Al pie del viejo cementerio [Privado/Adam]

por **Miranda Nightleaf** Miér Ene 30, 2013 10:55 pm

Conocer a un hombre y conocer lo que tiene dentro de la cabeza, son asuntos distintos.
Ernest Hemingway

El sonido de las botas rebotando contra las escaleras de piedra que guiaban a la colina donde se encontraba el cementerio era lo único que rompía el silencio de la noche, fue un día largo, bastante largo, el sol le quemo la piel mas de lo normal pero probablemente no sentiría el cansancio hasta que se recostase en su cama, aspiro fuerte girando el rostro hacia la cara oscura de la luna, la cual privaba de luz nocturna el camino. No era demasiado tarde, ya estaba oscuro, pero aun no tenia problemas para ver donde pisaba, sin embargo en unos cuantos minutos las ultimas luces del cielo se verían silenciadas completamente.

Así es, era luna nueva, las lunas nuevas siempre hacían que sintiese escalofríos, pero eran sus favoritas porque lograba dormir un poco más de lo común, el pensamiento lógico podía decir una cosa pero SU pensamiento lógico decía otra muy diferente, después de todo ella era la señorita Miranda Prishcop, Criada por los señores Owens, Salmon, Lupescu, Gaiman, Blackwood y la demás gente del cementerio, quienes invariablemente le mostraron que la oscuridad era simplemente el manto de los mas débiles.

- Llegas demasiado temprano Miranda Prishcop-Dijo la sombra de un hombre casi al inicio de las escaleras, que era donde ella se encontraba, tenia una capa negra y la piel ceniza, arrugada como la vista de las dunas en el desierto, su postura era tan terrible que una joroba se asomaba en su espalda mientras que su voz sonaba profunda, rasposa, como alguien que a lo largo de su vida abuso del alcohol o el tabaco- Vuelve cuando haya anochecido completamente, entonces podremos recibirte-Miranda asintió dándose la vuelta pensando en lo extraño que era que no la dejasen pasar a su propio cementerio

El viejo cuidador se dio la no dijo nada mas subiendo las escaleras mientras ella se alejaba de ahí, preguntando cuanto tiempo debía esperar exactamente, ya había ocurrido un par de veces antes, concretamente había comenzado a suceder desde que consiguió trabajo, supuso que cuando notaron que podían librarse un poco de la chica quisieron aprovechar su momento, todas esas personas eran gente rara pero podía imaginar que tenían sus razones para hacer lo que hacían.

Finalmente, se dio por vencida, no sacaría nada pensando en las absurdas reglas de los habitantes de esas tierras, así que armándose de valor decidió esperar en un lugar no demasiado solitario, algún sitio donde pudiese ver mas gente aparte de ella, sin embargo su búsqueda era en vano, salir demasiado a las afueras le haría perder un montón de tiempo, pero quedarse ahí seria arriesgarse a que cualquier cosa pudiese pasarle.

Sus pies daban vueltas en círculos frente a la colina pensando que debía haber contratado un cochero desde hacia mucho tiempo, pero no había personas dispuestas a tener como lugar de residencia un viejo cementerio. Miranda se cruzo de brazos sentándose al pie de la escalera dándose cuenta de que era la opción mas viable, si cualquier cosa pasaba podía gritar por ayuda en cualquier momento, mientras que de esa forma cuando el viejo abriese la reja seria mas fácil encontrarla que si se perdía en cualquier sitio

- Llegas demasiado temprano Miranda Prishcop, llegas muy tarde Mirada Prishcop ¿Por qué siempre parecen tan al pendientes con la hora?-Se pregunto a si misma mientras dejaba caer el mentón sobre sus manos con la mirada perdida en el cielo. Podía escuchar el barullo allá arriba, seguramente estaban en una de las reuniones de la asamblea a las que por supuesto nunca la dejaron asistir, nuevamente la pregunta que rondo su cabeza fue la misma ¿Por qué se supone que tenia restringida la entrada a su propio sitio? Era una cuestión que siempre aparecía en su mente, pero sorprendentemente estaba bien con ella.

