AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Búsqueda paranormal [Priv. Desireé]
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Búsqueda paranormal [Priv. Desireé]
Era impresionante los libros que había leído en tan poco tiempo. Cuando viví en Rusia, con mi padre, este no me dejaba leer en demasía pues afirmaba que el deterioro de la vista me dificultaría la búsqueda de un esposo medianamente digno, por lo que estaba condenada a leer una vez al año, tocar el piano hasta que a mi padre le diese migraña y cuando no me quedaba nada más que hacer... escaparme a cuidar el jardín aunque mi padre lo odiase, pasear o simplemente hablar con las nodrizas, coser o simplemente mirar por la ventana mientras pasaban las horas. Sin embargo ahora, tenía la libertad de leer lo que quisiera, de leer cuanto quiera y de leer lo que quiera. Parecía como si intentase recuperar el tiempo perdido, las lecturas perdidas.
Debido a eso, a pesar de que la biblioteca de mi señor esposo es extensa y inmensa, no sabía como moverme por ella y por mucho que preguntase al personal, este no sabía si tenían en posesión uno u otro libro que buscaba, más no quería molestar a mi señor esposo por tonterías de ese calibre. De todos modos salía a pasear casi cada día por París y no me molestaría en lo absoluto entrar un momento a la biblioteca para coger el libro que necesitaba, aunque eso suponía entrar casi cinco minutos antes de que esta temirnara su servicio... estaba pensando seríamente tener una doncella que pudiera recolectarme los recados que necesitaba y no podía hacer de día... Sin embargo, ir yo misma implicaba moverme y entretenerme... pero el poco tiempo que tenía para encontrar lo que quería era abrumador.
Entré cual bala a la biblioteca ignorando los comentarios de la recepcionista de que era muy tarde y que en un máximo de quince minutos cerraban los servicios. Me dirigí a la sección que buscaba, pues últimamente solo allí yo iba. Necesitaba encontrar un libro en concreto: Alicia en el país de las maravillas.
Era un libro bastante reciente y contaban maravillas de él. Parecía ser muy curioso a la par que caótico lo que me abría una gran curiosidad en mi ser y por aquello deseaba fuese como fuese conseguir dicho libro.
Al ser nuevo, no todas las bibliotecas lo tenían pues muchos deseaban leerlo y había una cola impresionante para conseguirlo. No podía inscribirme a esta cola pues la hora de inscripción es por la mañana... Definitivamente, necesitaba una doncella de forma urgente.
De pronto, me pareció ver que una figura se paseaba por la biblioteca, pero al girarme en aquella dirección no vi nada... quizás eran imaginaciones mías o simples ilusones opticas... me alejé de aquel lugar por si acaso, de todos modos no necesitaba ese pasillo, por suerte.
Llegué al pasillo que deseaba y empecé a buscar rápidamente el libro con la mirada. Debía estar aquí, con un poco de suerte podría encontrarlo aquí, en la biblioteca más importante de París, donde mas de cien ejemplares eran enviados para que los parisianos más dedicados a la lectura pudieran gozar de las obras que buscaban, ¿donde estás Alicia?.
Debido a eso, a pesar de que la biblioteca de mi señor esposo es extensa y inmensa, no sabía como moverme por ella y por mucho que preguntase al personal, este no sabía si tenían en posesión uno u otro libro que buscaba, más no quería molestar a mi señor esposo por tonterías de ese calibre. De todos modos salía a pasear casi cada día por París y no me molestaría en lo absoluto entrar un momento a la biblioteca para coger el libro que necesitaba, aunque eso suponía entrar casi cinco minutos antes de que esta temirnara su servicio... estaba pensando seríamente tener una doncella que pudiera recolectarme los recados que necesitaba y no podía hacer de día... Sin embargo, ir yo misma implicaba moverme y entretenerme... pero el poco tiempo que tenía para encontrar lo que quería era abrumador.
Entré cual bala a la biblioteca ignorando los comentarios de la recepcionista de que era muy tarde y que en un máximo de quince minutos cerraban los servicios. Me dirigí a la sección que buscaba, pues últimamente solo allí yo iba. Necesitaba encontrar un libro en concreto: Alicia en el país de las maravillas.
Era un libro bastante reciente y contaban maravillas de él. Parecía ser muy curioso a la par que caótico lo que me abría una gran curiosidad en mi ser y por aquello deseaba fuese como fuese conseguir dicho libro.
