Lohane M. [ficha]

-Nombre del Personaje: Lohane
-Edad: 19
-Especie: Humana
-Tipo, Clase Social o Cargo: Clase baja
-Orientación Sexual: Heterosexual
-Lugar de Origen: París, Francia

Lohane es una mujer de facciones delicadas y rasgos suaves, con los ojos claros de su padre, marrones en el linde con la pupila y aceitunados conforme se aleja del centro. Los ojos son la puerta del alma y siendo la suya una ráfaga de rebeldía todos los tumultos de su interior son visibles en esos ojos. De nariz casi recta, y labios alargados. Su pálida piel es surcada por pecas que recubren su nariz y pómulos en toda su extensión. Sus negros cabellos contrastan con los claros colores que rigen el resto de su cuerpo. Lohane no es una mujer con pronunciadas curvas y pasaría fácilmente por hombre con la ropa adecuada, en efecto lleva el cabello corto para no levantar sospechas entre sus patrones y conseguir los trabajos que le permiten subsistir.

Lohane es una mujer con convicciones, una descarriada según la sociedad, según la ley bajo la cual intentan subyugarla. Nació y creció, y a pasado toda su vida, entre miseria y suciedad, rodeada de pestilencia que huele a muerte y muerte que sabe a dolor, al pan de cada día. Se ha forjado en base a dicho sufrimiento, sin embargo, no es el sentimiento que rige su actuar, ni la base misma de su persona. Lohane es más que solo la pobreza parisina, es más que el pueblo hambriento o el rostro de los desamparados, es el grito de libertad.

En su interior se encuentran centellantes los sentimientos más auténticos que un hombre, o mujer, podría sentir. El augurio de la muerte queda relegado por la felicidad de vivir, de saberse vencedora a cada amanecer y poder ayudar a los que no han tenido la suerte de ella. Cree en un Dios benevolente que le espera en las alturas, un Dios que no puede hacer milagros por la humanidad pero que ha estado siempre a un lado de ella, como la sonrisa de sus hermanos o el canto de los niños, sin El y sin su apoyo seguramente estaría ahora en algún burdel para ganarse el pan de cada día.

Aberra a la iglesia que se enriquece y vive en lujos cuando el pueblo que dicen salvar cae a pedazos bajo sus pies, la corona y los altos mandatarios no son más que un grupo de obesos hombres con hambre de riqueza y poder, no odia a la gente que en base a esfuerzo y trabajo se ha forjado un nombre y apellido entre los ricos. Busca justicia, aquella que le han negado toda su vida y que le seguirán negando hasta el día mismo en que su pecho deje de latir y su sangre corra por las calles para alimentar la necesidad del pueblo.

Pose ideas radicales que no ha logrado encaminar aun, entiende ese malestar en su interior que se apodera de ella cuando ve esfumarse la vida de un inocente entre sus manos, esa necesidad de hacer algo para que no vuelva a ocurrir sin embargo, siempre vuelve a ocurrir. Pose una pasión por la vida que pocos llegarían a comprender, una alegría que manaba en su actuar, que se derrocha por doquier. Es también una mujer con un carácter fuerte, un carácter que le ha tachado por indecente a ojos de los demás, de aquellos que no comprenden su dolor.

Aprecia a sus amigos y no piensa dos veces en ayudar a los demás, es una ladronzuela que se jacta de los dotes que Dios le dio. Dones que debe compartir con los suyos, con sus hermanos y hermanas que se mueren de hambre y sed. Se entrega hasta que duele, con firmeza en sus convicciones y fiel a sus valores, su palabra es lo más valioso que tiene sin embargo, no está exenta de mentir ya que la actuación es otro de los dones que Dios le dio para salir bien librada de los problemas.

Pose una boca grande con un lenguaje poco refinado que ha tenido que aprender durante su estadía en las calles, una boca grande que apunta a hablar con la verdad, se viste de hombre no porque desee ser uno sino porque de otro modo no podría conseguir un trabajo bien remunerado con que alimentar a su familia. Un alma revolucionaria encerrada en la injusticia.

El primer llanto que rompió con el denso silencio de la maloliente habitación fue el de un varón, un pequeño de negros cabellos que taño la cuadra entera con su grito desgarrador, un llanto que significaba solo la completa comprensión del mundo cruel al que había ido a parar. El destino lo había ubicado entre la hambruna y las enfermedades en lugar de cobijado por sabanas de algodón y perfumes de Arabia. El segundo grito fue menor, un llanto ofuscado que apaciguo a todos los presentes inundándolos de una sensación de alegría y pesadez. Dos bocas más que alimentar.

La pequeña Lohane paso los primer años de su vida en compañía de su hermano Levine, la única persona que siempre velo por su bienestar, aquella estrella de suerte que los astros habían puesto en su camino y fue con el con quien descubrió lo que era vivir en las calles deplorables de la afamada París, mendigando por algo que comer, esperando no ser los siguientes en caer presas de las enfermedades que se escondían bajo la piel –Lohane, cuando crezcamos y tenga dinero los sacare de aquí, ni tu ni madre ni padre, ni nade tendrá que vivir otra vez así- Lohane no entendió la magnitud de sus palabras en aquel momento sin embargo, siempre las recordó.

Aprendió que la vida se gana, que el pan se consigue y lamentarse por los azares no sirve de nada. Aprendió a aberrar a la iglesia y a los hombres ricos que forjaban sus condominios sobre las espaldas de los pobres, a aberrar toda injusticia y sobrellevar las dificultades, a amar la vida y esperar la muerte. Consiguió diversos trabajos desde corta edad, siendo mensajera entre los de clase media, recorriendo en soledad las atiborradas calles de París, observando a las personas malgastar su dinero cuando los suyos no tenían ni un bocado para sobrevivir. Juro que algún día nada volvería a ser igual.

Pero cada día era igual al anterior, cada noche el llanto amargo de una madre tañía el aire de las calles en que solía jugar, un recién nacido, un padre, un hermano, todos eran llevados bajo las aras del Señor. Tuvo que aprender a valerse por si misma desde corta edad, teniendo como compañero de fechorías a Levine, aprendiendo uno del otro, improvisando cada día su dirección. Sin embargo, la marea negra no tardo en apuntar a su diminuta familia y la desdicha cayó sobre su casa de pobreza, Levine falleció entre convulsiones causadas por la fiebre y alucinaciones que le impidieron entablar un adiós.

Descubrió que las calles no eran lugar seguro para una joven de su clase, entendió que los trabajos mejor remunerados estaban en manos de los hombres y que los patrones no se arriesgarían en contratar a una escualita mujer. Decidió tomar la identidad de su hermano fuera de su hogar, decidió sacrificar su apariencia para poder mantener a sus padres con algo para comer, a sus demás hermanos y a su propio cuerpo. Ansia en silenciosos gritos el día que todo haya de cambiar.

–La conocen como Levine en las calles, es el nombre de su difunto hermano.
-Es analfabeta.
-Se viste como hombre para conseguir trabajo.
-Siempre gana en los juegos de azar.
-Lleva una pulsera que su hermano compro para ella días antes de caer enfermo.