AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Donde un dia todo comenzó || Privado ❤
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Donde un dia todo comenzó || Privado ❤
En ocasiones las personas podrían sentirse en otra sintonía, fuera de tono, lejos de lo normal y muy pronto encontrarían que solamente son dos personas que en el tiempo y espacio son mucho para poder tener una relación exitosa con las masas. Pero en ocasiones dos almas se pueden encontrar y eso logra en ellas una sintonía común, perfecta y casi animosa, casi envidiable. En otros casos, aquellas dos almas podrían haber tomado diferentes caminos hasta el punto de que al momento de unirse el destino los separara.
Aitziber se sentía extraña hasta junto con su propia familia, no sabía exactamente que pensar de ellos –al igual que ellos de ella- su padre parecía el único que la quería y no importaba cuanto reproche realizara, el siempre la miraría con buena cara y sonreiría para ella. ¡Aquella sonrisa! Podría decirse que era la forma más fácil e matar a la bruja, lleno de calidez, cariño y extraña comprensión, en ocasiones sentía que su padre comprendía más de lo que ella sabía, que algo ocultaba entre sus ojos llenos de ternura. Muchos de sus familiares miraban mal a su padre por haber tenido la osadía de poner todas las responsabilidades ante su hija menor, pero él sabía que ella lo podría hacer, además no confiaba en ninguno de sus yernos.
No había pasado ni seis meses desde que el esposo de su hija mayor estuvo involucrado en un atentado ante ella, si no fuera por la astucia de su padre y el haber contratado a un hombre para parejera, habría acabado todo mal. Pero las cosas habían acabado de forma distinta a la que se esperaba –o al menos para ella- pasaba al menos dos semanas sin saber sobre su salvador, quien además de haberla secuestrado en un intento de protegerla, comenzaba a robarle otra cosa que tal vez nunca devolvería, pero era aun muy pronto para sacar conclusiones y ella era muy joven aun. ¿Cierto?
Se había preparado para ir a uno de aquellos lugares que siempre le eran muy gustosos, un pequeño café en el centro de parís, el cual era muy elocuente y de verdad tranquilo. En ocasiones adoraba la tranquilidad más que a todo. Cerró su tienda, eran como la dos de la tarde, si el sol no se equivocaba, antes de cerrar por completo acaricio a su gata Lune que ronroneaba como si se estuviera despidiendo de ella –Nos veremos querida- dijo la bruja para luego depositarle un beso en su hocico y así salir del lugar cerrando todo cuidadosamente. Por suerte lo que había sucedido en ese lugar no había afectado su clientela y seguía igual que siempre, además el estudio de atrás, en donde guardaba varias cosas le servía para tener todos los papeles de los otros negocios de su familia al día y todo bien ordenado.
Sus tacones eran lo suficientemente altos para ser descansables, nunca le había gustado lo molesto, su vestido era de un color rosado suave, tenía una cinta blanca alrededor de su cintura que la hacía ver más pequeña y estrecha de lo que era, su cabello; que había comenzado a crecer. Estaba suelto un poco mas debajo de las orejas, pronto tocarían los hombros y estaría feliz de volverlo a tener completamente largo, aun se molestaba con Teng por haberle hecho eso, aunque en ocasiones se preguntaba si era para que no la reconocieran, en fin, con el cabello de una chica no se deben meter, eso era un pecado capital feminista. Siguió caminando tranquilamente mientras veía a las parejas pasearse tomadas de la mano, que lindo podría llegar a ser eso, pero en realidad en esos momentos no le interesaba mucho el tema.
Había llegado a la cafetería que era su favorita, había muchas en esa época, pero aquella le daba la tranquilidad necesaria como para poder quedarse un rato en aquel lugar y disfrutar de los aromas de los tés y los fuertes cafés que servían a cada hora del día, las personas comenzaban a ser adicta a ellos, los mantenían despiertos y alertas, sabia un poco de la historia del café, era una especie como otras muchas, algo que ella lo veía diferente, algo divino que tenia diferentes poderes, que lamentablemente muy pocas personas sabrían exactamente como utilizar. Dejo que su cuerpo cayera en uno de los asientos de afuera mientras con una de sus manos de alborotaba un poco aun su corto cabello, dejando salir un leve suspiro de alivio, por fin podría disfrutar un poco el día –Un café…- ordeno asintiendo levemente su cabeza al momento que la mujer también lo hacia.
Aitziber se sentía extraña hasta junto con su propia familia, no sabía exactamente que pensar de ellos –al igual que ellos de ella- su padre parecía el único que la quería y no importaba cuanto reproche realizara, el siempre la miraría con buena cara y sonreiría para ella. ¡Aquella sonrisa! Podría decirse que era la forma más fácil e matar a la bruja, lleno de calidez, cariño y extraña comprensión, en ocasiones sentía que su padre comprendía más de lo que ella sabía, que algo ocultaba entre sus ojos llenos de ternura. Muchos de sus familiares miraban mal a su padre por haber tenido la osadía de poner todas las responsabilidades ante su hija menor, pero él sabía que ella lo podría hacer, además no confiaba en ninguno de sus yernos.
No había pasado ni seis meses desde que el esposo de su hija mayor estuvo involucrado en un atentado ante ella, si no fuera por la astucia de su padre y el haber contratado a un hombre para parejera, habría acabado todo mal. Pero las cosas habían acabado de forma distinta a la que se esperaba –o al menos para ella- pasaba al menos dos semanas sin saber sobre su salvador, quien además de haberla secuestrado en un intento de protegerla, comenzaba a robarle otra cosa que tal vez nunca devolvería, pero era aun muy pronto para sacar conclusiones y ella era muy joven aun. ¿Cierto?
Se había preparado para ir a uno de aquellos lugares que siempre le eran muy gustosos, un pequeño café en el centro de parís, el cual era muy elocuente y de verdad tranquilo. En ocasiones adoraba la tranquilidad más que a todo. Cerró su tienda, eran como la dos de la tarde, si el sol no se equivocaba, antes de cerrar por completo acaricio a su gata Lune que ronroneaba como si se estuviera despidiendo de ella –Nos veremos querida- dijo la bruja para luego depositarle un beso en su hocico y así salir del lugar cerrando todo cuidadosamente. Por suerte lo que había sucedido en ese lugar no había afectado su clientela y seguía igual que siempre, además el estudio de atrás, en donde guardaba varias cosas le servía para tener todos los papeles de los otros negocios de su familia al día y todo bien ordenado.
Sus tacones eran lo suficientemente altos para ser descansables, nunca le había gustado lo molesto, su vestido era de un color rosado suave, tenía una cinta blanca alrededor de su cintura que la hacía ver más pequeña y estrecha de lo que era, su cabello; que había comenzado a crecer. Estaba suelto un poco mas debajo de las orejas, pronto tocarían los hombros y estaría feliz de volverlo a tener completamente largo, aun se molestaba con Teng por haberle hecho eso, aunque en ocasiones se preguntaba si era para que no la reconocieran, en fin, con el cabello de una chica no se deben meter, eso era un pecado capital feminista. Siguió caminando tranquilamente mientras veía a las parejas pasearse tomadas de la mano, que lindo podría llegar a ser eso, pero en realidad en esos momentos no le interesaba mucho el tema.
