-Achilles-

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DATOS BÁSICOS

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

La personalidad de Aquilles no ha cambiado mucho con el paso de los años, él sigue siendo un hombre de su época, una en la que el honor y la guerra marcaba a los hombres.
La fortaleza, el valor y el orgullo, siempre han sido lo más importante para él, ya que es un hombre forjado para la batalla, creado para liderar a sus hombres, educado para ser el estratega y para buscar y llevar a su gente a la victoria.
Se caracteriza por ser un hombre decidido, con carácter, dominante, que no duda de nada y que no teme a nada. Sin embargo, pese a su poco temor ante un destino incierto,  sabe que tarde o temprano -pese a la inmortalidad-, le llegara la hora de rendir cuentas.
Sabe que no es invencible, que posee debilidades, es por eso que siempre baraja todas sus opciones y cuida todas sus cartas, sin dudar en jugar siempre a favor de sí mismo.
Le gusta disfrutar de todos los placeres sin restringirse ninguno, definiéndose a si mismo ahora en la actualidad; como un ser errante, un ser solitario que siempre busca algo, alguien que va forjando el camino mientras lo anda. Y es que las batallas, las conquistas y sangre quedaron detrás, pero siguen quedando guerras particulares que librar.
En cuanto a su persona y a su humanidad mas arraigada, se puede hablar de la lealtad y de la protección. Su lealtad es con los suyos, y si bien los suyos están contados con los dedos de una mano, se puede decir que dará su vida con tal de proteger a aquellos elegidos.
Por otro lado, su faceta de protección con éstos le hace ser temible en muchas ocasiones, sin embargo no dudara en ceder un tanto o en cambiar su estrategia si ve que de ese modo, las cosas siguen el cauce debido.

HISTORIA

Sucedió en Roma.
Cuando la civilización romana ampliaba sus horizontes de conquista.
El emperador Cesar Augusto ordenaba ampliar el territorio del imperio por Europa, por lo que los hombres bajo su mandato lideraban las mas que sanguinarias batallas en las todos caian sin poder remediarlo.

Achilles era uno de los generales del emperador. Su niñez, su juventud y su adultez habían estado bajo el dominio del ejército, ya que su propio padre antes que él era un hombre de guerra, quien no dudo en forjar a su hijo en las mismas artes con lágrimas, con sudor y con sangre para convertirle en el guerrero que deseaba.
Por lo que aun siendo un niño, dejo su inocencia atrás para vanagloriarse con la sangre enemiga, mostrándose realmente como un enemigo temible, tremendamente perspicaz y ágil, inteligente y fuerte en el combate, por lo que su nombre paso rápidamente a hacerse conocido, llamando la atención del propio emperador, quien no dudo en alistarlo entre sus mejores hombres a una temprana edad. Por lo que Achilles creció entre las arenas, aprendiendo a no tener escrúpulos y a saborear la victoria hasta que se convirtió en un adulto.

Pero el poder y la gloria tienen un precio que nadie se molesta en apreciar, y este fue que sus actos se vieron vigilados desde cerca no solo por sus enemigos, sino también por sus propios hombres, quienes leales, pero aun así, temerosos de aquella salvajedad que Achilles mostraba en el campo de batalla, se mantuvieron alerta, siempre alerta…
Hasta que llegó un día, en el que la batalla les condujo a las tierras de oriente, donde el ejército enemigo les esperaba.
Aquella no tenía que ser más que una batalla más, una que ganarían como tantas otras…
Pero lo que Achilles no esperaba es que sus adversarios fueran en esta ocasión seres tan “particulares”. Pues en medio de las cálidas y arenosas tierras de oriente se encontró con unos seres aun más sanguinarios que ellos, seres que solo se mostraban de noche, seres que sin grandes armas -e incluso muchos de ellos desarmados- eran capaces de segar almas con un simple chasquido.

Aquella fue la primera vez que el ejercito de Achilles cayó en la derrota, y fue bajo la mano de los inmortales, quienes pese a ser simplemente tres mil setecientos contra diez mil, lograron abatirles en pocas  horas, hasta que solo quedo uno, el último superviviente.
Él.

