Palco Privado

El teatro era uno de esos placeres que había descubierto en Francia, aunque mi abuela por su avanzada edad no solía asistir conmigo iba a visitarlo tan pronto como una obra nueva veía la luz del escenario. Tenía reservado mi tradicional palco e iba con una de las doncellas de mi abuela. Camille era mi guía por el desastre que resultaba París. Yorkshire era un lugar más calmado, silencioso, y solitario en comparación a París incluso Londres tenía una especie de orden sobrenatural que lo regía. En Francia eran más evidentes el bullicio y la gente.

La noche era fría como apertura al invierno que no tardaría en llegar, llevaba un vestido claro bordado que hacía resaltar lo pálido de mi piel y lo azul de mis ojos, sobre este llevaba un chal que cubría parcialmente mis hombros. Los carruajes se agolpaban en la entrada del teatro, uno a uno los comensales bajaban de sus suntuosos transportes para adentrarse en una magnífica edificación de mármol y oro. Como muchos otros bajé de mi carruaje con ayuda del lacayo y me adentré con paso seguro por el camino delimitado con una gran alfombra.

Dentro el clima mejoró, el frío abandonó mi cuerpo y entregué el chal a mi doncella develando el escote y la cintura encorsetadas que recogieron un par de miradas aquí y allá. La gente se reunía en círculos, se saludaban unos a otros, se presentaban y departían junto a vasos de whiskey (horrorosa bebida) y oporto. Tomé una copa del dulce vino mientras recorría la estancia maravillada por centésima vez de sus detalles y brutal belleza.

De todo lo que llevaba en Paris jamas se me habia ocurrido ir al teatro pero supongo que estaria bien por cambiar de nuevas tareas para hacer en la noche. Cunado habia llegado a casa el mismo mayordomo que tenia como si fuera consejero y tambien mi abuelo me indico que era una buena noche para que ambos salieramos hacia alla. Habia reservado un palco para ambos y disfrutar de una obra de teatro de lo mas curiosa que habia visto. Al verlo tan emocionado no creia lo que estaba escuchando pero me pico la curiosidad. Estaba un poco descentrado pues hacia unos dias llegue de viaje y no me habia sentado bien tanto cambio en tan poco tiempo. Me habria gustado quedarme en el otro lugar pero me llamaban para hacerme caso de mis deberes como tal.

Nos habian preparado el transporte en la puerta, tomemos asiento en el respectivo asiento. Miraba por la ventanilla del carruaje fijandome en las casas que iban pasando a medida que se escuchaba los cascos de los caballos contra el suelo y algunos movimientos bruscos del carruaje. Por un momento me apetecio quedarme solamente dando un paseo pero ya que habiamos hecho planes no pude echarme atras ya que sabrian de mi presencia. No tardo mucho en llegar con lo cual tuve que bajar rapidamente antes de que empezara la funcion y quedarnos fuera de nuestros asientos. Estuve tentado de huir del compromiso pero varias personas que me conocian ya me habian visto y saludado, lo mas seguro que tuviera que ir al encuentro de alguno.

Al entrar en el teatro nos indicaron cual era nuestro palco del cual parecia tener buenas vistas pero cuando llegue al balcon del palco me fije en la silueta de una joven y me quede confuso, iba a llamar al acomodador pero ya se habia retirado.- Perdone... Creo que se han confundido al colocarnos.- comente sin saber bien quien se habia equivocado si conmigo o con la joven de cabellos dorados.- No queria importunarla.- Susurre ya que estaban comenzando a haber movimiento en el escenario, iba a retirarme para no molestarla y dejar que tuviera tranquilidad. No era algo que pudieramos decir que me entusiasmara pero tampoco ocupar asientos que la joven seguramente estaba disfrutando.

