Esperando nada... [Anuar]

Decima, era la decima vez que se levantaba en aquella noche en particular con la extraña y creciente necesidad de permanecer en vela. El sueño había acudido ligero, inconsistente, turbado por algún motivo que llegaba a desconocer. Morfeo se había resignado semanas atrás, le permitía ahora dormir con la tranquilidad de despertar en compañía de quien deseaba, sabiendo que la soledad y el silencio no tenía cabida en aquella habitación. Le agradaba, era una sensación acogedora que lo invadía cuando los rayos del astro rey se mezclaban entre sus crespos cabellos iluminando su rostro infantil. Y la soledad que tantos años lo había carcomido se extinguía ahora repitiendo el eco de la eterna promesa de regresar.

El sonido distante de la puerta principal le impidió intentar por mueva cuenta conciliar el sueño que le habían vetado, el crujir de la madera le indicaba que había alguien más en la casa, una sombra ligera que avanzo por la que antes fue su galería. Se levanto con rapidez haciendo el menor ruido posible, aquel que solo consigue evitar quien conoce su entorno en su totalidad. Ahora tenía un motivo por el cual impedir que los curiosos se adentraran incautos en su piso, una equivocación, habían olvidado cerrar la puerta. Giro la manija de la puerta que separaba la habitación del resto del piso y con lentitud, casi parsimonioso, asomo el rostro para buscar al usurpador.  

Las virutas fluorescentes que se colaban por el ventanal que daba al mal trecho balcón iluminaron la silueta del vestido que yacía sobre el suelo junto a un montón de sobres adornados de manera impecable. Fueron los bigotes y el diminuto hocico asomando por el cuello del vestido lo que le indico que no se trataba de un infiltrado sino de un invitado, uno que hacía tiempo ansiaba ver. Salió de la habitación cerrando tras de sí la puerta, avanzo con rapidez en dirección de Lit y dejándose caer de rodillas frente a ella la saco con cuidado de entre la vestimenta para acomodarla sobre su regazo – Creí que no te volvería a ver -  y lo había creído con una convicción tal que había perdido toda esperanza de sentir su atigrado ser ludiendose contra su pecho en las noches de invierno.

Había perdido la cuenta de las veces que había soñado con su regreso, en ocasiones la encontraba maullando en el balcón con una espesa lluvia resbalando por su cuerpo, otras veces tocaba a su puerta con el juramento de haber encontrado la felicidad. Pero nunca había regresado en compañía de un montón de sobres en una noche otoñal. El rumano había añorado la compañía de Lit pero si se era sincero lo que deseaba en realidad era escuchar la voz de Sophia, su amiga. Acaricio tras su oreja mientras intentaba descifrar aquellas hojas que con manuscrito elegante tatuaban su mensaje con delicadez – Necesito saber que ha sido de ti Sophia, y porque no me habías venido a visitar – la sonrisa que le broto de los labios estaba matizada con un deje de tristeza cubierto por la felicidad de volverla a ver. Tristeza que nacía de su ausencia, inclino su cuerpo para depositar un prolongado beso en la cabeza del felino - Necesito escuchar tu voz -.