendo – Vayamos con tu madre, que este sitio es peligroso para que alguien como tu ande sola – teniendo a la chiquilla en su poder, estaba seguro de que la madre haría todo lo que ellos pidieran, dando a ambos más tiempo de jugar debidamente con ellas. Camino con la niña en brazos hasta donde se encontraba la madre – Buenas noches, quisiera decirle – la sonrisa amable de Baptiste cambio y metió tres dedos dentro de la boca de la niña – que si quiere que su hija continue viva, deberá hacer lo que le pidamos – el rostro de desconcierto de la mujer era evidente; ¿Haría ella lo que le pedían?
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Mensaje por Fiona Di Centa Lun Feb 02, 2015 8:37 pm

– Todos moriremos algún día – pensó Fiona para sí comprendiendo la verdad que encerraba tan trillada frase. Él tenía razón, por supuesto, la esperanza no valía de nada cuando se trataba de evadir algo tan inevitable como la muerte. Si acaso se podría llegar a desear que esta ocurriese de un modo rápido e indoloro, algo que seguramente muchos de los presentes en la catedral rogaban ocurriera y que, lamentablemente para ellos, serían desatendidas. Pero ellos, los perpetuadores del dolor, los ángeles de la muerte, también morirían tarde o temprano. Era ridículo pensar que su existencia continuaría perpetuamente hasta… ¿el fin de los tiempos? Recordaba los oscuros pasajes de la biblia, aquellos que su madre no quería que conociese pero que igual le habían enseñado. Ignoraba si el apocalipsis llegaría algún día pero, muy en su interior, y aunque se negase a admitirlo, si sabía que ella no llegaría a estar con vida para verlo. Eran estos temas sobre los cuales pocas veces reflexionaba y, definitivamente, esa noche no era el momento adecuado para hacerlo. Su atención estaba puesta en el sádico inmortal que le acompañaba y en la dantesca tarea que entre los dos se habían impuesto.

Observó con tranquilidad como él se dirigía al lugar donde reposaría el cadáver. Si, era perfecto para ella, casi podía ver los rostros de los pobres desgraciados que le encontrasen en la mañana. Más aún, la cantidad de historias que se contarían al respecto durante los días, meses, e incluso, años venideros. De seguro que la macabra escena daría mucho que pensar a aquellos entregados a su religión y que contasen con la suficiente astucia como para cuestionarse la bondad de su Dios y la protección divina que le era otorgada a quienes cumplían sus mandatos. Aquella reflexión le arrancó una risita baja. Era muy posible que algunos cuestionaran su fe, aunque no creía en realidad que se tratase de un número considerable de parisinos, después de todo la mayoría eran poco más que borregos. Entonces sus ojos se posaron sobre la mujer y la pequeña que le eran señaladas. – Ya lo creo, nada puede ser más destructivo que ese amor – confirmó aunque no pensaba en las victimas que andaban ignorantes de su futuro próximo. Pensaba en su propia madre y en el amor que sentía por ella antes de que fuera traicionada. Eso la había convertido en lo que era ahora, no la transformación, sino la mutación del amor en odio en los ojos de su progenitora.

Caminó en pos de Baptiste, en silencio y moviéndose entre las sombras. Pensaba en la escueta respuesta de él a su interrogante y especulaba al respecto en su mente. Su curiosidad aún no estaba satisfecha. Sin embargo este pensamiento se vio apartado al ver como el astuto vampiro engatusaba a la pequeña. Los ojos verdes de la inmortal brillaron con malicia mientras observaba el pánico que cubría el rostro de la mujer. Avanzó entonces hasta posicionarse a un lado de la aterrada fémina – Vamos querida, no pongas esa cara, te aseguro que será divertido – sonrió sutilmente mientras tomaba a la mujer por el brazo y la obligaba a caminar hasta una de las esquinas oscuras. Por supuesto que sería divertido, aunque se cuido de no especificar para quien.

