AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The Falling of the Dark Kaiser
Esta noche anuncia la tormenta. Una tormenta que solo está en el interior de las personas, pues el cielo fuera de estas habitaciones, más allá de estas nubes que convierten esta área en una noche eterna, está despejado, en todo el esplendor que el cálido sol puede otorgarlo.
Yudea... Para mi siempre ha sido un ser caprichoso, como un niño... pero con la fuerza que los años, que no han sido pocos, le han dado. Con un poder que yo no soy capaz de derrocar. Incluso he venido aqui hace no tanto tiempo, buscando las piezas de un pasado que olvidé y hoy quiero de vuelta; un vampiro como él, que no solo es astuto sino que tiene esa mente retorcida que le ha llevado hasta donde esta. Alguien a quien no le importan muchas cosas, pero debo admitir que he notado que incluso él es capaz de sentir apego a algo.
Kendal ha sido el encargado de devolverme las piezas de mi pasado. No creo en cosas como esa, pero él lo hace y eso es suficiente. Dicen que los vampiros no poseemos ya un alma. Así que su estrategia para hacer que lo que está oculto en mi mente salga a flote es devolverme eso que llaman justamente "alma". Existen los riesgos, según entiendo, pero ha decidido esto por lo que ha sucedido con Kazu cuando se la han devuelto, cree que esta vez, en mí, no tendrán los efectos que se mostraron en él con su personalidad dividida. Si me preguntan tengo mis dudas.
Pero confío en Kendal, no solo ya era un hombre comprometido y habilidoso con las artes mágicas, Yudea le ha dado incluso un poder más inmenso. Puedo callarlo, pero al verle esa noche cuando bajé a verle en su celda para pedirle esto con el consentimiento de Yudea he visto lo que ha hecho. Le ha otorgado el conocimiento que ha recolectado durante todo este tiempo. Kendal por mucho debe haber sido como un regalo de los dioses para él. Durante siglos, ha capturado y mantenido a brujos como él. Al primero le hizo escribir en un libro todo lo que sabía, pero siendo que él no podría utilizarlo directamente, les mantenía con él para que cumplieran sus caprichos... Aquello que como vampiros no podríamos lograr. Por eso tiene todas esas pociones y otras cosas a su disposición. Bastante útiles en ocasiones, debo agregar. Después, cuando ese hombre murió, ha terminado por encontrar a otro y le ha hecho aprender lo que sabía el anterior, para conseguir que este pudiese aportar algo más a ese mismo libro. No tengo idea durante cuántas generaciones lo ha hecho, pero sé que no han sido pocas, ese libro en la celda de Kendal, estoy seguro que ha sido transcrito muchas veces. Quien me ha contado todo eso ha sido el que debía ser mi mayordomo pero que ha terminado sirviéndole a él por órdenes mías.
Y es que cuando le veo me doy cuenta que a pesar de que Kendal no lo ha notado, el jamás podrá salir de esa celda. Este lugar es el más seguro para él y para las personas que pudiesen estar cerca de su persona. Lo que ha obtenido, fuera de este lugar, es demasiado para que pueda existir. Cuando obtienes demasiado poder, dejas de pertenecer a ese mundo en el que él estaba antes junto con los humanos. Justo como nosotros, la desventaja es que él ya no podrá moverse entre ellos.
Por ahora, en mi mente está el recuperar los recuerdos que perdí. Porque en ellos está oculto algo sobre la persona con la que estoy ahora. ¿Es que en tiempos que no recuerdo, he estado yo en contacto con él? Suena tan irreal, pero quiero saberlo... Eso, inclusive si eso significa recordar lo que siendo humano me llevó a la locura, la suficiente para atraer a la muerte. Sé que entre todo ello, están los recuerdos de la primera vez que vi a Yudea, siendo mortal y el un ser de la noche y lo que sea que él me haya hecho entonces. No tengo miedo de recordar cosas como esa, pero temo que al despertar, todo haya cambiado y me encuentre en un lugar desconocido.
Última edición por Kei Koizumi el Lun Nov 30, 2015 1:36 am, editado 1 vez
Kei Koizumi- Vampiro Clase Alta
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
Hacía un tiempo que lo habíamos decidido. ¿Almas errantes? Claro que no. Rosielle, Galleta (Galadriel) y yo somos algo muy diferente a eso. Sin embargo, siempre llega el tiempo en el que todo se vuelve tedioso. No pueden culparme. No es un siglo o dos... han sido más que solo eso. Las tres hemos existido desde hace tanto que el tiempo se ha distorsionado. ¿Por qué estamos ahora en esta mansión llamada Rose Red? Porque fue lo más interesante que encontramos en mucho tiempo.
La cualidad de sorprenderse también cambia con el tiempo. Habiendo visto tanto, es natural que cosas que antes lograban sacarte una expresión de puro asombro ya no existan. Eso es para mí, cuando menos. Por eso no me sorprenderían los hechos que parecían estarse acercando.
Había visto, estando en aquel mismo lugar, cuando Kei fue a pedir la ayuda de Yudea para recuperar su pasado perdido. La curiosidad me hizo ponerme en pie y seguirlos. Seguro que mi vástago vampírico no lo notó entonces. Le vi tan abatido aunque no lo demostrara. Cuando le había transformado había usado a alguien que me permitiera tener un lazo que nadie, ni él mismo pudiese romper. Con ayuda de aquello que llamaban magia, hice que se me permitiera, a pesar de haberle transformado, ser capaz de introducirme en su mente, ver cada detalle sin que siquiera pudiese notarlo.
Viéndolo ahora... sabía que para él cosas difíciles vendrían. Yudea le advirtió que se alimentara, lo necesitaría. Y no les llevaría una noche, yo lo sabía. Les llevaría su tiempo ir recolectando en esa mente fraccionada todos los pedacitos de su pasado que estaban enterrados. ¿Cómo lo sabía? Porque yo había sido quien los había ocultado dentro de su mente, yo había sido quien le había hecho olvidar todo eso. Por eso lo sabía... Pero lo hice porque era lo mejor para él entonces. Pero ahora era diferente, tenía lo necesario para soportarlo, eso creía. Las cosas para él se complicarían... Había visto sus tiempos como un ser humano y como se había hundido hasta que decidí acercarme y convertirlo.
Yo quería un acompañante más, como Sai lo ha sido. Me hubiese encantado enseñarle lo que sabía y moldearlo para ser un vampiro diferente. Diría que estaba decepcionada en lo que se había convertido, pero no era de ese modo. Sentía algo extraño al verle. Quería decirle algunas cosas, hacerle entender o ver otras, pero también comprendía su necedad y de alguna forma lo que sentía hacia aquel vampiro que había aparecido en su existencia, incluso si yo no había sentido algo similar que pudiese recordar. Confesaré que lo elegí a él porque nunca pensé que podría pasar eso, que se reencontrara con ese vampiro que había conocido cuando la mortalidad de su ser era evidente. La única cosa a la que al parecer había creado un lazo afectivo tan fuerte.
Observé desde los pasillos y en ese momento tomé una resolución. Cuando Kei desapareció de la vista y sentido de todos los presentes salí de donde estaba, acudiendo a Yudea -Le daré mi sangre... -Anuncié a lo que él no dijo nada, claro, las expresiones en su rostro decían mucho. Sonreí sentándome en su escritorio, lo que algunos tomarían como un gesto de coquetería -No les llevará una noche, sino mucho más... No puedes devolverle todos esos recuerdos al mismo tiempo... Debería hablarlo con Kendal, supongo -¿Para que molestar al propietario de la casa? -Le daré mi sangre y no solo obtendrá la mía... Quiero que sea más poderoso de lo que es ahora. Incluso si ahora esa fuerza no parece que pueda utilizarla - Estaba previniendo y no estaba preguntando, estaba anunciando algo. Para mi, Kei tenía lo suficiente, había sobrevivido incluso sin que yo estuviese a su lado en un comienzo. Y aún se veía como en aquel entonces. Sus facciones me gustaban, era un bonito juguete -Yudea... ¿Le darías la tuya? - Y seguro que a mi creación no le gustaría esa idea, pero no se enteraría siquiera. Cuando estuviesen devolviéndole fragmentos, su realidad se distorisonaría, no se daría cuenta de quién se alimentaba.
No esperé una respuesta. Le di un beso en la mejilla como lo haría una niña y bajé del escritorio. A este vampiro tan curioso, yo le hubiese ofrecido mi sangre y cualquier cosa que mi poder pudiese otorgarle. Porque ese lugar era condenadamente entretenido. Yudea era igual a nosotros. En este momento, nosotros eramos sus aliados porque nos había agradado y lo que tenía consigo era interesante: Un cúmulo de diferentes seres, entrelazados por la red que él había tejido.
Rosielle y Galadriel estaban en casa. Había algo diferente en el ambiente ese día. Estaba segura de a qué se debía, el olor a violetas parecía incrementarse últimamente.
Las dos vampiresas estaban en el recibidor con Sai. Sonreí viendo a mi pupilo pelear con Rosielle. Ella era la única amante que él no querría. Sai odiaba que le sometieran, y aún así, ellos dos siempre estaban discutiendo y coqueteando entre ellos. La pequeña Galleta saltó a mis brazos y di vueltas con ella hasta que caímos sobre uno de los sillones y cerré los ojos dejándola hacer lo que quisiera con mis cabellos.
Ver a Ethevi de ese modo... Debía decir que ella podía ser un poco extraña, hacia dos siglos que me había transformado. Entre ella y yo había un trato implícito cuando su sangre me dio esta existencia. Yo viviría para ella, eso fue lo que ella quería. Y con ello no significaba que tuviese que adorarle o amarle. Quería alguien que fuese más bien una herramienta para sus propósitos y para no aburrirse. Un ser como ella o como sus compañeras eran algo que yo no comprendía del todo ni quería hacerlo. Mi creadora con sus delirios, Rossielle queriendo torturarme como si de verdad me fuesen esos actos de masoquismo que ella practicaba. Aunque debía decir que era una belleza que rara vez había visto y que por eso había sido capaz de involucrarme con ella una vez. Solo que no era un recuerdo reconfortante, bueno, no quería admitir que había disfrutado su compañía y era bastante entretenido encontrarme con ella, era como salir de lo común, no conocía muchas personas que lograran hacer que su entorno cambaira como si lo hiciera simplemente por su egocentrismo y su belleza. Porque su belleza podía eclipsar la de todas las mujeres que hubiese visto. Así era ella para mí, al menos, incluso con ese carácter que tenía.
Me había dado cuenta de la mirada de Ethevi a Kei la vez que lo encontramos en aquella mansión, cuando parecía tan patético. Pero incluso yo me sentí intrigado en ese entonces. Sabíamos qué había pasado con él. Si bien a mi propia forma de verlo él no era más que alguien insignificante, a mi parecer mi atractivo era mejor al suyo, además, yo era más fuerte. Sea por la sangre de Ethevi alimentándome todo este tiempo o porque mis habilidades son totalmente distintas.
Suspiré viendo a Galleta, se veía tan adorable pero era tan loca como aquel licántropo al que le faltaba no solo cordura, parecía decir cosas que venían de un mundo distinto totalmente. Y tenerlos a los dos era un dolor de cabeza que no podías quitarte ni aplastando tu propio cráneo.
Las Rosas Negras, se habían juntado ahí, se me hacía como tan natural verles juntas. Eran tan diferentes pero de algún modo era como si fuesen una sola realidad. Y tal vez lo eran. Debo decir que la diversión era lo que nos movía a nosotros como par, pero últimamente no había encontrado nada que valiese la pena. Yudea era bastante interesante sin embargo.
Kei había llegado ese día pidiendo algo que sinceramente me pareció descabellado por un momento. Pero era porque yo sabía por qué él no tenía sus recuerdos. Sabía su pasado, cosa que él no. Si Ethevi decía que quería ayudarle, yo lo haría. No tenía envidia hacia él ni tampoco quería hacerle daño. Para mi todo era o tenía que ver con la estética o bien con la conveniencia. Y Kei no amenazaba ninguna de esas cosas con su presencia. No era tan hermoso como yo, pero tenía lo suyo,´Yudea y Ethevi parecían ver una muñequita cuando se trataba de él. Y para mí, ver su rostro serio desfigurándose por cualquier expresión valía bastante la pena. Sinceramente lo comprendía, la razón de querer torturarlo o querer hacer que mostrara algo en ese rostro normalmente inexpresivo, al menos para la mayoría. Pues lo había visto con ese otro vampiro y parecía ser un caso totalmente distinto.
Al día siguiente todo estaba listo para empezar. Al parecer, querían devolverle su alma pero querían hacer un proceso de modo que no perdiera el control. Por curiosidad les acompañé, claro que me mantuve a cierta distancia. Era la primera vez que veía salir a Kendal de aquel lugar. Y justo fueron a aquella que llamaban la Mansión de la Medianoche. Ciertamente yo de brujería sabía tanto como sé de calabazas u osos polares. Así que observé que acomodaban cosas pero no tenía idea del significado ni lo que harían exactamente. Por lo cual resumiré todo a lo que yo he entendido. En aquel proceso, empezaron a devolverle los recuerdos a Kei, sin embargo, me parece que aún tardará en recuperar los que están más ocultos dentro de él. Ethevi, cuando hace algo así, no lo hace a la ligera.
Días después Kei estaba haciendo por Yudea algo, ir por un hombre. Había escuchado del mayordomo y de otro de los habitantes de la casa que buscaban unos cuadros para salvar a una de las mascotas de Yudea. No entendí bien de qué hablaban. Pero dentro de poco noté cómo iban recolectando uno que otro cuadro. Decían que contenían a los Pecados Capitales, la verdad me parecía irreal, pero al observarlos, entrando a escondidas al estudio de Yudea -que me apuesto cualquier cosa que sin importar en donde esté, puede saber que estoy aqui-, puedo decir que sí que poseen algo. Es como si tuviesen una esencia, como si se tratase de personas. No me acerqué demasiado ni toque ninguna, Ethevi dijo que no lo hiciera, pues yo no poseía un alma y como tal alguno de ellos podía instalarse en mí.
Aquellas especies de sesiones que tenían con Kei se continuaron haciendo en Rose Red, pues quedaba en un estado algo extraño cada vez. La última vez parecía totalmente ausente. Me intrigaba como sería cuando aquello terminase. ¿Qué diferencia hacía que tuviese o no su alma? Decían que porque así era más fácil ir abriendo esas partes que Ethevi había cerrado con su poder.
No tengo idea, pero un día las cosas se tornaron extrañas. Fue tan natural todo para mí, sin embargo en ello se desataría lo que pasaría con todos nosotros....
Última edición por Ethevi & Sai el Lun Nov 30, 2015 3:02 am, editado 1 vez
Ethevi & Sai- Vampiro Clase Alta
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
Como los días y las noches pierden sentido ante la mirada de quien espera. No tengo idea de los días que han pasado. Es como vivir en un trance. La realidad se está mezclando con lo que creo es mi pasado. Puede ser una ilusión, pero lo sabré cuando todos los fragmentos se unan, se que podré sentirlo.
