AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Juego de sombras (privado)
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Juego de sombras (privado)
Lacrada la carta con el sello del blasón familiar, reconocí de inmediato a Indigo como la remitente de aquel sobre amarillento.
Deslicé el abrecartas por la solapa hasta que el selló cedió permitiéndome sacar la hoja del interior. Sus lineas no daban lugar a dudas, perfectamente trazadas con una tinta rojiza, con el secante pasado para que ni una sola de estas letras acabara corrida, reclamaba mi presencia en la mansión que tenia en las afueras de París.
Indigo era mi sire, nuestra relación era complicada, ella trazaba oscuros lazos entre ella y sus vástagos. La mayoría acaban enloquecidos comiendo de su mano y luego se limitaba a abandonarlos o si la aburrían in extremis, a matarlos. Yo era su hijo díscolo, no tendía a obedecer sus...”peticiones” y con mis actos acababa trastocando su partida de ajedrez. Creo que eso la enfurecía y excitaba a partes iguales, pues no estaba acostumbrada a un no por respuesta y mis negativas se habían convertido para ella en un reto y para mi en un juego.
Frente al crepitante fuego la nota se esfumó reducida a cenizas, pronto el día sucedería a la noche y mi hambre me llevó nuevamente al lecho.
Dos féminas enredadas como la hiedra dormitaban sobre las sabanas de raso, descalzo esquive las botellas que vacías quedaban escampadas sobre el suelo.
Me dejé caer sobre el colchón despertando a las dos, mi sonrisa se ensanchó cuando sendas mujeres me buscaron hambrientas. De la arteria de su pierna sacie mi sed, de sus cuerpos mi hambre y así vi llegar un nuevo día, uno de tantos.
El ocaso significaba mi despertar, desconocía cual era el nuevo juego que Indigo deseaba ejecutar, mas francamente mi visita nada tenia que ver con cumplir sus deseos, si no mas bien con atajar los propios.
Ella era una mujer con contactos, retorcida, manipuladora y seductora no le costaría dar con el paradero de mi hermano si es que no lo conocía.
No era tan ingenuo como para pensar que me lo diría, al menos no sin esperar a cambio nada por parte de su díscolo hijo, pero tenia un plan alternativo.
NotreDam daba la media noche cuando mi presencia fue anunciada en el gran salón donde Indigo, como la reina de la oscuridad tejía sus hilos.
Paso sereno que retumbó por el pasillo bajo la atenta mirada predadora de la que un día me transformó en un ser sediento de sangre.
-Indigo -dije a modo de saludo alzando mis azules clavándose como estacas en los ajenos -deduzco que no me has invitado para compartir una cena conmigo, así que ve al grano, tengo prisa.
Era un guerrero, mi carácter tosco no se había corregido con el milenio con el que había lidiado.
Deslicé el abrecartas por la solapa hasta que el selló cedió permitiéndome sacar la hoja del interior. Sus lineas no daban lugar a dudas, perfectamente trazadas con una tinta rojiza, con el secante pasado para que ni una sola de estas letras acabara corrida, reclamaba mi presencia en la mansión que tenia en las afueras de París.
Indigo era mi sire, nuestra relación era complicada, ella trazaba oscuros lazos entre ella y sus vástagos. La mayoría acaban enloquecidos comiendo de su mano y luego se limitaba a abandonarlos o si la aburrían in extremis, a matarlos. Yo era su hijo díscolo, no tendía a obedecer sus...”peticiones” y con mis actos acababa trastocando su partida de ajedrez. Creo que eso la enfurecía y excitaba a partes iguales, pues no estaba acostumbrada a un no por respuesta y mis negativas se habían convertido para ella en un reto y para mi en un juego.
Frente al crepitante fuego la nota se esfumó reducida a cenizas, pronto el día sucedería a la noche y mi hambre me llevó nuevamente al lecho.
Dos féminas enredadas como la hiedra dormitaban sobre las sabanas de raso, descalzo esquive las botellas que vacías quedaban escampadas sobre el suelo.
Me dejé caer sobre el colchón despertando a las dos, mi sonrisa se ensanchó cuando sendas mujeres me buscaron hambrientas. De la arteria de su pierna sacie mi sed, de sus cuerpos mi hambre y así vi llegar un nuevo día, uno de tantos.
El ocaso significaba mi despertar, desconocía cual era el nuevo juego que Indigo deseaba ejecutar, mas francamente mi visita nada tenia que ver con cumplir sus deseos, si no mas bien con atajar los propios.
Ella era una mujer con contactos, retorcida, manipuladora y seductora no le costaría dar con el paradero de mi hermano si es que no lo conocía.
No era tan ingenuo como para pensar que me lo diría, al menos no sin esperar a cambio nada por parte de su díscolo hijo, pero tenia un plan alternativo.
NotreDam daba la media noche cuando mi presencia fue anunciada en el gran salón donde Indigo, como la reina de la oscuridad tejía sus hilos.
Paso sereno que retumbó por el pasillo bajo la atenta mirada predadora de la que un día me transformó en un ser sediento de sangre.
-Indigo -dije a modo de saludo alzando mis azules clavándose como estacas en los ajenos -deduzco que no me has invitado para compartir una cena conmigo, así que ve al grano, tengo prisa.
Era un guerrero, mi carácter tosco no se había corregido con el milenio con el que había lidiado.
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 96
Fecha de inscripción : 18/02/2018
Re: Juego de sombras (privado)
Sus espías la habían informado de la presencia en París de aquel vástago rebelde al que Indigo tenía demasiado consentido. Tomó papiro y plumilla, sentándose a escribir. Ella no usaba tinta, jamás lo había hecho desde que tenía memoria, usaba sangre para plasmar sus palabras en el papel, era parte de su firma y aquellos que habían tratado con ella ya lo sabían. Sólo con el olor férrico de la carta, podían asumir de quién se trataba, sin necesidad de observar el blasón que usaba para sellar los sobres. Una vez terminó, le entregó el objeto a uno de sus lacayos y éste hizo llamar a un mensajero a caballo para portarlo de inmediato a su destinatario. Sabía que pronto lo leería y, conociendo a Varinäel, se tomaría su demanda como una invitación opcional. Más le valía presentarse o, esta vez, no tendría la manga ancha que siempre solía tener con él.
Sonaba justo la doceava campanada cuando la gran puerta del salón se cerraba tras la figura que hacía su entrada. No necesitó mirarle siquiera para saber quien era, pues ya hacía kilómetros que había percibido su presencia, su aroma. La vampiresa creaba un vínculo más allá del habitual entre un sire y sus conversos, pues ella quería controlarlos a todos, presente, pasado y futuro. Con la mayoría, podía leer sus pensamientos, hurgar en sus recuerdos y trastocar sus deseos a voluntad, pero había algunas excepciones, aquellos cuya mutación a cainita les había otorgado el poder del bloqueo mental. Por desgracia para el recién llegado, él no era uno de esos privilegiados, y en cuanto cruzó el umbral y los ojos de ambos se encontraron, supo cuál era el motivo por el que había accedido a presentarse frente a ella.
–Vaya, vaya. Así que el hijo pródigo vuelve a casa. Al fin.– Hizo hincapié en las dos últimas palabras, dejando claro que hacía tiempo que esperaba su regreso y que él, excesivamente osado, se había rehusado a volver a ver a su amada Indigo, aquella que le había otorgado la inmortalidad y el poder suficiente para cumplir con su ansiada venganza. Claro que, a su vez, había jugado su pequeña partida de ajedrez, convirtiendo al hermano de Varinäel, el destinatario de su odio, en otro de sus vástagos. Hubiese sido muy aburrido si todo terminara rápido, así que debía poner de su parte para que la jugada se prolongara lo suficiente como para entretenerla a ella.
–Dime, mi amor, ¿qué es lo que tú quieres al presentarte aquí? Sé que ya tenías pensado acercarte antes de recibir mi carta. Te conozco como si te hubiese parido yo misma y jamás hubieses venido sólo porque yo te lo pidiera.– Entrelazó los dedos de ambas manos, reposando esa unión en la rodilla izquierda, cruzada ahora sobre la contraria. Inclinó ligeramente la cabeza hacia la derecha, algo a penas perceptible, unos milímetros, pero lo suficiente para dar dramatismo al gesto impasible de su rostro.
Sonaba justo la doceava campanada cuando la gran puerta del salón se cerraba tras la figura que hacía su entrada. No necesitó mirarle siquiera para saber quien era, pues ya hacía kilómetros que había percibido su presencia, su aroma. La vampiresa creaba un vínculo más allá del habitual entre un sire y sus conversos, pues ella quería controlarlos a todos, presente, pasado y futuro. Con la mayoría, podía leer sus pensamientos, hurgar en sus recuerdos y trastocar sus deseos a voluntad, pero había algunas excepciones, aquellos cuya mutación a cainita les había otorgado el poder del bloqueo mental. Por desgracia para el recién llegado, él no era uno de esos privilegiados, y en cuanto cruzó el umbral y los ojos de ambos se encontraron, supo cuál era el motivo por el que había accedido a presentarse frente a ella.
–Vaya, vaya. Así que el hijo pródigo vuelve a casa. Al fin.– Hizo hincapié en las dos últimas palabras, dejando claro que hacía tiempo que esperaba su regreso y que él, excesivamente osado, se había rehusado a volver a ver a su amada Indigo, aquella que le había otorgado la inmortalidad y el poder suficiente para cumplir con su ansiada venganza. Claro que, a su vez, había jugado su pequeña partida de ajedrez, convirtiendo al hermano de Varinäel, el destinatario de su odio, en otro de sus vástagos. Hubiese sido muy aburrido si todo terminara rápido, así que debía poner de su parte para que la jugada se prolongara lo suficiente como para entretenerla a ella.
–Dime, mi amor, ¿qué es lo que tú quieres al presentarte aquí? Sé que ya tenías pensado acercarte antes de recibir mi carta. Te conozco como si te hubiese parido yo misma y jamás hubieses venido sólo porque yo te lo pidiera.– Entrelazó los dedos de ambas manos, reposando esa unión en la rodilla izquierda, cruzada ahora sobre la contraria. Inclinó ligeramente la cabeza hacia la derecha, algo a penas perceptible, unos milímetros, pero lo suficiente para dar dramatismo al gesto impasible de su rostro.
Última edición por Indigo el Mar Mar 06, 2018 5:48 am, editado 1 vez
Indigo- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 21/02/2018
Re: Juego de sombras (privado)
Allí estaba, con esa expresión incorruptible, utilizando las palabras dulces y melódicas que una madre usaría con su vástago descarriado. Tentada a abrirme los brazos y permitirme hundirme en su pecho, mas bien conocía yo como terminaban esos encuentros de sexo desenfrenado en los que si bien quedaba saciado, también acababa perdiendo.
Ladeó su cabeza para dar a la escena un dramatismo típico de la mejor de las obras de teatro y por ello mis palmas se golpearon emitiendo una consecución de aplausos.
-Nunca dejas de fingir Indigo -escupí esas palabras contra su rostro pese a que la distancia que nos separaba no bebía menguado un ápice entre nosotros -en ora vida debiste ser juglar, se te da bien exagerar las historias, inmortal.
Me relamí los labios una vez mis ojos se hundieron en sus pardos, esa atracción existía pues un vinculo ataba a todos sus vástagos a ella de un modo insólito. Ella era la araña y nosotros las pobres luciérnagas que acababa envolviendo en su telar si no estábamos alerta de sus tretas.
-Si ya sabes a l oque he venido por que preguntas ¿quizás ahora te preparas para bufón de la corte Indigo? Hacerte la inocente jamas ha ido contigo, mas si insistes en conocer la respuesta de mis labios, escucha atentamente mi amada Sire -usé el mismo sarcasmo que cuando ella me llamó amor.