Había llegado a la cafetería que era su favorita, había muchas en esa época, pero aquella le daba la tranquilidad necesaria como para poder quedarse un rato en aquel lugar y disfrutar de los aromas de los tés y los fuertes cafés que servían a cada hora del día, las personas comenzaban a ser adicta a ellos, los mantenían despiertos y alertas, sabia un poco de la historia del café, era una especie como otras muchas, algo que ella lo veía diferente, algo divino que tenia diferentes poderes, que lamentablemente muy pocas personas sabrían exactamente como utilizar. Dejo que su cuerpo cayera en uno de los asientos de afuera mientras con una de sus manos de alborotaba un poco aun su corto cabello, dejando salir un leve suspiro de alivio, por fin podría disfrutar un poco el día –Un café…- ordeno asintiendo levemente su cabeza al momento que la mujer también lo hacia.
Última edición por Aitziber D’ Lemoine el Vie Ene 17, 2014 11:10 am, editado 1 vez
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Donde un dia todo comenzó || Privado ❤
Anouk había hecho una especie de tregua con Ichabod, desde su pelea fuerte ocasionada por un beso entre ambos tuvieron una pelea muy grande, de esas donde ninguno quería ver más al otro. El tiempo fue favorable para ellos, y mientras más se distanciaban físicamente, el corazón de ambos se iba volviendo uno solo ¿Acaso eso era posible? Si, porque ella misma lo estaba experimentando a cada segundo, a cada instante, era tan extraño que una pequeña pudiera amar con esa medida a un hombre que le doblaba la edad, pero todo por acuerdos, no por amores verdaderos, pero estaba pasando, y no se arrepentía de nada. ¿Por qué arrepentirse de algo tan hermoso? No valía la pena hacerlo.
El cumpleaños diecisiete de Anouk había llegado. No se trataba de la fecha en la cual había nacido en su tierra nata, para nada, ella había cambiado la fecha, la había puesto el día en que el pescador la había rescatado de aquel lugar donde hacía de esclava de Hugo, un viejo brujo rabo verde que traficaba con menores, ya sea para tratos domésticos, como para la prostitución. Lo había declarado su nuevo nacimiento porque la habían rescatado de ese maldito mundo corrupto, y gracias a Dios y a lo que fuera que estuviera allá arriba, se había salvado de haber experimentado su cuerpo mancillar por un hombre que probablemente la maltrataría, la golpearía, e incluso en medio de fantasías la mataría. En el bajo mundo todo podía pasar.
En medio de aquella celebración la pequeña pudo revivir esas fiestas que en algún tiempo tuvo, no se trataba de lo ostentoso, para nada, porque tras el paso de su secuestro, todo valor material dejó de tener un significado importante. Más bien las asimilaba por la cantidad abismal de amor que experimentaba, nadie le había amado de esa manera como sus padres, su hermano y ahora el señor con el que vivía, por eso sabía que tiempos de prosperidad la estaban aguardando, y ella ansiosa los dejaría llegar. No se necesita ser demasiado listo para saber disfrutar de la buena vida incluso en medio de peripecias, se ha vuelto una niña humilde de corazón inmenso, eso estaba por rescatarse en medio de tantos años malditos. Un regalo refinado le había arrancado una sonrisa amplia, era como volver a casa.
Anouk nunca había usado vestidos demasiados ostentosos, para nada, pero si bonitos que se ceñían a la figura de una niña pequeña. Ahora era una señorita que no había experimentado ni siquiera el morbo, y observar aquel atuendo le dijo que podía hacer algo que hace tiempo no. Darse aunque sea un lujurio. Desde su llegada a la cabaña había estado ahorrando de las monedas que el hombre llevaba a la casa, todas las iba utilizar aquella tarde, le compraría una bonita camisa al señor de la casa para que pudiera utilizarlo en la cena de esa noche. Porque tendrían un banquete personal, para ellos, siguiendo con las celebraciones de su cumpleaños. El mismo lo haría para ella, por eso le daba tiempo de salir a hacer aquello.
Efectivamente llegó a la zona comercial con su nuevo vestido, parecía lo que en su tiempo fue, una niña de la realeza, una que había aprendido con los mejores maestros, y su porte refinado la delataba, ya la gente ni siquiera recordaba que la habían visto con el rostro llego de fango, no, ahora la alababan, y también le daban atenciones en cada tienda que entraba, hasta que por fin encontró la camisa y estaba de acuerdo en que era momento de volver, demasiado tiempo fuera de la cabaña le ponían los pelos de punta. por eso ya apresuraba el camino, aunque para su muy mala suerte un delicioso aroma la detuvo, el aroma del cafe.
- ¿Podría servirme uno, señorita? - Comentó la chica que apenas podía verse a a través de la repisa pero nadie le hacía mucho caso, era pequeña, y primero se tenia que atender a gente más grande, observó a una mujercita de quizás unos años escasos más que ella, y se acercó un poco tímida, pero con ganas de poder tener su café - ¿Podría ayudarme a conseguir uno? La señora que atiende no me hace caso, y la verdad no quiero que sea más tarde y preocupar a mi familia - Comentó con cierta inocencia, porque aún la tenía. Era extraño que ella pidiera ayuda, con lo tímida que era prefería quedarse con las ganas, pero dado que no había más opción, se acercó.
El cumpleaños diecisiete de Anouk había llegado. No se trataba de la fecha en la cual había nacido en su tierra nata, para nada, ella había cambiado la fecha, la había puesto el día en que el pescador la había rescatado de aquel lugar donde hacía de esclava de Hugo, un viejo brujo rabo verde que traficaba con menores, ya sea para tratos domésticos, como para la prostitución. Lo había declarado su nuevo nacimiento porque la habían rescatado de ese maldito mundo corrupto, y gracias a Dios y a lo que fuera que estuviera allá arriba, se había salvado de haber experimentado su cuerpo mancillar por un hombre que probablemente la maltrataría, la golpearía, e incluso en medio de fantasías la mataría. En el bajo mundo todo podía pasar.
En medio de aquella celebración la pequeña pudo revivir esas fiestas que en algún tiempo tuvo, no se trataba de lo ostentoso, para nada, porque tras el paso de su secuestro, todo valor material dejó de tener un significado importante. Más bien las asimilaba por la cantidad abismal de amor que experimentaba, nadie le había amado de esa manera como sus padres, su hermano y ahora el señor con el que vivía, por eso sabía que tiempos de prosperidad la estaban aguardando, y ella ansiosa los dejaría llegar. No se necesita ser demasiado listo para saber disfrutar de la buena vida incluso en medio de peripecias, se ha vuelto una niña humilde de corazón inmenso, eso estaba por rescatarse en medio de tantos años malditos. Un regalo refinado le había arrancado una sonrisa amplia, era como volver a casa.
