Hoy no es noche para pensar, sino para dejase llevar [Libre]

En pocos días se situaba su presencia, desde que abandono las tierras españolas para llegar a estas tan esperadas y ansiadas. El ambiente parisino, podría ser diferentes al de otras ciudades, pero Emhyr, ya había encontrado el atractivo que habitaba en sus gentes, en sus calles, y como la gran mayoría se cortaba con un mismo patrón.

Creer que su francés era malo, hizo que al principio se echará atrás a la hora de atreverse con al gente, y de empezar sus pequeños espectáculos ambulantes, donde el sonido de la guitarra española y la magia absurda inundaba las calles atrayendo a todo tipo de público de cualquier clase. Pero no, la lengua no le complico las cosas, incluso su leve acento se dejaba llevar entre el sonido de aquel idioma que incluso podía disimularlo. Lo que no disimulaba su extranjería, eran sus facciones orientales, incluso su ropa, a pesar de ser humildes y no llamar mucho la atención, no era lo que precisamente vestían en París, ni los más pobres.

Sería fácil sobrevivir en aquel entorno, donde con un simple truco de cartas ya llamaba la atención al más insensato, que por creer la buena suerte y en la diosa fortuna, se dejaba los bolsillos apostando con cada uno de los truco que beneficiarían al desterrado.

Ahora el atardecer comenzaba a caer, y las luces del circo gitano hacía revivir la más triste de las noches con sus múltiples espectáculos.

Emhyr, había escuchado rumores de aquel lugar, y sin darse cuenta sus pies le había llevado allí con aquella guitarra española vieja pero que no perdía su bien sonido.

Aquel ambiente le recordó bastante, la época en la que vivió con los clanes gitanos de Andalucía, aquellos que prácticamente le había enseñado a sobrevivir en día a día con el espectáculo. ¿Cómo serían los gitanos de allí? ¿Serían tan apasionados y supersticiosos como los de Andalucía? Eran las preguntas claves que pasaban por la cabeza de Emhyr mientras, recordaba los momentos pasados, y sin pedirlo su cabeza fue inundada por la música que recordaba, y sus dedos hábiles desearon rozar las cuerdas afinadas para crear los sonidos que se mezclaban atrayentes en el aire.

Sin darse cuenta, y entre le bullicio estaba sentado en algún rincón de aquel circo, interpretando con brío e hipnotizado por su propio hechizo, por las notas que su guitarra .

No era música ni triste y alegre, era extraña, rápida en tempo y con fuerza, con templanza y orgullo.

En esa noche cercana Emhyr, no buscaría nada, no buscaría a nadie como se había prometido en cuanto llegase a París. Esa noche sería solitaria para él, sería él y su guitarra, los demás seguirían su camino sin casi mirarle, tal vez una mirada curiosa, pero nada más. Por un día olvidaría sus ansias ocultas de inmortalidad.

No sabia que me había atraído a el circo gitano esa noche. Tal vez eran mis ansias de ver gente y cosas nuevas. Desde hacia ya unos años no salia de las calles Parisinas. Ver a la misma gente todas las noches, beber la misma sangre se estaba volviendo aburrid. Sin embargo, al comenzar a recorrer el lugar donde me hallaba ahora pude percibir un aire nuevo y darme cuenta de que los gitanos que rodeaban el lugar se ganaban el dinero usando su astucia y entereza, quizá no fuese la mejor forma, pero aun era divertido ver como a ingenuos humanos los dejaban sin dinero en los bolsillos.

Por una calle empedrada mis zapatos de tacón hicieron eco mientras caminaba, no era nada escandaloso, peor atraía las miradas de hombre curiosos que me miraban de una forma nada educada. Si yo hubiera querido podría haber dejado sin vida a ese hombre de barbas rubias que no me quito el ojo de encima hasta que di vuelta. Me olvide por completo de ese insignificante hombre cuando comencé a escuchar una música proveniente de una guitarra. No era nada típico de lo que se escuchaba por ahí.

Introduje mis manos en los bolsillos de mi abrigo color negro y seguí caminando hasta el hombre que pude divisar. No era nada que no se viera por esos lugares. Solo que parecía no ser de por ahí, su aspecto y sus ropas, a pesar de ser el aparente gitano, no eran el estilo parisino que estaba acostumbrada a ver.

Me pare frente a él, solo unos cuantos metros de distancia. Lo mire con una media sonrisa mientras él seguía tocando. Esperaría que terminara para poder hablarle. Él era algo nuevo, algo diferente para mi de cierta manera, en más de 400 años de vida eran muy pocas las veces que se veía a alguien fuera de el estereotipo de un parisino.

