AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Gabriella de Beaucaire
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Gabriella de Beaucaire
DATOS BÁSICOS
-Nombre del Personaje: Gabriella Elöise de Beaucaire (Apodada Gabby o Gabrielle)
-Edad: 420 años (Aparenta 28)
-Especie: Vampiro
-Facción a la que pertenece: ---
-Tipo, Clase Social o Cargo: Clase Alta
-Orientación Sexual: Heteroflexible
-Lugar de Origen: París, Francia
-Habilidad/Poder:
→ AGILIDAD Y REFLEJOS SOBREHUMANOS: HABILIDAD PARA MOVERSE CON MÁS SOLTURA POR UN SITIO, UTILIZANDO BRAZOS Y PIERNAS REACCIONANDO MAS RÁPIDO QUE UN HUMANO NORMAL.
→ SENTIDOS AUMENTADOS: AUMENTO DE PERCEPCIÓN EN LOS SENTIDOS DE LA VISTA, EL OLFATO, EL GUSTO, EL TACTO Y LA AUDICIÓN.
→ INFRINGIR DOLOR POR MEDIO DE LA MENTE: CAPACIDAD QUE CONSISTE EN INFRINGIR DOLOR A UNA PERSONA, ESTO SOLO FUNCIONA POR MEDIO DE LA CONCENTRACIÓN MENTAL Y EL CONTACTO VISUAL.
→ SANACIÓN ACELERADA: HABILIDAD PARA CURAR RÁPIDAMENTE DE CUALQUIER LESIÓN. EL TIEMPO DE RECUPERACIÓN VARÍA SEGÚN EL PERSONAJE.
→ SENTIDO DEL PELIGRO: HABILIDAD PARA PERCIBIR EL PELIGRO PERSONAL. ES UNA FORMA LIMITADA DE PRECOGNICIÓN.
-Edad: 420 años (Aparenta 28)
-Especie: Vampiro
-Facción a la que pertenece: ---
-Tipo, Clase Social o Cargo: Clase Alta
-Orientación Sexual: Heteroflexible
-Lugar de Origen: París, Francia
-Habilidad/Poder:
→ AGILIDAD Y REFLEJOS SOBREHUMANOS: HABILIDAD PARA MOVERSE CON MÁS SOLTURA POR UN SITIO, UTILIZANDO BRAZOS Y PIERNAS REACCIONANDO MAS RÁPIDO QUE UN HUMANO NORMAL.
→ SENTIDOS AUMENTADOS: AUMENTO DE PERCEPCIÓN EN LOS SENTIDOS DE LA VISTA, EL OLFATO, EL GUSTO, EL TACTO Y LA AUDICIÓN.
→ INFRINGIR DOLOR POR MEDIO DE LA MENTE: CAPACIDAD QUE CONSISTE EN INFRINGIR DOLOR A UNA PERSONA, ESTO SOLO FUNCIONA POR MEDIO DE LA CONCENTRACIÓN MENTAL Y EL CONTACTO VISUAL.
→ SANACIÓN ACELERADA: HABILIDAD PARA CURAR RÁPIDAMENTE DE CUALQUIER LESIÓN. EL TIEMPO DE RECUPERACIÓN VARÍA SEGÚN EL PERSONAJE.
→ SENTIDO DEL PELIGRO: HABILIDAD PARA PERCIBIR EL PELIGRO PERSONAL. ES UNA FORMA LIMITADA DE PRECOGNICIÓN.
DESCRIPCIÓN FÍSICA
¿Cómo soy? ¿Es acaso esto una carta indecente? Espero que no, porque esas cosas no son apropiadas para alguien de mi clase. En fin, si es muy importante saberlo, lo contare. Dicen por ahí que mi estatura no es la de una dama frágil y delicada, como la mayoría suele serlo, pero no me considero un monumento a Goliatt.
Extremidades largas como las mías suelen ser útiles para cuestiones lujuriosas, y debo admitirlo, eso me agrada bastante.
La piel bronceada que había heredado de mis padres desapareció una vez que fui transformada, y se convirtió en una tez pálida, blanca como la porcelana, que ahora hace contraste con mi cabello rojizo oscuro.
Oh, ese es otro punto importante.
¿Habías notado el color de la mayoría de las pelirrojas? Naranja zanahoria. Para mi buena fortuna, nací con una melena rojiza como la sangre, con esa bella tonalidad de las cerezas. ¿Mis ojos? Azul como el océano que pude vislumbrar en las costas francesas.
Los labios, carnosos y bien proporcionados, los mantengo casi sin maquillaje, con un tono rojizo natural que quizás es un efecto secundario de mi condición como vampiro.
