Mí! Camino [Amadeo]

por Invitado Sáb Ene 26, 2013 4:04 pm

"Más allá de la noche. Más allá del tiempo. Los sobre naturales salen a la caza. Ven cerca mío y conocerás tu destino"

Allí estaba de nuevo, la noche me atormentaba una vez mas. La luna como un reflector daba sobre mi carruaje. Mi cuerpo apoyado suavemente sobre el tapiz de extrema calidad. Suspirando y bostezando dejaba ser a la vida, eterna. Mirando por la ventana. Mujeres con hijos, gente pidiendo unos centavos de franco, gente muriendo. La cólera, la peste negra. Eran cosas temidas en todo París. Los humanos ya estaban habituados. Cuando se veía a alguien morir, solo lo tiraban a la morgue y las cosas seguía. Para mí, todo era lo mismo. Nada me afectaba, ni siquiera sentía una pequeña pizca de gripe al pasar por una situación de mucho frío. En verano, solo transpiraba un poco de sangre. Pero no me afectaba, pues las noches nunca eran demasiado calurosas. Entonces... Vivía en una temporada eterna. En un mundo eterno. Era una época especialmente maravillosa para los vampiros. Que podíamos dejar gente muerta por cualquier lado, que mientras los agujeros estén tapados nadie lo notaría. Eso se arreglaba con un poco de sangre de vampiro, solo para los que tenían la habilidad de regeneración instantánea, obviamente. Yo era una de ellos. Pero cual era la diferencia? Yo no mataba. Para que matar a las fuentes de sangre? Si puedes hacerles pensar que es un sueño y dejarlos seguir viviendo?

-Ah! Que habéis hecho?!? Por que el carruaje ha parado?! Que habéis atropellado a quien?!

Mi tono estaba un poco elevado y con furia salí a los golpes del carruaje, dejando mis modales de lado fui a ver a quien había pisado. Aquel estúpido hombre! Debería despedirlo. Pero sabía que tenía familia. No podía dejarlo en la calle. Así fue como miré a quien estaba en el piso. Un joven... De qué edad? Parecía no llegar a los quince años. La gente miraba y con frustración me agaché y con una mirada suave hacía alrededor, dejé fluir el encanto del cual era poseedor, los pocos poderes que tenía, siempre los usaba a mi favor. La gente solo se había quedado atontada, y en esos segundos que me habían sido regalados, tomé al muchacho entre mis brazos y empecé a subir al carruaje. Si llegaba la policía o algún militante seguramente le echarían la culpa al muchacho, así era la vida de los de clase baja. Se notaba que era de las calles, sus ropas, su cabello, todo daba la impresión de un pobre muchachito. Estaba desmayado? O simplemente adolorido? Solo vi que tenía sangre en una pierna y maldije al mundo, pues tenía hambre.

"Despierta, despierta entre mis brazos y verás la suavidad con la que te trataré, me temerás? Notarás mi forma inhumana?"

Lentamente, lo puse sobre el carruaje y con un golpe en el techo, dí pie a que siga el camino. Me acerqué a la ventana y mal mirando espeté para que dé la vuelta. Deberíamos ir hacía la mansión nuevamente. O el muchacho sería carne muerta, pues a donde me dirigía era a el teatro de los vampiros. Suavemente, apoyé mi cuerpo en el respaldar y miré hacía el muchacho, pestañeando observé sus rubios cabellos. Por que tantos rubios? Los adoraba, pero con uno ya era suficiente. Aquellos rizos de oro eran algo tan peculiar, que solo pude atinar a tocarlos con un dedo.

-Estáis despierto? Ya os curaré pero apartaos esa pierna de mi! Y no gritéis o tendré que callaros a la fuerza!