Sus dedos deslizantes continuaba con nervio, pulsando cada una de las cuerdas que vibraban creando aquellos sonidos extraños en aquel nuevo mundo para él.

Emhyr balanceaba su cabeza de vez en cuando, dejándose se llevar por lo hipnótico de aquella música, por aquel poder que tenía, el cual era transportarle a recuerdos y anhelos lejanos y que él mismo ocultaba a aquellos conocidos, ya que podía nombrarle de loco, suicida o incluso arriesgado.

Un suspiro se produjo entre sus labios, y ajeno a todo, cerro sus ojos sintiendo el latir fuerte de su mortal corazón.

Tomando aire lentamente, y como hechizado, echo su cabeza hacia atrás, el aire quedo contenido un instante y cuando volvió a colocar su cabeza hacia delante mientras sus parpados descubrían sus ojos castaños, comenzó de nuevo a exhalarla el aire. Así sus ojos se detuvieron en una figura femenina que lo observaba arrancándolo de su pequeña fantasía guiada por la música.

-¡Auch! -Un quejido y una mueca de dolor se dibujo en su rostro, y una nota desafinada resonó.

Una de las cuerdas de la guitarra se había partido cortando toda la melodía que hechizaba ya en la caída noche.

Emhyr a pesar de agitar su mano dolorosamente, no aparto sus ojos de la observadora y de su sonrisa. Al principio la examino de arriba a abajo de un modo serio, luego relajado le dedico una bonita sonrisa.

-¿Desea algo, señorita?

La noche sería para él y su guitarra, pero, ahora con una cuerda menos, la cual le costaría bastante encontrar su sustituta, la idea inicial se había marchado y había dejado de tener interés. Pensado eso, encogió los hombros, y su atención se centro en aquella chica que lo observaba, con aquellos hermosos ojos.

Mientras lo escuchaba tocar, trataba de encontrarle sentido a esa música tan extraña que nunca había escuchado. Lo cual era difícil de admitir, ya que en los años que llevaba de existencia por mis oídos habían pasado todo tipo de melodías, unas mejores que otras y otras simplemente no sabia como era que alguien podía tocarlas siento tan vanas. Pero la música cambiaba, así como los humanos que la tocaban morían. Y por ende nuevos géneros y estilos salían a la luz, en lo personal prefería la nueva música. Antes eran más aristócratas y esa, era una de las coas que más detestaba.

Una nota desafinada y el quejido de el hombre provocaron que saliera de mis pensamientos y volviera a prestarle atención. Le mire con atención, pensé que sangraría por el roce de las cuerdas, lo cual fue un gran alivio que no pasara. Mire a el hombre con suspicacia cuando me sonrió.

-Esta usted bien?.-le pregunte con cortesía. No creía que un corte o un roce de sus cuerdas le hiciera más daño de el que podía hacerle yo si así lo deseaba, pero eso él no lo sabia. Aun que hacerle daño solo seria por que así lo quisiera yo, ya que en tanto tiempo de existir, había aprendido a controlarme bastante bien. Eso no significaba que la sangre humana dejara de ser mi debilidad principal.

-No busco nada de usted, solo escuchaba su música, que por lo que veo no podrá tocar en un buen rato. Lo cual e una verdadera lastima.-Mientras hablaba miraba a él hombre con una sonrisa en los labios, esta se denotaba fría, no podía sonreír de otra manera. Sin embargo mi preocupación por ello, podía decir que era sincera. Mire su guitarra, antigua pero a la vez hermosa si podía ayudar a producir esas notan tan atrayentes. -Disculpe si lo he incomodado con mi presencia y mis palabras..-mencione sin expresión alguna en el rostro.

-Perfectamente.

Emhyr modulo su voz, con un tono suave y calmante.
Sus ojos ahora se posaban en la guitarra con el ceño fruncido y los labios apretados, parecio concentrado intentando de deshacerse de la cuerda rota de la guitarra, incluso parecía ignorarla en aquel momento por completo, pero, a pesar de que su mirada o su gesto no mostrase interés, sus oídos lo hacían.

-Listo. -Dijo mientras sacaba la cuerda, y se levantaba del suelo, en el que previamente se encontraba sentado mientras tocaba la guitarra.

-La música se acabo por hoy, y unos días, será difícil encontrar un cuerda. Son caras.

Parecía aquella frase más para sí mismo que para ella.

Emhyr se dedico a guardar la guitarra en una funda echa con telas cosidas, como una clase de mochila algo deshilachada.

