AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Valentino de Visconti
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Valentino de Visconti
Valentino de Visconti
Somebody help me tame this animal I have become.
DATOS BASICOS
EDAD: 23 años aparentes (46 reales)
ESPECIE: Licántropo
CLASE SOCIAL: Realeza/Rey de Rusia
ORIENTACIÓN SEXUAL: Heterosexual
LUGAR DE ORIGEN: Roma, Italia
ESPECIE: Licántropo
CLASE SOCIAL: Realeza/Rey de Rusia
ORIENTACIÓN SEXUAL: Heterosexual
LUGAR DE ORIGEN: Roma, Italia
DESCRIPC. FISICA
Estatura: 1.90
Color de Ojos: Azules
Cabello: Castaño/liso
Contextura: Delgada
Su rostro está lleno de ángulos, aunque pocos lo han visto. Camina dando pasos largos, no cortos como las jirafas. Su cuerpo delgado le da más agilidad para montar a caballo y recorrer los campos y sembradíos a su nombre.
PERSONALIDAD
Sereno como un lago en medio de una pradera. Valentino se caracteriza por siempre mantener la calma, aunque se desate el infierno a su alrededor. Por eso es buen mediador en asuntos diplomáticos, aunque no dudará en abandonar esa opción si ve que se enfrenta con una mente vacía y carente de visión. Una de sus muchas características es ser observador y estudioso, aunque nadie sabe a ciencia cierta si es estudioso por temor a perder lo que le queda de humano, o son los conocimientos que ha adquirido los que lo han hecho temer. La verdad es que no le interesa tanto llegar a la cima de la excelencia en su cargo. Lo que quiere evitar a toda costa es que algo se interponga en su camino por causa de la ignorancia; no hay mayor humillación que esa para él. Aun si llega a dolerle descubrir ciertos secretos del universo, para él es mejor sentir dolor que la putrefacción de una mente vacía.
En cuanto a la amistad le gusta conservar pocos amigos íntimos, porque abrir su vida con muchas personas no lo considera seguro y menos con tantos enemigos en potencia. Amigos de fiesta o de conversaciones cotidianas tiene cuantos la vida le dé, pero evitará hablar de cosas profundas. Si alguien llega a ser su mejor amigo, fortalecerá la amistad con cada día que pase y no permitirá que le lastimen. No seas su enemigo, porque hará que caigas lentamente si llegas a posarte en su camino sin que puedas tener ninguna prueba para acusarlo de nada. En otras palabras: un licántropo con complejo de serpiente.
El amor es un tanto delicado para él, porque se ha enamorado una sola vez y fue de su esposa Lorelei, la cual murió trágicamente por al intentar dar a luz, pero las fuerzas la abandonaron antes de traer a su hijo al mundo. Siente que aún no lo supera, pero no habla con nadie de ella ni de su dolor por verla partir precozmente. Recuerda que era protector como lo es un macho con su hembra, pero no lo suficiente como para quitarle su espacio. No obstante, la celaba en silencio y se encargaba de que los otros hombres no la molestaran ni aspiraran a tener más que una amistad con ella. Así de sencillo. Hoy en día cuida no establecer un lazo amoroso imprudentemente, porque sabe que si llega a amar nuevamente a una mujer, ella correrá el riesgo que implica ser la hembra de un licántropo. Teme de alguna forma que la típica posesión que demuestra un lupino por su pareja termine pasándole la cuenta a alguna fémina.
El ser viudo no le impide disfrutar del calor de una mujer de vez en cuando, aunque todavía no consigue volver a abrir su corazón a otra persona. Si bien la mayoría de sus camaradas desprecia a las mujeres con las que ha estado, Valentino, por el contrario, les guarda cierto respeto por haber compartido un grato episodio. A pesar de que no se priva de la sexualidad (porque sus necesidades se potencian al doble debido a su parte salvaje), preferiría pasar su cuerpo por brasas incandescentes antes de serle infiel a una mujer con la cual tuviera un compromiso de por medio.
HISTORIA
El rey de Italia tuvo dos hijos varones sanos que alcanzaron la adultez, siendo el mayor de ellos Zaccharia di Visconti el futuro heredero al trono; Zarek, en cambio, era el menor y segundo en la línea de sucesión. Ambos eran muy queridos por el pueblo, tanto por su carisma como por su cercanía con las personas, pero entre hermanos —si bien nunca fueron enemigos— tampoco fueron amigos, principalmente por las personalidades casi opuestas de ambos.