Lo que sucede en esta casa mientras permanezco en una especie de sueño inducido del cual por momentos despierto es algo que aún no me cobra ningún sentido. Puedo moverme, puedo escuchar y sentir, pero es como si no estuviese aquí, como quien observa desde la lejanía y sin embargo a través de estos ojos que me permiten darme cuenta de que estoy justo aquí y mi realidad se distorsiona. No he salido porque ni siquiera creo que haya pasado el tiempo.
Hubo un día en que sentí un alboroto fuera de la habitación en la que permanecía, en la que Kendal solía estar la mayoría del tiempo junto a mi, como cumpliendo su palabra que haría lo mejor que pudiese. No había conocido a hombre más confiable, así que no temía.
Era como ver a través de sueños. No sería capaz de darme cuenta, hasta mucho después de lo que esa noche acarrearía conforme todo se aclarara, como una niebla que se dispersa cuando debe dejar que lo que se oculta tras ella aparezca.
La debilidad la siento por momentos, no tengo noción del tiempo ni de nada más. Tampoco de la sangre que me alimenta, solo sé que puedo sentirlo cuando empieza a inundar mi sistema. Sangre que posee más fuerza que la mía, siento mi cuerpo recuperar el vigor que pierde por el cansancio mental, no físico. Me siento capaz de hacer cualquier cosa pero permanezco como si dormir fuese lo único que pudiese hacerse.
Nunca noté, en esos momentos aquellos sucesos que me llevaría a un lugar lejos de ese, a tomar una vida que yo no quería. Un poder que hace mucho ya no ansiaba. Estar en un nivel social, el más alto que podría alcanzar. En ese instante ni lo sabía, ni me habría importado.
¿Qué sucede fuera de estas paredes? ¿Quieren saber qué se siente? Normalmente, ante los cambios drásticos, existe eso que llaman presentimientos. Muchas veces los ignoras, otras no puedes darte cuenta en el tiempo suficiente y simplemente te vuelves un espectador. Puede que el sueño siga siendo tal o se convierta en una pesadilla sin remedio ¿Cuál de ellas será para mi? En este siniestro sendero que para alguein como yo es tan común como otros.
Empiezo a verlo, esos momentos, cuando le conocí, cuando le vi partir. Se levanta el primer telón. Puedo ver a mi creadora, justo antes de que con su poder borré, no por primera vez, sino por segunda ocasión lo que hay en mi mente. Vaya manipuladora. Pero ahora escucho su voz, justo como si en aquel momento aún estuviese 'No puedo llevarte conmigo. Estás a salvo tan lejos de mi. Sobrevive y un día nuestros caminos volverán a encontrarse, incluso si no me recuerdas' Ironía. Hace algún tiempo, aquí, en esta tierra francesa, le vi, en un momento de total desesperación. Y algo en mi le reconoció. Pero solo fue como saber que había visto su rostro antes, como la del joven que era su acompañante. Ahora tenía sentido, todo aquello que en aquella ocasión habían dicho.
Y en retroceso, vi ese momento con claridad, uno que recordaba a medias, el del día en que deje de ser lo que llaman un ser humano para convertirme en esta creatura, que es, comparado con lo que había sido, un ser casi inmortal. Un poco antes... ¿Qué había un poco antes? Algo que probablemente aún ahora llamasen locura.
Y mis ojos se abrieron de golpe. En ese lapso, no había visto casi nada, solo la sensación de estar moviéndome en una dirección diferente. El brujo me sonrió con calma. Por ese día, no sabía el número que llevaba, había sido todo. Cerré los ojos, como alguien que se deja llevar por el peso de sus párpados y acude al sueño para entrar en un mundo hecho por tus recuerdos. Esos sueños eran simplemente ver, en el orden correcto, lo que alguna vez había sido. Bueno o malo, las cosas estaban volviendo a acomodarse para mostrarme que lo que lo que fue mi realidad, era más bien una capa de pintura que escondía mucho más debajo de ella.
Lo que sucede en esta casa mientras permanezco en una especie de sueño inducido del cual por momentos despierto es algo que aún no me cobra ningún sentido. Puedo moverme, puedo escuchar y sentir, pero es como si no estuviese aquí, como quien observa desde la lejanía y sin embargo a través de estos ojos que me permiten darme cuenta de que estoy justo aquí y mi realidad se distorsiona. No he salido porque ni siquiera creo que haya pasado el tiempo.
Hubo un día en que sentí un alboroto fuera de la habitación en la que permanecía, en la que Kendal solía estar la mayoría del tiempo junto a mi, como cumpliendo su palabra que haría lo mejor que pudiese. No había conocido a hombre más confiable, así que no temía.
Era como ver a través de sueños. No sería capaz de darme cuenta, hasta mucho después de lo que esa noche acarrearía conforme todo se aclarara, como una niebla que se dispersa cuando debe dejar que lo que se oculta tras ella aparezca.
La debilidad la siento por momentos, no tengo noción del tiempo ni de nada más. Tampoco de la sangre que me alimenta, solo sé que puedo sentirlo cuando empieza a inundar mi sistema. Sangre que posee más fuerza que la mía, siento mi cuerpo recuperar el vigor que pierde por el cansancio mental, no físico. Me siento capaz de hacer cualquier cosa pero permanezco como si dormir fuese lo único que pudiese hacerse.
Nunca noté, en esos momentos aquellos sucesos que me llevaría a un lugar lejos de ese, a tomar una vida que yo no quería. Un poder que hace mucho ya no ansiaba. Estar en un nivel social, el más alto que podría alcanzar. En ese instante ni lo sabía, ni me habría importado.
...Uno a uno, caerán los pétalos de una flor que estaba destinada a perecer, las rosas caerán y los vientos traerán un nuevo comienzo, como es y siempre ha sido, desde el inicio de los tiempos...
¿Qué sucede fuera de estas paredes? ¿Quieren saber qué se siente? Normalmente, ante los cambios drásticos, existe eso que llaman presentimientos. Muchas veces los ignoras, otras no puedes darte cuenta en el tiempo suficiente y simplemente te vuelves un espectador. Puede que el sueño siga siendo tal o se convierta en una pesadilla sin remedio ¿Cuál de ellas será para mi? En este siniestro sendero que para alguein como yo es tan común como otros.
Empiezo a verlo, esos momentos, cuando le conocí, cuando le vi partir. Se levanta el primer telón. Puedo ver a mi creadora, justo antes de que con su poder borré, no por primera vez, sino por segunda ocasión lo que hay en mi mente. Vaya manipuladora. Pero ahora escucho su voz, justo como si en aquel momento aún estuviese 'No puedo llevarte conmigo. Estás a salvo tan lejos de mi. Sobrevive y un día nuestros caminos volverán a encontrarse, incluso si no me recuerdas' Ironía. Hace algún tiempo, aquí, en esta tierra francesa, le vi, en un momento de total desesperación. Y algo en mi le reconoció. Pero solo fue como saber que había visto su rostro antes, como la del joven que era su acompañante. Ahora tenía sentido, todo aquello que en aquella ocasión habían dicho.
Y en retroceso, vi ese momento con claridad, uno que recordaba a medias, el del día en que deje de ser lo que llaman un ser humano para convertirme en esta creatura, que es, comparado con lo que había sido, un ser casi inmortal. Un poco antes... ¿Qué había un poco antes? Algo que probablemente aún ahora llamasen locura.
Y mis ojos se abrieron de golpe. En ese lapso, no había visto casi nada, solo la sensación de estar moviéndome en una dirección diferente. El brujo me sonrió con calma. Por ese día, no sabía el número que llevaba, había sido todo. Cerré los ojos, como alguien que se deja llevar por el peso de sus párpados y acude al sueño para entrar en un mundo hecho por tus recuerdos. Esos sueños eran simplemente ver, en el orden correcto, lo que alguna vez había sido. Bueno o malo, las cosas estaban volviendo a acomodarse para mostrarme que lo que lo que fue mi realidad, era más bien una capa de pintura que escondía mucho más debajo de ella.
Última edición por Kei Koizumi el Lun Nov 30, 2015 2:18 am, editado 1 vez
Kei Koizumi- Vampiro Clase Alta
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
Las estrellas caen del firmamento cuando les ha llegado el tiempo
Producen una bella explosión o se ven como estrellas fugaces en el cielo
Kazu Maek, su nombre era en este punto no solo el nombre de mi obsesión más notoria. Se había vuelto lo que nunca creí que existiría para mí. Y tras aquella espera, tras aquel tiempo en el que su alma volvió a él, causando estragos, haciendole dividir su personalidad. ¿Que si me importó? Por supuesto que no. Podría haberse vuelto realmente loco y a mí me habría importado poco.
Lo sabía, desde el momento en el que entré en su mansión aquella noche con pocos días de haber llegado a París. Estaba aprovechándome de su situación. Lo quería, como no había deseado poseer nada jamás. Asíq ue lo tomé, pensaba llevarlo lejos, donde Yudea no pudiese ponerle un dedo encima, y de paso, a mi tampoco. Pero todo había ocurrido como mi creador quiso que sucediera.
Y poco a poco, fui empezando a darme cuenta, del parecido que tenía yo con él. Aquel miedo y odio que sentía por él, no sé decir en qué momento se desvaneció, pero lo hizo. Ahora me atrevería a decir que lo admiro.
Mi amante, lo he arrastrado conmigo, sin embargo, él mismo decidió su suerte. Sintiéndose abandonado por todos sus allegados, abrió sus brazos para mí, y cuando le conté, estupidamente, lo que Yudea me había encomendado, se tomó ese veneno, acortando las posibilidades para ambos. Pero yo tenía lo que quería, si bien parecían los fragmentos de quien, ahora admito, me he enamorado. Aún cuando supiese que sufría, saber que se aferraría a mí era suficiente.
Pero su consciencia estaba de regreso y empezaba a tratar las cosas con lógica, con ese sentido común que yo no tenía y que tampoco quería. Estaba seguro que él estaba pensando en cómo hacer mejor la situación. Cais podía verlo en sus ojos. Quería dejarme, para que ambos tuviesemos un camino distinto... Pero yo no quiero un camino distinto.
Y estoy seguro que mi existencia se ha vuelto indispensable para él, tal como la suya para mí lo significa casi todo a estas alturas. No voy a dejarlo escapar.
Estas noches empiezan a tornarse de algún modo diferentes. No por mis continuas discusiones y encuentros algo hostiles con mi amante. Es extraño, como si ambiente comenzara a cambiar. No es algo que pueda decir con seguridad. Solo sé que las cosas parecen moverse deprisa.
Están todos de alguna manera, todo aquel que está conectado con Yudea. Incluso Kei Koizumi. Y no me pregunten la causa, desde que llegó, siento como si una tormenta se avecinara. Pero tengo otras cosas que me importan más. Tanto que no fui capaz de notar los pasos del mayordomo. Habiéndome acostumbrado a su presencia. No lo noté jamás, no hasta el último momento. Cada vez que llevaba el vino en las bandejas, su olor tan peculiar combinándose con el aroma del contenido de las copas. Nunca noté que en realidad venía de estas mismas.
¿Quién es más temerario? Un simple humano en esta casa, viviendo con nosotros como sus iguales, no posee las habilidades del hombre oculto en el sótano, ese brujo que está dándole a Yudea las armas que hasta ahora no había tenido. Que curioso ¿no lo parece? El poder ilimitado que está ganando. No es solo lo que puede hacer, sino todo lo que consigue en este tiempo.
Hoy el cielo está despejado. A través de estas ventanas de la planta más alta de esta casa, se puede observar con claridad aquel bosque, pero no solo eso, con estos ojos sobrenaturales, ver a través de todo no resulta tan difícil. Notar que se acercan entre las sombras puede ser realmente fácil. Esta casa es una casa de locos. Aún notándolo, no diré nada.
Es suficiente, alguno de los otros lo notará, tal vez Yudea desde ese sillón en la sala, con esas dos mascotas que parecen tener su cariño. El sonido de ese violín se ha vuelto casi indispensable, casi nunca para, el cambiaformas toca por largos períodos de tiempo. Le he visto más de una vez, con esas manos fágiles, ensangrentadas tras tocar sin parar cuando nadie le detiene. El´gran oso es quien ha evitado que suceda, pero cuando pasa, Yudea se encarga él mismo de las heridas o bien el mayordomo, dependiendo de la gravedad de las mismas. Y en poco tiempo, ahí está el sonido de ese extraño instrumento, aquel stradivarius que parece poseer un eco. Una sonrisa más que amplia se vuelve más prominente en mi rostro mientras veo a lo lejos aquella figura.
Kazu, quien poseía en sus ojos el orgullo en algún tiempo, ahora veo en ellos lo que no puedo más describir, lo es todo y nada es al mismo tiempo. No hay fuerza en este mundo a la que vaya a permitir alejarlo de mí, ni siquiera su propia voluntad y fuerza. Me dirigí hacia donde él estaba. Cualquier intrusión en nuestro santuario sería detenido, sin importar quien lo hiciera, así que no me preocupe para nada en interceptarlo.
Lo sabía, desde el momento en el que entré en su mansión aquella noche con pocos días de haber llegado a París. Estaba aprovechándome de su situación. Lo quería, como no había deseado poseer nada jamás. Asíq ue lo tomé, pensaba llevarlo lejos, donde Yudea no pudiese ponerle un dedo encima, y de paso, a mi tampoco. Pero todo había ocurrido como mi creador quiso que sucediera.
Y poco a poco, fui empezando a darme cuenta, del parecido que tenía yo con él. Aquel miedo y odio que sentía por él, no sé decir en qué momento se desvaneció, pero lo hizo. Ahora me atrevería a decir que lo admiro.
Mi amante, lo he arrastrado conmigo, sin embargo, él mismo decidió su suerte. Sintiéndose abandonado por todos sus allegados, abrió sus brazos para mí, y cuando le conté, estupidamente, lo que Yudea me había encomendado, se tomó ese veneno, acortando las posibilidades para ambos. Pero yo tenía lo que quería, si bien parecían los fragmentos de quien, ahora admito, me he enamorado. Aún cuando supiese que sufría, saber que se aferraría a mí era suficiente.
Pero su consciencia estaba de regreso y empezaba a tratar las cosas con lógica, con ese sentido común que yo no tenía y que tampoco quería. Estaba seguro que él estaba pensando en cómo hacer mejor la situación. Cais podía verlo en sus ojos. Quería dejarme, para que ambos tuviesemos un camino distinto... Pero yo no quiero un camino distinto.
Y estoy seguro que mi existencia se ha vuelto indispensable para él, tal como la suya para mí lo significa casi todo a estas alturas. No voy a dejarlo escapar.
Estas noches empiezan a tornarse de algún modo diferentes. No por mis continuas discusiones y encuentros algo hostiles con mi amante. Es extraño, como si ambiente comenzara a cambiar. No es algo que pueda decir con seguridad. Solo sé que las cosas parecen moverse deprisa.