Anouk nunca había usado vestidos demasiados ostentosos, para nada, pero si bonitos que se ceñían a la figura de una niña pequeña. Ahora era una señorita que no había experimentado ni siquiera el morbo, y observar aquel atuendo le dijo que podía hacer algo que hace tiempo no. Darse aunque sea un lujurio. Desde su llegada a la cabaña había estado ahorrando de las monedas que el hombre llevaba a la casa, todas las iba utilizar aquella tarde, le compraría una bonita camisa al señor de la casa para que pudiera utilizarlo en la cena de esa noche. Porque tendrían un banquete personal, para ellos, siguiendo con las celebraciones de su cumpleaños. El mismo lo haría para ella, por eso le daba tiempo de salir a hacer aquello.
Efectivamente llegó a la zona comercial con su nuevo vestido, parecía lo que en su tiempo fue, una niña de la realeza, una que había aprendido con los mejores maestros, y su porte refinado la delataba, ya la gente ni siquiera recordaba que la habían visto con el rostro llego de fango, no, ahora la alababan, y también le daban atenciones en cada tienda que entraba, hasta que por fin encontró la camisa y estaba de acuerdo en que era momento de volver, demasiado tiempo fuera de la cabaña le ponían los pelos de punta. por eso ya apresuraba el camino, aunque para su muy mala suerte un delicioso aroma la detuvo, el aroma del cafe.
- ¿Podría servirme uno, señorita? - Comentó la chica que apenas podía verse a a través de la repisa pero nadie le hacía mucho caso, era pequeña, y primero se tenia que atender a gente más grande, observó a una mujercita de quizás unos años escasos más que ella, y se acercó un poco tímida, pero con ganas de poder tener su café - ¿Podría ayudarme a conseguir uno? La señora que atiende no me hace caso, y la verdad no quiero que sea más tarde y preocupar a mi familia - Comentó con cierta inocencia, porque aún la tenía. Era extraño que ella pidiera ayuda, con lo tímida que era prefería quedarse con las ganas, pero dado que no había más opción, se acercó.
Anouk Oldekamp- Humano Clase Baja
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Re: Donde un dia todo comenzó || Privado ❤
{….Tengo tu mismo color
Y tu misma procedencia,
Somos aroma y esencia
Y amargo es nuestro sabor...
¡Vamos hermanos, valor,
El café nos pide fe….}
Y tu misma procedencia,
Somos aroma y esencia
Y amargo es nuestro sabor...
¡Vamos hermanos, valor,
El café nos pide fe….}
Miro a la mujer que parecía que la llamaba, el tono de suplica se le notaba en su voz, Aitziber no se había fijado de ella como lo hacen siempre las personas, con una mirada despectiva, tal vez al ver las ropas que utilizan o su procedencia humilde, pues estos eran como sabuesos que olfateaban a una persona con demasiadas desgracias como para quererla cerca. Ella no veía eso, la bruja veía el potencial, los dolores y el amor que aquella mujer desprendía en cada poro de su ser, pero no demostró en su rostro compasión, amor hacia aquella humana que humildemente se acercaba hacia ella en busca de un auxilio. ¿Por qué la habría elegido? Se preguntaba con curiosidad, tal vez hubiera intentado con una, dos o hasta tres personas más, para solamente conseguir una respuesta negativa de todos.
Pero solamente se trataba de una jovencita, no se veía andrajosa, es mas, podría decir que era atractiva, una señoría que cualquier joven de buena familia quisiera conquistar, pero su inocencia la hacía tan vulnerable y aquellos olían la debilidad fácilmente. -…- la bruja giro su cabeza en busca de la que atendía, con un gesto en su mano le indico que deseaba un café extra, pudo ver que había captado la señal, pues con una sonrisa hipócrita; temerosa de que pudiera salir algo mal y ser despedida. Asintió la camarera.
-Ha elegido un buen lugar para comprar una taza de café- dijo la bruja al momento que le dedicaba la mirada, saco de un bolsillo oculto que tenia aquel vestido, un monedero con los francos necesario para pagar aquel lujo, los intelectuales aman aquel afrodisiaco, por la simple razón, de que los mantenía activos para sus propósitos, a los políticos también parecían apreciarlos, pero sentían que los rebeldes estarían más despiertos si bebían café, que si tomaban vino y algo se desataría… se alzo de hombros, estaba vagando mucho, así que se centro en el punto de los bellos e inocentes ojos. –No creas que te lo estoy dando gratis- se quejo, sabiendo que podría estar pasando ese pensamiento por su mente –Luego me pagaras… solamente disfrútalo y nada mas-
Le señalo una mesita en donde las dos podrían sentarse a disfrutar su taza, pues sería algo molesto si llegaban a estar parada todo el tiempo. La invitaba a acompañarla un rato, aunque no le gustaba mucho las damas de compañía y las había desechado rebeldemente hace algunos años, extrañaba aquellas buenas conversaciones que se podrían crear entre mujeres, que se volvían como hermanas, más que perros falderos que te siguen a todos lados.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Donde un dia todo comenzó || Privado ❤
Poco faltaba para que la pelirroja se diera por vencida. Nunca se ha distinguido por exigir cosas, menos sabiendo que no las merece, porque si el mundo o Dios o lo que fuera que estuviera allá arriba se había aferrado a quitarle todo lo importante, entonces ella está consiente que no puede pedir nada. Las cosas están mal para ella, o quizás ella es la que está mal. En más de una ocasión creyó que era mejor rendirse, no sólo en la espera de un pedido de alguna taza de café, sino en innumerables cosas. Se sintió mal, si estuviera en su hogar, con su familia, ni siquiera tendría que estar comprando un café en una zona publica, se lo llevarían hasta la cama, pero las cosas habían cambiado, y por más dolor que tuviera dentro, no volvería a ese lugar, o quizás si, la vida daba vueltas.
Inevitablemente sonrió al ser escuchada por aquella mujer. Se quedó mirándola con curiosidad. Aquellos rasgos de la mujer no le parecían conocidos, aunque durante su secuestro, habían como mucho tres niños con esas facciones, en ocasiones le daba miedo saber hasta dónde eran capaces los secuestradores de ir a buscar niños, pero después, al recordar la acción, ella suponía que lo que menos importaba era eso. El lugar de procedencia. La mujer le parecía tan bonita, y quizás no tenía muchos más años encima de ella misma. París estaba llena de personas jóvenes, incluso más que aquellos que llevaban las riendas de la ciudad. Suspiró y sonrió ampliamente al notar ya su café en una barra.
- No quiero que me lo pague, solo pedí de favor que me lo comprara, no soy abusiva - Comentó con su vocecita demasiado suave, casi en un susurro para que nadie pudiera captar que era lo que decía. Suspiró mientras avanzaba, y por un momento estuvo a punto de dar la vuelta para volver a su cabaña junto a Ichabod, pero no lo hizo, pues la invitación de aquella mujer le había parecido más atractiva, ella jamás había tenido una conocida femenina, aunque claro, la que tuvo había sido tan mala que casi destruye su confianza con el pescador.