Mirándole le hablaba, sin saber si estaba despierto o no, pues solo sabía que estaba vivo. Le tocaba apenitas los cabellos con un dedo. Como queriendo despertarlo. O es que estaba agonizando? No sabía realmente cual sería la resistencia. O si quizá el chico había caído desde antes por falta de comida. Después de todo era un muchacho de la calle. De esos que se morían todos los días en las calles. De sed o de hambre, nadie los ayudaba.

por **Amadeo VanderHoeven** Sáb Ene 26, 2013 5:32 pm

Esas calles tan oscuras y sombrías que escondían miles de secretos que la gente se guardaba al fallecer en ellas era lo que podría llamar “hogar”. Un lúgubre e inseguro hogar sin un techo para cobijarme, sin embargo, nada más podría pedir ya que en algún momento tuve un lugar al cual realmente llamarle de esa forma pero por mis propios actos imprudentes y guiados por la curiosidad lo perdí para siempre. Ahora era imposible para mí el regresar a Venecia, no supe como llegue a Paris, solo llego a recordar esos días que pase un hambre inhumano, conocido solo por aquellos que han estado a punto de pasar a un “mejor lugar” pero han vuelto a este putrefacto y decadente mundo deseando haberse ido. ¿Cuánto tiempo más, Cuantas noches más? Serían necesarias ¿para encontrar esa tranquilidad plena que busco hace tanto tiempo?, sería un mentiroso si digo que para mí esa tranquilidad seria la muerte, pero tal vez una muerte momentánea que lograra hacerme entender lo afortunado que soy sería suficiente para los años que me quedan.

Era tarde ya, tal vez demasiado para caminar como si nada por aquellas calles transitadas por carruajes que pasaban cada tanto, como es obvio pertenecientes a gente de alto status. Mis ropas que hace unos días seguían siendo blancas estaban manchadas con tierra y distintos productos que caían por error sobre ella lo cual hacia más evidente mi estatus social y atraía las miradas de asco y desconfianza por parte de las familias que bajaban de los grandes carruajes que los dejaban frente a distintos tipos de Tiendas, sus acciones lo decían todo, tomaban con más fuerza sus objetos de valor y pasaban vigilando como si fuera a abalanzarme sobre ellos intentando quitarles algo. Me hacían reír, pero de pronto mi expresión soberbia, bastante extraña tomando en cuenta mi status, cambio de forma rápida al notar una mirada conocida, que me observaba como si fuera un pedazo de carne el cual le pertenecía, le observe solo por un momento cuando logré notar que se acercaba a mí por lo que comencé a correr lo más rápido que mis piernas me lo permitían, me negaba a regresar al Burdel y sabía que si me atrapaba ese sería mi destino y no lograría escapar nunca más.

No me importaba quien estuviera por delante, solo quería volverme invisible ante sus ojos para no tener más miedo, para que esa sensación de adrenalina combinada con desesperación que me hacía hervir la sangre por debajo de mi piel se desvaneciera tan rápido a como apareció, pero aquella sensación que aceleraba mi corazón se hizo mayor al notar un caballo parándose en 2 patas a mi lado izquierdo, había cruzado frente a un carruaje el cual frenó con fuerza. Me cubrí el rostro pero una de las patas del caballo me dio con fuerza en la pierna haciéndome caer, comencé a ver puntos extraños ante mis ojos observando el cielo pero no eran estrellas, sentía como mi cabeza ardía y perdía la visión, no podía moverme para seguir corriendo. Solo deseaba una cosa, si este era mi final, regálame un momento para ver el cielo claramente por última vez, si no era así no dejes que me lleven porque sería un destino igual a la muerte, mantenme seguro por esta noche como hiciste aquella el día que nací y volveré a creer que eres el Dios de mi cielo.

