Máscara de sangre. Sangre de esclavitud | Privado | El ascenso del Príncipe

por **Violante** Vie Jul 15, 2016 3:07 pm

Un baile está lleno de sorpresas.
La muerte es una de ellas.

Violante despertó sediento, esto se debía a una noche de abstinencia; si bien es cierto que para aquel entonces un frenesí de beber sangre lo acosaba diariamente, consiguió no beber en una noche. No se trataba por el propósito de disminuir su sed y ansiedad, salir de la locura y purificar sus sentidos. El príncipe quería experimentar un placer mayor y sobre todo una diversión, también había sido una forma de ver la capacidad de control. Como figura había sido invitado por una familia rica de Francia a un baile de máscaras en el palacio royal. Aquel evento le trajo un vago recuerdo, casi efímero que se había perdido con la destrucción de Tiare y que un día previo llegó como una luz en la eterna oscuridad. Si Violante podía pasar desapercibido y llevar a cabo el Pequeño Sorbo estaría listo para regresar a los Países Bajos, dejar de asesinar era su deseo en lo más oculto de su subconsciente.

François conducía el coche, los caballos trotaban por las calles haciendo sonar sus cascos con elegancia, era tirado por cuatro caballos lusitanos. Perla, Palomo, Papiro y Paula, auténticas bellezas blancas, el carruaje mostraba su estilo de los Países Bajos construido a finales del siglo XVIII en Amsterdam, con detalles externos en oro y un ligero toque del antiguo gótico, un coche cerrado con ventanas de un cristal inmaculado cubierto por cortinas de un terciopelo negro, como lo eran los asientos carmines y el techo del carruaje estaba decorado con una pintura estilo Botticelli, con ángeles por doquier. El carruaje se detuvo frente al palacio royal, Violante lo supo por el exceso de latidos de corazón a su alrededor, François descendió y se apresuró a abrir la puerta.

Ostentando un traje negro con una capa de dos caras, negro por afuera y púrpura en el interior, bajó del coche, en su mano derecha tenía su sombrero de copa a juego con su traje, lo colocó en su cabeza, luego, de la mano izquierda tomó su cetro de oro con un rubí en la cabeza dejando el mango de la máscara a total disposición de la mano izquierda. Llevó su máscara púrpura con figuras de oro y dos incrustaciones de amatista justo en las esquinas de los párpados inferiores como si se trataran de dos lágrimas. El príncipe fue reconocido de inmediato pero no fue abordado por las damas o las figuras célebres del lugar; muchos de ellos conocían su separación de la princesa y lo trataban como si estuviera en luto pese a que más de una mujer deseara intercambiar palabras con él.

La primera persona con la que intercambió palabras y sin llevar la máscara, no porque su brazo se hubiera cansado pues eso era imposible más bien era, por respeto a su anfitrión, fue precisamente con él, el comerciante que lo invitó al palacio royal, el duque de Cádiz, Arley White. ¿Cómo era posible que un inglés fue aceptado por un reino como España y sobre todo que organizara una fiesta de tal magnitud?; el hombre poseía una mirada que le recordaba a Tiare y aunque sintió deseos de beber de él hasta matarle se contuvo a hacerlo. Con el pasar de los minutos se dio cuenta de la gran diferencia entre él y el monstruo que era Tiare, podían llevar consigo miradas vacías pero éste hombre era extraordinario, a pesar de ser un mortal era brillante, inclusive más que varios Hijos de los Milenios que él conoció en su vida inmortal; más tarde y en labios de Arley se reveló el misterio... El duque era un Cisne Negro y solicitaba una audiencia privada con el rey o Violante para tratar asuntos mayores a una comercialización, si no a la tensión previa a una guerra. «¿Una guerra en nuestros tiempos?» parecía ser una locura y hablando de eso, él mismo se consideraba uno por lo que menos podía hacer era interferir en una guerra, no en ese estado. Disculpándose y con la promesa de escuchar en los Países Bajos dentro de seis meses, Violante regresó a la pista de baile donde volvió a colocarse la máscara.

Llegó a la pista y del otro lado observó una figura femenina que le daba la espalda. Se concentró para escuchar únicamente ese latido y sintió que ella sería su primer objetivo, el latido fue conduciéndolo y conforme más se acercaba se daba cuenta de que le iba a ser imposible llevar a cabo el Pequeño Sorbo, una mujer de alta sociedad menos en el mundo. Pero cuando la mujer se giró Violante vio el cuello de la mujer, pues llevaba como todo mundo máscara, una piel aceitunada, el olor de su perfume hipnotizó a Violante, era el mismo que usó Ainara en vida, los latidos eran igual a los de su princesa cuando era mortal y su respiración se asemejaba a la de Saskia. Violante entró en un estado de pánico al ver a esa mujer misteriosa.

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