Un respiro que necesitaba, un momento para pensar [libre]

Sus ojos color de miel iban frenéticos de un lienzo en otro, escuchando las historias lóbregas que le susurraban al oído, recordando cada una de sus experiencias porque cada cuadro no era hecho por azares del destino sino que por el contrario tenían una vida por detrás, una anécdota que si bien agradable o no le habia enseñado algo y que de ser quien las observase una persona de basto conocimiento y una amplia mente lograría dejarse encantar por la vida que cobraban y las historias que ansiosas de compartir comenzaban a contar sus enseñanzas en una lengua olvidada por la mundana vida, sus puños se cerraron con fiereza mientras sus dientes rechinaban, estaba harto; observo primero el cuadro que tenia enfrente, analizándolo detenidamente mientras su mirada parecía aguarse, la siluetas se fundían con el obscuro fondo pero era visibles dos mujeres sujetas únicamente por una de sus manos, los vestidos de una y otra no eran precisamente los de dos damas de sociedad y estirpe sino de dos ciudadanas dignas de ser llamadas como tal, su mano se poso sobre las facciones de una dejando entre ver aquel perfecto rostro “estas son las personas que perdiste”, dejo caer su mano pasando al siguiente lienzo, manchado con matices mas claros que el anterior, era fácil de descifrar no era un cuadro con demasiada ciencia, se apreciaba una calle vacia, con todas las farolas de las casas encendidas, las ventanas entreabiertas y siluetas en estas, personas, suponía el, en el suelo y mas cercano a margen inferior del cuadro una silueta en primer plano, un pequeño de rubios y rizados cabellos, de ropa enmarañada y rostro sucio y aun asi guardando celosamente aquella inocencia que solo alguien de su edad podia poseer, sujetaba con su mano izquierda una lata vacia “a quien decidiste ayudar cuando todos los demás le dieron la espalda” recordaba bien aquel dia, regresaba a aquel lugar en el cual ahora estaba después de haber logrado vender un cuadro a una vieja revoltosa que coleccionaba piezas extrañas y estrafalarias, le habia dejado en la lata que sujetaba todo el dinero que habia conseguido sin dudarlo una sola vez, conocía a la personas y como era sentir que todos te daban la espalda, saber que estaban ahí…y no pretendían tenderte su mano, suspiro ampliamente girando sobre sus talones para quedar de frente a un cuadro al que anteriormente le habia dado la espalda.

Donde estaba nada alumbraba el lugar, la obscuridad le devoraba como un hambriento predador, enganchándolo entre sus fauces, estrujando su rostro con sus puños como queriendo extinguirlo a la nada misma, atisbo de soslayo un lienzo blanco en una esquina de la habitación, el ultimo, no tenia con que comprar mas, extendió su mano dejando que la luz lunar que se colaba por las puertas de vidrio que daban al balcón chocasen contra su tersa y palida piel, un cuadro luminoso pintaba el suelo a sus pies con una blancura digna de cualquier virgen, hastiado como siempre dejo que las virutas que como polvillo se elevaban en el aire le iluminasen completamente, si fuesen tangibles pensaba, seguramente me estarían tocando, me harian cosquillas…me harian sentir.

Tomo la manija, aquel trozo de metal con un baño de oro que comenzaba a caerse, los años describían aquel lugar maltrecho, los duros inviernos y largos veranos hacían cambiando varias cosas en el, la resistencia de las paredes era una mas notorias y no asi la primordial, habian cuarteado el techo, habia hecho estallar partes de la vieja madera, necesitaba una remodelacion y sin embargo no habia como hacerla, viro la manija escuchándole crujir, como un lastimero grito que le rogaba con todo su ser parar…le advertida y el sin embargo decidió no escuchar, abrió la puerta de cristal de par en par apoyando su palma sobre el frio y transparente material, se apoyo en el temiendo que cediese ante el peso mas aun asi haciendo el gesto, salió, a aquel lugar en el cual le gustaba estar, observar a los transeúntes con nula curiosidad, porque cada uno iba tan ensimismado en sus pensamientos que ajeno a todo lo demás se olvidaba de disfrutar las maravillas de la vida, porque si bien el negaba y refundía parecía alguien que no sabia valorar y apreciar la vida pero como buen artista valoraba lo bello de esta, apoyo sus manos sobre el barandal de madera que crujió ante su peso, uno muy débil debía admitir, sus manos se cernieron a la madera acariciándole con suavidad, sintiendo las astillas que de estas salian sin asi llegárselas a enterrar, suspiro entrecerrando los parpados, un respiro que necesitaba, un momento para pensar.