El reino entero festejó el matrimonio entre Zaccharia di Visconti y Maria Amalia von Habsburg Lothringen, una de las princesas del Sacro Imperio Romano Germánico, porque hacía bailar entre las personas la ilusión de la grandeza y más aún cuando anunciaron la próxima llegada de su primer hijo y un nuevo miembro de la realeza. Todo oscilaba entre la dicha y la calma, pero la desgracia desde ya esperaba corroer toda esperanza.
- Exhalación Final:
El joven matrimonio real descansaba en sus habitaciones con las ventanas abiertas en medio de una noche calurosa. La poca brisa que entraba conseguía colarse por debajo de la bata de la princesa Maria Amalia, haciendo subir y bajar la fina seda que la cubría y maravillando al Príncipe Zaccharia, quien la esperaba acostado en el lecho y apoyado en un suave cojín. Siempre le había fascinado verla a ella cepillar su suave cabellera, como hacía normalmente, pero esa noche tenía una inusual sensación de melancolía en su corazón. Casi se sentía completamente responsable de ella y del hijo que esperaban.
La mujer, sintiendo esa mirada intensa sobre su ser, volteó mostrándole a su esposo su rostro sonrojado. Apenas se le notaba el vientre ligeramente abultado.
—La última vez que vuestra merced miróme de esa manera fue para nuestra primera noche —destacó la germánica— ¿Os pasa algo?
Zaccharia miró hacia el exterior de la ventana sin dejar su lugar en la acolchada cama. Era como si fuese a llegar un ave cargando un pergamino con la respuesta. Estaba extrañamente emocional.
—Me pregunto si he hecho lo suficiente para que mi reino sea el lugar que vos y nuestro vástago podáis vivir como nos enseñaron nuestros abuelos y padres —murmuró como todo un pensador.
Maria Amalia rió femeninamente antes de ponerse de pié para sentarse a la orilla del lecho y tomar la mano de su hombre. No era la primera vez en que lo bajaba de las nubes para que disfrutara más de la tierra.
—En cuanto a eso, esposo mío, no debéis preocupar —se llevó la otra mano a su vientre instintivamente— Vos ya habéis creado nuestro propio reino dentro de este palacio y al interior de nuestra alcoba. Un bebé hará que ese mundo crezca y ya está. Multiplicaremos todo cuanto hemos amado y descubriremos cosas que nunca esperamos recibir. ¿No os parece un paisaje encantador?
—Así lo creo, Amalia —él siempre la llamaba por su segundo nombre— No obstante, recordad que es nuestro Señor quien extiende su mano para decidir los aspectos más esenciales de nuestro porvenir.
—¿Y eso? —ella no borraba la sonrisa de su cara. Siempre tan optimista, siempre tan soñadora. Era todo lo que Zaccharia no era.
El príncipe llevó una de sus manos a la mejilla de su mujer, acariciando su textura embriagadora como si de seda se tratara. Sus manos nunca habían tenido una labor más deleitosa que la de percibir el tacto de su piel con la de ella. No podía querer apartarle de él, ¿verdad? Pronto serían una familia de tres y eran felices. No había…
—… razón alguna para desear lo contrario —dijo en voz alta el Príncipe.
—¿Esposo mío?
—Pronto aprenderéis, Amalia, que hay ocasiones en las que ni al Príncipe de Italia debéis escuchar —se acomodó más entre las sábanas como si fuera a dormir— Venid ahora a hacerme compañía. Hacedme creer que ser el heredero al trono me convierte en un hombre omnipotente capaz de engañar a sea cual sea el destino que nos depara.
Ninguno de ellos recordaba cómo, pero ni bien se miraron, se respetaron y ni bien se respetaron, se amaron. Aquella se convirtió en una ocasión más en la que dejaban que sus cuerpos demostraran lo que estaba dentro de sus corazones y se sintió más dulce y agrio que otras ocasiones. Uno de ellos no comprendería la razón hasta la mañana siguiente, luego de su fogoso episodio. El sol había vuelto a brillar, pero curiosamente no se sentía el calor.