Al ser nuevo, no todas las bibliotecas lo tenían pues muchos deseaban leerlo y había una cola impresionante para conseguirlo. No podía inscribirme a esta cola pues la hora de inscripción es por la mañana... Definitivamente, necesitaba una doncella de forma urgente.
De pronto, me pareció ver que una figura se paseaba por la biblioteca, pero al girarme en aquella dirección no vi nada... quizás eran imaginaciones mías o simples ilusones opticas... me alejé de aquel lugar por si acaso, de todos modos no necesitaba ese pasillo, por suerte.
Llegué al pasillo que deseaba y empecé a buscar rápidamente el libro con la mirada. Debía estar aquí, con un poco de suerte podría encontrarlo aquí, en la biblioteca más importante de París, donde mas de cien ejemplares eran enviados para que los parisianos más dedicados a la lectura pudieran gozar de las obras que buscaban, ¿donde estás Alicia?.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 217
Fecha de inscripción : 05/01/2013
Re: Búsqueda paranormal [Priv. Desireé]
El tedio, el aburrimiento, la completa nada. Ni siquiera era capaz de contar cuánto tiempo pasaba sin aparecer por el plano mortal. Simplemente lo hacía cuando su alma lo pedía, cuando sentía que así debía hacerlo. A veces rondaba a una persona o varias en particular, otras un lugar en específico. En esa ocasión se había encontrado en la biblioteca. ¿Por qué allí? ¿Acaso importaba? Solo estaba allí, rondando entre las estanterías, paseando por estas como alma en pena que era. Su cuerpo se dejaba ver de vez en cuando, como una luz titilante que a veces se veía y otras no.
Fue cuando sintió una mirada sobre su cuerpo cuando se giró, ahora de forma totalmente incorpórea, hacia aquella mujer que paseaba por la biblioteca. ¿Acaso no era ya bastante tarde como para que alguien estuviera por allí? En seguida decidió que la seguiría, flotando tras ella y observándola con curiosidad. Su piel pálida, su apariencia hermosa y el hecho de que siendo una mujer, paseara sola a altas horas de la noche. ¿Qué dama hacía algo así? Menos con un estatus que le permitiera ese tipo de atuendos. Sus sospechas comenzaron a hacerse fuertes, esa hembra podía ser una inmortal, un vampiro probablemente a juzgar por el horario. Podía equivocarse, por supuesto, pero como no tenía nada mejor que hacer, decidió poner a prueba a aquella mujer. Desireé solo permaneció de pie al fondo del pasillo, observándola y haciendo uso de uno de los dones que más satisfacciones le daban, el de la ilusión.
De esta forma fue como consiguió que aquella mujer comenzara a ver cosas que solo eran reales para ella, que nadie más podría percibir, aunque tampoco es como si hubiera nadie allí. Todos, absolutamente todos los libros de las dos estanterías a los lados de la fémina, eran el mismo. Un tomo en cuyo lomo resaltaba un título con letras doradas que rezaba: "El fuego del sol". Parecían cosidas sobre una tela de terciopelo negra, que recubría los libros, en lugar del típico cuero. Parecía como si en cualquier momento fueran a brillar hasta resultar doloroso. Como si ese hecho tan inquietante no fuera poco, al fondo del pasillo una menuda figura se encontraba acurrucada, con la frente apoyada en la estantería derecha, acuclillada y abrazándose las rodillas. Parecía ser una niña, quizás de unos diez años de edad, descalza, con el cabello humedecido y que desprendía aroma a quemado. También parecía tener hollín en el camisón que traía puesto y en seguida comenzó a sollozar bajito. Su voz era aguda y parecía resonar, como si cada palabra que malamente pronunciaba, fuera acompañada de un eco que rebotaba en las estanterías y en el mismo libro que las decoraba.
El fantasma, que aun no había tomado partido en todo aquello, permanecía tras la muchacha rubia, esperando su reacción, preguntándose si podría seguir jugando con ella un poco más, si acaso aun tenía la habilidad de aterrorizarse ante cosas inexplicables, o si efectivamente su condición de vampiro, como pensaba Desireé, le había arrebatado ese pequeño placer.