La silueta se desdibujaba con cada frenético paso que daba, perdiéndose en la penumbra de las cansinas calles que solía recorrer la peliroja cada mañana para llegar a su morada, sus pasos presurosos escaldaban las lozetas con sigilo... desde el día de su partida todo se había vuelto monótono y aburrido más sin encambio ella no se preocupo por ello y se aferró a su nueva y exicitante vida que le esperaba en las calles de París, desde que había llegado aquí se había propuesto darle sentido a su humanidad, a su existencia en este pasaje divino marcado por el todopoderoso, y no importando las circunstancias arraigarse ante este pensar aun pasando por el mal presagio que venía aconteciéndola hacía un par de minutos....
Sus pensamientos se remontaron hasta años de anteriores cuando solía vivir con sus padres en norteamerica, recorriendo cada uno de los sucesos más importantes que le habían sucedido allí, hasta la actualidad, paseándose en las calles de París y conociendo nuevos estilos de vida que a ella le fascinaba, todo esto envuelto en un grito de terror que le habían arrancado desde su frágil cuerpo un par de especímenes, que Galatea no fué capaz de identificar.
Su respiración se volvía un caos de frenesí y descontrol dentro de sus pulmones que amenazaban en colapsarse de un momento a otro, su corazón latía con fuerza provocandole un dolor en el pecho que trataba de calmar posando una mano sobre él sin mejoría alguna, todo parecía más oscuro y aterrador que de costumbre, parpadeó un par de veces para que sus pupilas se adaptaran ante tal sepulcral oscuridad.
Soltó un suspiro, deteniéndose de pronto sobre el asfalto irregular desgastando sus zapatillas seminuevas con evidente desagrado, volteó con prudente precaución, sintiéndose aliviada de encontrarse completamente sola, un simple segundo le fue conferido para sentirse a salvo, pasado ese momento de celestial alegría vino el desasociego los seres que la seguía aparecieron en la misma calle, con gesto burlón y nada sencibles ante la angustia de la chica, la miraban sintiendose superiores a ella, maquilándose miles de escenas llenas de malicia con la peliroja.
Un grito se ahogó en su garganta, haciéndola emitir un raquítico susurro de agonía, miró a su alrededor buscando una posible ayuda, pero nadie vendría en su auxilio, cerró los ojos asomandose en sus mejillas una lágrima de infinito terror, volvió a abrirlos percibiendo de una forma totalmente diferente su entorno... las calles relucían bajo la luz de la luna, las esporas de polvo aún seguían latentes en el aire, debido a su presencia, los rayos del sol que le prestaba a la luna la bañaba en un heterogéneo color pareciendo una pintura neoclásica, las puertas de las residencias enagenaban los laterales con sus imponentes mormoleos y purpúreas caracteristicas que les propiciaba la luz, ál girar sobre sus talones se encontró de frente con una puerta de peculiar estructura, llamándole la atención...
Esto bien puede ser simple ambigüedad pero durante estos cuantos segundo sintío un alivio profundo talandrándole los sentidos, posó con suavidad su delicada mano sobre el picaporte, no esperando que fuera abrirse, pero así lo hizo; lo giró y un leve chirrido emitido por la cerradura la sobresaltó. Sin percatarse de que los individuos se encontraban más cerca de lo que que creía, se adentró donde la penumbra alcanzaría un nuevo significado en su vida...

Sus pensamientos tendían vuelo sin que el pudiese hacer nada para evitarlo, salian de su mente sin derecho alguno, querían darse a conocer querían ser algo para alguien pero ese alguien parecía jamás llegar a ser, por eso era que usaba siempre si flequillo, aquel que era una barrera para sus pensamientos, aquel que les impedía explayarse como les gustaría, el que los mantenía alejados del resto de las personas porque no siempre la gente debía saber lo que una pensaba, pensaba todo lo que decía y sin embargo no decía todo lo que pensaba, en ocasiones ocurria lo contrario pero las reglas siempre tienen excepciones, no existe nada que lo sea todo ni un todo lo que no sea nada.

Bajo la mirada topándose desde el tercer piso en el cual el se encontraba con una silueta alla en lo bajo, una joven de rojizos cabellos y un asi sus facciones no eran del todo visibles, el manantial de plata liquida alla en el suelo expedía de su cauce cual fontana enardecida de sus entrañas aquella virutas luminosas que corrian como ríos sobre la tierra, partiéndose sobre los objetos para resplandecerlos, volviendo listones platinados en las calles, dándole aquel brillo tan propio a la noche, aquella bella y letargosa apariencia.

Algunos pasos mas alla sus ojos fueron capaces de captar otras figuras mas toscas y menos arregladas que la primera “no es tu asunto Anuar, nisiquiera vayas a pensar en inmiscuirte” pensó entrecerrando los parpados mientras observaba y aguardaba, miro la calle desolada deseando y ciertamente rogando porque alguien saliese en su ayuda ¿Qué? ¿acaso era estúpido? El mejor que nadie sabia que la gente solia ser una porquería nadie quería ver por otro antes que por si mismo, nadie buscaba un problema que no era suyo y sin embargo ahí estaba el quien jamás ayudaba a los demás y que sin embargo parecía aveces dejar salir su lado humanitario, como en aquellos instantes se debatía entre ayudarle o dejarle a su merced con aquellos hombres.