- ¿Usted viene seguido a este lugar? - Comentó deslizando su mano libre para jalar la silla y poder sentarse, esperó a que la mujer hiciera lo mismo y luego colocó su bebida caliente sobre la mesa. Dado que el clima era frío, aquello en vez de molestarle le caería como anillo al dedo - ¿Cómo se llama? - Preguntó con mucha curiosidad, tomó una servilleta de tela que estaba sobre la mesa, y luego la colocó sobre su regazo, al mismo tiempo sus manos, con recato, como le había enseñado la etiqueta en sus tierras natales.
Inevitablemente sonrió al ser escuchada por aquella mujer. Se quedó mirándola con curiosidad. Aquellos rasgos de la mujer no le parecían conocidos, aunque durante su secuestro, habían como mucho tres niños con esas facciones, en ocasiones le daba miedo saber hasta dónde eran capaces los secuestradores de ir a buscar niños, pero después, al recordar la acción, ella suponía que lo que menos importaba era eso. El lugar de procedencia. La mujer le parecía tan bonita, y quizás no tenía muchos más años encima de ella misma. París estaba llena de personas jóvenes, incluso más que aquellos que llevaban las riendas de la ciudad. Suspiró y sonrió ampliamente al notar ya su café en una barra.
- No quiero que me lo pague, solo pedí de favor que me lo comprara, no soy abusiva - Comentó con su vocecita demasiado suave, casi en un susurro para que nadie pudiera captar que era lo que decía. Suspiró mientras avanzaba, y por un momento estuvo a punto de dar la vuelta para volver a su cabaña junto a Ichabod, pero no lo hizo, pues la invitación de aquella mujer le había parecido más atractiva, ella jamás había tenido una conocida femenina, aunque claro, la que tuvo había sido tan mala que casi destruye su confianza con el pescador.
- ¿Usted viene seguido a este lugar? - Comentó deslizando su mano libre para jalar la silla y poder sentarse, esperó a que la mujer hiciera lo mismo y luego colocó su bebida caliente sobre la mesa. Dado que el clima era frío, aquello en vez de molestarle le caería como anillo al dedo - ¿Cómo se llama? - Preguntó con mucha curiosidad, tomó una servilleta de tela que estaba sobre la mesa, y luego la colocó sobre su regazo, al mismo tiempo sus manos, con recato, como le había enseñado la etiqueta en sus tierras natales.
Anouk Oldekamp- Humano Clase Baja
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Re: Donde un dia todo comenzó || Privado ❤
-No te lo estoy regalando- dijo de forma tranquila, nada en este mundo se regalaba, ella lo sabía, todo tenía un precio, hasta las vidas de cada una de las personas-Es mi cafetería favorita- tantas historias, tantos recuerdos rodeaban aquel lugar, que no podía evitar tenerlo en un buen rincón de su corazón. Aquella cafetería la había visto crecer, ser lo que era en ese momento, las conversaciones que había tenido, se habían quedado grabadas en cada pared, en los puestos que había tomado, junto con la gente que había encontrado y se había vuelto especial para ella.
-Me llamo Aitziber D’ Lemoine- Sonrió suavemente -¿Cómo se llama usted señorita?- Ladeo su rostro mientas la joven tomaba la servilleta con cuidado y la ponía sobre su regazo, como era debido, le pareció extraño a primera vista todo aquel protocolo, bien ejecutado. La joven tenía buena presencia, su rostro hermoso, se podría decir que era lo que muchos hombres buscarían en una mujer, aceptaría, que tenia mas clase que ella, Aitziber siempre se había opuesto a las etiquetas y aunque tenía un buen conocimiento de ellas, no era muy fanática de ponerlas en práctica, aun así, estando obligada a hacer todo con excelente elegancia y precisión, siempre salía de forma espontanea, como tal vez lo estaba haciendo la joven que la acompañaba.
-se nota que usted no está acostumbrada a salir- comento suavemente, sin intenciones de molestarla, solamente expresaba una observación, con la sinceridad que normalmente la identificaba, aunque eso siempre le traía enemigos, malos tratos y gente disgustada, esperaba que no fuera esta lo mismo de siempre y que la joven no se sintiera ofendida, por los detalles que claramente Aitziber llegaba a ver, por su sentido común, no necesitaba utilizar sus poderes para eso, la información, llegaba sola, los espíritus que la rodeaban siempre estaban callados, observando detalladamente, sin buscar acercarse mucho a la bruja, pues no era conveniente en esos momentos.
-Me llamo Aitziber D’ Lemoine- Sonrió suavemente -¿Cómo se llama usted señorita?- Ladeo su rostro mientas la joven tomaba la servilleta con cuidado y la ponía sobre su regazo, como era debido, le pareció extraño a primera vista todo aquel protocolo, bien ejecutado. La joven tenía buena presencia, su rostro hermoso, se podría decir que era lo que muchos hombres buscarían en una mujer, aceptaría, que tenia mas clase que ella, Aitziber siempre se había opuesto a las etiquetas y aunque tenía un buen conocimiento de ellas, no era muy fanática de ponerlas en práctica, aun así, estando obligada a hacer todo con excelente elegancia y precisión, siempre salía de forma espontanea, como tal vez lo estaba haciendo la joven que la acompañaba.
-se nota que usted no está acostumbrada a salir- comento suavemente, sin intenciones de molestarla, solamente expresaba una observación, con la sinceridad que normalmente la identificaba, aunque eso siempre le traía enemigos, malos tratos y gente disgustada, esperaba que no fuera esta lo mismo de siempre y que la joven no se sintiera ofendida, por los detalles que claramente Aitziber llegaba a ver, por su sentido común, no necesitaba utilizar sus poderes para eso, la información, llegaba sola, los espíritus que la rodeaban siempre estaban callados, observando detalladamente, sin buscar acercarse mucho a la bruja, pues no era conveniente en esos momentos.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Donde un dia todo comenzó || Privado ❤
La joven la miraba a los ojos, analizaba cada detalle proveniente de aquella figura refinada, estilizada, cien por ciento femenina. Si lo hacía era por la necesidad de saberse más segura, porque ¿qué pasaba si se trataba de una intrusa? ¿De alguna ayudante de Hugo? Esas mujeres eran despiadadas con tal de quedarse con el dinero que el hombre tenía, sin importar que fuera a base de robar, traficar y prostituir personas. Pero por más vueltas que le daba al asunto, por más análisis que efectuara, nada le indicaba que se encontraba frente a una agresora o mala mujer, por el contrario. Además, que tuviera un carácter fuerte e impositivo no quería decir que fuera mala persona. Eso sería ser alguien lleno de prejuicios, como todos esos que le habían despreciado mucho tiempo.
- Mi nombre es Anouk - Musitó de forma tranquila, aunque por un momento titubeó, porque pensó que sería mejor darle uno falso, así no se ponía en riesgo ella o el señor Ichabod, que suficientes ya le había causado a lo largo del tiempo que ahora vivían juntos. Muchas personas lo acusaban de pederasta, cuando ese pobre pescador sólo la había sacado de una vida de miseria. ¿Por qué todos juzgaban sin antes conocer? Esa pregunta siempre retumbaría en su cabeza, en cada rincón de su interior, y aunque su corazón se pusiera molesto por necesitar saber de ello, no podía hacer nada, pues las respuestas no le llegaban. Si la vida fuera más fácil… Seguramente sería feliz, o desdichada.
