Out of the Coffin [Mesalina]

La tierra de la tumba recién ocupada se revolvió como si fuera presa de un terremoto. Nadie ademas de aquel joven le observó y solo él podría entender aquello que tenía lugar. La tierra se partió donde unos dedos pálidos y ensangrentados emergieron, la mano se convulsionó en el aire buscando algo de que asirse pero al no encontrarlo trató de apoyarse en la tierra fría y húmeda. En aquel nuevo angulo era posible el notar que varias uñas habían sido perdidas en la empresa y otras tantas estarían inútiles por un tiempo.

Aquello bien podía ser parte de una pesadilla, el tortuoso y lento advenimiento de un ser de ultratumba. Las ropas de aquel espectro estaban teñidas de oscuridad, ajadas y dejaban al descubierto la pálida piel ensangrentada. Uno de sus redondos pechos colgaba fuera del escote,firme y bello bañado por la luz de la luna. Sin embargo, aquel espectáculo era desconcertante al contemplar el rostro enloquecido de la dama que alguna vez había sido cortejada por ricos y nobles.

-Hgghgh... -Trató de hablar pero se di cuenta que un terrón se había colado hasta su garganta, no le asfixiaba [pues respirar era imposible] pero lograba detener la vibración del sonido contra sus cuerdas vocales. Se arrastró en dirección del hombre, saliendo enteramente de la tumba, enloquecida por el hambre y el temor... pero mas que nada por el sonido de aquel corazón vivaz. A los pies del joven se detuvo y elevó sus manos que en aquel momento parecían garras aferrándose a la pernera de su pantalón. Por un instante perdió el sentido.

Las gotas calientes de aquel liquido acre se derramaron por su garganta, cual fuego liquido quemandole y haciéndole estremecer. El raciocinio del pasado quedo relegado por la sed salvaje que era revuelta por aquel mágico y secreto elixir. Los ojos de la mujer se abrieron en toda su extensión mientras contemplaba el hilillo descendente desde la herida palpitante. Luchó por alcanzarle nuevamente pero el hombre había sido mas rápido que ella y apartó con agilidad su brazo de sus garras.

Un bufido molesto y desesperado escapó de sus labios, incorporándose en cuatro patas como un animal salvaje se acercó con cautela a él, saboreando tanto su sangre como sus palabras. Aquellas palabras que en su memoria hacían una lejana resonancia, un entendimiento velado que parecía no ser enteramente correcto. La sangre hablaba mucho mas fuerte, al ritmo de aquel corazón veloz y delicioso.

Abrió la boca y sus dientes blancos y perfectos se mostraron, los caninos eran extrañamente mas largos de lo que recordaba, mucho mas afilados. -Más... -Murmuró con un graznido mientras elevaba la mano derecha, aquella que era una garra sangrienta. La fuerza regresaba de a poco lo que le permitió saltar contra su cuerpo, derribandolo sobre la tierra húmeda y revuelta al tiempo que sus dientes buscaban su yugular.

El suelo duro le impacto de lleno mientras desconcertada trataba de entender aquello que había sucedido. En un segundo aquel hombre había desaparecido y Mesalina podría haber jurado que en el mismo instante en que se haría de él una pequeña alimaña había ocupado aquel lugar. Temblorosa y desconcertada permaneció tendida en el suelo, sintiendo el peso desconsiderado de aquella bota en su espalda.

-Ahhhh... -gimió la mujer cuando las palabras del caballero se extinguieron en el silencio. La poca energía que le había proporcionado su sangre se extinguía con la tentativa fallida. -Por favor... -graznó con voz metálica, cada vez mas humana. La sangre le apremiaba de nuevo y la certeza de que aquel corazón no sería suyo la desesperaba. Trató de luchar contra su bota pero el esfuerzo era en vano. -Por favor... -repitió con voz dolida, una voz casi humana.

De alguna forma la nueva neófita logra liberarse de su peso, girando a un lado contempla el cielo oscuro sobre su cabeza. Gime temblando de dolor y sed... el corazón del hombre esta cerca pero es inalcanzable. La dama se incorpora sobre sus rodillas, cansada y extenuada mira en derredor con gesto desamparado y salvaje. Es en ese momento en que el ser de sombras lo nota en las cercanías.

El cuerpo de la antigua dama se tensa mientras el aroma de otro corazón le llega desde algún punto en la cercanía. Sus ojos brillan en la oscuridad como sangre a la luz de la luna. No tiene la misma vivacidad, pero en aquel momento le parece delicioso. Incorporándose la dama torna su camino en dirección de aquel corazón, una victima que ni siquiera el joven señor lograra arrancarle.

Ante la mirada perdida de al antigua noble desfilaban las siluetas de aquella ciudad que recorría en su avanzada. No iría muy lejos, pues el hambre y el cansancio eran su peor enemigo en aquel momento. Contuvo un gemido desesperado cuando el sonido de aquel corazón pareció tomar un nuevo camino, no podía dejar que se le escapará aunque pronto estaba por descubrir que toda la ciudad rebullía con aquellos corazones palpitantes. Músculos bombeantes que esperaban por su advenimiento ingenuamente.