Sus parpados se cerraron cuando un sonido chirriante avanzo por las escaleras entrando en su galería cual furtivo animal, sigiloso y apenas audible aunque lo suficiente para indicarle que alguien habia entrado, apretó la madera con mayor firmeza encajándose una diminuta astilla que saco al instante con ayuda de sus dientes –genial- mascullo saliendo del balcón para adentrarse nuevamente en la obscuridad que se cernía en el interior del edificio, cerro las puertas de vidrio con suavidad, sin pretender hacer ningún ruido que delatase su presencia.

Se encamino con calma y sin prisa hacia la puerta que era su dormitorio comenzando a rebuscar algo entre el sucio suelo, manchas de pinturas eran visibles por todo el lugar, como si fuese este su lienzo de prueba, azules tenues por aquí, rojos intensos a un lado amarillos pardos tiñendo las paredes y grises en escala moteando cualquier espacio que pretendiese lucir limpio, era casi como otra obra de arte.

Mascullo al final saliendo de la habitación sin lo que habia estado buscando, atravesando la galería a grandes zancadas para salir de esa por el hueco que habia en la pared, un arco vacio que permitía la entrada a cualquier persona, nunca le habían robado nada, algunos gatos habían arañado algunos lienzos dada la ocasión, de vez en cuando algun extraño amanecía dormido en una recóndita esquina del lugar pero con una mirada bastaba para que asi como habia llegado se marchase sin agradecer por su hospitalidad, se detuvo bajo el arco como si algo ajeno a el le impidiese salir “si ellos no te ayudaron ¿Por qué irias tu a hacerlo?” arrugo el entrecejo girando sobre sus talones para adentrarse nuevamente en la galería ¿debia ir o quedarse? Era un gran dilema que le azoraba los pensamientos “no Anuar piensa lo que paso la ultima vez que ayudaste a alguien” tener que huir de un hombre lobo no era ciertamente una manera feliz de recordarlo, apretó los parpados aguardando, lo que pasara a continuación detonaría lo que haría o dejaría de hacer.

Sustentáculo sus manos sobre la rugosa pared, la pintura comenzaba a caer aunque habia soportado mas de lo planeado, hacia ya algunos meses habia pensado que debía cambiar el tapiz del lugar, aquellas franjas de apagados colores no solo por el paso de los años sino también por la falta de iluminación en el lugar, no le gustaba trabajar con excesiva luz era mejor si lo hacia abajo la luz de una vela, sus ojos se habían adecuado ya a aquellos colores que mas entornaban y lucian como el negro y escalas de grises, opacos, todos y cada uno de ellos exceptuando el rojo escarlata, aquel mas bien colorido tono al cual habia comenzando a guardar cierto aprecio, lo habia comenzado a hacer cuando habia descubierto que algunos seres debían conseguirlo en otras personas, victimas.

Si la joven se hubiese dignado a subir los escalones por muy letargico que fuese su andar debía ya haber llegado hasta aquel punto, debía haber atravesado aquella esbelta figura por debajo del arco en la pared, debía y sin embargo no asi ocurria, quizá algunos de los que en los demás pisos vivian se habían apiadado de ella y le habían abierto sus puertas como un refugio, como si realmente tuviesen un buen corazón, no, estaba seguro que aquel hombre de sonrisa altiva y gafas redondas sobre la punta de la nariz no movería un solo dedo en su socorro, sabia que seguiría leyendo sus absurdas novelas como si aquello fuese lo mas importante en el mundo, como si la inteligencia que un escrito brindaba pudiese ser mejor que la las experiencias de la caprichosa vida decidía brindar.

La mujer del siguiente piso tampoco haría nada, estaría muy probablemente en compañía de algún hombre fácil, de aquellos que con ver una mujer con grandes dotes caían rendidos como cachorros, exponiendo su estomago para recibir caricias, que aberrantes eran ese tipo de personas, sus pensamientos se vieron opacados por el chirriante sonido de la puerta al abrir y cerrarse nuevamente, suspiro deseando que hubiese sido la joven que sin lograr apoyo de nadie habia regresado a las calles parisianas y el joven del tercer piso, el habia aprendido la negligencia de las personas y de aquel Dios inexistente de una forma perturbante, abrumante, algo que no le deseaba a nadie.

Anduvo a zancadas hasta el balcón, asomando su cuerpo atreves del barandal de madera, observo la calle de hito en hito…sin ver a nadie en ella, apretó con fuerza sus manos apretando sus parpados con fiereza, no quería bajar no quería saber que ocurria no quería y sin embargo aquel ápice de humanidad que últimamente habia estado tan latente en el se esmeraba ahora en hacerle cometer lo correcto, susurrándole al oído como una voz ajena siendo que era el mismo autodictandose lo que debía hacer.

Golpeo la madera con los puños saliendo del balcón de vuelta a la galería, cerrando las puertas de cristal con una rapidez alarmante en un humano, cerro la puerta de su habitación y asi sin mas, sin pensarlo un segundo pues podría llegar a cambiar de parecer se apresuro a la escaleras pasando por debajo del umbral de su piso, la suela de sus zapatos golpeaba el suelo produciendo un sonido parecido a un suave troteo, se apoyaba de la pared sin ser asi necesario aun con aquella lobreguez inundando el edificio recordaba cada escalón, su ubicación y el ritmo al cual debía andar porque era un joven observador debido a su vocación que mas le parecía un estilo de vida.