Están todos de alguna manera, todo aquel que está conectado con Yudea. Incluso Kei Koizumi. Y no me pregunten la causa, desde que llegó, siento como si una tormenta se avecinara. Pero tengo otras cosas que me importan más. Tanto que no fui capaz de notar los pasos del mayordomo. Habiéndome acostumbrado a su presencia. No lo noté jamás, no hasta el último momento. Cada vez que llevaba el vino en las bandejas, su olor tan peculiar combinándose con el aroma del contenido de las copas. Nunca noté que en realidad venía de estas mismas.
¿Quién es más temerario? Un simple humano en esta casa, viviendo con nosotros como sus iguales, no posee las habilidades del hombre oculto en el sótano, ese brujo que está dándole a Yudea las armas que hasta ahora no había tenido. Que curioso ¿no lo parece? El poder ilimitado que está ganando. No es solo lo que puede hacer, sino todo lo que consigue en este tiempo.
Hoy el cielo está despejado. A través de estas ventanas de la planta más alta de esta casa, se puede observar con claridad aquel bosque, pero no solo eso, con estos ojos sobrenaturales, ver a través de todo no resulta tan difícil. Notar que se acercan entre las sombras puede ser realmente fácil. Esta casa es una casa de locos. Aún notándolo, no diré nada.
Es suficiente, alguno de los otros lo notará, tal vez Yudea desde ese sillón en la sala, con esas dos mascotas que parecen tener su cariño. El sonido de ese violín se ha vuelto casi indispensable, casi nunca para, el cambiaformas toca por largos períodos de tiempo. Le he visto más de una vez, con esas manos fágiles, ensangrentadas tras tocar sin parar cuando nadie le detiene. El´gran oso es quien ha evitado que suceda, pero cuando pasa, Yudea se encarga él mismo de las heridas o bien el mayordomo, dependiendo de la gravedad de las mismas. Y en poco tiempo, ahí está el sonido de ese extraño instrumento, aquel stradivarius que parece poseer un eco. Una sonrisa más que amplia se vuelve más prominente en mi rostro mientras veo a lo lejos aquella figura.
Kazu, quien poseía en sus ojos el orgullo en algún tiempo, ahora veo en ellos lo que no puedo más describir, lo es todo y nada es al mismo tiempo. No hay fuerza en este mundo a la que vaya a permitir alejarlo de mí, ni siquiera su propia voluntad y fuerza. Me dirigí hacia donde él estaba. Cualquier intrusión en nuestro santuario sería detenido, sin importar quien lo hiciera, así que no me preocupe para nada en interceptarlo.
... Esta noche se abre el telón...
Aquellos engranes del reloj de nuestro tiempo empiezan a correr de forma inestable
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Jin Kanishia- Vampiro Clase Alta
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
... No tientes más tu suerte cuando ya todo se ha dicho ...
El destino ha marcado ya el camino...
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Hacía un par de noches una mujer había sido traída a esta casa. ¿Quién era? Yo lo sabía, pero no era mi trabajo preocuparme por esas cosas. Cumplir y acatar las órdenes, sin preguntarme los motivos, la lleve a yudea, justo como lo había pedido. La mujer frente a mí, era hermosa, con grandes ojos claros, con un porte orgulloso y que denotaba elegancia. Estaba acostumbrado a cosas como esa. Y contrario a cualquier prisionero, no pidió nada. Tampoco hizo ningún intento de escapar, pero había podido verlo en su mirada. Fue eso lo que me hizo investigar, mandar a averiguar todo lo que estuviese al alcance. Entonces lo noté. Su mirada, por momentos perdida, dirigida al cielo siempre nocturno de la mansión, estaba dedicada a alguien.
Fue una noche que le llevé algo para que comiese que me atreví a decirlo –Esperas que él venga por ti – Su rostro denotó la sorpresa, como quien se ve descubierto. Eso era todo lo que necesitaba. Esa muchacha que parecía frágil ante mí, no era nadie más que la duquesa McLeod. ¿Qué hacía aquí? Después de hablar con algunos me di cuenta. Jin había estado viéndola, no como una persona a la cual molestar, no, realmente parecía haber entablado algo parecido a una amistad con ella, y lo sabía porque había logrado escuchar algo entre los pasillos de la casa. Y había visto al joven vampiro acercarse a donde estaba cautiva. Y en lugar de que ella se mostrara temerosa porque Jin no era lo más cercano a lo civilizado en esa casa, su mente parecía amoldarse a la de Yudea, pero no tenía aún aquella forma en la que el otro se movía, que le abría las puertas de cuanto quisiera, en lugar de temerle, parecía tranquilizarla su presencia.
No parecía querer hablar demasiado conmigo, pero podía comprenderlo, sin embargo, su hermosa voz llegó a escucharse, como confirmando, con palabras disfrazadas lo que yo había dicho. Me gustaba de alguna forma su carácter que mostraba una entereza poco usual para mí de ver. Era un asesino. Cuando presionabas un poco a las personas cedían, fuese a la desesperación o al pesimismo. Pero ella mostraba hasta el último momento esa forma de ser tan poco usual.
Durante noches, en las que entraba y salía de las habitaciones empecé a hablar con ella. Había cosas que ya sabía, como quien era su prometido. Lo que me sorprendió, fue que ella no lo supiese todo de él. Me contó que estaban próximos a casarse. Pero dijo que él era un cazador y noté que el joven, que ciertamente lo había sido en el pasado, no se había atrevido a contar la verdad a la mujer de la que se había enamorado. Y supe que la razón era ese brillo en sus ojos cuando mencionaba ese hecho. Yo solo sonreía, sin querer revelarle aquello. Había notado que había algo mal con sus piernas y parecía que le dolía por momentos. Y entonces le propuse algo, si podía usar alguna de las cosas que había creado para ver si aliviaba al menos un poco lo que sentía. Pareció pensárselo, pero finalmente accedió.
Yudea… poco antes, me había pedido desarrollar un veneno, con el que el dolor pudiese inhibirse, incluso en seres inmortales como ellos. Lo que usé con ella, era más leve que aquel, pero suficientemente fuerte para lograr que aquellas quemaduras no le causaran molestias.
Esa noche sería el inicio de lo que parecía estarse avecinando. El sonido en los jardines me hizo girarme hacia la entrada de la mansión. Como el mayordomo de la casa, debía ser quien abriese las puertas, quien recibiera a cualquier visita, esperada o no, para hacer que su destino lo guiara a donde debía estar.
Pero antes de que eso sucediera alguien se adelantó a mí, vi apenas su sombra. Y al abrir las puertas y verme aparentemente solo, las armas entre mis ropas llegaron hasta mis manos. Había una persona cerca. Pero en la lejanía, podía percibir a un par más de ellas.
-Bienvenidos sean…–Dije con mi habitual sonrisa, sabiendo que quien estaba más cerca podía escucharme. Y vaya sorpresa -… a Rose Red…- Y mi sonrisa tomó aquel dejo de cinismo, justo como aquellos que venían, lleno de confianza en lo que hacía. Las dagas giraron en mis manos. Quien entrase a la mansión, debía notar el olor suave de las violetas, sin importar las flores que hubiese, el aroma se expandía anunciando el veneno, uno que si aspirabas por un tiempo demasiado prolongado, te llevaría a la muerte.
Fue una noche que le llevé algo para que comiese que me atreví a decirlo –Esperas que él venga por ti – Su rostro denotó la sorpresa, como quien se ve descubierto. Eso era todo lo que necesitaba. Esa muchacha que parecía frágil ante mí, no era nadie más que la duquesa McLeod. ¿Qué hacía aquí? Después de hablar con algunos me di cuenta. Jin había estado viéndola, no como una persona a la cual molestar, no, realmente parecía haber entablado algo parecido a una amistad con ella, y lo sabía porque había logrado escuchar algo entre los pasillos de la casa. Y había visto al joven vampiro acercarse a donde estaba cautiva. Y en lugar de que ella se mostrara temerosa porque Jin no era lo más cercano a lo civilizado en esa casa, su mente parecía amoldarse a la de Yudea, pero no tenía aún aquella forma en la que el otro se movía, que le abría las puertas de cuanto quisiera, en lugar de temerle, parecía tranquilizarla su presencia.
No parecía querer hablar demasiado conmigo, pero podía comprenderlo, sin embargo, su hermosa voz llegó a escucharse, como confirmando, con palabras disfrazadas lo que yo había dicho. Me gustaba de alguna forma su carácter que mostraba una entereza poco usual para mí de ver. Era un asesino. Cuando presionabas un poco a las personas cedían, fuese a la desesperación o al pesimismo. Pero ella mostraba hasta el último momento esa forma de ser tan poco usual.
Durante noches, en las que entraba y salía de las habitaciones empecé a hablar con ella. Había cosas que ya sabía, como quien era su prometido. Lo que me sorprendió, fue que ella no lo supiese todo de él. Me contó que estaban próximos a casarse. Pero dijo que él era un cazador y noté que el joven, que ciertamente lo había sido en el pasado, no se había atrevido a contar la verdad a la mujer de la que se había enamorado. Y supe que la razón era ese brillo en sus ojos cuando mencionaba ese hecho. Yo solo sonreía, sin querer revelarle aquello. Había notado que había algo mal con sus piernas y parecía que le dolía por momentos. Y entonces le propuse algo, si podía usar alguna de las cosas que había creado para ver si aliviaba al menos un poco lo que sentía. Pareció pensárselo, pero finalmente accedió.
Yudea… poco antes, me había pedido desarrollar un veneno, con el que el dolor pudiese inhibirse, incluso en seres inmortales como ellos. Lo que usé con ella, era más leve que aquel, pero suficientemente fuerte para lograr que aquellas quemaduras no le causaran molestias.
Esa noche sería el inicio de lo que parecía estarse avecinando. El sonido en los jardines me hizo girarme hacia la entrada de la mansión. Como el mayordomo de la casa, debía ser quien abriese las puertas, quien recibiera a cualquier visita, esperada o no, para hacer que su destino lo guiara a donde debía estar.
Pero antes de que eso sucediera alguien se adelantó a mí, vi apenas su sombra. Y al abrir las puertas y verme aparentemente solo, las armas entre mis ropas llegaron hasta mis manos. Había una persona cerca. Pero en la lejanía, podía percibir a un par más de ellas.
-Bienvenidos sean…–Dije con mi habitual sonrisa, sabiendo que quien estaba más cerca podía escucharme. Y vaya sorpresa -… a Rose Red…- Y mi sonrisa tomó aquel dejo de cinismo, justo como aquellos que venían, lleno de confianza en lo que hacía. Las dagas giraron en mis manos. Quien entrase a la mansión, debía notar el olor suave de las violetas, sin importar las flores que hubiese, el aroma se expandía anunciando el veneno, uno que si aspirabas por un tiempo demasiado prolongado, te llevaría a la muerte.
Última edición por Junno Kimura el Lun Nov 30, 2015 3:12 am, editado 1 vez
Junno Kimura- Hechicero Clase Media
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
Minako...
el ave oscura anuncia la llegada de una noche cuyo futuro es incierto
Existen en este mundo innumerables razones, no importa de qué estemos hablando. Y había una muy simple para lo que se estaba desarrollando. Esas últimas noches eran tranquilas, en lo que cabía para gente como nosotros. De algún modo podría decir que sentía cierta 'felicidad'. Y si, eso es extraño porque nunca lo sentí de esta forma. Debía ser porque cada vez que regresaba de algún caso difícil, había una hermosa mujer esperándome.
Ella, sin embargo, también nos acompañará a aquel lugar, se lo he pedido, a ella y a Sou, mi mejor amigo y probablemente el único que he tenido. Priest es una figura extraña, le tengo cierto respeto, pero el tiempo con él también hace que tenga más confianza estando a solas con el increíblemente alto hombre. Aquellos hermanos, sin embargo, han sido las personas más cercanasa mí. Es por eso, que pedirles asistencia en esto no es extrañeza.
Con la apariencia que poseen, y al mismo tiempo tan letales. Ambos sin frenos. Como siempre, no temo por lo que pueda ocurrir, incluso si algo dentro de mí, me hace sentir lo incierto de esto. Y ientras el camino se acorta y las sombras nos devoran. Ocultos entre las osmbras, puedo percibirlo.
El olor de aquel perfume de violetas....
Justo como esos venenos que he estado adquiriendo en aquel bar, de modo que he experimentado con mis presas. ¿Puede ser? Qué irónica puede resultar la vida.
Sabiendo cómo funcionan y adentrándonos en aquellos parajes, solo puedo preguntarme el resultado de esta obra. Pero a paso seguro, me encamino, con aquel par cubriéndome las espaldas. Esto apenas comienza... esto ... presiento que será más difícil de lo que creímos en un inicio. Y de verdad, saber que íbamos tras un vampiro antiguo ya era suficiente. El joven que conocí en aquel bar no tiene nada de sobrenatural, no como para que hubiese pensado que sería un peligro. Pero su habilidad, sé más o menos lo que puede causar.
Pero aquí estamos. Y la voz lejana, dándonos la bienvenida no es una buena señal. Diciéndonos que sabe que estamos ahí. No puedo evitar sonreír y preparar las armas.
El cuervo anuncia el futuro en silencio
...Más negro que la noche
Más rojo que la sangre...
...Más negro que la noche
Más rojo que la sangre...
Última edición por Jensen Winchester el Mar Jun 04, 2013 11:32 pm, editado 1 vez
Jensen Winchester- Inquisidor Clase Alta
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
La vida de un ser humano es un parpadeo.
Y cuando el fin se acerca puedes percibirlo sin ningún titubeo
Y cuando el fin se acerca puedes percibirlo sin ningún titubeo
Minako ha venido a buscarme y me ha traído a los alrededores de este lugar. Como si esto fuese el anuncio de un destino inalterable. Un hombre tiene la fuerza para oponerse a cualquier cosa, pero hay caminos que se trazan conforme avanzas, sin que te des cuenta, sin que haya ningún indicio de la suerte que te espera.
Esta noche de inalterable belleza, esta noche en la que todo sucumbe ante las ideas. Puedo verlo, de alguna forma, puedo sentirlo. Aún a pesar de los años. La sangre me hierve en las venas, puedo casi olfatearlos. Vampiros, tan cerca. Y ese lado que hace mucho no había usado se vislumbra en mis pupilas. El simplemente salvaje Isley, aquel que no es ni rey, ni príncipe, ni nada como aquello... solo un cazador.
Y entre aquella penumbra, aún durante el día. Pues ningún sentido tendría haber esperado la noche. Aquí donde está aquel vampiro que parece traer la oscuridad consigo. Nunca me topé con él. Sólo sé que Priest, quien alguna vez conocí y trabajé junto a él, le conoce. Y al parecer tienen cuentas pendientes. El cuervo vuela en círculos, como si anunciara la muerte, pero la muerte está frente a nosotros.
Estoy a punto de enfrentarme a mi peor pesadilla... esa es la sensación que tengo. Sin embargo, nunca hubo algo que perturbara mi sueño... porque nunca tuve miedo. Y aún en este instante no lo tengo, pero pueden alcanzarte las sorpresas y una que era justo para mis sentidos una, estaba entre aquellas paredes.