La princesa Maria Amalia sintió escalofríos en su espalda debido al frío y para remediarlo se abrazó hacia el cuerpo de su cónyuge. Abrió los ojos de sobremanera y de un brinco se levantó de sus sitio en la cama. Su piel se había tornado repentinamente más tan blanca y gélida como la nieve justo antes de cubrirse la boca con sus delicadas manos.
Con lágrimas huyendo desesperadamente de sus ojos se dio cuenta de la horrible realidad que la había despertado: Zaccharia estaba muerto.
Era una noche horriblemente fría y nevada cuando Maria Amalia sintió las punzadas pronosticadoras de la venida al mundo del niño en su vientre. La viuda estuvo horas en trabajo de parto, murmurando débilmente el nombre de su amado fallecido, pidiéndole fuerzas y apoyo, aunque fuera del mundo de los vivos se encontrara. Precisamente parecía que el vigor que acompañaba a la mujer no venía de este mundo cuando por fin nació el próximo Duque del Sacro Imperio Romano Germánico, un varón al que llamaría Valentino; aun así no sería suficiente para asegurarle una vida tranquila y llevadera.
“Señora, el niño no respira” fue lo que escuchó cuando el pequeño salió expulsado de su cuerpo, provocando que la sangre se le helada en las venas a más no poder y que sus ojos se pintaran de terror. Estuvo así dos minutos hasta que el pequeño por fin comenzara a inhalar el aire a su alrededor.
Lamentablemente, el destino había escrito que Valentino fuera un niño débil y enfermizo, siempre al borde de la muerte y aferrándose a la vida gracias a los médicos que podía pagar la familia real. Su propia madre, Maria Amalia, se aseguraba de que nadie pudiera amenazarlo con nada; ni los sirvientes podían llevarle su comida si no se cubrían las manos y la boca. Valentino no podía jugar con los demás niños, porque podían contagiarlo; Valentino no podía ir a jugar al jardín a descubrir los secretos de la naturaleza, pero lo que más le dolía era que su madre apenas lo abrazaba por miedo a enfermarlo. Los primeros años de su vida fueron comparables a los de un animal en cautiverio, incapaz de conocer más allá de su metro cuadrado y siempre limitado por asma, debilidad y quizás qué otras enfermedades. Secretamente, dentro de él moraba una ira reprimida hacia su madre por haberlo forzado a vivir de una manera tan miserable, por no dejarlo siquiera saber cómo se sentía la textura de una piel que no fuera la de él.
El día posterior a cumplir catorce años, se atrevió a desafiar a su madre y a los guardias y salió al jardín en medio de la noche para asegurarse de que les fuera complicado encontrarlo. El aire helado lo hacía toser ruidosamente y sus pulmones pesados no aguantaban que caminara por muchos metros, pero no se detenía, porque si iba a morir por problemas de salud, al menos quería saber qué significaba vivir tras las paredes.
A mitad de camino tuvo que sostenerse a un árbol, pues su corazón esmirriado le pasaba la cuenta de su travesía. Sentía frustración e ira cuando el cielo o tal vez el inframundo le dio la oportunidad de renacer.
- El Regalo:
- Valentino miró hacia el cielo mientras se le acababa el aliento. Se preguntaba si su vida sería el precio de vivir. Se encontraba frustrado, sí, pero no por sentir que su vitalidad se esfumaba, sino porque no había alcanzado a ir más lejos para jugar con otros niños o sentarse a la orilla de un río. No… probablemente nunca lo conseguiría. Sin embargo, se sonrió al mirar al cielo y descubrir que le había hecho un regalo de cumpleaños muy especial.
—Luna llena —susurró al no poder hablar muy alto debido a su debilidad— Tan hermosa y sin embargo efímera. ¿Quién diría que tenemos algo en común?
El púber sonreía al mismo tiempo que su pecho subía y bajaba sin dar tregua a su corazón. Pronto no pudo mantenerse en pie y su cuerpo cayó al suelo húmedo que recorría las raíces del árbol que Dios había aparentemente elegido como su lecho de muerte. Lo aceptaba, porque sabía que su paseo le iba a costar caro. Al menos así estaría pronto con su padre y sabría lo que era un abrazo.
—Supongo que es el momento de despedirme de vos —dijo el niño mirando hacia el firmamento, hacia ese mundo del que formaba parte, pero jamás conocería— Resultasteis ser tan profundo como lo había soñado y más cruel de lo que me habían advertido, pero os agradezco.