Su gesto me indico que prosiguiera, de sobra sabia que a ningún otro le consentiría ese tipo de tono mordaz y menos las palabras a utilizar, pero conmigo siempre tuvo cierta condescendencia.
-Mi hermano Indigo y no me vengas con subterfugios a estas alturas, nos conocemos, nada se te pasa pro alto, mis informadores me han traído a París y no creo en las casualidades ¿que sabes?
Esa mujer era ducha en los juegos de ajedrez, a estas alturas mientras yo movía los peones seguramente se habría enrocado y tendría a la reina a buen recaudo, pero eso no quitaba que tuviera algo que ella siempre había querido...doblegarme, creo era su meta, el único de sus vástagos que no comía como un perro de la palma de su mano.
No era tan necio como para pensar que me lo diría, mas también yo tenia un as bajo mi manga, uno en el que no pensaría pues de hacerlo la inmortal lo conocería.
-Y ahora que sabes por que estoy aquí ¿cual es el motivo por el que me has hecho llamar? ¿quizás me echabas de menos entre tus piernas Indigo? ¿o quizás añorabas mis palabras desafiantes porque te has cansado de que los palmeros te sigan a todas partes?
Ladeó su cabeza para dar a la escena un dramatismo típico de la mejor de las obras de teatro y por ello mis palmas se golpearon emitiendo una consecución de aplausos.
-Nunca dejas de fingir Indigo -escupí esas palabras contra su rostro pese a que la distancia que nos separaba no bebía menguado un ápice entre nosotros -en ora vida debiste ser juglar, se te da bien exagerar las historias, inmortal.
Me relamí los labios una vez mis ojos se hundieron en sus pardos, esa atracción existía pues un vinculo ataba a todos sus vástagos a ella de un modo insólito. Ella era la araña y nosotros las pobres luciérnagas que acababa envolviendo en su telar si no estábamos alerta de sus tretas.
-Si ya sabes a l oque he venido por que preguntas ¿quizás ahora te preparas para bufón de la corte Indigo? Hacerte la inocente jamas ha ido contigo, mas si insistes en conocer la respuesta de mis labios, escucha atentamente mi amada Sire -usé el mismo sarcasmo que cuando ella me llamó amor.
Su gesto me indico que prosiguiera, de sobra sabia que a ningún otro le consentiría ese tipo de tono mordaz y menos las palabras a utilizar, pero conmigo siempre tuvo cierta condescendencia.
-Mi hermano Indigo y no me vengas con subterfugios a estas alturas, nos conocemos, nada se te pasa pro alto, mis informadores me han traído a París y no creo en las casualidades ¿que sabes?
Esa mujer era ducha en los juegos de ajedrez, a estas alturas mientras yo movía los peones seguramente se habría enrocado y tendría a la reina a buen recaudo, pero eso no quitaba que tuviera algo que ella siempre había querido...doblegarme, creo era su meta, el único de sus vástagos que no comía como un perro de la palma de su mano.
No era tan necio como para pensar que me lo diría, mas también yo tenia un as bajo mi manga, uno en el que no pensaría pues de hacerlo la inmortal lo conocería.
-Y ahora que sabes por que estoy aquí ¿cual es el motivo por el que me has hecho llamar? ¿quizás me echabas de menos entre tus piernas Indigo? ¿o quizás añorabas mis palabras desafiantes porque te has cansado de que los palmeros te sigan a todas partes?
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 96
Fecha de inscripción : 18/02/2018
Re: Juego de sombras (privado)
Hizo una breve reverencia de cabeza ante los aplausos, pues contra el sarcasmo de su vástago no había mejor respuesta que fingir no darse cuenta. Conocía bien a Varinäel y sus puntos débiles. Su impaciencia y ese carácter mordaz, que se había acentuado desde que ella le drenara la sangre y rellenara después sus venas con la ponzoña vampírica, eran sus señas de identidad y, a la vez, el pie del que cojeaba. Indigo era capaz de doblegarle si quería, pero el juego consistía en ese tira y afloja que entre ambos mantenían y que a ella la entretenía sobremanera. Era consciente que, a veces, tenía excesiva manga ancha con él, pero siempre había sido su favorito de entre todos los muñecos del guiñol, el más rebelde, el más despiadado, el de la lengua más afilada. Tan contrario a su hermano, y fue tan divertido tener a ambos comiendo de su mano, ah. Pero ahora sólo Dredahal le era fiel, y el menor de los hermanos allí estaba, ante ella, desafiándola una vez más con su mirada y sus palabras.
No contestó a su primera pregunta. Sólo hizo un gesto con la mano, incitándole a proseguir con su perorata agresiva que bien podía ser calificada de ataque verbal, aunque a la vampiresa poco y nada le afectara. Acarició la uña del pulgar derecho con la yema del contrario, aún reposando las manos sobre la rodilla, cuando una pérfida sonrisa se dibujó en sus labios color carmesí. Ella era muy pálida, pero sus carnosidades siempre parecían llenas de sangre, invitando a ser mordidas, besadas, uno de los trucos que no se molestaba en guardar en la manga y siempre mostraba. Acarició la fila de dientes superior izquierda, por dentro de la boca, con la cúspide de la lengua, terminando en el colmillo. Tomó aire de manera innecesaria, pues al ser una cainita no respiraba, y decidió que era el momento de intervenir con su seductora voz ligeramente áspera y de tono grave.
–¿Y qué deseas de tu hermano, exactamente? Sabes que puedo localizar a cualquiera de mis vástagos cuando me venga en gana, pero también que no hago nada sin ganar algo a cambio. Y Daredhal es especial para mí, no lo vendería a su verdugo como si nada. Él, a diferencia de ti, me sigue siendo fiel, me ama.– Desenlazó los dedos de ambas manos. Apoyó éstas en los reposabrazos de su trono y se incorporó, desdoblando las piernas al dar el primer paso que la hizo descender uno de los tres escalones que la elevaban del suelo, de ese nivel al que se encontraba su pequeño títere obtuso de mente.
–¿Crees, acaso, que no he tenido varios hombres entre mis piernas en tu ausencia? Todo lo que deseo lo obtengo, tú mejor que nadie deberías ya saberlo, mi amor.– Descendió los otros dos peldaños y se aproximó a la figura que la observaba con mirada desafiante y el ceño fruncido.
–Pedí que vinieras porque me han llegado ciertos rumores. Unos que podrían muy bien interesarte y que, viendo que no los has sacado aún a la luz, o bien intentas proteger algo de manera vana, o los desconoces.– Su sonrisa se ensanchó hasta liberar una carcajada. Él podía intentar ocultar muchas cosas, pero Indigo, si quería, podía sonsacárselas sin más esfuerzo que el chasqueo de dos dedos. Si no indagaba en su mente, era por la subida de adrenalina que lo desconocido le provocaba.
No contestó a su primera pregunta. Sólo hizo un gesto con la mano, incitándole a proseguir con su perorata agresiva que bien podía ser calificada de ataque verbal, aunque a la vampiresa poco y nada le afectara. Acarició la uña del pulgar derecho con la yema del contrario, aún reposando las manos sobre la rodilla, cuando una pérfida sonrisa se dibujó en sus labios color carmesí. Ella era muy pálida, pero sus carnosidades siempre parecían llenas de sangre, invitando a ser mordidas, besadas, uno de los trucos que no se molestaba en guardar en la manga y siempre mostraba. Acarició la fila de dientes superior izquierda, por dentro de la boca, con la cúspide de la lengua, terminando en el colmillo. Tomó aire de manera innecesaria, pues al ser una cainita no respiraba, y decidió que era el momento de intervenir con su seductora voz ligeramente áspera y de tono grave.
–¿Y qué deseas de tu hermano, exactamente? Sabes que puedo localizar a cualquiera de mis vástagos cuando me venga en gana, pero también que no hago nada sin ganar algo a cambio. Y Daredhal es especial para mí, no lo vendería a su verdugo como si nada. Él, a diferencia de ti, me sigue siendo fiel, me ama.– Desenlazó los dedos de ambas manos. Apoyó éstas en los reposabrazos de su trono y se incorporó, desdoblando las piernas al dar el primer paso que la hizo descender uno de los tres escalones que la elevaban del suelo, de ese nivel al que se encontraba su pequeño títere obtuso de mente.
–¿Crees, acaso, que no he tenido varios hombres entre mis piernas en tu ausencia? Todo lo que deseo lo obtengo, tú mejor que nadie deberías ya saberlo, mi amor.– Descendió los otros dos peldaños y se aproximó a la figura que la observaba con mirada desafiante y el ceño fruncido.
–Pedí que vinieras porque me han llegado ciertos rumores. Unos que podrían muy bien interesarte y que, viendo que no los has sacado aún a la luz, o bien intentas proteger algo de manera vana, o los desconoces.– Su sonrisa se ensanchó hasta liberar una carcajada. Él podía intentar ocultar muchas cosas, pero Indigo, si quería, podía sonsacárselas sin más esfuerzo que el chasqueo de dos dedos. Si no indagaba en su mente, era por la subida de adrenalina que lo desconocido le provocaba.
Indigo- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 21/02/2018
Re: Juego de sombras (privado)
Indigo siempre cauta en sus formas hundía en mi su mirada calma, decía y no mentía, que podía dar con cualquiera de sus vástagos. Eramos peones de su tablero, me extrañaba tanto que le costara sacrificar a no de ellos. Mi sonrisa se ensanchó al escucharla hablar de mi hermano y el amor.
-Ummmmm -susurré cerrando los ojos con cara de placer fingido -hermoso sentimiento que te devora por dentro ¿lo has sentido Indigo alguna vez? -pregunté abriendo los ojos para fundirlos en los de mi Sire -Soy lo único que deseas, lo único que no puedes poseer cuando quieres. Puedes chasquear tus dedos tantas veces como quieras, pero no olvides algo mujer, si me he perdido alguna vez entre tus piernas a sido por mi propio placer, jamas comí de tu mano, jamas lo haré.
Mis palabras eran desafiantes, yo era un reto que nunca doblego. Ella aprovechó con una ladeada sonrisa a descender las escaleras para enfrentar a su vástago díscolo. Sus ropas parecían acariciar su cuerpo con cada uno de sus gráciles movimientos. Se que la sacaba de sus casillas y le entretenía casi a partes iguales.
-¿Crees acaso que me importa cuantos perros se han hundido entre tus piernas para conseguir una caricia? No celas nada, cuando nada te importa.
Un día lo perdí todo, desde entonces, mi vida había estado vacía, solo la venganza movía mi existencia, así que francamente..era un hombre peligroso porque nada mas podía perder.
El amor hace tiempo lo arranqué de mi vida, mi corazón tan muerto como yo, no latía, ahora simplemente degustaba los placeres de la vida, me la bebía...
-¿Rumores? -deslicé mis dedos por los bucles de cuervo dejando que resbalaran por las yemas hasta que se perdieron -Siempre hay rumores, deberías saber a estas alturas que muchos infundados ¿me has hecho venir para contarme un cuento? -pregunté con una sonrisa afilada -estas perdiendo facultades, amor -susurré contra sus labios devolviendole el juego de palabras antes de soltar su pelo y alejarme de ella unos pasos hacía el mueble bar.
Me serví una copa de bourbon que llevé a mis labios mirando a la morena por encima del vidrio mientras le daba un profundo trago al vaso.