Aterrizo en el primer piso colocándose frente a la joven ¿quer haría ahora? No sabia pero no planeaba quedarse de brazos cruzados, no planeaba ser como aquellos que le habían negado la ayuda cuando mas la habían necesitado, no pretendía ver nuevamente como alguien perdia su inocencia, aquella noche habia sido demasiada dolorosa y la que marcaria el resto de su existencia –se les ofrece algo- cuestiono con seriedad, fijando sus ojos color de oro en aquellos gallardos jóvenes, lucian de la alta estirpe y aun asi no dejaban de ser unos animales, aberrantes, llevo una mano detrás de el para colocarla sobre la cintura de la joven, empujándola con suavidad para que subiera los escalones, no sabia que haría dado que su galería no tenia puerta, pero se encargaría de ellos ahí abajo o dado el caso se convertiría en una persona a la cual golpear causase placer y no le molestaba, no sabiendo que habia hecho algo por remediar la situación.

Extrañas sensaciones invadían su cuerpo... miedo, pánico, terror, desasosiego sensaciones que si bien ya las había sentido, no de tal magnitud que aquel momento le propiciaba; se estremeció por estas angustiosas sensaciones, que pedía a gritos que se esfumaran, que todo terminara de una vez, que fueran rápidos y certeros, no sabía que le esperaba, mas sin en cambio deseaba que esto concluyera bien o mal pero que le pusieran fin a su sufirmiento. Su cuerpo se preparaba para la peor odisea que estos seres fueran a predisponerle, agachó la cabeza en señal de derrota, había perdido su batalla interna desde hace mucho; perder la guerra era de suponer que pasaría.

Acarició el barandal por reflejo sintiendo las curvaturas y desportillado atributo adquirido por el correr de los años, se aferró a aquel arcaico objeto, reprimiendo sus lágrimas e irguiendose ante tales individuos, tal ves todo había finalizado para su apesadumbrada vida, pero al menos la terminaría con toda la dignidad que aún conservaba.

Por imposible que pudiera parecer, pero alguíen se estaba compadeciendo de ella, escuchó las tenues pisadas en algún lugar que no lograba distinguir debido a el martilleo de su acelerado pulso en sus oídos; en el segundo que parpadeó un caballero se situó frente a ella con un ágil movimiento, su voz sonaba severa y mesurada; la respiración de Galatea se avivaba una vez más por el arrebato de emociones que se desataban en lo recóndito de su ser; sintió la mano de aquel sujeto que arribó en su auxilio y el leve empujón que le invitaba a subir los escalones; giró sobre sus talones para ascender al siguiente piso; al pisar el primer peldaño sintió que su cabeza daba vueltas, la adrenalina estaba a punto de sobrecargar su níveo cuerpo, sin embargo todavía le quedaba algo de fuerza, subió los escalones de manera torpe, alcanzando el último de ellos.

Suspiró con alivio dándo un vistazo a los chicos que permanecían en lo bajo de la escalera, lanzó una mirada de agradecimiento a su defensor y siguió andando, encontrándose frente a una arco donde fácilmente se podía penetrar en el; así lo hizo escondiendose bajo la oscuridad que reinaba en aquel lugar, brindándole una seguridad y ámparo que ni ella misma conseguió entender...

Aguardo a que subiera intentando que sus pupilas se dilatasen y adecuaran a la falta de luz en aquel lugar, seguramente no estarían felices de su intromisión y sin embargo se haría responsable de sus actos aceptando cualquier castigo que por mano propia quisieran adjudicarle. Si tan solo a el alguien le hubiese brindado la ayuda, no hubiese importado si valia o no o si hacia algun cambio, hubiese sentido, que a alguien le importaba.

Cayo de espalda sobre la escalinata al sentir un objeto duro sobre su rostro, cubrió su nariz con ambas manos palpando la sangre que de esta afloraba como si de un manantial se tratase, hilachos escarlatinas escurrían abriéndose paso por entre sus labios, goteando por su mentón y manchando asi su blanca camisa, nunca antes habia tenido que usar la fuerza bruta tan abiertamente, habia soltado algunos golpes y corrido pero jamás habia estado en medio de una riña y ahora…ahora solo le quedaba dejarse guiar por los instintos.

Sintió que alguien le sujetaba por la camisa pretendiendo alzarlo del suelo, estiro una pierna con fuerza pateando a aquel hombre para separarlo de si mismo, sintió el sabor de su propia sangre bajarle por la garganta, con un sabor metálico bastante desagradable, giro sobre su propio cuerpo mientras se levantaba intentando subir algunos escalones, un tirón de sus rojizos cabellos le hizo salir despedido por el suelo y hacia atrás, golpeando con la dura superficie metros mas alla, arrugo el entrecejo pensando en lo poco agradable que llegaría a ser todo aquello.