La belleza en mi vida humana, según recuerdo de forma sublime, no era especial ni mística. Sin embargo, debo admitir, la inmortalidad me cayó extremadamente bien.
Extremidades largas como las mías suelen ser útiles para cuestiones lujuriosas, y debo admitirlo, eso me agrada bastante.
La piel bronceada que había heredado de mis padres desapareció una vez que fui transformada, y se convirtió en una tez pálida, blanca como la porcelana, que ahora hace contraste con mi cabello rojizo oscuro.
Oh, ese es otro punto importante.
¿Habías notado el color de la mayoría de las pelirrojas? Naranja zanahoria. Para mi buena fortuna, nací con una melena rojiza como la sangre, con esa bella tonalidad de las cerezas. ¿Mis ojos? Azul como el océano que pude vislumbrar en las costas francesas.
Los labios, carnosos y bien proporcionados, los mantengo casi sin maquillaje, con un tono rojizo natural que quizás es un efecto secundario de mi condición como vampiro.
La belleza en mi vida humana, según recuerdo de forma sublime, no era especial ni mística. Sin embargo, debo admitir, la inmortalidad me cayó extremadamente bien.
DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA
Me parece que, una de las coas más difíciles que le pueden preguntar a alguien, es: "¿Cómo es tu personalidad?". La personalidad es algo más que un par de emociones que nacen a partir de una situación determinada; es aquello que te define como una persona irreemplazable. No puedo, por más que lo intente, dejar expuesta mi verdadera esencia por medio de letras simples y sin el don de la voz. Si mi nombre no fuese Gabriella, si una sola palabra pudiese describirme, esa palabra sería... Amante.
Una persona que ama, que se apasiona, y que va a hurtadillas por los callejones de París escondiendo su presencia de las miradas curiosas.
Mi mayor amor es la música, el sonido que enloquece, tranquiliza, cautiva y apasiona en tan solo par de notas; las voces que admiro, son aquellas que pongan el corazón en la canción, que den su sangre y su aliento por el arte del sonido. Mi segundo amor, los niños, los hombres, la ropa de diseño. Todas aquellas cosas que requieran atención, complejidad, afecto.
La elegancia es una de aquellas cosas que no puede faltar para que yo llegue a un clímax emocional, aquello que debe estar presente en una de tantas fiestas, reuniones privadas e incluso encuentros fortuitos. Mi moral es inquebrantable, y protejo lo que es mío sin importar lo que suceda.
Nunca te haré daño si te enamoras de mi como una mujer, como una hermana o una amiga, pero lo lamentarás si llegas a traicionar mi confianza. Y si llegases a tocar a una de las personas a las que estimo y admiro, me aseguraré de que desees morir cuanto antes.
Una persona que ama, que se apasiona, y que va a hurtadillas por los callejones de París escondiendo su presencia de las miradas curiosas.
Mi mayor amor es la música, el sonido que enloquece, tranquiliza, cautiva y apasiona en tan solo par de notas; las voces que admiro, son aquellas que pongan el corazón en la canción, que den su sangre y su aliento por el arte del sonido. Mi segundo amor, los niños, los hombres, la ropa de diseño. Todas aquellas cosas que requieran atención, complejidad, afecto.
La elegancia es una de aquellas cosas que no puede faltar para que yo llegue a un clímax emocional, aquello que debe estar presente en una de tantas fiestas, reuniones privadas e incluso encuentros fortuitos. Mi moral es inquebrantable, y protejo lo que es mío sin importar lo que suceda.
Nunca te haré daño si te enamoras de mi como una mujer, como una hermana o una amiga, pero lo lamentarás si llegas a traicionar mi confianza. Y si llegases a tocar a una de las personas a las que estimo y admiro, me aseguraré de que desees morir cuanto antes.
HISTORIA
Parte 1. Mortalidad.
La especie humana, según el propio ser humano, es la especie dominante sobre la tierra, aquella que piensa, reflexiona, actúa y aprende. Sin embargo, hay un miedo que ha nacido en cada persona, sin importar el sexo, color de piel o lugar de procedencia: La existencia de una especie más poderosa que el ser humano.
Cuatrocientos años y un par de décadas atrás de 1800, la vida en Francia figuraba ser de una guerra eterna contra Inglaterra, de problemas, sequías e inmensa fe religiosa. Todo el mundo vivía con simpleza, incluso los nobles de la realeza sabían que el tiempo era valioso, y su deseo de vivir la riqueza del pueblo se fue volando por las nubes. Entre una de tantas familias de prestigioso apellido y fortuna generosa, estaban los ‘de Beaucaire; se trataba de un linaje poco conocido, pero importante de Francia.
