En busca de sangre (Lestat)

por **Cassandra Albrioni** Miér Feb 27, 2013 8:23 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Solo habían pasado unas pocas noches desde mi despertar, aun me sentía débil y cansada. Solo había conseguido una víctima a mi despertar, aun mi apariencia era extremadamente delgada y demacrada. No deseaba que me vieran de esa forma, luego de ser una mujer tan elegante y hermosa. Debía conseguir sangre, pero esta vez no estaba de ánimos para arrancar brazos, cabezas y divertirme con la agonía de mi víctima.

Creo que pasarían muchos años antes de que volviera a tomar otra siesta tan larga, estaba debilidad no era de mi agrado. Me quité los zapatos, mi equilibrio en estos momentos no era el mejor y me hacía tambalear. Respiré y trate de encontrar una víctima de forma rápida, no podía continuar de esa manera. Los callejones era peligrosos y uno nunca sabe que puede salir de las sombras. Cualquiera podía dañarme con facilidad en este instante.

La sed quemaba mi garganta como el infierno mismo; pero a pesar de eso debía mantener la compostura no podía atacar a diestra y siniestra como un vampiro salvaje sin razón, pero ¿cómo atacar? Solía atraer a mis víctimas por mi hermosa figura, caían fácilmente al pretender poseerme, pero en este momento no podía aplicar esa táctica y la lucha tampoco era una opción. Debía encontrar la manera. Me recosté contra una pared y traté de pensar. No toda persona deseaba morir, como ocurrió en el cementerio con mi víctima.

por **Cassandra Albrioni** Miér Abr 20, 2016 10:05 pm

Beber la sangre de Lestat, esa idea daba mil vueltas en mi cabeza. Él me la ofrecía y yo la quería, la ansiaba, pero tenía tanto temor ¡Oh! Lestat, cuanto razón tienes al decir que te necesito eres mi único consuelo en este momento. No lo quiero admitir, no quiero que me pienses frágil, pero te deseo a mi lado.

Una y otra vez has corrido hacia mí sin importante peligrar, eso es más de lo que muchos han hecho por mí en mi vida, por ello no sé cómo reaccionar, cómo responder y seguir siendo yo. Estoy cansada y en mi mente cruza la idea de entregarme a él: cuídame, protégeme, no te enfades conmigo y enséñame que puedo confiar en ti.

Lo escucho cuando me indica que no me mueva y obedezco. Me calmo y lo miro. No eres como los otros, tú infinita paciencia para conmigo me tiene sorprendida. Rememoro nuestra noche en el teatro y evoco su sonrisa pícara. Él confió en mí en aquel entonces, yo confiaré en ti hermoso ángel rubio.

El vampiro me rodea con su brazo y ya no hay vuelta atrás. Suspiro y hablo con toda sinceridad, esta vez sin barreras:

Sí, ha sido suficiente

Me siento expuesta, pero al mismo tiempo el sentimiento de seguridad está presente ¿cómo consigues eso de mí? ¿Cómo consigues que ceda ante ti?

Cuando dice lo del animal, recuerdo lo que había pensado horas antes. Otra vez decido sincerarme con él:

-No me gustan las ratas, prefiero infinitamente más beber tu sangre –sonrío con gracia, por la manera en que ha sonado mi respuesta.

Beber de algún animal doméstico me resultaría imposible, a pesar de lo despiadada que puedo ser con los humanos, los animales son otra historia para mí. Me duele el cuerpo y otra vez me da vueltas la cabeza. En este momento, me alegra que Lestat me esté sujetando, de otra manera seguro que ya estaría en el suelo. Coloco mis manos sobre el pecho del vampiro sosteniéndome, aunque confío en que él no me dejará caer.

“No quiero volver a gritarte, pero todo esto me tiene nervioso y molesto.” Esa frase fue suficiente para que sintiera un escalofrío agradable en todo mi cuerpo, su declaración me enterneció de una manera que no alcanzo a describir ¡Oh! Lestat, combates mis temores de una forma que no tiene precedentes.

-No huiré, lo prometo.

por **Lestat De Lioncourt** Sáb Jun 11, 2016 8:12 pm

Finalmente comprendió, lo noto en su mirada. Era una criatura orgullosa, demasiado, y muy presumida. Pensando en esto una risa susurrada broto de mis labios al darme cuenta que yo no soy el ser más apropiado para cuestionar su comportamiento. Mientras tanto, la idea de dar mi sangre a una, podría decir, completa desconocida, cobraba nuevamente vida en mi cabeza y ahora no creo que sea la solución. No la única. Recuerdo que en ese momento estaba desesperado, y es que me enfada no tener el control y verme prácticamente obligado a perseguir a Cassandra sólo por su bien. ¿Acaso pretendo ser un héroe? Que ironía, que barbaridad. Armand seguramente se burlaría de mi. – No será mi sangre la que derramaremos esta noche. – Declaré mientras mis manos la sostienen. Decidido girar lentamente, me muevo y la pared de una abandonada casa sirve de apoyo al cuerpo fatigado. – Aquella propuesta a caducado, madame. – Dije con un leve toque de humor, observando su rostro cuando retrocedo y me alejo. Esperaba que ella no rompiera su promesa, que no volviera a huir. Sinceramente ya estaba cansando.