-No me gusta perder el tiempo Indigo -dije relamiendo después mis labios -si no tienes nada mas que decirme -de un trago apuré la copa y caminé hacía ella dejando la copa en su mano con indiferencia -hasta mas ver “madre”
-Ummmmm -susurré cerrando los ojos con cara de placer fingido -hermoso sentimiento que te devora por dentro ¿lo has sentido Indigo alguna vez? -pregunté abriendo los ojos para fundirlos en los de mi Sire -Soy lo único que deseas, lo único que no puedes poseer cuando quieres. Puedes chasquear tus dedos tantas veces como quieras, pero no olvides algo mujer, si me he perdido alguna vez entre tus piernas a sido por mi propio placer, jamas comí de tu mano, jamas lo haré.
Mis palabras eran desafiantes, yo era un reto que nunca doblego. Ella aprovechó con una ladeada sonrisa a descender las escaleras para enfrentar a su vástago díscolo. Sus ropas parecían acariciar su cuerpo con cada uno de sus gráciles movimientos. Se que la sacaba de sus casillas y le entretenía casi a partes iguales.
-¿Crees acaso que me importa cuantos perros se han hundido entre tus piernas para conseguir una caricia? No celas nada, cuando nada te importa.
Un día lo perdí todo, desde entonces, mi vida había estado vacía, solo la venganza movía mi existencia, así que francamente..era un hombre peligroso porque nada mas podía perder.
El amor hace tiempo lo arranqué de mi vida, mi corazón tan muerto como yo, no latía, ahora simplemente degustaba los placeres de la vida, me la bebía...
-¿Rumores? -deslicé mis dedos por los bucles de cuervo dejando que resbalaran por las yemas hasta que se perdieron -Siempre hay rumores, deberías saber a estas alturas que muchos infundados ¿me has hecho venir para contarme un cuento? -pregunté con una sonrisa afilada -estas perdiendo facultades, amor -susurré contra sus labios devolviendole el juego de palabras antes de soltar su pelo y alejarme de ella unos pasos hacía el mueble bar.
Me serví una copa de bourbon que llevé a mis labios mirando a la morena por encima del vidrio mientras le daba un profundo trago al vaso.
-No me gusta perder el tiempo Indigo -dije relamiendo después mis labios -si no tienes nada mas que decirme -de un trago apuré la copa y caminé hacía ella dejando la copa en su mano con indiferencia -hasta mas ver “madre”
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 96
Fecha de inscripción : 18/02/2018
Re: Juego de sombras (privado)
La vampiresa observó cada gesto de su vástago, cada reacción y aflicción que marcaba su rostro. Porque le conocía mucho mejor de lo que él se empeñaba en creer y, así como le daba cierta libertad para después tirar con mayor ímpetu de la correa, jamás dejaba de jugar con él. Incluso cuando sus palabras parecían querer suscitar los celos de Varinäel, sólo le ponía a prueba una vez más, como lo hiciera miles anteriormente. La mujer de cabellos azabache pocía hacer cuanto quisiera con sus piezas de ajedrez y si, llegado el punto se cansaba de alguna, no dudaba en disponer de ella con sumo placer. Era su partida y el mundo su tablero. Eso era algo que el pequeño díscolo que tenía delante, aún no alcanzaba a comprender. Su rebeldía formaba parte del plan, y ese era el único motivo por el que no le despellejaba con sus propias manos cuando escupía palabras con intención de dañar a su sire, a la que le debía mucho más que la vida, la eternidad y una retorcida y efímera posibilidad de venganza.
–Sabes bien, querido, que los únicos rumores que llegan a mis oídos son los ciertos. Y si alguno peca de banal o mentira, el mensajero lo lamentaría.– Tomó la copa cuando se la dio y le permitió alejarse unos pasos. Lamió el vidrio allí donde los labios de Varinäel se habían posado, recordando un sabor que para ella era bien conocido.
–Tu amada se ha reencarnado.– Sonrió ladinamente y con suma malicia. No tenía intención de ocultar la dicha que la recorría al saber que podría repetirse una de sus jugadas favoritas. Bajó la copa y la dejó reposar sobre la mesa, mientras con la yema del índice recorría el filo, lentamente, hasta que éste empezó a vibrar y sonar. Estaban solos, pero de haber estado presente alguno de los humanos, se le hubiesen reventado los tímpanos. Al final, el vaso se hizo añicos y el contenido se desparramó por los tablones hasta el borde de la mesa, goteando al suelo.
–Había pensado en avisar a Daredhal. Creo que, esta vez, podrían tener un final feliz. Porque ella no os recuerda a ninguno, por ahora. Y los dos sabemos que tu hermano siempre fue mejor partido.– Sus palabras sonaron neutras, pero la lengua de la víbora estaba afilada en sus dos puntas. Tenía planes interesantes y poco le importaba si la humana sufría. Ella era menos que un peón, era una muesca en su perfecto tablero. Pero incluso una pequeña hendidura podía resultar útil si, con ella, hacía tropezar a la torre.
Quedó entonces en silencio, dándole tiempo a su vástago de procesar la información. Ella sabía que ya se habían cruzado una vez, porque tenía ojos en todas partes. También oídos, y le habían susurrado que se verían pronto de nuevo. Lo que no se había molestado en averiguar porque prefería sonsacárselo al propio individuo, era si él se había percatado que el parecido entre Aranwill Horsfall y el amor de su vida, iba más allá del físico. Estaba impaciente por descubrirlo.
–Sabes bien, querido, que los únicos rumores que llegan a mis oídos son los ciertos. Y si alguno peca de banal o mentira, el mensajero lo lamentaría.– Tomó la copa cuando se la dio y le permitió alejarse unos pasos. Lamió el vidrio allí donde los labios de Varinäel se habían posado, recordando un sabor que para ella era bien conocido.
–Tu amada se ha reencarnado.– Sonrió ladinamente y con suma malicia. No tenía intención de ocultar la dicha que la recorría al saber que podría repetirse una de sus jugadas favoritas. Bajó la copa y la dejó reposar sobre la mesa, mientras con la yema del índice recorría el filo, lentamente, hasta que éste empezó a vibrar y sonar. Estaban solos, pero de haber estado presente alguno de los humanos, se le hubiesen reventado los tímpanos. Al final, el vaso se hizo añicos y el contenido se desparramó por los tablones hasta el borde de la mesa, goteando al suelo.
–Había pensado en avisar a Daredhal. Creo que, esta vez, podrían tener un final feliz. Porque ella no os recuerda a ninguno, por ahora. Y los dos sabemos que tu hermano siempre fue mejor partido.– Sus palabras sonaron neutras, pero la lengua de la víbora estaba afilada en sus dos puntas. Tenía planes interesantes y poco le importaba si la humana sufría. Ella era menos que un peón, era una muesca en su perfecto tablero. Pero incluso una pequeña hendidura podía resultar útil si, con ella, hacía tropezar a la torre.
Quedó entonces en silencio, dándole tiempo a su vástago de procesar la información. Ella sabía que ya se habían cruzado una vez, porque tenía ojos en todas partes. También oídos, y le habían susurrado que se verían pronto de nuevo. Lo que no se había molestado en averiguar porque prefería sonsacárselo al propio individuo, era si él se había percatado que el parecido entre Aranwill Horsfall y el amor de su vida, iba más allá del físico. Estaba impaciente por descubrirlo.
Indigo- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/02/2018
Re: Juego de sombras (privado)
Mis pasos huecos se perdían por la estancia rumbo a la puerta, no tenía el menor interés en jugar con ella, el tablero estaba trillado y las fichas demasiado desgastadas para continuar con ella este juego milenario, mas fue entonces cuando de nuevo la inmortal logro con una frase ejecutar el mayor de los jaques deteniéndome en seco con la mano sobre el picaporte.
Mi mandíbula se apretó, mis ojos se convirtieron en dos gigantes rojas a punto de desaparecer en a inmensidad del firmamento para siempre. El caos, la ira y el desconcierto copaban cada resquicio de mi ahora tenso cuerpo, aun de espaldas agradecí no necesitar respirar, pues de hacerlo hubiera delatado lo agitado que me sentía en ese momento. Calmé mi incendiada mirada antes de girarme como si nada. Mi sonrisa se enanchó, incluso se curvó ligeramente fingiendo no sentir el jaque en mis pieles y caminé despacio hacia “madre” mas que dispuesta a cogerme entre sus brazos infernales.
-Ahora te van los cuentos de amor, debe ser que la vejez empieza a ablandar tu corazón, haztelo mirar, los sentimientos son una debilidad.
Mis dedos se deslizaron gráciles por su mejilla, en un gesto que hacía demasiado tiempo entre los dos no existía.
Mi tacto la incendiaba, sus ojos delataron los pozos de necesidad que se arremolinaban entre sus piernas. Mis falanges acariciaban hasta que se anclaron en el pelo de su nuca y de un tirón elevé su mentón para que no dejara de contemplar el desdén en mi mirada.
-No es asunto tuyo, no te lo advertiré por segunda vez, si osas solo ponerle un dedo encima comprenderás que la palabra “inmortal” es una falacia y tu vida eterna se convertirá en un infierno. Seras la rata que baga por las alcantarillas escapando de la parca...-me relamí los labios contra los suyos -quizás puedas encontrar placer en ello, jugar al escondite con Daredhal, podéis ser felices los dos en la cueva donde lo tengas metido para que no lo mate, pues te aseguro que si sale de ese agujero sera polvo en apenas unos minutos y te quedaras sin uno de tus juguetes preferidos
Su boca entreabierta incitaba la mía, los alientos se fundieron turbios delatando las bestias que eramos, depredador contra depredador, ella ejecutaba su mate magistral asegurando que pronto mi hermano conocería la verdad, yo me defendía dando bocados al aire pues conocía el infame poder de la vampiresa que tenia delante.
Jugaba por diversión, nada quería, nada temía, mas algún día su hijo díscolo le demostraría que en el tablero no siempre se gana.
-¿que quieres? -pregunté entre dientes -si me había hecho ir hasta allí dudaba mucho fuera solo para ver mi cara ate una información que ya conocía.
Mi mandíbula se apretó, mis ojos se convirtieron en dos gigantes rojas a punto de desaparecer en a inmensidad del firmamento para siempre. El caos, la ira y el desconcierto copaban cada resquicio de mi ahora tenso cuerpo, aun de espaldas agradecí no necesitar respirar, pues de hacerlo hubiera delatado lo agitado que me sentía en ese momento. Calmé mi incendiada mirada antes de girarme como si nada. Mi sonrisa se enanchó, incluso se curvó ligeramente fingiendo no sentir el jaque en mis pieles y caminé despacio hacia “madre” mas que dispuesta a cogerme entre sus brazos infernales.
-Ahora te van los cuentos de amor, debe ser que la vejez empieza a ablandar tu corazón, haztelo mirar, los sentimientos son una debilidad.
Mis dedos se deslizaron gráciles por su mejilla, en un gesto que hacía demasiado tiempo entre los dos no existía.
Mi tacto la incendiaba, sus ojos delataron los pozos de necesidad que se arremolinaban entre sus piernas. Mis falanges acariciaban hasta que se anclaron en el pelo de su nuca y de un tirón elevé su mentón para que no dejara de contemplar el desdén en mi mirada.
-No es asunto tuyo, no te lo advertiré por segunda vez, si osas solo ponerle un dedo encima comprenderás que la palabra “inmortal” es una falacia y tu vida eterna se convertirá en un infierno. Seras la rata que baga por las alcantarillas escapando de la parca...-me relamí los labios contra los suyos -quizás puedas encontrar placer en ello, jugar al escondite con Daredhal, podéis ser felices los dos en la cueva donde lo tengas metido para que no lo mate, pues te aseguro que si sale de ese agujero sera polvo en apenas unos minutos y te quedaras sin uno de tus juguetes preferidos
Su boca entreabierta incitaba la mía, los alientos se fundieron turbios delatando las bestias que eramos, depredador contra depredador, ella ejecutaba su mate magistral asegurando que pronto mi hermano conocería la verdad, yo me defendía dando bocados al aire pues conocía el infame poder de la vampiresa que tenia delante.