Fue cuando sintió una mirada sobre su cuerpo cuando se giró, ahora de forma totalmente incorpórea, hacia aquella mujer que paseaba por la biblioteca. ¿Acaso no era ya bastante tarde como para que alguien estuviera por allí? En seguida decidió que la seguiría, flotando tras ella y observándola con curiosidad. Su piel pálida, su apariencia hermosa y el hecho de que siendo una mujer, paseara sola a altas horas de la noche. ¿Qué dama hacía algo así? Menos con un estatus que le permitiera ese tipo de atuendos. Sus sospechas comenzaron a hacerse fuertes, esa hembra podía ser una inmortal, un vampiro probablemente a juzgar por el horario. Podía equivocarse, por supuesto, pero como no tenía nada mejor que hacer, decidió poner a prueba a aquella mujer. Desireé solo permaneció de pie al fondo del pasillo, observándola y haciendo uso de uno de los dones que más satisfacciones le daban, el de la ilusión.
De esta forma fue como consiguió que aquella mujer comenzara a ver cosas que solo eran reales para ella, que nadie más podría percibir, aunque tampoco es como si hubiera nadie allí. Todos, absolutamente todos los libros de las dos estanterías a los lados de la fémina, eran el mismo. Un tomo en cuyo lomo resaltaba un título con letras doradas que rezaba: "El fuego del sol". Parecían cosidas sobre una tela de terciopelo negra, que recubría los libros, en lugar del típico cuero. Parecía como si en cualquier momento fueran a brillar hasta resultar doloroso. Como si ese hecho tan inquietante no fuera poco, al fondo del pasillo una menuda figura se encontraba acurrucada, con la frente apoyada en la estantería derecha, acuclillada y abrazándose las rodillas. Parecía ser una niña, quizás de unos diez años de edad, descalza, con el cabello humedecido y que desprendía aroma a quemado. También parecía tener hollín en el camisón que traía puesto y en seguida comenzó a sollozar bajito. Su voz era aguda y parecía resonar, como si cada palabra que malamente pronunciaba, fuera acompañada de un eco que rebotaba en las estanterías y en el mismo libro que las decoraba.
"Ayu...da....me...M-me...que...mo...El fue...go...."
El fantasma, que aun no había tomado partido en todo aquello, permanecía tras la muchacha rubia, esperando su reacción, preguntándose si podría seguir jugando con ella un poco más, si acaso aun tenía la habilidad de aterrorizarse ante cosas inexplicables, o si efectivamente su condición de vampiro, como pensaba Desireé, le había arrebatado ese pequeño placer.
Gerde- Hechicero Clase Media
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Re: Búsqueda paranormal [Priv. Desireé]
¿Como? Me fije de pronto que todos los libros que estaban expuestos en la estantería eran el mismo: fuego del sol. ¿A caso la biblioteca tenía TANTOS ejemplares de un solo libro? No podía ser real. Observé las demás estanterias y estas también tenían el mismo libro. Es más, parecía ser de la misma editorial debido a que el estilo dorado de las letras del titulo del libro más la tela negra algo tétrica era lo mismo. A decir verdad el ambiente se tornó desagradable...
Las letras empezaron a reasltar tanto que parecía que me iban a dejar ciega... la idea que antes se me había cruzado como una sugerencia, ahora estaba latiendo como una urgencia en mi cabeza. Tenía que irme de allí. De pronto, cuando iba a marcharme por fin, vi una figura sentada en el suelo de cara a la estanteria con la vista periférica. Me giré yun escalofrio recorrió mi espalda. ¿Qué estaba pasando? A juzgar por la apariencia era una niña... quizás se había perdido entre tantas estanterias y no encontraba la salida, más a estas horas no había nadie a quien pudiese acudir a pedir ayuda para encontrar la salida.
Decidí alejarme hacia la pobre niña que probablemente necesitaba ayuda... más cuando me acercaba me daba cuenta que la infante tenía algo que me hacia comprender que no era normal. Aparentaba ser de clase baja, más su cabello aparentaba ser humedo... ¿había empezado a llover? No... al salir de casa el cielo era despejado... ¿por qué olía a quemado?
Cuando había menguado el paso planteandome si acercarme a la pequeña o dar media vuelta y huir de esa extraña sección de la biblioteca... más bien me estaba planteando la posibilidad de no acudir jamás sola a la biblioteca, pero la pequeña empezó a llorar flojito lo que me partió el corazón. Más a juzgar por la suciedad que tenía en la piel, era muy pobre... quizás podría llevarla a la casa de la esperanza como antaño hice con Inna.