Se había preparado para cruzar el umbral cerrando sus ojos cuando sintió que no estaba solo. Abrió sus ojos azules y se encontró frente a frente con una bestia cuyo vigor resplandecía bajo la luz de la luna llena, como si la estuviera inmortalizando. Valentino no sintió miedo alguno, porque no pasaría el tiempo suficiente para vivir una hora más y no tenía sentido temer por su vida, pero nada lo había preparado para lo siguiente. La criatura se acercó sigilosamente, como si fuera Valentino el depredador y ella la presa, hasta que quedaron rostro frente a rostro. Valentino no sabía que se trataba de un licántropo, porque de partida jamás se había cruzado con animal alguno, pero tenía el presentimiento de que si saliera a caminar por las calles, no se encontraría nada como eso. Las líneas de expresión de Valentino permanecieron inmóviles, pero sus ojos demostraron respeto ante un ser vivo que simbolizaba todo lo que él no era. Se atrevió a mostrar una sonrisa a medio filo antes de lo inevitable.
—Vuestra respiración es tan irregular como la mía —murmuró con dificultad.
Una feroz mordida calló el sonido de la noche, mas no su misticismo. Un agente extraño comenzó a recorrer las venas del maganto imberbe, logrando que poco a poco el niño se fuera desvaneciendo hasta no quedar nada de él. A cambio, vendría la mitad de un hombre y la otra mitad… bueno, ya la descubriría.
En cuanto a Valentino, joven e inexperto licántropo, él todavía no asimilaba bien lo que significaba formar parte de esa raza tan peligrosa y no tomó ninguna precaución con respecto a la luna llena. Estaba tan embriagado con la libertad de un cuerpo sano que no prestaba atención ni a la quietud extrema de su madre ni al precio de su dicha. Sumado a eso, la impertinencia de la juventud le permitía hacer como si nunca hubiera vivido encerrado y sólo quería digerir y digerir todo lo que se había perdido. Tenía que aprender que todo se pagaba, incluso su osadía.
Una mañana despertó y su madre no estaba en su habitación. No llamó a nadie, ni a los sirvientes ni a los guardias, para buscarla, porque algo le decía —llámese instinto animal o presentimiento humano— que lo que sus ojos verían sería sólo para él. Como no estaba al interior del palacio, Valentino se dirigió al jardín siendo atraído por un particular aroma a sangre manchando el aroma natural de los árboles. A medida que encontraba huellas y retazos de ropa, aumentaba la velocidad de sus pasos hasta correr y todo para encontrar a su progenitora inerte, boca abajo y con la espalda rasgada como si hubiera sido blanco de grandes cuchillas. El Duque supo de inmediato lo que había sido; sus garras habían asesinado a Maria Amalia en el patio de su hogar. Por primera vez sintió el peso de la licantropía y se encerró por días en su cuarto preguntándose en qué se había convertido, ya que no podía volver atrás para arreglar lo que había hecho.
Estaba claro que tendría que tener cuidado con su nueva condición, pero lo que no podía averiguar era por qué había matado a su madre. Trataba de convencerse de que en su forma de bestia no tenía conciencia de lo que hacía, pero una voz interior le decía que en su subconsciente siempre había querido vengarse de la mujer que lo había mantenido preso durante toda su vida, quitándole las ganas mismas de vivir. Durante muchas horas se dijo a sí mismo que ella lo había hecho para protegerlo, pero su ira le interrumpía diciéndole que siempre había querido deshacerse de las barreras que lo separaban del mundo y borrar todo obstáculo. Una vez que lo asumió, su personalidad se tornó serena y reservada, como quien sabía que dentro de sí existía un gran poder que podía desenlazarce en tragedia si no lo manejaba adecuadamente. Como medida de seguridad, se encargó de estudiar los astros con la ayuda de profesores y sabios para determinar con la mayor certeza posible en qué días del calendario habría luna llena brillando en el cielo. De esa forma se encerraba en las mazmorras del palacio hasta el día siguiente, para asegurarse de no lastimar a nadie. Además, comenzó a usar un antifaz cada vez que hacía una aparición en público para que la gente no se extrañara de por qué el Duque parecía apenas envejecer.