No sabía cuánto tiempo paso pero creí que mis súplicas fueron escuchadas al sentir un toque similar al que sentía en sueños que parecían recuerdos escondidos en lo más profundo de mi mente, ¿Era un ángel? ¿Había muerto? , todas esas dudas se disiparon cuando logré abrir los ojos de a poco, mi mirada se volvió serena nuevamente como si no sintiera nada, como si estuviera allí físicamente pero todo lo demás que me volvía una persona no, esperaba volver a sentirme del todo bien antes de moverme y cuando estuve listo gire el rostro observando a quien movía mis cabellos, llegaba a ser uno de los seres más hermosos que había visto en mi vida, pero de todas formas me limité a mirarle con tranquilidad y sin ninguna expresión marcada aparte de mi serena forma de mirarle, me senté de a poco observando mi pierna la cual sangraba, la moví un poco verificando que no estaba rota por suerte, sin embargo, emanaba mucha sangre. Era una sensación punzante algo dolorosa y extrañamente agradable. Me recosté nuevamente en donde el joven me tenía y volví mi mirada tranquila hacia él.

Gracias… y no pretendía gritar… ¿Porque gritaría ante la presencia de la persona que me salvó? – Dije con voz tenue ante el joven mientras observaba rápidamente sus rasgos con mi mirada y al rato volvía a sus ojos - Joven Señor, no se preocupe por curarme, lo que ha hecho por mi hace un momento ha sido más que suficiente. Terminaré por manchar su carruaje con sangre si sigue con la determinación de ayudarme – lenguaje tal vez algo alto para un chico de clase baja, pero al haberme criado en un monasterio mi forma de hablar siempre hasta el día de hoy seguía siendo la misma.

por Invitado Lun Ene 28, 2013 1:34 pm

"Revive, no me hagas sentir que todos mis sacrificios por no matar a nadie han sido en vanos. Tendré que revivirte con el beso negro? No sufras, tengo las alas. Soy el ángel negro."

Mi mirada estaba fija en el muchacho mientras el carro seguía y daba la vuelta por una esquina. Me había puesto frente a el, esperando a que abra los ojos, a que se reconozca a si mismo y a lo que lo rodeaba. Su aroma me estaba volviendo loco, su sangre estaba por sus piernas y cabeza, el tapizado se manchaba y me sentía demasiado mal como para poder esbozar una de mis siempre dulces sonrisas. Y le volví a girar la cabeza al sentir su mirada sobre mi y solo me quedé observando su sangre, salía y salía que no podía esperar a que llegáramos a la casa. Debía atenderle allí mismo. No le respondía solo pasaba mis fríos y largos dedos por sus mejillas y luego por sus ojos, cubriéndolos un poco para que no me vea. Y sacando mis pequeños colmillos de neófito me hice un profundo corte en la muñeca. La sangre emanaba a chorros de mi y con cuidado apunté aquel elixir regenerativo en su cabeza. Le descubrí el rostro cuando ya mis colmillos se había guardado y quedé fijo con mi mirada sobre él. Estaba seguro que sentiría aquella sangre fría en su cráneo. Mi muñeca seguía pegada allí y el aroma a sangre provocaba que mis ojos se pusieran brillantes, deseosos de beber. Pero la hemorragia en la pierna aún seguía y tuve que llevar la otra mano, apretándola con tal fuerza que sentía que con un poco mas se la podría romper. Pero lo que necesitaba era detener el sangrado.

-Salvaros... Salvaros de quien? Sentís el frío en vuestra cabeza? Con cuidado se sanará... Debéis teneros mas cuidado... Debo. Sabéis que si suelto esta pierna sangrará hasta que se muera? Ahh...