De pronto me pareció que la niña, a parte de llorar simplemente, pronunciaba palabras ahogadas. Parecía que... que dijese que... ¿la quemó el fuego? ¿A caso lo que tenía en la piel no era simple suciedad si no quemaduras de fuego?
Me precipité como un alma perseguida por el demonio a socorrer a la pequeña, ¡necesitaba acudir a un médico de inmediato! Las quemaduras eran peligrosas más a juzgar por su cuerpo tenía muchas quemaduras y podrían ser graves, no quería que la pequeña muriese.
-¿E-Estás muy herida?... - Pregunté atemorizada tanto por el ambiente que se había presentado sin previo aviso más debido a la preocupación que sentía por las heridas de las pequeñas – Tienes... Tienes que acudir a un hospital para que te miren estas quemadas – Dije sentandome de cuclillas para quedarme al nivel de la pequeña – Luego te traeré a la casa de la esperanza allí te trataran bien. Tranquila.
No había visto aún la cara de la pequeña. Esperaba que la menos la cara de la pequeña estuviera libre de quemaduras. Pues en el cuerpo dichas heridas podrían cicatrizar y en el cuerpo se podría disimular, más en la cara poco maquillaje podría ocultar las cicatrices y le quedarían para toda la vida. Temía tocarla también por si la hacia daño, tenía que ayudarla no asustarla.
-¿Me... me oyes? - Pregunté a la chica pues no me había hecho caso.
Las letras empezaron a reasltar tanto que parecía que me iban a dejar ciega... la idea que antes se me había cruzado como una sugerencia, ahora estaba latiendo como una urgencia en mi cabeza. Tenía que irme de allí. De pronto, cuando iba a marcharme por fin, vi una figura sentada en el suelo de cara a la estanteria con la vista periférica. Me giré yun escalofrio recorrió mi espalda. ¿Qué estaba pasando? A juzgar por la apariencia era una niña... quizás se había perdido entre tantas estanterias y no encontraba la salida, más a estas horas no había nadie a quien pudiese acudir a pedir ayuda para encontrar la salida.
Decidí alejarme hacia la pobre niña que probablemente necesitaba ayuda... más cuando me acercaba me daba cuenta que la infante tenía algo que me hacia comprender que no era normal. Aparentaba ser de clase baja, más su cabello aparentaba ser humedo... ¿había empezado a llover? No... al salir de casa el cielo era despejado... ¿por qué olía a quemado?
Cuando había menguado el paso planteandome si acercarme a la pequeña o dar media vuelta y huir de esa extraña sección de la biblioteca... más bien me estaba planteando la posibilidad de no acudir jamás sola a la biblioteca, pero la pequeña empezó a llorar flojito lo que me partió el corazón. Más a juzgar por la suciedad que tenía en la piel, era muy pobre... quizás podría llevarla a la casa de la esperanza como antaño hice con Inna.
De pronto me pareció que la niña, a parte de llorar simplemente, pronunciaba palabras ahogadas. Parecía que... que dijese que... ¿la quemó el fuego? ¿A caso lo que tenía en la piel no era simple suciedad si no quemaduras de fuego?
Me precipité como un alma perseguida por el demonio a socorrer a la pequeña, ¡necesitaba acudir a un médico de inmediato! Las quemaduras eran peligrosas más a juzgar por su cuerpo tenía muchas quemaduras y podrían ser graves, no quería que la pequeña muriese.
-¿E-Estás muy herida?... - Pregunté atemorizada tanto por el ambiente que se había presentado sin previo aviso más debido a la preocupación que sentía por las heridas de las pequeñas – Tienes... Tienes que acudir a un hospital para que te miren estas quemadas – Dije sentandome de cuclillas para quedarme al nivel de la pequeña – Luego te traeré a la casa de la esperanza allí te trataran bien. Tranquila.
No había visto aún la cara de la pequeña. Esperaba que la menos la cara de la pequeña estuviera libre de quemaduras. Pues en el cuerpo dichas heridas podrían cicatrizar y en el cuerpo se podría disimular, más en la cara poco maquillaje podría ocultar las cicatrices y le quedarían para toda la vida. Temía tocarla también por si la hacia daño, tenía que ayudarla no asustarla.