Jugaba por diversión, nada quería, nada temía, mas algún día su hijo díscolo le demostraría que en el tablero no siempre se gana.
-¿que quieres? -pregunté entre dientes -si me había hecho ir hasta allí dudaba mucho fuera solo para ver mi cara ate una información que ya conocía.
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/02/2018
Re: Juego de sombras (privado)
La vampiresa no se tragó el acto de su pequeño bastardo ni por un solo momento. Le conocía como si ella misma le hubiera parido y sabía que sus palabras habían hecho más que mella, le habían calado hondo. Sonrió ladina al verle dirigirse hacia su posición y extendió los brazos como si fuera a rodearle con ellos en un gesto cercano y cariñoso, algo que, obviamente, no hizo, ya que cuando Varinäel estuvo suficientemente cerca como para tocarle, llevó ambas manos a su propio vientre y allí entrelazó los dedos. Le parecía curioso que el vástago la acusara de tener sentimientos, cuando claramente era él el que se dejaba llevar por éstos, a pesar de su semblante impasible actual. Podía no reflejar aún temor e ira en su mirada, pero la sire sabía que su hijo, por dentro, ardía en deseos de matarla por sus palabras.
Dejó que le acariciara la mejilla, aguardando el momento concreto en el que explotara. El vampiro nunca había sido muy paciente y contener su rabia le resultaba francamente difícil. Aquel era uno de sus atractivos, uno de los principales motivos por los que Indigo se divertía con él y aún le mantenía con vida, otorgándole ciertas libertades que el resto de sus vástagos no tenía. Porque enjaular a una bestia, era mermar su fuerza, privarle de libertad dañaba al espécimen y ella quería verlo en todo su esplendor, salvaje como era.
Y entonces lo hizo, en un arrebato la sujetó del cabello de la nuca y tiró, haciendo que el rostro de la inmortal quedase mirando hacia el cielo del edificio, gesto que Varinäel aprovechó para mostrarse superior, o eso pretendía, asomándose por encima, sometiéndola a sus acciones y a su ira. La vampiresa no pudo reprimir una sonrisa cargada de satisfacción, pues ver al díscolo de su hijo de aquel modo, la prendía de excitación.
–Cariño, esperaba una amenaza más temible por tu parte…– Comentó antes de apartar el brazo con el que la sujetaba usando un suave movimiento. No necesitaba fuerza cuando tenía poder. Se arregló los mechones de la nuca al pasar por ellos sus largos y finos dedos, volviendo a su posición erguida original. Pasó la lengua por sus labios, saboreando el aliento frío de su contraparte en esta pelea que, de lejos, tenía ganada.
–Nunca matarás a Daredhal, porque yo no voy a permitírtelo. Crees que tus libertades son propias, pero son regalos que yo te obsequio. Nunca olvides tu lugar, querido mío.– Emprendió el paso, dejando atrás a Varinäel y se sirvió otra copa, para ella, de vino tinto. Observó caer el líquido con suavidad y de manera lenta, antes de observar por el rabillo del ojo a su amado vástago.
–Quiero que vuelvas a verte con ella y la hagas recordar. Si no lo haces, yo entraré en la partida. Y los dos sabemos que no deseas eso.– Ni siquiera había duda en sus palabras, no preguntó si era cierto. Igual que sabía que eso que le pedía conllevaba un riesgo y haría que su pequeño hijo sufriera.
–Delicioso.– Comentó, incluso antes de llevarse la copa a los labios, porque no hablaba del zumo de uva, sino del juego al que acababa de dar comienzo.
Dejó que le acariciara la mejilla, aguardando el momento concreto en el que explotara. El vampiro nunca había sido muy paciente y contener su rabia le resultaba francamente difícil. Aquel era uno de sus atractivos, uno de los principales motivos por los que Indigo se divertía con él y aún le mantenía con vida, otorgándole ciertas libertades que el resto de sus vástagos no tenía. Porque enjaular a una bestia, era mermar su fuerza, privarle de libertad dañaba al espécimen y ella quería verlo en todo su esplendor, salvaje como era.
Y entonces lo hizo, en un arrebato la sujetó del cabello de la nuca y tiró, haciendo que el rostro de la inmortal quedase mirando hacia el cielo del edificio, gesto que Varinäel aprovechó para mostrarse superior, o eso pretendía, asomándose por encima, sometiéndola a sus acciones y a su ira. La vampiresa no pudo reprimir una sonrisa cargada de satisfacción, pues ver al díscolo de su hijo de aquel modo, la prendía de excitación.
–Cariño, esperaba una amenaza más temible por tu parte…– Comentó antes de apartar el brazo con el que la sujetaba usando un suave movimiento. No necesitaba fuerza cuando tenía poder. Se arregló los mechones de la nuca al pasar por ellos sus largos y finos dedos, volviendo a su posición erguida original. Pasó la lengua por sus labios, saboreando el aliento frío de su contraparte en esta pelea que, de lejos, tenía ganada.
–Nunca matarás a Daredhal, porque yo no voy a permitírtelo. Crees que tus libertades son propias, pero son regalos que yo te obsequio. Nunca olvides tu lugar, querido mío.– Emprendió el paso, dejando atrás a Varinäel y se sirvió otra copa, para ella, de vino tinto. Observó caer el líquido con suavidad y de manera lenta, antes de observar por el rabillo del ojo a su amado vástago.
–Quiero que vuelvas a verte con ella y la hagas recordar. Si no lo haces, yo entraré en la partida. Y los dos sabemos que no deseas eso.– Ni siquiera había duda en sus palabras, no preguntó si era cierto. Igual que sabía que eso que le pedía conllevaba un riesgo y haría que su pequeño hijo sufriera.
–Delicioso.– Comentó, incluso antes de llevarse la copa a los labios, porque no hablaba del zumo de uva, sino del juego al que acababa de dar comienzo.
Indigo- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/02/2018
Re: Juego de sombras (privado)
Las palabras de Indigo fueron escupidas contra mis labios e impulsadas por su aliento penetraron en ellos como veneno.
Me costó digerirlas sin llevar mi diestra a su cuello inmaculado y arrancarle la yugular como si fuera un mero ser inmundo, mas conocía a mi Sire lo suficiente como para saber que acabar con ella era una utopía, la odiaba con toda mi alma, peor a su vez el vinculo inquebrantables sire-chiquillo le daba cierta ventaja sobre el vástago que tenía frente a si.
Camino tranquila para servirse su copa devino, el liquido burdeos caía sobre el acristalado elemento burlón, como si fuera la risa que de seguro ostentaba ella en este momento.
Aseguraba no mataría a Daredhal, mas en eso se equivocaba, puede que no fuera capaz de alzar mi mano contra ella, mas nada me unía a mi hermano y era cuestión de tiempo que la rata saliera de su agujero, mi hermano nunca fue ducho con las armas y bueno, digamos que yo era el guerrero mas poderoso de la sala.
Mi mente funcionaba a mil por hora ¿por que quería que ella recordara?
Comprender la retorcida mente de Indigo era un rompecabezas oscuro, infame y demasiado complicado ..simplemente porque normalmente esa mujer carecía de toda lógica, ejecutaba sus hazañas por mera diversión y con eso le bastaba.
-¿necesitas rememorar la historia de amor? -dije con un deje cómico -lo siento, mas no tengo tiempo para amar de nuevo, siento mucho si te desilusiona mi respuesta pero a lo largo de los siglos...las cosas cambian ¿o no te has dado cuenta?
En esta ocasión no mentía del todo, si bien era cierto que mi corazón siempre le perteneció a Arawill, no era menos cierto que estaba muy cerrado a volver a sentir y desconfiaba de que su repentina aparición no volviera a destripar mi ya inerte corazón.
Ademas de eso era muy consciente que para Indigo el juego acaba de empezar se removía como un depredador mordiendo el vidrio mientras buscaba una reacción en su chiquillo.
Me acerqué a ella sin borrar la sonrisa de mi cara y tomé su vaso dándole un largo trago al fruto de la vid ante su atenta mirada.
-Si su alma ha saltado de cuerpo, déjala vivir esta vida lejos de ambos, de mi, ya sabemos como termina el juego. ¿Que puede aportarte Arawill?
Indigo siempre quiso tener a su hijo díscolo controlado, mi hermano era mas fácil de guiar por el camino, pero yo siempre fui complicado.
Mi diestra trepó por su cintura y con suavidad la atraje hasta pegarla a mi cuerpo tenso, cada musculo marcado.
-Dices que no soy libre- susurré contra sus labios bajando a ellos mi mirada con tintes rojizos -¿estas segura de eso?
Me costó digerirlas sin llevar mi diestra a su cuello inmaculado y arrancarle la yugular como si fuera un mero ser inmundo, mas conocía a mi Sire lo suficiente como para saber que acabar con ella era una utopía, la odiaba con toda mi alma, peor a su vez el vinculo inquebrantables sire-chiquillo le daba cierta ventaja sobre el vástago que tenía frente a si.
Camino tranquila para servirse su copa devino, el liquido burdeos caía sobre el acristalado elemento burlón, como si fuera la risa que de seguro ostentaba ella en este momento.
Aseguraba no mataría a Daredhal, mas en eso se equivocaba, puede que no fuera capaz de alzar mi mano contra ella, mas nada me unía a mi hermano y era cuestión de tiempo que la rata saliera de su agujero, mi hermano nunca fue ducho con las armas y bueno, digamos que yo era el guerrero mas poderoso de la sala.
Mi mente funcionaba a mil por hora ¿por que quería que ella recordara?
Comprender la retorcida mente de Indigo era un rompecabezas oscuro, infame y demasiado complicado ..simplemente porque normalmente esa mujer carecía de toda lógica, ejecutaba sus hazañas por mera diversión y con eso le bastaba.
-¿necesitas rememorar la historia de amor? -dije con un deje cómico -lo siento, mas no tengo tiempo para amar de nuevo, siento mucho si te desilusiona mi respuesta pero a lo largo de los siglos...las cosas cambian ¿o no te has dado cuenta?
En esta ocasión no mentía del todo, si bien era cierto que mi corazón siempre le perteneció a Arawill, no era menos cierto que estaba muy cerrado a volver a sentir y desconfiaba de que su repentina aparición no volviera a destripar mi ya inerte corazón.
Ademas de eso era muy consciente que para Indigo el juego acaba de empezar se removía como un depredador mordiendo el vidrio mientras buscaba una reacción en su chiquillo.
Me acerqué a ella sin borrar la sonrisa de mi cara y tomé su vaso dándole un largo trago al fruto de la vid ante su atenta mirada.
-Si su alma ha saltado de cuerpo, déjala vivir esta vida lejos de ambos, de mi, ya sabemos como termina el juego. ¿Que puede aportarte Arawill?
Indigo siempre quiso tener a su hijo díscolo controlado, mi hermano era mas fácil de guiar por el camino, pero yo siempre fui complicado.
Mi diestra trepó por su cintura y con suavidad la atraje hasta pegarla a mi cuerpo tenso, cada musculo marcado.
-Dices que no soy libre- susurré contra sus labios bajando a ellos mi mirada con tintes rojizos -¿estas segura de eso?
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/02/2018
Re: Juego de sombras (privado)
Y ahí estaba de nuevo el vástago, pensando que él tenía alguna clase de derecho y de poder sobre su sire. Qué iluso, pensó la morena que observaba al joven con diversión al tiempo en que se llevaba de nuevo la copa a los labios. Dio un breve sorbo y con la punta de la lengua recogió las gotas de vino que tiñeron su superior.