Un quejido brotó de mis labios y nuevamente aquella ráfaga de olor que me hizo entrecerrar los ojos, buscando una bocanada de aire. Necesitaba taponar las heridas. Y mi mano realmente no era la mejor opción. Esperé a que la sangre termine de salir a su cabeza y cuando al fin mi propia herida se curó volví a bajar la mano. Probablemente la abertura en su cráneo ya estaría cerrando, pero tardaría mas de lo normal. Pues era mi sangre la que le estaba regenerando y apenas era un vampiro con diez años de conversión. Ya cuando le podía sentir mejor la cabeza pude sonreír. Al menos estaba seguro que aún no moriría. Mis dientes blancos se mostraron, mi rostro aterciopelado se frunció en una sonrisa hermosa y brillante. Mis ojos se hacían dulces medialunas que si tuviese mas sangre en mi cuerpo se adornaría con unas mejillas teñidas de carmín. Pero estaba blanco, pálido como un marfil me mostraba frente a el. Suspirando pasé ambas manos a su pierna, la apreté un poco y con un suave movimiento le volteé el rostro, mordiendo ahora mi mano hice un largo tajo y lo apoyé sobre sus pantalones sucios pasando mejor mi mano hacia su piel que allí la dejé.

-No habéis notado que ya ha manchado todo el carruaje? Luego mandaré a limpiar el tapizado. Mi clase social me lo permite, así que no os hagáis problemas. No tenéis miedo? Le estoy llevando a mi hogar. O queréis que le lleve a algún otro lugar? No parece que tengáis algún lugar donde reposar las piernas...

"Te miré y tu me mirabas y una sonrisa salió de mi al ver tan hermoso ser. Humanos que me encantan, niños que detesto. Eres una mezcla especial que me hará envolverte en mis brazos suavemente hasta que te termines de curar. Me encantaría beber de ti. Pero ya haz perdido demasiada sangre como para abusar"

El carruaje aún estaba por el centro parisiense. Pues la mansión estaba en el bosque, recubierta por macizos árboles. Escondida de toda gente que pueda entrar con facilidad. Pues de ser así, cualquiera podría venir a perturbar mi sueño. A abrir mis puertas en mitad del día y eso no podía permitirlo. No. La casa estaba a mas de media hora de cualquier tipo de sociabilidad. Y por principal, estaba alejada del centro. Cualquiera que quisiera perturbar el sueño, sería demasiado débil para abrir alguna de las puertas a mi recamara.

-Jaejoong... Ese es mi nombre, podrías decir el vuestro? Su habla es muy peculiar. Realmente es un niño de las calles? Cuantos años tenéis? Ah! Como va esa cabeza... Estáis entendiendo? Lo siento no se mucho de estas situaciones.

"Escucho un eco, eres tu que me hablas desde el interior?"

por **Amadeo VanderHoeven** Miér Ene 30, 2013 7:26 pm

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que mi cuerpo estuvo sobre un material tan suave?, me agradaría el dormir en un lugar así todas las noches pero no era algo posible en las calles no tiraban ese tipo de cosas a la basura y si lo hacían se apoderaban de ellas fácilmente, hasta había presenciado que algunas personas llegaban a pelearse a muerte por aquellos objetos, así que quedaba algo claro que no era algo por lo que me arriesgara. No sabía si me había golpeado gravemente, en realidad solo recordaba el golpe de mi pierna ya que la vi sangrar antes de caer pero sentía una fuerte presión en la cabeza luego de volver a recostarme, tal vez realmente me dañado de gravedad y necesitaba recibir ayuda de aquel joven que al ofrecía pero no la quería, no estaba acostumbrado a ella y no quería pensar que estaba tan mal como para necesitarla aunque en el fondo tenia claro que si era así.

No tenía respuesta a mis palabras pero sabía que aquella persona seguí a mi lado además podía verla pero aquel ser con aspecto de ángel al parecer no deseaba verme al rostro, “Hermoso ángel, ¿acaso no soy suficiente para recibir tu hermosa mirada?”, me pregunte mientras notaba como su mirada se dirigía a mi pierna pero yo mismo no quería volver a verla, sabía que estaba sangrando y no necesitaba aquella escena en mi mente otra vez. Me encantaba aquella caricia, sentía su dedo jugueteando con mis cabellos, me giro la cabeza para que lo le observara al parecer y al cabo de unos momentos sentí su dedo pasar por mi mejilla y mis ojos.