-¿Me... me oyes? - Pregunté a la chica pues no me había hecho caso.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 05/01/2013
Re: Búsqueda paranormal [Priv. Desireé]
Aquella reacción era perfecta, realmente lo que esperaba, la muchacha se había creído totalmente aquella ilusión. El fantasma se preguntó hasta qué punto podría seguir torturándola, jugando con ella. Para ser un vampiro, había que reconocer que mostraba bastante sentimiento de humanidad, eso debería haber ablandado a Desireé, pero...realmente hacía mucho que había perdido esa capacidad.
La niña a la que había ido a socorrer la rubia, apenas se movió o hizo gesto alguno, así se mantuvo por varios segundos, que podrían haber parecido una eternidad. Al final, movió poco a poco el rostro, para clavar sus ojos en la mujer. Los tenía muy abiertos, en una clara mueca de estar aterrorizada. El color de estos no era humano, tenían un tinte rojizo tiñendo sus iris, que parecían temblar. Aun así, esto no era lo más llamativo. Sin lugar a duda lo era el estado de su cara. Era evidente que lo que tenía eran marcas de algún tipo de quemadura, sin embargo su piel no habría reaccionado como era normal; no había carne viva, quemada o abrasada, en su lugar solo se encontraba una mancha oscura, de la que se iba desprendiendo su piel en forma de polvo. La pequeña estiró un brazo, señalando por detrás de la rubia, por encima de su hombro. Solo dijo dos palabras, con su voz infantil y tomada por el miedo: La luz.
Tras eso, emitió un desgarrador grito de dolor, mientras su cuerpo era consumido por llamas invisibles, y toda ella se convertía en polvo. Lo último que se pudo apreciar en ella, al abrir tantísimo la boca para gritar, fueron los afilados incisivos que decoraban su boca, colmillos de vampiros y una muerte de inmortal, sin más rastro que tierra para la tierra. Casi en el mismo momento que su voz se apagó, se escuchó el ruido seco de un golpe, el de un libro caer desde bastante altura. Así, un tomo apareció justo en la salida de las estanterías hacia el pasillo, un lugar por el que la vampiresa tendría que pasar sí o sí, para poder salir de allí.
El volumen era bastante llamativo, especialmente entre todos aquellos de color negro y letras doradas. Este, por el contrario, lucía una encuadernación te terciopelo completamente blanca, como la nieve. Y el título no rezaba otra cosa que: La Luz. Las letras eran rojas, brillantes y llamativas. Casi parecía haber caído ahí para que aquella mujer lo tomara, justo en el lugar donde la niña había señalado instantes antes de desaparecer convertida en nada. Desireé estaba allí, el libro estaba justo a sus pies, pero eso no es algo que la mujer pudiera ver, porque aun no había mostrado su forma corpórea. Solo esperó, a ver si la curiosidad mataba al gato una vez más.
La niña a la que había ido a socorrer la rubia, apenas se movió o hizo gesto alguno, así se mantuvo por varios segundos, que podrían haber parecido una eternidad. Al final, movió poco a poco el rostro, para clavar sus ojos en la mujer. Los tenía muy abiertos, en una clara mueca de estar aterrorizada. El color de estos no era humano, tenían un tinte rojizo tiñendo sus iris, que parecían temblar. Aun así, esto no era lo más llamativo. Sin lugar a duda lo era el estado de su cara. Era evidente que lo que tenía eran marcas de algún tipo de quemadura, sin embargo su piel no habría reaccionado como era normal; no había carne viva, quemada o abrasada, en su lugar solo se encontraba una mancha oscura, de la que se iba desprendiendo su piel en forma de polvo. La pequeña estiró un brazo, señalando por detrás de la rubia, por encima de su hombro. Solo dijo dos palabras, con su voz infantil y tomada por el miedo: La luz.
Tras eso, emitió un desgarrador grito de dolor, mientras su cuerpo era consumido por llamas invisibles, y toda ella se convertía en polvo. Lo último que se pudo apreciar en ella, al abrir tantísimo la boca para gritar, fueron los afilados incisivos que decoraban su boca, colmillos de vampiros y una muerte de inmortal, sin más rastro que tierra para la tierra. Casi en el mismo momento que su voz se apagó, se escuchó el ruido seco de un golpe, el de un libro caer desde bastante altura. Así, un tomo apareció justo en la salida de las estanterías hacia el pasillo, un lugar por el que la vampiresa tendría que pasar sí o sí, para poder salir de allí.
