AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Aidan 'El Fiero'
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Aidan 'El Fiero'
PODERES
Habilidades. Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana. 1. Sanación acelerada. Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves. 2. Percepción del aura. Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros vampiros e identificar a los licántropos gracias a su aura colorada y su característico olor. 3. Infringir dolor por medio de la mente Capacidad que consiste en infringir dolor a una persona. Esto sólo funciona por medio de la concentración mental y el contacto visual. 4. Hemokinesis. Controlar a una persona por medio de la sangre. El vampiro, sin haber mordido al humano, ofrece una mínima cantidad de su sangre a la persona y con eso logra convertirlo en su sirviente. La sangre de vampiro es altamente adictiva para los humanos; también puede lograr retrasar el envejecimiento (pero nada excesivo como los licántropos y cambiaformas, solo unos cuantos años). 5. Manipulación de la memoria. Concede la amnepatia y la recuperación mental, además ver los recuerdos de la gente y si se quiere proyectarlos en imágenes visibles para todos. También se puede aturdir a la gente mediante confusiones mentales dejándolos como "Enfermos mentales", pero solo temporalmente. Es muy difícil usar esta capacidad sin contacto ya que se requiere de mucha experiencia.
DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA
Existió, hace mucho tiempo, un hombre conocido por sus tropas como ‘El Fiero’. Aún en la actualidad, su nombre es pronunciado con veneración y miedo.
Ares vivía por y para la guerra. Obtener el puesto como mano derecha del rey Filipo II no había sido una tarea sencilla. Le llevó años enfriar su sangre y forjar la armadura que le protegería cuando se alzara como el líder de la caballería. Tenía a su mando cientos de guerreros, quienes no dudaban en luchar a su lado, hombro con hombro. Su lealtad era incuestionable. La admiración de sus tropas era palpable en la forma en que actuaban a su alrededor. Muchos eran testigos de su insaciable sed de sangre. Como si se tratase de Ares “el Dios de la Guerra”, El Fiero no obtenía nunca suficiente de ésta. Le gustaba el silencio que reinaba cuando se encontraba parado en medio de la carnicería después de un enfrentamiento. En realidad, era imposible saber qué parte disfrutaba más. Si los gritos de los guerreros mientras esgrimían sus armas o esa satisfacción que hacía arder sus venas y endurecer su rostro al verlos caer como simples piezas de un idílico juego de ajedrez. Nunca permitió que su fiero temperamento nublara su raciocinio, así que cada vez que impartió justicia entre los suyos lo hizo de la manera más justa. No dudaba en asesinar a sangre fría si éstos se lo merecían. Era fiel creyente de que solo el ejemplo serviría para calmar las aguas turbias. Para Ares, las cicatrices que ganaba durante las batallas eran símbolo de cada una de sus victorias. En memoria de los guerreros caídos, cientos de líneas cubrían sus brazos y antebrazos, mismas que él inmortalizaba con la ardiente hoja de su daga.
La traición de su hermano fue el primer eslabón que daría pie a las cadenas que cargaría consigo por las siguientes décadas. Pocos fueron los que conocieron la historia de Ares y Kyros, así que como sucede siempre con las historias, las verdades se tiñeron de falsedades. Quienes corrieron con la mala suerte de encontrarse en la misma habitación que El Fiero cuando éste escapó después de meses de tortura a manos de los persas, atisbaron a un demonio poseído por la sed de venganza. Llevó la oscuridad a cada rincón. Su demencia no permitió que nadie escapase de sus brutales ataques. No era solo su sangre lo que el vampiro en él quería beber. Había algo más ahí, algo que nadie llegaría jamás a reconocer. Thanos no solo le había ofrecido una segunda oportunidad. Los meses que lo mantuvo alejado de su familia, de su venganza, le había alimentado con su rabia. El odio de su creador se convirtió en el propio. Al igual que él, había sido traicionado. ‘El Sanguinario’, ese fue el nombre que su maestro pronunció mientras permanecía sentado en medio del salón y veía a su vástago desmembrar uno a uno, a los miembros de una familia que fue condenada por la traición de Zarek y Kyros, a quienes una vez, Ares había llamado hermanos.