– Dime ¿Cuál es tu nombre? – mientras hablaba se aseguraba de que la mujer tuviese una clara vista de la niña y la forma amenazante en como Baptiste la sostenía. – Andrea – contestó balbuceante – por favor, no tengo mucho pero llévense lo que quieran… solo no le hagan daño – lagrimas de terror corrían por los pómulos y su voz era apenas un susurro estrangulado – Pero como ¿Nos tomas por miserables ladrones? – la pelirroja la miró con sorpresa y luego con inocente incredulidad – No deseamos robarte querida, solo nos preguntábamos que es lo que más te gusta de la catedral. Si nos contestas honestamente te prometo que las dejaremos en paz ¿no es verdad? – preguntó mirando fugazmente al inmortal para luego volver de nuevo su atención a la mujer quien le observaba como si fuese una desquiciada – Yo… no lo sé… no podían juzgarla por no ser capaz de contestar en voz alta una simple pregunta, sin embargo Fiona presenció con total claridad la imagen que acudió a la mente de la mujer – Oh, parece que a nuestra amiga le gusta en particular aquella estatua – reveló sonriendo abiertamente y señalando la elaborada figura de un ángel erguido, con los brazos extendidos al frente y las alas desplegadas, que se elevaba a solo algunos metros del lugar donde se encontraban. Aferró a la humana por el cuello con la fuerza suficiente como para interrumpir el flujo de aire a los pulmones y evitar que gritase para luego llevarla a rastras hasta los pies de la escultura. No se preocupó en demasía por la pequeña, de seguro que su acompañante podría arreglárselas muy fácilmente.
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Mensaje por Raoul Zarkozi Mar Feb 03, 2015 5:52 pm

El amor era algo que arruinaba. No le cabía la menos duda al respecto mientras caminaba en dirección a las nuevas presas que tenía destinadas. Fiona era una excelente compañera de juegos porque se limitaba a que ambos se divirtieran y no preguntaba nada de su pasado, de sus años como vampiro o de las cosas que le motivaban a hacer todo aquello en realidad. Baptiste le dijo que trataba de llamar la atención de alguien, pero la inmortal que le acompañaba jamás sabría que era su padre a quien deseaba llamar, ni tampoco sabría que Baptiste le amo hasta el punto de que se ese amor pasara a ser un deseo terrible de destrucción. Muchas veces solía pensar en una frase que escuchara “Son aquellas cosas que amamos, las que tienen el poder de destruirnos” A él le había sucedido y a la madre a quien se acercaba de manera divertida, llevando a la niña en brazos; le sucedería lo mismo.

La manera en la que se acerco a ella no hubiera hecho que nadie creyera de las oscuras intensiones que llevaba y tampoco hubiera hablado de las intenciones de su compañera. El rostro de la mujer dejo ver a ambos vampiros el terror que corría por él, los deseos de salvar a su pequeña a toda costa y al inmortal eso le resulto sumamente entretenido. A pesar del miedo, la mujer asintió a que haría lo que le pidieran y en la mente de Baptiste se convirtió en una ingenua terrible. ¿De verdad es que creía que les dejarían ir vivas o al menos sin heridas graves? Que ingenuidad. Aunque aquello bien podía atribuirlo a que se encontraban en la Catedral, ya que, ¿Quién dañaría a los fieles en la casa del Señor? Todos aquellos que iban a rezar amaban a su Dios y aquel ser omnipotente les abandonaba, los dejaba a merced de un par de vampiros que buscaban divertirse con sus cuerpos y dejar en las paredes y los pisos de aquel lugar, una marca imborrable. La pequeña estiro los brazos a su madre, y Baptiste le toco con cuidado la nariz.
Tu mami esta ocupada, ya iras con ella en unos momentos – y sin dejar que la niña perdiera de vista a su madre, siguió a Fiona y a la humana hasta un rincón donde la oscuridad volvía a devorarlos, convirtiendo aquellas cuatro entidades en los fantasmas de la Catedral.