Las luces del teatro se apagaron develando el misticismo propio del teatro, esa magia encantadora de lo oculto. Las voces se fueron apagando hasta hacerse murmullos, un estornudo en algún lugar se convirtió en un eco que resonó en todo lo ancho y alto del teatro; una acústica perfecta. La banda empezó a tocar la obertura de la obra cuando una voz me distrajo de lo que sucedía abajo. Giré el rostro, con la mortecina luz mi tez parecía más pálida de lo normal, mis ojos brillaron como zafiros al reflejar la luz del pasillo, detrás del hombre y de las cortinas de los palcos –Sir, adelante- dije esbozando una leve sonrisa, formal y mecánica -la obra ya empieza y no creo oportuno solucionar este dilema ahora mismo- mi voz demostraba la determinación de alguien entrenado por años para solucionar problemas –Y no me incomoda su presencia- cada palabra salió de mis labios como un susurro dulce y encantador propio de cualquier dama (al menos según mis enseñanzas).

La invitación a quedarse era más un formalismo que cualquier otra cosa aunque deslicé delicada y sutilmente mi mirada de arriba abajo analizándole; el caballero frente a mi aparentaba un poco más de 20 años de tez pálida y ojos penetrantes, llevaba un traje muy formal y aparentemente costoso; en definitiva era bastante agradable a la vista… Sonreí un poco más ampliamente, no me haría daño algo de compañía más teniendo cerca a una doncella que daría fe de mi buen y apropiado comportamiento.

Camille no demostró inconformismo con mi invitación, aunque era mayor que yo y llevaba años al servicio de mi abuela no era para nada parecida a mis doncellas, más frías y serias; sino que al parecer estaba tan encantada con el hombre como yo. No me puse de pie, la etiqueta no lo ameritaba, estiré mi mano hacia él y me presenté entre susurros pues la obra ya había empezado –Adelaide of York- más que con cualquier otra de mis palabras en un francés bastante fluido que casi ocultaba mi nacionalidad al decir mi nombre el acento británico me dejaba totalmente al descubierto.

Sonrei ligeramente haciendo un gesto grácil mientras tomaba su mano besando el dorso para posar mis labios en su calida piel dando contacto y cortesía ante ella con la ligera inclinación. Habia sido un encontronazo algo abrupto para ambos ya que  pensaba que era mi palco pero me había equivocado y como no cabia esperar otra cosa ya era demasiado tarde para ir en busca de mi asiento que tendría que estar por aquella zona.- Owen Kuypers, para servirla señorita, cuente conmigo para lo que necesite.- Sonrei ligeramente mientras pensaba en como había sido tan tonto de molestar y encontrarme allí, pero era normal nunca había ido a un teatro y no sabia bien como se acomodaban los lugares a pesar de que me dijeran que fuera palco o asiento a saber que lugares serian los correctos y si el mio estaría en las mismas butacas donde veía tantas personas acomodándose. Pero fue poco lo que pude permanecer de pie, las luces atenuadas daban lugar al comienzo.
 
-Siento mucho todo esto, no esoty acostumbrado a lugares asi y me pierdo un poco mucho.- confese mientras negaba con la cabeza y una pequeña risa, pero mi acompañante me miraba con mala cara por estar hablando en plena obra. Pero el niño que llevaba dentro gritaba desesperado pidiéndome un poco de atención a lo cual gire la cabeza viendo la obra como comenzaba y daba las melodías amplias llegando mas alla de la sala con la acústica totalmente buena. Volvi a mirar a la joven con cierta curiosidad que crecia en mi interior.- Usted toca algún instrumento o canta?.- apoye mi mano en el reposabrazos mientras la mirada se posa en la joven que cantaba de forma que parecía un angel, algo sorprendido porque no había escuchado algo asi.- Crees que eso puede ser posible y ser tan jovial la voz que vibra en su garganta?.- susurraba mientras admiraba todo lo que salía ahora mismo de esa joven que cantaba. Llegaba el tiempo justo para que la joven alzara aun mas el momento y observe a la joven de cabellos dorados de mi lado.- Le agradezco que me permita estar aquí con usted, pero no es de aquí cierto… lo noto en su tono y su rostro.- Sonrei ligeramente.
 