–¿Crees que me importa el amor, querido?–
Värinael sabía sobradamente que la mujer no era capaz de sentir más que dos cosas desde que se conocían: diversión y pasión. Si bien a veces mostraba enojo, venía derivado del segundo sentimiento, aquel que solía arrastrar a las piezas por todo el tablero, especialmente aquel par de hermanos.
Le dejó aproximarse y que le quitara el vaso, clavando sus oscuros orbes en la mano ajena que alzaba el vidrio para llevárselo a la boca. Una ladina sonrisa asomó a las carnosidades de la cainita que le dejó proseguir con sus comentarios y preguntas. Era gracioso verle intentar algo, como si pudiera hacerla cambiar de opinión o sonsacarle información como si ella no lo tuviera ya más que previsto.
Los cuerpos de ambos, apegados por el gesto del varón, fríos como témpanos los dos, pero con miradas cargadas de fuego. Los labios de Indigo se entreabrieron y se inclinó levemente hacia delante como si fueran a besar los foráneos. Sin embargo se detuvo a escasos milímetros, haciendo descender su vista hacia esas partes de ellos que parecían jugar al ratón y al gato. La vampiresa era muy consciente de ese amor-odio que su vástago sentía por ella. El vínculo de la ponzoña que le había unido a ella y la rabia que su comportamiento era capaz de despertar en cualquiera.
Posó una mano en el pecho ajeno, iniciando como una caricia, pero terminando con fuerza, empujándole, apartándole de ella. Dio media vuelta y comenzó a alejarse con paso tranquilo y relajado, subiendo de nuevo los pocos peldaños hacia el trono que tenía allí instalado para su propio ego. Giró para sentarse, mas antes de hacerlo, amplió la sonrisa.
–Ya que no la amas y no podrás hacerlo, no me sirve para nada, tienes razón. Pero su existencia, si no puede formar parte del juego, me estorba. Mandaré que la eliminen, ya que a ti ella no te importa.–
Su tono fue de nuevo modulado, neutro. Se aposentó cómodamente en su sitio y cruzó la pierna izquierda sobre la opuesta. Sus manos se deslizaron por los reposabrazos hasta que los dedos cayeron del borde, acariciando el grabado de la madera en forma de cabeza de león que había en cada uno, simulando que con ellos acariciaba sus melenas.
–Puedes irte.– Hizo un gesto con la mano, despachándolo de allí. –Ya he dicho todo lo que quería. Ahora vete a malcriar neófitas que me han dicho que se te da muy bien.–
Volvió a mostrar una leve sonrisa. Le dejaba clara una cosa que a veces parecía olvidar su amado vástago: Ella sabía todo lo que él hacía. Y si lo hacía, era porque ella se lo permitía.
–¿Crees que me importa el amor, querido?–
Värinael sabía sobradamente que la mujer no era capaz de sentir más que dos cosas desde que se conocían: diversión y pasión. Si bien a veces mostraba enojo, venía derivado del segundo sentimiento, aquel que solía arrastrar a las piezas por todo el tablero, especialmente aquel par de hermanos.
Le dejó aproximarse y que le quitara el vaso, clavando sus oscuros orbes en la mano ajena que alzaba el vidrio para llevárselo a la boca. Una ladina sonrisa asomó a las carnosidades de la cainita que le dejó proseguir con sus comentarios y preguntas. Era gracioso verle intentar algo, como si pudiera hacerla cambiar de opinión o sonsacarle información como si ella no lo tuviera ya más que previsto.
Los cuerpos de ambos, apegados por el gesto del varón, fríos como témpanos los dos, pero con miradas cargadas de fuego. Los labios de Indigo se entreabrieron y se inclinó levemente hacia delante como si fueran a besar los foráneos. Sin embargo se detuvo a escasos milímetros, haciendo descender su vista hacia esas partes de ellos que parecían jugar al ratón y al gato. La vampiresa era muy consciente de ese amor-odio que su vástago sentía por ella. El vínculo de la ponzoña que le había unido a ella y la rabia que su comportamiento era capaz de despertar en cualquiera.
Posó una mano en el pecho ajeno, iniciando como una caricia, pero terminando con fuerza, empujándole, apartándole de ella. Dio media vuelta y comenzó a alejarse con paso tranquilo y relajado, subiendo de nuevo los pocos peldaños hacia el trono que tenía allí instalado para su propio ego. Giró para sentarse, mas antes de hacerlo, amplió la sonrisa.
–Ya que no la amas y no podrás hacerlo, no me sirve para nada, tienes razón. Pero su existencia, si no puede formar parte del juego, me estorba. Mandaré que la eliminen, ya que a ti ella no te importa.–
Su tono fue de nuevo modulado, neutro. Se aposentó cómodamente en su sitio y cruzó la pierna izquierda sobre la opuesta. Sus manos se deslizaron por los reposabrazos hasta que los dedos cayeron del borde, acariciando el grabado de la madera en forma de cabeza de león que había en cada uno, simulando que con ellos acariciaba sus melenas.
–Puedes irte.– Hizo un gesto con la mano, despachándolo de allí. –Ya he dicho todo lo que quería. Ahora vete a malcriar neófitas que me han dicho que se te da muy bien.–
Volvió a mostrar una leve sonrisa. Le dejaba clara una cosa que a veces parecía olvidar su amado vástago: Ella sabía todo lo que él hacía. Y si lo hacía, era porque ella se lo permitía.
Indigo- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/02/2018
Re: Juego de sombras (privado)
Indigo sabía como jugar, nada lo dejaba al azar y mis palabras lejos de perturbarla parecieron insuflarle un halo de nueva maldad.
Un empujón bastó para hacerme a un lado, aunque no le mostré que me sentía contrariado, aunque si tensé mis músculos bajos sus dedos cuando aseguró que en el caso de no ser ella para mi importante se limitaría a darle caza y muerte.
Estaba en una encerrona, decirle que no lo hiciera delataría mi interés y quedaría patético ante su mirada felina, por contra negar la evidencia era lamentable hasta para alguien como yo acostumbrado a batallar con mi sire hasta la muerte.
Indigo se alejó de mi dejando caer su precioso culo en el asiento, sus dedos como garras afianzaron los reposa brazos mientras perdía su mirada en la puerta por donde me indico que saliera, no sin antes recordarme que conocía cada paso de mi existencia, incluida la nueva niña con la que andaba jugando a papas y a mamas según ella.
-¿te molesta no ser el centro de mi universo? -escupí ladeando la sonrisa caminando hacia la mesa donde quedaba mi copa medio vacía.
La tomé con la diestra apurandola de un trago mientras ganaba tiempo para meditar la siguiente jugada sin que se notara que lo necesitaba.
-¿que tal con mi hermano? ¿ya te has cansado de su palabrería barata? Te veo en un tedio constante, por que no lo tiras de tu refugio y me dejas darle su merecido, creo se te van acabando las cartas y los ses ya no están en la manga.
Caminé hacia la puerta con una sonrisa implícita en los labios, mas al legar a ella bajo el umbral estiré mi mano con rapidez, arranqué un trozo de madera que quedó astillado en forma de estaca y lo lancé con violencia hacia mi sire clavándolo en la su trono.
Un hilo de sangre resbaló por su mejilla inmaculada, sus ojos se oscurecieron pues desde luego no esperaba mi afrenta, ni mi ataque ni nada de eso.
-Ten cuidado Indigo, hay personas como yo, que no hablan tanto y actúan mas...
Un empujón bastó para hacerme a un lado, aunque no le mostré que me sentía contrariado, aunque si tensé mis músculos bajos sus dedos cuando aseguró que en el caso de no ser ella para mi importante se limitaría a darle caza y muerte.
Estaba en una encerrona, decirle que no lo hiciera delataría mi interés y quedaría patético ante su mirada felina, por contra negar la evidencia era lamentable hasta para alguien como yo acostumbrado a batallar con mi sire hasta la muerte.
Indigo se alejó de mi dejando caer su precioso culo en el asiento, sus dedos como garras afianzaron los reposa brazos mientras perdía su mirada en la puerta por donde me indico que saliera, no sin antes recordarme que conocía cada paso de mi existencia, incluida la nueva niña con la que andaba jugando a papas y a mamas según ella.
-¿te molesta no ser el centro de mi universo? -escupí ladeando la sonrisa caminando hacia la mesa donde quedaba mi copa medio vacía.
La tomé con la diestra apurandola de un trago mientras ganaba tiempo para meditar la siguiente jugada sin que se notara que lo necesitaba.
-¿que tal con mi hermano? ¿ya te has cansado de su palabrería barata? Te veo en un tedio constante, por que no lo tiras de tu refugio y me dejas darle su merecido, creo se te van acabando las cartas y los ses ya no están en la manga.
Caminé hacia la puerta con una sonrisa implícita en los labios, mas al legar a ella bajo el umbral estiré mi mano con rapidez, arranqué un trozo de madera que quedó astillado en forma de estaca y lo lancé con violencia hacia mi sire clavándolo en la su trono.
Un hilo de sangre resbaló por su mejilla inmaculada, sus ojos se oscurecieron pues desde luego no esperaba mi afrenta, ni mi ataque ni nada de eso.
-Ten cuidado Indigo, hay personas como yo, que no hablan tanto y actúan mas...
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
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Re: Juego de sombras (privado)
Su vástago podía intentar disimular cuanto quisiera, Indigo sabía perfectamente que había tocado la tecla adecuada, que por mucho que el cainita se resistiera, Aranwill era su punto débil y siempre lo sería. Su corazón podía ser incapaz de amar de nuevo, pero su memoria tenía muy fresco el recuerdo de aquellos tiempos, por muchos siglos que hubiesen transcurrido. Ella era el vínculo con su humanidad perdida, era ese nexo con lo que había podido ser y ya nunca fue.
Ciertamente la reacción del vampiro no fue la que esperaba, sí esperaba que estallara, que montara en cólera, que mostrara su enfado por las palabras de su sire. Mas el que la atacara no había entrado en sus cálculos, básicamente porque era consciente que su pequeño discípulo era incapaz de dañarla.
Se pasó el pulgar por la mejilla, recogiendo la linfa de sangre que por ella rodaba y se lamió la yema ante la amenazante mirada de Varinäel que intentaba aparentar ser fuerte e imperturbable, dominar la situación.
–Si acción es lo que desea mi amado, acción le daré.–
Su tono seguía sin verse afectado, impasible, calmo y helador como la temperatura de su propia piel, blanca como la luna, suave como la seda. Se pasó la lenga por la comisura de la boca y mostró una ladeada sonrisa antes de incorporarse.
–Recuerda la lección, querido. Siempre puedes lamentar tus palabras.–
Cerró los ojos, concentrado su energía y para cuando despegó los párpados, sus orbs eran completamente negros, parecían dos pozos sin fin, dos abismos eternos. Extendió una mano y las puertas se abrieron de pronto, seguidas de un viento feroz que devoraba todo a su paso. Polvo, objetos e incluso pequeños animales fueron arrastrados al interior de la sala, arremolinándose alrededor de la vampiresa.
La luna se ocultó tras nubes negras y los relámpagos iluminaron el terreno. La energía de la naturaleza rodeaba la mansión de Indigo y con ella arrastraba lo que deseaba.
No muy lejos de allí, Aranwill cabalgaba a lomos de Raymar, su yegua. El vendaval y la tormenta de arena obligaron al animal a recular y buscar otra ruta. El vástago había firmado una sentencia con el desafío a su sire, no lo sabía aún, aunque tal vez lo intuía, pero estaba a punto de arrepentirse de sus recientes acciones y del orgullo que se gastaba.