- No, no me gusta salir, es que el sol me pone mal la piel, me crea ronchas - Mintió, pero lo hizo con maestría, pues después de haber vivido tanto tiempo con muchos niños que robaban pan para llenar sus estómagos, era normal tener manías perfectas en esos aspectos, aunque claro, ella no se sentía orgullosa de ello. Si, el sol le ponía la piel más roja de lo normal, pero no le salían ronchas ni nada por el estilo, eso era mentira, la más grande de todas las que había dicho, pero el miedo le arremetía a cada instante que pasaba.
- ¿Usted si? ¿Paris es un lugar con muchos lugares para salir? - Preguntó con mucho interés, mostrando que la idea de poder explorar un poco más aquellas tierras, le parecía fascinante. Se mordió el labio inferior, observó su taza de café espumoso y luego le entró el remordimiento, habría sido mejor venir con su familia, el señor Ichabod. Pronto lo llevaría, cuando ahorrara un poco más - ¿De dónde es usted? Sino es mucha indiscreción, porque, no parece de aquí - Ella esperaba que sus palabras no fueran mal tomadas, no deseaba hacer enojar a lo segunda persona que la había ayudado en esa ciudad.
- Mi nombre es Anouk - Musitó de forma tranquila, aunque por un momento titubeó, porque pensó que sería mejor darle uno falso, así no se ponía en riesgo ella o el señor Ichabod, que suficientes ya le había causado a lo largo del tiempo que ahora vivían juntos. Muchas personas lo acusaban de pederasta, cuando ese pobre pescador sólo la había sacado de una vida de miseria. ¿Por qué todos juzgaban sin antes conocer? Esa pregunta siempre retumbaría en su cabeza, en cada rincón de su interior, y aunque su corazón se pusiera molesto por necesitar saber de ello, no podía hacer nada, pues las respuestas no le llegaban. Si la vida fuera más fácil… Seguramente sería feliz, o desdichada.
- No, no me gusta salir, es que el sol me pone mal la piel, me crea ronchas - Mintió, pero lo hizo con maestría, pues después de haber vivido tanto tiempo con muchos niños que robaban pan para llenar sus estómagos, era normal tener manías perfectas en esos aspectos, aunque claro, ella no se sentía orgullosa de ello. Si, el sol le ponía la piel más roja de lo normal, pero no le salían ronchas ni nada por el estilo, eso era mentira, la más grande de todas las que había dicho, pero el miedo le arremetía a cada instante que pasaba.
- ¿Usted si? ¿Paris es un lugar con muchos lugares para salir? - Preguntó con mucho interés, mostrando que la idea de poder explorar un poco más aquellas tierras, le parecía fascinante. Se mordió el labio inferior, observó su taza de café espumoso y luego le entró el remordimiento, habría sido mejor venir con su familia, el señor Ichabod. Pronto lo llevaría, cuando ahorrara un poco más - ¿De dónde es usted? Sino es mucha indiscreción, porque, no parece de aquí - Ella esperaba que sus palabras no fueran mal tomadas, no deseaba hacer enojar a lo segunda persona que la había ayudado en esa ciudad.
Anouk Oldekamp- Humano Clase Baja
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Re: Donde un dia todo comenzó || Privado ❤
Ya estaba acostumbrada a encontrarse personas desconocidas y entablar una conversación con ellas, siempre había creído que cada persona tenía una historia que contar, eran mejores que los libros, pues estoy solamente tendrían el final, cuando su alma se alejara de su cuerpo. Podría ser pronto, por alguna enfermedad, nadie estaba a salvo de eso, la naturaleza, podría ser la enemiga más grande que los humanos tendrían. Alguien fácilmente podría sobrevivir a algún ataque por arma blanca o de fuego, pero la naturaleza, decidiría si sería buena con el desvalido y su herida.
Asintió escuchando su nombre, su rostro se volvió más feliz, sonrió ampliamente, mientras entrecerraba sus ojos para tener aun aquella dulce sonrisa en sus labios —Mucho gusto, encadara de conocerte— tenía un nombre muy bonito, le encantaba, sentía que era un nombre muy fácil de pronunciar y por ende recordar. Ladeo su cabeza, encontrando cierto interés en el mal de la chica, pues ella sabía mucho de especias, su mente, sin que ella quisiera, en sí, buscar solución a su problema, ya comenzaba a navegar en sus conocimientos y haciendo que recordara algunas plantas y los métodos que podrían ayudar a la jovencita y eliminar su problema.
— Normalmente no tengo necesidad de salir a lugares para distraerme — dejo de sonreír para tomar un sorbo de su bebida caliente, para dejarlo nuevamente en su santo lugar, alzo la mirada, para encontrarse con la chica curiosa, que había encontrado interesante los rasgos diferentes de Aitziber, no se veían todos los días, estaba segura que estaba más acostumbrados a ver gente de color, que los rasgos de los orientales, se todo por inercia su rostro, mientras la miraba, con algo de inocencia, pues para ella era algo muy normal. — No se preocupe — le dijo en un tono suave, para que dejara la timidez —Soy parisina, naci en parís — puso sus manos en la mesa, de forma tranquila — Mi madre viene del oriente, mas allá de la extenso reino de china, nunca he tenido la oportunidad de conocer mis raíces asiáticas, pero las tengo dentro de mí, con cariño— explico con tranquilidad.
— Tengo un negocio de especias, en donde hago medicina natural y otras cosas — se alzo los hombros, buscando restarle importancia — puedo recomendarles unas plantas para su mal de ronchas — volvió a tomar la taza y tomo otro sorbo de aquel café, aclaro su garganta y miro su acompañante, no le molestaba darle una mano, siempre había sido buena para encontrar personas que necesitaban de su ayuda y ella con gusto se las daba, ella solamente debía dejar ayudarse.
Asintió escuchando su nombre, su rostro se volvió más feliz, sonrió ampliamente, mientras entrecerraba sus ojos para tener aun aquella dulce sonrisa en sus labios —Mucho gusto, encadara de conocerte— tenía un nombre muy bonito, le encantaba, sentía que era un nombre muy fácil de pronunciar y por ende recordar. Ladeo su cabeza, encontrando cierto interés en el mal de la chica, pues ella sabía mucho de especias, su mente, sin que ella quisiera, en sí, buscar solución a su problema, ya comenzaba a navegar en sus conocimientos y haciendo que recordara algunas plantas y los métodos que podrían ayudar a la jovencita y eliminar su problema.