Achilles se encontraba en aquellos momentos con graves heridas en todo su cuerpo, con flechas enterradas en casi todas sus extremidades, asi como con una larga daga clavada demasiado cerca de su corazón. Su caballo había caído encima de él durante el ataque, por lo que ahora se hallaba semi enterrado debajo de este, rodeado de los cuerpos y de la sangre de sus hombres. Esperando paciente, al verdugo que le daría muerte hasta que éste llegó ante él, mirándole hacia abajo mientras Achilles le fulminaba.
Sin embargo, cuando aquel guerrero que había puesto fin a la vida de todos sus hombres se quito el yelmo Achilles no creyo lo que vió.
Pues la salvaje melena rubia de aquella hermosa mujer ondeo con el aire del desierto mientras ella le miraba con desdén y orgullo hacia abajo, haciéndole pensar que simplemente deliraba ya por sus heridas.
Pero en aquel entonces, cuando ella se acuclilló a su lado y le hablo sin mover los labios, Achilles supo que no era una alucinación. Aquella extraña mujer era real, y por algún extraño motivo parecía mostrarse amable en vez de arista o agresiva como debía mostrarse ante un enemigo.
Y es que entonces, ella aparto lo que en aquel momento enterraba a Achilles como si fueran simples plumas, sujetándole el rostro para obligarle a mirarle mientras le ofrecía la vida a cambio de que se rindiera y le sirviera.
Achilles rio roncamente antes hacer ademan de escupirla para rechazar asi su oferta,  pues no había peor deshonor que unirse al enemigo o aceptar su piedad. Aquello era un simple insulto.  Sin embargo aquella mujer, con un reflejo inhumano, agarro la saliva de aquel  hombre en el puño de su mano y rio a carcajadas con una voz tan angelical que parecía pertenecer a los ángeles y no a un demonio como ella.
Si… ella le miraba y sonreía y Achilles supo que aquella sonrisa no podía ocultar nada bueno.  Aunque ni siquiera tuvo demasiado tiempo para pensar pues antes de poder siquiera pestañear, ella le había tomado por la nuca con una fuerza impropia de una mujer, levantándole para ahora beber directamente desde su yugular, absorbiendo su sangre con una desesperación más que alarmante que provoco que las ya escasas fuerzas del guerrero caído, fueran casi extintas. Solo ahí, en aquel momento y en aquel lugar, uno que seria con certeza su lecho su de muerte, ella le dio a Achilles la oportunidad de elegir.

Achilles habría negado a tal proposición pero su honor ya había sido mancillado, y él, de algún modo, ya había muerto al perder a su ejército. Volver a Roma vivo, pero sin nada entre las manos, habría sido la peor deshonra que un hombre como él pudiera recibir.
Ahora era un guerrero caído, sin honor, sin patria, sin hombres ni sangre que reclamar.  Por eso, ya como un hombre muerto, encandilado con el hecho de que ella hablara de las artes ocultas de la guerra –artes que el mismo creía dominar-, que Achilles pensó en su propuesta, descubriendo de pronto el temor a la propia muerte…
Pues aquella mujer le ofrecía el poder de sus guerreros, invencibles e inmortales. ¿Podía existir acaso algo mejor que ser un hombre de guerra invencible?....
No…No lo habia.
Si aceptaba ahora, no solo ganaría a la muerte, sino que recibiría el poder necesario para hacer que el mundo recordara su nombre a través del tiempo.


Ella clavo su profunda mirada en los ojos del guerrero caído y asintió en silencio ante el ejercito de inmortales que le rodeaba.
Fue de ese modo como Achilles decidió, fue de ese modo, que la sangre de aquella mujer entró en su cuerpo agonizante devolviéndole la vitalidad, la fuerza, asi como el nuevo poder que le confería ser un neófito sediento.
…
Fue asi, como a partir de aquel día Achilles pasó a ser siervo de aquella mujer y de su marido. Unos que se hacían llamar reyes, alardeando de ser los mas longevos de su raza. Y de ese modo, entre nuevas conquistas, entre nuevos terrenos de batalla y entre nuevas civilizaciones que cayeron bajo su poder, que paso el tiempo…
El imperio romano seguía expandiéndose por Europa, mientras que el imperio de inmortales formado por sus dos líderes, procuraba declarar su poder por el continente africano. Mientras que Achilles, aprendía y comprendía que con el paso de los años sus ansias de guerra mermaban. Pues la misma inmortalidad le enseñaba que ninguna batalla era tan importante como para olvidar los deseos propios más que los ajenos.
Fue por ese motivo, que llegado el momento Achilles decidió acercarse a su creadora, con el fin de exponer sus intenciones, por lo que ella, satisfecha con el servicio que ya largo tiempo le habían entregado, decidió hacer un pacto con él.