Su tarea como Duque tomaba cada vez más implicancia en su día a día; gente esperando ver cruzar su carruaje en las calles para ver al muchacho que jamás habían visto antes por su enfermedad. Comenzó a ir a eventos de la realeza, destacándose por ser un gran bailarín en las fiestas que se organizaban y un hábil jinete en cuanto a equitación se refería. Sin embargo, de lo que más disfrutaba era del ajedrez con las personas más ancianas, porque eran los jugadores más prudentes y hacían que le dieran deseos de ser como ellos.
Una de estas fiestas se organizó en su palacio para reunir a distintas figuras de la Alta Sociedad en honor a la gran cosecha que habían tenido ese año. Asistieron reyes, princesas, barones y condes, todos reunidos con el afán de compartir con aquellos igual de privilegiados que ellos. La fiesta llevaba poco menos de la mitad y Valentino estaba arreglándose dentro de su habitación para recibir a los invitados en el salón cuando una invitada inesperada entró a su habitación. Se trataba de Lorelei, la hija del conde, quien huía de un pretendiente indeseable que intentaba cortejarla en la fiesta. Valentino quedó enternecido con su ternura e ingenuidad y se quedó allí con ella, sin importar que tenía una fiesta que dirigir; sus sirvientes se encargarían de la entretención.
¿Qué le había gustado de ella? No lo sabía, pero quería pasar el resto de su vida averiguándolo, por lo que a la semana siguiente se dirigió al Conde para pedirle la mano de su hija, a lo que él aceptó encantando. La verdad era que no la amaba, pero se trataba de una muchacha de corazón puro y ojos transparentes que daban directo hacia su alma ingenua. Todas esas cosas hacían que él la deseara para sí y para nadie más. Eso era más que suficiente para una época en la cual el amor era para las personas de clase media y escritores sin alma. Así fue como Valentino unió su vida a la de Lorelei, pensando en que aquella delicada criatura sería la única que podría dar amor al animal en el que se había convertido.
En su primera noche juntos como marido y mujer, Valentino no esperaba nada más que algo mecánico. Sería uno de sus deberes conyugales como persona disfrutar del cuerpo de su mujer y hacerla disfrutar a ella, pero no iba más allá de eso. Sin embargo, cuando estaba desnudando a Lorelei, ella hizo algo que estaba completamente fuera de los planes de Valentino: Ella lo abrazó. Lo abrazó como si realmente le importara su esposo, como si hubiera podido ver a través de sus ojos y quisiera apartarlo de la soledad que los invadía. Fue allí cuando el duque del Sacro Imperio Romano Germánico quiso hacer más que solamente tocarla y le hizo el amor. Se supone que las personas deben amarse antes de compartir el lecho, pero a ellos les pasó al revés.
Las conversaciones de Valentino con Lorelei eran largas y placenteras, incitando a pasar una tarde jugando ajedrez junto a los invernaderos y bajo los árboles más frescos. Ella hacía que Valentino olvidara que sólo tenía la mitad de humanidad que el resto de las personas; incluso se sentía más humano con cada suspiro exhalado por causa de la compañía de ella. El duque nunca le contó de su licantropía por miedo a perderla, por lo que se encargaba de que se durmiera temprano las noches de luna llena para poder encerrarse en su celda hasta que pasara su efecto. No obstante, jamás usaba su antifaz en su compañía. Era como si estuviera predispuesto a decirle en algún momento de su vida que era un licántropo.
Fue una gran alegría ese día en que su Lorelei le anunció que estaba embarazada con el fruto de su floreciente amor, porque de esa forma podía ser él mismo con dos seres amados a la vez, aunque su mujer se mostraba más nerviosa que él debido a su “tierna inseguridad” —como él le llamaba. Lamentablemente, la mujer perdió al hijo que esperaban a los tres meses de gestación, pero no permitieron que aquello los desanimara y se pusieron en campaña para tener un bebé. Unas semanas más tarde, Lorelei ya estaba encinta de nuevo, sólo que esa vez se mostró mucho más segura y contagió con esa confianza a Valentino.
Llegó el noveno mes, así como el día en que la esposa del Duque daría a luz a su heredero. Valentino se paseaba por los pasillos como un loco, escuchando como las matronas entraban y salían de la habitación sin darle eplicación alguna más que los gritos de dolor de la propia Lorelei. El varón tuvo un mal presentimiento y entró de golpe en la alcoba sin darle explicaciones a nadie, ni siquiera a las mujeres que intentaban detenerlo de ver el estado en que se encontraba su mujer. La imagen que encontró fue desesperanzadora. La misma chica que había conocido un día de fiesta, no paraba de sangrar y la vitalidad que la había caracterizado era carcomida por una fuerza misteriosa. Estaba pálida y no conseguía dar a luz a su pequeño a pesar de las insistentes órdenes de las matronas de no dejar de pujar.