-Joven, sus manos están más que frías… me pregunto, ¿usted está bien?... – dije cerrando los ojos ya que pensé que ese era el mensaje que me estaba dando, al parecer aquel ser lograba percatarse mucho mejor de mis heridas, sin embargo, aquella simple caricia parecía ser lo único que necesitaba de parte de aquel ángel en ese momento. No podía observar nada más que el tapiz del asiento, pero esta vez sería bueno, seria obediente y haría lo que aquel joven quería que hiciera por lo que me quede quieto sintiendo cierto liquido de dudosa procedencia caer sobre mi cabeza, de a poco de volvia mas frio a medida que recorría mi cabello, sentí una gota pasar por mi barbilla y de manera algo estúpida saque mi lengua para darle una lamida a aquel liquido sentí como si todo mi cuerpo se relajara de forma extraña. Cerré los ojos sintiendo como aquella gota, aquella simple gota! Que fuera lo que fuera me había hecho estremecer y suspirar de forma leve, era fría y ni siquiera mi saliva tibia hizo que tomara aquella temperatura igual de caliente mientras bajaba por mi garganta, deseaba volver a mirarle y preguntarle que había sido eso pero preferí calmar hasta que sentí su mano en mi pierna y de un leve espasmo por el dolor me queje un poco para bajar mi propia mano a mi pierna encontrándome con la suya, tan fría como en el comienzo pero ahora no me calmaba si no que se hacía un poco doloroso.

Del ser más grotesco del mundo, me has salvado de un oscuro destino… y te lo agradezco…-dije por sus primeras palabras para luego observarle curioso al recordar lo que había probado – Eso… que era eso que pusiste en mi cabeza? … tenía un sabor extraño… Puedes darme más? …. – note la forma particular de hablar del joven o tal vez mi forma de hablar era la particular sin embargo no iba a colocarme a hablar de eso ahora – Podrías sanarla… como hizo con mi cabeza… pero no es su deber el hacer algo como eso… - tuve unas ganas enormes de ayudarle al escuchar su quejido y a su vez darme cuenta de que estaba algo afligido pero no tenía clara la razón, sin embargo, todos esos “miedos” se desvanecieron al ver como se dibujaba una sonrisa en su rostro, nunca había visto una sonrisa tan hermosa pero siempre se comentaba que las personas de estatus más alto eran hermosas y se codeaban con gente igual de bella, así era el mundo también a las personas bellas las trataban mejor en el mundo, sobre todo si tienen una buena posición social. No podía hacer más que observar de un lado a otro, por la ventanilla del carruaje lograba ver un poco hacia afuera, notaba algunas casas o mejor dicho el segundo piso de ellas y luego simplemente el oscuro cielo.

-Le prometo el compensárselo de alguna manera…-Dije antes de que mencionara que no me hiciera problemas, pero ¿Cómo no hacerme problemas? Aquel ser me había salvado y yo manchado su bello carruaje- No le temo… ya lo peor de esta noche paso… mis miedos se desvanecieron cuando su carruaje se cruzó en mi camino… o mejor dicho yo me cruce en el de su carruaje, no me agradaría ser una molestia creo que a usted ya le arruine mucho la noche… pero tiene usted toda la razón no tengo lugar para reposar mi pierna… Sin embargo, no quiero abusar de su amabilidad como he dicho anteriormente ya ha hecho mucho por mi hoy,,, hermoso ángel de piel de marfil… - podría ser el golpe en la cabeza o algo parecido, pero no pude evitar llamarle de esa forma al no saber su verdadero nombre.

El carruaje a ratos pegaba unos pequeños saltos que hacían a mi cuerpo pegar un leve salto y caer nuevamente en el asiento, por la ventana se seguían viendo luces y casas, además podía escuchar a gente que vendía y pedía francos, seguíamos en el centro pero ¿a qué lugar iríamos?, a aquel ángel que apareció por la noche no podía vivir en otro lugar que no fuera uno alejado de la gente si no fuera así seria observado por todos y se comentaría fácilmente su nombre además de su indudable belleza.