Luego sus ojos castaños se volvieron a ella, y negó con la cabeza mientras sonreía con simpatía frente a ella.

-¿Por qué disculparse? Si usted no a provocado que al cuerda se rompiese. Básicamente el desgaste y no he controlado la fuerza, las cuerdas al fin y al cabo se rompen, no son eternas. Lo mismo que la vida...

Sin darle a ella ver nada que desvelara algo su rostro, sin quererlo él se puso muy serio y meditabundo. Emhyr recordó el motivo por el que había viajado a París... La inmortalidad, la persecución de quimeras, de una locura.... Que él sabía que era real, las marcas de mordidas en todo su cuerpo lo testificaba. Debía de ser real, que existía criaturas inmortales.

-Me apena mucho que escuchar eso, espero que pronto la consiga..

Bien podía haberle dicho que seria un placer para mi comprar esa cuerda para esas notas tan extrañas pero a la vez hermosas, fueran escuchadas de nuevo. Pero aparte de que no tenia mucho dinero, tal vez el extraño no lo vería de la mejor manera.Mis únicos ingresos eran lo que mis "trabajos nocturnos" me dejaban.

Mis ojos se posaron en él, cuando de nuevo se volvió a mirarme. Su sonrisa era simpática y de cierta forma cálida. Intente sonreír de la misma manera, pero pude notar que mas que sonrisa, la curvatura de mis labios parecía una mueca. Me dio exactamente lo mismo, fuese como fuese que sonriera, sabia que me veía perfecta. Como lo que era, una criatura de la noche hermosa y letal.

Sus palabras me dejaron pensando. "Si él supiera" pensé mientras desviaba la mirada un poco.
Tiene ustedes razón, si bien la vida no es eterna, debe sobre llevarse de la mejor manea, vivir cada día como si fuese el ultimo.-dije volviendo a mirarlo a los ojos. Eso era lo que a mi me hubiera gustado hacer cuando aun era humana. Pero ahora ya no vivía, ahora solo existía. ya no vea los días soleados, solo la oscuridad de la noche.

-Oh, por cierto, discúlpeme por no haberme presentado desee el comienzo.-comencé a decirle mientras salia de mis pensamientos. Aun que mi mirada no dejaba de parecer sombría, sin embargo mi voz sonaba educada como siempre. Eso era algo que a pesar de los años... siglos, prevalecía. -Mi nombre es Celeste, Celeste Broussard.-me presente. Levante mi mano derecha delicadamente esperando que la estrechara o que besara mi palma como lo hacían antes. En estos tiempos la gente difícilmente se presentaba.

Mientra ella hablaba, su mirada se cruzo con la de ella. Aguanto sus ojos un buen rato en silencio, pero algo en su interior hizo que se removiera haciendo que sus músculos se tensarán en alerta repentina, y este instinto hizo que agachará su mirada mientras continuaba escuchándola.

Ella se presento ante él de manera educada, extendiéndole la mano como era habitual en mucho lugares.

Emhyr tardo en reaccionar unos segundo, dando un tirón de la bolsa donde guardaba la guitarra.

Ahora se mostraba cauteloso, y demasiado pensativo.

Tomo su mano con cortesía dispuesto a besarla.

-Emhyr Van Emreys, encantado. -Su nombre lo pronuncio no con el acento francés del lugar, sino como se pronunciaba en su idioma, así sonando veloz y casi sin entenderse. Por ello y antes de besarle la mano volvió a repetir su nombre con una disculpa de un modo más lento.

Al tomar su mano y besarla lentamente, noto varias cosas. Era fría, y el tacto extraño, podría decirse que suave y algo rígido.

Sus ojos se alzaron buscándolo los de ella, con una mirada reservada y misteriosa.
Emhyr no soltó su mano cuando alejo su rostro de ella, sino la apreto un poco con la suya cálida.

De nuevo sus ojos se posaron ante la piel pálida de ella, y con la otra mano paso sus dedos extrañamente por ella acariciante. Apenas tenía alguna imperfección y los poros habituales en la piel no percibían apenas, parecía como si estuviese pulida en algo similar al mármol, pero no tan albo ni tan duro como este.

Emhyr sonrió para sí, con malicia mientras soltaba la mano poco a poco. Fijándose en esos detalles se dio cuenta de algo, o al menso era una suposición.

Cuando él hombre a penas rozo mi mano pude notar que esta era cálida, sin duda alguna por la sangre que en sus venas corría. Trate de no hacer nada que delatara las ansias repentinas que tenia de beber sangre nueva.