Aquellas palabras desconcertaron totalmente a Achilles. Porque aquella mujer le pedía que pensara en cinco personas, le pedía que las escogiera…que de algún modo las cuidara. ¿Por qué? ¿Porque debía hacer semejante cosa cuando nunca en su vida había pensado en nada más que en sí mismo?
Aquella mujer desvariaba. Pero fuera como fuese, Achilles aceptó.

Sus pasos ahora en solitario le condujeron a Europa donde en cada franja de terreno eligió a una persona, acercándose con sigilo a sus vidas. Escogiendo primero a tres jóvenes guerreros, instruyéndolos, alistándolos, enseñándoles a ser como él, Intentando averiguar qué era lo que él podía necesitar de simples y míseros mortales.

Sin embargo la curiosidad por aquella extraña petición le hizo seguir adelante con tan extraña hazaña, sabiendo que de ese modo, ni siquiera una contienda tan absurda como librar con mortales se le podría resistir.
Fue así, como en las tierras del norte, escogió a los tres primeros elegidos.
El primero de aquellos cinco fue Einar.
Einar era un joven valiente, con más agallas de las que aparentaba, uno cuya sed de venganza y de sangre le recordó a él mismo cuando era tan solo un muchacho.
El segundo de ellos fue Alrik un hombre sabio, inteligente, perspicaz como ninguno, con un don innato para la estrategia.
Y el tercero fue Fenrir, Diestro y siempre listo, el joven más aventurero y más leal que Achilles jamás conoció.
Les capturo cuando aun eran jóvenes, salvándoles de las manos de la muerte, pues los tres yacían entre las llamas que devoraban su poblado. Fue por ello, que comprando su confianza y haciéndoles entender la deuda de vida que tenían con él, que comenzó a instruirles para convertirles en seres superiores a los demás, pues quería que se parecieran a él, que fueran fuertes, decididos, personas sin miedo a nadie ni a a nada…
Achilles les dio la inmortalidad, y ellos no le decepcionaron. Pues mientras le instruía algo extraño aparecía en él, y es que sin quererlo les tomo aprecio, alegrándose con sus victorias y entristeciéndose con sus derrotas como si fueran las suyas propias. Y es que sin darse cuenta Achilles tuvo cerca de él, algo que nunca jamás había tenido de la mano de nadie, pues no había ser que no le temiese o al que no intimidase, y aquello fue la lealtad unida a la misma amistad que tomo con aquellos hombres. Algo que si bien le sorprendió, también le hizo pensar en cosas que jamás rondaron por su cabeza.  
Fue por ello que sintió aun mas sus muertes cuando encontró a aquellos tres y estos yacían convertidos en cenizas. Sintiéndose iracundo ante aquello que le habían quitado. Sin embargo no fue aquello lo que le hizo palidecer, sino el hecho de encontrar la nota de los reyes, una que indicaba que solo faltaban dos personas mas…

La indignación fue poca, y no mermo mientras cabalgaba hacia los verdes paisajes de Escocia.
Sin embargo su sorpresa fue mayor cuando encontró al ejercito romano en
aquellas tierras.