Es cruel, la forma en la que a veces todo se desenvuelve, eso es lo que dicen. Pero no es que sea crueldad, incluso si es algo que lastima o hiere. Se vuelve de esa forma cuando tu mente le hace ser eso mismo....
El miedo está dentro del corazón de las personas
No soy del tipo observador cuando se trata de detalles en los que las mujeres quieren que te concentres, en un broche del cabello o en el esfuerzo de su arreglo. Yo solo veo la imagen y solo puedo decir sobre ellos. Por otro lado, no significa que sea distraído. Puedo percibir el movimiento, los sonidos. Como un animal de caza que espera a su presa con sigilo.
Y aquella voz hace el esfuerzo inútil, un hombre abre las puertas. No tiene la presencia o el olor de los sobrenaturales, aunque pose uno bastante peculiar, pero puedo asegurarlo. Es solo un humano, de buen porte, su froma de moverse, de hablar, como quien fue educado para ser de esa manera. Pero no tiene miedo, sonríe como quien se sabe vistorioso antes de tiempo. Eso solo puede significar una cosa. Igual que nosotros, es alguien que lleva la muerte de muchos arrebatadas por sus manos.
Y la atenció de quienes vienen junto con nosotros. No hubo palabras para ponerse de acuerdo. Un equipo que no las necesita, cazadores o inquisidores con suficiente experiencia... Pero un sonido cerca de nosotros alerta y cambia la calma or el inicio de lo que empieza...
No es necesario dar rodeos, cuando sabes cuál es tu deseo
Is M. Montgomery- Realeza Germánica
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
El odio y el amor siempre van de la mano.
El odio que sientes por sentir que te han arrebatado a quienes amabas es sin duda el más fuerte
El odio que sientes por sentir que te han arrebatado a quienes amabas es sin duda el más fuerte
El murmullo del viento trajo a sus sentidos el olor peculiar que incluso le parecía familiar. Un vil engaño de los sentidos aumentados del vampiro. Sin duda antes le había tocado percibir tan peculiares presencias. Sin embargo, tras que Yudea, en lugar de matarlo, llenara su mente con recuerdos falsos, su misión era solo una: Asesinar a quienes esos recuerdos marcaban como los culpables de haber perdido a sus hermanos ese día en que la luna fue testigo de aquella forma en la que sus cuerpos fueron destruidos.
Si, quien los había matado era Yudea, pero ya no podía recordarlo. Y realmente ya poco importaba. Él... quien nunca había sentido absolutamente nada, ahora sentía ese rencor que le carcomía las entrañas. Desde aquella noche, se mantenía en silencio. Su labor era llevar en el carruaje a los habitantes de la casa. ¿Por qué lo hacía? Yudea le había salvado de la muerte y cuando salía con él, aquellas nubes de tormenta que siempre rodeaban la mansión Rose Red, le dejaban escudriñar en la ciudad incluso durante las horas del día.
No le importaba nada, salvo matar a aquellos que se habían llevado a los suyos. Pero estaba equivocado y su blanco era diferente al qu debería. Ahora, en este lúgubre paraje, sentado en las ramas altas de un árbol, pues prefería casi siempre estar fuera de la mansión, y suficientemente alejado del veneno del jardín, que si bien no iba a matarlo podía resultar un fastidio en ocasiones. Desde ahí vislumbró las siluetas. Cazadores... Y un par de ellos eran los que estaban grabados en su mente como si hubiesen sido puestos en llamas en su piel. Sus labios se entreabrieron y su lengua tocó deliberadamente sus propios colmillos.
Dejó que avanzaran, enter aquellas falsas memorias que le habían sido plantadas por el vampiro dueño de aquella mansión, estaba claramente el verlos luchar. No iba a morir, no sin antes llevarse a alguno de ellos consigo. Preferiría a los tres, pero eran diestros y el sentimiento quemante en su interior le hacía importarle muy poco si perecía en un vano intento. Les vio y entre aquel trío, que eran los que en realidad importaban, se quedó viendo al hombre fuerte y alto, no tan alto como quien iba a la cabeza.
No había mucho que pensar, se avalanzó contra ellos. ¿Qué fue lo que sucedió? Apenas y pudo verlo...
El sonido sordo de un objeto golpeando su cuerpo, el movimiento que le indicó que había sido demasiado lento para esquivarlo. Cayó al suelo, de pie, bajando la mirada viendo la flecha incrustada en sus costillas. Empezó a reírse. A un paso de dejar de existir, con toda la fuerza que siendo un vampiro le permitió, avanzó directo al hombre de ojos claros. sus pupilas verdes le miraron con seriedad, sin el odio que sus propios oscuros ojos emanaban. La ballesta quedó contra su pecho, imposible escapar que con la oportunidad frente a él. Sonrió con malicia incrustando sus garras en aquella piel humana, entre su cuello y su hombro. Sintió el golpe en su cuerpo, el dolor se extendió, pero lo ignoró, sus pupilas se dilataron por el mero olor de sangre derramándose. Otro impacto y gruñó tirando al hombre al suelo.
Otro más antes de poder matarlo, cerrando sus manos fuertes contra aquel cuello cálido y frágil. Ejerció presión, sintiendo el golpe de las balas. Giró su rostro a los otros dos cazadores. Pero no eran los únicos, vislumbro a aquel par de hermanos. La chica parecía estar pasmada ante la escena. Pero en sus ojos pudo verlo, en su mente pudo verlo, no era por lo que sucedía, era el hombre cuya vida yacía justo bajo sus manos. Rió con sorna. Amor... estaban enamorados. Ilusos humanos. Pero fue suficiente para que su cuerpo cediera ante las heridas que las armas le habían provocado, sus movimientos se habían alentado. de las heridas vio aquella especie de humo o vapor, agua bendita probablemente.
Y sintió un dolor agudo, diferente al de las flechas y una sensación, como un etallido en su interior. Regresó la mirada al hombre bajo su cuerpo y sus ojos viajaron de su rostro a sus manos que se habían llenado de sangre. La estaca clavada justo en su corazón. No dijo nada, no tenía sentido pensar en nada tampoco. Sabía que ese día llegaría. Le observó sabiendo que ninguno de ellos sobreviviría.Saber eso era suficiente para él. Sonrió antes de que su cuerpo se hiciera cenizas.
Cenizas que el viento no tardó en llevarse, la forma de lo que una vez desapareció con un simple soplo del aire...
Yoh Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
Jensen Winchester… Su familia siempre se había dedicado a cazar seres sobrenaturales. Justo en el momento en que su vida comenzaba a tomar un rumbo, cuando había empezado a pensar en cosas en las que antes no se habría detenido a observar. Cuando se sentía en su mejor momento, cuando la mujer que tenía a su lado era todo lo que había terminado por desear. Había cierta ironía en todo aquello.
Él que nunca había creído tener nada serio, quien no había creído en todo lo que había terminado por conseguir, tenía una buena posición, no necesitaba fama, tenía una buena compañía, pertenecer al grupo de Priest había sido una oportunidad que aprovechó y que le había llevado hasta donde estaba ahora. Ya no era un cazador independiente como en sus inicios. De hecho, había aprendido de su mentor y su superior.
Ya no era tan impulsivo ni tenía ese resentimiento eterno contra cualquier sobrenatural. Había aprendido de él, a mantener la calma, a tener la cabeza fría por su propio bien. Había una especie de ‘hogar’ esperándole, pero esa noche ya no volvería. Ninguno de los dos…
Minako, el cuervo que era quien llevaba los mensajes entre ellos y quien, sin que él se diese cuenta, le había tomado cierto apego. Jensen no sabía que esa ave oscura, había sido un cambiaformas, pero ya no podía tomar su forma humana, una chica, y él siempre había sido bueno con las féminas de alguna manera. Coquetear y enredarse con mujeres hermosas, había crecido haciéndolo y lo hacía de un modo tan natural que varios gestos en su rostro demostraban muchas veces esos trazos de su carácter.
Horas antes, el cuervo había aparecido. Se le había llamado porque irían a enfrentarse a un grupo de sobrenaturales, el colosal hombre que era su jefe le había llamado, ya le había contado sobre eso, y al parecer iba con alguien más, un hombre cuya mirada le dejó claro lo que había sido y que él pensó aún era.
Pero tras llegar a los limites de aquella casa, todo dejo de tener el sentido que debiese. Aún cuando captó el olor suave de violetas, uno que conocía bastante bien, pues él mismo había usado los inventos de aquel muchacho asiático que le había vendido algunas sustancias para probarlas en sus armas cuando iba a algún trabajo, tenía ese mismo y particular olor.
Desde ese momento, debió notar que jamás saldría de allí. Su cuerpo, después de un rato, mientras trataba de defenderse de un vampiro cuyos ojos llenos de enojo habían intentado inmediatamente deshacerse de los que le acompañaban, casi por impulso él había saltado frente a ellos y se había puesto a forcejear con él, hasta que sintió el adormecimiento en sus extremidades, he ahí el momento en el que todo empezó a desvanecerse como si nunca hubiese existido. Pensó en Antiette y en su amigo Souhard mientras sentía el dolor que aquellas garras ocasionaron en él. Estaban a unos cuantos metros y todo lo que pudo pensar era que le gustaría que ellos pudiesen salir sanos y salvos de ahí.
Claro que intentó defenderse, pero él, mejor que el resto había visto lo letales que eran las creaciones del dueño de aquella taberna con tan peculiar nombre. No tuvo tiempo de pensar en nada, hubo un instante en que las fuerzas que le quedaban simplemente fueron insuficientes. El momento en que todo oscureció y su corazón dejó de palpitar… pero al menos aquel vampiro estaba muerto.
Él que nunca había creído tener nada serio, quien no había creído en todo lo que había terminado por conseguir, tenía una buena posición, no necesitaba fama, tenía una buena compañía, pertenecer al grupo de Priest había sido una oportunidad que aprovechó y que le había llevado hasta donde estaba ahora. Ya no era un cazador independiente como en sus inicios. De hecho, había aprendido de su mentor y su superior.
Ya no era tan impulsivo ni tenía ese resentimiento eterno contra cualquier sobrenatural. Había aprendido de él, a mantener la calma, a tener la cabeza fría por su propio bien. Había una especie de ‘hogar’ esperándole, pero esa noche ya no volvería. Ninguno de los dos…
Minako, el cuervo que era quien llevaba los mensajes entre ellos y quien, sin que él se diese cuenta, le había tomado cierto apego. Jensen no sabía que esa ave oscura, había sido un cambiaformas, pero ya no podía tomar su forma humana, una chica, y él siempre había sido bueno con las féminas de alguna manera. Coquetear y enredarse con mujeres hermosas, había crecido haciéndolo y lo hacía de un modo tan natural que varios gestos en su rostro demostraban muchas veces esos trazos de su carácter.
Horas antes, el cuervo había aparecido. Se le había llamado porque irían a enfrentarse a un grupo de sobrenaturales, el colosal hombre que era su jefe le había llamado, ya le había contado sobre eso, y al parecer iba con alguien más, un hombre cuya mirada le dejó claro lo que había sido y que él pensó aún era.
Pero tras llegar a los limites de aquella casa, todo dejo de tener el sentido que debiese. Aún cuando captó el olor suave de violetas, uno que conocía bastante bien, pues él mismo había usado los inventos de aquel muchacho asiático que le había vendido algunas sustancias para probarlas en sus armas cuando iba a algún trabajo, tenía ese mismo y particular olor.
Desde ese momento, debió notar que jamás saldría de allí. Su cuerpo, después de un rato, mientras trataba de defenderse de un vampiro cuyos ojos llenos de enojo habían intentado inmediatamente deshacerse de los que le acompañaban, casi por impulso él había saltado frente a ellos y se había puesto a forcejear con él, hasta que sintió el adormecimiento en sus extremidades, he ahí el momento en el que todo empezó a desvanecerse como si nunca hubiese existido. Pensó en Antiette y en su amigo Souhard mientras sentía el dolor que aquellas garras ocasionaron en él. Estaban a unos cuantos metros y todo lo que pudo pensar era que le gustaría que ellos pudiesen salir sanos y salvos de ahí.
Claro que intentó defenderse, pero él, mejor que el resto había visto lo letales que eran las creaciones del dueño de aquella taberna con tan peculiar nombre. No tuvo tiempo de pensar en nada, hubo un instante en que las fuerzas que le quedaban simplemente fueron insuficientes. El momento en que todo oscureció y su corazón dejó de palpitar… pero al menos aquel vampiro estaba muerto.
Jensen Winchester- Inquisidor Clase Alta
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
Y al parecer los hombres habían pasado las puertas. Zahid se desperezó. Había ruidos provenientes de la planta baja. Quería tranquilidad y dormir de una buena vez. El violín de Joshua tocaba alguna melodía que nunca antes había escuchado, inalterable incluso con lo que sucedía en la planta baja.
No se habría inmutado, pero vio que su amo también parecía poco a gusto con la interrupción incluso si al parecer sabía su llegada desde un rato antes. Había dicho a Zahid que dejara que el resto se hiciera cargo, pero ahora, el gran oso grizzley se levantó. Quería que le dejasen en paz, así que bajó las escaleras con lentitud, como si le pesara hacerlo.
Al estar en aquel sitio solo vio un caos. Una especie de pelea que sin embargo, para él no tenía nada de nuevo. Al fin de cuentas no era tan diferente a lo que hácía en el circo, solo que con más gente. Despedazando todo, se oían los cristales romperse, los cuadros caer de las paredes.
Los pequeños ojos del oso siguieron el ágil movimiento del mayordomo. Era incluso mejor que los del circo, pensó. Haciendo acrobacias, esquivando las armas y moviendose de esa forma que te hacía quedarte casi embobado. Bueno, no parecía suceder con quienes estaba. No era diferente a lo que hacían en aquellos tiempos. Había que morir o matar a tu contrincante. Pero eran dos y el joven asiático estaba solo. Vislumbró sin embargo a Jin un momento después. Y le vio hacerle una seña para que se acercara. Ah, quería que interviniera.
Se movió, tan rápido como su gran cuerpo le permitió, el engaño entre el joven vampiro le permitió darle un zarpazo a uno de aquellos hombres, el que estaba entretenido con Junno, y le dejaron en paz de momento. Zahid soltó un gruñido al recibir un impacto de una de las armas que el hombre traía. Pero se abalanzó sobre él, con su peso y con ayuda del vampiro que era creación de Yudea, le dejaron inconsciente.
Escuchó el ruido en el exterior. Otros dos cazadores, Kazu y Kaine estaban fuera. El licano hacía tanto escándalo como siempre y parecía divertirse, como si realmente fuese aquello algo de lo que reírse. Aunque bien, para el oso, tampoco era algo que estuviese fuera del rango de lo que consideraba normal.
Jaló al hombre inconsciente para llevarlo a un lugar donde no pudiese hacer más. Una de aquellas vampiresas había aparecido para decir eso: Que había que llevarlo a las mazmorras, pero no tan cerca de Kendal. Le escuchó decir que se le había ocurrido algo, pero poco interés o nada tenía en saber de ello. Queria volver y acurrucarse a los pies de Yudea. Estaba herido y dolía, pero cuando la pelea terminara, el mayordomo seguramente iría a curarle y sanaría rápidamente gracias a su naturaleza.