Increíble – Respondió Baptiste ofendido cuando la humana les tomo por ladrones – Nosotros no somos esa clase de gente. ¿Verdad que no? – Le pregunto a la pequeña mientras deslizaba uno de sus dedos amenazante por el frágil cuello de la pequeña y aunque la infanta respondía a aquello como si fueran caricias, la madre no separaba la vista de ellos, temiendo que en cualquier momento el vampiro terminará por asesinar a la pequeña – Solo deseamos “saciar” nuestra curiosidad respecto a esta imponente estructura – aseguro también él, esperando porque la humana creyera al menos vagamente en las palabras de ellos, pero los ojos femeninos no transmitían nada más que desconfianza.

Una sonrisa apareció en los labios de Baptiste cuando la mujer se dignaba a cooperar, si es que se podía llamar de esa manera.
Una pieza bastante interesante – respondió mientras que observaba a Fiona sujetar a la mujer del cuello y entonces él mismo observo a la niña – Lo siento pequeña, pero quiero ir a jugar con tu mami – la pequeña le miraba y sin perder tiempo alguno, Baptiste le tomo la cabeza y la impacto contra uno de los pilares que sostenían la construcción, provocando un ruido que para los demás debía ser simplemente algo que caía al suelo de manera accidental. La cabeza se fracturo al instante, dejando la mano del inmortal bañada en sangre y sin prestar demasiada atención, se alejo de ahí, en dirección a donde estaba la inmortal con la humana – No recordaba que las cabezas de los niños fueran tan blandas – dijo mientras llegaba al lado de Fiona y se lamía algo de la sangre de los dedos.
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Mensaje por Fiona Di Centa Vie Mar 06, 2015 9:20 pm

El sonido producido por el cráneo de la pequeña al partirse habría generado en cualquiera con un mínimo de empatía un escalofrió de repugnancia. En Fiona solo consiguió una sonrisa de satisfacción. Podía aspirar, desde donde se encontraba, el aroma inconfundible de la sangre tierna unido a algo más, seguramente el olor propio de los sesos que poco a poco deberían estar rebozando la herida abierta. Era una lástima que se desperdiciara aquella sangre tan deliciosa, pero debían encargarse primero de la madre y para entonces, muy seguramente, ya no quedaría prácticamente nada aprovechable en el cuerpo de la pequeña. La mujer, por su parte, se agitaba frenéticamente entre las manos de Fiona, en un fallido intento por zafarse de su agarre e inhalar un poco de aire. En las pupilas de la humana ya empezaban a aparecer los signos de locura. Ella también había escuchado el sonido y seguramente habría alcanzado a ver algo de lo que le ocurría a su retoño. Ahora ya no tenía opción la vampiresa de permitir que la mujer aspirara de nuevo, pues eran demasiado altas las probabilidades de que si lo hiciese aprovechase para lanzar alaridos que colocarían en guardia al resto de los presentes en la catedral.

Aunque la muerte de la niña les obligaba a actuar con rapidez sobre la madre, el hecho de que su compañero de juegos no mostrase ningún tipo de escrúpulos al asestarle el golpe de gracia satisfizo profundamente a la vampiresa. Muchos de los suyos, los cuales no tenían ningún reparo en masacrar indiferentemente mujeres u hombres, si tenían algunas reservas en cuanto a los niños pequeños. Se trataba esto de una suerte de resquicio emocional derivado de su propia humanidad. Una falla sentimental que les obligaba a comportarse de manera anormal para un demonio, otorgándoles a esas tiernas victimas el beneficio de la consideración y la misericordia. Una tontería, si le preguntaban a ella ¿Había a caso una sangre más dulce? ¿Podían sus dientes hincarse en una carne más tierna?