Marco Ulpio Trajano era el emperador ahora. Y Achilles, intrigado con todos los cambios que habían sucedido en su propio pueblo, no dudo en acercarse al ejercito, mostrando sus habilidades con cautela para ser aceptado entre aquellas filas sin aspirar a ser el mandamás, pues quería ver a los hombres desde abajo, ya que algo le decía que ahí entre aquellos tenía que estar el cuarto elegido al que buscaba.
Su instinto no le fallo. Pero si le sorprendió cuando visualizo a aquella joven muda quien haciéndose pasar por una aliada guiaba a los romanos hacia un ataque inminente.
Achilles lo sabia, Achilles escucho los planes de traición de aquella joven, y asintió en silencio, sonriendo bajo su yelmo, cabalgando junto al resto hacia la trampa mortal a la que les conducían.
Por lo que no se sorprendió cuando fueron diezmados, ni cuando solo quedaron cinco…ni tampoco cuando solo quedaron él y la joven picta. Una que parecía cegada por el odio y por la ira, una que enérgica cual fiera luchaba con toda su alma para abatirle.
Semejante coraje y semejante odio asi como aquel sentimiento de traición agradaron a Achilles, por lo que cuando dejo de jugar y le hizo caer, se quito el casco sabiendo que había encontrado a la cuarta elegida.
Sin embargo no quería que la historia se repitiera, si se la llevaba con el, si la convertía en su aliada…Los reyes volverían a por ella y se la quitarían. Fue por eso, que dándole la inmortalidad, le prometió cuando ella perdió la conciencia, que volvería a buscarla, pidiéndole que siguiera odiándole, que le recordara, pues tarde o temprano volvería a por ella.
De ese modo le dejo ahí, sabiendo que de ese modo le protegería de los que seguían sus pasos y siguió su camino…cruzando la tierra y el mar, hasta que el verde acabo y comenzó el blanco.

Pasarían largos años hasta que una nueva civilización apareció ante sus ojos, y es que perdido en la naturaleza, se convirtió en un ser errante.
Hasta que la gélida tierra de Islandia le recibió con el viento agitando sus cabellos.
Allí no parecía haber más que hielo y muerte, pues Achilles llego a un pequeño poblado, donde la nieve era teñida de rojo. El claro ataque de los vikingos le hizo mirar el desastre sin preocuparle en extremo.
Por lo que recorrió el poblado vacio, observando los cuerpos mientras que los copos de nieve caían incesantes, como si quisieran borrar el rastro del carmesí, dotando al paisaje de una extraña calma que pese a ser la predecesora a la muerte, le hizo sentirse en paz. Como si en aquellos confines del mundo ya nada pudiese alterar sus pasos, sin embargo, mientras continuaba su camino una pequeña figura le miro desde debajo de un árbol seco.
Achilles le contemplo confundiendo su pequeña figura con la de algun animal…pero no se trataba de eso. Era una niña pequeña algonquina, de pocos años de edad quien le miraba con unos enormes y rasgados ojos desde aquel lugar.
Achilles caminó hacia ella con calma y saco su espada lentamente, pensando en darle muerte.  Pues, ¿para qué dejarla con vida si toda su gente había muerto?...Matarle seria ser misericordioso con una vida que no tenía ya futuro alguno.    
Sin embargo cuando estaba delante de la pequeña, apuntándole con el filo de su espada, ella en vez de huir despavorida se acerco a él, agarrando la punta del arma  pese a que esta le cortaba la mano.  
Achilles miro a la criatura fijamente, mientras la nieve seguía cayendo incesante sobre los dos, y es que aquella niña inocente e incluso osada, le hizo sonreir como hacia ya demasiados siglos que no hacia, acucliyandose para mirar mejor a aquella niña mientras ella se acercaba a él tímidamente.
¿Por qué aquella nena no le temía? ¿Por qué no huía como hacia todo el mundo ante su presencia?
Su inocencia seria su fin, pensó en sus adentros, mientras guardaba su arma y extendía una mano hacia la niña, a la vez que ella le miraba fijamente contemplando su mano, para dar unos precipitados pasitos que le condujeron hacia él, donde sin dudarlo se agarro con sus pequeñas manitas a los ropajes de cuero de Achilles, mientras que él parpadeaba sin entender aquel gesto.
…
Quizás porque algo se removió en su frio corazón, quizás porque llevaba demasiado tiempo solo y perdido en medio de la naturaleza…quien sabe porque, él no lo dudó, él simplemente agarro a la pequeña entre sus brazos y le tapo con sus propias pieles, envolviéndole en sus brazos y llevándosela consigo por el mismo sendero por el que había llegado.