–Menos palabras, cariño.–
Una risa escalofriante inundó la sala. El techo se resquebrajaba, no por el viento, sino por el poder que anidaba entre las cuatro paredes en las que se encontraban. Aquella mujer era una vampiresa muy antigua y no sólo por su edad, sino porque antes de ser convertida había acumulado un odio desmedido, la magia negra corría por sus venas y la consumía desde hacía milenios. El hombre allí presente no había llegado aún a descubrir todo lo que aquella dama oscura escondía en sus mangas que más que ases, eran comodines interminables.
Ciertamente la reacción del vampiro no fue la que esperaba, sí esperaba que estallara, que montara en cólera, que mostrara su enfado por las palabras de su sire. Mas el que la atacara no había entrado en sus cálculos, básicamente porque era consciente que su pequeño discípulo era incapaz de dañarla.
Se pasó el pulgar por la mejilla, recogiendo la linfa de sangre que por ella rodaba y se lamió la yema ante la amenazante mirada de Varinäel que intentaba aparentar ser fuerte e imperturbable, dominar la situación.
–Si acción es lo que desea mi amado, acción le daré.–
Su tono seguía sin verse afectado, impasible, calmo y helador como la temperatura de su propia piel, blanca como la luna, suave como la seda. Se pasó la lenga por la comisura de la boca y mostró una ladeada sonrisa antes de incorporarse.
–Recuerda la lección, querido. Siempre puedes lamentar tus palabras.–
Cerró los ojos, concentrado su energía y para cuando despegó los párpados, sus orbs eran completamente negros, parecían dos pozos sin fin, dos abismos eternos. Extendió una mano y las puertas se abrieron de pronto, seguidas de un viento feroz que devoraba todo a su paso. Polvo, objetos e incluso pequeños animales fueron arrastrados al interior de la sala, arremolinándose alrededor de la vampiresa.
La luna se ocultó tras nubes negras y los relámpagos iluminaron el terreno. La energía de la naturaleza rodeaba la mansión de Indigo y con ella arrastraba lo que deseaba.
No muy lejos de allí, Aranwill cabalgaba a lomos de Raymar, su yegua. El vendaval y la tormenta de arena obligaron al animal a recular y buscar otra ruta. El vástago había firmado una sentencia con el desafío a su sire, no lo sabía aún, aunque tal vez lo intuía, pero estaba a punto de arrepentirse de sus recientes acciones y del orgullo que se gastaba.
–Menos palabras, cariño.–
Una risa escalofriante inundó la sala. El techo se resquebrajaba, no por el viento, sino por el poder que anidaba entre las cuatro paredes en las que se encontraban. Aquella mujer era una vampiresa muy antigua y no sólo por su edad, sino porque antes de ser convertida había acumulado un odio desmedido, la magia negra corría por sus venas y la consumía desde hacía milenios. El hombre allí presente no había llegado aún a descubrir todo lo que aquella dama oscura escondía en sus mangas que más que ases, eran comodines interminables.
Indigo- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/02/2018
Re: Juego de sombras (privado)
Indigo era el demonio, en el mismo instante en el que la roja gota carmesí rodó por su mejilla supe que se desataría el desastre. Impasible pude ver como la recogía con la yema de su dedo para lamerla, como si mi acto fuera algo que no toleraría, como la madre que castiga a su vástago con un acto desproporcionado Indigo elevo las manos.
-¡No! -rugí intentando alcanzarla para que no lo hiciera.
Tarde, a su alrededor, como si fuera un vendaval todo se arremolino y fuera el caos se desató, vi su sonrisa mientras no apartaba los ojos de los míos, ahí estaba mi lección y Arwill seria la destinataria de su maldición, la conocía lo suficiente como para saberlo.
-¡Para! -rugí tratando de llegar a ella mientras el vendaval me alejaba de su cuerpo -¡Para! -gruñí.
Mis colmillos emergieron ,rojos mis ojos se tornaron fuego y sin dudarlo me abalancé contra ella en una nueva y violenta acometida.
Ambos caímos enredados por aquellas escaleras, el hijo díscolo pretendía darle muerte y creo que ella se sentía por una parte complacida.
Supongo que en su eternidad jamas nadie tuvo cojones de desafiarla, ella no sabia que esperar de mi, porque por mucho que intentara domarme no había podido
Se cansaba de la mayoría pues le aburrían, incluso mi hermano podía llegar a ser tediosos cunado se lo proponía peor en mi caso tenía ese duelo constante un salvaje desafío que la hacía permanecer alerta a cada segundo
Su fuerza era superior, mas vieja que yo acabó volcandome para lazarse victoriosa sobre mi cuerpo.
Gruñí mostrandole los colmillos, por mis labios corrían ríos carmesí, por su cuello los mismos, la había mordido.
-Juro que te mataré, si la tocas te mataré.
Cedería, cedería a no verla, a lo que fuera pero Aranwill ya pagó en el pasado la condena que esa mujer trajo a mi vida y a la de mi hermano, no permitiría que volviera a pasar lo mismo.
Mi sino era vagar solo por este mundo, eso lo tenía asumido, por eso solo fornicaba con putas, porque era el modo unico de proteger a toda mujer que pudiera llegar a importarme algun dia.
-¡No! -rugí intentando alcanzarla para que no lo hiciera.
Tarde, a su alrededor, como si fuera un vendaval todo se arremolino y fuera el caos se desató, vi su sonrisa mientras no apartaba los ojos de los míos, ahí estaba mi lección y Arwill seria la destinataria de su maldición, la conocía lo suficiente como para saberlo.
-¡Para! -rugí tratando de llegar a ella mientras el vendaval me alejaba de su cuerpo -¡Para! -gruñí.
Mis colmillos emergieron ,rojos mis ojos se tornaron fuego y sin dudarlo me abalancé contra ella en una nueva y violenta acometida.
Ambos caímos enredados por aquellas escaleras, el hijo díscolo pretendía darle muerte y creo que ella se sentía por una parte complacida.
Supongo que en su eternidad jamas nadie tuvo cojones de desafiarla, ella no sabia que esperar de mi, porque por mucho que intentara domarme no había podido
Se cansaba de la mayoría pues le aburrían, incluso mi hermano podía llegar a ser tediosos cunado se lo proponía peor en mi caso tenía ese duelo constante un salvaje desafío que la hacía permanecer alerta a cada segundo
Su fuerza era superior, mas vieja que yo acabó volcandome para lazarse victoriosa sobre mi cuerpo.
Gruñí mostrandole los colmillos, por mis labios corrían ríos carmesí, por su cuello los mismos, la había mordido.
-Juro que te mataré, si la tocas te mataré.
Cedería, cedería a no verla, a lo que fuera pero Aranwill ya pagó en el pasado la condena que esa mujer trajo a mi vida y a la de mi hermano, no permitiría que volviera a pasar lo mismo.
Mi sino era vagar solo por este mundo, eso lo tenía asumido, por eso solo fornicaba con putas, porque era el modo unico de proteger a toda mujer que pudiera llegar a importarme algun dia.
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
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Re: Juego de sombras (privado)
Pronto el cainita supo el grave error que había cometido. Creía que podía plantarle cara a su sire y salir impune o como mucho con un par de arañazos, mas estaba muy equivocado, nadie podía salir vivo del juego y si aún no lo sabía, ya iba siendo hora de que lo averiguara.
Varinäel se abalanzó sobre la vampiresa cuando al fin pudo darle alcance y los dos cayeron rodando por las escaleras, dominándose el uno al otro con cada vuelta. El vendaval redujo su virulencia, pero no se detuvo al completo. Las cosas seguían volando a su alrededor mientras caían un peldaño tras otro.
Sintió la dentellada en el cuello, aunque no hubo succión porque no alcanzó el tiempo. La ponzoña corría en linfas por su yugular y manchaba los labios del díscolo hijo que ahora se mantenía preso de la fuerza de la sire que le sometía con su cuerpo. La amenaza ajena caía en saco roto, como todo lo que intentaba hacer el contrario.
–Inténtalo, mátame.–
Una ladina sonrisa asomó en sus labios, mientras con sus manos presionaba el pecho ajeno, hundiéndolo, sin temer quebrarle las costillas, porque, a fin de cuentas, era un inmortal y no tenía pulmones útiles.
–Pero ella morirá de todos modos. Está condenada. El único modo de salvarla es que forme parte de mi juego.–
Rio con malicia, golpeando el rostro ajeno con un firme guantazo que casi parecía que su mano fuera de acero, y se levantó, acomodándose el vestido y el cabello. Hizo un gesto con la mano, girando los dedos en el aire al fingir una aspiral y el viento se detuvo.
Giró la cabeza, aunque no el cuerpo, con el que ahora le daba la espalda al contrario. Le observó por encima del hombro, recogiendo la sangre de su cuello con un par de dedos y los lamió lentamente con sus rojizos ojos clavados en Varinäel.
–Piensa bien tu siguiente movimiento, querido. Por el bien de Aranwill.–
Varinäel se abalanzó sobre la vampiresa cuando al fin pudo darle alcance y los dos cayeron rodando por las escaleras, dominándose el uno al otro con cada vuelta. El vendaval redujo su virulencia, pero no se detuvo al completo. Las cosas seguían volando a su alrededor mientras caían un peldaño tras otro.
Sintió la dentellada en el cuello, aunque no hubo succión porque no alcanzó el tiempo. La ponzoña corría en linfas por su yugular y manchaba los labios del díscolo hijo que ahora se mantenía preso de la fuerza de la sire que le sometía con su cuerpo. La amenaza ajena caía en saco roto, como todo lo que intentaba hacer el contrario.
–Inténtalo, mátame.–
Una ladina sonrisa asomó en sus labios, mientras con sus manos presionaba el pecho ajeno, hundiéndolo, sin temer quebrarle las costillas, porque, a fin de cuentas, era un inmortal y no tenía pulmones útiles.
–Pero ella morirá de todos modos. Está condenada. El único modo de salvarla es que forme parte de mi juego.–
Rio con malicia, golpeando el rostro ajeno con un firme guantazo que casi parecía que su mano fuera de acero, y se levantó, acomodándose el vestido y el cabello. Hizo un gesto con la mano, girando los dedos en el aire al fingir una aspiral y el viento se detuvo.
Giró la cabeza, aunque no el cuerpo, con el que ahora le daba la espalda al contrario. Le observó por encima del hombro, recogiendo la sangre de su cuello con un par de dedos y los lamió lentamente con sus rojizos ojos clavados en Varinäel.
–Piensa bien tu siguiente movimiento, querido. Por el bien de Aranwill.–
Indigo- Vampiro Clase Alta
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Re: Juego de sombras (privado)
Indigo era sin dudarlo la dama del tablero, elevé mi labio superior mostrandole los colmillos en un claro gesto de desafió. Mi sire era clara, bien entendía aquellas palabras, el único modo de que Aranwill siguiera con vida era jugar, jugar hasta que ninguna ficha quedara en pie excepto la suya.
Gruñí furibundo mientras meditaba, claro que eso me ayudaría a ganar tiempo, tiempo para saber como sacar de la ecuación a una mujer que parecía haberse reencarnado en una humana y que por fin tenía la posibilidad de ser feliz.
-De acuerdo -escupí cada silaba arrastrándolas.
Mi sire me conocía, no era precisamente sumiso, mas tampoco un necio, así que mi actitud pareció divertirle mas que nada porque eso la situaba en esta primera batalla como la ganadora, mas aun quedaban muchas hasta ganar la batalla y yo me encargaría de tener la ultima palabra.
-Ten cuidado Indigo algún día te atragantaras con tu propio veneno.
Apuré la copa de un trago antes de caminar hacia la puerta relamiendo el sabor férreo que se había quedado instaurado en mi paladar.
