Falling in... the dark

Ese día se había llevado un susto de muerte, apenas iba entrando a casa y el olor se le había hecho repugnante, sin embargo no encontraba de donde provenía aquél hedor hasta que llegó a la cocina, una mujer se hallaba tirada, ni una gota de sangre, pero estaba muerta, no sabía que le había pasado hasta que un grito se escuchó en la habitación, era su tía, sus labios estaban humedecidos de un rojo carmesí al igual que sus manos, el nombre de la mujer había resonado en las cuatro paredes, no podía dar crédito a aquello -Vete de aquí- sintió un gran impulso que la hacía huir de ahí y salió corriendo a toda velocidad mientras sujetaba el vestido para que no se le atorara en los pies, no había encontrado un rumbo fijo y sin saber por qué , pero iba llorando, no conocía a la mujer, pero tal vez era porque ahora había confirmado que su tía realmente era un monstruo.

Se detuvo justo cuando sus piernas ya no podían más, sus cabellos iban un poco despeinados, ¿En serio había visto aquello? Un escalofrío le recorrió la espalda de tan sólo recordar lo que habían captado sus ojos momentos antes, se limpió las mejillas mientras tomaba un poco de aire, había corrido hacia el bosque y en ese momento no sabía si aquello era buena idea, la luna ya se mostraba, aunque menguaba y no daba mucha luz, pero regresar a casa no era opción, caminó un poco más hasta encontrarse en una roca lo suficientemente grande para poder tomar asiento, se quitó los pasadores que sujetaban su cabello para alisarlo e intentar de nueva cuenta ponerlo en su lugar, se ayudó con los dedos mientras acomodaba cada mechón, suponía que ya había quedado aunque no tenía nada en donde reflejarse, así que lo dejaría pasar, había muchas cosas más importantes en ese momento que su apariencia.

Sus ojos vieron de un lado y de otro ¿Qué hacer? Con cualquier respuesta estaba a la deriva, se había quedado sola, no podía ir a casa de nueva cuenta y decir que internarse en el bosque era la mejor opción con tal de buscar un refugio, tampoco era que siguiera caminando porque no tenía una idea exacta a donde iba, así que simplemente tenía que escoger que riesgo prefería correr, quedarme, irme, a un lado u otro, la pregunta era ¿Con cuál de mis decisiones me iría menos mal?  Suspiré y estiré mis piernas, movía los tobillos haciendo que mis pies giraran por completo, al estar descansando el dolor de estos se había incrementado un poco, sabía porque había ido a dar al bosque, era mi refugio cuando estaba mal o quería esconderme, pero también sabía que era un gran tramo por recorrer.

Me puse de pie y comencé a andar por el sendero, sin adentrarme al bosque, quizá podía encontrar donde pasar la noche si encontraba alguna posada o la iglesia, aunque de pronto se preguntó si iba en la dirección correcta, miró de un lado y de otro, pero bien decían que de noche todos los gatos son pardos, ella sólo caminaba hacia donde notaba un poco más de luz.