Joven Jaejoong… mi nombre es Amadeo – dije tranquilo volviendo mi mirada a él, sentí como gotas corrían nuevamente por mis cabellos eran las que el Joven había derramado antes pero con el movimiento de mi cabeza volvieron a avanzar hacia el lado contrario – Pensaba lo mismo del suyo… seguramente es porque nací en Venecia de a poco aprendí el idioma de este lugar, me agrada el haberlo aprendido si no, no podría charlar con usted - subí mi mano a mis cabellos apartándolos hacia un lado – Aun viéndome me lo pregunta?... creo que mi apariencia me delata, no soy el hijo de un barón o un importante empresario, soy un simple huérfano perdido en las calles de Paris, tengo 17 años… y no debe disculparse… ha hecho bastante por mí, ¿podría tener la osadía de preguntar por qué?, cualquier otro me hubiera dejado en las calles ¿Por qué usted no. amable joven?

por Invitado Dom Feb 03, 2013 12:26 pm

"Mis manos son frías, pero mi sangre es caliente, dulce. No estoy bien, estoy muerto. Soy un ente que vive en la eternidad. En una frustración que sigue el camino del suicidio, para ver la luz del sol"

Pero solo una sonrisa podía dejar salir de mi rostro y mi mirada cuando sus palabras me albergaron, es que sus frases eran tan suaves que me hacían sonreír. Su inocencia era la mas casta que había visto jamás. Podía sentir, como si todo su exterior estuviese rodeado de maldad e impurezas. Pero en el fondo, la blancura y aquella luz que no se perdía. Algo asombroso, un color de vida que jamás había visto. Me quedé pensando en su pregunta, no sabía realmente que contestarle y solo pude acomodarme frente a el. Observando sus trajes, mientras esperaba llegar a la casa. Negando unos momentos mientras apretaba un poco mas su pierna. Tanto tenia que sangrar? Mis ojos se volvían oscuros con una luz roja. Deseando probar aquella sangre. Pero no debía. No me podría controlar. Le hacía presión para que la herida no emane sangre y así me quedaba. Esperando, pensando y dejando mi mirada perdida. Como en otro mundo.

-Es por que ver sangre me pone un poco mal. Disculpad mis manos tan frías. Os prometo que cuando termine de curaros ya no las sentirá sobre vosotros.

Susurraba como en un canto, observando lo que hacía que mis ojos se abrieron cuando mi sangre cayó por su barbilla y aquella lengua curiosa lo probó. Seguramente pensaba que le había puesto alguna medicina. O no? Aquello era raro, aunque quizá era el aroma. El gusto y el olor de la sangre de vampiros era muy deliciosa para los humanos. Especialmente la de los vampiros que tienen habilidades re generativas. Pues ese tipo de sangre es mas dulce, no solo cura el cuerpo humano físicamente, también le proporciona alimentación y en el caso de que un vampiro emita una señal de algún lugar, ya sea de auxilio o de un comunicado muy importante, el humano que tenga sangre de vampiro en su cuerpo también puede escuchar aquello. Casi nadie sabía ese tipo de cosas, pues de saberlo, muchos humanos intentaría tener vampiros de esclavos. Utilizándolos como bancos de sangre, ya que como nosotros vivimos de ellos, ellos pueden vivir de nosotros. Algo que realmente debería quedar en el silencio.

-Y cual era ese oscuro destino? Ahh.. Esta herida sangra, apretaré un poco mas, cuando lleguemos lo limpiaremos y lo vendaremos bien. Si? No os preocupéis que no quiero nada a cambio. Estaréis cómodo.