-Espero mi hermano sepa hacerte disfrutar, aunque con lo irascible que pareces algo me dice que estas muy mal follada.
Ni una sola de mis palabras seguramente podrían ni siquiera llegar a molestarle, pero bien sabía que de alguna manera mi carácter y no comer de su mano cada vez que la extendía era una deuda que tenia pendiente para conmigo.
-Hasta mas ver -apunté como despedida sin girarme siquiera a enfrentar su mirada.
Algún día ella y yo nos encontraríamos de frente y ese día la mataría, Indigo pasaría a ser historia, solo tenía que esperar para servir mi venganza en una bonita bandeja de plata.
Era importante dar con mi hermano, lo odiaba, pero ahora que las circunstancias habían cambiado quizás entre ambos vástagos pudiéramos destruir a nuestra madre, después cada uno tomaría caminos distintos dejando a una Aranwill libre, se lo debíamos.
Gruñí furibundo mientras meditaba, claro que eso me ayudaría a ganar tiempo, tiempo para saber como sacar de la ecuación a una mujer que parecía haberse reencarnado en una humana y que por fin tenía la posibilidad de ser feliz.
-De acuerdo -escupí cada silaba arrastrándolas.
Mi sire me conocía, no era precisamente sumiso, mas tampoco un necio, así que mi actitud pareció divertirle mas que nada porque eso la situaba en esta primera batalla como la ganadora, mas aun quedaban muchas hasta ganar la batalla y yo me encargaría de tener la ultima palabra.
-Ten cuidado Indigo algún día te atragantaras con tu propio veneno.
Apuré la copa de un trago antes de caminar hacia la puerta relamiendo el sabor férreo que se había quedado instaurado en mi paladar.
-Espero mi hermano sepa hacerte disfrutar, aunque con lo irascible que pareces algo me dice que estas muy mal follada.
Ni una sola de mis palabras seguramente podrían ni siquiera llegar a molestarle, pero bien sabía que de alguna manera mi carácter y no comer de su mano cada vez que la extendía era una deuda que tenia pendiente para conmigo.
-Hasta mas ver -apunté como despedida sin girarme siquiera a enfrentar su mirada.
Algún día ella y yo nos encontraríamos de frente y ese día la mataría, Indigo pasaría a ser historia, solo tenía que esperar para servir mi venganza en una bonita bandeja de plata.
Era importante dar con mi hermano, lo odiaba, pero ahora que las circunstancias habían cambiado quizás entre ambos vástagos pudiéramos destruir a nuestra madre, después cada uno tomaría caminos distintos dejando a una Aranwill libre, se lo debíamos.
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/02/2018
Re: Juego de sombras (privado)
El hijo díscolo había abandonado la mansión, creyéndose capaz de doblegar a su sire, pero ella quedaba allí, sabiéndose vencedora, una vez más, de su famoso juego de mesa. Podía ser permisiva con Varinäel, sin embargo conocía los límites de la correa invisible con la que le tenía atado del cuello. Él no lo notaba, ignoraba que unos dedos podrían estrangular su no-vida en cualquier momento y traerle a rastras de nuevo.
Habían transcurrido varios días y la morena se había cansado de esperar a que su vástago diera el siguiente paso. Pensó que, tras aquella valiente amenaza, intentaría hacerle algo, pero demostró ser un cobarde que prefería esconderse en su guarida como un caracol a sacar los cuernos y enfrentar la tormenta cargada de rayos. De ese modo, ella lo había dispuesto todo para abandonar la mansión e ir a su encuentro. Porque estaba claro que si ella no movía ficha, él no abriría la partida.
En aquella ocasión no fue en carruaje ni anunció su llegada, como haría normalmente, esperando ser recibida como la reina de la oscuridad que era. Viajó por cuenta propia, de manera sigilosa, ocultándose con las sombras.
Aterrizó en el balcón del piso superior, formándose su cuerpo a partir de una niebla densa y rojiza. Se acomodó el chal que cubría sus hombros y se deslizaba por el brazo izquierdo, hasta colocarlo de nuevo en su sitio. Chasqueó los dedos y el pomo del ventanal cedió, abriendo ambas hojas a la vez para darle paso. Sentía la presencia del cainita en la planta inferior y no sabía que no estaba solo, aunque no se molestó en averiguar quién le acompañaba ni por qué lo hacía. Si a ella le estorbaba, lo eliminaría.
Dirigió sus pasos tranquilos, elegantes y pausados, cruzando la estancia que resultaba ser una alcoba con una gran cama con dosel. A un lado había un escritorio un tanto recargado, aunque lo que no entendía era que todo estuviera lleno de polvo y oliera a cerrado. Fue a abrir la segunda puerta, pero estaba sellado con llave. Una ladina sonrisa apareció en sus labios. Se miró la mano derecha, estirando únicamente el meñique y coló éste por el ojo de la cerradura, calentándola hasta derretirla y de nuevo se abrió paso hacia el pasillo y de allí a la barandilla de las escaleras. Asomó ligeramente el torso, escuchando la voz que tan bien conocía.
–Ya estoy en casa, cariño...–
Musitó para sí misma, dirigiéndose a los peldaños con intención de descenderlos.
Habían transcurrido varios días y la morena se había cansado de esperar a que su vástago diera el siguiente paso. Pensó que, tras aquella valiente amenaza, intentaría hacerle algo, pero demostró ser un cobarde que prefería esconderse en su guarida como un caracol a sacar los cuernos y enfrentar la tormenta cargada de rayos. De ese modo, ella lo había dispuesto todo para abandonar la mansión e ir a su encuentro. Porque estaba claro que si ella no movía ficha, él no abriría la partida.
En aquella ocasión no fue en carruaje ni anunció su llegada, como haría normalmente, esperando ser recibida como la reina de la oscuridad que era. Viajó por cuenta propia, de manera sigilosa, ocultándose con las sombras.
Aterrizó en el balcón del piso superior, formándose su cuerpo a partir de una niebla densa y rojiza. Se acomodó el chal que cubría sus hombros y se deslizaba por el brazo izquierdo, hasta colocarlo de nuevo en su sitio. Chasqueó los dedos y el pomo del ventanal cedió, abriendo ambas hojas a la vez para darle paso. Sentía la presencia del cainita en la planta inferior y no sabía que no estaba solo, aunque no se molestó en averiguar quién le acompañaba ni por qué lo hacía. Si a ella le estorbaba, lo eliminaría.
Dirigió sus pasos tranquilos, elegantes y pausados, cruzando la estancia que resultaba ser una alcoba con una gran cama con dosel. A un lado había un escritorio un tanto recargado, aunque lo que no entendía era que todo estuviera lleno de polvo y oliera a cerrado. Fue a abrir la segunda puerta, pero estaba sellado con llave. Una ladina sonrisa apareció en sus labios. Se miró la mano derecha, estirando únicamente el meñique y coló éste por el ojo de la cerradura, calentándola hasta derretirla y de nuevo se abrió paso hacia el pasillo y de allí a la barandilla de las escaleras. Asomó ligeramente el torso, escuchando la voz que tan bien conocía.
–Ya estoy en casa, cariño...–
Musitó para sí misma, dirigiéndose a los peldaños con intención de descenderlos.
Indigo- Vampiro Clase Alta
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Re: Juego de sombras (privado)
Aquella noche tras una fiesta en la que me dejé ver bien acompañado portando del brazo a la preciosa modelo de dimensiones épicas y alardes de grandeza regresé a casa con unas copas de mas y bastante sed todo sea dicho.
Ella era parte de mi pequeño rebaño, mujeres de clase media, bellas promesas del arte escénico que a cambio de contactos, de ser lucidas en fiestas o de unas joyas permitían que me alimentara de ellas y en ocasiones, pocas, consumiera mis necesidades sexuales contra sus cuerpos..
Normalmente esto ultimo lo llevaba a cabo con fulanas, mujeres a las que pagaba con una cantidad considerable y a las que no volvía a ver, eran damas de posición que tampoco querían verse envueltas en escándalos pro que ejercían la prostitución en pequeños círculos.
Compartiala ultima copa manteniendo una agradable conversación, acercándome a ella como buen depredador para darle caza a ese cuello mientras ella ejercía conmigo el don de la seducción cuando sentí en el piso alto la aura inconfundible de Indigo, torcí el gesto fastidiado y su voz retumbó en la estancia sorprendiendo a mi acompañante que hasta ese instante jamas me había descubierto acompañado.
-Lo siento -tendremos que dejarlo para otro momento -apremié a decir saliendo a través de la puerta del salón para salir al encuentro de mi sire que decidida ya bajaba las escaleras para encontrarse conmigo.
-¿Donde crees que vas? -pregunté nada mas me posicioné frente a la misma atrapando su antebrazo con mi diestra – no has sido invitada, ni eres bien recibida.
Su sonrisa se mostró ladina, seguro que pensaba que desde cuando ella necesitaba invitación de algún tipo para ver a su díscolo hijo.
-Ten cuidado bruja, no soy Daredhal que es incapaz de lazarse contra ti, mis sentimentalismos murieron con Aranwil, nada me importa, ni siquiera tu, madre, así que ¿dime a que debo el honor de tu visita y espero que sea productivo, has interrumpido mi cena y como ves, estoy pasado de copas, así que o tengo ganas de largas conversaciones ni de tus juegos de mesa ahora mismo.
Ella era parte de mi pequeño rebaño, mujeres de clase media, bellas promesas del arte escénico que a cambio de contactos, de ser lucidas en fiestas o de unas joyas permitían que me alimentara de ellas y en ocasiones, pocas, consumiera mis necesidades sexuales contra sus cuerpos..
Normalmente esto ultimo lo llevaba a cabo con fulanas, mujeres a las que pagaba con una cantidad considerable y a las que no volvía a ver, eran damas de posición que tampoco querían verse envueltas en escándalos pro que ejercían la prostitución en pequeños círculos.
Compartiala ultima copa manteniendo una agradable conversación, acercándome a ella como buen depredador para darle caza a ese cuello mientras ella ejercía conmigo el don de la seducción cuando sentí en el piso alto la aura inconfundible de Indigo, torcí el gesto fastidiado y su voz retumbó en la estancia sorprendiendo a mi acompañante que hasta ese instante jamas me había descubierto acompañado.
-Lo siento -tendremos que dejarlo para otro momento -apremié a decir saliendo a través de la puerta del salón para salir al encuentro de mi sire que decidida ya bajaba las escaleras para encontrarse conmigo.
-¿Donde crees que vas? -pregunté nada mas me posicioné frente a la misma atrapando su antebrazo con mi diestra – no has sido invitada, ni eres bien recibida.
Su sonrisa se mostró ladina, seguro que pensaba que desde cuando ella necesitaba invitación de algún tipo para ver a su díscolo hijo.
-Ten cuidado bruja, no soy Daredhal que es incapaz de lazarse contra ti, mis sentimentalismos murieron con Aranwil, nada me importa, ni siquiera tu, madre, así que ¿dime a que debo el honor de tu visita y espero que sea productivo, has interrumpido mi cena y como ves, estoy pasado de copas, así que o tengo ganas de largas conversaciones ni de tus juegos de mesa ahora mismo.
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
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Re: Juego de sombras (privado)
Descendió los escalones despacio, deliberadamente, dándole tiempo a su rebelde vástago para acudir a recibirla. Notaba el aroma del perfume barato que aquella dama que le acompaña usaba, aunque bien podría calificarla de ramera útil, de saco de sangre o de basura, propiamente dicho. El hedor a lujuria entorpecía el ambiente y no precisamente proveniente de su hijo, sino de la chica, que debía ir de puritana pero sus ganas de sexo la delataban para los seres de la noche ya curtidos como ellos.