En esa época, la familia lamentaba el desafortunado matrimonio de su heredero, Leo de Beaucaire, con la poco popular Jacqueline ‘le deacord, debido a que en el primer año de su matrimonio, la bella pero rechazada mujer no había podido concebir un hijo.
No fue sino hasta después de tres años que Jacqueline concibió una niña, pero esto solo trajo más problemas.
La familia de Leo estaba desesperada por un varón, y temían que la fortuna familiar cayera en sus manos; sumando a esto que la relación Francia-Inglaterra no era la mejor, la pequeña Gabriella llegó al mundo en medio de un campo de batalla. Pasaron 20 años para que la guerra alcanzara a la pequeña de rizos pelirrojos. Los cañones, los espías y los duelos a muerte no tardaron en inundar Francia, llegando hasta los castillos, palacios y casas de campos de los nobles.
Un grupo de ingleses interceptaron las cartas de espías franceses, en las cuales mencionaban el apellido ‘de Beaucaire, convirtiéndose así en su blanco. Un primo de Leo advirtió los movimientos del enemigo, cuando estos entraban a la casa solariega de Leo y Jacqueline, pero ninguna ayuda llegó hacia ellos. Su familia los abandonó cuando más los necesitaban, dejando así a la heredera del linaje a merced de los ingleses. La madre murió aquella noche, el padre fue prisionero de guerra, y Gabrielle… ella corrió con suerte.
Es difícil creer que ser secuestrada, amordazada, golpeada y amenazada sea un golpe de suerte, pero para Gabby, que contaba con una belleza innata y una herencia tentadora, fue lo mejor que podía esperar. Entre los ingleses que la habían secuestrado, se encontraba un hombre apuesto, valiente, moral hasta el último de sus huesos, pero a fin de cuentas inglés. Ella lo miraba cada noche mientras viajaban rumbo a Londres, donde le esperaba un juicio y un interrogatorio poco amigable; notaba su tristeza y su orgullo herido, bajo la luz de la Luna, en medio del mar, podía ver cuán poco le gustaba tenerla como rehén.
Al llegar a las costas de Inglaterra, en un puerto lúgubre y solitario, Nathaniel, el inglés que apreciaba la vida de Gabriella, desapareció. El viaje hasta Londres se volvió casi insoportable para la pelirroja, que se lamentaba porque el último rayo de luz que había vislumbrado había desaparecido. Estando en Londres como prisionera, pasaron pocos días para que el juicio iniciara, y para sorpresa de la francesa, se le encontró culpable de crímenes políticos que ella ignoraba. La orca ahora era su destino. Pero el destino es caprichoso y no deseaba verla morir de aquella forma, le deparaba una muerte diferente y fugaz.
La noche antes de su ejecución la figura sombría de un extraño la visitó en su celda, descubriéndose como su protector, Nathaniel. Ahora sus ojos negros reflejaban un brillo rojizo, su piel había adquirido una tonalidad pálida y unos colmillos sobresalían de entre sus labios. Le confesó lo que le había sucedido, la mordida, la muerte, el renacer; le prometió protegerla y regalarle la eternidad, y cumplió su palabra. Gabriella fue transformada y de aquella manera pudo escapar de Londres y su injusta ley.
Parte 2. Inmortalidad.
Con el paso de los años, Gabriella (O Gabrielle) comprendió una ironía universal para los vampiros: La eternidad se volvía mucho más eterna cuando aprendías todo demasiado a prisa. Las habilidades que había adquirido en tan poco tiempo le habían permitido evolucionar como persona, sin mencionar la experiencia que había vivido como humana, cosa que la marcó de por vida. Aprendió el precio de libertad y el valor de la lealtad, confió su vida a Nathaniel y nunca sintió tentación de traicionarle de alguna forma.
Las décadas pasaban y entre ellos nacía una confianza a prueba de bombas, un cariño indescriptible y una pasión arrolladora, aunque nunca hubo confesiones de amor, compromisos o celos. Se veían unidos por el puro deseo de vencer a la muerte, de escupirle en la cara a todas aquellas personas que les hicieron daño. Sí, hubo más de una venganza, miles de lágrimas y sin duda remordimientos que les siguieron por el resto de sus vidas inmortales.