El hombre no iba ya a su lado, o al menos eso era lo que su vista le decía, en alguna punto de su trayectoria le había perdido de vista. ¿Le abandonaba a su suerte? El pesado razonamiento le decía que aquello no era posible, sus palabras le habían dicho algo diferente momentos antes... pero en aquel momento era difícil creer en lo que su mente atolondrada tenía que decir al respecto. Una bestia hermosa y pequeña le seguía, un felino de ojos brillantes y esbelta figura parecía haberse convertido en su sombra entre las sombras. Pudo haberse quedado a recapacitar en ello un momento, pero decidió que el corazón era un tanto más importante... realmente apremiante.

Se detuvo jadeante al llegar a la entrada del camposanto, mas desesperada que realmente cansada. Las puertas se encontraban cerradas, un impedimento a sus deseos y planes. Desesperada miró en derredor mientras buscaba una salida alternar, ignorando a los instintos que le gritaban que trepase por el frío material. Por un segundo se quedó como una bestia enjaulada, sus manos sucias y manchadas apretadas contra los barrotes mientras les movían en un rapto de desesperación. El hambre y deseo quemaban su garganta. Gimió dolida, un gemido suave y agudo que se mezcló con el canto del viento y que de ser oído revolvería los terrores del mas valiente.

Estaba condenada, su mente desordenada no le permitía alimentarse... encontrar una solución tan sencilla a su dilema. El deseo de sangre era grande, tanto que por un segundo consideró el atacar al pequeño ser que le perseguía... su corazón era exquisito, rápido y vivaz... como el del joven señor. Apartó aquella idea y cerró los ojos sintiendo como su cuerpo temblaba ante la ansiedad, les abrió con un brillo sobre natural y comenzó a trepar la verja. Algo que días antes se le hubiese presentado como un acto imposible, era ahora sumamente sencillo. A pesar de la debilidad su cuerpo era tan ligero como una pluma.

Descendió a la calle vaciá con un sonido ahogado, sus plantas desnudas habían absorbido casi todo el impacto. Miró en derredor contemplando la ciudad dormitante, aquel mundo no parecía tener limites y las almas que esperaban condena eran tantas que la idea misma le hizo salivar. Una sonrisa cruel y salvaje se perfiló en sus labios mientras enfocaba nuevamente el corazón y le perseguía sin recato en las sombras de la niebla nocturna.

Le atrajo contra su ser, le acogió entre sus brazos mientras aquel ser dócilmente le rodeaba también, anhelante y suspirante se entregaba a ella con una peligrosa ingenuidad. Era el abrazo del amante, del amigo y familiar, un abrazo cerrado manchado por la destrucción y la muerte aciaga. Los labios de la vampiresa recorrieron apenas tocando su cuello, aspirando la esencia agria y pestilente de la suciedad... era tan insinuante.

El cuerpo del hombre contra si era tan caliente que quemaba, una curiosa contra posición ya que la piel de la dama parecía tallada en marfil. Los dedos de la vampiresa se aferraron a su espalda, pegandole contra si, su piel se hundo en la grosera tela de un abrigo apelmazado por el polvo y grasa. El aroma del alcohol era tal que le embriagaba. Tomalo ya. Le apremiaba aquella voz lejana y suave en su cabeza, aquella que parecía a cada momento ganaba mas fuerza. No luches más, entregate a tu deseo... sacia tu sed. Azuzaba mientras sentía la caricia del viendo en su piel.

Un gemido suave se escapó de los labios de aquel ser de oscuridad mientras cerraba los ojos acariciando ya aquella piel sucia con sus dientes, guiándose por los latidos de aquel corazón se acerco hasta su yugular... la sensación de la sangre al correr en aquel lugar era tan clara que le hizo salivar. -Mio... -Murmuró con suavidad apretandole con mas fuerza, destruyendo la distancia entre ambos al tiempo que sus colmillos se introducían con fuerza en la piel, lacerándole con una facilidad casi sorprendente.

La sangre caliente y espesa comenzó a manar a sus labios, derramándose por la comisura de su boca pues en aquel momento fue incapaz de controlar aquel torrente acelerado. El cuerpo del hombre se tenso por un segundo y luego pareció abandonarse al abrazo mortal, contra su vientre la mujer sintió una insignificante erección que ignoró. El sabor de la sangre al llenar su boca era casi delirante, todo los placeres que había conocido y podría conocer se reunieron en aquel momento en que robaba la vida a aquel cuerpo suspirante y tembloroso.

No supo cuanto tiempo permaneció pegada a su cuerpo, cuando bebió de aquella fuente caliente y deliciosa... solo cerró los ojos y se abandonó a la sensación de tomarlo poco a poco. Pronto, mas rápido de lo que hubiese esperado, aquel cuerpo languideció en su abrazo, el ritmo de la sangre al bombear a su boca disminuyó y algo dentro de ella le dijo que era momento de dejarlo ir. Le soltó con un movimiento violento, lanzandole contra el suelo, retrocedió un paso aun hambrienta y jadeante. No debes tomar de él ya... no es mas que nada ahora... Murmuró la voz en su cabeza que ahora era tan nítida que la mujer tuvo que girar el rostro esperando encontrar a su espalda a su dueña. Soledad, silencio y solo la mirada curiosa de un ser en las sombras.

La sangre aun caliente resbalaba por sus labios, formando un oscuro reguero por su barbilla... bajo la mirada y contempló su ropa manchada de sangre, el barro en sus pies y ante ella el cuerpo inerte de su primera presa. El terror le invadió mientras un profundo asco le hizo caer de rodillas, tosió tratando de luchar contra las nauseas. -¿Qué soy? ¿Quién soy? -Le preguntó al silencio mientras lagrimas sanguinolentas descendían por sus mejillas.