Escuche su nombre, al escucharlo pronunciar las palabras tan rápido para un simple humano las entendí. Mi oído estaba más desarrollado que el de cualquiera, debido a ello escuchaba claramente los latidos de su corazón y una vez mas su nombre Emhyr.. Repetí para mis adentros con un poco de malicia.

Sentí apenas un leve apretón de la mano de el hombre hacia la mía que aun sostenía, lo mire con suspicacia y curiosidad al mismo tiempo. Parecía que al igual que yo él, me estaba observando. Ese hecho no me incomodo. Pero al divisar esa sonrisa maliciosa supe se había percatado de algo.

-Me atrevo a preguntar monsieur. ¿Qué es lo que lo a traído a Francia?. -pensé en que lo mejor era seguir hablando con aquel extraño, por que eso era para mi aun que supiese su nombre. No tenia la facha de cualquier gitano de por ahí, algo me decía que era algo mas.

En el peor de los casos, para él, podría matarlo sin dejar rastro de ello. Parecía un hombre solo y sin nada mas que si mismo en el mundo. Nadie lamentaría su desaparición. Ya prácticamente sentía la sangre de su cuello fluyendo por mi garganta. Pero en vez de matarlo podría cambiar sus recuerdos, solo alimentarme un poco de el, dejarlo inconsciente y eliminar todo rasgo de su memoria de que pudo haberme conocido. Ya lo había hecho antes, podría hacerlo ahora. Sonreí maliciosamente para mi misma mientras esperaba la respuesta de el hombre que sin duda me habia dado que pensar para esa noche.

Emhyr comenzó a caminar, dándole señal de que le siguiese en un pequeño paseo. La gente pasaba a su lado y al verlos allí en medio tan parados posaban sus miradas sin reparo. Sus pintas tan extrañas y las de ella, muy diferente, hacía que esto llamase la atención.

"Cómo si fuese yo a robarle o algo peor."

Pensó para sí, mientras le lanzaba una mala mirada a un gitano que tiraba de una pequeña carretilla.

Un instante se paró, para asegurarse que ella había entendido su gesto, y luego continua caminando.
Pensando sus palabras antes de soltarlas, se rasco la barbilla mirando al cielo que ya estaba oscuro. No se había dado cuenta que ya era de noche.

-Teniendo en cuenta que soy un exiliado, un desterrado de mi mundo de mi propio hogar. Una clase de trotamundos o más bien un "Buscador". Este es el lugar que mis pies me han llevado por azar, así que estoy aquí de paso más bien, pero...

Sus palabras tomaron un cierto tono de énfasis al principio que se apago a lo reflexivo cuando llego a la palabra "Buscador".
Todo aquello que nombraba era cierto, aunque en parte mentía con lo de que "estaba allí de paso", París tenía un objeto, un objeto que no debía de nombrar a nadie y más a ella, con la que debía de tener cautela si sus sospechas eran ciertas.
Sus palabras se frenaron un poco dejando algo de silencio y misterio, hasta que con sus manos gesticulando y con una voz modulaba al susurro, como si fuese a nombrar un alto secreto continuo hablando.

-...en realidad, como Buscador que ha terminado en París, busco algo. Una clase de quimera, un beso.

Su sonrisa se torció de un modo atractivo, mientras se detenía un instante. Sus ojos castaños no eran temerosos, más bien confiados, demasiados confiados y con un enigma en su interior que desvelar. En su caminar comenzaban a alejarse del bullicio del circo.

De nuevo Emhyr metió sus manos en los bolsillos de la raída chaqueta, y continuo caminando.

-No es un beso cualquiera, dicen que solo París lo tiene o al menos es mejor lugar para encontrarlo. Y que la primera vez que te besan de ese modo, quedan encantando o hipnotizado, y lo único que pides es más y más, ya que se convierte en una obsesión.
>>Puede que lo que diga suene a locura, pero, dicen que si recibes ese beso no querrás otro más, y que si lo buscas solo pondrás en peligro tu vida.

"Si no la he asustado, o no me llama loco, es que se lo toma a broma."

-Señorita si le muestro una cosa, ¿me puede prometer que no le contará a nadie lo que ha visto?

Emhyr pensó en dos posibilidades, o la asustaba haciéndola huir, o sentía verdadera curiosidad o simplemente, el arriesgaba su propia vida. Pero debía de verificar sus sospechas.

De nuevo le sonrió de esa manera encantadora y atractiva, que la mayoría de las veces le salía de un modo innato. Quienes le conocía, reconocían en él, el éxito con las mujeres, a base de esos simples gestos que le salía de manera natural sin buscar nada.