— Normalmente no tengo necesidad de salir a lugares para distraerme — dejo de sonreír para tomar un sorbo de su bebida caliente, para dejarlo nuevamente en su santo lugar, alzo la mirada, para encontrarse con la chica curiosa, que había encontrado interesante los rasgos diferentes de Aitziber, no se veían todos los días, estaba segura que estaba más acostumbrados a ver gente de color, que los rasgos de los orientales, se todo por inercia su rostro, mientras la miraba, con algo de inocencia, pues para ella era algo muy normal. — No se preocupe — le dijo en un tono suave, para que dejara la timidez —Soy parisina, naci en parís — puso sus manos en la mesa, de forma tranquila — Mi madre viene del oriente, mas allá de la extenso reino de china, nunca he tenido la oportunidad de conocer mis raíces asiáticas, pero las tengo dentro de mí, con cariño— explico con tranquilidad.
— Tengo un negocio de especias, en donde hago medicina natural y otras cosas — se alzo los hombros, buscando restarle importancia — puedo recomendarles unas plantas para su mal de ronchas — volvió a tomar la taza y tomo otro sorbo de aquel café, aclaro su garganta y miro su acompañante, no le molestaba darle una mano, siempre había sido buena para encontrar personas que necesitaban de su ayuda y ella con gusto se las daba, ella solamente debía dejar ayudarse.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Donde un dia todo comenzó || Privado ❤
Cuando era más pequeña, cuando vivía aun con sus padres, cuando el secuestro no se había efectuado, la pequeña Anouk estudiaba en aquellos libros geográficos sobre los distintos países, tanto lejanos como cercanos, había leído una infinidad de veces de las culturas ajenas, de los rasgos, incluso de la tela que podía variar dependiendo de las necesidades de las personas, para ella era algo sumamente normal, tenía más que conocimiento al respecto, le gustaba poder notar las diferencias, pero sólo eso, jamás tuvo el valor necesario para dar aquellos viajes completos y largos con sus padres, así que una mala sensación se apoderó de ella, si tan solo hubiera sido más abierta habría conocido más, otros idénticos a su nueva compañera.
- El gusto es mío - Mencionó con su tono de voz muy bajo. La inseguridad, la gran timidez no ayudaban para ella, pero al menos se alegraba de ver personas amables, quizás ayudaban los ropajes que estaban adornando su figura; la joven detalló todos los detalles que en un futuro pudieran servirle con referente a su ahora nueva "amiga", era lo más cercano y a gusto que estuvo de una mujer desde hace demasiado tiempo. - Gracias por el café - Repitió animada - Es que esa señora no es muy buena con las personas de clases bajas, otras veces pude venir pero con otros ropajes y me echó - Le confesó sin mucho ánimo, pero al menos se encontraba diciendo la verdad. Hace tanto que no se comportaba de esa forma tan recatada, de verdad extrañaba sus raíces, el estar sin necesidades económicas, alimenticias.
- ¿Puedo saber en dónde se encuentra el lugar? Más bien hablo de la ubicación, es que quizás después pueda ir con... - Se mordió la lengua. ¿Cuál era la mejor definición para referirse a Ichabod? Era como un ángel guardan para ella, por supuesto, pero al mismo tiempo todos le podían ver de mala manera, como con dobles intenciones. - Con mi tutor, el sabe cuando algo es mejor para mi - El brujo seguramente la llevaría sin importar el costo de los remedios, pero ella no se atrevería a decirle nada, suficiente con que la hubiera rescatado de ese lugar donde traficaban, donde lucraban con niños como para encima exigirle un poco más por unas tontas ronchas.
- ¿Da clases sobre esos remedios? - Anouk no tenía dinero para pagar tales privilegios, pero también había hecho grandes ahorros durante su estadía con el señor Stein, De esa forma por inversión podría gastar sus francos, le serviría de ayuda para poder curar al dueño de su choza, para no tener que gastar en médicos inexpertos, se le estaban abriendo grandes puertas - Dime... ¿Me enseñarías? Podría pagar para que lo hagas, sé que nada es gratis, lo acabas de decir - Le aseguró sin toques de malicia, solo buscaba hacer algo más por el hombre que la había rescatado de un destino trágico.
- El gusto es mío - Mencionó con su tono de voz muy bajo. La inseguridad, la gran timidez no ayudaban para ella, pero al menos se alegraba de ver personas amables, quizás ayudaban los ropajes que estaban adornando su figura; la joven detalló todos los detalles que en un futuro pudieran servirle con referente a su ahora nueva "amiga", era lo más cercano y a gusto que estuvo de una mujer desde hace demasiado tiempo. - Gracias por el café - Repitió animada - Es que esa señora no es muy buena con las personas de clases bajas, otras veces pude venir pero con otros ropajes y me echó - Le confesó sin mucho ánimo, pero al menos se encontraba diciendo la verdad. Hace tanto que no se comportaba de esa forma tan recatada, de verdad extrañaba sus raíces, el estar sin necesidades económicas, alimenticias.
- ¿Puedo saber en dónde se encuentra el lugar? Más bien hablo de la ubicación, es que quizás después pueda ir con... - Se mordió la lengua. ¿Cuál era la mejor definición para referirse a Ichabod? Era como un ángel guardan para ella, por supuesto, pero al mismo tiempo todos le podían ver de mala manera, como con dobles intenciones. - Con mi tutor, el sabe cuando algo es mejor para mi - El brujo seguramente la llevaría sin importar el costo de los remedios, pero ella no se atrevería a decirle nada, suficiente con que la hubiera rescatado de ese lugar donde traficaban, donde lucraban con niños como para encima exigirle un poco más por unas tontas ronchas.
- ¿Da clases sobre esos remedios? - Anouk no tenía dinero para pagar tales privilegios, pero también había hecho grandes ahorros durante su estadía con el señor Stein, De esa forma por inversión podría gastar sus francos, le serviría de ayuda para poder curar al dueño de su choza, para no tener que gastar en médicos inexpertos, se le estaban abriendo grandes puertas - Dime... ¿Me enseñarías? Podría pagar para que lo hagas, sé que nada es gratis, lo acabas de decir - Le aseguró sin toques de malicia, solo buscaba hacer algo más por el hombre que la había rescatado de un destino trágico.
Anouk Oldekamp- Humano Clase Baja
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Re: Donde un dia todo comenzó || Privado ❤
“Tu misión en esta vida la descubrirás detrás de tus talentos.”
— Doménico Cieri Estrada
— Doménico Cieri Estrada
Que animada se sentía, de que la joven quisiera ir a echar un vistazo a su local, para ella era algo especial, no solo porque podría tener una cliente en podenca, si no, porque ese lugar también era mágico, sería como seguir reforzando algo que estaba naciendo en esas horas — puedes ir con cualquier persona que quieras — sonrió animada — Si así te sientes más segura, estoy de acuerdo, además, a lo mejor tu tutor encuentre algo interesante en mi tienda — supuso, tal vez algo esperanzada de que así fuera. No sabía porque, pero comenzaba a ilusionarse de que pronto estuviera junto con ellos, tomando el té de sus propias esencias. En su mente se veía muy bien, aunque no sabía exactamente qué tipo de persona era su tutor, por la imagen que ella le daba y por como ella misma se comportaba, debía ser un hombre muy amable, educado, de época, pero con gran corazón.
