Agresor extremo [Privado]

por **Charleen A. Baskerville** Mar Feb 19, 2013 3:23 pm

"Si luchas con monstruos, cuida de no convertirte también en monstruo. Si miras durante mucho tiempo un abismo, el abismo puede asomarse a tu interior." Nietzsche

El interior de Notre Dame se encontraba tan silenciosa que apenas y podía aceptarse la idea de que aun hubiese gente, pero las puertas del recinto estaban abiertas a los pecadores porque Alessa se encontraba hincada frente al santísimo, cubierta con un velo negro y lagrimas en los ojos, sus manos se entrelazaban entre ellas honrando su reza, mientras el padre permanecía parado cerca de ella.

- ¿Esta lista para la confesión?-Alessa asintió en una mueca muda, levantando el rostro, el sacerdote camino en una especie de reverencia hasta el confesionario, ella entro a la cabina que le correspondía y el a la suya, unos segundos fueron suficientes para que la mujer acomodara sus vestidos en el banco, pasando con una silenciosa calma el pañuelo blanco debajo de sus ojos azules. El sacerdote espero y comenzó con la ceremonia común de las confesiones, después, le toco a ella abrir la boca para confesar sus pecados.

- Padre, quiero que me absuelva, desde hace muchos años acudo constantemente a diferentes iglesias en busca de salvación, pero ninguna a sabido darme lo que necesito, ninguna estaba apta para tratar a alguien como yo-El hombre se inclino un poco en la rejilla con una sonrisa en los labios, dejando que la muchacha siguiera hablando acerca de sus propios problemas mientras intentaba vislumbrar correctamente la figura al otro lado del confesionario.

Alessa era una mujer en extremo rara, casi siempre permanecía parada en un solo sitio, pensando acerca de la situación en la que se encontraba, perdida por las mañanas, sin ni un recuerdo de los días anteriores, mientras que por las noches temía a que diesen las doce antes de terminar con su trabajo, podía sentir claramente lo que sintió la cenicienta cuando, adornada con la magia del hada madrina, corrió al baile a danzar con su príncipe, teniendo que huir cuando dieron las doce.

- Yo creo que todas mis acciones están justificadas padre, y no creo haber cometido pecado alguno, por eso todos se han negado a darme la absolución, pero yo, no e matado por gusto, sino por conocimiento, nadie entiende mi posición, nadie comprende que los pequeños sacrificios son necesarios, ellos quieren que me arrepienta…-Una leve sonrisa se formo en sus labios debajo del velo, sonrisa que por supuesto en reverendo no alcanzo a notar mas que en el tono de sus palabras- ¿Pero acaso no esta usted de acuerdo? ¿Acaso no esta usted dispuesto a entregar su vida por algo? Padre, me acuso de haber secuestrado, torturado, asesinado y disecado a cientos de feligreses… Tambien quiero que me absuelva por lo que estoy a punto de hacer, esclavizara un aliado del señor…-El hombre apenas y pudo sorprenderse antes de ser lanzado fuera de la cabina, arrodillado en el suelo con sus cuatro extremidades atravesadas por palos de hierro, el hombre levanto la vista mirándola salir de la cabina.

- Electus Everson…-Alessa sonrió haciéndole señas a sus guardias para que se lo llevaran, estos, como si de autómatas se tratasen lo sacaron a rastras del recinto, mientras la joven volvía a hincarse frente al santísimo- Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros ti reino…-siguió recitando como en un mantra, aunque sus rezos no fuesen sinceros, al menos tenia en que perder el tiempo.