Po supuesto, el comentario de Baptiste, y la escena de él lamiendo la sangre de la pequeña que escurría entre sus dedos, obligó a la mujer a entrar en una especie de frenesí. Se retorcía tanto entre los dedos de la vampiresa que está se vio obligada a empujarla contra la estatua misma y a presionar su mano libre con fuerza sobre el pecho de la fémina. – ¿Un error de percepción, querido Baptiste? – le cuestionó con una media sonrisa antes de zarandear con fuerza a la mujer un par de veces. Aquello fue suficiente como para aturdirla un poco. Solo entonces relajó el apretón en el cuello y permitió que el aire tan necesario inflara de nuevo sus pulmones. En un parpadeo la piel de la mujer, que había empezado a adquirir un tinte azulado, retornó a un color más saludable. Solo una idea rondaba aquella mente en esos momentos; el rostro de su adorada hija y la suerte que había tenido en manos de un par de monstruos. Curioso, al parecer ahora no le importaba su propia seguridad. - ¿Por qué el ángel? – le preguntó levantando la mirada a la estatua. Sabía que no obtendría ninguna respuesta coherente y tan pronto la mujer, ahora recuperada, abrió la boca para gritar la vampiresa introdujo uno de sus puños en la misma. – Por lo general me gusta escuchar los gritos de dolor pero hoy tendré que hacer una excepción – afirmó mientras clavaba las uñas en el pecho de la mujer. Casi sin esfuerzo sus dedos se abrieron paso hasta el palpitante corazón el cual rozó con las uñas un par de veces, gozando del movimiento característico del órgano, antes de arrancarlo de un tirón.

Los ojos desorbitados de la mujer observaban sin ver a la vampiresa mientras esta extraía el chorreante corazón y liberaba, al mismo tiempo, la boca del cadáver. La sangre tibia manaba de la espeluznante herida abierta, creando en torno al cuerpo desparramado un enorme charco carmesí. La pelirroja acercó entonces el órgano a sus labios. – Y aquí queda el amor – sentenció antes de lamer un poco de la sangre. - ¿Te molestaría que disponga del cuerpo de la pequeña? Tengo una idea - con paso ligero corrió hasta el cadáver de la niña para luego, valiéndose de su capacidad de levitación, depositarlo en los brazos extendidos de la escultura que tanto había gustado a su madre. Si no fuese por la sangre, y las partes de cerebro que escurrían hasta el suelo, hubiese parecido que el ángel guardaba el sueño de la criatura. Luego acomodó sobre el pecho de la pequeña el sangrante corazón de la madre. – Perfecto ¿no lo crees? – sonrió a su acompañante una vez volvió al suelo – Ahora solo queda decidir el mejor lugar para la madre – sus ojos vagaron en derredor antes de detenerse nuevamente en Baptiste - ¿Qué harás cuando la inquisición decida hacerte pagar por tomarte la libertad de redecorar la catedral? –

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Mensaje por Raoul Zarkozi Lun Mar 16, 2015 7:53 pm

Acabar con vidas humanas era simplemente parte de la naturaleza de un inmortal, lo hacían sobre todo para alimentarse, si, pero nada les impedía hacerlo por mero placer y preciso era lo que Baptiste estaba demostrado mientras que su mano importaba contra la pared, asesinando a la pequeña a la que antes le sonriera. Escuchaba ls movimientos más allá de donde era capaz de ver, detrás de una cortina de oscuridad que ocultaba a Fiona y la madre de la infante que ahora yacía muerta en el suelo. Mientras que el inmortal se acercaba hasta la vampiro, lamía la sangre y la falta de alguna palabra por parte de Fiona con respecto a la muerte de la niña le hacía ver que ella era exactamente de los suyos. Muchos sobre naturales y humanos tenían alguna clase de creencia extraña a que los infantes eran una parte intocable de la vida misma, pero no para Baptiste. Él que desde joven presencio la muerte y la destrucción no se sentía conmovido por ver la sangre más joven derramarse, en su mortalidad fue tratado como un arma que no debía dudar de lo que hacía y ahora que tenía el poder de la inmortalidad en sus manos, tampoco lo haría.

