Pisadas en la profundidad del bosque [Privado/Abraxas]

por **Miranda Nightleaf** Jue Feb 21, 2013 8:31 pm

Rose Kennedy dijo una vez "Los pájaros cantan tras la tormenta, ¿por qué no va a poder la gente deleitarse con la poca luz que les quede?”

Miranda Prishcop tenia una severa peculiaridad en su carácter, ella no le tenia miedo a nada y le temía a todo, después de vivir media vida en un cementerio la oscuridad no era algo con lo que ella temblase, las sombras de la noche no le asustaban, la gente no eran problema para ella, al menos no la gente común y corriente, pero al mismo tiempo, caminar sola por el bosque le aterraba, no se trataba solamente de andar por ahí, pues con anterioridad había descubierto que era un atajo bastante conveniente hacia su hogar, de modo que perderse no era un problema, los animales salvajes eran los que le preocupaban.

Claro que por definición “animales salvajes” se traduciría como lobos, coyotes, y otros animales, sin embargo ella se refería a otro tipo de animales, animales sangrientos y con grandes colmillos, sin embargo a ella le parecía mejor media hora de soledad andando en el bosque que dos horas a caminos abiertos, suspiro cuando los ojos comenzaron a acostumbrarse a la oscuridad, las raíces de los arboles no seria motivo de tropiezos ahora que alcanzaba a vislumbrar mejor hacia adelante.

“Sonríe Miranda Prishcop, y plántate bien en el suelo o te romperás el cuello” Se dijo a si misma para después sonreír aliviando la tensión en sus piernas al darse cuenta de que había comenzando a hablar consigo misma, esta costumbre la desarrollo durante sus días en las cavernas, durante aquel tiempo en el cual solamente estaba ella misma para darse ánimos, pues todos a su alrededor desaparecían paulatinamente, costumbre que claro se reafirmo con su vida en el cementerio, alejada de las demás personas creció en esa extraña sociedad creada por individuos tan diferentes como únicos.

Miranda conocía a mucha gente, pero no tenia mas amigos que la congregación del cementerio, generalmente hablaba con un sinfín de personas debido a su trabajo, y casi siempre asistían todos a pedirle algún concejo cuando lo necesitaban, pero no existía una sola persona que supiera demasiado de ella, podría decirse que se había transformado en un alma solitaria, lo cual había que decir, no estaba tan mal, pues Miranda encontraba un cierto placer en el silencio y la soledad.

Chasqueo los labios cuando sin querer metió las botas en el lodo, una mueca volvió a hacerse en su rostro, los pantalones de equitación también se habían machado, suspiro, ya no tenia suficientes pares así que tendría que comprar nuevos, después de todo en su trabajo los vestidos eran solamente un estorbo, claro que por otro lado Miranda no descartaba la posibilidad de algún día asistir a bailes vestida como toda una dama, pero en estos momentos de su vida, verse rodeada repentinamente de demasiadas personas probablemente afectaría sus nervios de una mala manera.

- Es cierto, toma el consejo del señor Owens!-Exclamo en vos alta avanzando rápidamente, no recordaba la tonada pero estaba segura de que cuando comenzara la música tomaría su curso, los labios de la muchacha se juntaron formando una “O” al tiempo que soplaba dejando salir un melodioso sonido, un par de pruebas mas y finalmente la canción que tocaban los miembros de la orquesta infantil para ella salieron de su garganta en forma de silbido, cuando tenia pesadillas o el miedo la invadía bastaba nada mas escuchar las primeras notas para que se sintiese completamente a salvo, no estaba segura en que consistía este hecho, pero se había vuelto el bálsamo que acallaba las cicatrices de su pasado.