por Invitado Vie Feb 15, 2013 12:48 am

Cuando tengas ganas de morirte no alborotes tanto: muérete y ya.
-Jaime Sabines-

Las sombras parecían irse alargando por aquellos escombros, esas casas viejas que estaban abandonadas, hechas trizas, tan solas, tristes y a su vez desgarradoras. Le gustaba ver como el sol las arrastraba por las piedras, hasta que estas se llenaban de completa oscuridad. O bien gustaba de admirar el sol, siempre le parecía atrayente ese color amarillo, naranja, magenta y negro, era una mezcla de aceites allá arriba. Sus pasos se podían escuchar por donde sea, su tosquedad al caminar no tenía reparo, muchas veces recordaba a ‘Thomasa’ su verdadera hermana de alma, la mujer que ahora era un espíritu que a veces le acompañaba. Ella se encargaba de la cautela y del sentido de la percepción de las cosas que sucedían a su alrededor. Pues él se abstraía tanto de lo que le rodeaba que a veces parecía que caminaba al tanteo. Ella por decirlo de alguna forma era sus ojos, su mente, su pensamiento y su guía, su perro lazarillo. El porqué de los porqués caminaba como un sonámbulo no estaba claro, a veces el muchacho pasaba horas sin decir nada, sin mirar, sin fijarse un camino, sin alma, así era como andaba. Hasta que se detenía de golpe y observaba a un punto fijo, sin platicar si quiera con esa mujer transparente que flotaba casi a su lado.

-¿A dónde vamos Thompson?–Pronunció ella como si el viento se llevase sus palabras, él solo movió la cabeza de un lado para otro. Odiaba que lo llamase por su apellido, que si bien no era propio de él, porque jamás fue el hijo de aquel matrimonio que se vio maldito por su llegada. Se detuvo de golpe observando la forma tan abstracta de aquellas nubes y siguió caminando, viendo las casas derrumbarse, era claro ejemplo de que el tiempo pasaba y no en vano, las huellas que dejaba eran tan evidentes. Y él quería permanecer eterno. Llevaba horas caminando, en las suelas de su calzado ya podía sentir las piedras y aunque no se quejaba del dolor su cuerpo si, suspiro y frunció el ceño dándole una apariencia más ruda, mientras iba de un lado hacía otro.

La noche iba cayendo y algunas criaturas despertaban con este manto, observó la luna que se posicionaba celosa reclamando su lugar al sol que ya se despedía a lo lejos, siempre parecía que el sol no quería irse, pues la luna preparada estaba y al otro extremo aún se podían vislumbrar los rayos del sol. Antes de continuar su caminata, se sentó sobre lo que parecía un muro, de una ‘casa’ que ya pendía de tres paredes y medio techo, estiro las piernas y las movía un poco mientras sacaba una manzana de entre sus ropas, comiendo sin modales. Devorando aquel fruto, una y otra vez hasta que sentía saciarse con el jugo. Dejo solo un esqueleto, casi sin carne por ahí, mientras se limpiaba con el ante brazo y seguía.

-Estaba pensando, que esta vida es solo prolongada por caprichos míos… Quizás es hora de morir, de descansar a tu lado. Estoy cansado de ocupar cuerpos que no me pertenecen y solo ¿Para qué?–Hizo una pausa, se sentía acorralado en ese momento y no era ‘Adam’ quien hablaba, si no la verdadera alma que se vertía en ese cuerpo joven –Para empezar de nuevo.–Suspiró y se echó a correr, corría a tal velocidad que en un momento sentía las piernas fallar, doblegarse ante el vértigo, se detuvo de golpe, sintiendo la respiración irregular, fuera de lugar y el corazón latir a mil por segundo. La cabeza le dolía y solo se apretó el entrecejo, para caminar más despacio y escuchar una voz.

Una voz femenina y hueca, quizás más aguda sobre pasando los suave, esa clase de timbre le atraían, apenas podía articular palabra alguna, sentía la boca seca, y dejó caerse sobre aquel suelo, escuchado la protesta echada al aire, no le observó pero con la voz entre cortada apenas respondió. Como si las preguntas que ella lanzaba fueran destinadas a él.–El ser humano siempre debe estar controlándolo todo, las horas, los días, las lunas, los tiempos. De esa forma su preocupación se hace grande, pero llegara un momento…-Hizo una pausa para golpearse el pecho y poder hablar de forma más regular –...en el cual no puedan controlar eso y empezaran a enloquecer, pues el control se les ira.–Finalizo echándose ahí, importándole poco si era pasto, piedra, tierra donde estaba, diviso esas estrellas que al mundo entero le parecían atrayentes.–Si me preguntas, a mí no me gusta contar los meses, años, las horas, ni mucho menos, se vive mejor así. Aunque eso sí, alguien como tú, parece que tiene que adaptarse a los demás.–Se cubrió el rostro con ambas manos.

por **Miranda Nightleaf** Lun Feb 18, 2013 4:15 pm

Joseph Conrad dijo, "La creencia en una fuente sobrenatural del mal no es necesaria; el hombre por sí mismo es muy capaz de cualquier maldad."