El volumen era bastante llamativo, especialmente entre todos aquellos de color negro y letras doradas. Este, por el contrario, lucía una encuadernación te terciopelo completamente blanca, como la nieve. Y el título no rezaba otra cosa que: La Luz. Las letras eran rojas, brillantes y llamativas. Casi parecía haber caído ahí para que aquella mujer lo tomara, justo en el lugar donde la niña había señalado instantes antes de desaparecer convertida en nada. Desireé estaba allí, el libro estaba justo a sus pies, pero eso no es algo que la mujer pudiera ver, porque aun no había mostrado su forma corpórea. Solo esperó, a ver si la curiosidad mataba al gato una vez más.
Gerde- Hechicero Clase Media
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Re: Búsqueda paranormal [Priv. Desireé]
¿Por qué no se movía? ¿Por qué no me contestaba? ¿Por qué no me iba? Debería irme. La situación se había descontrolado y era todo demasiado extraño. Tenía el presentimiento de que si me quedaba más tiempo allí, pero sería para mi.
Estaba dispuesta a marcharme, casi corriendo, de ese lugar para marcharme de la dichosa biblioteca que jamás volvería a visitar, como la pequeña optó por moverse. A ojos humanos parecería que no se movía nada, pero con el sentido desarrollado de un vampiro podía apreciar que aunque fuesen milimetros, la pequeña estaba moviendo su rostro en mi dirección, ¿por qué hacia eso tan desagradable? ¿es que me tenía miedo?
Cuando tuvo la posibilidad de clavar su mirada, prácticamente demencial en mis ojos, no entendí como pude ahogar el llanto que tanto quería escapar por mi garganta. Probablemente el miedo me había dejado muda. ¿Por qué tenía la cara tan extraña? ¿Por qué su piel se caía como ceniza? ¿Por qué lo estaba relacionando con la muerte de un vampiro? ¿Por qué toda ella se estaba volviendo ceniza si no había luz solar en la estancia? ¿Qué estaba pasando?
Antes de deshacerse en una nube de cenizas, la pequeña estiró su delgado brazo señalando tras de mi mencionando la luz... ¿la luz le hacia daño? Pero si lo único que iluminaba la estancia eran velas. No sabía de que tenía más miedo, del grito desgarrador que emitió la infante con el cual me confirmo su vampirismo o de lo que probablemente tenía tras de mi y que la pequeña antes de morir había señalado.
Un golpe sordó se escuchó cuando la niña desapareció entre llamas. Tenía miedo de girarme pues quizás tenía un cazador o inquisidor que había sido el culpable de la muerte de la pequeña vampiresa... pero de que tenía miedo si no había dejado en evidencia que era una vampiresa, o... o ¿Sí? Me estaba preguntando por qué había acudido a la maldita biblioteca que quizás se convertiría el último lugar al que asistiría... al menos moriría rodeada de lo que más me gustaba: de libros.
Tomando todo el valor en un puño me giré y lo único que vi fue un libro que probablemente había caído de una estanteria. Suspiré algo tranquila por no tener que dar explicaciones de quien era y que hacia a tan altas horas de la noche sola en una biblioteca. Me di cuenta que la única salida que había era pasando por donde estaba ese libro, ¿por qué había caído?... Mirando con desconfianza el objeto me dirigí hacia la salida.
Cuando estuve a la altura del libro opté por observarlo y confirmé las sospechas de que este no era negro como todos los demás sino blanco, más eso me pareció extraño puesto que cuando me había dado cuenta de que las estanterias estaban repletas por el mismo libro todos ellos eran negros, uno blanco resaltaría demasiado. Sin embargo allí estaba el dichoso libro blanco con letras rojas. Decidí cogerlo entre mis manos para dejarlo en la estantería, alguien lo podría pisar si no lo guardaba. En ese momento presté atención en lo que las letras decían que no era ni nada más ni nada menos que La luz.