Abrió sus ojos, sonriendo aun mas encantada. No sabía porque, pero aquella joven le inspiraba tanta confianza, además de un extraño sentimiento de maternidad, pero a lo mejor era, por la simple razón de no haber sido nunca bienvenida por ninguna de sus hermanas, que no tuvo el placer de disfrutar ese tipo de cosas con una dama — ¿Te gustaría aprender?— pregunto sorprenda, pero entusiasmada, en realidad no enseñaba, pero gustaba la idea de trasmitir sus conocimientos a otra persona, después de todo, cuando uno aprendo lo suficiente, lo que sigue es ex parsis el conocimiento adquirido a todas las personas que se puedan.
Entrecerró sus ojos un poco, cruzando sus brazos algo pensativa, no dudaba en que lo pudiera hacer, pero no quería meterse en problemas — Si tu tutor te deja, puedo aceptar sin reproches — dijo tranquilamente, abrió sus ojos para verla detenidamente — no necesito dinero, pero creo que te podría enseñar con solamente una condición — aclaro su garganta levemente — que cuando tengas la oportunidad, se lo enseñes a alguien más, así sería algo justo y el conocimiento estaría vivo en otra persona, pero esa persona debe hacer lo mismo — sentencio tranquilamente — con solamente eso, estaré complacida y podre enseñarte, todo lo que puedas aprender — ¿Qué perdía? Nada a lo mejor podría enseñar más allá de las hierbas y encontrar en ella un potencial mucho mayor, pero eso solamente se daría luego, si es que se llegaba a formar todo lo que las ilusiones ya habían planteado.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Donde un dia todo comenzó || Privado ❤
¿Amistad? ¿Qué sería decir eso? Cuando pequeña, simple se reunía con aquellas señoritas de su misma clase social, algunas ni siquiera se caían bien pero debían de convivir, a regañadientes, pero lo hacían, eso sin duda no era amistad. Anouk recuerda que su madre tenía una buena amiga, con la que solía platicar largas horas, tomar el te, incluso compartir las experiencias de sus hijos, ella no tenía experiencias que compartir, tampoco te, y mucho menos hijos, ni nadie que quisiera escucharla; aunque aquello fuera triste, era su realidad más grande, la que tenía que acatar por el cambio tan grande de vida, sin embargo ¿la verdadera amistad consistía en ser obligadas a pasar el tiempo? Por primera ve estaba cómoda con una mujer que no deseaba sacar provecho con su persona, quizás de ahí surgía lo que sería eso, lo que tanto se estaba cuestionando en ese momento.
Su mirada triste y perdida se enfocó en una de las farolas, dentro había un nido de pájaros, y dentro podría notar a dos pequeños disputando por aquel gustado que su madre les acababa de llevar, la familia es un núcleo difícil, pero si fueran más amigables entre ellos tendrían porciones equitativas, iguales que los harían más felices, menos egoístas. ¿En eso consistía también la amistad? Se sentía confundida, en ese momento incluso deseaba tener a alguien que la comprendiera, que le aclarara sus pensamientos, a su madre que le podía dar una cátedra de eso, o a una amiga para no tener que torturarse descifrando un poco las cosas. Se sentía feliz de estar en ese momento, pero infeliz de notarse tan sola.
- Seguramente a mi tutor le encantaran más de una cosa - Le aseguró, y es que el señor Ichabod siempre compraba cosas que creían útiles, sin duda los remedios lo serían, siempre - ¡Claro que puedo enseñar! ¡A quien quiera! - Los ojos de la pelirroja se abrieron un poco más de lo que ya los tenía a causa de la emoción del momento. La sensación de encontrarse ahí era tan grata. ¿Amistad? La pregunta la golpeó, quizás si se lo preguntaba podría comprobar lo que deseaba. - ¿Usted sería mi amiga? - La inocencia de sus palabras también llevaban esperanza, de esa cargada de fe que solían llevar los creyentes a las iglesias.
Anouk cerró los ojos unos momentos, si deseaba escuchar la respuesta a las preguntas debía dejar de hablar, hacer que la pobre mujer emitiera sonido alguno de entre sus labios. Tomó un sorbo más de lo que estaba bebiendo para poder humedecer su boca, también sus labios. La miró a los ojos de forma expectante. ¿Aceptaría o se negaría? La duda la ponía nerviosa, inquieta, sus pies incluso daban golpecitos al suelo de madera.
Su mirada triste y perdida se enfocó en una de las farolas, dentro había un nido de pájaros, y dentro podría notar a dos pequeños disputando por aquel gustado que su madre les acababa de llevar, la familia es un núcleo difícil, pero si fueran más amigables entre ellos tendrían porciones equitativas, iguales que los harían más felices, menos egoístas. ¿En eso consistía también la amistad? Se sentía confundida, en ese momento incluso deseaba tener a alguien que la comprendiera, que le aclarara sus pensamientos, a su madre que le podía dar una cátedra de eso, o a una amiga para no tener que torturarse descifrando un poco las cosas. Se sentía feliz de estar en ese momento, pero infeliz de notarse tan sola.
- Seguramente a mi tutor le encantaran más de una cosa - Le aseguró, y es que el señor Ichabod siempre compraba cosas que creían útiles, sin duda los remedios lo serían, siempre - ¡Claro que puedo enseñar! ¡A quien quiera! - Los ojos de la pelirroja se abrieron un poco más de lo que ya los tenía a causa de la emoción del momento. La sensación de encontrarse ahí era tan grata. ¿Amistad? La pregunta la golpeó, quizás si se lo preguntaba podría comprobar lo que deseaba. - ¿Usted sería mi amiga? - La inocencia de sus palabras también llevaban esperanza, de esa cargada de fe que solían llevar los creyentes a las iglesias.
Anouk cerró los ojos unos momentos, si deseaba escuchar la respuesta a las preguntas debía dejar de hablar, hacer que la pobre mujer emitiera sonido alguno de entre sus labios. Tomó un sorbo más de lo que estaba bebiendo para poder humedecer su boca, también sus labios. La miró a los ojos de forma expectante. ¿Aceptaría o se negaría? La duda la ponía nerviosa, inquieta, sus pies incluso daban golpecitos al suelo de madera.
Anouk Oldekamp- Humano Clase Baja
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Re: Donde un dia todo comenzó || Privado ❤
Estaba encantada, era una buena forma de comenzar, entonces Aitziber asintió, no había ningún problema para enseñarle, estaba segura que aprendería rápido, porque tenía el deseo de hacerlo y eso siempre era importante, para todo, si no había emoción, ni entusiasmo, se acabaría todo en poco tiempo, pero en la joven se encontraba todo eso, todos los requisitos necesarios, para avanzar, disfrutar la vida, moverse, de no morir. Si dejas de moverse, de querer, de desear, morías completamente, dejabas de respirar, de vivir a plenitud.
