Mesalina Farnese

DATOS BÁSICOS

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Mesalina aun conserva los recuerdos y emociones de su vida mortal, por lo cual carece de la frialdad y rudeza de los antiguos miembros de su especie. Una dama en todo el sentido de la palabra es suave y dulce, siempre deseosa de ofrecer una palabra amable y reconfortante. Al haber sido educada para algún día portar el titulo de Duquesa conoce a la perfección las artes y usanzas de la corte, no por ello se siente cómoda en el mundo frívolo de los salones y bailes. Es un ama del disimulo y la apariencia. Es una dama inteligente, pero al haber sido siempre dominada por sus padres y cuidadores encuentra en ocasiones difícil el entender el mundo salvaje que le rodea. Curiosa y ansiosa de libertad, adora los espacios abiertos y aborrece las fiestas y etiquetas que su estatus social y cargos le imponen. Teme el nuevo estado en el que se encuentra y se siente culpable de beber la sangre de los inocentes, se considera un monstruo y una aberración gracias a su fuerte educación religiosa.

HISTORIA

Perteneciente a la nobleza de Parma y parte de una de las familias más influyentes de Italia, Mesalina nació en el año de 1781. Para este entonces el poder de gubernatura de su familia comenzaba a decaer, no así su influencia monetaria y comercial en grandes y poderosas dinastías de toda Europa.

Hija única del último heredero del ducado de Parma, la joven Mesalina pronto conoció la dureza y etiqueta que su cuna y nacimiento exigían. Adiestrada para ser toda una dama desde pequeña se adentró en los círculos de la realiza y principados de todo el reino y de reinos cercanos. Viajando continuamente a España y Paris donde su familia tenía mayores relaciones se nutrió de la belleza y arte desplegado en aquellos lugares, sin embargo los violentes acontecimientos de Francia en el año 1789 relegaron a la pequeña a pasar sus estudios y entrenamiento como dama en su ciudad natal. Sin embargo la paz ilusoria y monótona no duró demasiado y pronto la vida deseada y soñada por la infanta Mesalina se convulsiono.

El matrimonio concertado por su familia con un noble de alta cuna en Francia se vio abruptamente rotó cuando el personaje fue decapitado por los revolucionarios. Aquella boda representaba para la familia Farnese y la propia Mesalina una forma de ganar nuevamente poder sobre el orden y destino de toda Europa. Ante los ojos de su padre el duque, Mesalina tenía tanto valor como podría tenerlo cualquier cortesana en la corte Española.

Así pues, sin pensarlo dos veces la joven dama fue enviada hacia Napoles cuando contaba con 14 años cumplidos. En aquel lugar encontraría la posibilidad de contraer nupcias con algún rico y poderoso noble o en el peor de los caos dedicar su vida al servicio de dios. La chica aceptó los designios de su padre y abandono Parma en compañía de su señora madre que sería la encargada de introducirle en los brillantes y hermosos salones de la alta alcurnia de la ciudad.

El poder ostentado por la familia Farnese era aun evidente y palpable en aquella ciudad y la joven encontró con facilidad las puertas abiertas, el deslumbrar de las joyas y la suavidad de las sedas. Su educación como dama había concluido ya y era tiempo de poner en practica aquello que su madre había tratado de inculcar perfectamente. Lamentablemente las cosas no salieron como hubiese deseado.

Los años pasaban y las fiestas y bailes se sucedían uno tras otro sin lograr que la joven Mesalina encontrase entre los nobles y ricos alguien que lograse ser digno de su mirada. Se comentaba por lo bajo que la dama era demasiado altanera y soberbia para mezclar su sangre casi real con aquellos señores de deslumbrantes joyas. No podían estar más equivocados.

Mesalina Farnese antes de ser soberbia no encontraba en aquella vida plenitud. El brillo de las joyas le era opaco, el de los perfumes repulsivo y la algarabía de la fiesta un fastidio. Anhelaba la libertad, la tranquilidad y el retiro. Era una chica de gustos sencillos que había aprendido bien todos los modales y lecciones que se le habían enseñado, pero que realizaba las acciones de una manera mecánica, carentes del candor que exigía la sociedad que le rodeaba.

Los cortejos no faltaron nunca y ella siempre les rechazo con una dulce sonrisa, una palabra amable y un agudo dolor en su alma. Con el paso de los años y a pesar de la desesperación de su madre, sin mencionar las encendidas cartas de su padre, parecía que la joven se encontraba a punto de tomar los hábitos. Estaba a punto de cumplir 20 años, no se encontraba comprometida y todos los buenos partidos del país habían sido simplemente rechazados. La desesperación de su padre rayaba en la furia.