¿Por qué lo había cogido? Lo dejé rápidamente en la estantería presa del miedo y me dirigí rápidamente lejos de aquella sección tan desagradable. Si tuviera doncella, dudaba que hasta a ella la enviara a la biblioteca... tendría que acudir a las librerias a partir de ahora. ¿Por qué había decidido ir sola a la biblioteca? Podría haber ido acompañada de mi primo. Era una tonta. Llegué a la conclusión de que la imagen de la niña convertida en cenizas jamás podría abandonar mi mente y me acompañaría hasta la muerte... era una imagen demasiado desgarradora... era la primera muerte que veía. Había asistido a varias muertes, más no las vi ya que o bien estaba inconsciente o me había tapado los ojos para no verlo... esta era la primera que veía... probablemente no me podría reponer de aquello durante mucho tiempo, quizás nunca.
Estaba dispuesta a marcharme, casi corriendo, de ese lugar para marcharme de la dichosa biblioteca que jamás volvería a visitar, como la pequeña optó por moverse. A ojos humanos parecería que no se movía nada, pero con el sentido desarrollado de un vampiro podía apreciar que aunque fuesen milimetros, la pequeña estaba moviendo su rostro en mi dirección, ¿por qué hacia eso tan desagradable? ¿es que me tenía miedo?
Cuando tuvo la posibilidad de clavar su mirada, prácticamente demencial en mis ojos, no entendí como pude ahogar el llanto que tanto quería escapar por mi garganta. Probablemente el miedo me había dejado muda. ¿Por qué tenía la cara tan extraña? ¿Por qué su piel se caía como ceniza? ¿Por qué lo estaba relacionando con la muerte de un vampiro? ¿Por qué toda ella se estaba volviendo ceniza si no había luz solar en la estancia? ¿Qué estaba pasando?
Antes de deshacerse en una nube de cenizas, la pequeña estiró su delgado brazo señalando tras de mi mencionando la luz... ¿la luz le hacia daño? Pero si lo único que iluminaba la estancia eran velas. No sabía de que tenía más miedo, del grito desgarrador que emitió la infante con el cual me confirmo su vampirismo o de lo que probablemente tenía tras de mi y que la pequeña antes de morir había señalado.
Un golpe sordó se escuchó cuando la niña desapareció entre llamas. Tenía miedo de girarme pues quizás tenía un cazador o inquisidor que había sido el culpable de la muerte de la pequeña vampiresa... pero de que tenía miedo si no había dejado en evidencia que era una vampiresa, o... o ¿Sí? Me estaba preguntando por qué había acudido a la maldita biblioteca que quizás se convertiría el último lugar al que asistiría... al menos moriría rodeada de lo que más me gustaba: de libros.
Tomando todo el valor en un puño me giré y lo único que vi fue un libro que probablemente había caído de una estanteria. Suspiré algo tranquila por no tener que dar explicaciones de quien era y que hacia a tan altas horas de la noche sola en una biblioteca. Me di cuenta que la única salida que había era pasando por donde estaba ese libro, ¿por qué había caído?... Mirando con desconfianza el objeto me dirigí hacia la salida.
Cuando estuve a la altura del libro opté por observarlo y confirmé las sospechas de que este no era negro como todos los demás sino blanco, más eso me pareció extraño puesto que cuando me había dado cuenta de que las estanterias estaban repletas por el mismo libro todos ellos eran negros, uno blanco resaltaría demasiado. Sin embargo allí estaba el dichoso libro blanco con letras rojas. Decidí cogerlo entre mis manos para dejarlo en la estantería, alguien lo podría pisar si no lo guardaba. En ese momento presté atención en lo que las letras decían que no era ni nada más ni nada menos que La luz.
¿Por qué lo había cogido? Lo dejé rápidamente en la estantería presa del miedo y me dirigí rápidamente lejos de aquella sección tan desagradable. Si tuviera doncella, dudaba que hasta a ella la enviara a la biblioteca... tendría que acudir a las librerias a partir de ahora. ¿Por qué había decidido ir sola a la biblioteca? Podría haber ido acompañada de mi primo. Era una tonta. Llegué a la conclusión de que la imagen de la niña convertida en cenizas jamás podría abandonar mi mente y me acompañaría hasta la muerte... era una imagen demasiado desgarradora... era la primera muerte que veía. Había asistido a varias muertes, más no las vi ya que o bien estaba inconsciente o me había tapado los ojos para no verlo... esta era la primera que veía... probablemente no me podría reponer de aquello durante mucho tiempo, quizás nunca.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
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Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
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Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
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