Cassiel Bragina

DATOS BÁSICOS

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Así es como Cassiel se siente, encerrada y atrapada, como si todo fuera un cubo en el que estuviera encerrada e, hiciera lo que hiciera, no pudiera escapar, que en cierta manera es exactamente la situación en la que está.

El dolor que eso le crea, la angustia que hay en su pecho es increible, jamás nadie podría llegar a imaginársela, y mucho menos alguien que realmente la conoció antaño. La tristeza y la soledad gobiernan toda su vida, todo lo que es, pero lo prefiere a sufrir como antaño, a que la rompan en mil pedazos otra vez, pero claro, ella ya está condenada.

Ojalá pudiera decir que se lleva por la venganza, pero aunque para todo el mundo sea mal educada, distande y mal hablada, solo es una pequeña niña asustada. Quiere vivr en paz, tranquila y dejar de hacer todo cuanto le obligan, pero no le queda remedio. Ella eligió formar parte de aquello, por mucho que se arrepienta.


Cassiel, antes de toda su tragedia, era una chica sonriente, basándose en esa frase que su madre siempre le decía, incitándola a que fuera una gran persona. Y, siendo realistas, eso jamás ha cambiado.

Aunque tenga un odio enfermizo por los hombres, lo cual es un problema interesante para ella, jamás dejaría a uno tirado si estuviera en peligro. Al contrario, ella ayuda a todas las personas sean de la clase que sean, dando igual sus pensamientos o forma de comportarse, aunque eso no cambia que ella siga mostrándose como una odiosa mala persona.

Es sincera, jamás dirá una palabra que no sea cierta. Ahora bien, ocultar información es otra cosa distinta… Sabe escuchar, consolar y dar buenos consejos, aunque evita relacionarse con la gente. Nunca sabe cuando podrían mandarle espiar a alguien y, si traicionara por obligación, se sentiría la persona más miserable del mundo… Bueno, aun más de lo que ya se siente.

HISTORIA

Mi nombre verdadero era Sophie, nombre que llevaba con gran orgullo debido a su significado. Mi madre siempre me decía, desde bien niñita, que era exactamente como mi nombre, sabia, y que sabría tomar siempre las decisiones adecuadas. Y así fue durante mucho tiempo.

Pasaron los años mientras iba haciéndome mayor, conociendo gente y criando a mi hermano pequeño, el cual quería probablemente más que a nada en el mundo. Pero él no era como yo para nada. Se metía en muchísimos líos y jamás hacía caso a las palabras de su madre o de ella.

Un día decidió ir a buscarlo. Ya era bien entrada la noche y estaba bastante preocupada por él, así que se dirigió a los lugares que frecuentaba, suspirando al verle totalmente alcoholizado. Tuvimos una discusión en la que él la dejó tirada en la calle y, para mi desgracia, alguien aprovechó ese momento para atacarme.

Realmente pensaba que moriría, estaba viendo como si vida pasaba por delante cuando un nombre me salvó de pronto. Alguien que no era normal. Aunque estaba aterrada al ver como esos increíbles colmillos perforaban la piel de mi atacante, me sentía incapaz de moverme por culpa de la impresión que me causó. ¿Y que iba a hacer? Simplemente rezar, coger con una mano la cruz que tenía en el cuello y pedirle a Dios que me dejara viva o, que por lo menos, no fuera algo tan doloroso como aquello que veía.


Mientras rezaba a todo cuando sabía, aquel hombre se agachó frente a mí, alzando la mano para limpiar las lágrimas que caían de mi rostro. No pude más que mirarle confundida y aterrada, pensando que quería, quizá, jugar antes de devorarme como a aquel hombre.

-Shhh… Tranquila, no te haré daño. ¿Estás bien?

Esas palabras consiguieron reconfortarme, calmarme en mi terror hacia él. Me acompañó hasta casa en cuanto vio que estaba decente y me pidió volver a verme. Dudé, pero acabé accediendo. ¿No era el acaso quien me había salvado la vida? Se lo debía aunque fuera, tenía que pagar mi deuda y rezar a Dios antes por concederme esa segunda oportunidad.