Fue entonces que recibieron la invitación, al parecer los rumores de la llegada de un noble señor de los países del norte eran ciertos. El opulento caballero ofrecía una fiesta en su finca y la señora y señorita Farmese estaba cordialmente invitadas. Mesalina recibió la noticia sin la mayor emoción, aunque sentía algo de curiosidad por aquel noble señor. Nunca había viajado mas alla de Francia y la procedencia del caballero era un misterio para su interés. Por su parte, su madre encontró en la invitación quizás la última esperanza de su rebelde hija. No era el partido mas brillante, pero si uno poderoso y adinerado, al menos como se comentaba.

Las órdenes de Madame Farnese fueron claras: Mesalina debía cautivar al señor del Norte y esperar hacer lo que estuviese en sus manos para hacerse su esposa. Como era de esperar la joven no secundo la animosidad de su madre y se vio nuevamente transportada a la rutina de prepararle como si no fuese más que una costosa mercancía en liquidación. Noche a noche, sin embargo, la joven dama rogó a su Dios encontrase la forma de librarle de aquella nueva humillación. La suerte estaba de su parte, o al menos eso creyó, cuando una semana antes de la cita su madre recibió una carta urgente. Su padre había caído en una extraña enfermedad y se temía por su vida.

Mesalina rogó el acompañar a su madre, mas esta se negó rotundamente. Si su padre moría ella sería la única heredera del ducado pero al ser una dama sola no podría defender su titulo de los buitres que añoraban las riquezas de Parma. Debía quedarse en Napoles y encontrar la forma de hacerse de aquel caballero del Norte. Su madre partió sin saber que aquella era la última vez que vería con vida a su hija.

Abandonada y subyugada por las terribles noticias Mesalina espero por el día de la fiesta maldiciendo en silencio sus deseos de profanos de contradecir el orden de las cosas. Aquel que había sido su Dios escuchó su voz pero actuó de tal forma que hizo sentir a la joven chica el dolor de la picadura del escorpión en su corazón.

La noche de la fiesta llegó, como se esperaba y comentaba la suntuosidad de aquella celebración veraniega sobrepasaba los lujos vistos hasta ese momento por la dama. Y sin embargo, en medio de aquel despliegue de riquezas y banalidad, se podía respirar un aire gélido y antinatural. Era como si el brillo de las porcelanas y la platería fuese el del hielo mas frio, como si el sabor del vino y los majares dejasen en el paladar el regusto del ajenjo. Era difícil de ubicar la sensación de desfase, pero era palpable para Mesalina.

La chica, contraria a los deseos de su madre, mantuvo siempre un perfil bajo en la celebración. Rehuyendo a sus conocidas y “amigas” de la corte de Napoles se abandonó a la frescura del jardín y bosque circundante de la finca. El bullicio de la orquesta y las platicas animadas eran aminoradas por el suave correr del viento entre las ramas de los arboles. Cansada y afligida se dejó caer sobre un banco cubierto de musgo y adornado con runas antiguas que el paso del tiempo se encargaba de borrar.

-Ven a mi… -se escuchó como un susurró en su oído derecho. Desconcertada la chica se giró solo para encontrar la noche y sus sombras. Una extraña sensación cayó sobre ella, como un velo helado y pesado que entumeció y entorpeció su mente. Como en sueños se vio ponerse en pie, avanzar en medio del jardín y adentrarse en el bosque oscuro y danzante. Anduvo sin ser consciente de su movimiento, como si danzase con el viento, una hoja más que era vencida ante la caricia del céfiro. Lo único que importaba era aquella voz, suave y fría a la vez que le llamaba por su nombre, que le anhelaba en la lejanía y le azuzaba para seguir el invisible trayecto diseñado por un artificio.

Un hombre la esperaba a unos doscientos metros de la casa principal, agazapado entre las sombras contra el rugoso tronco de un antiguo árbol. Vestía impecable de etiqueta y la chica pensó desconcertada que era parte de la comitiva de la fiesta. Trató de hacer un saludo pero su lengua y cuerpos se encontraban congelados, los ojos de aquel hombre estaban clavados en ella. ojos sangrientos como la luna de verano que se ocultaba en ese momento tras las nubes de una tormenta cercana. En medio de las sombras le vio avanzar, como si flotara y sus pies no se movieran, firme en un andar sin movimientos. La hipnótica mirada le había sentir apabullada y excitada a un tiempo, una sensación desconcertante y nueva que le hacia temblar.