HISTORIA
Inhala. Exhala. Inhala. Exhala. Alexander Kasdovassilis estaba doblado a la mitad, esperando a que su corazón dejara de tronar. Había robado a uno de los soldados y el castigo por ello – si lo atrapaban – iba más allá de veinte latigazos. Uno simplemente no robaba a ellos sin firmar su sentencia de muerte. El sudor corría por su cuerpo, haciendo arder las llagas que le cubrían gran parte de la espalda. Un sonido a su izquierda le hizo fruncir el ceño. Colocó una mano sobre la pared, llevando aire a sus pulmones. Los había perdido. Estaba seguro de ello. Conocía la ciudad como la palma de su mano. ¿Dónde estaba Argus? Su hermano había tomado un atajo, así que ya debería haber llegado al punto de encuentro hacía un considerable tiempo. ‘Vamos Argus, aparece.’ El miedo le atenazó y de nuevo, escuchó ese sonido, solo que ahora que su respiración se había regulado, logró discernir que se trataba del llanto de un recién nacido. Estaba en una zona abandonada, donde ni siquiera los indigentes se aventuraban, lo que significaba que quien quiera que hubiese dejado a su cría en esos callejones, lo había lanzado conscientemente a los brazos de la muerte. Habiendo sido abandonados por su madre hacía ya varios años, Alexander sintió lástima por el pobre bastardo. Él tenía a sus hermanos, Argus, Leandro y Attis; quien además de ser su hermana era también su mujer. Ella había tenido que prostituirse para llevar alimentos a casa cuando su padre falleció. Había visto como su vida era consumida por la tristeza. En dos ocasiones estuvo a punto de perderla, Attis había tentado contra sí para escapar de su miseria. No supo cuándo se convirtió en su ancla, pero una noche, ella se había desnudado y metido a su lado. Entre temblores, le había rogado que la tocara. Alexander sabía que quería olvidar por solo unos minutos quién y qué era. Él había estado enamorado por ese entonces pero no importaba, no habría nada que no hiciera por cualquier miembro de su familia, los sueños eran solo eso. Aquello se había convertido en un ritual para ellos. Attis regresaba a casa tras estar con sus clientes e iba a su encuentro. Nunca se decían nada, simplemente yacían como un par de extraños. Tenían ahora dos hijos, Zarek y Kyros, de los cuales no estaba seguro de ser el padre. A Alexander le gustaba pensar que encontraba algunos rasgos suyos en ellos. El llanto del recién nacido aumentó. No iba a darle la espalda, aún cuando no tenía para ofrecer nada. Si no fuese por sus hermanos, no habría tenido por quién luchar. Cuando le encontró, envuelto con un viejo trapo, supo con certeza que Argus no lo había logrado. Si le habían agarrado, le ejecutarían al alba para dar el ejemplo a los demás. Esperaba que ese tiempo fuese suficiente para salvarlo de la muerte. Ares. Así le nombró, en honor al dios de la guerra, pues le había encontrado mientras su hermano y él saqueaban las tiendas de algunos guerreros. Zarek tenía solo cuatro años y Attis, que aún no había dejado de amamantar a Kyros, haría lo mismo con el recién nacido. La situación de Argus, llevó a Alexander a hacer la única cosa que juró nunca hacer, pedirle ayuda a su padre; el hombre que les había engendrado, quien había comprado esa casa para su madre y mantenidos por un largo tiempo; al menos, hasta que su legítima esposa le dio a su primogénito. Las influencias de Stefan, seguramente alcanzarían para evitar que su hermano fuese ejecutado. Era comandante de una de las más enormes flotas. Si alguien podía hacerlo, era él. Excepto que cuando solicitó compadecer ante su presencia, y fue escoltado, terminó en la misma celda que su hermano.
La multitud ya se había congregado. Alexander vio a su mujer sosteniendo a Kyros. Zarek estaba al lado de Leandro, quien sostenía a Ares. El nudo en su garganta se hizo más fuerte. ¿Ellos iban a obligarlos a que presenciaran sus muertes? Hasta ese momento, no había luchado contra su destino. Verlos, hizo que hiciera exactamente eso. Maldijo. Escupió. Se retorció. Zarek alargó la mano, como si quisiera ayudarlo. Lo último que vio antes de que la espada le cortase la cabeza, fue el rostro de su padre, quien evitaba mirarlo directamente a los ojos. Si alguien le hubiese dicho que sus muertes carcomerían la conciencia de Stefan, llevándolo a hacerse cargo de su familia, quizás habría vuelto del infierno; sobre todo cuando Zarek, Kyros y Ares fueron enlistados para la guerra.
✖ ✖ ✖
¡Leed! Leed atentamente.
Esta es la leyenda de un antiguo señor de la guerra.