Creo que ha sido eso precisamente, pensé que aguantaría un poco más y nos podría divertir pero he visto que es inútil, como la mayor parte de los mortales – sus ojos buscaron la figura femenina que se encontraba presa entre las manos de la vampiro – Todos sirven unicamente para alimentarnos o divertirnos, nada más que eso – y dicho eso termino de lamer la sangre – Me pregunto si es que la madre nos brindara un poco más de entretenimiento ¿Tú que opinas Fiona? – se acerco y cruzo los brazos de manera despreocupada, le gustaba observar a Fiona y la manera en que realizaba aquellos asesinatos, como si no fuera nada, como si aquella catedral se encontrara vacía y en completa disposición de ellos – Preguntarle no servirá de nada Fiona, seguro que esa mujer creía que ese ángel le protegería de nosotros o al menos a su niña, pero creo que se ha dado cuenta de que eso no funcionara, para nada – una risa divertida emergió de sus labios cuando el puño de la vampiresa entro en la boca de la mujer – No podemos permitir que asuste a las demás posibles presas de esta noche con sus temores – el sonido que producía aquel acto que llevaba a cabo la inmortal en el cuerpo femenino era de una manera bastante retorcida, gratificante para Baptiste, quien sonrío ampliamente al ver como el corazón salía del cuerpo de la mujer.

El cuerpo termino en el suelo, con la sangre que aún fluía y que terminaba por crea una grotesca obra de arte bajo la vigilancia de los ojos del ángel.
El amor no les ha servido para nada, que ingenuos son los humanos al creer que el poder del amor será capaz de salvar a sus seres queridos en situaciones como esta – suspiro antes de observar a Fiona y con la mano, hacer una seña en dirección a donde había dejado a la niña – Es toda tuya mi querida acompañante. Un regalo de mi para ti, para que veas que este amor nos hará crear algo maravilloso – y dicho eso observo como ella se alejaba de donde ambos se encontraban y como disponía del cuerpo de la niña para hacer lo que Baptiste creía, la mejor obra de la noche – Me encanta tu manera de ver el arte, sin duda alguna te llamaría para que rededores mi hogar – le sonrió con burla por aquellas que habían fallecido para que ambos lograran aquellos planes – ¿Podría usar el cuerpo de la madre? – pregunto mientras que se acercaba al cadaver y lo tomaba de los cabellos sin tacto alguno. Hizo una mueca, orientada no a la cara con el horror grabado de la mujer que antes muriera, sino por la pregunta que le era efectuada – Es algo complicado de saber, puedo decirte que haré algo u lo otro, pero no estoy seguro – comienzo a caminar, arrastrando el cuerpo de la mujer y dejando un rastro de sangre – Lo primero que haría sería seguramente hablar con mi padre, he esperado mucho tiempo para eso – menciono como si fuera algo de dominio publico que su padre era miembro de la inquisición, así como antes fuera él – A esta mujer me gustaría dejarla en el altar, quiero que ella sea la pieza central que llame la atención de todos, aunque creo que después de eso deberemos dejar este sitio ¿Tú que opinas? – pregunto levantando el cuerpo para que pareciera que la mujer se encontraba de pie, lo cual lo hacía ver un tanto grotesco por la sangre que manchaba sus ropas y la que aún caía al suelo.
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Mensaje por Fiona Di Centa Dom Mayo 10, 2015 4:25 pm

