Implorando ~ Jesko

Hacía un día ideal para pasear por el cementerio, sin mucho ánimo de cazador sino por el simple deleite de pasear y ver el cementerio. Lo cierto es que nunca hasta hoy había estado aquí, desde mi llegada a París siempre había paseado por sus calles y parques, pero por algún motivo no me atrajo la idea del cementerio, por una sencilla razón: lo esperaba más triste. Pero la riqueza artística que encontré en los mausoleos, los epígrafes de las lápidas, alguno incluso divertidos, todo cubierto de vegetación y altos árboles, mereció la pena. Cierto que no habría casi nadie paseando, pero no esperaba encontrar a nadie. Aún así, llevaba un ramo de flores para disimular. Pero era un cementerio joven, por lo que ningún nombre llamó mi atención y el paseo se limitó a la observación.

Lo que no pasaba por alto a mi caminar era la gente de rodillas frente a las lápidas de sus conocidos fallecidos, lamentándose y en ocasiones incluso contándoles qué había pasado en el tiempo que llevaban muertos. Curioso esto. Yo no creía que tras morir podamos escuchar lo que nos cuenten... ni mucho menos verlo. No creía hasta que me iniciaron en el arte de cazar y, casi con miedo, me hablaron de espíritus, o fantasmas, que se quedaban en nuestro plano. Cómo cambian las cosas de un día para otro con revelaciones así... Estas gentes creen en espíritus sin necesidad de que un tercero les diga la verdad, otras creen que esos espíritus van al Cielo o al Infierno... La cosa es que existen y ellos deciden quedarse o no. Pero si creemos en que siguen por ahí en forma de espíritu, ¿por qué llorarles? Yo preferiría seguir alegre, ya que no han dejado de existir permanentemente... Y de desaparecer para siempre, aún quedará su recuerdo, vivo en sus familiares.

-Y aún así les lloran. Grupos de dos, tres, cuatro incluso, o solitarias siluetas a la sombra de los árboles, dejando flores en la parcela de tierra que sus marchitos cuerpos ocupan... -pienso en un susurro, con la mano desnuda sobre una lápida de nombre desconocido.-Auf Wiedersehen, entidad desconocida.-finalmente dejé una de las rosas en el suelo, moviendo los labios sin decir nada pues no me atraía la idea de mentir en este sitio.


Luego seguí caminando mientras volvía a ponerme los guantes y trataba de hacer el mínimo ruido con el bastón en el suelo. Divertido, pensaba en lo último que había dicho: hasta luego. ¿Quizá conocería en la muerte a ese ocupante del cementerio? Quién sabe. Quizá incluso me reconozca cuando deje este mundo. Sería curioso.

De vez en cuando me crucé con alguna pareja o figura individual que volvía de llorar a algún ser querido y, con un saludo de lo más educado en palabras y gestos, les daba una de las rosas. No podía evitarlo. Y en una de estas vi a una joven vestida de negro impecable, luto quizás, sentada junto a una tumba, hablando en susurros. Miré mis rosas y suspiré al ver que me quedaba una. Así pues, me acerqué pero sólo para que pudiera verme al darse la vuelta, cuidando la distancia para que siguiera manteniendo la privacidad merecida. Y por supuesto, desde aquí no podría oírla. Luego saqué mi librito de bolsillo, con fragmentos de los Grimm. Hecho esto, di la espalda a la joven y me detuve a leer, contemplando a la vez un mausoleo, para poder darle la rosa a la joven en cuanto se despidiera...

No me fijé en el paso del tiempo mientras leía, inmutable, los relatos de los hermanos Grimm. Ni siquiera intenté oír qué decía la joven, ya que ni me interesaba ni importaba en lo más mínimo. Creo que ni siquiera cambié de postura, excepto una serie de movimientos con los pies para no cansarme. Pero sí que me di cuenta de cuándo calló y se giró, viéndome, mirándome. No me giré hasta que se dirigió a mí, ante lo que simulé cierto despiste, girando en redondo, fingiendo estar confundido:

-¿Eh? Oh, oh, no hay nadie más aquí... ¡Ah! Oui, madame, disculpe... Bueno, no, no llevo ni mucho tiempo ni se me ofrece nada... No creo llevar mucho tiempo, realmente no sé cuánto llevo aquí...-y como recordando ciertas normas, carraspeo y saludo inclinando la cabeza y con el sombrero.-Disculpas de nuevo. Jesko Blutjäger, a su servicio. Sólo venía a dar un paseo y, ya que no conozco a nadie, dar el pésame a quien viniese a hablar con sus seres queridos...-digo fingiendo nerviosismo, ofreciéndole la rosa.

Aún no preguntaría, pero me resultaba curioso ver a una hermosa joven vestida de negro, tan encerrada, viniendo sola al cementerio. ¿Huérfana de ambos, quizá? En mi caso la familia no es algo querido, pero sabiendo cómo es normalmente... Espero que no. Pero como este es un tema hiriente, peligroso, y no gano nada haciendo sufrir a nadie, iré con mucho cuidado...