¡Leed! Leed atentamente.
Esta es la leyenda de un antiguo señor de la guerra.
Cientos de guerreros, que formaban la Caballería del Rey, se reunían alrededor de las fogatas a beber y a comer. Algunos otros estaban en sus tiendas, satisfaciendo otra de sus necesidades. Su líder, mano derecha de Filipo II, les había conducido – una vez más – a otra victoria. Ares Kasdovassilis, mejor conocido por todos como Ares ‘El Fiero’, había reorganizado la falange, copiando las formaciones tebanas (filas tras filas de soldados pegados hombros con hombros), aprovisionándolos con nuevas armas y un nuevo papel en la batalla. Sus soldados estaban armados con cascos, un pequeño escudo y una espada, además de lanzas largas que hacían contacto antes de la lucha cuerpo a cuerpo. El campamento había sido apropiadamente construido en el borde de una zona de guerra. Hombres casi desnudos estaban enzarzados en riñas sobre mujeres, vinos y armas. A poca distancia, sentado sobre un trono en un estrado, se encontraba el señor de la guerra. Habían tenido una sangrienta victoria el día de hoy y los guerreros, al igual que él, aún estaban hirviendo a fuego lento. Una morena voluptuosa se sentó en el brazo de su trono, sirviéndole una jarra de alcohol mientras le murmuraba algo al oído. Él comenzó a desabrocharle el corpiño. Sus orbes verdes brillaban intensamente. – Mi señor, un momento. Los pechos voluminosos se liberaron. Ares no detuvo su tarea. Su mano bajó para sostener uno. – Hemos atrapado a su hermano. Ahora, eso había atrapado su atención. Sacó la mano y se sentó más derecho, su actitud ahora tensa. A su lado, Kyros hizo lo mismo. Zarek era un traidor. Había dado la espalda a varios de sus guerreros en el fragor de la batalla, abandonando a los heridos, manchando así el vínculo de hermandad que compartían todos ellos. Si hubiese sido cualquier otro, El Fiero no habría dudado en imponer, por su propia mano, el castigo. Solo la lealtad que sentía hacia Kyros le frenaba. Ares y Zarek habían crecido siendo enemigos. Conforme los años pasaron y notó que su físico no encajaba con el cabello rubio y orbes azules que poseía toda la familia Kasdovassilis, comprendió porqué su hermano mayor le había tratado como escoria. Zarek le debía su vida a Kyros y aún no lo sabía. – Esta noche es nuestra para celebrar. Los vítores estallaron, aquéllos que se habían detenido ante la noticia traída, volvieron a lo suyo. – Mañana a primera hora, guerreros. Hubo otro coro y luego Ares fue dejado solo con su hermano y la morena. El Fiero no tardó en despedirla, sus servicios ya no eran requeridos. – Nuestro padre fue ejecutado, Ares. Conoces la historia. Zarek solo tenía cuatro años cuando presenció su muerte. La voz inmutable de su hermano no tardó en llegar desde su derecha. No le corrigió. No le dijo que Alexander no había sido nada para él. Si lo que le habían contado era cierto, le debía la vida a ese hombre. Su mano se cerró en un puño, hasta ese momento no había recaído en que llevaba un daga entre la palma. Saldaría su deuda esa noche y no miraría atrás de nuevo. Era, después de todo, conocido por su sangre fría y su sed de victorias. Se levantó sin ofrecer una respuesta para calmar la mente de su hermano. Llegó a su tienda para lavarse, sabía lo que tenía que hacer.