Fue entonces cuando mi hermano empezó a gritarme, atacado por los nervios de verme con aquel hombre. No lo entendía, pero me suplicaba que no volviera a verlo, que me alejara de él cuanto antes y que él se portaría como debía. Eso hizo que casi no asistiera a mi cita con él, pero como no era para nada una mal educada, decidí volver para comentarle que sería la última vez que me vería aunque le debiera la vida.

Me pegué la noche hablando con él, olvidándome por completo de aquello que debía hacer. Así pasaron días, meses hasta que mi corazón no podía evitar acelerar nada más pensar en él y, al verle, parecía que se saldría de mi pecho. Acabé diciéndoselo, exponiéndole mis sentimientos con un hondo miedo, pues sabía como era. Extrañamente, pareció corresponder, creyéndomelo por completo como si fuera una completa estúpida. Que, en esos instante, lo era de verdad.


Pasó el tiempo cuando el mismo me propuso convertirme en alguien como él. Tenía miedo. Pánico. ¿Cómo salir de aquello? Mi hermano me había contado cosas, yo misma había visto como era y no sabía si debía creerle. No era alguien que sintiera, no era persona que yo creyera pudiera amarme como yo a él… O, más que nada, no le veía capaz de proponerle a mis padres que nos casáramos, pero me prometió que, si me convertía en lo que era, él pediría mi mano.

¿Qué qué hice? Pues aceptar. Se lo dije, lo sabía, pero no hice caso a mi instinto. Pasaron unos días hasta que me decidí a hacerlo, sintiendo como el dolor embargaba todo mi cuerpo y mi vida se iba… Pero luego, como venía la nueva, haciéndome abrir los ojos ante el poder que podría poseer apartir de entonces.

Meses después seguía sin mi parte del trato y me costaba mantener a mis padres sin dudas de que seguía siendo una humana. Porque no lo era y se daban cuenta de mi cambio. Estaba completamente estresada y, mientras se lo decía, una noche unos inquisidores le atraparon. Aunque mi corazón no latiera, todos y cada uno de mis sentimientos estaban con él, así que hice un trato. Lo dejaban libre y yo les ayudaría, metiéndome en la inquisición como una condenada, ejerciendo para ellos como espía, pues tenía un poder que les sería realmente útil.

¿Y después, qué? Se largó. Desapareció de la faz de la tierra, mostrándome antes una sonrisa. Después de todo lo que había hecho por él, de lo que me iba a tocar vivir… Yo tenía razón. Él jamás se comprometería, él no me amaba de verdad y había dejado, además, que mi vida se fuera al traste, metiéndome en un lugar que me cambiaría para siempre, al igual que sus odiosos hechos.


Pasaron algunos años en aquella horrible soledad, marginando mi alma y sintiendo un horrible odio por todos y cada uno de los hombres. Seres insignificantes que no merecían la pena y me hacían perder muchísimo más que el tiempo, cuando, de repente, él apreció.

Jamás volvería, se lo dejé bien claro, sorprendiéndolo ante ese tono despectivo. Le despreciaba, le odiaba y no iba a consentir que se atreviera a tocarme. Como no me dejaba en paz, me largué a París, buscando una nueva vida, algo que me hiciera olvidar la tormenta que era mi vida.

DATOS EXTRA

*Es misándrica, lo que quiere decir que odia a los hombres.

*Lleva siempre una cadena, con un gravado de la frase de su madre “Sonríe y seras exactamente como una estrella; brillante y sincera.

*Tiene un perro dálmata que encontró en la calle nada más llegar a París.

*Se cambió el nombre a Cassiel, porque sus padres eran muy religiosos y le pareció que, al haber decepcionado a su familia, tomando las decisiones no adecuadas, ya no se merecía el nomobre de Sophie, pero si el de que ángel. (Cassiel: Es conocido como el ángel de la soledad y de las lágrimas, es uno de los príncipes del coro de las potencias o poderes y uno de los regentes del 7mo cielo.)

*Le gustan mucho los animales, pero en especial es amante de los gatos, los cuales consiguen volverla como una cría pequeña. Siempre había querido uno, pero su hermano era alérgico a ellos.

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