Los brazos del hombre le rodearon y en algún punto muy lejano su mente gritó como advertencia, pero su cuerpo no respondió. No era más que una marioneta en brazos de aquel ser de perfume embriagante y sonrisa burlona. Sus manos eran tersas, pero su tacto frio le hacia temblar mientras el hombre apartaba sus cabellos y acariciaba su cuello, siempre murmurando palabras suaves en un idioma que la chica no era capaz de ubicar en aquel estado de desconcierto y embrujo. El hombre finalmente abrió sus labios, ensanchando su sonrisa en una mueca cruel. Los dientes era perfectos, demasiado largos los colmillos… pero aquello no importaba, lo que importaba era el aroma de su boca. Un aroma pútrido y amargo muy diferente al de su piel de terciopelo.

Deseo alejarse, correr pero su cuerpo no respondía. Cuando aquella boca se acercó un gemido ahogado y gutural escapo de su garganta pero fue acallado con la suave y apenas dolora sensación de dos agudos dientes penetrando su piel. Desde aquel momento todo se tornó en imágenes borrosas y violentas. Sensaciones brumosas y lejanas. El beso del monstruo, su boda de sangre y la aparición de un hermoso y letal ser puro como la nieve. Sangre por doquier, sobre su ropa… sobre sus cabellos y piel… pero sobre todo deslizándose por su garganta, mutando a su paso su vida y esencia. No era su sangre la que podía sentir llenarle el paladar, era la sangre del hermoso monstruo cuya cabeza yacía a sus pies, aun contorsionada en una mueca de dolor y amarga sorpresa.

Mesalina elevó la mirada contemplando a un hombre joven, tan bello y salvaje como el animal que había culminado con el monstruo y padre de su nueva vida. No tuvo tiempo de decir nada, un dolor terrible le acometió, una fiebre inundó su ser mientras se convulsionaba en el sufrimiento. Lenta y dolorosamente moría. Hombres y mujeres desfilaron ante su vista, semblantes asustados y acongojados. Todo lo veía a través de un sueño. Un sueño fue el ser transportada a aquella casa, lavada y acomodada en suaves sedas… las visitas del doctor, el andar lento y severo de los criados que le miraban con tristeza y desconfianza. En algún punto perdió conciencia de todo, vio una luz inundar su visión… pero la luz le rechazo y en cambio la oscuridad le engullo.

Despertó varias horas después, quizás días. Recostada en una dura cama de madera. El olor dela tierra húmeda y el moho inundaba todo y sin embargo no tenía asco de aquella descomposición natural. Era la oscuridad la que le aterraba y la súbita realización de su soledad, de la carencia de movimiento dentro de su ser. Gritó, llamó y suplicó ayuda al silencio que se burló de su credulidad. Así pasaron dos noches y dos días, o al menos eso era lo que sentía. Era incapaz de saber la hora o el tiempo pero su cuerpo reaccionaba ante las costumbres de su antigua vida [creyó así era]. En Algún punto caía dormida pesadamente, en un sopor sin sueños del que despertaba tras un gran lapso de tiempo. Hambrienta estaba, o de esa forma describiría la necesidad que su cuerpo azuzaba. El dolor de una ansiedad no satisfecha que le hacia doler cada parte del cuerpo.

La segunda noche la desesperación y la sed eran demasiado grandes, el dolor insoportable. Los sonidos del mundo sobre su cabeza eran extrañamente claros, olores nuevos también eran perceptibles. Alguien le esperaba en lo alto, alguien con un corazón caliente y vivo… la idea le enloquecía y en un rapto de lo que después llamaría locura y desesperación comenzó a abrirse paso entre la madera y la tierra. Arañó y peleó para abrirse paso hasta la superficie, no le importó romperse las uñas, desgarrar su piel. Lo único que importaba era aquel sonido constante y veloz, el latido de aquel corazón.

Al llegar a la superficie lo encontró, le vio recortado por la luz de la luna hermosa y sangrienta del verano. Por un segundo recupero la humanidad de la que carecía ya y sintió vergüenza y dolor. Duró poco, pues el deseo de sangre y depravación era más grande. En aquel momento comenzaba su nueva vida, una vida que sería supeditada por la mezcla de sentimientos y razones y sobre todo, por aquel joven de cabellos oscuros y ojos duros.

DATOS EXTRA

Domina el Español, Frances e Italiano [al igual que dialectos provinciales]
Tiene una relación de deuda con Duncan Caldwell quien observó el momento en que era convertida en un vampiro.
Al ser un vampiro “recién nacido” es inestable y sus emociones y recuerdos de la mortalidad dominan su existencia.
Adora los dulces y confites.
La religión, al haber sido parte importante de su vida, juega aun un gran peso en su vida.

gracias a αgusτınα• de sourcecode