– Supongo que si se atribuye alguna realidad a lo recitado por los curas y obispos, de alguna manera encontraron la salvación en la muerte ¡Oh! Que idea interesante, en ese caso somos tu y yo ángeles, seres destinados a ayudarles apresurando su paso por un mundo de miseria y entregando su alma mancillada a la salvación etérea y eterna – sus ojos se encontraban sobre el rostro del ángel, observándole con irónica diversión – Del amor no tengo nada que decir, yo misma me confié en él años atrás y como esta desgraciada terminé abriendo los ojos solo cuando el dolor y la traición me impulsaron a hacerlo – pateó con suavidad el cadáver - De alguna sórdida manera envidio a la pequeña solo por el hecho de haber contado con el amor incondicional de su progenitora… es más de lo que puedo yo decir de la mía – fue más un pensamiento privado expresado en medio de un susurro que una frase a compartir con su interlocutor. Un sentimiento receloso que desapareció tan rápido como llegó, dejándola solo con la falsa satisfacción de hacer lo que deseaba sin considerar las implicaciones morales o éticas que tuviese su conducta y, por supuesto, ignorando todas las posibles consecuencias en una futura existencia, si es que tal existía.

Sonrió al escuchar el comentario de Baptiste – Pues estaré encantada siempre y cuando disponga de la libertad que nos hemos autoimpuesto para este sacrosanto lugar ¿Es tu casa tan tentadora? ¿Posee tantos lugares perfectos para nuestro oscuro gusto en cuanto a decoración? – bromeó guiñándole un ojo de forma juguetona. Jamás hubiese imaginado que llegaría a congeniar de forma tan perfecta con otro inmortal. Tal vez fuese debido a la edad de ambos, tal vez tuviesen más en común de lo que habían vislumbrado hasta el momento, en todo caso consideraba seriamente la posibilidad de encontrarse nuevamente con él en el futuro. Tal ajuste de percepciones, tan perfecta armonía de personalidades, no podía simplemente pasar desapercibida y ser olvidad al cabo de algunas pocas horas, quien sabe cuánto tiempo tendría que transcurrir antes de que se topara con alguien como él de nuevo, que no limitara su imaginación por absurdas normas sociales ni que se dejara arrastrar por sentimentalismos baratos que se oponían a la naturaleza monstruosa que les animaba cada noche.

– Por supuesto, es toda tuya – le animó a tomar el cadáver de la madre mientras le observaba y escuchaba con curiosidad. Los ojos de la pelirroja se abrieron ligeramente por la sorpresa. No espera escuchar que Baptiste mencionara a su padre dándole una respuesta ¿Significaba aquello lo que estaba imaginando? ¿Sería posible que el padre del inmortal fuese un miembro de la inquisición? Resultaba lógico al revisar retrospectivamente lo ocurrido en aquel rato. Era la atención de su padre lo que deseaba llamar, no de la institución de manera generalizada. Ahora ¿Cómo afectará aquello a la misma Fiona? Creía que en realidad no habría diferencia. No, la reacción especial sería para con Baptiste, a ella le tratarían con la consideración y delicadeza propia de la inquisición para con cualquier inmortal (giró los ojos ante su propio sarcasmo), claro, suponiendo que pudiesen atraparla primero.

– Me parece una fantástica idea – le animó a tomar el cadáver y dejando de lado las preguntas que surgían en su mente. Ya le cuestionaría sobre su familia y su relación con la inquisición en otra oportunidad, no deseaba enturbiar el alegre talante que les envolvía ni arruinar la diversión que generaría la pincelada final en su obra maestra. Si, definitivamente buscaría de nuevo a Baptiste, saciaría su curiosidad y tal vez algunos otros bajos instintos… esperó mientras él se acercaba al altar con el cuerpo de la mujer. deseaba escuchar los primeros gritos de angustia y terror cuando los pocos devotos presentes percibieran lo que ocurría, la desesperación que les inundaría al darse vuelta y empezar a vislumbrar el horror que les rodeaba, solo entonces abandonaría el lugar, escapando entre la protección de las sombras y liberando su macabro entusiasmo por medio de una sombría carcajada.
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