Y mientras intentaba levantarse escucho el retumbar de unos pasos que presurosamente intentaban subir los escalones, se abalanzo hacia el hombre sujetándole uno de los pies para hacer caer y golpear su rostro contra un escalón, escucho un quejido seguido de una patada en el rostro “le dejaste ver tu pasado antes, has que venga” pensó en quien ya antes le habia salvado, no, no podia hacer aquello que egoísta seria meterlo en problemas por una decisión que habia tomado el y exclusivamente de el seria la responsabilidad, sintió una empujón, algo o alguien le sujetaba por la cintura estampándolo contra la pared y arrinconándole con su propio cuerpo, la fuerza con que lo hacia le impedía respirar naturalmente, cerro los labios con fuerza apretándolos mientras la presión en sus costillas indicaba un posible colapso de las mismas.

Una voz le dijo algo al oído, una voz que parecía no poder ser de ningún ser vivo, como si un par de cadenas hubiesen cambiado su lenguaje al de los humanos una que le engatusaba y a la vez le hacia repudiarle –mala decisión haberte entrometido en donde nadie te llamo- murmuro arrojándolo contra el suelo con una fuerza tal que le impidió levantarse por algunos segundos, escupió la sangre acumulada en sus labios irguiéndose con dificultad, tenia el labio hinchado y el arco de la nariz con una línea que remarcaba una posible desviación del hueso, se limpio el rostro con el dorso de la mano –asumiré las consecuencias aun si eso me hace tener que pasar un buen rato con ustedes- en su voz no habia sido palpable un atisbo de sorna ni gracia, se doblo por un golpe en las costillas, y todo por pretender que la historia no sucediese una segunda vez.

Se acurrucó sentándose en un rincón atrayendo sus rodillas hacia su pecho, y rodeándolas con sus brazos; en ese momento su cuerpo se sacudía tembloroso, no por el frío que envolvía la noche, sino por el correr del miedo y la depuración de adrenalina en su sistema, su cabeza sentía una fuerte punzada de dolor, cerró sus ojos con fuerza tratando de ignorar lo que acontecía pisos abajo.

Fuertes golpes ascendía por las escaleras haciendola estremecerse, no sabía si aquello el caballero que la defendía esta bien, o si estaba herido, ¿que haría?, que amable era aquel sujeto en exponer su vida por una insignificante criatura[...] por una bruja; una vez más los golpes y el crujir de escombros sonaban allá en lo bajo, un leve escalofrío recorrió su espalda, intuitivamente cubrió sus oídos con sus manos mientras lágrimas de angustia recorrían sus mejillas, -que haces Galatea? ¿es que acaso siempre te esconderás? ¿vivirás con la carga mounstrosa por la vida de aquel sujeto que te defendió y tu sin hacer nada para ayudarlo?... piensa, piensa... ¿pero que puedo hacer? no quería dañar a nadie, talves nunca debí haber entrado aquí- se cuestionaba la chica con desaliento.

Desde que tenía uso de razón no era la clase de dama arraigada a su naturaleza, más bien ser una bruja siempre le habìa causado dolor de cabeza, no era algo que quería porque siempre había sido repudiada por su familia, su padre no aceptaba su "condición", cosa que años más tarde le causó baja autoestima y rechazo hacia sus poderes, ella añoraba con todas sus fuerzas ser normal, pero por obvias razones nunca lo conseguiría, más sin en cambio el poder crecía latente en lo profundo de su ser, esperando ser invocado.

Bien, basta de lloriqueos y de hacerse la víctima Galatea- pensó con determinación, poniéndose de pie, sacudió su ropa y arreglo su cabello, las piernas aún le temblaban pero no le dió importancia y se encaminó a las escaleras, aunque se tropezaba de vez en cuando siguío avanzando teníendo como guía sus manos y la pared[...] pronto se vío situada al extremo de las escaleras, pudo percatarse de que el sujeto sangraba aunque todavía luchaba con fuerza, observó también a los otros individuos- "cambiaformas"- se dijo y sonrió para sí misma, tomó uno de los amuletos que pendían de su brazalete -justo lo que necesito- murmuró acercó el amuleto a su boca, rosándolo con sus labios recitando unas palabras en hebreo, el amuleto se tiñó de un verde esmeralda que brillaba sobre su rostro. Les dirigió una mirada de irritación a los tipos mientras lanzaba su amuleto sobre el aire, iluminando las escaleras de un color verdoso y despidiendo un aroma entre musgo y tierra mojada; bien tal ves no era un hechizo muy poderoso pero al menos inhibiría el poder sobrenatural de esos seres, dándole ventaja a su intercesor.

Atino a propiciar un puñetazo en el rostro de alguno de aquellos hombres, atino y no asi parecía hacer gran esfuerzo, sobre sus nudillos sentía ya la sangre ajena derramada por los golpes que habia dejado escapar como si toda la vida hubiese estado liado en riñas y discusiones siendo el, alguien tan pacifico que prefería valerse de las palabras y no asi los golpes aun cuando se pretendía dañar a alguien las verdaderas dichas de frente dolían mas que las acciones causadas al cuerpo como daño intencional.