- ¿Los humanos tienen eso sabes? Eso que los muertos perdemos cuando pasamos al otro lado, se llama sentido del peligro, o instinto de supervivencia, es lo que te mantuvo viva en las cavernas, también es lo que no te deja separarte de este cementerio, existe para preservar la vida y está en todos aquellos cuyo corazón todavía late, si quieres saber como se siente entonces camina hacia adelante, un par de kilómetros pasando la colina, por ahí hay un peñasco bastante escarpado, párate en la orilla de este, tan cerca como puedas y mira hacia abajo, tu instinto de supervivencia te obligara a hacerte hacia atrás, o simplemente a quedarte quieta para no caer”

Las palabras de la señorita Salmon eran bastante sabias, ella casi nunca se equivocaba, y decía casi porque al tratarse de una mujer hecha en la antigüedad muchos conocimientos se escapaban de sus manos, pero no aquellos que trataban sobre naturaleza humana, en esos asunto la señorita Salmon solía ser [Y probablemente seguirá siendo] su mejor concejera, pues siendo una mujer concienzuda le gusta mirar los problemas en todos los ángulos posibles para el ojo humano, claro que ella era consiente de sus deficiencias en algunos ámbitos, de modo que las preguntas que tuviesen que ver con los descubrimientos científicos y fenómenos naturales se los dejaba al señor Gaiman, el por su parte no tenia idea de las relaciones humanas, pero se trataba de una persona increíblemente inteligente, durante su vida investigo todo lo que había que investigar y un poco mas, incluso ahora lo seguía haciendo de modo que cualquier duda de ese tipo seria resuelta por el. Un escalofrió recorrió la columna de Miranda quien se encontraba aun en el suelo divagando sobre cosas sin sentido que aparecieron en su cabeza, justo en el instante en el que aquella extraña aura había invadido el ambiente, se mordió el labio girando el rostro hacia el portón, pero lo encontró aun cerrado.

- ¿Qué pasa Miranda Prishcop, acaso tienes frio? -Se pregunto riendo cuando otro escalofrió la recorrió, algo extraño estaba pasando esa noche, algo mas extraño de lo normal pues su mente siempre le hizo ver sombras donde no las había, sin embargo la joven esa noche noto la extraña calma a su alrededor, aquellos monstruos que siempre veía escondidos en algún sitio en especial ya no estaban, como si se escondieran de su propia cabeza, pero eso era precisamente lo que la hacia sentir tan alarmada, otra de las enseñanzas que recibió durante los años que vivió con los extraños del cementerio fue que la calma precedía a la tormenta y lo mismo se aplicaba cuando la tormenta precedía a la calma. Quizás todo eso eran imaginaciones suyas, no estaba segura, pero hasta la fecha seguía siendo la clase de persona que no daba nada por sentado, cuando un suelo parecía firme no le gustaba recargarse demasiado en el, mucho menos cuando parecía frágil, la señorita Miranda Prishcop era en otras palabras una persona bastante desconfiada.

“Si acaso quieres volar, piensa en algo encantador” Se dijo a si misma cuando un susurro le hizo notar la presencia de un hombre tirado cerca de donde ella estaba, ¿Acaso había estado tan metida en sus propios pensamientos que no había reparado en la presencia del extraño? Otro escalofrió. “Tienes que ser mas atenta Miranda Prishcop, concéntrate” Se regaño a si misma mientras se o precipitaba sobre el hombre que desfallecido parecía contestar a sus preguntas, las palabras que salieron de aquellos labios parecían de alguna manera bastante lógicas, pero se limito a sostenerlo en el suelo pues tenia la ligera sensación de que no se refería solamente a lo que ella se había planteado, sino a algo mas profundo y personal.