Agudizo mis sentidos y me dispuse a oír la mente de aquellos que vagan entre los gruesos muros de una pequeña taberna. Un hombre de cabello oscuro caminó con las manos en los bolsillos, saliendo del local. Su rostro esta sonrojado por efecto del vino y sus profundos ojos miraban alrededor en busca de algo o alguien. Mordió su labio al imaginar lo que haría cuando ese cuerpo joven estuviera en sus brazos, golpeándolo, gritando por liberarse. Eso era lo que Cassandra necesitaba. Ese tipo de sangre.

Los cafés, bares de copas, tugurios a media luz, estos lugares me gustaban. En ellos puedo elegir fácilmente a mi próxima víctima y aquel hombre era el canalla que estaba esperando. Entonces decidí que guiaría a este directamente a Cassandra. Sabía que sería algo sencillo y no perdí más tiempo pensando. Sin decir nada corrí al encuentro de ese hombre, lo persigo y acorralo en distintos callejones. Lo que más me gusta de cazar es la persecución.

Ella tenia todo previsto. Lo sé. Aguardó impaciente. Yo mantuve la mirada en los ojos de esa víctima. Lo atormentó de una y otra manera, obligándole a retroceder de espaldas a Cassandra, directo a los brazos de la muerte.

por **Cassandra Albrioni** Jue Jun 30, 2016 10:52 am

Me siento extraña, pues he decidido confiar en un semi extraño y ahora me veo a mi misma como aquellas doncellas que literatura que esperan que el príncipe las rescate ¡Qué patético de mi parte! Bueno, querido Lestat he puesto mi confianza en ti. No me falles, por favor.

Escuchó sus palabras y me quedo fría ¿qué sucede? Trato de aparentar con todas mis fuerzas la sorpresa que me he llevado. Suspiro lentamente, esperando que crea que es un reflejo de mi condición actual y no el terrible golpe que acabo de sentir por su respuesta. Suficiente con que mi aspecto sea absurdamente frágil, como para que también sepa que ha herido emociones que se encontraron por un breve instante a flor de piel. Ahora, debería volver a limitar mi confianza con este vampiro, pues al parecer es de mil pareceres. No puedo fiarme de sus palabras o sus propuestas. No respondo y me dejo guiar hacia la pared.

Mis promesas o acuerdos son de respetar, por ello no suelo hacerlos a menudo o con cualquiera. En esta ocasión prometí no huir y eso haría. Me quedé en aquel lugar, cerré los ojos brevemente, agudicé los sentidos y me propuse escuchar lo que haría el inmortal. Escuché pasos pesados, se notaban que provenían de un humano. Los pasos felinos de Lestat eran divertidos de seguir, lo que me hizo sonreír y pensar que algún día me gustaría cazar con él, seguí oyendo lo que pasaba, percibía ruidos de cristal y porcelana al chocar contra ellas mismas o contra madera, por lo que adiviné que algún recinto de reunión estaba cerca.

El olor de un mortal pronto se hizo intenso, me inmiscuí sin permiso en la mente del hombre y me deleite con la persecución. El temor, la rabia y el desconcierto hacían presa de aquel ser y eso me gustaba, me animaba. Pronto me sentí entusiasmada y me preparé para el “banquete” si es que si podía llamar así. Tiré mi rubia cabellera hacia atrás y cual demonio me oculté en la sombra de la buena noche. Los pasos se hacían más sonoros, el terror por fin hizo presa del hombre, caminó hacia mí pensando que encontraría salvación del horror que representaba el vampiro y en un segundo, sin mucho esfuerzo, tuve mis calmillos clavados en su piel suave.

La sangre era caliente, espesa y tenía ese toque amargo que le brindaba el vino, cosa que me hacía delirar. Bebí con avidez, pasé mis brazos alrededor de su cuello y conseguí, con cierto forcejeo, inmovilizarlo. Mi cuerpo se pegaba al del humano, como no lo hacía desde que me convertí en una criatura nocturna, se aferraba a él con fuerza ya que ese néctar representaba mi salvación, la dicha y la vitalidad que volvía a recorrer mis venas casi vacías.

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