La vida como vampiro no le sentó muy bien a Gabrielle los primeros tres siglos, mientras vivía de pueblo en pueblo alrededor de Inglaterra junto con Nathaniel. Sentía sed a todas horas, y aunque asistía a fiestas, eventos sociales y comidas campestres, como una mujer normal, tenía siempre el deseo de asesinar a las damas que solían acompañarla. Además, en más de una ocasión se había sentido atraída hacia algunas mujeres. ¿Sería su condición vampírica una enfermedad más que una salvación? La duda la mataba por dentro, y ni siquiera su amor leal hacia su protector fue suficiente para mantenerla a su lado.
¿De donde era? ¿Cuál era la procedencia de su apellido? ¿Había tenido familia? ¿Qué era tener hijos y esposo? Las preguntas iban y venían, los recuerdos permanecían oscuros y confusos en su mente, pues había algo que parecía estarlos bloqueando.
La locura comenzaba a seducirla y el miedo a perecer como tantos otros vampiros la hizo abandonar a Nathaniel. Tan solo una carta dejó a sus espaldas, confesando al fin cuanto le había amado, y cuanto agradecía su protección. Investigó por varios países Europeos la procedencia de su nombre y su apellido; solo pudo descubrir que procedía de una familia francesa poderosa que había desaparecido siglos atrás, quizás al mismo tiempo de su transformación, pero seguía sin poder recordar nada.
Cuando el siglo XVIII llegaba a su fin, Gabrielle abandonó Inglaterra, que se había convertido en su hogar, y volvió a Francia con la esperanza de encontrar su pasado, y con mucha suerte, su futuro. Deseaba saber quién era y quien hubiese sido de haber madurado en París, una ciudad apasionada que distaba mucho de la frialdad innata de Londres.
La especie humana, según el propio ser humano, es la especie dominante sobre la tierra, aquella que piensa, reflexiona, actúa y aprende. Sin embargo, hay un miedo que ha nacido en cada persona, sin importar el sexo, color de piel o lugar de procedencia: La existencia de una especie más poderosa que el ser humano.
Cuatrocientos años y un par de décadas atrás de 1800, la vida en Francia figuraba ser de una guerra eterna contra Inglaterra, de problemas, sequías e inmensa fe religiosa. Todo el mundo vivía con simpleza, incluso los nobles de la realeza sabían que el tiempo era valioso, y su deseo de vivir la riqueza del pueblo se fue volando por las nubes. Entre una de tantas familias de prestigioso apellido y fortuna generosa, estaban los ‘de Beaucaire; se trataba de un linaje poco conocido, pero importante de Francia.
En esa época, la familia lamentaba el desafortunado matrimonio de su heredero, Leo de Beaucaire, con la poco popular Jacqueline ‘le deacord, debido a que en el primer año de su matrimonio, la bella pero rechazada mujer no había podido concebir un hijo.
No fue sino hasta después de tres años que Jacqueline concibió una niña, pero esto solo trajo más problemas.
La familia de Leo estaba desesperada por un varón, y temían que la fortuna familiar cayera en sus manos; sumando a esto que la relación Francia-Inglaterra no era la mejor, la pequeña Gabriella llegó al mundo en medio de un campo de batalla. Pasaron 20 años para que la guerra alcanzara a la pequeña de rizos pelirrojos. Los cañones, los espías y los duelos a muerte no tardaron en inundar Francia, llegando hasta los castillos, palacios y casas de campos de los nobles.
Un grupo de ingleses interceptaron las cartas de espías franceses, en las cuales mencionaban el apellido ‘de Beaucaire, convirtiéndose así en su blanco. Un primo de Leo advirtió los movimientos del enemigo, cuando estos entraban a la casa solariega de Leo y Jacqueline, pero ninguna ayuda llegó hacia ellos. Su familia los abandonó cuando más los necesitaban, dejando así a la heredera del linaje a merced de los ingleses. La madre murió aquella noche, el padre fue prisionero de guerra, y Gabrielle… ella corrió con suerte.
Es difícil creer que ser secuestrada, amordazada, golpeada y amenazada sea un golpe de suerte, pero para Gabby, que contaba con una belleza innata y una herencia tentadora, fue lo mejor que podía esperar. Entre los ingleses que la habían secuestrado, se encontraba un hombre apuesto, valiente, moral hasta el último de sus huesos, pero a fin de cuentas inglés. Ella lo miraba cada noche mientras viajaban rumbo a Londres, donde le esperaba un juicio y un interrogatorio poco amigable; notaba su tristeza y su orgullo herido, bajo la luz de la Luna, en medio del mar, podía ver cuán poco le gustaba tenerla como rehén.