- Monsieur debería dejar de hablar-Le reprendió la joven con aire preocupado, ella no quería se grosera con el, pero el parecía estar bastante mal, la señorita Miranda Prishcop tomo la mano del hombre comprobando su pulso, el señor Owenas le había enseñado a hacerlo aunque hasta la fecha no había tenido la oportunidad de comprobarlo en nadie aparte de los animales que cuidaba en el rancho donde trabajaba, suspiro cuando se dio cuenta de que el mal que atacaba al hombre no era algo que ella pudiese controlar, pues de ser así ya sabría que lo estaba afectando-¿Perdón? No comprendo lo que quiere decirme-Pregunto ladeando la cabeza, sus cabellos despeinados se movieron fuera de su cola de caballo, si fuese ella la que estuviese en la situación del extraño probablemente no se encontraría tan tranquila.

por Invitado Lun Mar 18, 2013 8:13 pm

Yo necesito compañeros, pero compañeros vivos; no muertos y
cadáveres que tenga que llevar a cuestas por donde vaya.
-Friedrich Nietzsche-

Quizás las palabras se habían quedado atoradas en su garganta, hablar francés ya de por si era extraño, ese tono extraño como si en la garganta se tuviera algo, quizás se había atragantado con sus propias palabras, era eso y el tonó de su voz confundido con la respiración tan irregular que sentía flotando por ahí, aun su corazón daba tumbos contra su piel, quería toser pero algo se lo había impedido, las fuerzas, sus músculos se iban cansando y haciendo pesados, eso pasaba cuando alguien tan estúpido como él se ponía a correr así como así, nunca en su vida tuvo necesidad de hacerlo y ahora por necedad lo hacía, como si pareciera una tarea fácil. Pero Thompson se equivocaba de manera rotunda especialmente con esas cosas. La mujercita que estaba delante suyo parecía aún más absorta en una conversación con su “yo” interno, que con él propio hechicero. No era para menos, él jamás había sido demasiado interesante. Thomasa se había esfumado, como si la hubiese dejado atrás, algo poco creíble sabiendo que era un espíritu cuyos poderes estaban más allá de la imaginación humana. Por su parte no tenía con quien hablar, esperaba a que ella en un determinado momento le pusiera atención, era increíble encontrar a alguien tan ido de esta realidad.

Observó a su alrededor parecía que estaba en una especie de novela tétrica, con una mujer misteriosa, espíritus, brujos, ¿qué más podía pedir?, cuando estaba ahí tendido sintiendo los calambres en sus piernas, esa sensación que nadie soporta y en la cual es sometido para no mover ni un musculo.-¡Mierda!–Masculló entre dientes con ese acento inglés, deseando que la sensación pasará de forma instantánea, prestó atención al físico de la mujer, menuda, de altura media, de belleza extraña, de ojos distantes, de alma inquieta, misteriosa, como si se tratase de una gata en algún tejado, sin moverse siquiera, parecía que su concentración se definía en simples palabras, ‘tremendamente egoísta’, suspiró y se le quedó viendo, no se entendían, ni con ese acento francés que se cargaba.–Ignóreme, solo hablaba por hablar, a no ser que, claro…-Dejó escabullir una sonrisa sínica de sus labios -…que mi francés sea tan horrible, que ni usted ni yo por extrañas razones, hablando el mismo idioma, nos podamos entender.–Ladeó el rostro esperando por alguna reacción, en sus pensamientos, se recreaba la escena de que estaba hablando con una mujer extranjera.

El tacto de ella era demasiado frío y fino a su vez, como el de una rosa hecha a base de espinas. Increíble, seguro era una obrera más. “En esta época, mi querido Thompson, nadie tiene la fortuna de nacer en cuna noble, como tú lo has hecho, pero claro, tú eres un usurpador”, esas palabras venían en su cabeza al verla–Dime algo, ¿cuidas este lugar?–Era como una broma, estaban en medio de las ruinas, sin más, pero tampoco era lo suficientemente educado para preguntar algo tan simple como ‘¿Qué hace una bella dama en un lugar como este, solitario, abandonado y ahora tomando el pulso de un hombre que la mira con cierta perversión, porque está claro que quisiera desnudarla?’, no, claro eso se lo tenía que guardar. Pero estaba perdido en lo que ella hacía.–Adam Thompson, quizás olvides el nombre, quizás lo recuerdes algún día, pero quiero que ahora lo tengas presente y dejes de mirarme como si fuese un intruso, aunque lo soy.-Parecía que se había calmado, sus calambres, su respiración agitada, se había recuperado de puro milagro, eso o que ella tenía un tacto mágico.

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