En su rostro había clara sorpresa por esa pregunta, era algo extraño encontrar a alguien que pidiera ser amigo de una persona, era algo demasiado espontaneo, que dejaría a cualquiera en cierto shock. Venía a ella la interrogante de. ¿Cómo se consideraba a alguien amigo? Nunca había tenido la habilidad de saberlo, simplemente lo sentía, no cualquiera era su amigo, muchos conocidos, pocos amigos, esa era la verdad.
Aitziber bajo la mirada, encontrándose mirando el contenido de la taza, tan apacible, mostrando una pequeña silueta de ella, una réplica exacta de sus ojos y parte de su rostro — Nunca he tenido una amiga — confeso suavemente — ¿una gata se considera como un amigo? — pregunto mirándola, para reír suavemente, bueno tal vez si, pero una amiga humana sería mejor, ella lo sabía. — No entiendo ese tipo de relaciones, pero si se trata de… de tener cosas en común y sentirse bien con esa persona, entonces si, me encantaría ser tu amiga — busco su mano, para tocarla, y sonreirá amablemente.
Su buen instinto le decía que era una buena joven, no importaba lo que los otros dijeran, en realidad, nunca le habría importado — estoy segura, que no me equivoco a decir, que eres la mejor, para ser una amiga — amplio su sonrisa, en verdad se sentía afortunada de tener a alguien asi como ella. Giro su rostro, para buscar al camarero, y así pedirle una pluma y papel, para poder escribir, este rápidamente atendió a sus órdenes y trajo lo requerido, en ella escribió, sin prisa, pero con entusiasmo, la dirección de su tienda, también la de sus padres, pues aun vivía con ellos, pero esperaba que fuera ya por poco tiempo. Se lo entrego entre las manos de la muchacha — Toma, con esto podrás contactarme, si necesitas algo, lo que sea, puedes irme a visitar, si no puedes… ¿Sabes escribir? — Ladeo su cabecita — Puedes también escribirme, Anouk. Que la vergüenza no te nomine amiga — era una rara palabra, que le provocaba calidez en su interior.
Dejo el papel entre sus manos, en su poder, para quedar mirando el lugar, con cierta felicidad — Definitivamente este lugar tiene algo mágico — inquirió suspirando, para entrecerrar sus ojos, con una leve sonrisa en sus labios.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: Donde un dia todo comenzó || Privado ❤
Inevitablemente sonrió, se sentía convencida de que en ese momento no había mejor fortuna para ella. Aunque su mundo no fuera el que siempre había querido, lo que era cierto es que para la pelirroja las cosas iban de peor a mejor. Sólo bastaba con recordar que la habían rescatado de ser casi vendida o convertido en prostituta. En casa tenía a un hombre bueno que la adoraba, y que le daba lo mejor entre lo que podía, y en ese preciso momento se encontraba tomando una deliciosa bebida con lo que podía llamar una amiga. Era afortunada, la más afortunada de todas.
Observó con cierta precaución a la hermosa mujer que tenía enfrente. ¿Cómo desconfiar o temer de ella? La verdad es que no podría, se veía tan sincera, tan transparente, tan ella misma que se dio cuenta que podía confiar ciegamente en alguien más. Suspiró un poco, un día de estos tendría que terminar con sus miedos por su bien. Dejarse llevar por el mundo. Disfrutar de la vida y de las compañías, no todos la tratarían mal. No todos.
- Creo que eres muy dulce al decir esas cosas – Le dedica una sonrisa tímida, de esas que a duras penas puede llegar a formar. – Creo que es lo más dulce que me han dicho en muchísimo tiempo, te agradezco infinitamente las cosas – No dejó de sostenerle la mano durante un largo rato más, con sus manos entrelazadas llegaba a sentir mucha seguridad, de esa que le faltaba, por lo que saboreó del momento; cinco minutos después de todo el silencio y de la sensación se soltó, recargó su cuerpo en la silla y observó la delicadeza con que la mujer empezaba con su caligrafía.
En su interior hay recuerdos de cuando estaba pequeña y la ponían a leer y a escribir. La verdad es que sus padres siempre le exigieron demasiado, por eso cuando fue robada de su hogar, era incluso más grande el costo al que podían venderle, porque la niña era preparada y si estaba así un rico la podría comprar de sirvienta que le llevara sus cuentas, entre otras cosas. Sin embargo eso se lo cayó, intento casi parecer una muda, y por eso salió sin un pelo casi lastimado, porque había jugado bien sus cartas. Observar ese pedazo de papel le hacía sentir extraña, hace tanto tiempo que no leía que le daba miedo no poder hacerlo en ese momento, sin embargo lo hizo, con maestría. Sonrió, bien decía su nana que cuando se aprendía de forma correcta jamás se olvidaría.
- Ahora tengo que marchar, ha pasado mucho tiempo y el señor Ichabod puede estar preocupado, gracias por el café – Se puso de pie para hacer una reverencia correcta. Recogió un par de cosas que llevaba consigo y llevó la taza al lugar donde los trastes sucios se depositaban.
Observó con cierta precaución a la hermosa mujer que tenía enfrente. ¿Cómo desconfiar o temer de ella? La verdad es que no podría, se veía tan sincera, tan transparente, tan ella misma que se dio cuenta que podía confiar ciegamente en alguien más. Suspiró un poco, un día de estos tendría que terminar con sus miedos por su bien. Dejarse llevar por el mundo. Disfrutar de la vida y de las compañías, no todos la tratarían mal. No todos.
- Creo que eres muy dulce al decir esas cosas – Le dedica una sonrisa tímida, de esas que a duras penas puede llegar a formar. – Creo que es lo más dulce que me han dicho en muchísimo tiempo, te agradezco infinitamente las cosas – No dejó de sostenerle la mano durante un largo rato más, con sus manos entrelazadas llegaba a sentir mucha seguridad, de esa que le faltaba, por lo que saboreó del momento; cinco minutos después de todo el silencio y de la sensación se soltó, recargó su cuerpo en la silla y observó la delicadeza con que la mujer empezaba con su caligrafía.
En su interior hay recuerdos de cuando estaba pequeña y la ponían a leer y a escribir. La verdad es que sus padres siempre le exigieron demasiado, por eso cuando fue robada de su hogar, era incluso más grande el costo al que podían venderle, porque la niña era preparada y si estaba así un rico la podría comprar de sirvienta que le llevara sus cuentas, entre otras cosas. Sin embargo eso se lo cayó, intento casi parecer una muda, y por eso salió sin un pelo casi lastimado, porque había jugado bien sus cartas. Observar ese pedazo de papel le hacía sentir extraña, hace tanto tiempo que no leía que le daba miedo no poder hacerlo en ese momento, sin embargo lo hizo, con maestría. Sonrió, bien decía su nana que cuando se aprendía de forma correcta jamás se olvidaría.
- Ahora tengo que marchar, ha pasado mucho tiempo y el señor Ichabod puede estar preocupado, gracias por el café – Se puso de pie para hacer una reverencia correcta. Recogió un par de cosas que llevaba consigo y llevó la taza al lugar donde los trastes sucios se depositaban.
Anouk Oldekamp- Humano Clase Baja
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