Al llegar a las costas de Inglaterra, en un puerto lúgubre y solitario, Nathaniel, el inglés que apreciaba la vida de Gabriella, desapareció. El viaje hasta Londres se volvió casi insoportable para la pelirroja, que se lamentaba porque el último rayo de luz que había vislumbrado había desaparecido. Estando en Londres como prisionera, pasaron pocos días para que el juicio iniciara, y para sorpresa de la francesa, se le encontró culpable de crímenes políticos que ella ignoraba. La orca ahora era su destino. Pero el destino es caprichoso y no deseaba verla morir de aquella forma, le deparaba una muerte diferente y fugaz.
La noche antes de su ejecución la figura sombría de un extraño la visitó en su celda, descubriéndose como su protector, Nathaniel. Ahora sus ojos negros reflejaban un brillo rojizo, su piel había adquirido una tonalidad pálida y unos colmillos sobresalían de entre sus labios. Le confesó lo que le había sucedido, la mordida, la muerte, el renacer; le prometió protegerla y regalarle la eternidad, y cumplió su palabra. Gabriella fue transformada y de aquella manera pudo escapar de Londres y su injusta ley.
Parte 2. Inmortalidad.
Con el paso de los años, Gabriella (O Gabrielle) comprendió una ironía universal para los vampiros: La eternidad se volvía mucho más eterna cuando aprendías todo demasiado a prisa. Las habilidades que había adquirido en tan poco tiempo le habían permitido evolucionar como persona, sin mencionar la experiencia que había vivido como humana, cosa que la marcó de por vida. Aprendió el precio de libertad y el valor de la lealtad, confió su vida a Nathaniel y nunca sintió tentación de traicionarle de alguna forma.
Las décadas pasaban y entre ellos nacía una confianza a prueba de bombas, un cariño indescriptible y una pasión arrolladora, aunque nunca hubo confesiones de amor, compromisos o celos. Se veían unidos por el puro deseo de vencer a la muerte, de escupirle en la cara a todas aquellas personas que les hicieron daño. Sí, hubo más de una venganza, miles de lágrimas y sin duda remordimientos que les siguieron por el resto de sus vidas inmortales.
La vida como vampiro no le sentó muy bien a Gabrielle los primeros tres siglos, mientras vivía de pueblo en pueblo alrededor de Inglaterra junto con Nathaniel. Sentía sed a todas horas, y aunque asistía a fiestas, eventos sociales y comidas campestres, como una mujer normal, tenía siempre el deseo de asesinar a las damas que solían acompañarla. Además, en más de una ocasión se había sentido atraída hacia algunas mujeres. ¿Sería su condición vampírica una enfermedad más que una salvación? La duda la mataba por dentro, y ni siquiera su amor leal hacia su protector fue suficiente para mantenerla a su lado.
¿De donde era? ¿Cuál era la procedencia de su apellido? ¿Había tenido familia? ¿Qué era tener hijos y esposo? Las preguntas iban y venían, los recuerdos permanecían oscuros y confusos en su mente, pues había algo que parecía estarlos bloqueando.
La locura comenzaba a seducirla y el miedo a perecer como tantos otros vampiros la hizo abandonar a Nathaniel. Tan solo una carta dejó a sus espaldas, confesando al fin cuanto le había amado, y cuanto agradecía su protección. Investigó por varios países Europeos la procedencia de su nombre y su apellido; solo pudo descubrir que procedía de una familia francesa poderosa que había desaparecido siglos atrás, quizás al mismo tiempo de su transformación, pero seguía sin poder recordar nada.
Cuando el siglo XVIII llegaba a su fin, Gabrielle abandonó Inglaterra, que se había convertido en su hogar, y volvió a Francia con la esperanza de encontrar su pasado, y con mucha suerte, su futuro. Deseaba saber quién era y quien hubiese sido de haber madurado en París, una ciudad apasionada que distaba mucho de la frialdad innata de Londres.
DATOS EXTRA
A pesar del interés que tiene por la sociedad, no se preocupa por ser demasiado "mayor" para ser considerada casadera.
Disfruta del tabaco con medida, pues considera que es una forma tonta de perder el apetito.
Espera algún día poder cantar a dueto con alguien a quien admire bastante.
El apodo "Gabby" duró tan solo en su vida mortal, pues como vampiresa era más conocida como "Gabriella" o "Gabrielle". Gusta de modificar su nombre constantemente.
Disfruta del tabaco con medida, pues considera que es una forma tonta de perder el apetito.
Espera algún día poder cantar a dueto con alguien a quien admire bastante.
El apodo "Gabby" duró tan solo en su vida mortal, pues como vampiresa era más conocida como "Gabriella" o "Gabrielle". Gusta de modificar su nombre constantemente.
gracias a αgusτınα• de sourcecode
Gabriella de Beaucaire- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 16/02/2013
DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
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