No se habría inmutado, pero vio que su amo también parecía poco a gusto con la interrupción incluso si al parecer sabía su llegada desde un rato antes. Había dicho a Zahid que dejara que el resto se hiciera cargo, pero ahora, el gran oso grizzley se levantó. Quería que le dejasen en paz, así que bajó las escaleras con lentitud, como si le pesara hacerlo.
Al estar en aquel sitio solo vio un caos. Una especie de pelea que sin embargo, para él no tenía nada de nuevo. Al fin de cuentas no era tan diferente a lo que hácía en el circo, solo que con más gente. Despedazando todo, se oían los cristales romperse, los cuadros caer de las paredes.
Los pequeños ojos del oso siguieron el ágil movimiento del mayordomo. Era incluso mejor que los del circo, pensó. Haciendo acrobacias, esquivando las armas y moviendose de esa forma que te hacía quedarte casi embobado. Bueno, no parecía suceder con quienes estaba. No era diferente a lo que hacían en aquellos tiempos. Había que morir o matar a tu contrincante. Pero eran dos y el joven asiático estaba solo. Vislumbró sin embargo a Jin un momento después. Y le vio hacerle una seña para que se acercara. Ah, quería que interviniera.
Se movió, tan rápido como su gran cuerpo le permitió, el engaño entre el joven vampiro le permitió darle un zarpazo a uno de aquellos hombres, el que estaba entretenido con Junno, y le dejaron en paz de momento. Zahid soltó un gruñido al recibir un impacto de una de las armas que el hombre traía. Pero se abalanzó sobre él, con su peso y con ayuda del vampiro que era creación de Yudea, le dejaron inconsciente.
Escuchó el ruido en el exterior. Otros dos cazadores, Kazu y Kaine estaban fuera. El licano hacía tanto escándalo como siempre y parecía divertirse, como si realmente fuese aquello algo de lo que reírse. Aunque bien, para el oso, tampoco era algo que estuviese fuera del rango de lo que consideraba normal.
Jaló al hombre inconsciente para llevarlo a un lugar donde no pudiese hacer más. Una de aquellas vampiresas había aparecido para decir eso: Que había que llevarlo a las mazmorras, pero no tan cerca de Kendal. Le escuchó decir que se le había ocurrido algo, pero poco interés o nada tenía en saber de ello. Queria volver y acurrucarse a los pies de Yudea. Estaba herido y dolía, pero cuando la pelea terminara, el mayordomo seguramente iría a curarle y sanaría rápidamente gracias a su naturaleza.
Última edición por Zahid el Lun Nov 30, 2015 2:34 am, editado 1 vez
Zahid- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 20/04/2012
Re: The Falling of the Dark Kaiser
Es increíble como todo puede dar un giro. Uno que uno no espera. Algo que no tiene ningún sentido y lo toma de alguna manera. Estando encerrado en una celda. Su mente solo puede pensar en que no puede dejar todo abandonado. La mujer que ama, el imperio al que debe su vida. Pero ahí está ella de nuevo. Insistiéndole en que debe entregar todo, porque ya no hay salida. Se ríe, como si le hiciera gracia, pero el mismo lo presiente. Ya es tarde, habrán notado su ausencia y los días pasan, las noches, realmente no puede diferenciarlas estando ahí.
Pero no es su propia seguridad lo que le atormenta y entre todo aquello, su mente empieza a preocuparse. No es solo una perssona la que debería depender de sus acciones y por una vez siente un peso que no debía serlo. La tranquilidad tras el paso de un corto tiempo empieza a desvanecerse. La desesperación le invade. Y un día que parece tan común como los otros, detrás de esas rejas, aquella mujer de apariencia joven y con aquellos ojos que denotan que ha vivido mucho más de lo que él vivira jamás. Su vida es tan efímera como lo será la de la mayoría.
Pero esa noche puede verlo en ella, algo diferente al acercarse y susurrarle en el oído lo que quiere de él. Sonríe pero aquellos comillos se clavan en su cuello como dos agujas finas y con un filo que atraviesa fácilmente su piel. Apenas y un gesto cruza sus facciones, ella causa un ligero dolor en su cuerpo, pero más en su alma. Alguien que fue cazador, verse siendo alimento de lo que una vez odio con toda su alma. Aún los odia, aún sus sentidos gritan cada vez que está cerca de uno de ellos. Quiere tomar sus vidas en sus manos, destruirlos como alguna vez hizo, pero ya no es posible. No es posible porque se da cuenta de la realidad que empieza a abrumarle. No puede morir ahí de esa forma y lo sabe. Si pudiese se habría rendido y habría perecido de una buena vez.
Su sangre corre y puede percibir como ella se alimenta, cuando el dolo se hace intenso le empuja con fuerza. La piel se rasga y ella sonríe con una superioridad que en pocos puede verse de la misma forma. Se acerca lamiendo la herida y aquel cosquilleo le hace darse cuenta de que se cierra, tan mágicamente. Siente una repulsión enorme. Algo que antes de llegar ahí no había sentido. Un repudio a su propio ser por estar en aquella situación.
Pero no es su propia seguridad lo que le atormenta y entre todo aquello, su mente empieza a preocuparse. No es solo una perssona la que debería depender de sus acciones y por una vez siente un peso que no debía serlo. La tranquilidad tras el paso de un corto tiempo empieza a desvanecerse. La desesperación le invade. Y un día que parece tan común como los otros, detrás de esas rejas, aquella mujer de apariencia joven y con aquellos ojos que denotan que ha vivido mucho más de lo que él vivira jamás. Su vida es tan efímera como lo será la de la mayoría.
Pero esa noche puede verlo en ella, algo diferente al acercarse y susurrarle en el oído lo que quiere de él. Sonríe pero aquellos comillos se clavan en su cuello como dos agujas finas y con un filo que atraviesa fácilmente su piel. Apenas y un gesto cruza sus facciones, ella causa un ligero dolor en su cuerpo, pero más en su alma. Alguien que fue cazador, verse siendo alimento de lo que una vez odio con toda su alma. Aún los odia, aún sus sentidos gritan cada vez que está cerca de uno de ellos. Quiere tomar sus vidas en sus manos, destruirlos como alguna vez hizo, pero ya no es posible. No es posible porque se da cuenta de la realidad que empieza a abrumarle. No puede morir ahí de esa forma y lo sabe. Si pudiese se habría rendido y habría perecido de una buena vez.
Su sangre corre y puede percibir como ella se alimenta, cuando el dolo se hace intenso le empuja con fuerza. La piel se rasga y ella sonríe con una superioridad que en pocos puede verse de la misma forma. Se acerca lamiendo la herida y aquel cosquilleo le hace darse cuenta de que se cierra, tan mágicamente. Siente una repulsión enorme. Algo que antes de llegar ahí no había sentido. Un repudio a su propio ser por estar en aquella situación.
Is M. Montgomery- Realeza Germánica
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
No es ningún sobrenatural, es un humano, uno que sucumbirá a lo que cualquiera que lo sea. El hambre, la debilidad, Ethevi lo sabe, cualquier mente puede doblegarse. Si ella quisiese, probablemente él ya estaría haciendo lo que ella pide, pero no quiere tomarlo por la fuerza, quiero verlo hacerlo de forma voluntaria. Y quiere torturarlo, porque por esa misma razón se ha alimentado de él, haciéndole temer por la peor de sus pesadillas. Sai solo observa en silencio la forma en la que ella escribe el guión de aquella historia. Aún no sabe el desenlace, pero ya pudo darse cuenta de que es lo que pretende con aquel hombre. Es un gobernante, como tal, tiene el poder de dejar a su sucesor, al pareer eso busca ella, que ceda ante todo ello. Pero si llega a aburrirse, lo tomara, sea de buena o mala manera.
Un hombre cuya apariencia denota su fuerza, probablemente a su creadora es eso lo que le divierte. Alguien no solo con fotaleza física, sino con una mente tan simple como rígida y una voluntad férrea. Pero siempre hay algo que haga perder a una persona, siempre hay algo que puede llevarlo a la desesperación. Lo saben y tienen justo bajo ese mismo techo la razón por la que él terminara haciendo lo que ellos quieren. Porque un sentimiento puede romper barreras y también puede destruirlo todo.
La duquesa que está en las otras habitaciones. Están a punto de poner un contador para aquel hombre, no pueden esperr eternamente o dejar que él se debilite más de la cuenta. Ve a Ethevi apartarse de él tras alimentarse de su sangre y le sonríe, con una calidez que no debería existir en aquel rostro sobrenatural, como una estatua cincelada con sumo cuidado y que ha sobrevivido a los siglos y milenios. Su rostro parece dcirle que todo está bien, que ya no tiene que luchar más y es cuando Sai se da cuenta de que algo está mal. De que tal vez ella no quiere gastar tanto tiempo por alguna razón que él desconoce.
Pasando a su lado, con una estatura menor a la suya, toma su mano, como quien toma la de un niño y le guía para salir de ahí. Los ojos rasgados del muchacho van hacia aquel sujeto. Puede oír su corazón, extrañamente demasiado calmo para la situación.
Ella se dirige a aquella habitación, en la que Jin, al verla entrar parece preocuparse por su presencia. Él es el que más se parece a Yudea, sin embargo, debe ser por influencia de este. Sus modos son parecidos, pero le falta la elegancia y la fuerza de su creador, probablemente las habría obtenido con el paso del tiempo.
Últimamente las palabras salen sobrando para él, puede escuchar a Ethevi en su mente e incluso ahora que no hay ninguna comunicación entre ellos, sabe la razón por la que están ahí. Le sonríe encantadoramente a aquella mujer, hermosa y con un porte elegante, seguro, pero que le parece una farsa. Ella es la carta del triunfo para doblegar a un hombre que probablemente moriría antes que entregar un reino a uno de los suyos. Pero la desesperación puede romper a un hombre. Y si es desesperación, ellos son unos expertos en traerla, en quebrar el alma de un mortal.
Un hombre cuya apariencia denota su fuerza, probablemente a su creadora es eso lo que le divierte. Alguien no solo con fotaleza física, sino con una mente tan simple como rígida y una voluntad férrea. Pero siempre hay algo que haga perder a una persona, siempre hay algo que puede llevarlo a la desesperación. Lo saben y tienen justo bajo ese mismo techo la razón por la que él terminara haciendo lo que ellos quieren. Porque un sentimiento puede romper barreras y también puede destruirlo todo.
La duquesa que está en las otras habitaciones. Están a punto de poner un contador para aquel hombre, no pueden esperr eternamente o dejar que él se debilite más de la cuenta. Ve a Ethevi apartarse de él tras alimentarse de su sangre y le sonríe, con una calidez que no debería existir en aquel rostro sobrenatural, como una estatua cincelada con sumo cuidado y que ha sobrevivido a los siglos y milenios. Su rostro parece dcirle que todo está bien, que ya no tiene que luchar más y es cuando Sai se da cuenta de que algo está mal. De que tal vez ella no quiere gastar tanto tiempo por alguna razón que él desconoce.
Pasando a su lado, con una estatura menor a la suya, toma su mano, como quien toma la de un niño y le guía para salir de ahí. Los ojos rasgados del muchacho van hacia aquel sujeto. Puede oír su corazón, extrañamente demasiado calmo para la situación.
Ella se dirige a aquella habitación, en la que Jin, al verla entrar parece preocuparse por su presencia. Él es el que más se parece a Yudea, sin embargo, debe ser por influencia de este. Sus modos son parecidos, pero le falta la elegancia y la fuerza de su creador, probablemente las habría obtenido con el paso del tiempo.
Últimamente las palabras salen sobrando para él, puede escuchar a Ethevi en su mente e incluso ahora que no hay ninguna comunicación entre ellos, sabe la razón por la que están ahí. Le sonríe encantadoramente a aquella mujer, hermosa y con un porte elegante, seguro, pero que le parece una farsa. Ella es la carta del triunfo para doblegar a un hombre que probablemente moriría antes que entregar un reino a uno de los suyos. Pero la desesperación puede romper a un hombre. Y si es desesperación, ellos son unos expertos en traerla, en quebrar el alma de un mortal.
Ethevi & Sai- Vampiro Clase Alta
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
Sus sentidos no le engañan. No hay nada en lo que confiaría más que en sus propios sentidos. Y en este momento my en el fondo, empieza a darse cuenta. No son las acciones, no es el hecho que desde antes hubiese creado una amistad con aquella mujer que ahora es su prisionera. No hay tal cosa como la moral. Sabe que si Yudea o cualquiera de aquellas tres vampiresas lo quiere, él no podrá hacer nada. Y el verles ahí le hace clavar su mirada en Klett. Una disculpa, por no poder hacer nada más por ella. Le ha ofrecido su compañia, en los ratos en los que no está con un Kazu que parece no aceptar que él ya es parte de su existencia y no le dejara escapar.
-¿Qué planeas hacer? -Al menos tiene que averiguarlo. Su tono despectivo parece divertir a la vampiresa -Chiquillo, no hagas cosas innecesarias. ¿Temes por tu amiga? Aún no es tiempo - sonríe y le hace una seña al vampiro que iba con ella, para que se quede allí hasta que ella indique lo contrario. Jin suspira sentándose en un silón individual cerca de la cama.
El sujeto se acercó. Había hablado con Klett más de una vez desde que llegase. Ella no tenía miedo y si ella, quien estaba en peligro, no lo tenía, él mismo no podía sentir nada. Si moría al día siguiente, no le causaría gran mella, lo sentiría pues nunca se había llevado tan bien con alguien como con ella. Temor no sentía por su propia muerte, menos por la de alguien más... Bueno, tal vez si había alguien... pero eso no era ningún secreto.
-¿Puedes percibirlo? - Fue cuando restó atención a cualquier cosa que pudiese estar pasando -El olor de la sangre de su prometido - Sai había señalado hacia la duquesa con un movimiento ligero de su cabeza -Va a transformarlo, eso es lo que creo- No podía estar seguro, pero las piezas empezaban a encajarle. Había una forma de hacer que alguien hiciese lo que quieres. Había que llevarle al abismo, llevarle a su propia destrucción. Hacerle sentir en carne propia lo que más teme, lo que más odia. Había que dejarle sin una razón para seguir...
Jin sabía muy bien, tras sus palabras que no solo se había puesto en marcha un juego, había algo que estaba tomando fuerza. Lo percibía, si bien no sabía decir qué era con exactitud. Podía verlo en la mirada de los más viejos. En los ojos de Yudea cuando sonreía de esa forma llena de satisfacción y sin embargo, él sabía que aquellas acciones significaban algo diferente. Se acababael tiempo...
Todo se detiene, menos el tiempo. Puede parecer que el propio se detiene, pero jamás lo hará por completo. Deja que te guie, la música de un final que se acerca en silencio. Oculto entre sombras, entre la duda, entre la incongruencia y entre lo más lógico del mundo. El vampiro observa en silencio, su paz no ha sido tocada. El ser que está en una habitación contigua debe estar viendo, a través de los cristales, el firmamento oscuro de esa noche eterna en la que viven.