Lo primero que le indicó que algo iba mal, fue el guardia caído fuera de la tienda en la que se encontraba Zarek. Ares había tomado su espada. El peso en su mano era tan malditamente reconfortante, una extensión más de su brazo. Cuando ingresó a la tienda, estaba preparado para no encontrar a ninguno de los prisioneros, excepto que estaba equivocado. Zarek estaba esperándolo. Antes de que pudiese acercársele, sintió a alguien detrás de él. – Ares. Al escuchar la voz de Kyros, se detuvo. – Lo habéis liberado. Las palabras estaban vacías, desprovistas de cualquier sentimiento. Aunque él había tomado la decisión de dejarlo escapar, aquello significaba que había sido traicionado por quien consideraba – a pesar de no poseer vínculos sanguíneos – su hermano. - ¿Cómo podría no hacerlo? Soy su hermano, sangre de su sangre. El Fiero había levantado una ceja con altivez. Habiendo sido cautivo de los tebanos junto a su rey, estaba preparado para cualquier afrenta. Se había ganado su puesto a base de sudor y dolor. No iba a sentirse menospreciado por quien no conocía sobre lealtad. Los lazos sanguíneos no unían a los guerreros en el campo de batalla, solo el deseo de salir victoriosos y regresar a casa. Sus hombres le veneraban, no solo porque les provisionaba con lo mejor, sino porque luchaba contra ellos, era uno más de ellos. No fue el ataque que le lanzó a la oscuridad lo que le hirió realmente, ni siquiera lo fueron las palabras que Zarek escupía a su alrededor, sino el hombre que le atacó. Cuando despertó, hizo un rápido conteo de su situación a pesar del dolor. Unas cadenas muy pesadas colgaban de sus muñecas al igual que de sus tobillos. El metal tintineó y al parecer, eso fue todo cuanto necesitó para revelar que estaba consciente porque una voz profunda resonó en sus tímpanos. Su rostro fue descubierto en el mismo instante en que su nombre era pronunciado a lo que parecía ser una multitud. Le llevó valiosos minutos adaptarse a la intensa luz del sol que caía sobre ellos. Se encontró cara a cara con uno de los generales de la fuerza enemiga. De modo que sus hermanos le habían dejado a merced de esos bastardos. Ares realmente sonrió, como si estuviese orgulloso de su decisión. ¡Y lo estaba! Los persas eran conocidos por su creatividad para torturar. Él, mejor que nadie, lo sabía de primera mano. Sus hermanos, se habían asegurado su sufrimiento.
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El tiempo y el dolor adquirieron nuevos conceptos. Cada gota de sangre derramada, cada humillación, solo hacía crecer un visceral odio en su interior. Rozó a la muerte cientos de noches, pero ésta nunca se lo llevó. Era como si Ares luchase contra ella. Quizás lo hacía. Todo lo que sabía era que quería su venganza. No podía irse sin antes ejercerla por su propia mano. Una noche como tantas, después de que el general dejase a su cuerpo sumido en agonía, maldiciendo por no poder someterlo, por no arrancarle esas palabras que le quitarían lo único que le quedaba, Thanos Giorgatos le visitó. El Fiero se tensó, preparando su cuerpo para lo que creía sería otra ronda de tortura. Excepto que ésta nunca llegó. Cuando logró enfocar bien al extraño visitante, cayó en la cuenta de la sangre en sus manos y de la delgadez de su cuerpo. ¿Iba a matarlo? El odio resurgió, llamas voraces consumiéndolo. ¿Pensaba acabar con su dolor? No había aguantado tanto para rendirse ahora. El vampiro se acercó lentamente, como si aquello le resultase un gran esfuerzo. Atado como estaba, solo podía observar impotentemente. Vio con asombro como su rostro se deformaba para revelar unos largos colmillos. ¿Vampiros? Había escuchado rumores sobre ellos… El dolor en su cuello fue instantáneo. ¿De modo que así terminaba la historia de Ares ‘El Fiero’? ¿Dónde estaba la justicia en todo ello? La oscuridad lo reclamaba. Luchó. – Bebe. Solo así tendréis una oportunidad. La sangre se deslizó por su garganta. ‘Solo así obtendréis tu venganza’ Esas fueron las palabras que escuchó en su mente antes de que todo se apagara. DATOS EXTRA
✖ Stefan fue quien lo llevó a la corte del rey Filipo II cuando tenía solo doce años.
✖ Thanos Giorgatos era un vampiro esclavo macedonio. La noche en que escapó, se llevó consigo a Ares.
✖ El Fiero siempre ha sido el nombre por el que se le ha conocido, pues hace honor a los rasgos de su personalidad.
✖ Obtuvo su venganza, Zarek fue el primero en caer.
✖ Thanos es el único inmortal que conoce su historia. Ninguno de ellos lo menciona.
✖ Su nombre verdadero es Ares Kasdovassilis. Actualmente, se hace pasar por Aidan Slaine.
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Aidan Slaine- Vampiro Clase Alta
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Re: Aidan 'El Fiero'
POSTEA A CONTINUACIÓN CUANDO TERMINES TU FICHA PARA QUE UN MIEMBRO DEL STAFF PASE A REVISARLA. GRACIAS.
Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Aidan 'El Fiero'
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Aidan Slaine- Vampiro Clase Alta
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Re: Aidan 'El Fiero'
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Asagi Dunkelheit- Vampiro Clase Alta
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