Rodo por el suelo con otro de aquellos sujetándola por la camisa y apretando su pecho contra el suelo con fiereza, dejo escapar un diminuto quejido que ahogo al sentir estampar sus labios contra el suelo, apretó fuertemente los parpados escabulléndose entre las piernas del agresor y levantándose para patearle en el estomago, de alguna forma le dio en el diafragma dejándoles sin aliento unos instantes, justo en aquel momento el amuleto paso por encima de su cabeza, el aroma de tierra húmeda le embriago haciéndole olvidar por un segundo el dolor que sentía sobre todo en su rostro y costillas, seguramente tenia ya varios hematomas alrededor de su torso y dorso.

Cayo sobre uno de aquellos estampando repetidas veces su puño en su rostro, prácticamente desfigurándolo, cerniendo su puño contra sus facciones una y otra vez, ensimismado en lo que hacia en el enojo que descargaba por aquella vez hacia años, aquella vez que no habia logrado hacer nada mas que observar como cerdos como aquel le quitaban todo, unas manos ajenas le levantaron esta vez no sujetándolo por el cuello de la camisa sino apretando su tráquea mientras levantaban sus pies del suelo dejándole colgando solo de aquella fuerza tensión, los iracundos ojos del hombre ansiaban ver que dejara de moverse.

Por un segundo sintió como su ultimo aliento era desperdiciado, la mirada se le volvió mas cancina, vislumbrando ahora solo siluetas borrosas, sujeto con fuerza el brazo del hombre estirándolo las manos intentando asi sujetar su rostro, el cual alejaba de su alcance por saber lo que pretendía hacer, inútil fue aquello, pateo pues con fuerza su estomago, una vez, dos, tres, hasta que escucho un débil crack y cayo al suelo asi sin mas, apenas y con aliento y el cuerpo tan adolorido como cualquier de aquellos hombres tirados en el suelo al igual que el, respiro agitadamente orgulloso de haber salvado una inocencia.

Su labio hinchado y casi reventado sangraba al igual que su nariz incontrolablemente, su mejilla estaba amoratada y en su mentón se veia una abertura, en su cuello estaban bien marcadas las densas manos del hombre como manchones rojizos que no desaparecieran en los próximos dias, bajo la camisa se escondian las demás heridas, suspiro, ya solo aguardando que se retirasen o pretenderian seguir con aquella inútil pelea ya.

Habia entreabierto los parpados observando como aquel hombre parecía reacio a querer irse del lugar y dejarlo aunque medio moribundo sobre el suelo a fin de cuentas vivo en aquel edificio habiendo rescatado a la joven que de alguna forma le habia devuelto el favor, no dudaba que de no haberse metido en el pleito pudiese haber terminado en una situación nada agradable y mucho mas dañina para su integridad física.

Suspiro aliviado y no asi de feliz de verle partir con su compañero sobre sus brazos, si fuesen otras personas quizá y no de forma muy probable hubiese sentido pena de aquellos desdichados hombres que habían terminado peor que el mismo pero eran monstruos, aberrantes cerdos que no merecían nada mejor que lo que el mismo les habia dado, ningun trato respetuoso nisiquiera indiferente, pero nada era gratis y asi como les habia puesto en su lugar ellos habían hecho lo mismo con el, no podia ponerse en pie el dorso y torso le quemaban por dentro, sentía como cada milímetro de sus extremidades se hinchaba por los recibidos golpes.

Observo a la joven que se acercaba con rapidez acomodándose a un lado de el casi acurrucándose en su regazo –estoy…e estado mejor- mascullo intentando levantarse sin logro alguno, apoyo entonces la palma de su mano sobre el suelo el rugoso suelo, no supo si aquello que tocaba eran residuos del tapiz de las paredes o algo que podría ser o no ser sangre, se preguntaba cuanta habia perdido el mismo y como era que lucia su rostro en aquellos instantes, seguramente no como estaba acostumbrado.

El parpado le palpitaba como con vida propia, el labio se le hinchaba como si alguna alergia sufriese, de su mentón y puente de la nariz finos hilachos de sangre escarlatina corrian constantemente, viro su rostro observando a la joven, sonriéndole forzadamente de medio lado, de un modo sincero aunque demostrando el dolor –bien doamna- le indico observándole, no lucia o no aparentaba tener ninguna herida visible –esta usted bien- le cuestiono con cierto deje de preocupación porque la historia no habia vuelto a ocurrir y era agradable saber, que habia sido por algo que habia hecho o dado el caso no habia dejado de hacer.

Un cosquilleo de alivio recorrió su cuerpo, podía ver que estaba bien o al menos lo aparentaba, parecía exhausto y la sangre cubría gran parte de su cuerpo, su respiración daba la sensación de causarle dolor, aún no entendía porque la había ayudado y terminar así no era algo que a ella le complacía pero sí la llenaba de agradecimiento..., al menos podía decir que aún existía gente amable y buena en este contaminado mundo.