Última edición por Jin Kanishia el Lun Jun 24, 2013 7:26 pm, editado 1 vez
Jin Kanishia- Vampiro Clase Alta
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
No está con su amo, está viendo desde la entrada de las celdas, en su forma humana, bostezando con pereza. La vampiresa se acerca con un paso ligero, su menuda figura pareciera no verse afectada por la gravedad. El oso se sienta en los escalones, viendo desde allí lo que va a suceder. No hay una razón concreta, la chica, ante la ausencia de Yudea parece haberle tomado cariño y lo ha llevado consigo.
A Zahid no le preocupa lo que sucede, a menos que traiga un problema a su amo, fuera de eso dejará que los demás hagan las cosas a su manera, mientras no perturben su sueño de forma abrupta, claro.
Le vio beber, pero para él ver la inútil lucha de un ser humano debilitado, con alguien como ella, no tenía ningún interés, él después de todo, incluso parecía estar consciente de ello, por momentos la aplastante resencia de la mujer a pesar de cómo se veía, era algo que alertaba a un cambiaformas. Era algo incomprensible, pero no tenía porque serlo. Un ser como ella, que había vivido por seis milenios no era algo que pudiese comprender.
Cerró los ojos, el sonido de la resistencia que se oponía en aquella celda no era por evitar la muerte. Ya había visto al hombre, desafiante ante tal idea. Pero ella había dirigido palabras a él antes de tomar su sangre. Zahid permaneción allí, casi cayendo en un sueño profundo, lástima que después no pudiese continuar durmiendo. El ruido y la voz gruesa y grave de Isley le había hecho salir de su estado a punto de dejarse llevar por algo como eso. Se puso de pie cuando la vio a ella acercarse. El color de sus ojos reflejaba el ambiente, se veían oscuros, y sin embargo, podía percibir muchos colores en ellos, como si fueran irreales, no como los de una muñeca, parecían más vivos y tenían ese peso en su mirada qe le era imposible entender.
Se levantó con la pereza del mundo, despacio -Ve a dormir, seguro que Yudea llegará pronto- Le revolvió los cabellos como si fuese un pequeño. Ethevi lo había hecho bajar solo porque prefería estar acompañada, porque algo podía salir mal y había cosas que no haría ella misma si podía usar a alguien más -Me haré cargo a partir de aquí -Hablaba mientras regresaba y cerraba la celda, viendo lo que sucedía en el interior como si fuese un buen espectáculo. Una sonrisa que si bien no se veía como un gesto retorcido en tan bellas facciones, lo era de algún modo. Pero a él... a él no le importaba eso. Se retiró al estudio de Yudea, tomando la forma de un oso incluso antes de atravesar las puertas. Antes, se había cruzado con el hombre que siempre acompañaba a esa mujer, acompañado de quien habían traído días atrás.
Desde ahí, echado en la alfombra, escuchaba la voz varonil, parecía estar herido o sufriendo. Era desgarrador, le hacía recordar los oscuros días en el circo, cuando sus compañeros estaban heridos y a veces pegaban alaridos durante las noches, que se oían a través de las carpas a pesar de estar a cierta distancia.
A Zahid no le preocupa lo que sucede, a menos que traiga un problema a su amo, fuera de eso dejará que los demás hagan las cosas a su manera, mientras no perturben su sueño de forma abrupta, claro.
Le vio beber, pero para él ver la inútil lucha de un ser humano debilitado, con alguien como ella, no tenía ningún interés, él después de todo, incluso parecía estar consciente de ello, por momentos la aplastante resencia de la mujer a pesar de cómo se veía, era algo que alertaba a un cambiaformas. Era algo incomprensible, pero no tenía porque serlo. Un ser como ella, que había vivido por seis milenios no era algo que pudiese comprender.
Cerró los ojos, el sonido de la resistencia que se oponía en aquella celda no era por evitar la muerte. Ya había visto al hombre, desafiante ante tal idea. Pero ella había dirigido palabras a él antes de tomar su sangre. Zahid permaneción allí, casi cayendo en un sueño profundo, lástima que después no pudiese continuar durmiendo. El ruido y la voz gruesa y grave de Isley le había hecho salir de su estado a punto de dejarse llevar por algo como eso. Se puso de pie cuando la vio a ella acercarse. El color de sus ojos reflejaba el ambiente, se veían oscuros, y sin embargo, podía percibir muchos colores en ellos, como si fueran irreales, no como los de una muñeca, parecían más vivos y tenían ese peso en su mirada qe le era imposible entender.
Se levantó con la pereza del mundo, despacio -Ve a dormir, seguro que Yudea llegará pronto- Le revolvió los cabellos como si fuese un pequeño. Ethevi lo había hecho bajar solo porque prefería estar acompañada, porque algo podía salir mal y había cosas que no haría ella misma si podía usar a alguien más -Me haré cargo a partir de aquí -Hablaba mientras regresaba y cerraba la celda, viendo lo que sucedía en el interior como si fuese un buen espectáculo. Una sonrisa que si bien no se veía como un gesto retorcido en tan bellas facciones, lo era de algún modo. Pero a él... a él no le importaba eso. Se retiró al estudio de Yudea, tomando la forma de un oso incluso antes de atravesar las puertas. Antes, se había cruzado con el hombre que siempre acompañaba a esa mujer, acompañado de quien habían traído días atrás.
Desde ahí, echado en la alfombra, escuchaba la voz varonil, parecía estar herido o sufriendo. Era desgarrador, le hacía recordar los oscuros días en el circo, cuando sus compañeros estaban heridos y a veces pegaban alaridos durante las noches, que se oían a través de las carpas a pesar de estar a cierta distancia.
Última edición por Zahid el Lun Nov 30, 2015 2:38 am, editado 1 vez
Zahid- Cambiante Clase Baja
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
¿Qué había en su interior hasta ese momento? Algo inexplicable. Aquello se volvía siniestro. Ella había prometido llevarlo a la desesperación y estupidamente el sabía como lo lograrían con él. Tenían en su mano todo lo que necesitaban.
Pero bien, por su mente, nunca pasó que ella realmente haría aquello -Escucha - La voz aterciopelada de ella acarició sus sentidos y el frunció el ceño con desagrado -Vas a ayudarme... harás justo lo que voy a pedirte. No vas a preguntar por qué, sé que lo sabes... No tendrás más remedio que obedecerme - Ella sle sonrió como quien le sonríe a un niño, y a través de aquellos ojos, se dio cuenta de que probablemente sucedería todo como ella prometía.
Le sintió sobre su cuello y aquellos asquerosos colmillos clavándose en él, sin delicadeza, pero tampoco era algo que a alguien como él preocupara. Su cuerpo estaba debilitándose, a pesar de ser fuerte, empezaba a sentirlo. Casi perdió el sentido cuando ella se alejó y pareció hablar con el muchacho que esperaba en las puertas de aquel sótano.
Tenía los ojos cerrados, pero los abrió de par en par cuando sintió aquelos labios sobre los propios. No por el beso mismo, sino por el sabor metálico que inundo su boca tras ello. Y en ese momento, tras comprobar que ella le daba su sangre inmortal, luchó tan desesperadamente como pudo, pero incluso con aquel cuerpo pequeño y menudo, la vampiresa tenía la fuerza que a ningún hombre le había visto ser concedido.
Solo había sido un momento y él le observó, por primera vez en toda su vida, con un temor oculto en sus ojos. Buscó con la mirada algún arma. Entre todo, jamás querría aquello, como bien había dicho, prefería morir antes que eso. Pero hubo un gesto negativo en la mujer frente a él -No hallarás nada aquí con lo cual quitarte la vida. No lo intentes de ningún modo, porque no te dejaré hacerlo... -Estaba hecho, la mirada decidida del vampiro -Bebe... - Se había acercado tomándole por los cabellos y dejando su muñeca frente a sus labios -Bebe, haz lo que te pido y te garantizaré lo que más deseas... - susurró en su oído tras que en su muñeca se hiciera un corte. Y contrario a todo lo esperado, simplemente lo hizo, todo su orgullo, todo lo que era, se desvaneció pro completo. ¿Por qué? Por algo que muchos podrían reprocharle, pero quería salvarla a como diese lugar, si para ello debía enfrentar su propia muertem, que así fuese.
Durante las horas siguientes, lo que ocurrió fue tan confuso, el dolor en su cuerpo amoldándose a su nueva naturaleza, sus sentidos, todo se volvió caótico en un momento y la mujer seguía ahí, observándole, como si con elo fuese a asegurarse de algo -Iremos a tu nación... Nombrarás a un sucesor...Nadie puede oponerse a ti como emperador para hacerlo. Dejarás todo listo, no debes preocuparte, no será ninguno de nosotros quien ocupe ese lugar, probablemente sea la persona más apropiada para proteger lo que quieres... - En su voz había algo extraño, pero en ese momento no podía realmente pensar o distinguir en el tono de su voz aquella oscuridad.
¿Eso era lo que querían? Y por un momento sintió culpabilidad, pero no podía hacer más, él mismo sería un vampiro, alguien quien no podría existir de esa manera, estaba contando su tiempo de esa manera. Había aceptado y ahora no tenía ningún derecho a pensar en intentar cambiar el rumbo que se había fijado. Si era uno de ellos, solo podía pensar en que un día, aquello se iría abajo, queno les dejarían, que surgiría la persona adecuada. Que se haría lo correcto, porque el acababa de hacer lo contrario. Los espasmos le impidieron pensar en nada, su cuerpo se retorcía de una forma extraña -Tranquilo, no te resistas a la muerte, si no lo haces, será más sencillo - Y eso fue justo antes de que la oscurirdad de la inconsciencia le reclamara.
Pero bien, por su mente, nunca pasó que ella realmente haría aquello -Escucha - La voz aterciopelada de ella acarició sus sentidos y el frunció el ceño con desagrado -Vas a ayudarme... harás justo lo que voy a pedirte. No vas a preguntar por qué, sé que lo sabes... No tendrás más remedio que obedecerme - Ella sle sonrió como quien le sonríe a un niño, y a través de aquellos ojos, se dio cuenta de que probablemente sucedería todo como ella prometía.
Le sintió sobre su cuello y aquellos asquerosos colmillos clavándose en él, sin delicadeza, pero tampoco era algo que a alguien como él preocupara. Su cuerpo estaba debilitándose, a pesar de ser fuerte, empezaba a sentirlo. Casi perdió el sentido cuando ella se alejó y pareció hablar con el muchacho que esperaba en las puertas de aquel sótano.
Tenía los ojos cerrados, pero los abrió de par en par cuando sintió aquelos labios sobre los propios. No por el beso mismo, sino por el sabor metálico que inundo su boca tras ello. Y en ese momento, tras comprobar que ella le daba su sangre inmortal, luchó tan desesperadamente como pudo, pero incluso con aquel cuerpo pequeño y menudo, la vampiresa tenía la fuerza que a ningún hombre le había visto ser concedido.
Solo había sido un momento y él le observó, por primera vez en toda su vida, con un temor oculto en sus ojos. Buscó con la mirada algún arma. Entre todo, jamás querría aquello, como bien había dicho, prefería morir antes que eso. Pero hubo un gesto negativo en la mujer frente a él -No hallarás nada aquí con lo cual quitarte la vida. No lo intentes de ningún modo, porque no te dejaré hacerlo... -Estaba hecho, la mirada decidida del vampiro -Bebe... - Se había acercado tomándole por los cabellos y dejando su muñeca frente a sus labios -Bebe, haz lo que te pido y te garantizaré lo que más deseas... - susurró en su oído tras que en su muñeca se hiciera un corte. Y contrario a todo lo esperado, simplemente lo hizo, todo su orgullo, todo lo que era, se desvaneció pro completo. ¿Por qué? Por algo que muchos podrían reprocharle, pero quería salvarla a como diese lugar, si para ello debía enfrentar su propia muertem, que así fuese.
Durante las horas siguientes, lo que ocurrió fue tan confuso, el dolor en su cuerpo amoldándose a su nueva naturaleza, sus sentidos, todo se volvió caótico en un momento y la mujer seguía ahí, observándole, como si con elo fuese a asegurarse de algo -Iremos a tu nación... Nombrarás a un sucesor...Nadie puede oponerse a ti como emperador para hacerlo. Dejarás todo listo, no debes preocuparte, no será ninguno de nosotros quien ocupe ese lugar, probablemente sea la persona más apropiada para proteger lo que quieres... - En su voz había algo extraño, pero en ese momento no podía realmente pensar o distinguir en el tono de su voz aquella oscuridad.
¿Eso era lo que querían? Y por un momento sintió culpabilidad, pero no podía hacer más, él mismo sería un vampiro, alguien quien no podría existir de esa manera, estaba contando su tiempo de esa manera. Había aceptado y ahora no tenía ningún derecho a pensar en intentar cambiar el rumbo que se había fijado. Si era uno de ellos, solo podía pensar en que un día, aquello se iría abajo, queno les dejarían, que surgiría la persona adecuada. Que se haría lo correcto, porque el acababa de hacer lo contrario. Los espasmos le impidieron pensar en nada, su cuerpo se retorcía de una forma extraña -Tranquilo, no te resistas a la muerte, si no lo haces, será más sencillo - Y eso fue justo antes de que la oscurirdad de la inconsciencia le reclamara.
Un poco más... el reloj estaba deteniéndose...
el tic-tac constante dentro de poco ya no existiría
el tic-tac constante dentro de poco ya no existiría
Is M. Montgomery- Realeza Germánica
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
Entre el mar de recuerdos sin forma, la realidad empezaba a difuminarse apenas. Nunca pensé que sería así. Confiaba en Kendal, había ido y hecho lo que Yudea pedía, había traído a un hombre que decían poseía algo que estaba buscando. Me daba cuenta de las razones y eso era lo más escalofriante. Porque en un acto de egoísmo, él no buscaba nada para sí mismo más que salvar a quien estaba consigo.
Esa noche, entre la oscuridad de la mansión Rose Red, en una de aquellas lujosas habitaciones. La cama con doseles estaba frente a mí, quien se encontraba contra los vitrales de la ventana que ofrecía una magnífica vista que no me molesté en observar. Era como si mis ojos no soportasen esa tenue luz. Era gracioso, porque era como tener un malestar,solo que hacía siglos no sentía nada de esa forma tan... humana. Escuché el sonido de la cerradura abrirse. ¿Qué sentido tenía tenerlas si cualquiera aquí podía abrir esas puertas sin dificultad alguna? Suspiré al ver a la que ahora recordaba bien, al menos entre esa nube de confusión que empezaba a embargarme conforme todo volvía a mí -¿Qué quieres? - Casi había gruñido eso. Ella no podía estar ahí por buenas razones.
No me malinterpreten. No le tengo ningún odio ni siquiera resentimiento. De hecho, ella hizo algo bueno en esos tiempos, probablemente.