Estaba claro que no solamente estaba cantando a todo pulmón sino el hecho de que estuviera como una obra de todo tipo que se representaba, ligeramente miraba con los ojos de soslayo en ese momento. Podia escuchar con toda claridad los corazones de la sala bombeando y eso hacia que sintiera un pequeño ardor en la garganta hasta el punto que llegaba a quemar pero había tomado no hacia mucho aun asi me contenia todo lo que podía escondiendo los colmillos. Acabe mordiéndome el labio inferior con suavidad mientras pensaba algunas cosas para distraerme, aunque la misma melodía acompañaba.- Le gusta mucho el teatro? .- Sonrei ligeramente.- Es la primera vez que vengo por eso mismo ando algo perdido en ese sentido y no conozco bien el método o como se valora el arte, mas la voz es hermosa.-

Respondió el gesto con un cálido beso en el dorso de mi mano que hizo que mis mejillas se sonrojaran por suerte suavemente gracias a la luz eléctrica del ambiente que suavizaba todos mis rasgos. Sus palabras fueron recibidas con una sonrisa, este caballero me parecía dulce en buena medida, se veía un tanto desconcertado lo cual lo ponía en un sitio muy vulnerable –Es un placer- le respondí con una sonrisa, mi curiosidad se había despertado y por un momento maldije la luz que bajaba porque me habría gustado tener una conversación más larga con el caballero.

Sus palabras me hicieron reír y lo hice con toda la suavidad que pude cubriendo mis labios con la mano llena de anillos –Yo también me perdí la primera vez que vine- dije acercándome un poco a él para que pudiera escuchar mis susurros. Camille nos miró reprobatoriamente desde la silla del otro lado del palco pues hablar mientras la obra empezaba era de mal gusto pero no podía culparme por querer conversar por el primer Sir de mi edad que conocía en la ciudad. La orquesta empezó y el primer acorde reverberó por el lugar despertando cada sensación del cuerpo, había algo tan bello y erótico en la música de sala. Su voz me distrajo, voltee a mirarlo con mis ojos azules brillando con la poca luz del lugar, me acerqué de nuevo a él para poder le susurrar al oído –toco el piano, el violín y canto, mi formación musical es amplia- me reí de nuevo, me sentía como una niña pequeña robando galletas de la cocina de palacio. Apoyó el brazo a mi lado y continuo hablando, sonreí; era un caballero muy interesante. –La voz es un bello atributo- dije mirando a Camille de reojo la cual me miraba reprobadora ¿Se habría vuelo tan aburrida al servicio de mi abuela?

-Es un placer tenerlo acá, creo que no sería una noche tan entretenida ¿no cree?- le estaba susurrando muy cerca tratando de evitar que algún acomodador viniera a decirnos que nuestro ruido se escuchaba por toda la sala. La voz, la música, todo hacía que mi corazón golpeteara más fuerte lleno de euforia, emoción y a la vez una especie de ansiedad que no terminaba de comprender. Esperé un instante pare responderle de donde era, podía ser de esos franceses que se molestaban con la presencia de ingleses en sus tierras, lo medité un segundo; al final decidí decirle pues si le molestaba mi lugar de origen era alguien más ignorante de lo que esperaba –Creí que mi francés era lo suficientemente bueno para pasar desapercibida, soy inglesa sir ¿y usted? Su apellido no parece para nada local- cada vez le susurraba un poco más cerca ante las miradas acusadoras que Camille nos lanzaba cada tanto.

Asentí ante su pregunta –vengo cada vez que hay una obra nueva, es hermoso- le susurraba aún –solo disfrútelo, sencillamente y de corazón, disfrute lo que ve, lo que escucha, lo que siente- mis ojos estaban fijos en la mujer que danzaba y cantaba en medio de un coro de hombres, tanta belleza… suspiré llevando mi diestra sobre mi pecho, el sentimiento de pasión y dolor se acrecentaba con los acordes de la orquesta y los tonos de voz que jugueteaban dulcemente.

-¿Le parece hermosa?- le pregunté refiriéndome a la mujer que cantaba en medio del escenario.