Con el dolor de su alma, Valentino llenó de besos el rostro de su amada antes de aferrarse a sus manos. Se iba… todo cuanto amaba se iba de su lado. Así, con las últimas energías que le quedaban, Lorelei besó los tibios labios de su esposo como recuerdo antes de partir al otro mundo.
“Estaré esperándote… no te rindas” dijo antes de morir. Los sirvientes no molestaron al señor por horas, temiendo importunarlo. Al día siguiente, el duque salió de la habitación con la orden expresa de que enterraran a su mujer bajo las ramas del árbol del cual charlaban. Haría como ella se lo había dicho: no se rendiría y seguiría viviendo, porque tanto ella como el destino le habían dado una segunda oportunidad y él quería saber hasta dónde lo llevaría.
Entretanto, los derroches de la Zarina de Rusia llevaron a su caída. La tía de Valentino, quien era consejera real, intercedió ante el consejo de nobles para que éstos designaran a Valentino como el nuevo Rey. Todo parece ser una cruel ironía del destino, pues finalmente llegó a ser cabeza de una nación, como parecía haber estado predestinado para él. No obstante este repentino nombramiento, el joven licántropo no se confía y procura llevar con prudencia y sabiduría el reino a su nombre. No olvida que está plagado de enemigos, y más todavía siendo Rey. Las cortinas se han abierto.
OTROS DATOS
♦: Pocas personas lo han visto sin su antifaz.
♦: Es buen jinete y bailarín.
♦: No le gustan los gatos.
♦: Tiene empatía con los niños pequeños. Éstos se lo quedan mirando curiosos.
♦: Su animal favorito es el águila.
Poderes:→ TRANSFORMACIÓN: HABILIDAD DE CAMBIAR DE FORMA HUMANA A ANIMAL Y VICEVERSA. CUANDO EL LICÁNTROPO ESTÁ EN SU FORMA TRANSFORMADA AUMENTA UN 50% SU POTENCIA FÍSICA.
→ SANACIÓN ACELERADA: HABILIDAD PARA SANAR RÁPIDAMENTE HERIDAS Y CONTUSIONES NO TAN GRAVES (ESTO NO APLICA AL DESMEMBRAMIENTO; SI LES ARRANCAN UN BRAZO, EL BRAZO NO VOLVERÁ A CRECER). EL TIEMPO DE RECUPERACIÓN VARÍA SEGÚN EL PERSONAJE Y LA GRAVEDAD DE LA HERIDA O LESIÓN. CUANDO SE TRATA DE BALAS DE PLATA O FUEGO PUEDEN MORIR SI LAS HERIDAS SON MUY GRAVES.
→ PERCEPCIÓN DEL AURA: HABILIDAD PARA VER LAS AURAS DE OTROS SERES, CUYOS COLORES INDICAN SU HUMOR, IDENTIDAD Y NIVEL DE HOSTILIDAD, DE ESTE MODO SABEN SI ESTÁN BAJO AMENAZA. ESTE PODER TAMBIÉN LES PERMITE RECONOCER A OTROS LICÁNTROPOS CUANDO NO ESTÁN TRANSFORMADOS E IDENTIFICAR A LOS VAMPIROS GRACIAS A SU AURA PÁLIDA Y SU CARACTERÍSTICO OLOR.
→ VISIÓN COMPARTIDA Y VISIÓN REMOTA: HABILIDAD DE PODER VER A TRAVÉS DE LOS OJOS DE LOS DEMÁS O EN OTROS CASOS, HACER QUE LOS DEMÁS PUEDAN VER LO QUE ESTAMOS VIENDO EN ESE MOMENTO. ESTA HABILIDAD FUNCIONA ÚNICAMENTE CUANDO SE TOCA A LA PERSONA.