-Necesito algo de ti - contestó sin darle vueltas y solo pude fruncir el ceño. La vi inclinarse hacia mí susurrando a mi oído, tal cual lo haría un amante, claro que ella lo hacía como una mera provocación, dejando claro que estaba sobre mí y que no podía oponerme a ella. Una amenaza, sutil, contraria a las palabras descuidadas de Yudea y sus más que directas la mayoría de las veces. Por extraño que fuese, no tenía realmente que hacerlo, asentí. No importaba que quisiese, si ella lo quería, lo tendría a la fuerza si tenía que ser así. Y como no estaba de humor para ser su marioneta de esa forma, lo sería de buena gana -Iremos al Imperio -sonrió triunfante y yo solo pude observarle con desconfianza-Te convertirás en el heredero al trono. Y te convertirás en el gobernante cuando llegue el momento -Eso era probablemente lo más loco que hubiese escuchado. Y no le hubiese creído de no haber visto su mirada llena de triunfo.
Sin que pudiese decir nada jaló de mi brazo haciéndome bajar con ella a aquellas celdas que se encontraban debajo de la casa, a ese mismo sitio al que bajaba a ver al brujo que estaba ayudándome a recuperar mi pasado. Entonces lo noté. Ahí estaba uno de aquellos hombres, uno que antes había visto al llegar. Junno me había contado que habían atacado la casa, cinco de ellos, pero que uno había muerto junto a quien había visto manejando el carruaje que Yudea solía usar. No me importó, pero viendo al sujeto, de complexión fuerte sentado en el suelo, como si fuese un prisionero a muerte, no pude más que comprender lo que sucedía. Ethevi me había dado de su sangre, estaba segur, porque sentía mis habilidades fluctuando de forma extraña desde que me hubiese alimentado. Por eso mismo, pude darme cuenta a esa distancia. Aquel hombre era a quien buscaban reemplazar. Por sus ropas, parecía un cazador, pero en su mirada pude notarlo todo, por extraño e irreal que sonase.
Ethevi parecía contenta ante la idea. Se acercó sin entrar en el espacio que él tenía ahora como su prisión. Y el olor desagradable de muerte, y también el de un neófito, creado pocas horas atrás -Nos iremos esta noche. Arreglaremos todo y volveremos - Y ninguno de nosotros hizo ni siquiera un gesto de oposición. Era extraño, el parecía el tipo de hombre que destruiría todo antes de hacer algo como eso. Pero entonces a mis espaldas escuché los pasos de un mortal, una mujer y los pasos ligeros de un vampiro. Sai y la duquesa de Inglaterra.
Con una pasmosa rapidez, todo se volvió claro. La ironía me hizo reír mientras que en el rostro de aquel que debía ser de la realeza pero parecía ser un guerrero en toda su extensión se dibujaba algo totalmente diferente. En él no hubo ni una mueca de una sonrisa, solo un gesto ligero, imperceptible del dolor que probablemente a partir de ahora se haría más intenso. Así que iríamos los cuatro. Parecía que esto sería de algún modo entretenido.
Ethevi dijo que no había tiempo que perder y salimos de la mansión esa misma noche. Ella era como un seguro para, al parecer, lograr que Is, como decía llamarse, hiciera la parte que le correspondía. A partir de ahí, no tengo idea de lo que sucedió en la casa. Esos días fuera, nunca sabré si hubo algo que sucediesepara que todo lo demás que vendría tuviese lugar.
Convencer a quienes debían aceptar a un extranjero como alguien que podría aspirar al trono no fue tan difícil. No cuando tenías a un vampiro que había vivido más de lo que debería cualquier creatura sobre la tierra. Seis milenios nos dieron las llaves de un Imperio al cual volvería en cuanto las cosas se controlaran un poco.
Todo cambia, pero a veces los cambios son drásticos, justo como este. ¿Por qué a mi? No lo sé, pero creo que entre todos nosotros, probablemente haya sido la mejor opción. Pero haré lo que me parezca correcto. Y al volver, mi creadora dejó a aquel hombre en las celdas de nuevo. Esos días, ella había estado alimentándole. La frustración de aquel parecía aún mayor cada día. Y también podía notarlo, si él no odiase tanto en lo que se había convertido, habría sido un ser poderoso. Pero no era lo que quería. Y Sai dejó a la mujer en aquella celda con él. Tuve el impulso de dejarla salir, pero también noté otra cosa... incluso si lo hacía, estaban destinados a morir, porque ninguno de ellos pensaba abandonar al otro en esas horas oscuras.
Para entonces, aún tenía la conciencia y los pensamientos en orden, pero al retorno, los preparativos para hacer que regresaran lo que llamaban alma y mis memorias se vio agilizado. Tal vez esa sea la razón... tal vez debí saberlo ante las prisas a nuestro regreso. Algo que no se notaba, pero había una pista en cada uno de los movimientos del dueño de la casa e incluso de mi mayordomo, que sonreía como siempre, pero que parecía tan ocupado como nunca lo había estado y porque podía notar que me ocultaba algo. Pero no tuve tiempo de pensar en nada más, porque empecé a perder el hilo de mis propios pensamientos. Porque tener de golpe todo aquello en mi mente, recordar y lo que alguna vez me atormentó parecía inhibir mi razonamiento. Sabía que no era real, que era solo lo que había quedado en el pasado, pero lo sentía como si estuviese justo en ese momento.
Lo que alguna vez, siendo humano me torturó, volvía a mí con la misma fuerza de antaño. Incluso siendo lo que era, todo lo que había a mi alrededor comenzó a cobrar formas extrañas y lo único que escuchaba con claridad era la voz de esa mujer que me había transformado haciéndome llegar hasta estos tiempos gracias a ello. Pero debía agradecerle, había encontrado a quien había buscado sin siquiera recordarlo. Ahora sabía una parte que era importante.
Así que ese día, cuando el joven que me servía llegó con la copa de vino para entregármela, mis ojos con el color ámbar, que solo denotaba el estado en que me encontraba, le observaron, con intensidad y por el leve gesto en su mirada lo supe. Sonreí, nunca había leído su mente, porque confiaba en él. Nunca lo hice porque a pesar de todo podía notar sus gestos. Tomé la copa a sabiendas que había veneno en ella. Pero como dije, confiaba en él... y sabía que no quería matarme, de haberlo querido, probablemente no habría mostrado ese rastro de preocupación. No sentí nada hasta el paso de las horas. El olor de violetas parecía haberse impregnado en toda la casa. Escuché aquel sonido desde el estudio de Yudea. El de aquel violín, que me hizo caer en un sueño profundo, podía notar las cosas que pasaban, pero mi cuerpo parecía entumecido y por mucho que lo intenté mis ojos no se abrieron. No hasta que el fuego fue más intenso...[/color]
Última edición por Kei Koizumi el Lun Nov 30, 2015 2:24 am, editado 3 veces
Kei Koizumi- Vampiro Clase Alta
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
En el estudio de Yudea, eso se había vuelto lo más común y algo de lo que ahora gustaba. Joshua tocaba cuando la orden de Yudea pasó al mayordomo. Una sola seña. Un solo movimiento selló el destino de todos en esa casa.
No pasó mucho antes de que el fuego se encendiera. Vio al joven ir de habitación en habitación para hacer que todo ardiera en poco tiempo. El estaba echado, como solía hacerlo, a los pies de Yudea. Se sentía adormilado y perezoso como pocas veces así que solo cerró los ojos dejando que su dueño le acariciara el pelaje.
En el oscuro circo de madera que ya había quedado atrás, en la nueva mansión que ahora dejaría de existir. Una muerte tranquila como la que nunca pensó que tendría. Si Yudea decía que eso era lo que quería, el no intentaría nada. No quería nada de hecho, aquel hombre le había otorgado todo cuando ni siquiera había podido imaginarlo. Incluso había sido en poco tiempo. Soltó un gruñido mientras las flamas se alzaban saltarinas, como insectos buscando extenderse por la habitación, el humo, el calor, aquello era obra del joven mayordomo, ah, se sentía con tanto tanto sueño, el fuego le consumía, podía sentirlo de forma lejana, muy lejana, solo se dejó caer en un sueño continuo. Un sueño eterno como solían decirlo.
No pasó mucho antes de que el fuego se encendiera. Vio al joven ir de habitación en habitación para hacer que todo ardiera en poco tiempo. El estaba echado, como solía hacerlo, a los pies de Yudea. Se sentía adormilado y perezoso como pocas veces así que solo cerró los ojos dejando que su dueño le acariciara el pelaje.
En el oscuro circo de madera que ya había quedado atrás, en la nueva mansión que ahora dejaría de existir. Una muerte tranquila como la que nunca pensó que tendría. Si Yudea decía que eso era lo que quería, el no intentaría nada. No quería nada de hecho, aquel hombre le había otorgado todo cuando ni siquiera había podido imaginarlo. Incluso había sido en poco tiempo. Soltó un gruñido mientras las flamas se alzaban saltarinas, como insectos buscando extenderse por la habitación, el humo, el calor, aquello era obra del joven mayordomo, ah, se sentía con tanto tanto sueño, el fuego le consumía, podía sentirlo de forma lejana, muy lejana, solo se dejó caer en un sueño continuo. Un sueño eterno como solían decirlo.
Última edición por Zahid el Lun Nov 30, 2015 2:41 am, editado 1 vez
Zahid- Cambiante Clase Baja
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
Un sonido... el violín puede inundar con aquel sonido melodioso cualquier rincón de aquel lugar. Puede desviar la atención y hacer que el mundo se vuelva lo que quien toca las cuerdas quiera. Porque es su mundo y no el de los otros.
La melodía que surge a través de aquel instrumento, un stradivarius único que crea una melodía que parece producir un eco. No importa si hay gritos, si sus dedos sangran mientras toca, no puede sentirlo, y el calor, por muy intenso no puede percibirlo. Él toca para quien ha prometido su vida y su existencia desde el momento en que llegó a esa casa.
¿Cuándo serían que sus manos dejasen de tocar, cuando la misma piel comenzara a parecer no más que pedazos de papel en una fogata... cuando su cuerpo no fue capaz de moverse más y la preciosa madera empezaba a arder como el mismo lo hacía.
Y aun así solo se mantuvo con esa expresión que no decía nada, mientras todo iba desapareciendo cada vez con más rapidez. Sus pulmones se llenaban de humo. No sabía lo que se sentía, pero estaba seguro que debía ser algo doloroso, pero no sentía nada, justo como el resto… Todo parecía tan tranquilo. Se dejó caer a un lado de aquel vampiro, cerrando los ojos dejando que su vida terminase. Sin dejar ni un rastro de lo que alguna vez fue. Ni en ese circo ni en aquella ciudad de la que poco sabía. Estaba con las personas que quería estar, eso era suficiente, incluso si ya no había forma de tocar, en su mente las melodías surgían como lo hacen los pensamientos de cualquiera. Su alma era una melodía pura, él era solo música… y había alcanzado la última nota de esa partitura que había sido su vida.
La melodía que surge a través de aquel instrumento, un stradivarius único que crea una melodía que parece producir un eco. No importa si hay gritos, si sus dedos sangran mientras toca, no puede sentirlo, y el calor, por muy intenso no puede percibirlo. Él toca para quien ha prometido su vida y su existencia desde el momento en que llegó a esa casa.
¿Cuándo serían que sus manos dejasen de tocar, cuando la misma piel comenzara a parecer no más que pedazos de papel en una fogata... cuando su cuerpo no fue capaz de moverse más y la preciosa madera empezaba a arder como el mismo lo hacía.
Y aun así solo se mantuvo con esa expresión que no decía nada, mientras todo iba desapareciendo cada vez con más rapidez. Sus pulmones se llenaban de humo. No sabía lo que se sentía, pero estaba seguro que debía ser algo doloroso, pero no sentía nada, justo como el resto… Todo parecía tan tranquilo. Se dejó caer a un lado de aquel vampiro, cerrando los ojos dejando que su vida terminase. Sin dejar ni un rastro de lo que alguna vez fue. Ni en ese circo ni en aquella ciudad de la que poco sabía. Estaba con las personas que quería estar, eso era suficiente, incluso si ya no había forma de tocar, en su mente las melodías surgían como lo hacen los pensamientos de cualquiera. Su alma era una melodía pura, él era solo música… y había alcanzado la última nota de esa partitura que había sido su vida.
Joshua Bell- Cambiante Clase Baja
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
Isley… quien fue cazador, quien en busca de un bien mayor, aceptó ser duque en el Imperio Sacro Romano Germánico. Alguien a quien el destino le demostró la ruleta rusa que puede ser la vida yacía en aquel sitio. ¿Cómo es que su cuerpo inerte estaba en aquella estancia, en la mansión Rose Red? Pero no era solo él. Su antiguo camarada, Priest estaba allí también, junto a alguien que le había dicho era uno de sus hombres, ambos inquisidores, algo que él no había sido. Había trabajado bajo las órdenes de varias personas y aquel se había ganado su respeto. Por aquellos viejos tiempos que de algún modo se negaba a abandonar, porque parte de él había sido y siempre sería simplemente un guerrero. Incluso si se le había otorgado el título de príncipe y casi en un parpadear las cosas le habían llevado a ser el gobernante de aquel que llamaba su hogar, muy en el fondo, incluso si sus maneras habían cambiado a lo largo de casi una década, él no se sentía pertenecer a esos círculos. Tan llenos de engaños, traiciones e hipocresías. No le gustaba, pero sabía que desde ahí podía hacer más por cumplir promesas que se había hecho a sí mismo. Un bien mayor requería sacrificio.
Pero cuando Klett, la hermosa niña que había conocido en su pasado, a la que había reencontrado, la duquesa de Inglaterra y con la que se había comprometido por un trato con ella. Un trato que en realidad para él era mucho más que solo un contrato y palabras. Querría haberla protegido, demostrarle que podían superarlo todo y el mundo no podría dañarlos. Le hubiese gustado realmente llegar a contraer nupcias y haberle convencido de que no era solo un juego, pero se le había acabado el tiempo… En sus brazos yacía, su hermosa dama, sin vida y sin esa expresión en su rostro que podía ser un engaño para los demás, pero que el veía solo como prueba de su orgullo y de su fuerza. Había entrado a ese lugar buscando justamente a la mujer con la que quería pasar el resto de sus días, un sueño tal vez, más ahora, cuando era imposible cumplirlo. Porque él había traído la muerte a ella y a sí mismo.
La duquesa había desaparecido, con la información suficiente que Priest había adquirido –porque aquel era un hombre preparado, de mente fría y que a pesar de todo no se dejaba llevar por impulsos que pudiesen poner a su gente en peligro, los tres se habían aventurado a ese lugar sobre el cual ya habían puesto pie antes, saliendo heridos aunque era algo trivial. Ahora no lo era. Priest y Jensen yacían en algún sitio de aquella mansión, sus cuerpos o lo que quedaba de ellos. Y ya no había nada que él pudiese hacer. Esa casa era una trampa mortal en más de un simple sentido. Más que solo venenos, seres sobrenaturales jugando y demostrando que meterse en su territorio había sido un error. ¿Por qué de los tres él seguía con vida? Porque él poseía algo, algo que de cualquier forma tenía la impresión era mejor dejar en manos de alguien más, incluso si era equivocado, porque ya no tenía opciones. En ese momento ya no supo nada, ni cómo es que los dos inquisidores habían caído días antes, no solo ellos, como refuerzos, dos muchachos habían caído con ellos.