Estaba bajando los últimos peldaños de la escalera cuando apareció Varinäel con el ceño fruncido y el labio superior alzado, mostrándole los colmillos. El comentario que le espetó no hizo sino arrancar una carcajada contenida de su sire que le miró como si fuera el bufón de la corte y se hubiera equivocado de momento para entrar en acción con su pequeño repertorio de gracias insulsas.
–No necesito invitación alguna para presentarme aquí o donde se me antoje. Soy la reina del tablero, querido. Tú, antaño fuiste mi rey, pero ahora eres ya un alfil y, a este paso, pronto te convertirás en peón.–
El díscolo que la enfrentaba con su mirada, ya conocía a la morena. Sabía que para ella todo era un juego, una partida tras otra de ajedrez. Las piezas cambiaban, a veces incluso mezclaba materiales, porque sobre la tabla podía haber algunas de madera y otras de marfil. Estaba claro que la mayoría eran dispensables, se podían romper con facilidad o incluso quemar. Pero algunas eran un poco más difíciles. Eso era lo divertido. Pero cuando algo dejaba de ser entretenido, sobraba sobre el tablero y era desechado, lanzado a los perros.
–¿No me vas a invitar a un trago?–
Ignoró su burda amenaza, sonriendo al dirigir su mirada hacia la puerta que daba a la sala donde, aún, permanecía a la espera aquella insulsa humana.
–Cenemos juntos, como en los viejos tiempos.–
Sugirió, dándole la oportunidad de cerrar algunas heridas. Obviamente eso no borraría el enfado que la cainita llevaba encima. La traición de Daredhal aún la sentía clavada como una espina en el costado. Pero no lo haría público y menos aún delante del hermano. Sabía que odiaba a su otro vástago, sin embargo, no se fiaba. Veía a Varinäel capaz de dejar a un lado un rencor milenario, sólo por fastidiarla a ella y no tenía intención alguna de consentirlo.
Estaba bajando los últimos peldaños de la escalera cuando apareció Varinäel con el ceño fruncido y el labio superior alzado, mostrándole los colmillos. El comentario que le espetó no hizo sino arrancar una carcajada contenida de su sire que le miró como si fuera el bufón de la corte y se hubiera equivocado de momento para entrar en acción con su pequeño repertorio de gracias insulsas.
–No necesito invitación alguna para presentarme aquí o donde se me antoje. Soy la reina del tablero, querido. Tú, antaño fuiste mi rey, pero ahora eres ya un alfil y, a este paso, pronto te convertirás en peón.–
El díscolo que la enfrentaba con su mirada, ya conocía a la morena. Sabía que para ella todo era un juego, una partida tras otra de ajedrez. Las piezas cambiaban, a veces incluso mezclaba materiales, porque sobre la tabla podía haber algunas de madera y otras de marfil. Estaba claro que la mayoría eran dispensables, se podían romper con facilidad o incluso quemar. Pero algunas eran un poco más difíciles. Eso era lo divertido. Pero cuando algo dejaba de ser entretenido, sobraba sobre el tablero y era desechado, lanzado a los perros.
–¿No me vas a invitar a un trago?–
Ignoró su burda amenaza, sonriendo al dirigir su mirada hacia la puerta que daba a la sala donde, aún, permanecía a la espera aquella insulsa humana.
–Cenemos juntos, como en los viejos tiempos.–
Sugirió, dándole la oportunidad de cerrar algunas heridas. Obviamente eso no borraría el enfado que la cainita llevaba encima. La traición de Daredhal aún la sentía clavada como una espina en el costado. Pero no lo haría público y menos aún delante del hermano. Sabía que odiaba a su otro vástago, sin embargo, no se fiaba. Veía a Varinäel capaz de dejar a un lado un rencor milenario, sólo por fastidiarla a ella y no tenía intención alguna de consentirlo.
Indigo- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/02/2018
Re: Juego de sombras (privado)
2500 años aguantando a Indigo me otorgaba la ventaja de saber que cuando la inmortal quería algo mejor no contradecirla.
-¿y para cuando pasare de peón a nada? -pregunté con un deje sarcástico en mi voz -si han tenido que pasar 2500 años para ser el alfil ...¿no podriamos acelerar las cosas un poco y que desaparezcas ya de mi vida?
Indigo se echo a reír, seguramente porque le importaba una real mierda mi humor oscuro, uno que se incrementaba al estar borracho.
-¿Cenar? ¿como en los antiguos tiempos?
Apoyé la espalda contra la pared de las escaleras con un deje divertido -¿que tiempos?¿Los que era un humano que lo había perdido todo y que se convirtió en adicto de tu sangre? ¿el neófito que arrastraste por los callejones devorando victimas y tu coño? ¿el inmortal que convertiste una vez mataste a Aranwill? ¿el alfil? ¿que viejos tiempos Indigo?
Dejé escapar el aire finalmente.
-¿que quieres? ¿Necesitas una “cita” para poner las cartas sobre la mesa? De acuerdo, pediré que nos preparen una mesa en la terraza, un buen vino y ...perdona, creo tengo la nevera vacía -dejé claro por si pretendía vaciar a la doncella que me esperaba bajo.
Sube mientras a mi cuarto, me despediré de la señorita que e espera bajo y subiré a buscarte cuando este todo preparado.
Sabía que contradecirla acabaría en desastre, hoy estaba allí mi servicio, gente de confianza, no quería una masacre en mi casa que levantara sospechas acerca de mi persona, era un hombre de negocios y los escandolos no me favorecían.
Una vez la joven se marcho, y todo estuvo dispuesto en la balconada que daba a mi habitación me reuní con mi sire que sobrevolaba mi habitación como una joven adolescente.
Hacía tiempo que no ocupaba mi cámara, mas una que no pisaba mi cama.
-Acabemos cuanto antes, cenemos...-dije indicándole con la diestra que pasara al lugar lleno de velas que nos habían preparado
-¿y para cuando pasare de peón a nada? -pregunté con un deje sarcástico en mi voz -si han tenido que pasar 2500 años para ser el alfil ...¿no podriamos acelerar las cosas un poco y que desaparezcas ya de mi vida?
Indigo se echo a reír, seguramente porque le importaba una real mierda mi humor oscuro, uno que se incrementaba al estar borracho.
-¿Cenar? ¿como en los antiguos tiempos?
Apoyé la espalda contra la pared de las escaleras con un deje divertido -¿que tiempos?¿Los que era un humano que lo había perdido todo y que se convirtió en adicto de tu sangre? ¿el neófito que arrastraste por los callejones devorando victimas y tu coño? ¿el inmortal que convertiste una vez mataste a Aranwill? ¿el alfil? ¿que viejos tiempos Indigo?
Dejé escapar el aire finalmente.
-¿que quieres? ¿Necesitas una “cita” para poner las cartas sobre la mesa? De acuerdo, pediré que nos preparen una mesa en la terraza, un buen vino y ...perdona, creo tengo la nevera vacía -dejé claro por si pretendía vaciar a la doncella que me esperaba bajo.
Sube mientras a mi cuarto, me despediré de la señorita que e espera bajo y subiré a buscarte cuando este todo preparado.
Sabía que contradecirla acabaría en desastre, hoy estaba allí mi servicio, gente de confianza, no quería una masacre en mi casa que levantara sospechas acerca de mi persona, era un hombre de negocios y los escandolos no me favorecían.
Una vez la joven se marcho, y todo estuvo dispuesto en la balconada que daba a mi habitación me reuní con mi sire que sobrevolaba mi habitación como una joven adolescente.
Hacía tiempo que no ocupaba mi cámara, mas una que no pisaba mi cama.
-Acabemos cuanto antes, cenemos...-dije indicándole con la diestra que pasara al lugar lleno de velas que nos habían preparado
Värinael Warrior- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/02/2018
Re: Juego de sombras (privado)
Sonrió al escuchar aquella retahíla de preguntas. Se sentía halagada de recordara los viejos tiempos con el mismo cariño que lo hacía ella misma. Elevó un poco más el mentón, pasándose la lengua por el grueso labio inferior.
–De acuerdo, ve y prepáralo todo.–
Mandaba incluso en casa ajena, porque ella era la reina del tablero, una que en dos mil trescientos años no había recibido ni un solo jaque. Era una mujer orgullosa y no necesitaba ocultar su ego, era imposible, no le cabía en el pecho.
–No tardes, querido.–
Apremió, acariciando la mejilla ajena sin importarle lo más mínimo la mueca de desprecio que se formó en el rostro foráneo. Ella giró sobre los talones y ascendió de nuevo aquella escalinata que había bajado hacía tan sólo unos minutos. Se dirigió a la alcoba de su hijo díscolo, donde aguardó a que prepararan las cosas los del servició que pasaban frente a ella para organizarlo todo en la terraza.
En cuanto el cainita se reunió con ella, aguardó a que éste le retirara la silla y no se acomodó en ella hasta que lo hizo, aunque tuvo que esperar un poco, puesto que su chiquillo no parecía muy dispuesto a mostrarse sumiso. Sin embargo, acabó cediendo.
–¿Y si la despensa está vacía, qué piensas servirme?–
Inquirió, tomando la copa que tenía enfrente, llena hasta la mitad de un aromático vino tinto, y le dio un breve trago. Sonrió de nuevo. Sabía que Varinäel quería acelerar las cosas, pero parte del juego residía en exasperarle hasta que perdiera los estribos. Era muy interesante ver a su adorado hijo perdiendo el control, eso la excitaba y con el enfado que tenía con Daredhal, sería un buen modo de vengarse. Le observó por encima del vidrio, dibujándose aún más ampliamente la sonrisa que pintaba sus labios oscuros. Se relamió al dejarla de nuevo en la mesa y tomó una servilleta para secarse las gotas carmesí del zumo de uva que había ingerido. Seguía presionando con su silencio, buscando hacer saltar como un gran resorte al otro vampiro.
–De acuerdo, ve y prepáralo todo.–
Mandaba incluso en casa ajena, porque ella era la reina del tablero, una que en dos mil trescientos años no había recibido ni un solo jaque. Era una mujer orgullosa y no necesitaba ocultar su ego, era imposible, no le cabía en el pecho.
–No tardes, querido.–
Apremió, acariciando la mejilla ajena sin importarle lo más mínimo la mueca de desprecio que se formó en el rostro foráneo. Ella giró sobre los talones y ascendió de nuevo aquella escalinata que había bajado hacía tan sólo unos minutos. Se dirigió a la alcoba de su hijo díscolo, donde aguardó a que prepararan las cosas los del servició que pasaban frente a ella para organizarlo todo en la terraza.
En cuanto el cainita se reunió con ella, aguardó a que éste le retirara la silla y no se acomodó en ella hasta que lo hizo, aunque tuvo que esperar un poco, puesto que su chiquillo no parecía muy dispuesto a mostrarse sumiso. Sin embargo, acabó cediendo.
–¿Y si la despensa está vacía, qué piensas servirme?–
Inquirió, tomando la copa que tenía enfrente, llena hasta la mitad de un aromático vino tinto, y le dio un breve trago. Sonrió de nuevo. Sabía que Varinäel quería acelerar las cosas, pero parte del juego residía en exasperarle hasta que perdiera los estribos. Era muy interesante ver a su adorado hijo perdiendo el control, eso la excitaba y con el enfado que tenía con Daredhal, sería un buen modo de vengarse. Le observó por encima del vidrio, dibujándose aún más ampliamente la sonrisa que pintaba sus labios oscuros. Se relamió al dejarla de nuevo en la mesa y tomó una servilleta para secarse las gotas carmesí del zumo de uva que había ingerido. Seguía presionando con su silencio, buscando hacer saltar como un gran resorte al otro vampiro.
Indigo- Vampiro Clase Alta
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