Sonreó con timidez al escuchar su respuesta, lo miró intentar levantarse, lo sujetó del brazo para ayudarlo aunque no sirviendo de mucho, estab peor de lo que había pensado, -no debería moverse señor, no creo que este del todo bien-dijó en tono alarmado intentando contenerlo; al estar tan cerca de él, claramente podía ver como su rostro comenzaba a cambiar debido a los golpes, hinchándose y derramando sagre..., era algo inquietante, nunca pretendía causar daño a nadie y mucho menos a la persona que le ayudaba, -lo lamento tanto, caballero-se disculpó afligida pasando uno de sus alborotados risos detrás de su oreja, devolviéndo sus manos a su regazo y entrelazando sus dedos con nerviosismo.

Posó su mirada en aquel rostro que le mostraba sinceridad y dolor al mismo tiempo, correspondiéndo a su sonrisa, no sabía como debía actuar, era algo que la superaba en todos los niveles..., se sentía tan vulnerable apenas unos minutos atrás y ahora podía sentir la seguridad resugir de profundo de su ser; -estoy bien...gracias a usted-susurró bajando la mirada en tono de apremio, quería decirle lo cuán agradecida estaba, pero las palabras no fluían, al verlo en ese estado lo único que le apetecía hacer era borrarle todo dolor y devolverle la calma a su cuerpo.

Escuchó el tintinear, de sus amuletos en su cabeza; y sonrió con complacencia, había encontrado la forma en ahorrarle el dolor auqnue no así de las heridas, esas tendrían que sanarle con el tiempo, pero al menos haría algo por él..., -quizá yo puedría ayudarle con el dolor, caballero..., ¿está de acuerdo con que use un poco de hechicería en usted?- consultó sin un toque de duda en su voz, más bien era confianza y fé en sí misma, y en que sus dones al fin servirían para un benévolo propósito

Sabia que habia sido gracias a el que ella estaba bien pero escucharlo de sus labios le causaba una sensación de alivio y agradecimiento indescriptibles porque agradecia haber podido hacer algo en aquella ocasión no haber tenido que ver como alguien mas perdia la inocencia, como le era arrebatada sin que nadie decidiese ayudar porque alguien debió haber escuchados gritos, sus plegarias y un Dios negligente hacia sus hijas habia sido la causa de todo aquello, si existía que se remordiera en el cielo y la conciencia no le dejase empas aunque si existía dudaba que una injusticia mas le causase ningun signo de humanidad porque el actuaba de formas diversas y divinas, incomprensibles si era incomprensible como habia permitido semejante crimen.

Ya antes habia sido participe de la magia no como tal la habían usado sobre el pero su sangre habia contribuido a…no estaba seguro de a que clase de magia pero le habían devuelto las fuerzas a quien parecía estar al borde de la muerte y después habían tenido que huir de la cacería que se les pretendía dar, absurdo y poco humano después de brindarle ayuda al señor este les habia tachado por brujos y dicho que merecían la hoguera.

-no veo el porque no- murmuro recargándose de la pared con esfuerzo, apoyando su nuca sobre la misma y echándola levemente hacia atrás para ver el cielo raso que lucia igual de negro que todo lo demás en aquel lugar, solo por las escaleras se colaba una tenue luz que se disolvía antes de darle a ellos –mi nombre es Anuar Dutuescu por cierto- le indico estirando su mano hacia ella pues aun y pese al dolor de los movimientos creía merecer saber el nombre de la joven y no tanto por merecer sino por curiosidad –cual es el suyo- le cuestiono por lo bajo aguardando, sus raíces eran solo visibles en la mension de su apellido aquel acento extranjero que revelaba el suelo que le habia visto nacer, Rumania.

El tintineo de los amuletos llamo su atención unos instantes eran variados y quizá demasiadas para colgar de un solo cuello se pregunto si eran para hacer diversos hechizos o de protección alguna vez habia leído algo parecido aunque no era muy creyente de aquel tipo de cosas ni mucho menos devoto a todo eso pero sabia de su existencia por muestras tangibles de ellas y no temia como no temia ya de las creaturas que la noche habitaban, observo a la joven sonriendo de medio lado se percato entonces que todas las personas que habia conocido exceptuando una poseían el cabello pelirojo no como el propio puesto que el suyo era un rojo pardo, falto de vida.

-que hacia caminando a estas horas por aquí- cuestiono seguidamente limpiándose la sangre del rostro con el dorso de la mano, al pasar su mano por la nariz el rostro se le compungió seguramente se le habia desacomodado y seguramente debía ponerla en su lugar…que desagradable era aquello.

Salia del trabajo de pronto se pregunto en que trabajaba aunque preguntar aquello seria sin lugar a dudas una completa indiscreción, le habia salvado y ella no tenia porque deberle nada porque los actos que se agradecían eran los que venían por impulso y no por merecer algo a cambio y los actos por iniciativa propia no debían ser beneficiosos el bien lo sabia lo habia experimentado ya en los últimos días varias ocasiones, comenzaba a pensar y se repetía que la próxima vez que alguien necesitase ayuda no debería brindarla sobre todo no si en nueva cuenta saldría asi de mal parado, nadie le habia salvado a el y ahora el salvada a todo mundo como si le debiese algo a la sociedad.