En contra de lo que cualquiera hubiese pensado de él, aquello le llevó a perder en un momento las ganas de luchar. Se había acercado a Klett al darse cuenta de la realida... y la había tomado en brazos, no sintió a Junno acercarse, no le prestó atención a él o al entumecimiento de su cuerpo. El calor de las llamas se sintió después, pero era como una sensación lejana. Las lágrimas se evaporaban con rapidez en algún momento. En ese instante, ya no recordó a nadie, ni a todas las personas que hubiese querido ayudar, a todo el imperio que esperaba poder proteger. En ese momento, él había perdido lo que había empezado a amar y tras ello, el cazador y quien fuese emperador por un período demasiado corto de tiempo también habrían muerto. Le habían arrebatado todo, escuchó al mayordomo hablarle y entre aquellas palabras que le parecían algo sin sentido, le entregó algo que cambiaría y sellaría lo que ya se había hecho. En ese momento, entre aquel caos en su interior, entre aquella casa que empezaría a caerse en pedazos se deshizo de cualquier lazo que hubiese quedado. Él ya no era humano. Y su sed había cobrado la única vida por la que se habría él mismo sacrificado.
Sabía que su gente podría darse cuenta. Aquellas personas que había dejado en el Imperio aguardando su regreso. Había ido, nombrado un sucesor y desaparecido de nuevo. Sin duda era sospechoso. Ellos sabrían que aquellas palabras, que aquel documento había sido redactado por él, que aquella firma y el sello que había entregado le pertenecían. Ya no había forma de salir de ahí y esa le parecía la forma más certera en la que podía marcharse en paz junto con aquella vida que había sido un cambio tras otro, de la nobleza a ser nada, de ser nada a ser de la realeza. De ello a ser lo que más odiaba.
No había nada más que quisiera, la mujer que yacía muerta entre sus brazos era su responsabilidad. Ella había muerto en su mano y él se había convertido en lo peor que podía ser. No solo eliminando lo que más amaba, sino entregando todo lo que tenía. Pero desde el momento en el que aquella sangre inmortal había hecho de él lo que más aborrecía, había muerto. Desde ese momento Is M. Montgomery, Isley… como hubiese sido conocido, ya había pereido. Solo un rastro había permanecido. Una reminiscencia de lo que ya jamás sería. Siempre lo había dicho, si se trataba de 'vivir' de esa forma, prefería quitarse la vida o entregarse a ella. Si aún estaba ahí era porque dejar un pueblo sin quien lo gobierne no puede ser la mejor de las opciones. No quería el caos total o personas buscando llegar hasta ese puesto, no quería que lo peor de las personas que habían confiado en él saliera por su causa. Así les daba un poco de tiempo. Si decubrían a ese vampiro que había dejado en su lugar, seguramente surgiría alguien…. Alguien que pudiese cumplir lo que él no había podido.
Y en el momento de su muerte, aceptándolo todo, incluso aquel atisbo de culpa, abrazó el cadáver de la duquesa y esperó a que las llamas les consumieran….
El dolor de una pérdida puede llevarte hasta el más oscuro rincón del alma. Puede entregarte a las llamas del infierno si ha sido tu propia mano quien se ha llevado la vida de quien más deseabas.
Pero cuando Klett, la hermosa niña que había conocido en su pasado, a la que había reencontrado, la duquesa de Inglaterra y con la que se había comprometido por un trato con ella. Un trato que en realidad para él era mucho más que solo un contrato y palabras. Querría haberla protegido, demostrarle que podían superarlo todo y el mundo no podría dañarlos. Le hubiese gustado realmente llegar a contraer nupcias y haberle convencido de que no era solo un juego, pero se le había acabado el tiempo… En sus brazos yacía, su hermosa dama, sin vida y sin esa expresión en su rostro que podía ser un engaño para los demás, pero que el veía solo como prueba de su orgullo y de su fuerza. Había entrado a ese lugar buscando justamente a la mujer con la que quería pasar el resto de sus días, un sueño tal vez, más ahora, cuando era imposible cumplirlo. Porque él había traído la muerte a ella y a sí mismo.
La duquesa había desaparecido, con la información suficiente que Priest había adquirido –porque aquel era un hombre preparado, de mente fría y que a pesar de todo no se dejaba llevar por impulsos que pudiesen poner a su gente en peligro, los tres se habían aventurado a ese lugar sobre el cual ya habían puesto pie antes, saliendo heridos aunque era algo trivial. Ahora no lo era. Priest y Jensen yacían en algún sitio de aquella mansión, sus cuerpos o lo que quedaba de ellos. Y ya no había nada que él pudiese hacer. Esa casa era una trampa mortal en más de un simple sentido. Más que solo venenos, seres sobrenaturales jugando y demostrando que meterse en su territorio había sido un error. ¿Por qué de los tres él seguía con vida? Porque él poseía algo, algo que de cualquier forma tenía la impresión era mejor dejar en manos de alguien más, incluso si era equivocado, porque ya no tenía opciones. En ese momento ya no supo nada, ni cómo es que los dos inquisidores habían caído días antes, no solo ellos, como refuerzos, dos muchachos habían caído con ellos.
En contra de lo que cualquiera hubiese pensado de él, aquello le llevó a perder en un momento las ganas de luchar. Se había acercado a Klett al darse cuenta de la realida... y la había tomado en brazos, no sintió a Junno acercarse, no le prestó atención a él o al entumecimiento de su cuerpo. El calor de las llamas se sintió después, pero era como una sensación lejana. Las lágrimas se evaporaban con rapidez en algún momento. En ese instante, ya no recordó a nadie, ni a todas las personas que hubiese querido ayudar, a todo el imperio que esperaba poder proteger. En ese momento, él había perdido lo que había empezado a amar y tras ello, el cazador y quien fuese emperador por un período demasiado corto de tiempo también habrían muerto. Le habían arrebatado todo, escuchó al mayordomo hablarle y entre aquellas palabras que le parecían algo sin sentido, le entregó algo que cambiaría y sellaría lo que ya se había hecho. En ese momento, entre aquel caos en su interior, entre aquella casa que empezaría a caerse en pedazos se deshizo de cualquier lazo que hubiese quedado. Él ya no era humano. Y su sed había cobrado la única vida por la que se habría él mismo sacrificado.
Sabía que su gente podría darse cuenta. Aquellas personas que había dejado en el Imperio aguardando su regreso. Había ido, nombrado un sucesor y desaparecido de nuevo. Sin duda era sospechoso. Ellos sabrían que aquellas palabras, que aquel documento había sido redactado por él, que aquella firma y el sello que había entregado le pertenecían. Ya no había forma de salir de ahí y esa le parecía la forma más certera en la que podía marcharse en paz junto con aquella vida que había sido un cambio tras otro, de la nobleza a ser nada, de ser nada a ser de la realeza. De ello a ser lo que más odiaba.
No había nada más que quisiera, la mujer que yacía muerta entre sus brazos era su responsabilidad. Ella había muerto en su mano y él se había convertido en lo peor que podía ser. No solo eliminando lo que más amaba, sino entregando todo lo que tenía. Pero desde el momento en el que aquella sangre inmortal había hecho de él lo que más aborrecía, había muerto. Desde ese momento Is M. Montgomery, Isley… como hubiese sido conocido, ya había pereido. Solo un rastro había permanecido. Una reminiscencia de lo que ya jamás sería. Siempre lo había dicho, si se trataba de 'vivir' de esa forma, prefería quitarse la vida o entregarse a ella. Si aún estaba ahí era porque dejar un pueblo sin quien lo gobierne no puede ser la mejor de las opciones. No quería el caos total o personas buscando llegar hasta ese puesto, no quería que lo peor de las personas que habían confiado en él saliera por su causa. Así les daba un poco de tiempo. Si decubrían a ese vampiro que había dejado en su lugar, seguramente surgiría alguien…. Alguien que pudiese cumplir lo que él no había podido.
Y en el momento de su muerte, aceptándolo todo, incluso aquel atisbo de culpa, abrazó el cadáver de la duquesa y esperó a que las llamas les consumieran….
El dolor de una pérdida puede llevarte hasta el más oscuro rincón del alma. Puede entregarte a las llamas del infierno si ha sido tu propia mano quien se ha llevado la vida de quien más deseabas.
Tus manos, cubiertas de sangre, claman una vida que ya no puedes vivir
...Porque hasta el más valiente de los hombres puede entregarse a la muerte de propia voluntad...
...Porque hasta el más valiente de los hombres puede entregarse a la muerte de propia voluntad...
Is M. Montgomery- Realeza Germánica
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Re: The Falling of the Dark Kaiser
¿Cómo había pasado todo tan rápidamente? ¿Cómo se había decidido todo? Lo último que recordaba era estar discutiendo con Kazu sobre su relación que parecía ser sumamente extraña. A nadie le importaba, todos allí iban a su propio ritmo y hacían lo que les venía en gana…
Esa relación que había nacido hace relativamente poco, pero que ahora lo significaba todo. Como cualquier persona, que le dijesen que se hubiese acabado, solo le había hecho darse cuenta de que no lo creía así y que no quería que fuera así… Podía ser infantil, pero simplemente no iba a permitirlo.
Entre toda aquella palabrería, esas amenazas, cuando se dio cuenta, el inconfundible fuego le hizo ver a su compañero. Kazu y él salieron para encontrarse con Junno, no se dio cuenta y realmente no importaba si tuvo contacto con alguna de aquellas sustancias que el joven llevaba consigo. Un rato después tuvo que agradecerlo, cuando el fuego fue cerrándose en torno a él y a su amante. Lo único que atinó a hacer fue abrazarlo con fuerza, pero notó rápidamente que no sentía ningún dolor a pesar de ser las vibrantes llamas las que fuesen a llevarse hasta el último rastro de ellos. No tuvo que preguntarlo. Al ver a Yudea tuvo cualquier respuesta que deseara tener. Yudea… sentado en aquel sillón con aquellas dos mascotas cerca, esa escena que se había convertido algo común de ver en esa sala. Estaban lo suficientemente cerca como para ver la expresión tranquila en su rostro. Él solo podía aferrarse a Kazu, mientras escuchaba aquel violín y su música anunciando algo que él no esperaba pocos minutos antes y que sin embargo, ahora aceptaba como si fuese cualquier cosa. Para él, lo único que realmente importaba estaba con él y entre la sorpresa y una especie de resignación en su mirada, la razón de su obsesión parecía tranquilo ante la idea de simplemente dejar de ser. No era alguien que pensara demasiado, era una cosa u otra. Sabiendo que estaba envenenado, entendía claramente el hecho de que no iba a salir de ahí. No iba a luchar batallas perdidas. Y entre su egoísta mente, morir de esa forma no estaba tan mal.
Yudea, su creador. Debía admitir que ya no le odiaba. Había escapado de él, había terminado en sus manos al llegar ahí, pero su forma de moverse, a él mismo le hubiese gustado parecerse en más de un aspecto. Besó a Kazu, con una calma, sabiendo que ya no podría hacerlo dentro de poco tiempo. En su mundo solo existía una cosa y era ese vampiro por el que era capaz de hacer tanto e incluso ser más egoísta, posesivo y loco de lo que ya era. Esa noche, ese vampiro que amaba, desaparecería con él y el resto. Nadie más podría poseerlo. ¿Qué sufriera por no haber podido hacer algo? Demostrarle cuánto le había amado, tal vez, solamente eso no lo había logrado y de alguna forma creía que el mayor de ellos podía notarlo, que incluso si le había dicho aquellas últimas cosas en palabras que anunciaban un final para ellos dos. La única emoción que podrían llamar humana, lo único que podía hacerle sentir con demasiada intensidad, perder la cabeza, enfadarse y querer que todo se moviera según sus deseos tenían esa misma causa.
Esa relación que había nacido hace relativamente poco, pero que ahora lo significaba todo. Como cualquier persona, que le dijesen que se hubiese acabado, solo le había hecho darse cuenta de que no lo creía así y que no quería que fuera así… Podía ser infantil, pero simplemente no iba a permitirlo.
Entre toda aquella palabrería, esas amenazas, cuando se dio cuenta, el inconfundible fuego le hizo ver a su compañero. Kazu y él salieron para encontrarse con Junno, no se dio cuenta y realmente no importaba si tuvo contacto con alguna de aquellas sustancias que el joven llevaba consigo. Un rato después tuvo que agradecerlo, cuando el fuego fue cerrándose en torno a él y a su amante. Lo único que atinó a hacer fue abrazarlo con fuerza, pero notó rápidamente que no sentía ningún dolor a pesar de ser las vibrantes llamas las que fuesen a llevarse hasta el último rastro de ellos. No tuvo que preguntarlo. Al ver a Yudea tuvo cualquier respuesta que deseara tener. Yudea… sentado en aquel sillón con aquellas dos mascotas cerca, esa escena que se había convertido algo común de ver en esa sala. Estaban lo suficientemente cerca como para ver la expresión tranquila en su rostro. Él solo podía aferrarse a Kazu, mientras escuchaba aquel violín y su música anunciando algo que él no esperaba pocos minutos antes y que sin embargo, ahora aceptaba como si fuese cualquier cosa. Para él, lo único que realmente importaba estaba con él y entre la sorpresa y una especie de resignación en su mirada, la razón de su obsesión parecía tranquilo ante la idea de simplemente dejar de ser. No era alguien que pensara demasiado, era una cosa u otra. Sabiendo que estaba envenenado, entendía claramente el hecho de que no iba a salir de ahí. No iba a luchar batallas perdidas. Y entre su egoísta mente, morir de esa forma no estaba tan mal.
Yudea, su creador. Debía admitir que ya no le odiaba. Había escapado de él, había terminado en sus manos al llegar ahí, pero su forma de moverse, a él mismo le hubiese gustado parecerse en más de un aspecto. Besó a Kazu, con una calma, sabiendo que ya no podría hacerlo dentro de poco tiempo. En su mundo solo existía una cosa y era ese vampiro por el que era capaz de hacer tanto e incluso ser más egoísta, posesivo y loco de lo que ya era. Esa noche, ese vampiro que amaba, desaparecería con él y el resto. Nadie más podría poseerlo. ¿Qué sufriera por no haber podido hacer algo? Demostrarle cuánto le había amado, tal vez, solamente eso no lo había logrado y de alguna forma creía que el mayor de ellos podía notarlo, que incluso si le había dicho aquellas últimas cosas en palabras que anunciaban un final para ellos dos. La única emoción que podrían llamar humana, lo único que podía hacerle sentir con demasiada intensidad, perder la cabeza, enfadarse y querer que todo se moviera según sus deseos tenían esa misma causa.
En esta muerte eterna, te llevaré conmigo, a donde nada ni nadie pueda alcanzarnos
Jin Kanishia- Vampiro Clase Alta
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