Había encontrado a la quinta elegida.

Los años pasaron mientras que Achilles se asentaba en las tierras de Terra Nova, adoptando el mismo su cultura nórdica. Donde haciéndose pasar por uno mas en una de aquellas aldeas, educaba y cuidaba a la pequeña, una a la que bautizo con el nombre de Alawa.
Y de ese modo, inexplicable, ella le robo el corazón, pues su ternura, su misma inocencia, le hizo apreciar algo que jamás en su vida se había planteado, y aquello era en si la misma vida, la vida frágil, la vida inocente…que como un tesoro podía ser destruida con un simple susurro.
Él…precisamente él, quien había cegado vidas durante toda su existencia, aprendía al fin el significado de la misma, después de tantos siglos…Después de tanta sangre derramada bajo el filo de su espada.
…
Fue por ello que cuando Alawa le fue arrebatada, y aquel poblado extinto, que su cólera no tuvo fin, por lo que siguió el paso de los vikingos por todo el territorio queriendo encontrarles y darles muerte para recuperarla, pero cuando lo logró…Ya era demasiado tarde…
Habían pasado ya demasiados años y de Alawa no quedaba mas que la pena y el dolor que le profesaba su hija, una que habia nacido fruto de Alawa y de Erik -su captor-….
Eyra.
Achilles contemplo a la joven desde lejos y vio la misma mirada brillante que poseía su madre, sabiendo que debía relatarle todo lo que habia ocurrido, pues ella merecía saber quien había sido su madre, y todo lo que había ocurrido realmente.
Por lo que se mostro ante la joven, presentándose por quien era, mostrándose sincero y paciente con todas las preguntas de ella, quien admirada con sus relatos sobre su madre y su propia historia, -una que ella desconocía-, le ofreció quedarse con ella durante la ausencia de su progenitor.
Fue en esta temporada en la que Eyra creció junto a Achilles, y en donde él se convirtió en una especie de figura paterna para ella.
Achilles conto la historia de su madre y también la forma en que le habían arrebatado de su lado, sembrando de este modo, su propio odio en Eyra, quien ahora sabiendo toda la verdad, se había convertido en su nueva aliada.
Y es que mientras estuvo a su lado, no oculto nada a aquella joven, y se mostro íntegramente ante ella, mostrándole el ser que era en realidad, una que lejos de asustarle le intereso. Por lo que de ese modo, ambos pactaron.
Achilles ofreció darle la inmortalidad que ella deseaba a cambio de que ella asesinara a su progenitor. Pues Achilles sabia que nada le dolería mas a su padre, que ver como era su propia hija quien cegaba su vida.
…
La venganza habia sido cumplida y el pacto se realizó.
Los pasos de ambos se separaron en aquel momento, y fue entonces cuando Achilles supo que debía volver a buscar a aquella picta.

Pues de algún modo, ella era la única que le quedaba, el ultimo elegido.
Todos aquellos a quienes había señalado habían caído de un modo u otro, y ella no podía ser igual.
Fue por ello que se prometió a si mismo que no permitiría que ella pereciera.
Ella de algún modo era su última esperanza, pues ahora entendía lo que la reina en su momento le pidió. Ella quería que escogiese cinco almas. Y él pensó que ella bromeaba, que quería probar su paciencia…Pero no se trataba de eso.
Ella quería enseñarle una lección con cada uno que se cruzara en su camino. Y ahora pese a todos aquellos siglos vividos, lo entendía.  Era más viejo, más sabio, y no podía cometer los mismos errores.

Era hora de buscar a aquella última superviviente, para averiguar de ese modo la lección que ella tenía destinada para él.
Y es allí donde ahora va…En su búsqueda.
Ella está en París.
…

DATOS EXTRA

-Solo utiliza armas blancas.

-Es nómada.

-Pese a pertenecer al imperio romano, adoptó las culturas nórdicas al poco de ser transformado.

-Conserva alguna que otra indumentaria de su época.

gracias a αgusτınα• de sourcecode