-supongo que entonces no debería hacerlo nuevamente vera usted que ni estas ni ninguna calle parisiana es segura a tales horas no sobre todo para una doamna- le indico recargándose de la pared dejando escapar asi un amplio suspiro que termino dejándole sin aire los pulmones viéndole obligado a jalar tanto por la nariz como por la boca, sintiendo una punzada en el pecho que le bajo hasta el diafragma seguramente visible en su cuerpo como una contusión, su rostro no se compungió no debía porque hacerle sentir culpable el y solo el eran responsable de sus actos y el habia decidido ir en su auxilio.

Observo como pudo por la poca luz que al lugar se colaba el amuleto con aquella forma de animal halado y nocturno, habia visto algunos cuando visitaba la antigua catedral con su hermana, los habia visto con los ojos centellantes colgados de cabeza sobre el techo como endemoniados, les habia visto chillar y mostrar sus colmillos mientras tomaban vuelo azorados por el sonido de la campana era todo un espectáculo hacer aquello.

Por segunda ocasión presencio y fue participe de la magia de una bruja escucho hablarle en hebreo sin asi comprender lo que sus labios formulaban y despedían como bien trazadas palabras en una lengua antigua, entrecerró los parpados ante el destello acostumbrado ya a la obscuridad del lugar, sentía como si las heridas sanasen como si cada poro de su piel se regenerara y le dejara un cuerpo nuevo, palpo su nariz sin dolor mas aun asi siéndole tangible la herida, no le habia sanado habia desaparecido el dolor lo cual era un alivio puesto que no habia logrado siquiera levantarse.

-gracias- le indico con tranquilidad palpando su abdomen, levantándose sin mas del suelo con lentitud mas sin caer en cuenta que no debía lastimarse aun mas, el no sentir las heridas no implicaba que no estuviesen ahí, tendio su mano hacia la joven –supongo que no querrá salir ahora mismo- asevero creyendo estar en lo correcto.

Nego con tranquilidad encogiéndose de hombros –si desea puede quedarse mientras se recupera del susto aunque talvez desea que no se haga mas noche- recapacito no sabiendo que decidiría la joven ambas opciones tenían sus pros y contras y todo era dependiendo el punto de vista de cada uno, como la mayoría de las cosas en la vida difería nada lo era todo ni ninguna cosa era nada.

Sacudio sus manos limpiando sus nudillos ensangrentados contra la blanca camisa de lino sin mayor abrumo por el dolor que instantes atrás habia sentido en cuando la peliroja se fuera de miraría en el espejo para observar el daño causado no quería hacerlo frente a ella lucia ya lo suficientemente acongojada como para siquiera querer pensar en ello abrumarla con una escena grafica no valia la pena por lo menos no desde su punto de vista.

-entonces…¿se quedara?- le cuestiono observándola de soslayo el mismo no hubiese aceptado aquella invitación ¿y si se trataba de quien lo habia salvado de una persona aun mas aberrante que las anteriores? Todo podia ser y uno no debía fiarse de las personas en una primera instancia…aunque aveces no era cuestión de querer o no y seguramente en algun momento dado el mismo terminaría haciéndolo como en aquellos instantes ¿no podia ser la joven una bruja con desordenes psicológicos? ¿Quién le decía que no era peligrosa? Se encogió de hombros internamente esperando una reacción de su parte.

Encogio el rostro entre los hombros al sentir el gélido aire lamerle el cuerpo cual ser de ultratumba susurrándole indebidas cosas al oído cosas que no comprendía y aveces deseaba entender –tanto cuanto usted guste- aseguro comenzando a andar escaleras arriba con la falta de luz para alumbrar su camino, el no necesitaba de ver para saber donde si y donde no apoyar el pie, donde terminaba un escalón y comenzaba el otro y no precisamente por saber las distancias sino por memoria, días después de haber llegado al edificio podia ya subir y bajar con los ojos cerrados.

-tenga cuidado…aveces no se ve nada- le indico palpando con sus manos su magullado rostro, no lucia tan mal por lo menos no la imagen que se estaba haciendo atraves del tacto ¿estaba su nariz chueca? Creía que si y debía enderezarla antes de que pasaran los efectos del hechizo o que comenzara a soldarse en aquella posición cuanto hubiese dado por poder haber hecho algo parecido cuando Angeliqueé le necesito mas no, lo ultimo que recordaba era la sangre agolpándosele en la sien y un golpe en la nuca.

-¿sabe algo de medicina?- le cuestiono llegando al tercer piso en cuestión de instante, paso bajo el arco en la pared que daba a la galería, suponía que habia estado refugiada en aquel lugar cuando habia subido -¿podria enderezarme la nariz?- le cuestiono con tranquilidad gracias a la falta de dolor sino seguramente terminaría gritando y aferrándose a algo.