Mis ojos fijos en su rostro, estaba algo sorprendido "Darle mas". Me quedé pensando y negué un poco, mordiendo mis labios. Para luego sonreír de forma particular. El hecho de darle mas sangre significaría tener que hacerme cargo de ese humano. La conexión que se hace con un humano y un vampiro cuando el humano bebe sangre es muy fuerte. El sobre natural sabe todo el tiempo donde estará el otro. Puede encontrarlo en cualquier parte del mundo. Puede sentir o captar sus pensamientos. Como una especie de intuición. No me creía capaz de hacer algo como eso. No podría cuidarlo, pues siquiera me podía cuidar a mi mismo o al cuervo que tenía como amante. Solo podía hacerme cargo de algunas de mis acciones.

"Pides demasiado niño, yo no puedo darte lo que quieres, tan solo soy un pequeño vampiro que busca no hacer daño. Que busca saborear la sangre y vivir de los humanos sin matarlos. Solo succionando un poco de su sangre. No me obligues a hacer esto. Se que si me insistes caeré en tus garras. Pero jamás te daré el don oscuro. Jamás lo tendrás o al menos no de mi"

Negaba a sus palabras, una y otra vez, le mostraba una risita gentil. Una sonrisa cautivadora, con mi brillo especial en los ojos. Con paciencia que no sabía de donde había sacado, le seguí apretando, sintiendo como ya íbamos adentrándonos a los bosques. Lo que significaba que pronto llegaríamos y podría llevarle al baño para que se lave. Seguro le gustaría la idea de bañarse. Aunque no tenía olores realmente desagradables. Pero quizá un baño y un cambio de ropas le harían sentir mejor. Un buen vendaje en la pierna y podría dejarlo reposar en mi habitación o en la de huéspedes. Pero aquella planificación calló de mi mente cuando escuché como me decía. "ángel" Estaba seguro que de ángel tenía poco. Antes llamaban a los vampiros dioses, dioses oscuros, poseedores del don. Inmortales. Pero jamás ángeles. Quizá teníamos la piel mas suave que existiera. Nuestro cuerpo siempre rejuvenecido... Pero eran solo algunos. En el caso de que un vampiro fuese feo o obeso o algo de ese estilo. Ese vampiro quedaría así. El tiempo se paraba para nosotros, nos quitaba algunas líneas de envejecimiento. Pero nada mas hacía en nosotros. Un brillo en el cuerpo. Pero el mio era mas bien por que estaba cuidado. Mis baños eran con sales, cremas y enjuagues de buena calidad y gran costo. Es por eso que olía a jazmín o a vainilla.

"Amadeo... El que ama a Dios. Me pregunto si tu nombre es lo que te hace decir estas cosas. Correrás de mi, cuando sepas mi verdadera forma? Te asustarás cuando veas mis colmillos?"

-Es que no me gusta ver a los humanos morir. Y menos si ha sido por mi culpa. Le sanaré, cuidaré de vos. Cuando queráis os podrás ir. Obviamente, hablando luego de que se cure esta herida. Y no... No puedo volveros a curar como antes. Solo en la cabeza por que podríais haber muerto. Pero la pierna puede sanar sola. Ya casi llegamos, os cargaré y pediré que os ayuden a bañar. Que os gusta comer? Puedo prepararos algo rico, algo caliente si gustáis.

Explicaba mientras el carruaje empezaba a adentrarse a lo que sería el interior de la hectárea de la mansión. Una mansión vieja y hermosa. Con un jardín de todos los colores que podría tener. Las rejas altas y puntiagudas para que nadie se atreva a entrar. Los pastorales perfectos en lo que iba pasando. Por detrás las rejas nos separaban del bosque. Iluminado con pequeños faroles, donde allí la ama de llaves esperaba en la puerta. Haciendo una reverencia , seguramente se preguntaría por que estaba de regreso. Sería una corta explicación, sabía como era y atendería al muchacho como un gran invitado de honor.

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