Ademaro Di Lorenzo

¡Por todo el poder que me confiere el poder infernal que alberga en mi lúgubre alma, te condeno a ti y a tus amados a una vida miserable… Maldito seas Sergei Romanov por la eternidad!

Todo comenzó cuando el gran ejército soviético estaba buscando soldados destacados que podrían ser de gran ayuda en la lucha por el bien y la justicia, y allí apareció Vladímir, pero su nombre verdadero era Sergei Romanov, un humano que siempre fue muy activo y siempre se le veía caminando por los bosques causando desastres o escribiendo poemas, era su única pasión, el refugio que lo separaba de la dictadura de su gobierno, siempre fue un revoltoso, revolucionario, innovador y un poco más intenso que cualquier otro humano, el trabajaba bajo el comando del capitán Malaj en ese entonces, siempre se destacó en sus misiones y era un capitán en potencia, así que en el proceso de selección, el general Kuznetsov le dio el cargo de capitán y recibió su mención, una gran estrella de oro que adornaba su camisa, el gran honor de ser capitán entrante lo abrumó de emoción, ya que quien portaba la estrella dorada del gobierno soviético, era considerado un digno "protector" de la paz. En toda su estancia como capitán, viajó muchas veces con sus generales hacer algunas misiones sencillas y pudo chocarse con la realidad del mundo, se dio cuenta que la raza humana era la única raza en el mundo de los seres vivos que se mataban entre sí por placer, por poder, ese deleite de decir que puedo más porque tengo más armamento y puedo destruir medio mundo, pero sigo siendo yo quien manda, cosa que lo afectó demasiado, sus otros compañeros no se percataban en la autodestrucción de los humanos en general, solo en los negocios y guerras que se aproximaban convirtiendo al mundo mucho peor de lo que estaba.

El no podía creer en sus ojos que sus demás compañeros no se inmutaban por darles una corrección a todos los humanos por su comportamiento, así que después al regresar Moscow, se dirigió hacia los comandantes que estaban debajo del general Kuznetsov por orientación al respecto, Hagadol el comandante no le pudo responder algo que él haya creído que sea lo pertinente así que decidió hacer justicia por sí solo, pensando que el general Kuznetsov se alegraría de sus actos. Error. Se escabulló sin que nadie lo notase a tomar forma de civil y acabar con cada humano que le pareciera que había hecho mal, sin piedad alguna los acababa con sus propias manos o con armamento que robó de las grandes bases militares, un incógnito que nadie pudo acabar con él, en ese momento, se dio cuenta que disfrutaba cada momento al destruir a esos humanos impuros que no merecían la libertad, y menos creía en ellos, hasta el punto que mataba humanos por simple placer o que estaba aburrido mientras los otros capitanes creaban estrategias para las posibles guerras. La prensa estaba taqueada de información sobre este misterioso asesino, guerras, disputas entre los grandes líderes de la humanidad, ya debían tomar riendas, sospechaban de que todo eso no era obra de un humano normal y se preparaban para lo que viniese, por otro lado, Sergei pasaba una crisis, su cuerpo se había manchado, se había vuelto un sanguinario, y por un lado la culpa lo atormentaba cada día, así que un día fue a su base militar a pedir perdón por lo que hizo, pero dejó en claro que lo volvería a repetir, porque lo disfruto y creía que se lo merecían. En el gran salón, los superiores junto el general Kuznetsov debatieron que hacer con Sergei, un escandalo de esta indole puede crear problemas en todo el orden soviético, pero este no estaba tan preocupado, pensó que lo perdonarían y seguiría su vida con la gran armadura por la que había luchado tanto, además, esos humanos merecían morir. Más tarde, Hagadol mismo leyó un pergamino donde dictaban el destino de Sergei.

"La orden soviética declara culpable al capitan Sergei Romanov por poseción de armas ilícitas, robo a mano armada, homicido, faltas graves al código sovietico. Será ejecutado el día de hoy a las 20:00h en manos de los capitanes Smirnov, Ivanov y el capitán Malaj. Mientras la hora llega, será aprisionado en la máxima carcel de fuerza, y al primer intento de escape, será ejecutado a quema ropa."

Palabras frias hicieron que el mundo de Sergei se detuviera en un instante, el odio corría por sus venas y solo pudo recordar a su vieja casa con sus padres y su hermana menor. Los verdugos lo ataron en cadenas y se lo llevaron a la celda mientras esperaba el momento de su muerte.
La decisión estaba tomada, pronto morirá. Para recordarle sus pecados, fue torturado en una silla oxidada, lo amarraron y lo dejaron desnudo mientras cubos de hielo le caían hasta cubirlo por completo, Sergei gritaba de dolor . Después de un momento borroso mientras él se desmayaba, apareció desnudo en la mitad de una calle abandonada, a media noche se levanta y se da cuenta que todo fue una realidad, gritaba de ira, de cólera, su corazón se llenó de odio, pudo sentir por primera vez lo que era estar enojado, su cuerpo lo sentía débil y cayó de nuevo perdiendo la conciencia, en ese entonces entraron los tres capitanes que lo ejecutarían, entre ellos su mentor. -Levantenlo, se acerca la hora- Sergei fue llevado hacia el bosque donde solía ir a escribir sus viejos poemas, y en un gran cerezo, lo colocaron de espaldas y al grito del general se escucharon balazos que estremecio todo el bosque, los pájaros huyeron del lugar, los lobos aullaron y Sergeí se desplomó al suelo completamente inexistente. El general lo observó frio y cerró sus ojos -Debemos matar a su familia- Los capitanes se quedaron en silencio y se dirigieron a la pequeña cabaña donde estaba su familia, Su padre Nikolay de 47 años, su madre Ekaterina de 35 años y la pequeña Svetlana de 6 años. No se esperaban la llegada repentina de los generales, y sin previo aviso se presentaron a su casa con balazos, Ekaterina escondió a Svetlana en un pequeño sótano para salvarla, y antes que ella se diera cuenta, la escopeta apuntaba a su cabeza, y sin titubear la ejecutaron junto con su esposo. En la requisa no encontraron nada así que se fueron. La pequeña Svetlana estaba sola, huerfana en el sótano de su cabaña, el temor la tenía inmóvil. Se abrió la puerta del sótano y una vieja bruja la acogió, desde su casa había visto la matanza y quería asegurar si había algún vivo, entonces la tomó de la mano y se la llevó.