→ AULLIDO: HABILIDAD PARA ATURDIR Y DEJAR PARALIZADO, POR ALGUNOS INSTANTES, A SUS ENEMIGOS POR MEDIO DE UN AULLIDO ENSORDECEDOR. EN ESE MOMENTO, EL SONIDO GOLPEA FUERTEMENTE EL OÍDO DEL ENEMIGO Y EN OCASIONES PUEDE LLEGAR A DESTROZARLE LOS TÍMPANOS O INCLUSO CAUSARLE ALGUNAS LESIONES CEREBRALES. EL AULLIDO TAMBIÉN SIRVE PARA LLAMAR OTROS DE SU MISMA RAZA.
→ BLOQUEO MENTAL: ES LA HABILIDAD PARA BLOQUEAR SU MENTE Y NADIE (NI SIQUIERA LOS VAMPIROS QUE LEEN MENTES) PUEDEN SABER LO QUE PIENSA.
♦: Es buen jinete y bailarín.
♦: No le gustan los gatos.
♦: Tiene empatía con los niños pequeños. Éstos se lo quedan mirando curiosos.
♦: Su animal favorito es el águila.
Poderes:→ TRANSFORMACIÓN: HABILIDAD DE CAMBIAR DE FORMA HUMANA A ANIMAL Y VICEVERSA. CUANDO EL LICÁNTROPO ESTÁ EN SU FORMA TRANSFORMADA AUMENTA UN 50% SU POTENCIA FÍSICA.
→ SANACIÓN ACELERADA: HABILIDAD PARA SANAR RÁPIDAMENTE HERIDAS Y CONTUSIONES NO TAN GRAVES (ESTO NO APLICA AL DESMEMBRAMIENTO; SI LES ARRANCAN UN BRAZO, EL BRAZO NO VOLVERÁ A CRECER). EL TIEMPO DE RECUPERACIÓN VARÍA SEGÚN EL PERSONAJE Y LA GRAVEDAD DE LA HERIDA O LESIÓN. CUANDO SE TRATA DE BALAS DE PLATA O FUEGO PUEDEN MORIR SI LAS HERIDAS SON MUY GRAVES.
→ PERCEPCIÓN DEL AURA: HABILIDAD PARA VER LAS AURAS DE OTROS SERES, CUYOS COLORES INDICAN SU HUMOR, IDENTIDAD Y NIVEL DE HOSTILIDAD, DE ESTE MODO SABEN SI ESTÁN BAJO AMENAZA. ESTE PODER TAMBIÉN LES PERMITE RECONOCER A OTROS LICÁNTROPOS CUANDO NO ESTÁN TRANSFORMADOS E IDENTIFICAR A LOS VAMPIROS GRACIAS A SU AURA PÁLIDA Y SU CARACTERÍSTICO OLOR.
→ VISIÓN COMPARTIDA Y VISIÓN REMOTA: HABILIDAD DE PODER VER A TRAVÉS DE LOS OJOS DE LOS DEMÁS O EN OTROS CASOS, HACER QUE LOS DEMÁS PUEDAN VER LO QUE ESTAMOS VIENDO EN ESE MOMENTO. ESTA HABILIDAD FUNCIONA ÚNICAMENTE CUANDO SE TOCA A LA PERSONA.
→ AULLIDO: HABILIDAD PARA ATURDIR Y DEJAR PARALIZADO, POR ALGUNOS INSTANTES, A SUS ENEMIGOS POR MEDIO DE UN AULLIDO ENSORDECEDOR. EN ESE MOMENTO, EL SONIDO GOLPEA FUERTEMENTE EL OÍDO DEL ENEMIGO Y EN OCASIONES PUEDE LLEGAR A DESTROZARLE LOS TÍMPANOS O INCLUSO CAUSARLE ALGUNAS LESIONES CEREBRALES. EL AULLIDO TAMBIÉN SIRVE PARA LLAMAR OTROS DE SU MISMA RAZA.
→ BLOQUEO MENTAL: ES LA HABILIDAD PARA BLOQUEAR SU MENTE Y NADIE (NI SIQUIERA LOS VAMPIROS QUE LEEN MENTES) PUEDEN SABER LO QUE PIENSA.
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Última edición por Valentino de Visconti el Jue Jul 25, 2013 3:22 pm, editado 4 veces
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Re: Valentino de Visconti
CUANDO TERMINES TU FICHA POSTEA AVISANDO PARA QUE UN MIEMBRO DEL STAFF PASE A REVISARLA. GRACIAS.
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