Por otro lado, en el bosque, Sergei estaba en el suelo desangrándose, y su alma estaba elevándose para enfrentarse con los dioses en el purgatorio pero, de repente bajó un hombre viejo y barbudo del árbol donde fue ejecutado. De tez gélida, y ojos azulados, -Debes vengarte- Musitó posandose frente al cuerpo y en ese mismo instante descendió dejando visible sus grandes colmillos y entonces lo mordió, los cambios se hicieron inmediatos, el cuerpo reaccionó, y solo gritaba de dolor, luego, se desmayo. Despertó en una camilla oxidada y amarrado de pies y manos frente al hombre que lo convirtió, el no sabía qué hacía allí y trató de forcejear para escaparse, pero por obvias razones no pudo hacerlo. -Tranquilo, usted y yo debemos hablar- El vampiro se hacía llamar Vorobiov. Al cabo de unas horas, intentando explicarle como murió y como volvió a resucitar Ademaro solo pensaba en su familia, pero Vorobiov le dejó en claro que era peligroso aparecer cerca su casa, pero una noche se escabulló, se colocó una capucha escondiendo su rostro y se dirigió a su casa, esta estaba deshabitada, le quiso preguntar a alguno de los vecinos pero ninguno se atrevía a responder, Sergei desesperado no sabía que hacer hasta que escuchó una voz ronca y desgastada -Los generales los mataron a todos hace una semana- Sergei se volteó y lo miró fijamente con ira en sus ojos -¡Maldita sea la hora!- Volvió a su casa y se quedó allí toda la noche. Se sentó en lo que era su habitación y juró venganza por la muerte de su familia. Luego regreso con Vorobiov. Pasaron años desde entonces, Vorobiov le enseñó muchas cosas, etiqueta, clases de arte, el siguió con sus poemas, pero ocasionalmente sentía que los humanos que asesinó lo asediaban y lo perseguian, las crisis nerviosas eran abrumantes y sólo podía desaparecerlas con un poco de sangre. 16 años pasaron, todo parecía tranquilo hasta que leyó en los periodicos locales el anuncio de la ejecución de dos hechiceras en la hoguera. Por alguna razón el se interesó por ir sabiendo que era en las horas de la noche, curiosamente era a la misma hora en que el fue ejecutado.

La plaza principal estaba llena de gente ansiosa por ver el gran espectáculo, la muerte de dos sucias herejes se disfrutaba tanto como una buena ópera. Les tenían los ojos y las manos atadas, entonces mientras las amarraban Sergei se dirigía junto Vorobiov a la plaza, el camino era bastante corto así que no tomó mucho tiempo en llegar. Las antorchas iluminaban aquella noche espesa de ejecución, ellos se acercaron a la muchedumbre al escuchar los primeros gritos de dolor de las brujas que estaban siendo incineradas, los verdugos quitaron la venda de sus ojos, entonces Sergei observó a una de las hechiceras, una joven muchacha de al rededor 22 años, pero que tenía los ojos de su pequeña hermana. -¡SVETLANA!- Gritó mientras corría hacia ella. La mujer reacciona en su dolor y lo observa, sus ojos se llenaron de lágrimas y la ira la inundó por completo -¡Por ti estoy muriendo hoy maldito!- ¡Por todo el poder que me confiere el poder infernal que alberga en mi lúgubre alma, te condeno a ti y a tus amados a una vida miserable… Maldito seas Sergei Romanov por la eternidad! fueron sus últimas palabras antes de morir, su pequeña hermana había muerto ante sus ojos y había sido maldecido por ella misma. Los espectadores especularon que el éra algún otro hechicero -¡Matenlo!- se escuchaba en coro, Vorobiov se lo llevó rápidamente de la plaza hasta perder su rasro. La desgracia de Sergei en Moscow recien empezaba, así que le pidió a Vorobiov que lo dejara ir, el accedió y no pisó más Moscow. Vagó por siglos en todo el mundo buscando respuestas y control a los demonios que lo asediaban, la culpa de la muerte de sus familiares y la maldición de su hermana menor lo llenó de amargura y pesimismo. En ese trayecto quiso despojarse de su identidad y cambió su nombre por Ademaro Di Lorenzo.
Vorobiov ha sido el tutor de Ademaro y este lo ha considerado como su padre desde que lo convirtió en vampiro. Actualmente Ademaro reside en París, su sed de venganza pronto será saldada.